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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Sábado, 21 de abril de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro (bien presentados, serios, encastados).

Diestros:

Juan José Padilla de blanco y oro. Estocada pasada (petición mayoritaria y vuelta al ruedo). En el cuarto, estocada (silencio).

El Cid de tabaco y oro. Pinchazo y estocada atravesada (silencio). En el pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).

El Fandi de nazareno y oro. Estocada rinconera (silencio). En el sexto, gran estocada (oreja).

Presidenta:

Tiempo:

Entrada: tres cuartos de entrada

Video: https://twitter.com/twitter/statuses/987787662047268865

Galería de imágenes: https://t.co/yuVPVAaWWi

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Buen encierro el presentado por Ricardo Gallardo en la Maestranza. Con cuajo y trapío, y con problemas algunos, como debe ser. Me gustaron el primero y sexto, a los que no sabemos qué habrían hecho otros, nos quedamos con lo que les hicieron Padilla y Fandi. Y es que lo de las mediáticas estaba más simpático cuando las completaba El Cordobés o Paquirri. Ahora con El Cid ahí en medio ya la cosa pierde color. En la mediática, esa corrida del Sábado de farolillos, a la que se niegan a asistir los abonados y cabales de la plaza, el público se torna aún más pueblerino y cateto. Lo siento, pero es así, aplauden hasta cuando le cogen el culo al toro. Padilla en su tourné de despedida hizo lo de siempre: torear sin estética y con velocidad y matar trasero. El presidente hizo bien en aguantar el chaparrón y no darle el trofeo, pues el toro era para una faena más seria. Si hubiera sido el presidente de aquel infausto año, tal vez lo hubiera vuelto a sacar a por la Puerta del Príncipe. El Cid en un cartel que no le iba, no se sintió a gusto, pudo estar mejor con el 2º, y empieza otra temporada mas como siempre, muy frío. Y El Fandi a lo suyo: pone las banderillas a la velocidad de Usain Bolt y después en la muleta torea lo mejor que sabe y puede. Esta vez le dieron la oreja. El año que viene habrá mediática del sábado, seguro, aunque tendrán que buscar un sustituto para Padilla.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor cuando todo parecía que iba acabar mal apareció el sexto de Fuente Ymbro encastado, transmitiendo algo más en la muleta de El Fandi, el torero voluntarioso y con ganas de despertar a los tendidos que por momentos permanecian fríos tras la mojada, dormidos, cosa normal a estas alturas de la feria y viendo lo visto esa tarde. Vistoso con el capote, bien en el tercio de banderillas y arriesgando en terrenos dificultosos sacó lo mejor de la tarde, gustó y corto la única oreja.

Lo peor Padilla lo puso todo con el único toro medio de su lote, se vió a un ciclón más templado, todo hay que decirlo, ya guste mas o menos pero cumplió con su deber, se pidió la oreja en mayoría que debió ser concebida por el presidente, mal por él que no quiso que el de Jerez se la llevara, si la primera es de la plaza este quien esté y pida quien la pida no se le puede arrebatar.

ABC

Por Andrés Amorós.

Se acerca ya el final de una Feria de Abril que ha tenido grandes picos, contrastes muy marcados. El signo, como siempre, lo marca el toro, la base de esta Fiesta. La cima la hemos tenido con el indulto del bravísimo “Orgullito”, de Garcigrande , como la tuvimos, en su momento, con aquel “Cobradiezmos” de Victorino Martín; la sima, con la flojera de las reses de Juan Pedro Domecq, síntoma evidente de un gravísimo mal que amenaza a la Fiesta: los toros sin fuerza ni casta. A la cabeza de los diestros queda El Juli, que cuajó por completo el toro indultado. No quiero olvidar a un joven sevillano, Pablo Aguado, que, sin cortar trofeos, dejó muestras de un toreo clásico, el de siempre, de gran calidad. ¿Le servirá para que se le abran puertas? Lo dudo. Es otro síntoma preocupante de la situación de la Fiesta.

Siempre me he considerado un privilegiado por poder asistir a las corridas en el coso del Baratillo. Me preocupa cierta decadencia de este público: varias tardes he visto indignarse con el Presidente por no dar una oreja, después de un sablazo muy malo, y obligar a saludar por unas banderillas muy mal colocadas. Para este nuevo público – en Sevilla, como en todas partes – lo importante es clavar los palos y matar al toro rápido, no bien: “en lo negro”, decían, humorísticamente, los viejos aficionados. También lamento que aquí, igual que en todas las Plazas, el público de aluvión se entusiasme con lo menos valioso: chicuelinas, manoletinas, pases del desprecio, mirar al tendido, agarrarse a los cuartos traseros… ¿Dónde ha quedado la sutil exigencia del púbico sevillano?

Después de los toros claudicantes del viernes, los de Fuente Ymbro nos devuelven la alegría: serios, con pitones, encastados y, en general, bravos: Destacan primero, segundo y sexto. El presidente le niega el trofeo a Padilla; sí se lo concede a El Fandi.

En su última temporada, Padilla está recibiendo el respeto y cariño de los públicos. El primero es noble, codicioso, galopa con alegría, algo justo de fuerzas. Lo recibe a porta gayola y con otra larga; banderillea fácil y seguro. Su faena es la de un gran profesional, muy seguro, que sabe muy bien lo que hace. Nos muestra su vertiente más clásica, corriendo la mano con mando y suavidad. La estocada queda trasera y el Presidente niega el trofeo, pedido por la mayoría: clamorosa vuelta al ruedo. El cuarto es el más complicado, sale desentendiéndose de las suertes, toma los engaños a regañadientes. Es perfectamente lógico que no banderillee a este toro: el público debía saberlo. Con mucho oficio, todavía le saca muletazos y, a pesar de los buídos pitones, mata bien, Ha resuelto perfectamente la papeleta y no recibe ni una palma: ¡qué falta de criterio!

Al Cid le toca un buen lote: el segundo es un toro bravo, que tardea pero repite con codicia. (Escucho demasiados zapatillazos de los banderilleros). El diestro se luce en detalles de buen estilo pero, por la izquierda, asoman las dudas. La espada resbala en el arpón de la banderilla. Al quinto lo colocan al relance tres veces. Después del brindis a Padilla, el toro resulta apagado pero muy manejable: mejor de lo que parecía, por la mala lidia. Manuel traza algunos muletazos con gusto, parece que va a haber faena pero la res protesta y todo se diluye. Nos acordamos de aquel Cid…

El tercero es un toro espectacular, levanta las tablas, galopa con emoción en las banderillas del Fandi: es un “Indómito” de verdad, un toro fiero, algo insólito, en estos tiempos. Un toro para pelearse con él, poderle, mandarle y armar un lío, pero El Fandi no está por esa labor y la gente, desacostumbrada ya a este tipo de toros, se asusta: creyendo que se trata de un barrabás, le pide que lo mate, lo que hace de estocada baja. Toda la tarde ha estado chispeando pero ya jarrea a la altura del último, “Observador”, un gran toro bravo. Quita Padilla por chicuelinas; replica El Fandi por zapopinas. Nadie se mueve, a pesar del diluvio, cuando David banderillea espectacularmente y para al toro, con la mano. De rodillas, en el centro del ruedo, enlaza circulares , que entusiasman. El toro, muy alegre, le permite torear bien, con mucha entrega y con gusto, desplegar todo su repertorio. Estocada: justa oreja.

Aunque se haya empapado, la gente sale feliz: cuando saltan al ruedo toros bravos, como éstos de Fuente Ymbro, todo tiene un sentido; si no… Callemos. Ya sólo falta que gane el Sevilla.

POSTDATA. Algunos amigos sevillanos se han ido a Madrid; otros, salen rápido de la Plaza, para ver por televisión la final de la Copa del Rey. Hay muchas cosas malas en nuestra Fiesta pero no todas. A nadie se le ocurriría, aquí, pitar a nuestro Himno Nacional o a nuestro Rey, algo que a todo español le ofende. (Por cierto, me hubiera gustado ver a don Felipe en la Plaza de los Toros sevillana, el Domingo de Resurrección, honrando algo esta seña de identidad de nuestra cultura. Espero que lo remedie). En esta Plaza, ondean alegremente muchas banderas españolas. Todavía…

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. A Padilla le roban el mes de abril y El Fandi lo recupera

Por la calle Iris, un clamor de gentes esperaba a Juan José Padilla, al héroe popular, al Ciclón de Jerez, a quien desde 2012 llamaron El Pirata, por el parche y las banderas, por el espíritu corsario para remontar la fatalidad de Zaragoza. Su última feria de abril, que no su última tarde en Sevilla, vestía un aire de nostalgia antes de irse. En la Maestranza nunca faltó su nombre desde 1999: 11 miuradas y una Puerta del Príncipe en 2016, precisamente con Fuente Ymbro, la ganadería elegida para este primer adiós.

Fiel a sus registros, Juan José Padilla marchó a portagayola. Por la puerta de toriles apareció Hechizo, un toro castaño, de cargado tren delantero, cornialto, tocado arriba de pitones, acodado y estrecho de sienes. La larga cambiada librada en el último instante y otra tirada en el tercio. En los lances ya en pie, Hechizo sacó temple y estilo. El poderío preciso, ni sobrado ni escaso. Cumplió el fuenteymbro en el caballo y siguió con buen tranco durante toda la lidia. Padilla cuajó tres vistosos pares de banderillas, uno al cuarteo y dos al sesgo. De nuevo de hinojos el Ciclón para la apertura de faena. En la que alternó las manos con largura, facilidad y la templanza contagiada. En las líneas naturales de la embestida. El jandilla de Gallardo se rebosaba por el izquierdo con categoría especial. Frondosas las series todas. Muy celebrada la obra completa. JJ cobró una estocada legítima y en lo alto. Un punto pasada. Inexplicable e injustamente el presidente ninguneó la masiva pañolada. Contra el Reglamento y el sentido común. Salvo que esperase encontrar a Morante en Padilla a estas alturas. La vuelta al ruedo recompensaría de mala gana al torero resignado.

Bajo como un zapato, el toro de El Cid. Hechuras sevillanas, que se dice. Encastado en sus movimientos y en su repetición. Exigió tela en las dos primeras series de derechazos. Porque su humillada tralla no iba acompañada de entrega. Como si no fuera del todo metido en la muleta. Tampoco Manuel Jesús Cid anda para exigencias mayores. Por el izquierdo miraba al torero y atacaba por dentro. Para entonces el ímpetu de aquellas impresiones motorizadas del principio se había evaporado. No sería tanta la casta. El matador de Salteras abrevió. El corpachón del tercero escondía la maldad. Desaparecida la inercia inicial, cuando El Fandi lanceó con compás a la verónica, quedó la brutalidad. Ya en el broche de la media de rodillas quiso herir. El poder de Fandila con los palos se impuso a la manera de apretar del toraco. En la muleta fue una prenda: sin fijeza y a la caza. El granadino solventó la papeleta con curtido oficio.Como otro pajarraco funcionó el armado cuarto, levantado del piso y agresivo. Juan José Padilla ni cogió banderillas. Daniel Duarte se fajó en la brega. La aviesa condición del toro se afilaba aún más por el izquierdo; por el derecho parecía otra cosa a veces. Pero era mentira. Padilla se despidió sudando la gota gorda. Entre el presidente y Primoroso, le robaron el mes de abril. Sembró el caos el serio quinto en los tercios previos con sus locas idas y venidas. El Cid hizo ahora de tripas corazón. Y un esfuerzo. A su bola el fuenteymbro desparramando la vista. Ninguna intención de tomar la muleta de verdad. No hubo causa, ni caso. Un tío era el sexto. Caía el mar. Afloraron los paraguas. Fandi y Padilla compitieron en quites. El matador de Granada se calzó las zapatillas de tacos. Y dinamitó la Maestranza con un tercio de banderillas explosivo. La apertura de faena continuó con el diapasón elevado de emoción. De rodillas y en los medios, citó en largo. En el primer muletazo, se lo quitó de encima de milagro. Y lo cosió en redondo. El fuenteymbro embestía humillado y noble. Un toro notable. El primero y el último de Gallardo para remontar el núcleo duro. La faena contuvo ligazón y ritmo. Los de Observador y Fandi en conjunción. La izquierda de curioso trazo. El broche de los ayudados por alto que conjugó con trincherillas y adornos por bajo que rompían moldes fandilistas por su clasicismo. Un estoconazo. Y el palco concedió la oreja. La recuperación de la justicia y el mes de abril robado a Padilla. Un agravio comparativo en cualquier caso.

El País

Por Antonio Lorca. No hay perdón para Padilla

Juan José Padilla tuvo la osadía de salir por la Puerta del Príncipe en la feria de 2016 y todavía hay algunos que no se lo han perdonado. Incluso el presidente de aquella tarde ha debido de sufrir su mijita de guasa por contribuir con su decisión a aquel sonado y merecido triunfo.

Pues el presidente de 2018 no pareció dispuesto a aguantar bromitas irónicas y tiró por la calle de en medio: le negó la oreja del primer toro, que mayoritariamente solicitó la plaza, de tal modo que ya no había opción a una salida a hombros.

Pues, muy mal, señor presidente Fernández Rey. Grave error el cometido contra Padilla por varias razones. La primera, porque los tendidos se convirtieron en un mar de pañuelos; la segunda, porque su actuación fue entonada, que quiere decir que hizo lo que sabe y lo hizo bien. Vamos, que todo el mundo no puede ser heredero de la inspiración artística. Padilla recibió al toro de rodillas en los medios con una garbosa larga cambiada, capotazo que repitió después en el tercio; y veroniqueó con estilo.

Clavó banderillas con facilidad y con su escaso clasicismo habitual brindó a la concurrencia y se dispuso a muletear a un toro que pronto descubrió su alta calidad. De rodillas, pegado a tablas, y con pases por alto inició Padilla su labor. Ya en pie el lidiador, el toro repitió incansable las embestidas, con noble codicia, humillación, movilidad y prontitud. Y el torero lo acompañó de la mejor manera, solvente, pero carente de empaque. Sonó la música y las notas del pasodoble no suavizaron la tosquedad de las maneras del jerezano. Toreó Padilla con ambas manos, despegado y al hilo del pitón, y prefirió inclinarse por un circular antes que continuar con el toreo fundamental. Dicho lo cual, hay que añadir que estuvo en su línea: hecho un jabato, entregado y pundonoroso, y que mató de una estocada hasta la empuñadura que cayó trasera. Hizo méritos suficientes para pasear la oreja, pero el presidente —que ya se equivocó la tarde de Núñez del Cuvillo al no conceder la vuelta al ruedo al toro Encendido—, volvió a errar gravemente. La bronca fue gorda y merecida, pero a Padilla le robaron una oreja y eso quedará para la historia. El torero tuvo pocas opciones con el cuarto, parado y dificultoso, y el presidente respiró con tranquilidad.

¡Ay, si esa faena la protagoniza un torero del artisteo andante, tan moderno como fraudulento…!

Otro toro de categoría se encontró El Fandi en sexto lugar (el tercero tenía guasa y lo pasaportó con rapidez) y lo aprovechó a su manera de principio a fin. Se lució en dos quites, por faroles y zapopinas; espectacular y acertado en banderillas, y variado en la muleta ante un toro noble, con ritmo, nobleza, alegre y buen son. El granadino lo esperó de rodillas en el centro y el animal acudió raudo a la llamada, lo toreo, después, por ambas manos, y destacó más la clase del toro que la hondura del torero. Y acabó con unos airosos ayudados por alto antes de cobrar una buena estocada. En este caso, el presidente no lo dudó y sacó con justicia el pañuelo blanco.

El Cid quiso, pero se quedó a medias. Su primero, complicado, exigía un torero con más confianza y menos precauciones, y el quinto fue deslucido y parado. Se lució, eso sí, a la verónica en sus dos toros.

¿Y la corrida? No fue fácil, bravucona en el caballo, alegre en banderillas y variada en la muleta. Todos tuvieron picante, motivo para que las figuras no quieran ver estos toros ni en pintura. Así es…

La Razón

Por Patricia Navarro. Oreja de El Fandi en una tarde exigente

No les hace falta hablar. Tienen los toros un lenguaje claro. Más o menos explícito, más o menos hiriente. Cuando El Fandi remató el toreo de capa de recibo al tercero de la tarde con una media verónica de rodillas, ya le dijo el fuenteymbro que no le iba a consentir, que su película era otra. Y así fue. Exigió el toro, entre la casta y el genio. Después del tercio de banderillas el torero granadino olvidó la conversación y en una trinchera casi se lo lleva de nuevo por delante. No a todos los toros les valen lo mismo. Ahí está el misterio y la grandeza de la tauromaquia. Le hizo pasar lo suyo al torero, porque exigía, pesaba mucho al embestir por dentro y muy mirón antes del embroque. Pasó el trago como pudo el torero de Granada y de un bajonazo acabó con la historia. Sufrida. Echó el resto con el sexto en el capote, que fue junto con el primero los dos toros buenos; complicada el resto de la corrida de Fuente Ymbro. Se extendió Fandi en una faena ligada, fiel a su estilo y rematada con una estocada en la yema. Descolgó el toro en el engaño y repitió. En la rectitud cobró la estocada Fandi y cuestión de segundos fue lo que tardó en caer. Toro de buena condición que le dejó resarcirse al diestro granadino para pasear un trofeo. El único de la tarde. Y eso que también se le pidió a Padilla, que se había ido a portagayola al comenzar la tarde en la temporada de despedida, aunque será en San Miguel cuando ocurra de veras. Le salió un toro de dulce, bravo y de buena condición en la muleta. Repertorio completo sacó el torero gaditano, con los palos, y con la muleta después. En su línea, voluntarioso, ligado y queriendo. Se entregó el toro, con bravura y calidad exquisita. Hundió la espada trasera pero suficiente y el público pidió el trofeo pero el presidente no lo concedió. Dio la vuelta al ruedo como recompensa. El cuarto era de calvario, geniudo y repleto de complicaciones y peligro. Lo cantó desde que salió de toriles. Mirón, cortó, por dentro y apretando. Padilla no volvió la cara y tiró de oficio para lidiarlo con solvencia y matarlo en la rectitud, que ya tenía mérito.

Encastado fue el segundo toro que le tocó en suerte a El Cid. La casta no siempre es sinónimo de facilidad, sobre todo en este caso por el pitón izquierdo más mirón antes del embroque, analizando la situación y midiendo el valor del torero. Por el derecho se los tragó con más inercia, aunque no tanta duración. El Cid no se alargó en exceso y después de un par de tandas diestras y las complicaciones al natural, le pasaportó. Hizo pasar lo suyo el quinto a la cuadrilla, a la caza el toro. Siempre. Porfió después con él El Cid y confió a pesar de lo que había mostrado. No se entregó nunca en la muleta y acabó por salir de los encuentros desentendido, El Cid quiso, y no era poco. La tarde no le había sido fácil. Más bien singular.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El Fandi, un trofeo bajo la lluvia

La corrida de Fuente Ymbro, complicada en su conjunto, contó con dos buenos toros, el primero y el sexto, que sirvieron para que Juan José Padilla consiguiera una actuación muy interesante en los tres tercios, que caló con mucha fuerza en los tendidos, que solicitaron por mayoría un trofeo que la presidencia denegó -la primera oreja se debe conceder si existe esa mayoría-; y un sexto toro con el que se lució El Fandi en los tres tercios, coronando su faena con una estocada y siendo premiado con la única oreja concedida en un festejo con tres cuartos de entrada.

El Fandi recibió al sexto, bien presentado, con variedad capotera. El toro recibió un par de varas. Padilla entró en su quite por chicuelinas y El Fandi por lopecinas. El diestro ejecutó un tercio de banderillas pletórico en facultades y clavando con acierto. El primero a la moviola; corriendo hacia atrás en el último, amironando la velocidad, hasta parar al toro. Se abrieron las compuertas del cielo y comenzó a llover muy fuerte. El granadino comenzó su faena en los medios, de rodillas y templó con la diestra. Hubo muletazos muy buenos cuando un desarme frenó la labor. El diestro, en cualquier caso, supo continuar con un nivel interesante y cerrar la faena con unos ayudados y un gallardo pase de desprecio. Mató de buena estocada al primer envite y recibió un trofeo.

Padilla, sin embargo, no tuvo esa opción, ya que el presidente negó una oreja pedida con fuerza por el público en el primer acto. El toro, un castaño bien hecho, estrecho de sienes y bien armado, tuvo como virtudes la movilidad y que humillaba tras la muleta. El jerezano, un vendaval de casta y entrega, recibió al animal con una larga cambiada de rodillas a portagayola y de la misma guisa se marcó otra larga en el tercio. Jugó bien los brazos a la verónica y banderilleó con soltura, destacando en un par de dentro afuera. En la muleta, logró lo más brillante en una tanda diestra con ligazón en la distancia corta y otra en redondo con un lento pase de pecho. Sonó la música y en una segunda parte, con el toro a menos, el trasteo se resolvió con pases sueltos y adornos. Mató de entera y el presidente no atendió la petición de oreja del público. Padilla dio una clamorosa vuelta al ruedo.

El resto del espectáculo, con toros complicados en distinto grado, fue de tono mejor, con esfuerzo por parte de los toreros por agradar, pero sin contenido artístico. Así, Padilla, con el manso y peligroso cuarto, se mostró voluntarioso. Y El Fandi, con el castaño tercero, bien presentado y que se resolvía con prontitud, se empleó a fondo tras banderillear con suma solvencia. Estuvo a punto de ser cogido en una media de rodillas y con la muleta le resultó imposible el lucimiento artístico.

El Cid no llegó a acoplarse con el segundo, que no quiso pelea en varas y acometió con codicia y otras veces de manera distraída tras la muleta. Ante el bruto quinto, al que recibió con buenas verónicas, sólo consiguió una tanda interesante con la derecha en una labor voluntariosa que brindó a su compañero Padilla.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Fandi redimió el aburrimiento

A la Feria le queda un suspiro. El esperado y oportuno mano a mano -Escribano versus Moral- de hoy pondrá la guinda a un ciclo variado en el que, hasta hoy mismo, se han subido algunos cerros pero sólo se ha escalado una única cumbre. Nada que no sepan. Ayer era el turno del manido y pretendido cartel mediático que, visto lo visto, sigue dando la razón al empresario. A pesar de lo desapacible del día y el cambio de fechas feriales el personal volvió a ser fiel a este capítulo del ciclo taurino en el que suelen tener plaza fija Juan José Padilla y El Fandi. En medio se anunciaba a El Cid, que se agarró a este único clavo ardiendo para verse anunciado en una plaza de la que en otro tiempo -cada vez más lejano- fue torero base.

Eso sí, el año que viene habrá inevitables cambios en el guión. Era -o debe ser- la última tarde abrileña de Juan José Padilla, que escenificará su despedida definitva de la afición baratillera en los festejos de San Miguel. El jerezano mantiene un hilo de cariño con los públicos que, como ayer, siguieron con entusiasmo su desigual actuación con el imponente castaño que hizo primero. El animal tenía una lira en la cabeza y pasó a dos milímetros de la cabeza de Padilla en la ajustada larga a portagayola que abrió su actuación. Hubo otra larga; verónicas en los medios; tres animosos pares de banderillas y una faena entonada frente a un toro emotivo que acabó embistiendo con cierta importancia en la muleta. El particular público de esta jornada siguió encantado la labor del llamado Ciclón de Jerez que se templó más y mejor con la muleta en la mano izquierda. Una estocada trasera y fulminante prendió la petición mayoritaria que el presidente Fernández Rey no quiso atender. A Padilla le quedaba otro enemigo: un cuarto de fondo manso que se tragaba los muletazos cuando era citado a favor de querencia. Era su último toro en la Feria de Abril.

Pero al presidente no le quedó más remedio que conceder la oreja que se había ganado en buena ley David Fandila El Fandi, que tiene plaza fija en esta fecha. Más allá de gustos y almíbares, el matador granadino dio lo mejor de sí mismo siendo fiel a su tauromaquia más genuina. David se había templado con el capote, engaño que maneja con sentido clásico en el palo de la verónica y que revoluciona cuando le aprietan las tuercas. Respondió con un explosivo quite por lopecinas a la intervención de Padilla. Ahí se lanzó la cosa y se pudo comprobar la boyantía del pupilo de don Ricardo Gallardo. El diestro granadino formó un auténtico gazpacho manejando los palos en tres pares de distinta preparación y desenlance que culminó parando en seco al toro con la mano en su testuz. Las palmas echaban humo a pesar del agua que empapaba los paraguas de la parroquia.

A partir de ahí, El Fandi se empleó en una faena fresca, templada y muy variada que logró entretener, interesar y levantar el aburrimiento que se había instalado en la plaza de la Maestranza. Tuvo delante un toro excelente que le permitió torear a placer. Los estetas pondrán sus peros pero el todoterreno granadino había brillado a gran altura con capote, banderillas y muleta. Le quedaba la espada, que enterró con autoridad cortando una de las orejas más jubilosas que se han entregado en esta Feria. En su cuerpo se lo lleva. El caso es que no había alcanzado el mismo nivel con un tercero con el que repitió idéntico planteamiento: virtuosismo capotero; clamor en banderillas y entrega en la muleta. El animal, que no pasó de probón y geniudo, descompuso esas buenas intenciones.

Y concluímos con El Cid que, fiel a su fama, volvió a llevarse un toro con muchas posibilidades. Fue el segundo, negro y más vareado que sus hermanos, al que se administró una lidia lenta y premiosa que llegó a estar completamente parada en banderillas. El animal rompió en la muleta, especialmente por el pitón derecho aunque su matador no acertó a cogerle el aire por completo. Por el izquierdo fue algo más complicado y cuando se volvió al otro lado se había desvanecido el hilo del trasteo. Ese hilo tampoco lograría encontrarlo con el quinto, un animal de media embestida que sí se tragaba los muletazos por el lado izquierdo. Eso sí, el diestro de Salteras lo habia toreado con sabor clásico a la verónica.

21_abril_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:24 (editor externo)