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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Sábado, 29 de septiembre de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de García Jiménez (mansos).

Diestros:

Juan José Padilla: de tabaco y oro. Silencio y oreja

Morante de la Puebla: de grana y oro. Silencio y ovación

Andrés Roca Rey: de blanco y plata. Silencio y oreja

Presidente: Anabel Moreno Muela

Tiempo: caluroso

Entrada: lleno de no hay billetes

Galería de imágenes: https://plazadetorosdelamaestranza.com/padilla-y-roca-rey-cortan-una-oreja-cada-uno-en-tarde-de-enorme-expectacion/

Video: https://vimeo.com/292511795

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Todavía siguen saliendo bueyes por chiqueros

Es noche cerrada, Sevilla revienta de ambiente en sus calles, en la “inventada” “Velá” de San Miguel en el antiguo Muelle de la Sal, en Triana, en todos los bares y plazas y rincones. Bueno, pues todavía siguen saliendo bueyes por la puerta de chiqueros, de esos que manda Matilla, con el beneplácito de la empresa y el visto bueno de los toreros, que los quieren en sus corridas (no nos equivoquemos) y mandan a verlos al campo veinte veces. Uno y otro y otro, a cual más manso…al sexto lo echaron para atrás por manso (cosa que no está en el reglamento), y salió otro peor…Ahora, me apuesto con cualquiera a que Matilla trae dos corridas o tres a la Maestranza la temporada que viene. Después de esta mansada, moruchada, de feos bueyes rocieros, le debería caer un castigo de no volver al Arenal en dos décadas. Pero no será así. Padilla se despidió a lo suyo, con una faena populachera, indigna de la plaza, peleado como siempre con la estética, amenizada por la música desde que montó la muleta. Y le dieron una oreja de pueblo por aquello de que se despedía. Morante dejó detalles de gusto y después a correr detrás de los cornúpetas como todos. Y Roca Rey hizo un esfuerzo descomunal por sacar algo del imposible último, para agradar al público y lo consiguió. En fin, que Padilla ya se ha ido, pero yo creo que todavía están saliendo bueyes como para el camino de unas pocas de hermandades del Rocío…

Lo mejor, lo peor

Lo mejor

Quizás lo mejor de la tarde fue el lleno de no hay billetes. Algo se le vio a Morante con el capote a la verónica de manos altas. Juan José Padilla se despidió de Sevilla muy arropado por los suyos y siendo premiado con una oreja. Cuando todo parecía estar perdido apareció Roca Rey en el sexto con el sobrero y despertó los tendidos pisando fuerte en terrenos dificultosos y de alto riesgo, puso la emoción que el toro no dió y le arrancó la oreja.

Lo peor

La corrida de expectación fue corrida de decepción. Los toros de HNOS García Jiménez no pusieron de su parte; sosos, mansos y muy sueltos de salida. Sin toro no hay fiesta.

El País

Por Antonio Lorca. Se entonó el gorigori

El momento más intenso, emotivo y emocionante de la tarde nada tuvo que ver con el toro. Lo que son las cosas. Roto el paseíllo y mientras los toreros tomaban contacto con los capotes, se hizo el silencio. De pronto, allá en la grada, unas tímidas palmas se extendieron como la pólvora, el público se levantó de sus asientos y sonó una ovación musical, unánime, sentida, entrañable…

Padilla, resguardado en el callejón, pisó la arena con parsimonia. Tocado con un pañuelo negro en la cabeza, el capote doblado sobre el brazo izquierdo y sostenido en la cadera, y la montera en la mano derecha, inició un camino a paso quedo, parsimonioso y solemne, hacia el centro del anillo. Cuando llegó a la boca de riego, la plaza se había convertido ya en una explosión de cariño. Desde allí, Padilla levantó los brazos y recogió emocionado el afecto y el respeto de una afición que lo ha hecho hijo suyo sin ser torero artista ni del gusto de esta plaza. Pero ese es el premio de los héroes, y Padilla, con toda seguridad, pasará a la historia como tal.

La ovación fue interminable, de esas que se recordarán durante mucho tiempo. Ese fue el momento más intenso de la tarde. La despedida soñada para el diestro gaditano.

Después, hubo otros instantes de interés, también sin toro, por cierto. Cuando, por ejemplo, la banda de música arrancó con un pasodoble en el inicio de la faena de muleta de Padilla al cuarto, el de su adiós, y las notas acompañaron una labor tan pundonorosa como desvaída e insulsa ante el único toro que se movió. Antes de montar la espada, Padilla agradeció el gesto al director de la banda y otra ovación acompañó a los protagonistas. Mató con efectividad y le concedieron una generosa oreja que paseó entre el jolgorio general. Una vuelta al ruedo a paso de palio, de esas que un torero imagina mil veces y nunca cumple. Nada pudo hacer Padilla ante el descastado primero, cuya lidia dejó en manos de su subalterno Daniel Duarte, quien se lució con extrema brillantez. Además, no banderilleó a ninguno de sus dos toros, y -cosa curiosa- se le vio inhibido toda la tarde.

Pues todo esto fue el canto del cisne de otro, el gori gori -el responso- del toro y quién sabe si de la propia fiesta.

Si lo mejor que hay en el campo bravo para la muy prestigiosa plaza de la Maestranza y la histórica Feria de San Miguel son los toros de la familia García Jiménez, (Matilla, para entendernos), que el último apague la luz y cierre la puerta de la tauromaquia.

Toros birriosos, mal presentados, mansos, descastados, parados, acobardados, tristones, noqueados…

Morante solo pudo esbozar un manojo de verónicas con más voluntad que hondura artística al quinto de la tarde, que pronto huyó con descaro de las cercanías del matador y rompió todas las ilusiones Su primero fue un trozo de carne fofa y mutilada.

Y no corrió mejor suerte Roca Rey. El tercero se lesionó la mano derecha y ahí acabó todo. Ante el sobrero sexto hizo un alarde de valor y técnica y tras un pinchazo hondo paseó otro apéndice fruto de la exageración.

ABC

Por Andrés Amorós. Cariñosa despedida a Juan José Padilla en Sevilla

¡Qué gozo volver a Sevilla por San Miguel! Esta vez, no hay veranillo sino «una calor antigua» (como escribió Antonio Burgos. Con un gran cartel, se agotaron los billetes hace días. Da gloria ver la Plaza de los Toros repleta de gente ilusionada. Por desgracia, la mansedumbre, flojera y falta de casta de los toros de Matilla da al traste con todo. El cariño que merece Juan José Padilla, en su despedida, logra el premio de un trofeo; otro arranca a fuerza de valor Roca Rey, en el último toro de su temporada. Morante deja pinceladas exquisitas. En conjunto, muchísimo menos de lo esperado: con esta birria de toros, la decepción es inevitable.

Sacan a saludar a Padilla, al comienzo. El primero, bien lidiado por Duarte, tardea y protesta. Intenta comenzar de rodillas pero el toro se lo impide, desarmándolo: es un «esaborío» (dice mi vecino Eugenio) que no quiere embestir, sólo alarga la gaita, para defenderse. Se muestra muy seguro con la espada. Resumen: no ha habido toro.

Morante no quiso torear en la Feria de Abril, quizá por huir de la televisión (la cómoda estrategia de José Tomás). No ayuda eso a la Fiesta. ¿Lo haría su admirado Joselito, que, en siete años de alternativa, toreó veintidós corridas como único espada? «Per aspera ad astra», decían los latinos, y es el lema de nuestro Ejército del Aire: «A las estrellas sólo se llega por el esfuerzo…» El segundo huye y se para. Dibuja Morante fáciles verónicas. Intenta replicar a las ceñidas chicuelinas de Roca Rey pero el toro se lo impide.Aprovechando el viaje, deja algunas pinceladas estéticas… y se acabó. La gente ha estado deseando aplaudirle toda la tarde.

Niño Sabio de Lima y Virrey Perulero del toreo ha proclamado Antonio Burgos a Andrés Roca Rey, al final de su arrolladora temporada. Su triunfo estaba cantado: tiene cabeza clara, valor sereno, ambición juvenil. ¿Quién se resiste a esa unión? Unos toros tan mansos y descastados como los de esta tarde. El tercero se le cuela y lo lidia; se queda sin picar y surgen las lógicas protestas. Comienza con muletazos cambiados de rodillas pero el toro huye y se lastima la mano. Sin cuadrar, pincha.

El cuarto viene cruzado, de salida. Brinda Padilla su último toro, en esta Plaza, a los doctores Indalecio y García Perla. Apenas comienza la faena, arranca la música: ¡buen detalle de la sensibilidad sevillana! Con oficio, le va sacado algunos muletazos, tira de recursos, desplante de rodillas. (Antes de entrar a matar, agradece el gesto de la banda). De nuevo, muy seguro con la espada. El público exige la oreja: en la clamorosa vuelta al ruedo, va despidiéndose de muchos operarios, recoge globos negros y las banderas española y pirata, se guarda un poquito de albero. Es el justo premio a toda una carrera de valor y honradez.

En el quinto, Morante dibuja preciosas verónicas y una serpentina. Ilusiona el comienzo de faena, con ayudados, cargando la suerte, pero el toro huye, da dos vueltas al ruedo, barbeando tablas. Mañana será otro día.

Devuelto por flojo el sexto, el sobrero es tan flojo y manso como sus hermanos. En su último toro de la temporada, Roca Rey le saca lo poquísimo que tiene, acaba asustando con sus bernadinas, cambiando el viaje, y arranca una oreja.

En su segunda etapa, Padilla logró el sueño de abrir la Puerta del Príncipe. Feliz y melancólico –supongo– se despide de esta Plaza: ya no volverá a escuchar el descorrer del cerrojo, ni adivinará la mirada de la Giralda, para ver las buenas faenas…

¡Felicidades, torero!

29_septiembre_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)