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Baeza Temporada 2018

Sábado 5 de mayo de 2018. Plaza de toros de Baeza (Jaén) (casi tres cuartos en tarde de aguacero). II Corrida del Renacimiento. Corrida de toros de “Núñez del Cuvillo” - terciados, nobles y colaboradores el séptimo de nombre “Comilón” herrado con el número 257 y nacido en marzo 2014 fue indultado - (noble el primero, colaborador el segundo, manejable el tercero, con calidad el cuarto, manejable el quinto y extraordinario para la muleta sexto y complejo el séptimo) para el rejoneador Leonardo Hernández (herido), y para los diestros Curro Díaz que sustituyó Alejandro Talavante de grana y oro (silencio en el que estoqueó por Leonardo Hdéz. oreja y oreja), Cayetano de tabaco y oro (dos orejas y dos orejas simbólicas) y Ginés Marín - que sustituyó a José María Manzanares de purísima y oro (dos orejas y oreja).

BAEZA ESENCIA TORERA

POr Alberto Bautista

Imposible descifrar en unas líneas la tarde de la II corrida del Renacimiento en el histórico coso de Baeza. La localidad jienense, engalanada para la ocasión, y entregada en cuerpo y alma para un evento con tintes inolvidables, donde Cayetano brindó una elegía para el recuerdo. Una tarde para la hemeroteca. Sobre todo para el agua, donde un aguacero impertérrito precedió la mitad del festejo. Aún así, hubo tiempo para que los espectadores vivieran la tauromaquia hasta su máximo apogeo con un cartel de campanillas que tuvo baile de carteles con Manzanares que argumentó un dudoso parte médico y Talavante que al entrar Gines Marín en el cartel por el alincantino se borró por completo. Sin comentarios. Esas son las actitudes que defraudan a la tauromaquia, pero vayamos a la tarde, que aunque tardó en prender, el evento supuso un antes y un después para una ciudad Patrimonio de la Humanidad que se ha ganado por derecho propio entrar en los anales. Y es que el siempre esperado Curro Díaz y su derroche de fantasía, la raza torera de un Cayetano que emergió a los altares en un sexto de altos vuelos, y la magia de un Gines Marín que viendo su evolución emerge como uno de las grandes figuras del circuito, hicieron de la tarde una auténtica poesía de gozo, deleite y compasión.

Curro Díaz, se adueñó de una faena que nadie vio y deleitó a los partidarios que se contaban por miles en el segundo. Una motivación especial, enfrascado en un torerísimo grana y oro, encandiló y las musas emergieron. Los siempre esperados detalles eclipsaron una actuación vistosa y de magia. Se hizo de rogar pero su capote se dotó de eternidad, en el que una media abelmontada de mucho quilates, tuvo su impasse en la genialidad del genio de Linares, ante un colaborador toro de Cuvillo. Muletazos con cadencia y precisión, en mitad del diluvio, agrandó la leyenda de artista hasta su máxima acepción. El inolvidable y ejemplificador estoconazo le abrió de par en par la gloria eterna. Oreja.

Con el rebrincado y terciado cuarto, la lluvia cesó y hubo momentos en el que se gustó por parsimoniosas verónicas. Crudo en varas a su oponente, y prendió una faena que el Linares, volvió a sacar todo su repertorio a relucir. Toreo del caro. Pata negra. A media altura imprimió una faena que no terminó de tomar vuelo dada la falta de fijeza de su oponente. Oreja.

Cayetano que no quería irse de vacío, sacó su raza torera en el sexto. Encorajinado por la torería de Curro y el empaque de un superlativo Gines Marín, el madrileño supo exprimir al colaborador toro “Comilón” que fue indultado. Eso fue lo de menos, y dado el devenir de la tarde era normal. Pero flaco favor hace a la fiesta este tipo de toros, colaboradores en la muleta pero lejos del resurgir de toro bravo. Aún así los despaciosos muletazos, emergieron en una faena de dimensión con cotas muy altas sobre la mano derecha. Pronto rompió el de Cuvillo, habilidoso el menor de los Rivera, se lo llevó a los medios y se sobrepuso a la adversidad de un ejemplar con transmisión, pero que en una elegante labor puso en pie a la entregada afición. Torerísimo. La faena derrochó clase y ritmo, ante una plaza que se encumbró en una labor con reminiscencias ordeñistas y el ánimo del público por el indulto hizo el resto.

Otras dos orejas paseó del tercero, al que en medio del aguacero lo meció a placer por verónicas. Dejó su sello en un insuperable galleo por chicuelinas. Un quite por delantales, encendió a la banda por el inolvidable “Churumbelerías”. Temple y precisión, imprimió un Cayetano que volvió con la misma elegancia que le caracteriza. Lo mejor llegó sobre la mano izquierda, en una faena a media altura de enorme dulzura. Encandiló con desplantes y un toreo artista, dignificando una obra superlativa, que abrochó de una genial estocada.

La explosión de Gines Marín no quiso pasar de puntillas en Baeza. Con el manejable cuarto, eclipsó por el temple y el ritmo de un toro que no gustó en los tendidos pero que el extremeño hizo suyo a su imagen y semejanza, y es que con una tanda de derechazos dio pie al inicio de la banda de Baeza, magistral durante toda la tarde. Señorial. Sencillo y asequible de Marín brotó el toreo de mano baja y largura. Se gustó con molinetes en los que paró el tiempo, y eso que su oponente buscaba las tablas pero muy listo el extremeño, supo darle el tiempo necesario para que la faena tuviera consistencia. Inolvidable y mágica una actuación, en la que desorejó al colaborador toro de Cuvillo derrochando mérito, inteligencia y sabiduría de una figura consolidada que se erige en el futuro de la fiesta, y es que parafraseando al Maestro Jaime Ostos, “el valor, debe empezar por la cabeza, continuar por el corazón y terminar por abajo, porque cuando no es por abajo difícilmente llega al corazón y menos aún a la cabeza”. Y es que Ginés ha pasado de ser un prodigio de niño a un niño prodigio. 20 años atesora, pero su facilidad, su claridad de ideas y su fugaz estampa le hace ser prácticamente infalible.

Una oreja paseó del deslucido que cerró la tarde, aunque volviera a brillar con el capote a la espalda. Un estoconazo en el rincón de Ordóñez, puso la franqueza de una tarde que finalizó con la terna en volandas.

Leonardo Hernández fue cogido mediada la faena del único toro que estoqueó y que el ruedo lo dejó en impracticable. Un quiebro y el estado del ruedo hicieron que el caballo descabalgara con la mala fortuna de la cornada al rejoneador y al caballo. Aún así, Baeza vivió en torero, en el mejor homenaje a una plaza que se cubrió hasta la bandera, en la II corrida del aniversario en la que dignificó la Tauromaquia como Patrimonio histórico y cultural de nuestra piel de toro, a pesar del aguacero.

baeza_temporada_2018.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:23 (editor externo)