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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Sábado, 11 de mayo de 2019

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro (bien presentados, encastados).

Diestros:

Antonio Ferrera: de azul marino y oro, media y descabello (saludos). En el 4º, buena estocada (silencio).

El Fandi: de tabaco y oro, estocada (saludos). En el quinto, media estocada (oreja).

López Simón: de azul y oro, estocada trasera (aviso, petición y vuelta). En el sexto, estocada y descabello (aviso, saludos).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soleado y caluroso.

Entrada: tres cuartos de entrada.

Video: https://twitter.com/i/status/1127335126780792832

Galería de fotos: https://plazadetorosdelamaestranza.com/el-fandi-corta-una-oreja-y-lopez-simon-da-una-vuelta/

Crónicas de la prensa:

Portal Taurino

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Que corridón de Fuente YMbro con mala suerte en el cartel

Echo de menos aquellos sábados de Feria, que les decíamos mediáticos, con Padilla, El Fandi, El Cordobés, y hasta Paquirri, donde se estropeaba un gran encierro de Torrestrella. Esos Sábados de Farolillos donde los del abono dejaban la entrada al portero o a un amigo para que aplaudieran a rabiar a los mediáticos, hicieran lo que hicieran (como aquella salida triunfal de Padilla). De aquellos solo queda, incombustible, El Fandi, pero hoy ha pasado otra historia parecida. Un gran encierro de Fuente Ymbro, de magnífica presentación, con cara, casta y fuerza, de gran juego, tres de ellos de lío gordo, de cortijo grande, vamos…Y solo una orejita para el toreo veloz de El Fandi, que el hombre hace lo que sabe, y por eso se le premia, incluyendo esas reolinas inverosímiles para cambar de mano, pero que no se puede comparar, en esta plaza, con lo que hacen otros. López Simón, acelerado por recuperar su sitio en el escalafón, dejó escapar un lote increíble, y Ferrera tampoco tuvo su día aunque no tuvo su lote y se va de vacío de la Feria. En fin, que parece que volvemos a los sábados “mediáticos”.

ABC

Por Andrés Amorós. Tres toros de vuelta al ruedo

Acudimos esta tarde a la Plaza con una sonrisa. ¿Ha sucedido un milagro? Sí, el milagro del arte auténtico, que borra las amarguras y decepciones porque nos hace sentir la belleza. Lo decía Rubén Darío: «Y, si hubo áspera hiel en mi existencia, melificó toda acritud el arte». Todo eso lo ha logrado, este viernes, en esta Plaza de los Toros, un joven torero sevillano llamado Pablo Aguado. Y lo ha logrado por el mejor camino: el clasicismo, «lo que no se puede hacer mejor» (El Gallo). La senda de la naturalidad, la sencillez, la elegancia, la armonía: lo que siempre ha sido el gran toreo. No recuerdo que diera manoletinas, ni bernadinas, ni zapopinas… ¡Mejor! La pura belleza cristalina de la verónica, el natural y la estocada. Día inolvidable para este torero, que se ha situado ya en lo más alto; para la Feria sevillana, pues esto es lo que recordaremos, no otras decepciones; también, para la Fiesta en general, pues señala el camino que siempre está ahí, esperando «la mano de nieve» (Bécquer) que sepa interpretar la melodía.

Tradicionalmente, el sábado de Feria es festejo de signo popular. Los toros de Fuente Ymbro, serios, encastados, con movilidad; muy buenos, 3º, 5º y 6º que, para mí, merecían la vuelta el ruedo. El Fandi corta un trofeo y López Simón se queda en petición y vuelta.

Antonio Ferrera estuvo bien con los Victorinos. El primero, muy serio, con casi 600 kilos, arrea fuerte y se libra por pelos Montoliú de un percance serio. Como tantas tardes, se luce Fernando Sánchez, con los palos. Ferrera se dobla bien con él y enlaza con naturales suaves, sabiendo muy bien lo que hace. Faena madura de un torero maduro, con gran oficio, que no todos valoran. El cuarto, veleto, casi derriba, lo saca Ferrera del caballo y lo pone en suerte a una mano, con sabor clásico. El toro es fuerte, en varas, pero claudica, en la muleta. Ferrera le busca las vueltas en distintos terrenos pero, al ver que no cabe lucimiento, desiste, cn buen criterio. Logra una buena estocada.

El Fandi asegura espectáculo con las banderillas. El segundo va de largo al caballo, embiste con alegría. El Fandi lo recibe con larga cambiada, alterna verónicas con chicuelinas, gallea por chicuelinas, quita por chicuelinas y le replica López Simón – lo han adivinado – por chicuelinas. ¿No es demasiado? Las banderillas resultan espectaculares; sobre todo, el primer par, corriendo hacia atrás («la moviola», lo llaman; podrían ponerlo al día como “el VAR”). Brinda al ganadero Manolo González. Comienza de rodillas, sufre un par de coladas y resuelve la situación sin especial brillo. Mata bien. En el quinto, que se mueve mucho, el quite barroco se inicia con… una chicuelina. De nuevo se luce en banderillas, con sus grandes facultades y su facilidad para encontrar toro en todos los terrenos. Cita de rodillas, en el centro del ruedo: el toro acude como un tren, liga derechazos con rapidez pero con emoción. Es otro gran toro, que repite, incansable: un “Ocurrente” al que no paran de ocurrírsele cosas buenas. El Fandi le da muchísimos muletazos y la gente agradece su entusiasta entrega. La media estocada tiene efecto fulminante: oreja. Otro toro que merecía la vuelta al ruedo.

López Simón continúa buscando su camino, ahora con Diego Robles como apoderado. Lo recibe por verónicas y gallea por chicuelinas. El toro empuja, en el caballo. De la segunda vara lo saca Ferrera galleando, como hacía Joselito. El toro es bravo y noble, repite, le permite ligar tandas voluntariosas por los dos lados. Mata con facilidad pero tarda en caer y suena un aviso: petición y vuelta. Lo único malo del toro era el nombre, «Tramposo»: no lo merecía sino la vuelta al ruedo, pero el público, pendiente de pedir la oreja, no la reclama. El último es otro gran toro, un «Protestón» que nunca protesta: humilla, se come la muleta. ¡Vaya lote! Lo aprovecha para ligar muletazos, en otra faena larga, cerrada con bernadinas. Vuelve a estar seguro con la espada.

Dirán que me pongo pesado con lo de las chicuelinas y tendrán razón pero no me lo invento, cuento lo que veo: recortes, no garbosos lances.

Los milagros no se repiten (salvo en «Los jueves, milagro», la película de Berlanga). Después de lo que hizo Aguado el viernes, cuesta bajar a los habituales trasteos. Pero el recuerdo permanece. Lo dijo don Sem Tob, en el siglo XV: «Cuando es seca la rosa/ … queda el agua olorosa,/ rosada, que más vale». Como el sabor, que seguimos paladeando, del gran toreo.

POSTDATA. Acierta en su título la estupenda exposición «Los Machado vuelven a Sevilla» (Unicaja) al unir a Antonio y Manuel, como siempre lo estuvieron . También, en la afición taurina. Manuel escribe un gran poema, «La fiesta nacional». Ignoran algunos que Antonio comparte esa afición: lo primero que publica, en su vida, es un artículo de tema taurino; demuestra su conocimiento al valorar lo que supuso, para Cara Ancha, matar recibiendo, un día. Antonio y Manuel Machado, dos grandes poetas sevillanos, unidos también por los toros.

El País

Por Antonio Lorca. Odiosas comparaciones

Debiera existir una norma que permitiera suspender de inmediato la feria en caso de que se produzca una histórica excepcionalidad artística, como la sucedida en la tarde del 10 de mayo de 2019 en la Maestranza de Sevilla, y que figura ya en los anales de la historia.

Se evitarían así odiosas comparaciones como las acaecidas ayer con Antonio Ferrera, El Fandi y López Simón, que acudieron, lógicamente, en inferioridad de condiciones.

¿Con qué espíritu vienen los tres a la plaza a sabiendas de que los tendidos siguen pensando y regodeándose en el arte que desparramó Pablo Aguado? ¿Qué tienen que hacer los tres, no ya para borrar lo vivido —sueño imposible—, sino para reclamar la atención de quienes ya han gozado de la felicidad completa?

Todos los toreros son necesarios, faltaría más; en la diversidad también reside la grandeza de esta fiesta, pero era inevitable que las llamaradas de emoción esparcidas la tarde del viernes siguieran revoloteando por los tendidos.

Dicho lo cual, un rapapolvo merece algún coletudo por no estar a la altura de la calidad de los toros que le tocaron en suerte. López Simón, por ejemplo, es uno de ellos. Su lote fue de puerta grande, encastados los dos y de calidad excelsa en la muleta. Y en ambos estuvo correcto; es decir, superficial, hueco, acelerado, sin atisbo de hondura ni relajación. Trazó naturales largos en el primero y unos airosos ayudados por bajo finales, pero en la plaza quedó el convencimiento de que era toro de triunfo importante. Y de calidad suprema fue el sexto, al que toreó con excesiva celeridad, y su labor —que no la de su oponente— pasó desapercibida; tanto es así que la petición de oreja fue tan liviana como su concepción torera.

Extraordinario el tercio de banderillas que protagonizó El Fandi ante el soso segundo, sin concesiones a la galería, asomándose al balcón en los dos primeros y al violín el tercero. Volvió a lucirse con los garapullos en el quinto, otro toro de categoría, que repitió con codicia en la muleta. Sonó la música desde el primer instante cuando el torero, de rodillas en los medios, hilvanó dos circulares completos que sorprendieron a los tendidos. El Fandi estuvo después mejor de lo que es habitual en él, pero peor de lo que el toro merecía y paseó una oreja tras una media estocada fulminante.

Y Ferrera tuvo detalles de añeja torería con capote y muleta. Asentado y firme ante el deslucido que abrió plaza, dibujó redondos de bella factura sin la ayuda del estoque simulado si bien deslució su gesto al coger el estaquillador por el extremo en lugar de por el centro, y no pudo más que abreviar ante el inválido cuarto.

La Razón

Por Patricia Navarro. El Fandi, un trofeo en pleno resacón en Las Vegas

Era el día después y el resacón (artístico, se entiende) estaba a la altura del de Las Vegas. Ocurrieron tantas cosas, tantos matices, tantas corridas dentro de una corrida que podríamos estar hablando horas y todavía habría aventuras por descubrir. Lo de Aguado fue brutal y la puesta en escena de Roca y Morante, también. Pronto tuvimos que pasar página y fue con una mala jugada de la memoria, a la que nos abocó el primer toro y el apretón, al cuadrado, que le dio a Montoliú. Se salvó de milagro. Aquí su padre perdió la vida. Hubo un momento malo. Y ese fue espantoso. Antonio Ferrera estuvo medido después con un primero de manejables embestidas y poca transmisión. Sin ayuda hizo la faena de principio a fin en la verticalidad y buscando la templanza en todo momento. Serio y aplomado. Largo se fue con un deslucido cuarto con el que poco logró.

Un susto se llevó El Fandi nada más empezar al meterse por dentro y darle un pitonazo al siguiente el segundo. Era la trayectoria que llevaba el toro por el derecho, algo mejor por el izquierdo, pero sin grandeza. Cumplió y mató con prontitud. Se fue el toro detrás de la muleta cuando El Fandi comenzó de rodillas. Qué buen ejemplar. El granadino le cortó una oreja a fuerza de temple, pleno de relajación y entrega. Valió. El toro había sido muy bueno…

López Simón tuvo un tercero con movilidad y repetición y colocaba bien la cara, sobre todo por el derecho. La faena tuvo ligazón y temple y más encuentro por el diestro. Con la espada fue un cañón, a pesar de la petición dio una vuelta al ruedo. Uno bueno y sumó el sexto, que tuvo nobleza y repetición. Puso López Simón todo de su parte, pero se amontonó por momentos y aquello no explosionó como se esperaba. La resaca de la tarde anterior era una losa insoportable. Lo dicho, ni en Las Vegas.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El Fandi, único trofeo en una buena corrida de Fuente Ymbro

El público, que llegaba ya agotado por el calor en las postrimerías de esta Feria de Abril en mayo, no paraba de contar, hablar, sentir el toreo de Pablo Aguado, omnipresente en todas las conversaciones.

La terna, con Antonio Ferrera, El Fandi y Alberto López Simón, lo tenía muy difícil si el público medía sus actuaciones con lo que habíamos vivido y disfrutado el día anterior. La entrada, pese a la cornada del termómetro, fue buena: casi tres cuartos del aforo cubierto.

El encierro de Fuente Ymbro, en conjunto bien presentado, tuvo un comportamiento interesante debido a que afloró la casta y también hubo nobleza.

El Fandi se alzó como triunfador. Con máxima entrega, anduvo en su lote variado con el capote, sensacional en banderillas y convenció en la muleta en el quinto, al que cortó la oreja. A ese quinto, bien hecho, que cumplió en varas, con nobleza en la franela, El Fandi lo recibió con una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Se lució con variedad capotera. Y en banderillas, contundente, se impuso por facultades e inteligencia a un toro difícil para el segundo tercio. El granadino realizó una faena que caló en los tendidos desde un comienzo explosivo en el que, tras citar desde muy largo, toreó de rodillas con la diestra en una serie interminable, con el toro imantado tras la tela encarnada. Puso al público de pie. Luego, con temple, continuó a un buen nivel por ambos pitones, brillando especialmente en una serie con la izquierda. Tras unos circulares invertidos, mató de estocada y cobró merecidamente una oreja.

El Fandi recibió al segundo de la tarde con una larga de rodillas junto a las rayas. Desplegó nuevamente y con lucimiento su variedad con la capa. Y cuajó un tercio de banderillas extraordinario, que puso al público en pie. El primer par, a la moviola, con facultades fabulosas para prender arriba. En el segundo jugueteó con el animal. Y con el tercero, al violín, levantó al personal de sus asientos. Cuando muleteaba sufrió un palazo en la cara. El trasteo fue breve, para lo acostumbrado en él, peleándose con un animal muy exigente. Mató de estocada para ser ovacionado.

Antonio Ferrera, por lesión durante la lidia de su segundo toro, únicamente contó con un cartucho, el que abrió plaza, un castaño serio en presentación y encastado en su comportamiento, que manseó en los primeros tercios. Estuvo a punto de cornear a Montoliú, al que persiguió tras un par de banderillas. Afortunadamente todo quedó en un susto. El astado fue muy exigente en la muleta. El diestro pacense, con seguridad, se entregó en un trasteo meritorio en el que desplegó sus grandes dotes lidiadoras. Fue una faena más para aficionados que para el gran público que acabó en cercanías.

El cuarto, otro toro serio, tras derribar en el primer encuentro en varas, se partió en el segundo el pitón derecho en el peto y a partir de ahí perdió el sentido de la distancia. Se frenaba inesperadamente. Ferrera tuvo que despacharlo tras unos muletazos de tanteo. No cabía posibilidad de lucimiento.

López Simón contó con un gran lote. Ante el castaño tercero, de generosas perchas, y encastado, ganó terreno a la verónica. Ferrera se lució en un galleo sacando al toro del caballo. López Simón realizó una faena desigual, en la que faltó ajuste en algunos pasajes, basada fundamentalmente en la diestra, destacando en una serie con fibra, en la que intercaló un fallero -muletazo por la espalda-. Cerró con unos doblones. Mató de estocada trasera y tras petición de oreja dio una vuelta al ruedo.

El sexto dio buen juego y López Simón realizó en este caso una labor que fue a menos, en la que se echó en falta mando y temple y en la que lo mejor lo alcanzó en un par de tandas con la derecha. Cerró con unas bernadinas, en las que estuvo a punto de ser cogido. Mató de estocada y descabello y fue ovacionado, al igual que el toro en el arrastre.

El Fandi, como el año anterior, volvió a cumplir con entrega y consiguió un trofeo en un festejo en el que los toros de Fuente Ymbro, en su conjunto, ofrecieron oportunidades para el éxito en una tarde calurosa en lo térmico y tibia en lo artístico.

11_mayo_19_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)