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Real Maestranza de Sevilla

Domingo, 1º de mayo de 2016

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de El Parralejo,

Diestros:

Álvaro Lorenzo, oreja y ovación.

Ginés Marín, ovación y ovación.

Pablo Aguado, silencio y ovación.

Banderillero que saludó: .

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Video: aquí.

Crónicas de la prensa:

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Gotas de buen toreo. La primera novillada del abono nos dejó notables instantes de los tres actuantes, aunque sin poder disfrutar de un éxito rotundo. Álvaro Lorenzo paseó el único trofeo de la tarde del que abrió plaza. El del Parralejo fue animal encastado que fue a más y con el que el toledano instrumentó dos series con la diestra muy templadas y vibrantes. Remató con unas ajustadas bernardinas y gran espadazo. Al cuarto lo recibió toreando con mucho gusto con el capote. Se apagó pronto el novillo, pero Loreno mostró capacidad y firmeza frente a él. Buena carta de presentación ha dejado en Sevilla.

En 14 días Ginés Marín cambiará de escalafón. Su doctorado en Nîmes está a la vuelta de la esquina, pero antes tenía una parada importante en la Maestranza. Al segundo de la tarde le instrumentó un ramillete de verónicas muy torero. Con la muleta en la mano, se fue a los medios de rodillas. Hubo buenos pasajes por el pitón derecho, mientras que por el izquierdo se quedaba más corto. Ginés terminó metido entre los pitones para propinarle circulares y una bernardinas como colofón. El quinto fue un novillo rajado con el que Ginés lo intentó una y otra vez. Ganas y actitud no le faltaron. Seguro que en la nueva etapa que está a punto de emprender, tampoco le van a faltar.

Peor suerte corrió con su lote Pablo Aguado. El tercero, que brindó a Curro Vázquez, no le dio ninguna opción. Emocionantísimo fue el recibo al sexto. Se fue a los medios a esperarlo de rodillas para propinarle seis faroles ajustados que hicieron vibrar a los tendidos. Con la muleta sólo pudo dejar detalles de su buen concepto del toreo.

Lo peor: Un recuerdo en el olvido. Hoy hubo un olvidado en la Maestranza. Un 1 de mayo como hoy de 1992 fallecía trágicamente en el albero maestrante Manolo Montoliú. Nunca debemos perder las buenas costumbres, ni los minutos de silencio en Sevilla.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Álvaro Lorenzo puso la calidad

El festejo había despertado una enorme expectación en los interiores del toreo. Esta combinación de toros y toreros era uno de los platos fuertes indiscutibles del combo de novilladas preparado por la empresa Pagés para la Pascua Florida. Y aunque el encierro de El Parralejo frustró algunos esfuerzos se pudo ver una terna cuajada en forma y fondo que no se dejó casi nada en el hotel. La gran sorpresa la dio Álvaro Lorenzo, un novillero toledano cuajado y maduro que se presentaba ante la cátedra. Lorenzo lucró el único trofeo del festejo, cortado a un novillo –el primero– que hizo cosas rarísimas en los primeros tercios. El utrero embestía a regates, saltando sobre las manos y avisando por el izquierdo. En una de esas oleadas llegó a coger al banderillero Candela pero la cosa no fue a mayores.

El manchego tomó la muleta y se percató pronto del mejor lado del animal, el derecho, que administró en una faena asentada, bien dicha y mejor hecha que tuvo una enorme virtud: tapar la tendencia del animal a distraerse en los embroques. El novillo rompió a bueno y la estocada que siguió a las bernardinas de ordenanza amarraron la merecida oreja. Pero Álvaro Lorenzo aún no había mostrado todos sus registros y asombró a propios y extraños cuajando de cabo a rabo al cuarto con el capote. Hubo ritmo, encaje, expresión y excelente trazo en el ramillete de verónicas que remató con una gran media. Ese virtuosismo capotero se mantuvo en el quite –de observancia posmoderna– por chicuelinas de compás abierto. En la muleta supo tocar todas las teclas del utrero para extraer su buen fondo en una faena de argumento creciente que explotó definitivamente cuando Lorenzo se echó la muleta a la mano izquierda. Los naturales brotaron largos, puros, hechos con las yemas de los dedos mientras el animal amagaba con coger la puerta. A pesar de la frialdad ambiental –subrayada por la ausencia de música– aquello iba camino de una nueva oreja pero la espada, lástima, se encasquilló esta vez.

Pero hubo muchas más cosas que contar, como las buenas sensaciones de Ginés Marín con un segundo galopón al que toreó de cine con el capote –el quite a capote vuelto fue un primor– sin acertar a administrarlo en la muleta. El novillo pedía otras distancias pero Marín se empeñó en torear en el terreno corto logrando algunos muletazos hondos y muy para adentro en una faena culminada con un arrimón de notas imaginativas además de las inevitables bernardinas que alguien debería prohibir. Con el quinto, un manso que huyó hasta de su sombra, no hubo coles.

Aguado fue el peor parado del sorteo pero dejó retazos de su calidad con un tercero acobardado al que arrancó algún natural pleno de expresión. Quiso apostar todo con el sexto, al que recibió con cinco faroles, cinco, con los que formó un auténtico alboroto. Tuvo enorme mérito su faena, sorteando miraditas, tragando y consintiendo a su enemigo sin perder la compostura. Su papel sigue cotizando al alza

ABC

Por Lorena Muñoz. El novillero extremeño Ginés Marín da la vuelta al ruedo en Sevilla

La primera novillada de abono celebrada esta tarde en la plaza de la Maestranza había despertado una gran expectación que no se vio defraudada por la aptitud y la actitud de los tres novilleros anunciados y las distintas teclas que tuvo que tocar, en negativo y positivo, el encierro de El Parralejo.

Álvaro Lorenzo, que se presentaba en Sevilla, se hizo con la incierta embestida del primero de la tarde. El novillo, que había hecho algunos extraños en los primeros tercios, llegó a alcanzar al subalterno Candela pero el novillero toledano le cogió las vueltas y exprimió el mejor lado del astado: el derecho. La espada terminó de rubricar el merecido trofeo.

Pero Lorenzo volvió a asombrar por la calidad de su concepto con un cuarto remiso y progresivamente rajado al que toreó con excelente trazo y pulso, especialmente sobre la mano izquierda y en el excepcional recibo capotero. La espada frustró la concesión de un nuevo trofeo pero la impresión fue inmejorable. Anuncio: El vídeo comenzará en 8 segundos

Ginés Marín mostró su calidad manejando capote y muleta con un novillo, el segundo, que tuvo mejor principio que final al que acortó los terrenos al final de su faena.

Con el quinto, un manso de carreta que huía de su sombra, no tuvo ninguna opción y alargó su labor sin demasiados argumentos.

El sevillano Pablo Aguado se encontró en primer lugar con un novillo acobardado que imposibilitó cualquier lucimiento más allá de algún natural aislado en el que pudo mostrar su sentido de la expresión.

Tuvo que esperar al sexto, al que recibió con cinco faroles de rodillas en los medios. Tardo, mirón e informal, el utrero frustró la entrega del novillero.

Sevilla Temporada 2016.

01_mayo_16_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:11 (editor externo)