Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


30_septiembre_21_sevilla

REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Feria Extraordinaria de San Miguel

Jueves 30 de septiembre de 2021

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Hnos. García Jiménez-Olga Jiménez (2º) (correctamente presentados, con diferente juego; bravos y nobles, aunque flojos en general; aplaudidos 1º y 3º, pitado el 4º, protestado el 5º)).

Diestros:

El Juli: Estocada trasera (oreja); pinchazo que escupe, estocada contraria (silencio).

José María Manzanares: Tres pinchazos, media estocada tendida (saludos desde el tercio); estocada recibiendo (oreja).

Paco Ureña: Estocada contraria y caída (silencio); estocada trasera, rueda sin puntillas (oreja).

Picador que destacó: Óscar Bernal, en el 3º.

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: más de tres cuartos de plaza.

Imágenes

Video resumen AQUí

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Los de Matilla no aburrieron

Hoy estoy seguro que las opiniones se dividirán. Para unos un corridón de toros, para otros un porquería de festejo. Ni tanto ni tan calvo. Hubo toros buenos, el primero fue el mejor, aunque el segundo también fue bueno. El quinto tenía calidad y clase pero estaba flojo de cuartos traseros. Y el cuarto no se sabe, porque entre lo que le atizaron en el caballo y la voltereta quedó disminuido para lo que parecía ofrecer. Con este material, qué hicieron los toreros. Pues El Juli no apretó el acelerador en el primero, que era de dos orejas y se conformó con una faena típica para cortar orejita. Hubo descarados “julipiés” en los dos porque evidentemente no le da vergüenza irse de esa manera tan bochornosa de la suerte. Manzanares completó una faena templada y limpia con el buen segundo, pero lo pinchó sorprendentemente, y se ganó la oreja del quinto, del que vio su bondad aunque renqueaba de atrás y no provocó la devolución. Y Ureña, que tuvo el peor lote, arrancó un trofeo del sexto a base de valor y constancia, aunque la espada no cayó en su sitio. Ni corridón ni petardo, pero, eso sí, no nos aburrimos. Que no es poco.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. Completo encierro de la familia Matilla, de variado juego y dando opciones de triunfo a los toreros que finalmente acabaron paseando una oreja cada uno. Los toros de Hnos. García Jiménez y Olga Jiménez (2º), con sus más y sus menos, aprobaron en su paso por sevilla. Destacó el bravo y repetidor primero y la clase del quinto. Sin duda lo mejor que llevamos de serial por ahora.

Lo peor. El Juli y Manzanares no tuvieron su tarde, aunque el resultado pueda confundir a más de uno. Julián aplicó a su primero un faena de gran técnica pero de poca verdad con detalles sueltos que parecían hacer lo medio bueno mejor de lo que era y metiendo en el bote a una afición totalmente desconocida que le pidió una orejita. Manzanares pecó de estética toreando a un manso primero que repitió bien pero con el que acabó aburriendo debido a su exigente mando y duración en las tandas de inicio. Lo del segundo de su lote, un toro invalido al que se le pidió que se le devolviera, fue aún peor. Manzanares sacó dos tandas ligadas que parecieron hipnotizar a aquellos que pitaban, fue después cuando el toro dijo hasta aquí la mentira y terminó cayendo inválido al suelo. Una estocada recibiendo bastó para que los pañuelos volvieran asomarse pidiendo la oreja al presidente.

Crónicas de la prensa

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Tres toros de triunfo y tres orejas matizables

Ya lo indica el titular: en la corrida de los hermanos García Jiménez, abierta en dos de los hierros de la casa Matilla, hubo tres toros que ofrecieron posibilidades para amarrar un gran triunfo en la plaza de la Maestranza. No está más reseñarlos antes de entrar en honduras: fue un primero codicioso, que humilló siempre y que tuvo un puntito justo de carbón. Con el aplomado tercero, era el único cuatreño que desembarcó en los corrales del Baratillo procedente de los campos de Salamanca. En el podio también hay que incluir el segundo, un cinqueño -manso sin paliativos- que resultó más que potable en la muleta.

Redondeamos el cuadro de honor con un cuarto próximo a cumplir seis años que cantó en sus magníficas hechuras –cuello largo, manos cortas y pitones arremangados- la excelente clase y humillación que ofreció en la muleta. El presidente Luque Teruel, por cierto, acertó al aguantar la presión del público que demandaba su devolución por su flojedad de manos. Y ya que andamos con la reseña ganadera no está de más recordar que el envío de los Matilla se completó con un cuarto que acabó defendiéndose de puro flojo y un sexto manso y genioso que iba a permitir a Ureña escenificar un premiado esfuerzo que le viene como agua de mayo en una temporada opaca.

Reseñados los toros es el turno de los espadas, de lo que pudieron hacer y lo que dejaron sin redondear en un extraño festejo que abrió la puerta a la recta final de esta atípica Feria de San Miguel que ya se antoja un punto larga. Se cortaron tres orejas, sí. Y las tres merecen matización en función de las reses a las que fueron cortadas. Pues vamos por partes… La primera se la llevó El Juli del primero de la tarde –ya hemos hablado de su condición- por una faena que tuvo mejor comienzo que desarrollo.

El madrileño se empeña en imponer esos muletazos de trazo bajo y curvo sin administrar las condiciones de su enemigo que pedía empujarle hacia adelante, ayudar a su embestida. A la faena le faltó esa dimensión diferencial por más que trufara buenos muletazos por ambos pitones sin acertar a apurar la embestida de su enemigo. El estoconazo, cobrado desde su peculiar saltito, amarró el trofeo. Quedó la sensación de que el otro se quedó colgando. El cuarto no tenía mala condición pero fue imposible armar faena mientras el bicho perdía las manos y acababa defendiéndose de puro flojo. Tocaba irse a por la espada…

La segunda oreja de la tarde la cortó Manzanares pero es que podría haberse llevado otra del segundo, un toro que huyó de todo y de todos en los primeros tercios pero que escondía muy buena condición para la muleta. El alicantino lo supo ver desde los primeros muletazos al natural pero hay una pega en su actual versión que impide que las faenas sean realmente compactas: las tandas de pases rara vez pasan de dos más el remate. Así es imposible pasar esa raya que separa lo excepcional de lo correcto por más que cuaje muletazos aislados de excelente trazo. El toro cantó su condición de manso en el último tramo de esa labor elegante y compuesta a la que le faltó ese punto de más. Eso sí, su infalible espada se atascó esta vez escamoteando la oreja que sí le cortó al quinto.

Ya hemos dicho que fue un animal de excelentes hechuras que se libró por poco de volver a los corrales. Sus manos cortas eran también de mantequilla pero la clase de su embestida larga, enclasada y humillada se acopló a la perfección a la elegante labor de Manzanares que volvió a redundar en el mismo pecado: las tandas son tan cortas que el hilo de la faena se adelgaza hasta el mínimo. Si el toro, por cierto, hubiera tenido un pelín de más fuerza habría sido un tejón de premio gordo. El Manzana, en cualquier caso, sabía que podía llevarse la ‘pelúa’ y la amarró con un estoconazo de los suyos, dándole todas las ventajas de su querencia al animal en terrenos de chiqueros. Es la segunda que corta en la feria. Aún le queda una tercera tarde.

Y el tercer trofeo, por fin, lo cortó Ureña contra todo pronóstico y ante el peor toro del encierro al que podría haber matado sin dar demasiadas explicaciones. El murciano, ésa es la verdad, había pasado como una sombra con el aplomado tercero, picado de cine por Óscar Bernal, que se llevó una de las ovaciones de la tarde. Pero Paco iba a echar toda la carne en el asador con ese sexto que después de regatear en los capotes y quererse quitar los palos llegó a la muleta derrochando genio y mal estilo hasta el punto de irse directo al pecho de su matador en dos o tres ocasiones. No importó: Ureña se acabó echando la tarde a la espalda en una labor no siempre limpia –era imposible- pero siempre entregada en la que llegó a relajarse a su modo al natural. La gente entró rápidamente en ese esfuerzo y jaleó todo lo bueno, también lo menos bueno. La espada cayó pronto pero no necesariamente bien. La oreja se la había ganado a sangre y fuego.

Por Patricia Navarro. La Razón. Tres trofeos en Sevilla para afrontar la traca final

El Juli volvía a Sevilla, la misma plaza en la que cayó herido de mucha gravedad y se reconcilió por la Puerta del Príncipe en la temporada del 19, cuando la pandemia y las mascarillas no dejaban de ser una marcianada. El madrileño comenzó bien la tarde, porque no sólo abría plaza, sino que se aseguró ya de primeras un trofeo, que viene a ser la llave maestra que puede, quizá, ¿quién sabe? ¡Qué sabe nadie! ser el primer peldaño para salir camino del Guadalquivir, ahora en el nuevo mundo.

Se estiró a la verónica y la faena que vino después a ese toro de Hermanos García Jiménez, casa Matilla, contó con distintos pasajes. Unos más redondos que otros, sin llegar a las grandes emociones y quedándose en el entretenimiento. La espada zanjó el tema y alimentó el trofeo ipso facto.

Podría haber sido. Esas cosas ocurren más como milagros que en la cotidianidad, pero cuando salió el cuarto rondaba la expectación. El toro se pegó un volatín durante la brega y se fue desdibujando el cuadro. En ese aire llegó a la muleta, renqueante y con poca emoción que trasladar para arriba. Abrevió Juli de una.

Se había rajado en el caballo el segundo, pero tuvo luego la profundidad de los océanos en su embestida al natural. Manzanares lo tuvo claro en el comienzo de faena, ya con la zurda, desnudo de atrezo y disfrutando de ese viaje largo y entregado del toro. Lo hacía por uno y otro pitón, su codicia se cosía a los vuelos de la muleta, de tenerlos, a pesar de que quisiera rajarse y lo hiciera. La faena de Manzanares tuvo muletazos extraordinarios, pero más aislados que macizos. Lo más cuajado llegó al final y ya en la clausura de faena que con un natural se colocó en la suerte suprema, de la que es rey absoluto, pero ayer se le cruzó en el camino en una misión imposible. Manzanares, al natural con el quinto del que paseó un trofeo.

Se protestó mucho al toro casi desde que pisó plaza, al quinto le fallaban lo cuartos traseros y era como si tuviera un muelle. No acababa de caerse sino que estaba torpón. Se le protestó y no poco, pero aguantó en el ruedo. El toro quería tomar bien el engaño, por abajo y con repetición, otra cosa que era que de vez en cuando quería más que podía. La vida misma. Cuando Manzanares cambió los tirones por la suavidad llegaron los mejores muletazos, algunos extraordinarios, léase cambio de mano, los pases de pecho a la hombrera, o alguna tanda de derechazos, envuelta en aroma bueno. Ya al final, mientras intentaba seguir al natural, el toro se echó. Se perfiló a matar y en la suerte de recibir mató al toro de una estocada fulminante que le igualó a El Juli en trofeos: uno. El toro, con las fuerzas contenidas, había sido de cualquier manera.

Estuvo tremendo Bernal en el tercio de varas al tercero. Se le ovacionó mientras abandonaba la plaza. Se vino un punto abajo el toro después, pero la faena de Ureña tampoco despegó, más centrado en cruzarse y colocarse que ir a buscar al toro y despejar las dudas al animal, a la espera.

No dejó el sexto a Ureña un resquicio para el lucimiento, más bien al contrario. Minuto que pasaba el peligro iba creciendo. Más de una vez nos quedamos en el ¡uy! y todo lo que hacía el animal era sin entrega, a la altura de la barriga. El murciano se puso queriendo justificar la tarde. No era fácil. Salir ileso, ya era mucho. Se jugó los muslos, porque se puso con todo, sin resortes para salir del lío. Se empeñó en sacarle hasta el último aliento y acabó metiendo a la gente en la faena. Tuvo recompensa, a pesar de que la espada se le fue muy abajo. Parece que Sevilla ya no mira eso. No quiere ver. Tres trofeos dejó el festejo para afrontar la traca final.

Por Jesús Bayort. ABC. El virtuoso sentido de la medida

Ni los ganaderos son mejores por traer los toros más aparatosos, ni los toreros son mejores por repetirse hasta la extenuación, ni los presidentes son mejores por negar orejas y sacar pañuelos verdes, ni los aficionados son más entendidos por berrear como animales. Como todo en esta vida, la virtud radica en el sentido de la medida.

El sentido de la medida es lidiar el toro que quiere y demanda Sevilla. Valgan como ejemplo el cuarto y quinto de la corrida de Matilla. Los mejores, en cuanto a presentación, de toda la feria. ¿Quién nos iba a decir que los polifacéticos taurinos salmantinos acabarían dejando en evidencia al resto de ganaderos? El segundo del lote de Manzanares era el arquetipo sevillano: las pezuñas, finas como las de una cierva; las manos, cortas; el cuello, largo y liberado; la encornadura, con la seriedad que dan las vueltas del pitón, pero armónica; la expresión, de animal bravo. En definitiva, el toro que necesita y merece Sevilla. Y después que salga como Dios quiera.

El sentido de la medida es saber calibrar los momentos de cada torero. Ahora me voy a meter en un lodazal, quizás, innecesario, pero es mi sentir. Hay grandiosas figuras del toreo que merecen, si no un respiro, un replanteamiento de sus carreras. Las faenas, con las mismas ganaderías y encastes, ya resultan monótonas. Y más cuando uno viene de recogida, sin la ambición del que tiene la hierba en la boca. Eso sólo se soporta cuando toreas como los ángeles. Pero ahora llega Morante y se sale de ese tiesto. Otro que, como Matilla, dejó al descubierto a los compañeros.

El sentido de la medida es que se suba al palco un señor que, por encima de todo, sea buen aficionado a la fiesta nacional. Y nuevamente nos vemos obligados a resaltar a José Luque Teruel. Es hijo del cuerpo y eso se nota. La plaza le insistió para que devolviera al quinto de la corrida por su falta de fuerzas. Merecía la pena aguantarlo, por su tipo y por su calidad. El usía intuyó el juego que podía dar ese animal en el último tercio y nos evitó un posible tostón con un sobrero que vaya usted a saber cómo era.

El sentido de la medida también está en la categoría de la afición de Sevilla. Cómo saben aguantar y cuánto respetan a los toreros. Viendo repetida la corrida de Victorino que se lidió el pasado domingo en Madrid, me queda claro por qué somos la plaza a envidiar. Esto es Sevilla y aquí hay que…

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. La épica en el toreo nunca sobra

Por fin una tarde en que no cupo el aburrimiento, en la que la terna tocó pelo y en la que salió por chiqueros una corrida que a su buena presentación unió un juego generalmente aceptable. Y para el recuerdo, la página épica que escribió Paco Ureña en el sexto toro de la tarde, un pregonado que iba a quedar sometido por la muleta de Paco Ureña en una faena donde tiró la moneda y esa acabó saliéndole de cara. Íbamos al señuelo de un cartel de lujo, uno más de los muchos que han conformado este atípico San Miguel. Matan toros de Matilla dos indiscutibles figuras del toreo y un lorquino que hace el toreo de siempre y que ha tenido que solventar papeletas físicas de indudable gravedad. El hombre que más Puertas del Príncipe atesora y que más veces acabó en esta enfermería junto a un sevillano de adopción y este Paco Ureña con una sola bala en su canana, pero cuando vamos a la plaza nos preguntamos si otra vez tendremos el mismo problema, si seguiremos con un chorreo de toros pasados de edad.

El toro viejo que tanto está saliendo por los chiqueros de la Maestranza puede ser bueno o malo, como el cuatreño, pero se cansa antes y eso propicia que haya lucido más el toreo de capa que el de muleta. Al tercio final llega el toro sin aire y sin poder moverse, por lo que los toreros se afanan en sacar agua de un pozo que ya dio cuanta tenía. ¿Otra vez esta tarde el desfile de toros viejos? Pues no. Toros viejos y a punto de cumplir los seis años, sólo salen dos. Y si eso hubiera sido noticia antes de la pandemia, ahora lo es por todo lo contrario, porque son sólo dos. La tarde comienza con El Juli brillando en la verónica de manos muy bajas para que el toro humille. Después, chicuelinas de frente y de compás abierto, brindis al cielo y faena redonda tras un inicio de toreo andándole hacia adelante. Somete al toro y borda una faena que corona de estocada y logra una oreja. En el cuarto le toca un toro sin fuerza, el público le pide que abrevie y así responde el diestro.

Manzanares está por encima de su primer toro, que tiene clase y transmite para que el alicantino se entienda con él. Pero de manera increíble, un matador tan seguro como él pierde el trofeo por culpa de tres pinchazos y media estocada. Se desquitaría en el quinto, un toro protestado de salida por su falta de fuerza y que tiene una clase extraordinaria. Aunque la plaza pide pañuelo verde, el usía mantiene a Industrial en la plaza. Buena medida, muy de agradecer, pues a base de mimarlo, Manzanares se hace con él y cuaja una faena de las suyas, con redondos muy redondos, cambios de mano y pases de pecho monumentales. Lo mata recibiendo y aunque el acero cae desprendido, la petición es unánime y corta una oreja.

Ante un toro tardo, Paco Ureña apenas puede hacer algo en el tercero. Lo ha toreado bien a la verónica, pero el toro llega sin aire a la muleta, se para pronto y hay que abreviar. Una estocada en el rincón deja la cosa en eso tan taurino de no ha pasado nada, absolutamente nada. Pero queda el sexto, colorao, Almendrito de nombre y las de Caín en las entrañas. Ureña se planta ante él, lo desafía aguantando coladas de todo tipo y termina sojuzgando al animal para poner a la plaza en pie y arrancarle una oreja por el camino de la épica, esa página que nunca estuvo de más en la historia del toreo. A la undécima fue la vencida, salió una corrida de toros en condiciones, los toreros se arrimaron, aquí paz y después gloria.

Por Antonio Lorca. El País. La Maestranza es una portátil

¡Pena de La Maestranza! ¡Qué pena…! Con lo que ha sido esta plaza en la historia del toreo y lo bajo que ha caído. Será el sino de los tiempos, señal inequívoca, por otra parte, de que los nuevos vientos afectan, y de qué manera, a la esencia de la tauromaquia.

La lidia del quinto toro y la oreja que paseó Manzanares fue una desvergüenza para Sevilla y su afición; al igual que sucedió con la que se le concedió a El Juli; y tampoco la mereció Paco Ureña tras una heroica actuación ante el peligroso y descompuesto sexto al que mató de una fea estocada, que debió dejar el premio en la ya desaparecida vuelta al ruedo.

El quinto de la tarde manifestó invalidez a poco de pisar el albero. Estaba claro que venía enfermo o beodo porque era evidente su esfuerzo para mantenerse en pie. Pasó el tercio de varas sin que le hicieran sangre, y arreciaron las protestas de gran parte del público. Aguantó las banderillas porque el subalterno le levantó el capote para que no claudicara. La plaza entera ya era entonces un clamor para que el animal volviera a los corrales.

Pero el presidente aplica la lógica: como no ha mordido el polvo, aquí se queda.

Manzanares toma la muleta entre el enfado general. El toro no sabe dónde colocar las pezuñas para no perder el equilibrio. Su matador lo cuida, lo refresca, lo trata con mimo; y su oponente, que era un bendito, le responde con embestidas obedientes. Y así, poco a poco, surgen los primeros olés, que se generalizan en la cuarta tanda, y es la banda de música la que entonces se lía la manta a la cabeza y rompe a tocar.

Manzanares se engalla, cita al hilo del pitón a su moribundo acompañante, y se luce con muletazos largos por ambas manos. Es entonces cuando el toro dice que hasta aquí hemos llegado y se desploma en el albero. Llaman a las asistencias, le hacen el boca a boca, le enchufan oxígeno y el animal consigue levantarse. Volverá a caer para siempre momentos después tras una estocada en la suerte de recibir de Manzanares.

Y los que minutos antes habían protestado agriamente la invalidez del toro piden con entusiasmo la oreja para su enfermero. ¡Y hubo algunos que llegaron a aplaudir en el arrastre…!

El trofeo que paseó El Juli en su primero puede optar al premio de una de las orejas más baratas de la historia de esta plaza. Es verdad que el torero lanceó a la verónica con las manos bajas y dibujó un vistoso quite por chicuelinas. Pero la faena de muleta a un muy bonancible animal gestado y criado para colaborar con su matador fue una muestra lamentable del toreo industrial y mecánico, con aditivos, colorantes y conservantes, ese que sabe a todo menos a toreo verdadero; siempre el torero al hilo del pitón, muy despegado, ventajista, superficial y vano de principio a fin. Pero La Maestranza se le rindió como si protagonizara una faena de época.

La misma película la repitió Manzanares en su primero, un manso que embistió con altas dosis de bobería; el torero aprovechó su innata elegancia para ocultar los trucos ya conocidos y que acababa de exponer su compañero: toreo que no dice nada, el bien llamado destoreo moderno.

Ureña tuvo mala suerte con el tercero -como la tuvo El Juli con el inválido cuarto- con el que se justificó sobradamente, pero pareció decidido a no ser el convidado de piedra de la corrida.

El último fue el garbanzo negro; manso huidizo, amigo de los arreones, de corto recorrido y muy deslucido. El típico toro para quitarle las moscas y pasaportarlo.

Ureña eligió el camino más difícil. Se colocó en el sitio justo, mostró el pecho, más derecho que una vela, y obligó el toro a embestir, aunque en cada muletazo se masticaba la voltereta. Hubo muletazos aislados cargados de pasión por la cruda verdad que el torero había colocado en la balanza de la faena. La emoción subió enteros cuando con los pies juntos y de frente robó algunos naturales emocionantísimos. Fueron los momentos, sin duda, más intensos de la corrida. La estocada no fue buena, pero la oreja cayó en sus manos injustamente.

Allí quedó La Maestranza, convertida en una portátil; triste, sin duda, porque, quizá, nunca imaginó que se manchara de tal modo su historia.

Por Andrés Amorós. ABC. Feria de Sevilla: un ‘Ateo’ para subirlo a los altares

Se mantiene el calor en las calles de Sevilla y sube la temperatura en los carteles taurinos, de cara a un fin de semana verdaderamente espectacular. Este jueves, casi se llena la plaza de los toros para ver a tres primeras figuras con los toros de la familia Matilla [así contamos las corrida en directo], apoderados de Manzanares y uno de los empresarios actuales más poderosos. Suelen ser toros nobles pero flojos. Así ha sucedido también esta tarde: muy manejables, en general. Destaca claramente el magnífico primero, ‘Ateo III’, al que El Juli corta una oreja; el mismo premio reciben Manzanares, por una gran estocada, y Ureña, por su sincero valor.

El Juli recibe al primero con buenas verónicas, bajando las manos. El toro se mueve con alegría, embiste muy largo, repite, le permite al diestro mandar, conducir lejos las nobles embestidas y disfrutar. ¡Vaya toro! Hasta ahora, sin duda, el mejor toro de la Feria. Se vuelca Julián en la estocada trasera, con el habitual salto. Escucho a un vecino: «Un toro para envolverlo en papel y llevárselo a casa». Y a otro: «Era un toro de dos orejas». No puedo contradecirlo.

El cuarto sale suelto, va bien al caballo, es noble pero flojea. Con las caídas, el correcto trasteo no remonta. A la segunda, mata El Juli con salto, yéndose. Este ‘Estéreo’ sonaba apagadito y Julián ha toreado en ‘mono’, sin acoplarse.

El segundo, un ‘Esaborío’, mansea claramente, embiste por oleadas, sale de naja. Algunos protestan: sólo por ser manso, no se debe. La prueba: en la muleta de Manzanares, rompe a embestir, mete la cabeza estupendamente, sobre todo por la izquierda. Surgen naturales vibrantes, además de estéticos. Pero José María falla repetidamente con la espada: ha sido la segunda sorpresa, después de ver el cambio del toro.

El quinto quiere pero no puede, le fallan las fuerzas. «A muchos nos pasa eso, en algunas ocasiones», apostilla un irónico vecino. La tarde ha ido a menos, la gente ya está aburrida y protesta. Lo mantiene el presidente Luque y parece acertar, porque el toro se recupera, permite algunos muletazos largos y templados pero, al final, acaba echándose. No me gusta que José María tenga que dar tantas voces. Aunque el toro parecía no ser adecuado para esa suerte, se empeña en matar recibiendo y la buena estocada le hace ganar la oreja.

Paco Ureña, igual que Padilla, no sólo no se vino abajo sino que alcanzó nuevas cotas. La sinceridad de su toreo al natural ha conmovido en Madrid y en Bilbao; le falta entrar plenamente en esta plaza. Muestra su disposición ya en un arriesgado quite por gaoneras, en el segundo. Recibe con buenas verónicas al tercero, muy bien picado, midiendo el castigo, por Óscar Bernal. (Un detalle: lo ortodoxo es colocar al toro cerca del caballo en la primera vara, para ir alejándolo, en las siguientes: ahora suele hacerse al revés). Brinda por la televisión, no sé a quién. Una vez más, me pregunto por qué no se conecta esto a los altavoces de la plaza: los espectadores que han pagado por venir aquí tienen tanto derecho de enterarse como los de la televisión. El toro flaquea: ¿cómo no, si es un ‘Derribado’? Con un animal suave y manejable, Ureña se muestra firme y tranquilo; muletea muy de verdad, dando el pecho, hasta que el toro se para y la faena se acaba. (El toro que se ha parado tenía sólo cuatro años y medio, no casi seis, y pesaba sólo 525 kilos, no 600: lo que importa es el motor, no la carrocería). Falla demasiado el puntillero: ¿por qué no actúa el de la plaza, un especialista, como antes sucedía?

El último sale rebrincado y huido, atropella a un banderillero; no parece dar opción alguna, le piden a Ureña que lo mate pero él se empeña en justificarse: tragando mucho, acaba logrando que suene la música y una estocada contundente, aunque baja, le da la oreja.

Me quedo con el recuerdo del primer toro, un ‘Ateo’ para subirlo a los altares de los toros bravos. No sería tan raro, después de ver a un Papa pidiendo perdón por los pecados de los conquistadores… ¡Qué difícil se lo ponen, a veces, a los creyentes!

Posdata. Se resisten algunas figuras a que televisen sus corridas (el funesto ejemplo de José Tomás). Se equivocan por muchas razones: ante todo, por la trascendencia social de la Fiesta. Además, porque eso permite que vean una corrida muchas personas que, por distintas razones, no pueden ir a las plazas. En Sevilla, recuerdo yo a dos buenos amigos, Fernando Ortega y Juan Manuel Albendea, abonados durante muchos años, que, por motivos de salud, en esta Feria ya no han podido acudir. Los echo de menos en sus localidades de esta plaza y me consuela saber que, gracias a la tele, siguen disfrutando de su pasión por los toros.

Por Toromedia. Juli, Manzanares y Ureña cortan una oreja por coleta en la undécima de abono

El Juli se mostró poderoso con el capote en el toro que abrió plaza, bajándole las manos y sometiéndolo desde el primer momento. Hizo un quite por chicuelinas y el toro fue cuidado en el caballo. Comenzó la faena con bonitos doblones por ambos pitones. Cuando toreó en redondo, sometió en la primera serie y en la segunda se gustó más, haciendo sonar la música. Por el izquierdo, el toro le hizo un extraño pero El Juli consiguió meterlo y dio dos series estimables. Volvió a la derecha para dejar una última serie limpia y sometedora que redondeó una faena de triunfo. Mató de estocada atravesada y cortó una oreja.

Juli no se pudo lucir de capa de salida en el cuarto, pero sí para colocar al toro en el caballo con dos verónicas y media. Este fue otro toro al que le costó embestir. El Juli se lo llevó a los medios y le dio todas las ventajas, pero el animal perdía los cuartos delanteros y deslucía los intentos del torero. No cabía lucimiento sino más bien abreviar. En consecuencia, El Juli no pudo aumentar su triunfo.

El segundo de la tarde salió corretón y huidizo y no embistió al capote de Manzanares. Huyó de los caballos tras los dos puyazos que recibió. Ureña hizo un quite por gaoneras y el toro siguió suelto en banderillas. Manzanares no anduvo con probaturas y lo metió rápidamente en la muleta por el izquierdo, por donde dio dos series entonadas. Por la derecha ligó dejando la muleta puesta y aguantando una mirada intimidante del toro. Volvió a la zurda para llevarlo largo en naturales antes de que el animal acusara la querencia a tablas. La espada no le funcionó en este toro.

El quinto fue protestado por su flojedad en los cuartos traseros y el presidente lo mantuvo en el ruedo a pesar de los ánimos estaban alterados. Manzanares le dio tiempos y todas las ventajas con la muleta y logró mantenerlo y meterlo, dando dos series diestras de mucho mérito en las que llevó largo y ligado al de Matilla. Sonó la música y por el lado izquierdo el toro bajó, pero aún así le sacó un par de naturales lentos aprovechando la enorme calidad del de Matilla. La pena fue que avanzada la faena el toro se echó agotado y rompió el hilo. Manzanares lo solucionó con la espada, mostrándose como un cañón en la suerte de recibir.

Paco Ureña se lució a la verónica con el tercero de la tarde, rematando con media. El toro acudió bien a los dos puyazos y fue buen picado por Oscar Bernal, que fue fuertemente ovacionado. Ureña hizo un quite por delantales rematando con media. Comenzó la faena con muletazos por alto y el toro se desinfló pronto cuando quiso torear en redondo. Estuvo limitado Ureña por esta condición y aunque lo intentó, el público le pidió brevedad ante un astado sin posibilidades. Estocada.

El sexto manseó en los primeros tercios, sin emplearse en ningún momento y poniendo en aprieto a los banderilleros. En la muleta mantuvo esa mala condición, yendo siempre a la caza. Ureña no pudo darle ni un muletazo en la primera mitad de la faena dado el peligro que desarrolló este último de la tarde. Cuando se fue a por la espada probó por última vez con la zurda y el toro había cambiado. Aun manteniendo su peligro, permitió al torero de Lorca arrancarle un buen puñado de muletazos en los que se jugó literalmente la vida. Sevilla es sensible a este nivel de entrega y reconoció el mérito enorme del torero y su esfuerzo con una oreja. La verdad y la entrega de Ureña pusieron un buen colofón a una tarde que tuvo contenidos interesantes.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

30_septiembre_21_sevilla.txt · Última modificación: 2021/10/01 21:41 por paco