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Domingo Navarro

Domingo Navarro perdió la ilusión

Antonio Lorca (El País), 19/05/12

Domingo Navarro ha anunciado que se retira de los ruedos. Y dice que lo hace porque ha perdido la ilusión. “La llama de la pasión se ha ido apagando poco a poco”, ha dicho. “Ya no disfrutaba toreando; me costaba vestirme y entrenar”.

Pero, ¿quién es Domingo? Pues, nada más y nada menos que un torero, muy reconocido por los buenos aficionados que distinguen al vuelo el misterio de la torería. Nunca vistió de luces; ni fue novillero ni pretendió ser matador. Su ilusión desde muy joven fue ser banderillero, y durante 20 años ha sido el tercero de la cuadrilla, el más humilde, el que no lidia, el que guarda la puerta con el picador de reserva, el que banderillea un par en cada toro y ejerce de puntillero. Y ahí, en ese segundo plano, sin oro ni brillo, Domingo Navarro ha sido un torero excepcional, una figura indiscutible, que ha manejado el capote con deslumbrante solvencia; ha colocado banderillas con oficio y galanura, y con general acierto ha utilizado la puntilla. Pero hay algo más: el misterio de Domingo ha sido siempre su perfecto sentido de la lidia y su inteligente colocación en el ruedo; siempre, siempre presto a ese quite imperceptible que evita el percance inoportuno. Domingo ha sido siempre un seguro de tranquilidad para su matador y todos sus compañeros. Nadie como él ha sabido estar en todo momento en el lugar justo que exigía la lidia de un toro.

Domingo solo tiene 39 años, y 20 de profesión. Y se va, dice, porque se le está apagando la llama de la pasión. Y así habla quien solo ha ganado un sueldo, siempre ha vestido de plata, no sabe lo que es salir a hombros y nunca su habitación estuvo llena de admiradores. Lo dice un torero, claro, de los pies a la cabeza; ese tipo de gente que está hecha de otra pasta, que hacen del riesgo un amor, y se dejan el alma por la satisfacción de sentirse héroes y artistas, aunque sea de tercero en la cuadrilla. En estos tiempos de mediocridades reconforta la grandeza de quienes se sienten toreros.

Domingo nació en el pueblo valenciano de Simat de Valldigna. Aprendió el oficio en la escuela taurina de Valencia y solo ha ido fijo con los matadores Paco Senda, Alberto Ramírez, Luis Francisco Esplá, con quien convivió 11 años y al que considera su maestro, y Luis Bolívar. Al no pertenecer al grupo especial (los que más torean), ha actuado muchas tardes a las órdenes de numerosos novilleros y matadores. Así, el pasado domingo dijo adiós a la profesión en la plaza de Valencia integrado en la cuadrilla del novillero Cayetano García.

Se le va a echar de menos a este gigante torero de pequeña estatura. Se ha ido en silencio, pero ha sido grandiosa su trayectoria, como lo es la de muchos otros subalternos, desconocidos para el gran público.

Sirvan estas letras de sentido homenaje para este torero extraordinario y para todos aquellos que cada tarde se enfundan solos el traje de plata, ocupan un discreto segundo plano en la profesión y salen al ruedo por algo más que por ganar un salario; salen y se enfrentan a ese pavo de 500 kilos porque se sienten héroes y triunfan a hombros de sus propios sueños.

Esos toreros grandes se van en silencio sin saber que son ídolos de muchos aficionados. Como el mío, Domingo Navarro, cuya huella, sin duda alguna, perdurará.

domingo_navarro.txt · Última modificación: 2021/01/27 20:41 por paco