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Real Maestranza de Sevilla

Domingo, 22 de abril de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Miura (bien presentados y juego desigual; encastados en general, muy noble el 4º; el 5º fue devuelto a corrales).

Diestros:

Manuel Escribano: Estocada caída, tres descabellos (saludos); estocada caída, dos descabellos (saludos); media estocada tendida, tres descabellos (saludos).

Pepe Moral: Estocada tendida y efectiva (oreja); estocada caída (oreja); pinchazo, estocada (saludos).

Banderillero que saludaron: José Chacón y Pérez Valcarcel, de la cuadrilla de Pepe Moral, en el 6º.

Presidente: Ana Isabel Moreno.

Incidencias: se guardó un minuto de silencio en memoria del torero sevillano José Rodríguez 'El Pío', fallecido ayer.

Tiempo: nublado y lluvioso al final.

Entrada: tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La miurada que cerró la Feria 2018 no me decepcionó en absoluto. Es más me gustó: estuvo excelentemente presentada, con todos muy serios, avispados, con pies para correr, con ideas y dos que se dejaron y hasta humillaron en la muleta de Pepe Moral. Curioso lo del torero de Los Palacios: el año pasado con un triunfo similar apenas toreó ocho tardes, pero sigue ahí aumentando su oficio, su capacidad y su valor. En el segundo tal vez la oreja fue un poco excesiva, pero en el otro estuvo más cerca de las dos que de la única que le dieron. En definitiva, se quedó a un suspiro de abrir la Puerta del Príncipe con Miuras, cosas que antes hacían algunos toreros pero que ahora nadie hace. Se merece ya de una vez una temporada digna de su toreo. Escribano pechó con el peor lote, es verdad, pero anduvo decidido y valiente y el público lo entendió ovacionándolo en sus tres finales. Ha dejado en esta Feria señal de que está en buen momento de nuevo. Y se acabó la Feria. Si no hubiera habido indulto, un toro de premio habría sido el cuarto. Mañana veremos lo de los premios y jurados, pero este año parece que van a estar fáciles.

El País

Por Antonio Lorca. ¡Qué bien torea Pepe Moral!

Si no cambian las expectativas taurinas de Pepe Moral, es que el llamado sistema ha decidido definitivamente acabar con la fiesta de los toros más pronto que tarde. Si a partir de ahora el teléfono sigue sin sonar, es que la mafia taurina sigue siendo una máquina bien engrasada y dispuesta a hacer lo humanamente posible para que el poco o mucho dinero que entre por las taquillas, no se aparte de los bolsillos de los cuatro privilegiados a los que representa.

Porque hay que ver lo bien que torea Pepe Moral, el buen concepto que desprende con capote y muleta, la hondura, el aroma y el buen gusto que destila, y cómo le trabaja la cabeza delante de los toros. Un torero así tiene que funcionar, debe estar en las ferias y no se lo puede perder esta tauromaquia actual tan monótona y aburrida.

La corrida de Miura, bien presentada y en el tipo acostumbrado, no facilitó el triunfo; cumplidores todos los toros en el caballo, demostraron escasez de fuerza y de casta y exceso de sosería, lo que no fue impedimento para que Moral pusiera encima de la mesa toda su vocación y ambición para inventarse una faena ante su primero y lucirse de verdad ante el cuarto, tan noble como sosón. Pero cuando un torero encierra hondura y aroma, cuando sabe torear de verdad, cualquier momento es oportuno para que surja la emoción.

Y surgió ante el noble cuarto, un miura bondadoso y corto recorrido, al que Moral entendió a la perfección, acertó en las distancias y los terrenos, y toreó por ambas manos con templanza y prestancia. Su labor llegó con rapidez a los tendidos, que siguieron con interés una labor que fue ganando en intensidad hasta la estocada final. Le pidieron las dos orejas y se le concedió justamente una.

Había paseado otra tras la muerte del segundo y no la mereció. Ciertamente, la petición fue minoritaria, lo que viene a confirmar que sería bueno que los presidentes aunaran criterios para evitar tantos errores continuados. No mereció el trofeo, pero aprovechó de cabo a rabo las escasas posibilidades de un toro que embestía sin ilusión ni ganas. Le robó muletazos sueltos de enorme calidad y una preciosa trincherilla con la que puso punto final a una tanda de esforzados y vistosos naturales.

Nada pudo hacer ante el sexto, quizá el más incómodo del encierro, que embestía a cabezazo limpio. Se lució a la verónica en los tres toros, y su banderillero José Chacón clavó un par extraordinario al último de la tarde.

No tuvo suerte Escribano, todo corazón y entrega en los tres tercios. Recibió a tres toros —entre ellos, el que fue devuelto por inválido— de rodillas en los medios; y en total ejecutó seis largas cambiadas, por tres de su compañero, que también se fue a toriles en su segundo. Veroniqueó Escribano con soltura toda la tarde, banderilleó con más decisión que brillantez y superó con dignidad las muchas dificultades de su lote: deslucido el primero, parado e inservible el segundo y muy dificultoso el tercero.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Gloria y empaque de Pepe Moral con la suerte de Miura a favor

El Real de la Feria apagó sus luces y farolillos en la noche del sábado, un día antes de lo que marcaba la tradición porque un día antes fijó el Ayuntamiento en 2017 el “alumbrao”. De sábado a sábado pues. Y eso deja el domingo taurino descolgado de la fiesta. El domingo de Miura. Ramón Valencia ha advertido que, según y cómo responda la gente, veremos qué pasa con la fecha. En las últimas dos décadas, la Maestranza ha perdido días de toros para adaptarse a la deriva social. Algunos tan señalados como el llamado lunes de resaca, la festividad de la Virgen de los Reyes, el día de la Hispanidad, la corrida del Corpus, convertida en novillada… Como dice Valencia, veremos.

La legendaria miurada y el mano a mano entre Manuel Escribano y Pepe Moral concibieron esperanzas y concentraron a la afición, que respondió a la expectación: tres cuartos generosos de entrada. “Redondito” saltó al ruedo con sus 606 kilos castaños a cuestas que su elevadísimo y largo esqueleto escondía sin ninguna redondez. No descolgó jamás. Ya en el capote acometía por la esclavina. Su amplia cara se llevó el percal. No sería el único desarme. Otro surgió en el arranque por alto de faena con un cambiado que tal vez no procedía. Dificultoso “Redondito”, que exigió distancia. Y Escribano así lo entendió y se la concedió para aprovechar las inercias. En corto se frenaba el miureño y en largo se arrancaba pronto,recto y por el palillo. Pasó por el derecho y derrotó con violencia por el izquierdo, provocando el último desarme. El matador de Gerena hizo honor a su profesión con la espada.

Más bajo y liviano, el cárdeno segundo de Zahariche se movió con buen tranco. En su cabeza concentraba la seriedad. Pepe Moral lo saludó con una larga cambiada de rodillas. Y lanceó con facilidad. Moral interpretó aquella cierta nobleza a su altura, que era la media. Perdiéndole pasos. La notable expresión del sevillano de Los Palacios al natural, su mano, caló en la Maestranza. Siempre hilvanando más que ligando el ritmo del miura. Una trincherilla revoloteó con torería. La estocada en su sitio provocó una pañolada lentamente creciente hasta convencer a la presidencia de la oreja.

Escribano volvió a demostrar su poderío banderillero. Como en el anterior de su lote pero con un par al quiebro y al violín como broche que puso la plaza en pie.

A portagayola se fue Manuel Escribano. Una larga cambiada y dos más libró como prólogo de verónicas de brazos sueltos. Negro, cuajado y levantado del piso el miura. Escribano volvió a demostrar su poderío banderillero. Como en el anterior de su lote pero con un par al quiebro y al violín como broche que puso la plaza en pie. Mucho se agarró a la tierra el ejemplar de los Miura. Tan ausente la maldad como la movilidad. Como un toro cualquiera. Sin personalidad. Firme siempre el torero, que cobró con seguridad un espadazo. Necesitó del descabello.

A la puerta de toriles también marchó Pepe Moral. El brinco del cuarto toro, de cuello inmenso, silbó como un obús por la montera. No sería la única larga. En quites no perdonó Escribano. Por caleserinas. La rivalidad con el capote fue una constante en la tarde. Moral abrió faena templadamente. Doblones nada castigadores. En el temple, precisamente, residió la clave. El empaque de PM brotó desde una colocación cabal, semienfrontilada, ya por su derecha, que fue dándole confianza al miura agradecido -corrigió su trote gazapón- y humillador. Manolo Cortés en el espejo. Ahora su zurda encontró menor respuesta en la embestida a izquierdas. Pero la prestancia del torero le daba son al natural. Sonaban la música y los oles. El final por ese mismo pitón -el de menor prestación- y una estocada de recta ejecución desembocaron en una fuerte doble petición. La presidenta fijó con sentido de la proporción el premio en una oreja de peso.

Manuel Escribano se fue por partida doble a la puerta de chiqueros. Para recibir al quinto -finalmente devuelto por su invalidez- y para saludar al sobrero. También de Miura, hecho raro en las corridas de la A con asas. Un gigante de 615 kilos de peso. Más allá de la emoción épica, la estética a la verónica. Fuerte Manuel para banderillear al miura, que se venía como un tren. Tremendo el par al quiebro que nace del estribo. La abiertísima testa la usó el toraco con un calamocheo loco y defensivo. Toda la mala suerte aunada en la bolita Escribano, que puso todo de su parte. Totalmente recuperado en este abril infortunado.

El último de Miura de basta mazorca y estrecha y zancuda anatomía -¡ay, los lotes!- se acordó de sus antepasados montaraces. Un miura en el sentido que la RAE le da a miura. José Chacón majó el mejor par de la feria. Una asomada vertiginosa al balcón del miedo. Pepe Moral anduvo solvente con la ágil guasa. Peores se han visto en tiempos pretéritos. Moral agarró el único pinchazo de la tarde. Y se despidió de abril a hombros por la puerta de cuadrillas. Tronaba la noche en ciernes.

ABC

Por Andrés Amorós. Pepe Moral triunfa con miuras en la Feria de Abril

Una tarde más - y ya son trece – acudo con tiempo a la Plaza de los Toros sevillana para paladear su belleza única: la majestad de las columnas clásicas, la armonía de los arcos, el perímetro irregular, el resplandor de la blanca cal y el dorado albero… Me detengo en esa terraza que da al río y, al fondo, a Triana. Allí está, como todas las tardes, mi amigo Fernando Ortega: un sevillano serio (igual que los recordados Manolo Vázquez, Eduardo Osborne y Pepe Bolaños); es mesurado, del barrio del Arenal, devoto de “la Pura y Limpia” (la Virgen de la capillita del Arco del Postigo). Ha cumplido Fernando 65 años (sí, 65, no es errata) como abonado de la Plaza. El maestro Antonio Burgos escribió que lo que necesita Ramón Valencia, el empresario, son cuatro mil, como Fernando: no es fácil que los haya… Sabe disfrutar de lo bueno y lamenta la pérdida, en la Plaza y en la vida, de algunos valores típicamente sevillanos.

Concluye la Feria, como tantas veces, con la corrida de Miura, tradición venerable. Esta mañana, en ABC, Antonio Burgos ha señalado acertadamente el valor ecológico que tiene una ganadería como la suya, de tan ilustre historia. La de esta tarde la torean, mano a mano, dos sevillanos que, con gran esfuerzo, supieron salir del ostracismo. Estos miuras hacen honor a su leyenda: son largos, agalgados, de juego variado. Con ellos, no cabe esa frase tan manida, hoy habitual, de que los toreros vienen “a disfrutar”. No. Con estos miuras, los toreros vienen a lidiar, a resolver las dificultades, a imponer su dominio a estos animales e intentar, si es posible, momentos lucidos: lo que ha sido siempre la Tauromaquia. Para el aficionado, un motivo de interés más: son inciertos, de comportamiento variable, exigen estar muy atentos porque, en cualquier momento, pueden manifestar matices inesperados. A Pepe Moral le tocan los dos mejores, corta una oreja a cada uno y roza la Puerta del Príncipe; con peor suerte, Manuel Escribano saluda, en sus tres enemigos. Se guarda un minuto de silencio por fallecimiento del torero sevillano “El Pío”.

Manuel Escribano forma ya parte de la historia de esta Plaza junto al inolvidable toro indultado “Cobradiezmos”, de Victorino. Esta tarde, no tiene fortuna con su lote. El primero supera los 600 kilos pero parece escurrido: ¡un tren! Acude bien al caballo y galopa con emoción en banderillas, que Manuel clava desigual. En la muleta, es un típico miura complicado, aprende rápido, se orienta; por la izquierda, no admite ni uno. Mata de buena estocada. El tercero flaquea, corta en banderillas, muy pronto se para; no cabe ligar. La voluntad del diestro tiene escaso fruto. Mata bien pero tendido. Vuelve a porta gayola en el quinto, devuelto, y en el sobrero, “Limeño” (lleva el nombre de uno de los diestros que más triunfó, aquí, con estas reses), de 615 kilos, que asoma la cabeza por encima del burladero y casi hiere a un banderillero. Escribano nos asusta a todos con el temerario par de banderillas por dentro, en tablas. En la muleta, el toro pega arreones, con la cabeza por las nubes. No hay nada que hacer. Ha mostrado una gran actitud, toda la tarde: es justo que saludara en los tres toros.

En el toreo de Pepe Moral, de Los Palacios, se advierte la huella de Manolo Cortés, que fue su mentor. Esta tarde, tiene fortuna en el lote y roza la Puerta del Príncipe. En el segundo, manejable, rajadito, aprovecha las nobles embestidas con suaves muletazos, aunque el toro sale desentendido. Mata muy bien: oreja. Se va a porta gayola en el cuarto, “Limonero”, que resulta ser el mejor, un gran toro. Lo brinda a su amigo Fernando del Toro. Al son de la maravilla que es el pasodoble “Suspiros de España”, interpretado por la gran Banda de Tejera, liga naturales lentos, clásicos, que suscitan un clamor. Vuelve a estar seguro con la espada pero el toro tarda en caer y se queda en un trofeo: ahí estaba la Puerta del Príncipe… El último, que parece vareado a pesar de sus 580 kilos, salta como un gato antes de llegar al caballo. Muy bien Chacón, con los palos. Se aplaude el último toque de clarín de la Feria. En medio de una fuerte tormenta, el toro se queda cortísimo. Le saca lo poquísimo que tiene y mata a la segunda. Ha sido una de sus mejores tardes, que debe abrirle caminos, en otros cosos, si mantiene su entrega, además de su buen estilo.

Concluye una Feria en la que hemos pasado frío y calor, en la que ha habido sol y lluvia. (Igual que en la vida). Taurinamente, el indultado “Orgullito”, que no paraba de embestir, con el morro por el albero, y algunas reses sin casta ni fuerza: las dos caras de Jano de Sevilla que definió Antonio Burgos. Me despido de los amigos sevillanos: Fran, Eugenio, Cortés… En medio de rayos y truenos, la gente sale huyendo y continúan su melancólico discurrir las aguas de este río, que, como las de Jorge Manrique, “van a dar en la mar”. Si Dios quiere, estaremos aquí de nuevo, en San Miguel. Nos espera esa larga y apasionada Feria que se llama San Isidro. .

22_abril_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:09 (editor externo)