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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Martes 5 de junio de 2012

Corrida de toros para rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Valdefresno (desiguales de presentación y juego. Destacó el bravo 3º y los mansos pero nobles 1º y 5º).

Curro Díaz. Saludos y silencio.

César Jiménez. Silencio en ambos.

David Mora. Oreja y oreja.

Entrada: dos tercios de entrada.

Crónicas de la prensa: COPE, El País, La Razón, El Mundo, Marca, Sur, EFE.

COPE

Por Sixto Naranjo. David Mora por fin abre la Puerta Grande de Las Ventas

Suele ocurrir. El día que menos méritos se suman para salir a hombros, se abre la Puerta Grande. Madrid es Madrid, para lo bueno y para lo malo. Hasta que el Reglamento no se modifique y se obligue al doble trofeo en un mismo toro, la potestad del público para pedir orejas y la concesión de una y una, seguirá significando triunfo.

David Mora ha tenido mejores actuaciones en Las Ventas, con más y mejores argumentos para el triunfo, pero fue este martes cuando por fin conquistó su primera Puerta Grande. Y lo hizo con un lote propicio para ello. En primer lugar enlotó uno de los mejores toros de los lidiados este año en Las Ventas. Bilanero de Valdefresno. Armónico de hechuras, muy en la línea Lisardo del hierro salmantino. Comenzó con susto su lidia, con Mora cayendo cuando toreaba a la verónica. El diestro resolvió el trance con una larga de rodillaS. Ahí comenzó a meterse en el bolsillo al personal el torero. Cantó su son y prontitud desde los primeros tercios el toro y empujó con clase en el caballo. Abajo, recargando. En la muleta fue un torrente de embestidas, profundas, haciendo el avión, con ritmo y clase. Algo ligerito, David Mora ligó varias tandas en redondo que tuvieron la emoción que ponía el viaje del toro y ese codilleo tan característico del torero. A izquierdas bajó el pistón de la intensidad y el entendimiento por lo que cambió de pitón. Antes de terminar, volvió a la zocata Mora y el toro siguió mostrando todas sus virtudes. La estocada viajó desprendida y el toro cayó con prontitud, lo que ayudó a la concesión del primer trofeo.

El sexto fue distinto. Tanto por fuera como por dentro. Más ‘atanasión’, altón y rajado tras pasar por el peto. Pero como buen Atanasio, el toro tenía su fondo de nobleza y clase que sacó entre intento e intento de buscar tablas. David Mora se empeño en torearlo pasado las rayas del tercio, y ahí el de Valdefreno tendía a salirse de la suerte al menor resquicio que encontraba. Hasta el final del trasteo, y por la inercia del toro, la faena se desarrolló en la zona de chiqueros. Ahí, más cerrado, el toro respondió más y mejor y David Mora pudo ligar dos tandas más conjuntadas. Se tiró a matar el torero, que salió prendido de manera espectacular y con la banda de la taleguilla echa girones. El golpe de verduguillo no restó pañuelos a una petición mayoritaria que abriá de par en par la Puerta de Madrid a David Mora. La necesitaba. Pero ahora tocará revalidarla con mayores argumentos.

Otro ejemplar típico del encaste Atanasio-Lisardo fue el que abrió plaza. Pasó mansito en los primeros tercios pero rompió a embestir en el de muleta. Curro Díaz aprovechó las dos series que tuvo el toro para desgranar muletazos muy sentidos, de mano baja y relajada figura. Se apagó el toro y con ello la faena del linarense. El cuarto fue un buey de carretas. Intentó tirar de él Curro, pero el trasteo nunca tuvo brillantez ni eco en los tendidos.

El segundo toro del festejo había volteado en un quite por chicuelinas a David Mora. Avisaba el pitón derecho de las aviesas intenciones del pupilo de Nicolás Fraile. Por eso, César Jiménez basó la primera parte de su faena por el lado izquierdo. Hubo largo trazo en los muletazos pero faltó reunión y compromiso en los embroques, y eso en Madrid es pecado mortal. Le pasó en su actuación isidril a Jiménez y volvió a caer en el mismo error este martes. El quinto fue un torazo de 606 kilos, enmorillado y de fuerte anatomía. Pero dos puyazos en los bajos le apagaron la luz al animal, que embistió cansino y sin alma. César Jiménez se enmarañó en una faena larga y de escaso contenido artístico. En ambos toros fue silenciado.

Marca

Por Carlos Ilián. Puerta demasiado grande para David Mora

En el toreo se sigue vendiendo muy caro eso de matar bien a los toros. Y si alguien lo duda, que le preguntaen a David Mora, que ayer por dos espadazos ha salido por la puerta grande. Una puerta demasiado ancha para los merecimientos del torero, pero que pone de relieve la importancia de echar el resto en el momento definitivo, el de la suerte suprema. David Mora, que llegaba muy tocado a esta feria, que lleva el título, tan rebuscado como cursí, del Arte y la Cultura, ha conseguido su objetivo con una salida en hombros que le supone un buen numero de contratos.

Otra cosa es lo que Mora desarrolló en sus dos faenas, especialmente en la primera, ante un toro magnífico que nos recordo a aquel de Moisés Fraile en Sevilla. Ambos ejemplares merecían sendas faenas de mucha categoría. Toros para cortarles con fuerza las dos orejas. En ambos casos David Mora se ha tenido que conformar con una, y gracias. Ayer, en ese toro de nombre Bilanero tiró muchas líneas, intercaló algún muletazo estimable entre un mar de pases ramplones. Tuvo la habilidad de ejecutar trincheras moirando al tendido para abrochar la fena y luego se tiró a matar a ley. Tal vez habia empezado a ganarse a la gente con un quite se hizo asímismo cuando se encontraba a merced del toro en los lances de capa. Mora ejecutó una preciosa larga para quitarse al toro de encima y le salió bordado. Miren por donde fue lo mejor y lo más torero de su actuación.

La oreja del sexto llegó porque salió cogido al entra a matar muy de verdad. La faena fue una sucesión de pases desperdigas ante un toro rajadísimo, a la huida. Oreja exagerada. Pereo lo dicho: la espada manda. Curro Díaz ligó los mejores muletazos de la ytarde en una serie saobre la derecha de cadencia exquisita. El toro, muy castigado en varas, se le paró pronto. César Jiménez se dejó ir a su primero en un lío de muletazos mal colocado, fuera de cacho. Una faena caótica. Jiménez sabe torear más de verdad, pero le pudo la prisa y lo mucho que se jugaba.

El País

Por Antonio Lorca. David Mora, por la puerta grande

David Mora cortó una oreja en cada toro, que hacen dos, y salió a hombros por la puerta grande. Estuvo bien, no hay duda de ello, pero su triunfo no fue de clamor; no hubo esa unanimidad que exige un premio tan codiciado como el que se le concedió. Derrochó entrega, se empeñó en hacer las cosas como Dios manda, pero a toda su labor le faltó la guinda de la conmoción, de ese arrebato de las grandes tardes.

Vaya por delante que Valdefresno envió una señora corrida de toros, muy bien presentada, con cuajo, que, en líneas generales, ofreció una extraordinaria colaboración al triunfo. Los cuatro primeros presentaron en bandeja sus orejas a quien quisiera pasearlas por movilidad, bravura en el caballo, alegría en banderillas y encastada nobleza en la muleta. Así, David Mora se encontró con Bilanero, corrido en tercer lugar, un toro muy completo en todos los tercios, que blandeó en la muleta y obligó al torero a torearlo con el engaño a media altura.

Lo recibió con hondas y apasionadas verónicas; cuando aquello estaba a punto de alcanzar el clímax, resbaló el torero y cayó de rodillas en la misma cara del toro. Aguantó Mora la mirada de su oponente y, en el instante en el que la cogida parecía inminente, se hizo el quite con una larga cambiada que lo salvó de un percance seguro y puso a la plaza en pie. Llegó con pies a la muleta el toro, tras empujar en el caballo y galopar alegre en banderillas. Brindó Mora al respetable, y comenzó, entonces, un recital de Bilanero sobre la casta, la nobleza, el largo recorrido, la embestida humillada y todo lo que hace grande y emocionante al toro bravo. Y no se cansó de embestir hasta que su matador montó la espada después de ocho tandas por ambas manos. Había comenzado valeroso Mora con un pase cambiado por la espalda, y continuó con la mano derecha en tandas cortas y rápidas que nunca estuvieron, ni mucho menos, a la altura de la calidad el toro. Unos ayudados finales y tres largos naturales calentaron, finalmente, el ambiente. Le concedieron una oreja cuando Bilanero era de dos. Era uno de esos toros para encumbrar un torero a la gloria, y Mora se quedó en la tierra.

Salió a por todas en el sexto, que protestaba y se rajó descaradamente en la muleta. Se peleó el torero porque era mucho lo que estaba en juego, le robó derechazos estimables y, allá en toriles, lo obligó a embestir en una labor que resultó tan intensa como escasa de contenido. En fin, que, al final, se lo llevaron a hombros, y Bilanero está colgado de un pincho. ¡No es justo…!

Curro Díaz estuvo mal; así, sin más rodeos. Indeciso, medroso, sin recursos, conformista y desganado. Esa fue, más o menos, su actitud ante su bravo primero al que machacó en el caballo y llegó aplomado a la muleta. ¿Cómo quería que llegara con el castigo que le había infligido? Aun así, pudo dibujar tres derechazos con esa fina gracia de este torero, aunque en toda su labor sobresalió su alto sentido de la precaución, sus muchas dudas, su falta de fe y su escasa decisión. Y del mismo tenor se comportó en el cuarto, de embestida más sosa, pero muy por encima del poco ánimo de su matador. En fin, todos los días no está uno para hacer una obra de arte; y ayer, sin duda, la inspiración no era una fiel compañera de Curro Díaz.

¿Y Jiménez? Qué mal… La peor versión de sí mismo: desconfiado, sin sitio ni recursos, disperso, bloqueado. Despegado su toreo y destemplado con capote y muleta. Metía la cara su primero, y él se empeñaba en pasarlo con la suerte descargada y sin gracia. Soso y más parado fue el quinto, y la gente se durmió.

La Razón

Por Patricia Navarro. Por fin la puerta grande

La puerta grande se cerró día tras día durante todo San Isidro. La espada impidió que el cerrojo del portón se desperezara para ver a Fandiño y a Gómez del Pilar a hombros, la misma espada, pero buena, que le permitió ayer a David Mora salir por la puerta de la gloria de Madrid. Nada menos. En la estocada del sexto, donde se tiró con el corazón, por poco paga caro el envite: le rompió la taleguilla a la altura de la ingle. Había muchas cosas en juego. Le cogió de manera aparatosa y la gente rompió tras una faena a un manso Valdefresno que tomaba la muleta una vez y se iba a tablas. Raudo, a la huida, escapándose. Mora le plantó cara y buscó la ligazón mientras el toro deambulaba, con buen aire pero camino a los adentros. Justo ahí fue cuando consiguió ligar los muletazos, al calor del toriles. Hundió la espada a fuego, con percance incluido, y hubo petición. El pañuelo blanco de presidencia le abría Madrid. El público quiso sacarle a hombros.

«Bilanero» fue el tercer toro de Valdefresno. Y de triunfo cantado. Tomó el engaño en la distancia, pero lo mejor es que se empleó con repetición e ímpetu, aunque las fuerzas contenidas. Bravo toro. Una delicia por el pitón diestro. Mora se hizo un autoquite con el capote y de rodillas le dio una larga para reparar la zancadilla. Un milagro que conectó con el público. ¡Qué pase muchas veces así! Mora prologó con un pase cambiado por la espalda y uno de las flores. No tardó en poner la diestra y mantener la distancia, ahí fue creando Mora una labor basada en un afán rotundo pero eléctrico en el encuentro. Daba la sensación de que vaciaba quizá antes de tiempo. «Bilanero» tenía las fuerzas justas y pedía suavidad en el cite, en el embroque, armonía en las suertes. La faena navegó por distintos mares, con poca homogeneidad en los pases, en el conjunto. Por el izquierdo era menos claro el toro. Y tampoco llegó el entendimiento. Se puso. Lo intentó sin duda. Y ya al final se cruzó mucho al pitón contrario para sacarle muletazos. Entró a matar con rotundidad, claras las ideas, y se cobró una estocada buena en sí misma. De las que antes se decían que bien valían un trofeo. Y algo de eso quedó. Paseó Mora la oreja, lo que no sabía es que la puerta grande de Las Ventas le esperaba después. Ni él ni nadie.

La corrida de Valdefresno no fue escaparate para mucho más. Aunque, eso sí, Curro Díaz firmó buenos derechazos, muy cadenciosos, muy en la verticalidad al primero de la tarde, que tenía un son estupendo, pero pagó su excesivo castigo en varas. Imposible fue el cuarto para el lucimiento.

César Jiménez quedó inédito. Deslucido su toro y al cuadrado (su lote al completo). Gazapón y encogido el segundo tomó la muleta sin emplearse y con mucha sosería, el quinto no tuvo mejores trazas, descolgó sin romper.

David Mora se fue a hombros en tibia tarde de Madrid. Se hablará de ella, se debatirá. Una plaza que ya se enfrenta, con su media entrada, a la realidad. El hartazgo de la afición de carteles sin imaginación. Que alguien ponga freno a esto, por favor.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. David Mora abre la Puerta Grande

La Feria del Arte casi empieza con drama. El segundo de Valdefresno se le venció en el quite por chiculinas (o no obedeció el cambio) a David Mora y le volteó con violencia. Toda la taleguilla de la pierna izquierda rajada desde los machos ¡y se la había querido dar por el derecho! En el suelo se salvó de milagro. Y es que por el pitón derecho el toro era una prenda. Se levantó y siguió el quite hasta rematar con apuros y desarmado.

Mora volvió a protagonizar otro momento agónico cuando al parar al tercero lo barrió con los cuartos traseros. Quedó el toledano de rodillas y a merced e improvisó una larga cambiada de autoquite que levantó un clamor por la agudeza, los reflejos y el alivio del personal, que ovacionó enardecido el lance o el trance. Galleó por chicuelinas y lo midió en el caballo. Intervino de nuevo a la verónica, codillerita y tirante: perdía el toro las manos de tanto querer. Un toro bravo de nombre 'Bilanero', igual que el que sorteó el la Feria de Abril y terminó por ser el mejor de Sevilla. Aquel de Moisés Fraile.

David Mora se arrancó con un pase cambiado y uno de las flores. Y le dio distancia sobre la mano derecha. Una derecha rápida que vaciaba la embestida antes de hora con el viciado codilleo y ese muñecazo extraño que casi pone la muleta de canto. Mucha velocidad. Por la izquierda no hubo entendimiento. Descompuso de pronto la embestida, que se venía un tanto por dentro. Y continuó en redondo. Ya con las revoluciones bajas. Y entonces, en la hora final, volvió a presentar la izquierda y el toro se mostró igual de boyante. Una estocada de muerte pronta igualó las deficiencias, se sumó a la valiente actitud y se convirtió en una oreja. La ovación grande para 'Bilanero'.

Curro Díaz toreó un toro zancudo al que castigó en exceso en el caballo. El toro le pegó una voltereta a Montoliu que estaba en las musarañas. Tras el castigo, el de Valdefresno se apagó mucho. Y le pesaban los adentros. Díaz le dio aire entre tandas y le tuvo que llegar mucho con la muleta al hocico para sacarle dos tandas de derechazos con desmayo y poco más. En ellas el toro hacía por querer. El cuarto subió la corrida por arriba con hechuras largas y embistió en buey.

César Jiménez tomó nota del volteretón del segundo por el derecho a Mora y, tras doblarse y volver a ver que por la diestra guasa para parar un tren, le propuso la izquierda. Dos series de largos muletazos y viajes más que de real apuesta. En lugar se continuar, quiso intentarlo por la derecha imposible de nuevo… El quinto era un torancanazo sin clase, noblón y apagado al que Jiménez le hizo faena larga y sin brillo.

El sexto traía otras hechuras al tercero aunque nombre tambien de familia afamada en la casa: 'Langosto'. Distintos troncos. Se salía sueltecito de capotes. Pero colocaba la cara. Igual que en la muleta. Demasiado rajadito en los medios… Mucha clase. En la querencia al final y puesta le consiguió ligar una tanda. Y otra sin quitársela de la cara. Si lo ve antes… Se tiró a matar a ley. Lo prendió por la ingle. Y le rompió la taleguilla. La estocada se hundía con travesía y sin muerte. Hubo de descabellar. No importó para la oreja. Puerta Grande. Casi un mes después. Y se discutirá. Y no faltan razones.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Triunfa MOra contra los imposibles

La salida a hombros de David Mora en el último momento le dio la vuelta a un festejo marcado por las pocas posibilidades de los toros. Se aburría el público en el tendido y se desesperaban los toreros en el ruedo. Una tarde llena de imposibles por culpa del ganado. Sin embargo, pudo contra todo David Mora, por disposición y capacidad para resolver.

Y eso que no había empezado bien la tarde para él, al propinarle el segundo un tremendo batacazo en el turno de quites. El toro no obedeció al cite llevándoselo por delante en el primer lance.

Se repuso y volvió a la pelea, hecho unos zorros, pero sin mirarse. Empujado por el amor propio acabó enjaretando las dos chicuelinas y la media que llevaba en mente.

Ése iba a ser el marchamo de su tarde: valor, ambición y mucha autenticidad. Mora salió a por todas en multitud de ocasiones, las posibles y otras más que buscó donde cuesta mucho llegar. Difícilmente se ve a un torero tan decidido y despejado de ideas.

El afán de triunfo de quien sabe lo que busca, sin reparar en el precio. Así encontró Mora lo que quería.

Impresionante el autoquite que se hizo con una larga afarolada al caer, tropezándose sólo, en la cara del toro tercero, primero de su lote, después de haberlo cuajado con el capote a base de unos lances bellos y parsimoniosos.

Emotividad y asombrosa unidad en el inicio de faena, con dos ajustados cambios por detrás viniéndole el toro de muy largo en el primero, y ligando por delante en “ochos” muy cerrados.

Lo fundamental alcanzó notable cota en el toreo a derechas, con la figura muy encajada, muleta adelantada en cada cite y los trazos de cada pase limpios y templados, seguidos y muy sentidos.

No fue tanto por el lado izquierdo, ya que por ahí el toro iba más violento. Así que volvió a derechas, y todavía, después de cuatro “cositas” con cierto aroma por la cara, hubo una tanda más al natural de mucha suficiencia.

Como colofón, la estocada. Una gran estocada. Mora entró en corto y por derecho, con una fe ciega. A matar o morir se suele decir. Y fue lo primero. El toro patas arriba, y la plaza blanca de pañuelos para la primera oreja.

En el último estuvo la cosa en otro son por las exigencias del toro, rematadamente manso como el resto del envío. Flojo, sin emplearse en los dos primeros tercios de la lidia, suelto de los engaños.

No era toro para apostar. Y ése fue el mérito de Mora, dándole los desahogos que pedía, en la querencia, cerca de chiqueros. Se tragaba un muletazo, a lo sumo dos, y se iba. De modo que al principio hubo que empezar varias veces. Hasta que impuso su mando el torero en dos tandas por la derecha de mucha consistencia, de compostura y hondura.

Más allá de los pases aislados, el trasteo llegó a tener ritmo y cierta unidad. Lo que parecía imposible al final fue una feliz realidad. Por si faltaba, Mora se entregó otra vez en la suerte suprema, tanto que salió prendido. Un golpe de descabello no fue óbice otra vez para el entusiasmo desbordado. De nuevo una oreja por mayoría, pasaporte definitivo para la cotizada Puerta Grande que reafirma el momento grande y dulce de David Mora.

Los compañeros, sin “material” adecuado, también se justificaron. Curro Díaz le sacó con creces al primero lo poco bueno que tenía en la distancia corta. Toreo exquisito, limpio y muy artista. En el cuarto no pasó nada pues no tuvo el toro voluntad de embestir.

Jiménez hizo asimismo un notable esfuerzo en su lote, con el manso y apagado segundo que pegaba “arreones” aislados, y con el quinto, parado y topón, en consecuencia sin respuesta.

Está claro que en un contexto así vale mucho un triunfo. El de David Mora por supuesto que le va a servir a él, pero es también muy importante para la “Fiesta” misma. Con estos acontecimientos el público vuelve a creer.

Sur

Por Barquerito. David Mora triunfa con un soberbio valdefresno

De los seis toros de Valdefresno hubo uno, tercero de corrida, de extraordinario son. Un toro lanudo o astracanado, 520 kilos, pura armonía, seguramente más en la línea Lisardo que en la primitiva de Atanasio. Todo lo hizo a modo ese toro, al que David Mora le cortó una oreja en Madrid sin sufrir nada más que un susto tremendo.

Tres lances de saludos bien volados en tablas, un tropezón con caída al suelo y la agilidad y la listeza suficientes para medio enderezarse y, de rodillas, librar la embestida en firme del toro con una larga cambiada, y a la vuelta de la larga, una brionesa. Cósmico revuelo: la emoción de lo que pudo haber sido un grave percance, las repeticiones del toro, que metía humillado la cara y hasta la intervención feliz de un banderillero de otra cuadrilla que saltó del callejón al ruedo en cuanto vio a Mora en el suelo y quién sabe si a merced del toro. La larga cambiada, la brionesa, las circunstancias y, naturalmente, la presencia del toro crearon un momento singular.

En el caso de David venía rodado porque el segundo de la tarde se lo había llevado por delante en el quite que cerraba tercio. En los medios, chicuelinas de cite largo, un golpe de viento, figura encajada. Descubierto, David salió prendido por los machos de la pernera izquierda y zarandeado en molinillo. Pero ileso. Siguió el quite sin siquiera recomponerse, fue desarmado y cogido de nuevo. Para él estaban la Providencia, la tarde y el toro. No el de la cogida del quite sino el segundo Bilanero que se llevaba este año en un sorteo y al que, después de picado, volvió David para quitar en los medios por verónicas de mano alta.

No fue faena de coser y cantar. Empeño de largo de David Mora, muletazos limpios y cosidos, pero la velocidad la puso el toro, que a veces se abría lo justo y, si no iba templado al punto, claudicaba otro punto. Un cambio de mano ligado con el de pecho salió redondo. Un poco de viento. Costó acoplarse con la mano izquierda. David se templó al fin con el toro: menos distancia, mayor dominio, más baja la mano, más despacio, más firmeza.

La foto del año en Madrid

Una oreja y no las dos que llevaba el toro en la bandeja, pero la primera de las dos que iban a ser el botín de la corrida y la tarde. La puerta grande, la foto del año en Madrid, porque hasta ahora sólo salían a hombros los rejoneadores y no los que matan en puntas los toros. Parte del premio, a cuenta de Valdefresno.

Pues el sexto de corrida, un langosto de reata noble, más en Atanasio que en Lisardo, suelto de caballos y acalambrado hasta después de sangrar, fue ese toro que parece manso pero acaba siendo bastante más bondadoso que manso. Le buscó mucho al toro David las vueltas y las revueltas y, en terreno de toriles, dio al fin con el sitio y el cómo. Ahí se dejó anudar el toro en ochos por las dos manos. Los cuales sumaron a muletazos sueltos bien compuesto cuando el toro, poco antes de entregarse, parecía una bala perdida. Premio para la paciencia y la fe de David. La oreja que tanta falta hacía.

Bella corrida dispar. Un trastazo brutal contra un burladero dejó mermado a un primero de buen tranco y mejor estilo. Iba a pararse pero no se paró. Hábil Curro Díaz con la mano derecha, que fue la dulce del toro. Al querer saltar, se estampanó contra tablas el segundo, que fue toro abanto, corretón y llorón. Con la mano izquierda le pegó una notable tanda César Jiménez. El cuarto, de cuello agaitado y picado muy atrás, sólo se vio en medios muletazos, y pocos. El destartalado quinto fue el de peor nota de la corrida. Empeño menor de César. Ya apuntillado, seguía bramando el toro. No es normal. Panza de gaita.

©Imagen: David Mora en su salida a hombros de Las Ventas. | EFE

Madrid Temporada 2012.

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