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Plaza de Toros de Bilbao

Martes, 22 de agosto de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Jandilla serios en sus diferentes hechuras; extraordinario el 6º; humillador el noble 3º

Diestros:

El Juli: de gris perla y oro. Media estocada perpendicular y desprendida (silencio). En el cuarto, tres pinchazos, estocada rinconera y descabello. Aviso (saludos).

Miguel Angel Perera: de gris plomo y oro. Pinchazo y estocada desprendida (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada trasera. Aviso (saludos).

Andrés Roca Rey: de pizarra y oro. Gran estocada (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja).

Entrada: Tres cuartos de entrada

Vídeo: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20178/22/20170822210034_1503428595_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Roca Rey remonta el vuelo sobre la categoría de 'Impresor'

La movilidad mal entendida caracterizó al castaño jandilla desde que acometió el capote de El Juli: la cara suelta, los derrotes, el genio. Sus bajas hechuras, sus estrechas sienes y su armonía prometían otra historia. No corrigió ninguno de sus defectos en la muleta. Es más: los incrementó por el pitón izquierdo con afilado peligro. Las astifinas puntas por encima del palillo como dagas voladoras. Juli quiso darle ritmo y matar el muletazo por abajo para evitar los tornillazos. Ni una cosa ni la otra en series que concluían meritoriamente limpias. Llamó el torero la atención al callejón cuando el toro se distrajo con las inquietudes del burladero. Volvió a suceder al atacar el volapié. La estocada quedó a medias, perpendicular y caída de la cruz.

Como hermano gemelo del primero parecía el segundo. También tocado arriba de pitones. Otro comportamiento pero la misma falta de humillación. De otro modo por la ausencia de poder. Menos aristas cortantes en su obediencia a la vez. Miguel Ángel Perera sustituía a Morante en justicia. La remontada del año lo merecía; los últimos triunfos la apuntalaban. Perera conjugó la distancia con las pausas entre series. Y en ellas, las alturas. Sin apretar nunca en los derechazos. Primaba el temple en el largo trazo. A pesar de todas las ayudas, el jandilla no respondió al natural. Sonó la hora de la ofensiva definitiva: la quietud pererista a ultranza en los circulares invertidos, en las trenzas y los ochos. Un arrimón de ley. El pinchazo quebrantó la convicción; la estocada rinconera ató el reconocimiento de la ovación.

Un espadazo de órdago catapultó el debut de Roca Rey en Bilbao. Aunque la presentación ya fue en el festival de junio. De la rotundidad de la suerte, rodó el enfibrado jabonero. El volapié en sí mismo valió la oreja. Como la vieja norma dictaba. El jandilla había humillado como ninguno de los anteriores. A los vuelos pero sin salirse de ellos. Roca Rey arrancó por cambiados y por alto y tiró de la noble embestida luego para prolongar hasta donde no daba. Para sacarle el punto más a la repetición que se quedaba encima. El entonado nivel estalló en la empuñadura de su acero. Que ya está escrito.

Juli le puso todo, o casi, al negro, altón, hondo y feote cuarto de trémulos apoyos. Tacto, trato y paciencia. Calma, tiempos y ciencia. Pulso y sitio para afianzar al jandilla, que se lo agradeció. Lo cosió a la muleta y le extrajo el fondo boyante que escondía. Metiendo en coordinada sintonía al toro y a la plaza en la faena. Por una y otra mano la espera. Afinada la izquierda, serena la derecha. La suavidad como clave para romper aquello hacia delante. Vista Alegre se entregó tanta entrega como una sola voz. Un extenso invento del Juli. El aviso como inoportuno recordatorio. Cuando se presentía la gloria, la espada renegó como Pedro. Tres veces. La ovación bajó por los tendidos como una rotunda catarata de exaltación.

El galope del quinto en banderillas atisbaba la casta añorada. Javier Ambel majó dos pares de majeza. Miguel Ángel Perera y Roca Rey ya habían rivalizado en quites. Por chicuelinas y caleserinas respectivamente. El ritmo trepidante lo sostuvo el jandilla en el principio de faena. Sin terminar de descolgar hasta el final. De los explosivos péndulos pasó MAP a su poderosa mano diestras. La raza prometida del toro desapareció en tres series. Si no antes. El diapasón se encogió como la anatomía del bruto. Que además a izquierdas descolgó aún menos. La firmeza de Perera derivó en tesón estéril. Un recado presidencial. De nuevo pinchó con escasa fe. Una sola vez no impidió que Bilbao le empujase al tercio.

Para cerrar el último capítulo Jandilla reservaba el toro de la corrida. Impresor respondió con categoría. Por abajo todo, la hondura, la calidad, la bravura de verdad. Roca Rey volvió a volar alto en una faena de creciente acople e intensidad. Los estatuarios como punto de partida. La derecha embrocada como fundamento (no desde el principio); la figura aplomada, acinturada, rota y a más. Superior “Impresor” que sellaba hasta el final el toreo del peruano, que vuelve a ser él. El pulso también regresará a la izquierda. Tiempo al tiempo. Si no agarra hueso, caen las dos orejas. Una de enorme peso le relanza.

La Razón

Por Patricia Navarro. El peruano Roca conquista el corazón de Bilbao

De pronto se hizo la plaza pequeña. Y no hablamos de una cualquiera. La gran Vista Alegre. Con su arena negra. Con su peso gris. Las palabras mayores a las que aboca Bilbao. Fue cuestión de segundos. Aquellos en los que se perfiló Roca Rey, venido del Perú, en ese ir y venir que se trae durante la temporada, y se tiró a matar a su primero, y en el fogonazo del encuentro, se acortaron de pronto las distancias y la suerte resultó tan brutal que se empequeñecieron los espacios y pareció que estábamos allí abajo, espectadores de primera fila de una estocada de mucho argumento que prendió la llama para que la gente pidiera el trofeo. Y se le concediera. Había sido noble el Jandilla, y repetidor aunque tuvo corta la arrancada y el torero dejó una faena intermitente.

El doble trofeo pudo haber sumado del sexto de no pinchar una vez antes de prender otra estocada de efecto fulminante. (Contratadas a granel, qué barbaridad). Tuvo magia la escena, porque esa rapidez es llave de oro para multiplicar las emociones y la pañolada como por arte de magia. Fue toro bueno “Impresor”, cómplice para conquistar Bilbao con altura. Y el peruano, que acabó sumando otro trofeo, hizo lo propio y conquistó el corazón bilbaíno en una faena que tuvo de todo, como si fuera picoteando aquí y allá. Desde el comienzo por estatuarios, aunque lo mejor, para mí, fueron las tandas de derechazos, porque el toro viajaba por ahí con largura y profundidad. Racaneaba la extensión del vuelo por el izquierdo y se entretuvo Roca ahí lo suyo. Quizá demasiado. Entre una cosa y la otra y la de más allá, el público estaba encantado, con el colofón final de las manoletinas. Roca tiene la frescura de la juventud, del valor y del querer y caer de pie. También en Bilbao. (Matizará el tiempo para dejar más poso y recuerdo detrás del revuelo).

Juli se lo sabe todo. Todas las teclas, donde vive y muere cada matiz del toreo, pero quizá ayer el primero de Jandilla le retaba en cada arrancada, porque no lo puso fácil, no había manual de instrucciones que aclarara el panorama. Ahí estaba el reto. En definir el qué aplicar en cada instante. Franco no era por el izquierdo, más bien derrotón, brusco y áspero; menos exigente resultaba por el derecho, corto el viaje pero más claro. Julián le buscó las vueltas por ambos lados, pero no había camino bueno al que llegar. El cuarto sacó todo el temple del mundo, como si sus arrancadas anduvieran ralentizadas. Colocó bien la cara abajo y aunque le faltó empuje lo hizo todo con ritmo. Ese con el que se encontró El Juli en algunos momentos y fluía el toreo que quería ser, camino de, pero sin la percepción de rotundidad.

Miguel Ángel Perera entró en el cartel por la sorprendente baja de Morante de la Puebla. No era una tarde cualquiera. Bien ganada. Tuvo nobleza el segundo con ese punto de sosería que hacía más difícil que trascendiera lo que hacía Perera en el ruedo, pero lo acabó consiguiendo, a pesar de que la música no sonó, cuando se dejó llegar los pitones tan cerca que le tocó la taleguilla a ojos de todos. Y ese valor traspasó la frontera de la frialdad. Cumplió con creces.

El pase cambiado por la espalda al quinto tuvo ese algo huracanado que metió de lleno a la gente en la faena, a pesar de que no era nada nuevo en la tauromaquia de Perera. Era toro bueno de Jandilla. Tuvo unas buenas arrancadas, aunque durara poco. Interesantes fueron los comienzos, emocionantes, intermitente el desarrollo, se desajustó en la distancia con el toro justo cuando tenía que prender la llama, en el momento del incendio, entre perder un paso y no, se perdía la fogosidad del toreo, y cuando intentaban reencontrar las armas el Jandilla había perdido empuje. No duró el toro. En las cercanías retomó posiciones Perera, pero poco quedaba del Jandilla. Roca Rey acabó llevándose de calle Bilbao en última instancia. En el sexto de la tarde…

ABC

Por Andrés Amorós. Triunfa Roca Rey con manejables jandillas en Bilbao

Llegan las figuras: por fin, se registra una gran entrada. Los toros de Jandilla, que llevan una buena temporada, resultan muy manejables; en la jerga actual, «se dejan», no plantean graves problemas, salvo la justeza de fuerzas (se pican muy poco) y que varios se apagan pronto. Como Roca Rey corta dos orejas y El Juli y Perera las pierden sólo por la espada, este benévolo público se contenta. ¿Dónde quedó aquella exigencia de la severa afición de Bilbao? Como tantas cosas, en el recuerdo…

Se ha caído de este cartel Morante, retirado –por ahora– de los ruedos, que se ha quejado de los «toros grandes». Además de artista, él también es capaz de matar esas reses. Precisamente en Bilbao, ante un toro nada chico ni fácil, le vi una de sus faenas más meritorias, pero la búsqueda de la comodidad es una tentación lógica, para todos.

Comparecen en la Feria dos tardes El Juli y Roca Rey. (Igual que Urdiales y Ponce). Así debe ser. Torear en este ciclo es un privilegio que muy pocos diestros logran, no un aceite de ricino que se toma a regañadientes. El Juli –me comentaba, hace poco, un empresario– garantiza la entrega, la ambición y la capacidad, más allá de que te agrade más o menos su estilo. Al primero, lo mete enseguida en la muleta, con gran facilidad, aunque protesta y cabecea; por la izquierda, el toro no acepta ni uno. Faena de técnica y estocada hábil, no buena. Flaquea el cuarto, muy poco picado; atropella en banderillas a Fernando Pérez. En la muleta, vuelve a mostrar su debilidad, sin malas ideas. Julián se esfuerza, lo mete en el canasto, pero las caídas deslucen los buenos muletazos. Acaba imponiendo su dominio a un toro parado y rajado. Entrando con salto, pincha tres veces, antes de la estocada desprendida.

Con serias actuaciones se ha ganado Perera la sustitución de Morante. Su firmeza es evidente; debía aunarla con una mayor flexibilidad, según las condiciones del toro. El segundo, suelto, flaquea de atrás, espera mucho a Curro Javier, que se la juega, y se duele, en banderillas. Dándole distancia, Perera, muy seguro, logra muletazos mandones, bajando la mano. El arrimón final, dejando que el toro apoye el pitón en la cadera del diestro, entusiasma. Pierde la oreja por pinchar, antes de la estocada. El quinto claudica ya de salida, apenas lo pican, pero embiste galopando, bonancible. Se luce Ambel, con los palos. Después de los péndulos, Perera aprovecha las alegres embestidas para ligar series lucidas de muletazos pero el toro pronto se apaga y la faena inevitablemente decae. Mata a la segunda.

Su gran virtud Roca Rey sigue siendo un vendaval, que arrasa y encandila a los públicos, pero lo hace con cabeza, además del valor evidente: ésa es, para mí, su gran virtud; no debe caer en el tremendismo, por buscar el éxito popular. El tercero, un bonito jabonero, con el enigmático nombre «Otus», ya flaquea en los lances de saludo, pero cumple en el caballo y galopa, en banderillas. Después de los muletazos cambiados, el toro embiste con bondad pero queda corto. Con inteligencia, Roca le va sacando muletazos; cuando se apaga del todo, recurre a los alardes de valor. Estocada de rápido efecto: oreja. El toro se ha quedado a medias; la faena, también, pero la seguridad del diestro supera con mucho a su escasa experiencia.

El último flaquea y apenas se señala el castigo; en la muleta, saca una gran nobleza. Después de hacer la estatua, Andrés, muy fácil y dominador, tira bien de la res, liga muletazos, en una faena completa: el toro «se deja» y él le hace de todo. Escucho cantos a la gran calidad de la res y hasta alguna voz pide el indulto: no reparan en que apenas lo han picado y, a pesar de eso, ha flaqueado varias veces, en la faena. Mata a la segunda: otra oreja.

Con toros flojos, que se apagan, diestros mandones como El Juli y Perera no acaban de brillar, aunque estén a gusto. Roca Rey ha demostrado su gran capacidad. Para los toreros, supongo que ésta ha sido una corrida casi ideal. También ha salido contento este benévolo público, pero la emoción profunda que producen un toro bravo, encastado, y un torero que domina su fiereza, es otra cosa. Así, el éxito resulta perfectamente descriptible. Con toros medios, los triunfos también son medios. Si el público quiere eso, no cabe duda de que se lo seguirán dando.

COPE

Por Sixto Naranjo. Roca Rey recupera la frescura

No tuvo suerte El Juli con su primer toro de Jandilla. Un animal que desde el capote demostró que poseía un escaso fondo de casta y nula clase en sus embestidas. Frenado y muy mirón, el madrileño tiró de oficio para lidiarlo sobre las piernas y pasaportarlo con brevedad con algo más de media estocada.

Más alto de cruz y de feas hechuras salió el cuarto. Arrolló en banderillas a Fernando Pérez, que se libró en un par de ocasiones de las tarascadas del toro. Julián fue haciendo poco a poco al toro, remiso a embestir por derecho de inicio. Atornillado al ruedo, firme en los toques, Julián supo conducir con mando la incierta embestida del animal. Al natural supo dar dimensión a los muletazos, llegando a relajarse por momentos. También lo cuajó en redondo cuando se cambió la muleta de mano. Pero todo lo realizado quedó emborronado por el mal uso de la espada.

El buen momento de Miguel Ángel Perera salió a relucir con el soso segundo. A este toro de Jandilla, pese a su nobleza, le faltaron muchas cosas. Vino y fue sin ninguna maldad pero sin chispa. El extremeño muleteó con mucho temple en la primera mitad del trasteo. Sin embargo, éste explotó cuando acortó distancias y comenzó a hacer girar al toro alrededor de su anatomía. Firmeza y valor a partes iguales. Un pinchazo bajo y una estocada perpendicular dejaron el premio final en una ovación de reconocimiento.

Hubo un amago de pique en quites entre Perera y Roca Rey en el quinto. Por ajustadas chicuelinas el extremeño y por caleserinas el peruano. Tuvo emoción el inicio de la faena de Perera. Humilló el toro y mandó el torero por abajo. La ligazón como arma y el toro respondiendo a la exigencia del torero. Pero al de Jandilla se le acabó la gasolina demasiado pronto y esa intensidad inicial fue decayendo. No así la voluntad del diestro, que de nuevo se encasquilló en el manejo de los aceros, perdiendo cualquier posibilidad de trofeo.

El jabonero tercero fue un toro que tuvo un gran pitón izquierdo. La movilidad que tuvo en los primeros tercios trocó en humillación y clase cuando se desplazó por ese lado en el de muleta. Lo vio pronto Roca Rey, que tras su habitual inicio de faena con un pase cambiado por la espalda cogió rápido la zurda para ir desgranando tandas de limpieza y largura. Siempre por abajo, por donde era más agradecido el de Jandilla. Como lo mató de un perfecto volapié, se pidió y concedió el primer trofeo de la tarde.

El sexto fue otro toro altón pero el de menos perfiles de la corrida de Jandilla. El astado tuvo un notable pitón derecho, por donde se deslizó con franqueza y gran clase. Roca Rey mostró su versión más fresca y clásica. Todo rezumó torería. El temple, el ajuste, la cadencia, el ritmo y la profundidad que imprimió el peruano a su toreo. No hubo espacio para lo accesorio, la faena se sustentó en el toreo más serio y cabal. Un primer pinchazo antes de un perfecto volapié dio paso a otra oreja de mucho peso.

22_agosto_17_bilbao.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:22 (editor externo)