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Real Maestranza de Sevilla

Jueves, 27 de abril de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Garcigrande, (1º, 3º, y 5º) y Domingo Hernández, (2º, 4º y 6º). Serios, desiguales de hechuras, sin nada el 1º, el 2º sin nada, 3º sin recorrido y peligroso, 4º un taco serio sin movilidad, 5º bueno con transmisión y de embestidas desiguales y un 6º soso sin movilidad.

Morante de la puebla: de mandarina y azabache. Estocada habilidosa, silencio. En el cuarto dos pinchazos, estocada media y tres descabellos, silencio tras aviso.

EL Juli: de azul pavo y oro. Dos pinchazos y estocada trasera, ovación. En el quinto estocada atravesada y descabello. Oreja tras aviso.

Alejandro Talavante: de negro y oro. Pinchazo y estocada atravesada y tendida y dos descabellos, silencio. En el sexto dos pinchazos, estocada algo tendida y descabello. silencio.

Presidente: José Luque Teruel.

Asesor artístico: Luis Arenas.

Tiempo: lluvioso.

Entrada: lleno de no hay billetes.

Galería fotográfica: https://plazadetorosdelamaestranza.com/oreja-juli-la-cuarta-abono/

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20174/27/20170427215853_1493323440_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver La cosa no va de kilos

La cosa esta del toro no va de kilos, ni de pitones siquiera, aunque es bueno, justo, equitativo y saludable que los tengan íntegros. Pues parecía que hoy iba de kilos. Como toreaba El Juli había que ir a Garcigrande por los toros. Y para que no los echaran para atrás dijeron vamos a traerlos grandes para que no hagan el chiste fácil con lo de “garcihicos”. La bravura, la casta, la raza es lo de menos. O, al menos, eso parece que le importa menos a las figuras. Por eso pasaron el reconocimiento los 9 que trajeron, por los kilos, La bravura va dentro y eso no se ve en el reconocimiento. El caso es que se juntó todo: una tarde de lluvia incesante y unos toros sin casta. Y en especial tres zambombos, “pregonaos” de que no tenían un pase, de Domingo Hernández. Morante fue pero no estuvo, total para lo que había. Y Talavante no tuvo mucha opción por más que se empeñó con el 3º. El Juli le echó casta al quinto y salvó parcialmente la tarde. Estuvo bien con el capote, sin concesiones de zapopinas y otras filigranas. Y se inventó una faena a un animal que apenas la tenía, matando esta vez sin aliviarse tanto. Para mí una oreja de esas que dicen de peso, porque echó mano de la casta, sapiencia y oficio que debe tener una figura.

ABC

Por Andrés Amorós. Solo brilla la casta de El Juli en la Feria de Abril

Tres primeras figuras, cartel de “No hay billetes”, lluvia continua, imagen más propia de San Sebastián o Bilbao que de Sevilla; toros flojos y deslucidos: la historia se repite. Solamente El Juli arranca una oreja. Es la única luz en una tarde de paraguas abiertos: en vez de cantar, “aburriéndose, bajo la Lluvia”.

Los toros de Garcigrande vuelven a estrellarse, en Sevilla: serios, grandes (tres, con más de 600 kilos) pero muy deslucidos; varios, además, flojos. El quinto es el único que permite cierto lucimiento.

Morante queda inédito, esta tarde, con dos reses que no le permiten desplegar su estética. El primero , “Despreocupado”, flaquea ya antes de varas y José Antonio sí se preocupa, hace un gesto de claro disgusto. Cuando coge la muleta, recordamos el chiste del orador pesado, que comenzaba así su discurso: “Seré breve”. Pero este diestro sí lo cumple. Como el toro se cierne por la derecha, apunta algunos esbozos de naturales, sin confiarse, y en seguida desiste. Yéndose, lo mata muy mal. Lo peor es que le queda el cuarto, un “Chalado” de 637 kilos, alto, largo y astifino. El picador le zurra la badana a modo, hasta el centro del ruedo, en la primera vara, y pega fuerte, en la segunda: se lleva la pitada pero cumple lo que su maestro quiere. El toro es incierto, complicado, pero Morante tampoco deja verlo, corta por lo sano y mete la mano con habilidad. El mitin suscita la lógica bronca. Le quedan dos tardes más, en la Feria…

El tercero no quiere caballo, se pega una costalada, gatea. En banderillas, saluda Trujillo, tan acertado como siempre, que provoca y aguanta la embestida. Sin probaturas, Talavante le llama desde el centro, traza buenos derechazos; por la izquierda, sufre tres coladas y, aún así, se pone en el sitio, le saca algunos naturales. Se ha mostrado solvente, sin brillo, pero mata mal. El último no vale nada y Alejandro no se confía.

Lances de torero artista El Juli siempre saca partido de los toros de Garcigrande. El segundo pierde las manos y muestra su mansedumbre en la clara querencia a chiqueros. (Una vez más, recuerdo el hermoso soneto de amor de Miguel Hernández: “Una querencia tengo por tu acento…”). Se luce en chicuelinas, con el compás abierto – estilo José Tomás- y clásicas. Le jalean, sobre todo, los recortes finales. (Un síntoma claro del público actual, que suele aplaudir más el pase del desprecio que los naturales). Andando con torería, se lo lleva al centro y, en seguida, lo mete en la muleta. El toro se mueve pero las embestidas son irregulares. Consigue buenos muletazos pero también surgen enganchones. Comenta mi vecino: “Faena desigual, le falta continuidad: como las del Betis” (y él es del Sevilla). No mata bien. Pero le queda el quinto, “Estrella”, que sí le trae buena. Sale alegre, acude pronto al caballo de Barroso, que mide bien el castigo, atempera la velocidad del toro: logra Julián algunos lances lentísimos, propios de un torero artista. Comienza la faena muy bien, rodilla en tierra, y manda mucho en derechazos de mano baja. El toro protesta, se desentiende, pero El Juli, poderoso, consigue ligar naturales. Suena, ¡por fin!, la música y nada menos que la maravilla de “España cañí”. Ha alargado demasiado y suena un aviso. Se vuelca al matar: merecida oreja. Su capacidad y su casta han sido los únicos rayos de luz en una tarde húmeda y plomiza, nada sevillana..

POSTDATA. En la Plaza de España, tan hermosa como su nombre, proyectada por Aníbal González para la Exposición de 1929 y que aparece en películas como “Lawrence Arabia” y una de la serie de “La guerra de las galaxias” , a cada una de las provincias españolas se les dedica un banco de cerámica. Barcelona aparece como una provincia más, situada, por orden alfabético, entre Baleares y Burgos. En su panel, veo la recepción que ofrecen los Reyes Católicos, en el Salón del Tinell, a Cristóbal Colón, al volver de América, y los escudos de los Reyes. Cuando se hizo este panel, nadie podía imaginar que Cataluña quisiera imponer su independencia “a España” (no “al resto de España”, como debe decirse), ni que la Tauromaquia, reconocida en España como Patrimonio Cultural, estuviera, a la vez, prohibida, en Cataluña. Así estamos…

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. El Juli vuelve a salvar a Garcigrande

Una lluvia fina vino a sumarse a la expectación desbordada. Un arcoiris de paraguas decoraba la Maestranza. El abanico de colores se reflejaba en el ruedo. Morante de la Puebla, de mandarina y azabache, sumaba su tonalidad a la paleta del albero.

Caló más el sirimiri constante en el toro que en el ruedo. Como si toda la supuesta casta del garcigrande se hubiera aguado. De atacadas hechuras por delante el castaño, no había nada en su interior. Tan definido prematuramente por su pobre celo y su limitado poder. Ni en las verónicas esbozadas de Morante en el saludo descolgó. Su condición distraída creció, a medida que avanzaba la lidia, en el capote de Carretero. No ofreció la mínima opción al torero de La Puebla y se impuso la brevedad.

En esa línea basta del primero, apareció el ancho segundo. Cuajado de carnes y acucharado en su negritud. Su tendencia a soltarse marcó los tercios previos, siempre basculando hacia toriles. Juli lo midió en el caballo. Un quite por chicuelinas y tijerillas, que en la modificada interpretación julista se han dado en llamar julianas, levantaron los ánimos y los oles. El Juli se quedaba de piedra cada vez que remataba su lance. Como si vendiese el producto de su creatividad con un ensimismamiento teatral. Respondió Alejandro Talavante por Chicuelo y no le salió la cosa. De tanto que se abría la embestida, Talavante se quedaba como desairado y solo. Se complicó el toro en la muleta especialmente por el pitón derecho. El Juli encajó dos o tres derrotes a mitad de viaje. Cabeza y oficio de conocedor de la ganadería que parece que hubiera parido para tapar y querer romper hacia delante. Y así por la mano izquierda conquistó una tanda de largo trazo. Pero el garcigrande de Domingo Hernández agradecía poco el trato y se descomponía todavía más en los toques. Desagradecido y más agrio de lo que aparentaba. Julián López cumplió por encima de las circunstancias. Y con la espada abandonó definitivamente la suerte.

Alejandro Talavante pasó como de puntillas con un tercero más fino. De generoso cuello y parca fuerza. Aquella nobleza sin motor no pudo ser exigida para que trepasen los derechazos de notable concepto. A izquierdas el toro, de pronto, se le vino al cuerpo directo. Pasado el trámite de los naturales, el fondo trémulo se había agotado. Talavante entró a matar sin fe. Las ovaciones más fuertes sonaron para Trujillo con los palos.Morante no lo vio por ningún lado con el grandón y agresivo cuarto. La acorazada de picar se excedió para corregir lo incorregible, el aire desabrido y gazapón del toro. No hubo miramientos para tirar por la calle del medio. Inédito se marchó el genio.

La armónicas hechuras del quinto se sumaban al refrán y a su nombre y prometían lo que fue: un buen toro. Aunque con sus matices. Juli lo bordó con el capote. Muy mecido y atemperado, acompañando con el cuerpo hasta la espléndida media verónica. Ese son de despaciosidad mantuvo el coreado quite, soberbiamente abrochado de nuevo a la cadera. El Juli, consciente de las posiblidades, brindó a Sevilla. Y dibujó una obertura rodilla en tierra de tintes ordoñistas. La ronda inicial de derechazos marcó, cuando el garcigrande se movía con su nobleza más suelta, lo que requería la embestida: todo muy por abajo. Juli arrastró desde entonces una cuarta la muleta, muy roto y sabio para esperar el tempo necesario. Ese tempo en el que el toro parecía venirse andando antes de cambiar el ritmo. JL lo crujió. También al natural, empapando la muleta en la arena ya calada, destroncado y hundido. Las luquecinas se colaron en el repertorio ligado. Un desarme inoportuno remontó El Juli, que de nuevo con la izquierda volteó la Maestranza. Ahora atacó la suerte suprema con el convencimiento del triunfo. Tardó el toro en doblar por la colocación pasada y atravesada de la espada. Necesitó del verduguillo. Cayó la oreja en justicia. Julián había salvado la tarde. Y otra vez a Garcigrande. Como en Valencia. Quizá con más fortuna.

Porque el sexto fue un mulo inexplicable. Como un caballo. Y como mulo o caballo respondió. Alejandro Talavante probó los topetazos y no se complicó la vida.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El Juli, un trofeo en un festejo decepcionante

Era uno de los carteles estrella del abono: José Antonio 'Morante de la Puebla', Julián López 'El Juli' y Alejandro Talavante, que se saldó con muy poco contenido artístico y en el que , el único de la terna que buscó con ahínco el éxito, cortó la única oreja en un festejo decepcionante y muy lejos de la expectación creada en una tarde pasada por agua.

En el balance, con lleno de 'No hay billetes', se lidiaron toros de Garcigrande-Domingo Hernández, misma casa ganadera, dispares en hechuras, con exceso de quilos y escasa casta. Morante de la Puebla, silencio y pitos tras aviso; El Juli, palmas y oreja tras aviso; Alejandro Talavante, silencio y silencio.

Lo más destacado, en una tarde cerrada en lluvia, corrió a cargo de El Juli ante el quinto toro que tuvo el mérito de la entrega, sobando y confianza al astado. Lo más brillante artísticamente sucedió en un quite en el que toreó con suma suavidad a la verónica. En un trasteo muy laborioso y dilatado fue, poco a poco, imponiéndose como la persistente lluvia que no paró de caer durante la celebración del espectáculo. Brilló en una serie al natural de mano baja y una tanda con la derecha con muletazos largos, todo ello acompañado por los sones 'Suspiros de España'. Mató de estocada y descabello y el personal solicitó el premio, que fue concedido.

El Juli, variado con el capote ante su manejable primero, realizó una faena en los medios voluntariosa y mal rematada con la espada, que no alcanzó vuelo.

Morante pasó de puntillas ante el que abrió plaza, un animal sin fuerza ni celo.

Al cuarto, un astado serio, de excesivo peso -¡637 kilos'!- lo masacraron en varas. La mayoría del público la tomó con el picador, sin entender que los varilargueros ejecutan lo que sus jefes de filas les ordenan. Aun así, el toro parecía tener empuje. Morante se inhibió y estuvo mal con los aceros.

Talavante se las vio en primer lugar con un toro que aunque no tuvo clase, llegó a moverse. El pacense se perdió en una labor sin intensidad.

Ante el sexto, otro regalo para los carniceros -637 quilos-, Talavante no apostó ni un euro. Se lo quitó del medio tras un ligero macheteo y reiterados fallos con los aceros.

El espectáculo, pobre, quedó en las antípodas de la expectación despertada.

La Razón

Por Patricia Navarro. El Juli, un grande en la guerra de paraguas

No sé, no sabía, si llegaría ni cerca ni lejos la faena soñada pero a los cinco minutos de empezar estábamos calados hasta los huesos. Si Sevilla es dura ya de pura piedra y tetris, entramos en jaque mate bajo la lluvia. En la guerra de paraguas se nos fue la tarde, porque nadie abandonaba el lugar. La esperanza no decaía a pesar de que el cielo no dio tregua ni un puñetero minuto. El que estuvo más cerca de hacerlo fue el toro. Maldita sea. El primero de Garcigrande, turno Morante, para estar en situación, salió con las fuerzas y la bravura en el descuento. No tenía ni para mendigar. Y por ahí no tragó Morante. La espalda empapada lo agradeció. Brevedad ante la nada. Premeditación en el tercio de varas hubo con el cuarto. Dos encuentros forzosos en contra del último tercio. Y no fue. Desigual el toro de ritmo y desdibujado Morante. También con la espada.

A ras del suelo las manos en las verónicas de recibo. Saludo de Juli. Quite cadencioso, el toreo en silencio y remate que multiplicó por dos para más gloria, que lo tuvo todo. Tijerilla tal vez. Con despreció quizá. Torería en esencia. A El Juli le replicó Talavante y la plaza enmudeció. Sonaba la lluvia. Lo mejor fue el remate y prendernos la atención. Sobrado fue el comienzo de faena de Juli. Y transmitió. Por la derecha no era claro el toro y le avisó. Aviso sobre aviso, peligro inminente en el horizonte. Resolvió al natural con una buena tanda y le ganó la partida al toro que le faltó entrega y continuidad. Con las manos desafiando las alturas paró al quinto. Bonitas las verónicas tan bajas y una media a ralentí. Muy despacio quiso volver a torear después del primer buen puyazo. Y lo consiguió. Los tiempos suyos. Inequívocamente. Los de El Juli. Le faltó final al toro pero el mejor sin duda de la tarde. Había torero. Centrado con el Garcigrande sacó una tanda de naturales extraordinaria, después cuando había conseguido el milagro de hacer tocar la música, se fue desdibujando la faena entre la falta de celo del toro y algún enganchón. Su pundonor fue el reenganche, el nexo de conexión, la brújula a la que agarrarnos mientras Julián se aferraba al toreo, muy por abajo, templado y en busca del ritmo. Y a él fuimos de lleno. Tras la espada Julián y el trofeo. Le ganó la batalla a la guerra de los paraguas.

A Trujillo el tercero le puso a prueba de veras. Midió, esperó y acortó distancias cuando la distancia ya era mínima. Torerazo de plata. Codicia tuvo el toro y buena clase. Engañosa. Se tapó el animal por el pitón diestro y se descubrió al natural con varias coladas. No era claro. Ni quiso. Y Talavante plantó cara con parsimonia en mitad de la lluvia. El sexto se lo quedó todo por dentro: reservón y muy mirón, no quería cruzar ni el primer envite. Abrevió Talavante. Juli se había llevado la tarde. Sin tregua de lluvia y calados. Julián López. Decíamos.

El País

Por Antonio Lorca. El toro antitaurino

La búsqueda incansable de la suavidad puede acabar con la fiesta de los toros. Y si no, al tiempo. Las figuras de hoy están empeñadísimas en ello y seguro que lo consiguen más pronto que tarde. Lo uno y lo otro: la suavidad total y la desaparición de la fiesta.

Mientras toreros como Morante, El Juli y Talavante no entiendan que el toro moderno, estos de Garcigrande o cualquier otro de los apetecidos y exigidos por ellos, carecen de la más elemental emoción, que es condición indispensable para la pervivencia de la fiesta, no habrá futuro despejado.

Gordos, los toros elegidos por las figuras, con las fuerzas muy justas, ahogados algunos de ellos a las primeras de cambio, pero nobles y bondadosos hasta la idiotez. Ese es el toro que expulsa a la gente de las plazas; ese es el toro que aburre y desespera; el toro antitaurino. Pagar 100 euros por un tendido de sombra y calarte hasta los huesos —cayó una fina lluvia durante todo el festejo— porque la tarde no estaba para llover y has dejado el paraguas en casa merece, al menos, el sufrimiento incontenible de una buena tarde de toros. Pero no; estos de Garcigrande no hacen afición. No fijan población taurina en las plazas más allá de espectadores ocasionales ávidos de diversión y orejas facilonas.

Una cortó El Juli al quinto toro de la tarde, que acudió con alegría al caballo, donde no lo picaron como es de rigor, lo que provocó la ovación del respetable, algo ya habitual en la Maestranza. Fue pronto en banderillas y llegó a la muleta con esa suavidad tan perseguida por su lidiador. Resultó, sin embargo, que las cosas no rodaron según lo previsto. El toro soltaba la cara, embestía de forma irregular y esta condición determinó una faena larguísima e intermitente, en la que hubo destellos de enorme torería con tiempos muertos, compases insulsos y hasta un desarme, que provocó un descanso momentáneo de la música, que volvió a las notas en cuanto el torero tomó de nuevo la franela. Oreja, al fin, de poco peso.

Quede constancia, no obstante, de que El Juli había toreado muy bien con el capote toda la tarde. A este quinto lo recibió con unas verónicas muy templadas y volvió por la misma suerte en el quite, que cerró con dos medias lentísimas. Mejor, si cabe, estuvo en el segundo. Lo recibió con tres verónicas y media de categoría, y, momentos después, lo quitó con dos chicuelinas lentísimas rematadas cada una de ellas con el envés del capote, que provocaron el delirio en los tendidos.

Ese es el toro que buscan las figuras, ese toro tan noble que se convierte en un juguete en sus manos, ese toro que encierra riesgo, claro que sí, pero parece un muñeco. Después, sucedió que no hubo faena de muleta; iba bien el animal por el lado derecho, pero en la segunda tanda vio el vestido del torero cuando pasaba cerca de sus muslos y el gesto extraño no le gustó a nadie, especialmente a El Juli. Y ahí se acabó la noticia. Una mirada furtiva y esquiva descompuso la faena.

Morante no tuvo su tarde; bueno, lo que no tuvo fue su toro, porque su ánimo parecía intacto. Un buey de carne fofa era su primero, tan docilón como parado desde que pisó el ruedo maestrante. Era el antitoro, ese que adultera la esencia de la lidia y la convierte en un espectáculo denigrante. Una ruina. El cuarto no le gustó al torero desde sus primeras embestidas al capote. Le dieron de lo lindo en varas y Morante, siempre a la defensiva, se lo quitó de encima —era una birria— de la mejor manera que supo.

Tampoco fue la ocasión propicia de Talavante, siempre tan esperado. Se lució en un quite por chicuelinas en el segundo de la tarde y ese fue todo su bagaje. Acelerado y destemplado se mostró con la muleta ante el segundo, que se acabó pronto, y al que dio pases de muy baja intensidad. El sexto engañó en el caballo y se quedó como un guisando en el tercio final. Hizo bien Talavante en no aburrir al personal y finalizó con brevedad.

He aquí el resultado de las exigencias de las figuras: una tarde desesperante. El toro antitaurino tiene estas cosas. A ver si se enteran…

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Como el sombrero de un picador

Escribir de una corrida intuida entre los ojales que se abrían en el arrecife de paraguas es un empeño azaroso. Tomar cualquier nota zafándose de los chorros de agua que buscan el camino más corto para calar el último hueso lo es aún más. En el siglo de las comodidades cabe preguntarse qué sentido tiene celebrar -desde el primer hasta el último toro- un espectáculo que no puede ser tal. No fue un chaparrón, ni siquiera una lluvia más o menos intermitente. La tarde metida en agua puso mucho de su parte para reventar una corrida en la que casi nunca hubo toros y en la que sólo se percibió un único matador resuelto para caminar sobre las aguas, si se permite la licencia bíblica.

Pero con o sin la oreja que cortó El Juli, la corrida fue un auténtico fiasco. El agua, el petardo cósmico de los demandados, codiciados y cotizados toros de Garcigrande y hasta la expectación defraudada -se había puesto el cartel de no hay billetes- se encargaron de dar al traste con la corrida estrella de este ciclo continuado de festejos abrileños que hoy continúa con perspectivas de nuevos y nutridos chaparrones.

Pero tenemos que agarrarnos, no nos queda otra, al único clavo ardiendo. Fue esa actuación global de un Juli responsabilizado y responsable. La plaza se había llenado; habían decidido tirar para delante a pesar de las aguas y las nubes y sólo cabía arrimarse y dar lo mejor de cada uno. Así lo entendió el madrileño en sus dos toros, en todos los tercios, con el capote y la muleta… aunque el acople definitivo sólo llegó con ese quinto -esta feria va de quintos toros que salvan encierros completos- al que cuajó de cabo a rabo manejando el percal antes de plantarle cara con la pañosa. Julián gustó y se gustó toreando a la verónica, improvisando remates, cordobinas, medias hondas… se le notó agusto en la lidia y con ganas de recuperar el tiempo perdido en una plaza que le ha dado mucho y a la que, ojo, también ha entregado tanto. Con ese plan, instrumentó una faena variada de terrenos y algo deslavazada en la estrucuctura la que primó la hondura sobre la estética. El Juli se sintió al natural; se abandonó en las luquecinas y se sintió siempre agusto en la cara de un toro al que mató pronto y hasta bien. Y cayó la oreja…

Pero Julián también había salido dispuesto a arrear con el segundo de la tarde cuando las perspectivas de algún clarito habían empezado a alejarse sin remedio. Ese animal también le permitió lucirse con el capote, engaño con el que el joven maestro se siente realmente artista. Los lances naturales o a capote vuelto -llámenle cordobinas si quieren- tuvieron el don de la cadencia y el temple y arrancaron los primeros oles de una tarde en la que era tan difícil aplaudir sin soltar los paraguas. El Juli se sintió dueño de la escena, amplificando una quietud con el toro suelto que prendió en el canonizable y empapado público de Sevilla. Pero ese aire rajado -el toro se abría en los embroques- no tendría continuidad en la muleta. El Juli le sacó un puñado de naturales; le aguantó algún mal modo y anduvo por encima de sus dificultades. No les podemos contar mucho más.

¿Qué podemos recordarles de Morante y Talavante? Dejémoslo en que no tuvieron su tarde aunque tampoco sortearon los menos malos del pésimo encierro de Garcigrande. El diestro de La Puebla dejó apuntes y esbozos con el primero del naufragio, un animal prematuramente desinflado con el que sólo cupo la receta de la brevedad. Cuando salió el cuarto pesaba la tarde y empapaba el agua y Morante supo muy pronto que aquello era una pérdida de tiempo. Le dieron fuerte y flojo en el caballo y el cigarrero andaba loco por encontrar algún hueco para dejar la espada. No desesperen: aún le quedan dos en la Feria.

Una de ellas, con toros de Núñez del Cuvillo, será con Alejandro Talavante que no se dio ninguna coba -y bien que se le agradeció- con el pésimo ejemplar que cerró la tarde. Con el tercero quiso más: llegó a templarse con el pitón derecho pero unas cuantas coladas por el lado contrario acabaron por enfriar los entusiasmos. Para qué vamos a andarnos con historias. El de Badajoz pasó como una sombra de sí mismo. Ahí al lado tienen el avance del cartel de esta tarde. Preparen los paraguas.

Sevilla Temporada 2017

27_abril_17_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:13 (editor externo)