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Plaza de toros de Castellón

10 de Marzo de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Victorino Martín muy desiguales de presentación. Victorino hijo recibe un obsequio y sueltan unas palomas en homenaje a su padre.

Diestros:

El Fandi: de nazareno y oro. Media estocada. Silencio. Pinchazo y media. Silencio.

Sebastián Castella: de grana y oro.Cuatro pinchazos, estocada trasera y caída y dos descabellos. Tres avisos. Bronca. Pinchazo y estocada. Aviso. Silencio.

Varea: de verde botella y oro. Pinchazo y estocada tendida. Oreja.Estocada atravesada. Palmas de despedida.

Entrada: Casi lleno

Vídeo resumen: http://bit.ly/2p515Jx

Crónicas de la prensa:

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La izquierda de Varea entre la vaciedad de Victorino

Entre la tromba de agua, el arreglo del ruedo y el homenaje a Victorino por su regreso a Castellón -menos mal que el tributo fue previo-, el inicio de la corrida se demoró. La lluvia gris y la oscuridad de la tarde no impidieron una magnífica entrada. Cuando en el ecuador amainó la tempestad intermitente, ya había titulares en disputa: los tres avisos que oyó Sebastián Castella frente a la soberbia izquierda de Varea.

A Castella se le atragantó un victorino que picaba como una avispa cojonera. Chiquito pero matón. Muy vivo y pronto. Que se puso imposible, perdida la vista pero no la pérfida intención. Un par de series se tragó. Ni una más. Finas las puntas y afilado el aguijón de Hebijón. El galo entró a matar con la fe abandonada; el toro esperaba con la guardia alta. Rajado y en fuga. Cazó el matador, que no lo fue, una estocada muy trasera. Insuficiente. SC, descabello en ristre, encontraba a Hebijón tapado y con la escopeta cargada. El dedo presto en el gatillo del arreón. Las luces para haber vuelto a agarrar la espada se apagaron. Tiempo hubo. Y el tiempo pasó.

Varea no sólo manejó su zurda con primor. También el capote. La mano de fuera alta en la verónica traía cierto sabor antiguo. La media del quite fue superior. Por la cadencia y el desmayo de los brazos. El victorino embestía de forma diametralmente opuesta por uno y otro pitón. Desabrido y por arriba por el derecho y entregado y humillado por el izquierdo. El torero de Almazora dibujó el toreo al natural. Con un embroque y una profundidad bellísimos. Curvilíneo el trazo que moría detrás de la cadera. Un cambio de mano fue un cartel de Ruano. La estocada defectuosa en el segundo viaje le entregó una oreja.

Fandi atravesó el camino de su primera victorinada sin pena ni gloria. Una ronda de naturales al toro de su estreno quedó como nota de mayor calado. La obediencia caminadora, pegajosa y sin terminar ni de irse ni de humillar puso al gentío de parte del animal. El gentío que, obviamente, sólo percibió la bondad. Luego, ante el inválido cuarto no hubo caso ni causa. Ni la facilidad rehiletera se valoró en la escombrera.

Castella no pudo desquitarse con un quinto larguísimo que se dormía en su vaciedad. Una cosa insulsa que tampoco descolgaba. Ausente el sello de la A coronada. Huérfana de todos los rasgos de la casa.

Cuando el último cartucho de Victorino enseñó también su pólvora mojada, el recuerdo de aquellos gloriosos y encastados cierres de La Magdalena cobró aún más fuerza. Tan lejos de esta vuelta. Varea no perdió la dignidad con el manso.

ABC

Por Andrés Amorós. Varea corta una oreja a un victorino en Castellón

Día grande de la Magdalena: por la mañana, comienza la ofrenda floral a la Virgen de Lledó; por la tarde, vuelven, después de cinco años de ausencia, los toros deVictorino Martín, tan vinculados a esta tierra, como contrapunto torista de una Feria torerista. Con los toros cárdenos, llegan las nubes negras y los chaparrones, en una tarde muy desapacible. Comienza el festejo con veinte minutos de retraso, mientras cumplen su tarea los areneros, se homenajea a Victorino y se aplaude una pancarta: «Cataluña es taurina». Para una corrida de Victorino, el cartel no es el habitual; los toros no dan el juego esperado (sólo se aplaude al primero y tercero) y únicamente el local Varea logra un trofeo. Castella, desconfiado con la espada, deja que vuelva al corral su primer enemigo.

Por primera vez mata victorinos El Fandi, que domina el oficio y es garantía de espectáculo. El primer toro se llama «Jaqueca» pero no molesta porque humilla mucho. Lo recibe con dos largas, banderillea fácil y seguro, logra una serie de naturales lentos pero no redondea la faena y la gente acaba poniéndose de parte del toro. El cuarto, que brinda al ganadero, sigue con docilidad los engaños y le permite lucir su soltura, en la lidia, pero el toro cae varias veces, como si se hubiera bebido su nombre, «Muchovino», y desluce todo.

El segundo, terciado, es recibido con pitos pero saca complicaciones: espera y se orienta. Castella aguanta con valor y oficio, por la derecha, pero la faena es desigual y, a la hora de matar, se muestra muy desconfiado. Se suceden los pinchazos y los avisos, el toro no cae, el diestro no se inmuta, hasta que suena el tercero y los cabestros lo retiran. Hace años, esto hubiera supuesto una gran mancha, para una figura, que se hubiera esforzado enormemente para impedirlo. Eran otros tiempos… Después de esto, lo lógico es que hubiera brindado al público su otro toro, como desagravio: tampoco lo hace. Como diagnostica el maestro Antonio Burgos, para la España actual, «no passa nada». Tampoco pasa, por lo visto, si te echan un toro al corral. El quinto sale con celo, es el único que recibe dos varas, es incierto y prueba. Castella logra algunos muletazos aceptables pero acaba impacientando.

Recuerdo que José Manuel Montoliú me cantaba las grandes faenas de Varea cuando era novillero, rival de Ginés Marín; luego, quedó retrasado. Los victorinos pueden ser su tabla de salvación pero, con poca experiencia, suponen una dura prueba. Muestra decisión y buen estilo en el tercero, que va bien por el lado izquierdo; al volver a la derecha, pasa apuros. Logra una estocada tendida y los paisanos exigen el trofeo. En el último, que acaba huyendo, también está voluntarioso pero sin lograr mandar en el toro. Es un círculo vicioso: toreando poco, no es fácil coger el necesario oficio.

Aunque ha dejado de llover, los nubarrones negros se han impuesto al oro de la casta brava y de la lidia artística, pero salimos de la Plaza pensando que mañana saldrá el sol y que, el Domingo de Ramos, acudiremos con ilusión a Las Ventas, para ver el juego de los victorinos.

La Razón

Por Paco Delgado. Varios jarros de agua fría

Treinta y seis años después de lidiar su primera corrida en esta plaza, y tras cinco de ausencia, la ganadería de Victorino Martín volvía a lidiar en Castellón. Y si en su debut actuaron toreros considerados especialistas en estos toros, Ruiz Miguel, Miguel Márquez y Víctor Méndez, ahora se anunciaban para medirse a sus toros dos figuras, acostumbradas a otro tipo de encaste y comportamiento, y un diestro local que quiere abrirse camino como sea y a cualquier precio.

Todo estaba preparado. Magnífico ambiente, ilusión en la gente, los burladeros decorados con la A coronada en honor al mítico ganadero desaparecido. Divisas negras en señal de duelo, la gente con ganas de toros… Y poco antes de las cinco comienza a llover a lo bestia. Hubo que esperar cosa de media hora para que, tras reacondicionar el ruedo, arrancase la corrida. Otro chaparrón al ratito. Y ahora vuelve a caer agua con fuerza e intensidad.

Bueno, el aficionado lo aguanta todo pero aún tenía que soportar otro jarro de agua fría. Y este calaría más en su ánimo: la corrida de Victorino decepcionó. Decepcionó abiertamente. Por presencia, poca, pese a estar el encierro en el tipo de la casa, justos de fuerza y, lo peor, sin casta ni raza. Del todo inapropiados para todo aquello que no fuese una faena de aliño. Inapropiados para el toreo que ahora piden público y toreros. Y, efectivamente, la función fue un fiasco y acabó pasada por agua y muy deslucida.

La única oreja de la tarde fue para Varea y lo fue de un toro, el tercero, que estuvo muy pendiente en todo momento del torero, que no pudo despistarse ni distraerse ni un segundo y que toreó con muchísima firmeza. Poco a poco y bajo una lluvia pertinaz, fue sacando muletazos de muy buen trazo y dejando excelentes naturales y su siempre alabado concepto y buenas maneras en una faena, lógicamente, con altibajos pero muy dispuesta, valiente y entregada.

volvió a jugársela con el sexto al que le costó mucho pasar por el pitón izquierdo por el que precisamente insistió Varea al volver al lado derecho el toro se rajo directamente y ahí se acabó la historia y la corrida.

El Fandi anduvo tesonero y con ganas; fácil y sobrio en banderillas pero sin apenas opciones con un lote totalmente a contraestilo y que le sorprendió casi a cada momento. No estuvo nunca cómodo con su primero y poco pudo hacer con el cuarto, el más flojo del conjunto y que se iba al suelo a la menor exigencia.

Castella vio como su primero se iba vivo y coleando al ser incapaz de matarlo tras una faena deshilvanada y desordenada.

Busco resarcirse y congraciarse con el público con el quinto, pero no pudo ni ahormar ni someter a su oponente que, sobre todo por el pitón izquierdo, le midió mucho y le tropezó casi siempre el engaño en una labor tan valiente como opaca y de poca limpieza.

Toros en Castellón. Temporada 2018

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10m_marzo_18_castellon.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)