Reinó, pero abdicó muy pronto
Diario de Sevilla, 27/04/2015. Por Luis Carlos Peris. ARRIAMOS la persiana y le ponemos punto final a este serial de toreros que reinaron en la Feria con un torero que reinó con una intensidad extraordinaria, pero que abdicó muy pronto. Aunque sigue con una actividad sui géneris, a Sevilla le dio la espalda de tal forma que su última actuación en la del amarillo albero data del 17 de abril de 2002, miércoles de Feria. Esa tarde mató una corrida de Juan Pedro Domecq en compañía de Víctor Puerto y de Miguel Abellán y no pasó nada.
La historia de José Tomás en Sevilla se inicia con una sola actuación de novillero. Fue el 21 de mayo de 1995 con un encierro de Álvaro Domecq. Le acompañaban en el cartel José Antonio Canales Rivera y Juan Montero. Nuestro hombre saldó aquello con la vuelta en el ruedo en el quinto. Volvió cuatro años después. Domingo de Resurrección y toros de Torrealta para Curro Romero, Espartaco y José Tomás. Era la tarde de la reaparición en Sevilla de Espartaco tras su grave lesión de rodilla, pero los toros no permitieron lucimiento. Y lo más brillante de la tarde lo haría el madrileño con el capote. Su primera oreja sevillana la cortaría el martes de Feria. Un encierro de Zalduendo y un sobrero de Carmen Borrero que sería el colaborador que el madrileño encontró para tocar pelo. Fue en faena a un toro cara lavada y demasiado blando, pero al que nuestro hombre le sacó auténticos carteles de toros. Claro que esa tarde lo borró todo Emilio Muñoz con la mano izquierda para bordar el toreo en el cuarto, de nombre Jarabito.
Al día siguiente, una corrida infumable de Daniel Ruiz echó por tierra las expectativas levantadas por una terna compuesta por Juan Mora, José Tomás y Morante. En su primero hasta dio un sainete con la espada.
No vino en 2000 y entró en la gloria según Sevilla mediante dos apoteósicas tardes en 2001. Era el primer Domingo de Resurrección sin Curro Romero, aunque su presencia, invisible, se presentía en cada rincón de aquel domingo tan especial en Sevilla. Toros de Torrealta, la ganadería que más lidió en esa fecha, para Espartaco, José Tomás y El Juli. No hay billetes desde varios días antes como anticipo de la apoteosis que va a vivir José Tomás (Galapagar, 20 de agosto de 1975) vestido de azul pavo y oro en esa especie de Capilla Sixtina del toreo que es la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Verónicas, delantales, chicuelinas escalofriantes a un toro de Espartaco, estatuarios, derechazos hieráticos, naturales ceñidos y plenos de naturalidad, avisos por la largura de las faenas y estocadas efectivas le llenaron las manos con tres orejas de su lote. Primera Puerta del Príncipe y hasta brindis al rey Juan Carlos, aunque matizándole que la dedicatoria iba, más que nada, en recuerdo de su madre, esa gran aficionada que fue la Condesa de Barcelona.
Y ese clarinazo que conmovió a todo el toreo multiplicó la expectación para su segunda tarde. Es sábado de preferia y en el cartel se anuncian toros de Núñez del Cuvillo para Joselito, José Tomás y Antonio Fernández Pineda, que toma la alternativa. La psicosis está servida y esa tarde va a contar José Tomás con la colaboración especial de Gabriel Fernández Rey, el usía de la corrida. Si en el primero debió de darle una oreja y no dos, en el quinto todo debió quedar en la ovación, la vuelta al ruedo como mucho. Lo cierto es que el dadivoso presidente permitió la salida por la Puerta del Príncipe de un torero que había matado de dos bajonazos. De todas formas, el suceso sirvió para poner por las nubes la cotización de José Tomás.
Pero esos éxitos nunca tendrían repetición. En el año 2002 se anuncia tres tardes. El Domingo de Resurrección lo hace con Paco Ojeda, que reaparece tras una larga ausencia como torero de a pie, y con El Juli para matar la consabida corrida de Torrealta. Llenazo a reventar, pero la expectación dio paso, como tantas y tantas veces en la Fiesta, a la decepción. Con los duques de Lugo en el palco del Príncipe, todo parecía a modo para la gran fiesta, pero los toros de Borja Prado se encargaron de deslucir la tarde para que no hubiese un solo dato que recordar.
Vuelve el sábado de preferia con una corrida de Garcigrande que se remienda con dos de Sampedro y la tarde sale cruz. Una ovación y y un pesado silencio de esos con que la Maestranza dicta sentencia es el resumen. Pero le queda un cartucho a José Tomás en Sevilla. Nadie puede imaginarse que será el último y no sólo de esa Feria sino de muchas.
Toros de Juan Pedro para Víctor Puerto, José Tomás y Miguel Abellán. De grana y oro nuestro hombre, la tarde no da nada de sí en presencia nuevamente de los duques de Lugo. Y así, ese 17 de abril de 2002 se produce la despedida no anunciada de José Tomás. La plaza de Sevilla no ha tenido el honor de acogerle ni una sola tarde más en estos últimos trece años. Los inviernos iban pasando y en todos, un rumor que fue languideciendo con el tiempo, el de la posibilidad de que José Tomás renunciase a su abdicación. Y en esas seguimos.