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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Miércoles, 1 de mayo de 2019

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella desiguales de presentación. Bravos 1º y 5º.

Diestros:

José Garrido: de verde y oro. Saludos y silencio

Joaquín Galdós: de tabaco y oro. Saludos y vuelta al ruedo.

Alfonso Cadaval: de grana y oro. Silencio y palmas de despedida.

Santi Acevedo banderillero y gran profesional se corta la coleta al terminar el festejo.

Presidente: José Luque Teruel.

Banderillero que saludó: Juan Carlos García.

Tiempo: soleado y caluroso.

Entrada: media entrada.

Video: https://twitter.com/i/status/1123674060142141446 . Galería de fotos: https://t.co/WS5ShLEgTw

Crónicas de la prensa:

Portal Taurino

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Los Torrestrella se fueron con las orejas puestas

Hoy se cumplía un siglo, cien años, vamos, de una feria gloriosa en lo taurino. Daban esa tarde dos corridas de toros, una en la Monumental y otra en la Maestranza. Allá en Nervión, Gallito en su plaza cortó el rabo a uno de Darnaude. Y acá junto al río, Belmonte hacía lo propio con uno de Concha y Sierra. Bueno, pues esta tarde no fue tan gloriosa. Salieron los de Torrestrella, casi todos burracos marca de la casa, y tres, primero, quinto y sexto, sirvieron y mucho, pero al final los seis se fueron al desolladero con las orejas puestas, o sea en su sitio. José Garrido que anda buscando subirse al carro de los de delante, destacó con el capote, y debió cortar oreja del primer burraco, un bellísimo animal, nada del cuarto, mansón. El peruano Galdós sí demostró que en él hay torero con ganas y fondo: su segundo, suelto, no sirvió, pero el quinto era un toro extraordinario de fijeza y obediencia absoluta al cite, y se le escapó la oreja con la espada, siendo obligado a dar la vuelta. A Cadaval se le vieron la lógica inexperiencia y la innecesarias prisas, que son malas consejeras, y quedó por debajo de lo que sus enemigos le podían dar, en especial el cierraplaza. En fin, era un cartel de jóvenes y pasan estas cosas. Por cierto, se cortó la coleta (debía de llevarlo pensado hacerlo en su Sevilla) el buen torero que es Santi Acevedo. Suerte.

Lo mejor, lo peor

Lo mejor

Dos bravos toros de Torrestrella. El primero “Cumpleaños” un sardo salpicado de 516 kilos que pedía el carnet de matador. Destacó por encima un extraordinario quinto de nombre Lucero, negro burraco de 529 kilos, toro pronto que se arrancaba de lejos con un tranco decidido y codicioso. El aficionado pudo ver dos Torrestrellas de nota y a un Joaquín Galdós justificado tras su paso por Sevilla como matador de toros.

Lo peor

José Garrido perjudicado en su comparecencia por Sevilla. El torero no terminó de entrar en la tarde, si demostró soltura en el recibo capotero, pero el primer toro estuvo por encima del extremeño. Le toca seguir luchando para consolidarse y estar con los de arriba del escalafón.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Galdós, grata impresión en su debut como matador en Sevilla

La tercera de abono, en la que actuaron José Garrido, Joaquín Galdós y Alfonso Cadaval con toros de Torrestrella, estuvo marcada por apuntes de buen toreo de Garrido, especialmente a la verónica en su primer toro y de Galdós, que debutaba como matador en la plaza de Sevilla y que manejó muy bien la franela tanto en su primer oponente como en el quinto, en el que estuvo a punto de ser premiado con una oreja, pero el fallo con la espada dejó el resultado en una vuelta al ruedo.

Joaquín Galdós acarició el triunfo especialmente en el quinto, 'Lucero', negro burraco, de 529 kilos, un cinqueño, bien presentado y que como mayor virtud tuvo la movilidad y nobleza. El diestro aprovechó esas cualidades para, en los terrenos de las afueras, citar de largo y dibujar muletazos con temple. De inmediato sonó la música y el público coreó varios pasajes con oles, como en una serie diestra con muletazos largos y unos doblones finales. Con la izquierda plasmó un natural, puro almíbar por su suavidad. Se respiraba premio, pero el diestro marró con la espada en el primer envite, pinchó en el segundo y mató de estocada en el tercero. Dio una vuelta al ruedo.

Con el segundo, manso, con buena colocación, supo tirar bien del ejemplar de Torrestrella en una faena que en su conjunto resultó meritoria.

José Garrido, en el que abrió plaza, deleitó con su toreo de capa poderoso y con gusto. Dibujó un ramillete de verónicas hondas y con clase, rematadas con una espléndida media. Al igual que la que cerró un soberbio quite por delantales. Con la muleta realizó una faena interesante que comenzó en los medios, citando de lejos y brillando en una tanda con la izquierda. Intercaló, bellos pases y adornos, como un bonito cambio de mano o una trincherilla. Precisó de dos pinchazos antes de la estocada y el balance quedó en una ovación.

El voluminoso cuarto no se empleó en ningún tercio. Garrido, en esta ocasión sin opción al lucimiento en el capote, se entregó ante un toro sin apenas recorrido y que llegó a colarse en un par de ocasiones.

Alfonso Cadaval, que ganó terreno a la verónica, brindó una labor voluntariosa al ganadero de Torrestrella, Álvaro Domecq. Este tercero de la tarde correteó mucho de salida y tras un serio puyazo desarrolló poco recorrido en la muleta. En los primeros compases de la labor, el diestro sevillano salió trompicado en el cierre de una tanda, cayendo delante del toro sin, afortunadamente, consecuencias. El torero porfió sin conseguir frutos ante el incierto animal, que le esperó en la suerte suprema. Tras una estocada corta dio un mitin con el verduguillo.

Cadaval, ante el noble sexto, que perdió gas pronto, realizó un trasteo que no llegó a calar en los tendidos.

La tarde, entretenida, no llegó a romper a lo grande. El público salió hablando de ese capote magnífico de Garrido y se lamentaba de que Galdós, que rozó el triunfo, se estrellara con la espada ante un resplandeciente 'Lucero', perdiendo premio en su debut como matador en La Maestranza. Todo ello se cerró con el corte de coleta -inesperado para muchos- del banderillero sevillano Santi Acevedo, un buen profesional.

ABC

Por Lorena Muñoz. ¡Apúntame otra vez a Torrestrella!

La esperada corrida de Torrestrella, de la que llevamos cantando sus bondades en las últimas temporadas, volvió a cumplir las expectativas. Hace dos años titulamos esta contracrónica con un contundente «¡Niño, apúntame a Torrestrella! que cayó en gracia a algunos aficionados.

En este primero de mayo parafraseamos lo que escribimos entonces ya que en la interesante corrida de Álvaro Domecq, hubo, por lo menos dos grandes toros y otro mansito encastado que se dejó. Una pena que no se materializara en trofeos para los toreros.

Quedó claro de salida ya que el primero, «Cumpleaños», era para hacer una fiesta. Y traía regalo en forma de triunfo. Un toro bien hecho de verdad, un toro de Sevilla, el que siempre gustó en esta plaza. La muestra de que no hacen falta kilos ni sacar a los toros de tipo para cumplir con eso del trapío.

Garrido, que ya se apuntó a la de Torrestrella hace dos años, sabía cómo son los torrestrella que cría Alvaro Domecq en Los Alburejos. Aquella tarde en la que el extremeño abría cartel con dos compañeros debutantes -Ginés Marin y Alvaro Lorenzo- «Ruidoso» rompió el silencio de la Maestranza. Y como ayer su hermano, fue ovacionado en el arrastre con la diferencia de que no hubo oreja como hace dos años. Y eso que Garrido empezó su faena recordando a Pepe Luis, con su cartucho de pescao.

A priori, parecía que se había llevado el lote Garrido ya que «Estudioso» era el favorito del ganadero. Tenía mucha más presencia en la báscula y fue el único toro negro del encierro. Confiaba su criador en que iba a servir pero se ve que no hizo bien los deberes, ya que apretó y buscó al torero. La reata era buena pero no las hechuras, así que no embistió.

Venía Joaquin Galdós por primera vez a esta cita. Y desmonterado hizo el paseíllo como segundo en el cartel. Sería por eso que era su primera vez que le tocó un mansito de buenas hechuras que invitaba a torear. Y el peruano, de nazareno Valle y oro, lo hizo con el capote y con la muleta todo lo que le dejó «Barbalimpia».

Como no fue con él buscó la luz con «Lucero» que sí que buscaba el engaño con una embestida larga y vibrante que llegó con fuerza a los tendidos. Lo dejó al natural, con la diestra y en unos doblones finales que el torero recordará para la próxima vez que le digan si se quiere apuntar a la de Torrestrella. Seguro que dirá que sí aunque también pensará que si hay ocasión no debe fallar con la espada.

También era la primera vez que se apuntaba Alfonso Cadaval a la de Torrestrella ya que la de ayer era su segunda corrida como matador de toros. La primera fue la de su alternativa hace siete meses en esta misma plaza. A rezarle a la Virgen de Guadalupe de la Hermandad de Las Aguas se fue el sevillano antes de hacer su segundo paseíllo como torero en este otro templo que es la Maestranza. Un capote le echó la Virgen cuando «Pocajambre» lo pisó y a punto estuvo de sufrir un percance. Cadaval, que brindó a Curro Romero como hizo Pablo Aguado el año pasado en esta misma corrida, no tuvo la misma suerte. Le quedaba «Delator» pero no logró descifrar lo que decía.

Un apunte antes de terminar. En este primero de mayo se cumplía el 27 aniversario de la muerte de Manolo Montoliú en el coso del Baratillo. Aunque no hubo minuto de silencio, en Sevilla se sigue honrando su memoria. Lo hicieron Antonio Chacón y Juan Carlos García con las banderillas. Un día en el que Santi Acevedo decidió cortóarse la coleta. ¡Gloria, siempre, a los toreros!

ABC

Por Andrés Amorós. La casta brava de Torrestrella en la Feria de Abril

Comienza ya la serie continuada de corridas, en esta Feria de Abril que sucede en mayo. En 1924, recién llegado a Sevilla, escribe don Gregorio Corrochano: “¿Qué tiene la Feria de extraordinario? Nada. La Feria es un pretexto para venir. Lo extraordinario es Sevilla”. Y lo explica: “Hay dos cosas en el mundo que no se cansa el hombre de mirar: la cara de la mujer querida y Sevilla. Año tras año venimos y siempre la acogemos con el mismo deseo, jamás nos fatiga”.

Los toros de Torrestrella han triunfado últimamente en Sevilla y Bilbao, por encastados. No los eligen las primeras figuras. ¿Por qué? Por eso mismo: por encastados. La casta, que es la base de la Fiesta, exige poderle al toro, puede resultar incómoda, para el torero que prefiere la comodidad. Así estamos. Esta tarde, todos son serios y encastados; el primero, además, de una bravura extraordinaria; el quinto, también muy bueno. Los espadas no están a su nivel.

El extremeño José Garrido, lidiador completo, no logra consolidarse como figura: torea bien con el capote; es valiente; quizá le falta saber acomodarse a las condiciones de cada toro. Tiene la suerte - o la desgracia- de que le toca un toro espectacular, el primero: un sardo salpicado, bravo, que embiste con alegría, va largo, humilla… Tiene tanta casta que agobia. Garrido se luce en las verónicas de recibo. Saluda Chacón, con los palos. El comienzo de faena, con el “cartucho de pescao”, emociona y hace sonar la música, cuando el toro galopa. Luego, se suceden los muletazos aceptables pero por debajo de lo que toro está pidiendo. No mata bien.El cuarto, el de más peso, de seria presencia, es pegajoso, tobillero. Garrido se dobla, en un trasteo con más oficio que brillo. Sufre un derrote feo y una colada, el toro va a peor.(A mi lado, un guasón sentencia: “¡Curro se va a tirar!”). Le saca algunos derechazos y lo mata a la segunda. La oportunidad se le fue en el primero.

El peruano Joaquín Galdós intenta competir, en su patria, con el fenómeno Roca Rey. En su estilo, prevalece la estética sobre el dominio y eso es causa de irregularidad. Ésta es su presentación como matador de toros en Sevilla (ya actuó con éxito, de novillero). El segundo, un bonito burraco, sale muy suelto, se escupe del caballo pero cuando le llaman, sí que va. Galdós tarda en verlo y en bajarle la mano; logra algún muletazo bueno, cerca del final, en una faena desigual. Mata con facilidad y saluda. El quinto, otro burraco, típico de Torrestrella, embiste con fuerza al caballo y da un juego excelente, en la muleta: es pronto, alegre, humilla, va largo, transmite emoción… De nuevo, la faena es desigual: alternan muletazos artísticos con otros, menos logrados. Concluye con vistosos ayudados por bajo (mis vecinos recuerdan a Enrique Ponce). La gente está con él, hubiera cortado la oreja pero esta vez falla con la espada. Da la vuelta al ruedo el diestro, después de una gran ovación al bravo toro.

La sobriedad clásica del sevillano Alfonso Cadaval causó buena impresión aquí, el año pasado, en su alternativa. Ésta es su segunda corrida como matador. El tercero va de largo al caballo pero luego se apaga. El joven diestro se muestra firme, intenta hacer el toreo serio pero sufre un pisotón, el toro se para y la faena se diluye. No mata bien y acusa su inexperiencia con el decabello, escuchando un aviso. El último es otro toro bravo que empuja en el caballo pero llega a la muleta con las fuerzas justas. (Ha saludado, en banderillas, Juan Carlos García). Lo cita de lejos y el toro acude galopando, con alegría, pero flaquea. Aunque pone todo de su parte y el público le apoya, la faena no acaba de cuajar. Prolonga el trasteo y tampoco mata rápido. La ovación de despedida se extiende al buen banderillero Santi Acevedo, que se corta la coleta: ¡mis mejores deseos, en su nueva vida!

Quedan en el recuerdo dos bravos toros de Torrestrella, insuficientemente aprovechados. El primero, “Cumpleaños”, con una bravura que exigía mucho al matador, merecía la vuelta al ruedo; si se hubiera lidiado, en otro orden, supongo que la hubieran pedido. El quinto, “Lucero”, también bravo pero más colaborador. Dos grandes toros es mucho más de lo que vemos muchas tardes: ¡Enhorabuena, Álvaro Domecq! ¿Hará esto reflexionar a algunos toreros? ¡Seguro que no! Me gustaría equivocarme. El jueves llegan las figuras, con sus toros preferidos: en vez de Torrestrella, Garcigrande. Será otro tipo de espectáculo.

POSTDATA. En un accidente doméstico ha fallecido Mariano Roldán, buen poeta cordobés, traductor de Catulo y Lucano, autor de la más completa antología, “Poesía universal del toro” (no sólo española). Incluye poemas, traducidos de muchos idiomas, sobre “el toro bravo, como tótem mayor de toda la cultura europea”. También él escribió poemas taurinos. Por ejemplo, sobre Antonio Bienvenida, que, al final, recuerda “esos cuatro segundos que mi mano, / deslizando la muleta hasta el final glorioso del natural… / el mejor regalo de la vida, / rendida y renovada en el albero”.

La Razón

Por Andrés Muriel. Perú tiene más de un torero

Galdós defendió en la Maestranza la bandera de Perú que su compatriota Roca Rey ha colocado en el pabellón alto de la tauromaquia. La tierra de los Incas tiene más de un torero. Joaquín Galdós pudo cortar una oreja con fuerza si no llega a fallar con la espada en el quinto, un burraco cinqueño de Torrestrella que fue el mejor de la corrida por su embestida honda y verdadera, arena de otro costal que la del primero: más fiero que bravo. Cuando Galdós cogió la espada para tirarse a matar la Maestranza se recogió en esos silencios que el aficionado ya sabe y palpa que son de triunfo. Los ayudados por bajo con los que dejó al animal pidiendo la muerte fueron el epílogo de una faena inteligente y bien majada por el pitón derecho, elevada con varias tandas al natural que supieron a gloria. Galdós está en torero porque le adorna el temple, controla la escena y tiene la cabeza fría para pensar delante del toro. Y qué fácil se ve y qué difícil es que a uno le funcione el magín delante de un bicho de quinientos kilos que quiere levantarte los pies del suelo. La vuelta al ruedo del limeño supo a merecido premio de consolación. La gloria se la llevaron un par de pinchazos a los que respondió el público con el “ay” del dolor ajeno. Su primero, sin embargo, ya salió buscando el sol de los chiqueros. Loco estaba el animal por que lo sacaran de una fiesta que no era la suya. Galdós anduvo listo tapando las salidas y el gran mérito fue robarle un par de naturales largos, sedosos, juncales, que fueron un milagro o quizá un contradiós ante el derroche de mansedumbre que presentaba “Barbalimpia”.

Lo que ocurrió en el primero de la tarde fue otra historia. Garrido tuvo delante un toro cien por cien Torrestrella. Y no sólo por el punto de carbón y la embestida alegre que caracteriza al hierro de los Alburejos cuando sale bueno, sino por el trapío del animal: un zapatito negro salpicado y generoso de badana que salió ayer en Sevilla como podría salir dentro de poco en la Feria de Jerez: que toda la verdad sea dicha. Las verónicas cadenciososas, con el compás marcado en la cadera fueron el digno prólogo de una faena que apuntaba expectativas. Y el de Extremadura comenzó a la madrileña -pronto y en la mano- con un ramillete de naturales en la boca de riego para aprovechar la temperatura del “souflé”. Pero resulta que el “souflé” bajó casi a la misma velocidad con la que subió.

Ciertamente el torrestrella no acabó de entregarse humillado en la embestida, pero tampoco dejó de embestir, de ir y de volver haciendo el molinillo con la penca del rabo. A Garrido le sobró velocidad. A toro quizá le faltó una vara. El caso es que, como diría Sabina, no hubo caso de la rubia platino. Y después de cuarenta muletazos aquello no crujió. Fue un conato, una falsa alarma. José Garrido no pudo quitarse la espina en el cuarto porque ahí sí que no había caso. El toro, más basto y altón, soltó en la muleta un hachazo que fue un primer aviso del peligro sordo que encerraba en sus malas entrañas. El extremeño porfió en vano.

Alfonso Cadaval se llevó uno de los toros de la corrida -hubo tres: quinto, sexto y primero, por este orden-. El sevillano lo intentó y lució en algunos pasajes, pero la faena no trascendió a mayores. O a lo mejor es que aquí tampoco hay caso. Quién sabe. El tercero lo brindó a Curro Romero, que estaba en una barrera del tendido uno. Fue un brindis interruptus porque el animal quedó aplomado y no humilló en ningún momento.

Al final de la corrida, cuando las cuadrillas estaban enfilando la salida, sorprendió Santi Acevedo, que ayer toreó con Alfonso Cadaval, por su decisión de cortarse la coleta. Santi Acevedo fue novillero con caballos al igual que su hermano Álvaro, brillante periodista taurino. Los dos han apostado a la honra y el honor frente a la cuenta corriente. Y eso no abunda en estos tiempos de pisaverdes y vestidos de limpio que igual van por un puente que por un túnel… Debe dar gusto poderse ir con la conciencia limpia y la frente alta.

1_mayo_19_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:09 (editor externo)