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Real Maestranza de Sevilla

Viernes, 12 de octubre de 2018

Festival taurino. A beneficio de la Asistencia Social de la Hermandad de la Macarena

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Un novillo de Núñez del Cuvillo, un toro de Jandilla, un novillo de Daniel Ruiz, un novillo de Miura, un toro de Garcigrande, un toro de Luis Algarra y un novillo de Juan Pedro Domecq. El novillo de Miura fue devuelto a corrales por debilidad manifiesta. 4º-bis, de Torrestrella. Todos, de diferente presentación y desigual juego.

Diestros:

Pepe Luis Vázquez Silva. Tres pinchazos, media estocada caída. Saludos desde el tercio.

Paquirri. Dos estocadas bajas, descabello. Saludos desde el tercio.

Dávila Miura. Estocada en su sitio. Dos orejas.

Morante de la Puebla. Media estocada tendida y caída, tres descabellos. Saludos desde el tercio.

José María Manzanares. Estocada caída, descabello. Oreja

Andrés Roca Rey. Pinchazo, estocada. Oreja

Manuel Vázquez Rodríguez. Estocada desprendida, descabello. Saludos desde el tercio.

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: tarde agradable, calurosa al principio.

Entrada: hasta la bandera.

Imágenes: https://plazadetorosdelamaestranza.com/davila-miura-corta-dos-orejas-y-manzanares-y-roca-rey-una-en-el-festival-de-sevilla/

Video: https://vimeo.com/294853513

Crónicas de la prensa:

El País

Por Antonio Lorca. El fuerte tirón taurino de la Semana Santa de Sevilla

El cartel de ‘no hay billetes’ se colgó antes de las doce de la mañana. Taquillazo gordo, y éxito sin precedentes de la Hermandad de la Macarena de Sevilla, organizadora del festejo. A las cinco y media de la tarde, con un calor abrasador, la plaza sevillana lucía bellamente engalanada y abarrotada de público como un Domingo de Resurrección.

Se demuestra, pues, el fuerte tirón taurino de la Semana Santa de esta ciudad; o los hermanos y simpatizantes macarenos son legión, que lo son; o son muy solidarios, que también, o es que hay mucho taurino escondido a la espera de que alguien le 'venda' un producto interesante para pasar por la taquilla.

En fin, que la famosa hermandad de la muy conocida y venerada Virgen Macarena podría ofrecer un master para contar a los empresarios qué se debe hacer para llenar una plaza de toros. Y eso sin que el festejo tuviera carácter de acontecimiento por su contenido porque no se trataba más que de un festival benéfico y, como tal, con reses muy escogidas, toreros amables y nula exigencia de los tendidos.

No obstante, el festejo vivió algunos momentos emotivos, una anécdota y una decepción morantista y muy escasos detalles taurinos. Lo normal para un festival.

La plaza se puso en pie y acompañó con una cerrada ovación a la banda del Maestro Tejera durante toda la interpretación del himno nacional desde el mismo ruedo, donde el conjunto musical celebró su 80 aniversario desde que iniciara su relación con la plaza sevillana.

He ahí el primer momento emotivo, que siguió con un lento paseíllo, y el minuto de respetuoso silencio que se guardó en memoria de las víctimas de las inundaciones de Mallorca.

Dávila Miura, en representación de la entidad organizadora, brindó la muerte de su novillo a sus compañeros de cartel en agradecimiento por su participación en esta acción para las necesidades asistenciales de la hermandad.

Y poco más. No fue emocionante, pero sí llamativo constatar el corte de pelo de Morante de la Puebla, lo que le ha permitido recuperar una imagen rejuvenecida.

Y una decepción: el novillo de Miura que iba a lidiar el torero de La Puebla resultó ser un tullido moribundo que hubo de ser devuelto a los corrales. El gozo en un pozo. La única novedad del festejo se diluyo en cuanto el animal evidentes su nula fortaleza.

¿Y el apartado taurino? El festejo dio muy poco de sí. Quizá, a causa de los muy escogidos novillos, que parecían hechos a mano, a medida, para no molestar. Corderitos todos ellos, amabilísimos, muy blandos de remos, que anduvieron por el albero como almas en pena y, como tales, no aportaron nada al éxito del espectáculo. La excepción la protagonizó el ejemplar de Garcigrande, bravo en el caballo, codicioso en banderillas y repetidor en la muleta, con del que Manzanares no terminó de acoplarse.

A Pepe Luis Vázquez se le vio muy precavido. Muy suelto Rivera con el capote, entusiasta con los arpones y bullanguero con la muleta. Insulso Dávila, muy despegado siempre, ante un novillo repetidor. Dispuesto en todo momento Morante ante un ‘torrestrella’ apagado. Se estiró a la verónica en este y en el novillo de Dávila, pero el público quiso ver mucho más de lo que realmente vio. Valentón y responsabilizado Roca Rey ante un animal tullido, y de nada le sirvió el examen al novillero Manolo Vázquez, porque su ‘juguete’ no le permitió demostrar sus teóricas cualidades.

Noche cerrada en Sevilla era cuando finalizó el festejo tres horas de duración. Lo mejor, sin ninguna duda, el taquillazo.

ABC

Por Lorena Muñoz. La Macarena llena de Esperanza la Plaza de Toros de Sevilla

La Maestranza se llenó de Esperanza. El festival del 12 de octubre organizado por la Hermandad de la Macarena fue un éxito absoluto. Con el cartel de no hay billetes desde antes del mediodía, el ambiente era el mismo que en la mañana del Viernes Santo cuando el palio de la Macarena vuelve a su barrio.

Los sones de la Banda de la Centuria sonaron en el Arenal. La Banda de Tejera, que cumple 80 años tocando en el templo del toreo, estrenó «Cuadrilla de la Esperanza» y «Macarena», de Cebrián en el ruedo. El coso del Baratillo estaba engalanado para vivir una gran tarde de toros en la que Dávila Miura triunfó con dos orejas. Manzanares y Roca Rey, una.

En los tendidos no cabía un alma más. El primer toque de clarín, largo y sostenido, arrancó la primera ovación. Abrió cartel Pepe Luis Vázquez que regresaba a la plaza en la que tomó la alternativa hace casi cuatro décadas con uno de Núñez del Cuvillo que dio sendas volteretas a los banderilleros.

El de San Bernardo lo intentó en redondo y después con la zurda. Hubo dos naturales de ensueño y un kikiriki marca de la casa, lo mejor de su labor. Se atascó con la espada y saludó la ovación.

Rivera Ordoñez, que se retiró la temporada pasada, regresó de corto por un día. Devoto de la Esperanza que vive en Triana, no quiso faltar a la cita y recordó al Paquirri de los mejores tiempos. Con doblones de Ordoñez y templado a la verónica fue el recibo. A pies juntos y con una media de remate, el quite.

Puso a los tendidos en pie en banderillas, con el último par por los adentros. Brindó el de Jandilla a su hija para comenzar de hinojos en el tercio y sacarlo a los medios después donde hizo una labor muy dispuesta que no tuvo mayor premio por los aceros.

Dávila Miura, promotor del festival desde la Hermandad, inició con una larga cambiada de rodillas en el tercio y continuó en los medios con un variado recibo a la verónica y por tafalleras rematado con la media.

Reunió a sus compañeros para brindarles a «Visitante», un extraordinario ejemplar de Daniel Ruiz que embistió con mucha calidad y repitió a la muleta mientras sonaba el pasodoble de aromas macarenos «Dávila Miura». Se tiró en la suerte suprema y cortó el doble trofeo.

Morante de la Puebla hizo la apuesta y se enfrentó por primera vez a un Miura estrenando corte de pelo. Primero entusiasmó en su turno de quite a la verónica y recibió al de Zahariche por el mismo palo pero fue devuelto por inválido.

Al sobrero de Torrestrella lo sacó a los medios después de prologar por alto. Al natural y con «Suspiros de España» lo intentó el cigarrero, que fue ovacionado, pero «Pastelito» no hizo honor a su nombre.

Manzanares lidió uno de Garcigrande al que picó con maestría Pedro Morales «Chocolate» que fue ovacionado al dejar el ruedo. El alicantino realizó una faena dispuesta con su sintonía: «Cielo andaluz». La estocada recibiendo necesitó del descabello y cortó una oreja.

A pies juntos saludó Roca Rey al de Luis Algarra que blandeó de manos y fue protestado al derrumbarse en el caballo. Lo brindó el peruano para comenzar por estatuarios una faena en la que tuvo que hacerlo todo el diestro, en redondo y al natural, citando de frente y en un palmo de terreno. Se metió entre los pitones y enloqueció al público que le pidió el trofeo.

El novillero Manolo Vázquez, que debutaba en Sevilla 35 años después de la despedida de su abuelo el 12 de octubre de 1983, brindó al cielo y puso el sombrero bocarriba en honor del brujo de San Bernardo.

Dejó detalles de buen gusto con el capote cuando lo dejó en suerte en el peto y se entregó en la muleta con el de Juan Pedro que no lo ayudó en ningún momento. Asomaron los pañuelos para pedir la oreja pero saludó la ovación.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Llenazo, solidaridad y toreo

En una hermandad como La Macarena, que ha tenido como hermanos mayores a miembros de Miura y Pablo Romero -ganaderías duras-, por lo que algunos bromean que por esto no se apuntan los toreros, uno de ellos, Eduardo Dávila Miura, su consiliario primero, ha llevado a cabo la gestación de un festival que ha sido un éxito total gracias también a sus compañeros y especialmente a José Antonio 'Morante de la Puebla', decisivo para que el proyecto llegara a buen puerto.

En tarde calurosa, el pasacalles de la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Romana Macarena, el repertorio musical inédito, con el estreno del pasodoble 'Cuadrilla de la Esperanza', los adornos en la plaza con sello macareno y el himno nacional antes del paseíllo convirtieron al propio festejo taurino en un evento con brillo especial, con una atmósfera que evocó, en parte, tiempos lejanos, como aquellos gloriosos de Joselito el Gallo, 'El rey de los toreros', que tanto hizo por su hermandad de La Macarena.

En este 12 de octubre de 2018, con lleno de 'No hay billetes, teniendo en cuenta que la valoración crítica está en función de un festival y no de una corrida de toros, el toreo de mayores kilates lo aportó Morante de la Puebla, en el quite que le correspondió en el tercero, con dos verónicas y una media sublimes, que fueron coreadas con oles. En lo estadístico, Dávila Miura cortó dos orejas; Manzanares y Roca Rey, una cada uno y Pepe Luis, Paquirri, Morante y Manolo Vázquez fueron ovacionados.

Pepe Luis abrió plaza con un novillo de Cuvillo, sin clase, dibujando algunos naturales aislados marca de la casa.

Paquirri, con un astado noble de Jandilla, toreó bien a la verónica, prendió banderillas de manera desigual y tras un emotivo brindis a su hija, realizó una faena enmarcada en el temple que emborronó con la espada.

Dávila Miura, ante un buen novillo de Daniel Ruiz, se la jugó en una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Brindó la faena a sus compañeros, por su participación en el festival. Comenzó por bajo y sonó su pasodoble, destacando especialmente en unos derechazos a pies juntos y en algunos naturales en una faena de corte campero. Una estocada hasta la mano le puso en bandeja las dos orejas.

Morante vio como un precioso sardo, de Miura, se derrumbaba y era sustituido por un 'torrestrella', manejable, justo de fuerzas y que se rajó. Brindó a Dávila una labor con una apertura variada en la que lo mejor fue una serie con la diestra.

Manzanares, con un 'garcigrande', repetidor, pero sin franqueza, al que picó muy bien Chocolate, se lució en dos series por el pitón derecho, con la emotividad de la ligazón. Mató de estocada recibiendo y un descabello y fue premiado con una oreja.

Roca Rey se mostró pundonoroso ante un novillo de Algarra que resultó muy parado por flojísimo -se desplomó en varas-. Unos delantales a pies juntos, unos estatuarios y un arrimón fueron claves para conseguir su trofeo.

Manolo Vázquez, que se presentaba en esta plaza, brindó al cielo, a su abuelo, el maestro del mismo nombre. Con un novillo de Juan Pedro Domecq, tardo y sin chispa, hubo algunos muletazos sueltos marca de la casa.

Lo más importante es que por encima de la tarde de toros vivida, una vez más -y van miles- un puñado de toreros se jugaron sus vidas por los más necesitados en este festival a beneficio de las obras asistenciales de La Macarena que se celebró con un lleno de 'No hay billetes' y estuvo bruñido por la solidaridad y el arte del toreo.

ElCorreoweb

Por Alvaro R del Moral. Esperanza de San Gil: la que todo lo puede…

La hermandad de la Macarena ha vuelto a colocarse a la vanguardia. Ya lo hizo en la Edad de Plata convirtiéndose en musa de literatos, músicos, bordadores, toreros… Pero la imprescindible cofradía sevillana lo ha vuelto a hacer en estos tiempos que se viven tan a contrapelo abanderando este festival que ha marcado tantos caminos a seguir. La corporación de San Gil ha montado este gran acontecimiento –que ya figura en los anales de la ciudad- mirando a su mejor pasado, buceando en su rica historia para hacer un guiño al tiempo que se fue y un saludo al que está por venir. Ya lo dijo su hermano mayor: a la hermandad no le ha temblado el pulso a la hora de contar con el mundo del toro, el más solidario que existe, para poner en pie un festejo destinado a recabar fondos para sus obras sociales y asistenciales.

El éxito, favorecido por ese excelente catalizador llamado Eduardo Dávila Miura, estaba asegurado de antemano. El cartel de ‘no hay billetes’ ya era una garantía del trabajo bien hecho que, además, se alió a una meteorología casi veraniega. El pasacalles de la Centuria, el despeje de la banda de Tejera –deliciosa la Marcha Real en el mismísimo ruedo de la plaza el día de la Fiesta Nacional de España- o el exorno del coso maestrante terminaban de crear una atmósfera inmejorable.

Pero faltaba que saliera el toro, que no siempre se alió a los buenos propósitos de los matadores aunque, ojo, se vio torear mucho y bien. Rompía plaza Pepe Luis Vázquez, amparando un nuevo paso profesional de su sobrino Manuel. El veteranísimo diestro de San Bernardo sorteó un ejemplar de Núñez del Cuvillo con el que, ésa es la verdad, no terminó de encontrarse a gusto. El bicho había pegado una paliza a sus banderilleros y Pepe Luis, que enseñó su calidad en algún fogonazo aislado, tampoco se complicó la vida. Mucho más cantada y celebrada fue la labor de Francisco Rivera, entregado y animoso con un potable ejemplar de Jandilla al que templó con el capote, banderilleó con exposición y cuajó con la pañosa antes de emborronarlo todo con el acero.

El tercero de la tarde, marcado con el hierro de Daniel Ruiz, permitió que Dávila Miura –que se marcó una larga en el tercio- sacara la mejor de sí mismo en una faena variada, maciza y siempre sincera que apuró la calidad de su enemigo, al que Morante ya le había enjaretado dos y media de las suyas. Eduardo, que posiblemente estaba matando el último toro de su vida en Sevilla, llegó a relajarse y sentirse. Era el mejor premio para su entrega desinteresada a la Esperanza y sus obras. Las dos orejas y la vuelta al ruedo le debieron saber a gloria. En su cuerpo se lo lleva. Enhorabuena, matador.

Morante, ay, no pudo enfrentarse al ‘miura’ que había escogido en Zahariche. Sus escasas fuerzas forzaron su devolución y sustitución por un ejemplar de Torrestrella que no fue ni fu mi fa. Morante, que se ha cortado la melena y se vistió de torero regionalista, se esforzó a tope, dejando pasajes de auténtica calidad que se vivieron como sorbitos de champán. Fue una faena de orfebre, saludada por ese himno crepuscular que se llama ‘Suspiros de España’ y que duró lo que dejó el funo. Otra vez será.

Era el turno de Manzanares, que sorteó un ejemplar de Garcigrande que fue –a la postre- el más completo del variado combo ganadero. Chocolate le colocó un puyazo de libro y el alicantino cuajó series y muletazos de excepcional hondura en una faena que se partió por dos inoportunos desarmes. No importó. Josemari arregló cualquier bajón argumental recetando un estoconazo en la suerte de recibir recibir que puso en sus manos una oreja.

Aún quedaba Roca Rey, que se pegó el arrimón más impresionante –con o sin puntas- que se ha visto en una plaza de toros. El joven paladín peruano se metió al personal en el bolsillo gracias a esa entrega que reviste de calidad. No tuvo enemigo, un toro de Algarra que se había agotado al quinto muletazo, pero ahí queda su vocación de mando. El séptimo, de Juan Pedro Domecq, tampoco fue el material más propicio para saludar la presentación sevillana del último Manolo Vázquez, que brindó al novillo a la memoria de su abuelo. Quedaron las ganas, los detalles, lo que se hereda y no se aprende… Tendremos tiempo de verlo más y mejor.

12_octubre_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)