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Plaza de Toros de Las Ventas

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Jueves, 6 de junio de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Juan Manuel Criado, sin mucho juego, el 4º sobrero de Manolo González, bravo mjuy bueno

Diestros:

Uceda Leal: ovación, oreja y silencio, en el que mató por Flores.

Curro Díaz: ovación y silencio.

Sergio Flores: Confirmó, ovación, resulta cogido al matar.

Entrada: Algo más de media.

Parte médico: Herida por asta de toro en tercio inferior, cara interna del muslo derecho, con dos trayectorias, una hacia dentro y hacia arriba que causa destrozos en el musculo aductor y alcanza el fémur. Otra trayectoria hacia fuera que alcanza la cara externa tercio inferior de 15 cms. Contusión en la articulación de la rodilla. Herida contusa en región superciliar derecha. Ligera conmoción cerebral. Contusiones y erosiones múltiples. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia. Fdo.: Dr. García Padrós.

Reseña y galería fotográfica: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=5417

Crónicas de la prensa: El País, La Razón, El Mundo.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La corrida de Juan Manuel Criado, procedencia inmediata Algarra, hubiera sido una más, sin casta, sin rematar en el último tercio, si no hubiera sido porque salió un extraordinario sobrero de Manolo González, toro bravo, que permitió una faena vibrante de Uceda Leal para cortar una oreja en Madrid y reverdecer algo sus laureles. Esto pasa a veces, que hay sobreros que vienen a demostrar que existen ganaderías un tanto olvidadas, pero que tiene decenios de crianza, solera y categoría para que se las siga encartelando. Como la de Manolo González, otrora garantía de éxito y disputada por las figuras. Bendito sea ese sobrero, “Costasol”, que ha venido a reivindicar la bravura. Al principio había confirmado el mexicano Sergio Flores que salió a jugársela y acabó en el hule. Estuvo vistoso y valiente y justificó su presencia en Madrid. Curro Díaz anduvo bien con su primero, desplegando su clase, que es lo suyo no el arrimón. Y Uceda, queda dicho, resurgió de algún modo en Las Ventas. Al menos la tarde nos dejó varias cosas: valor, pizca de arte, veteranía, y un gran toro, que no venía de protagonista pero lo fue.

El País

Por Antonio Lorca. “Costasol” un sobrero de bandera

La nota triste y heroica de la tarde la protagonizó el mexicano Sergio Flores, que sufrió dos cogidas en el toro de su confirmación, aguantó en el ruedo hasta acabar con él y demostró que tiene clase y agallas para ser alguien en este mundo.

La clase, la bondad, el ritmo, la casta y el temple llegó de la mano de un sobrero de la firma González Sánchez-Dalp, Costasol de nombre, que salió al ruedo con la firme intención de elevar a los altares a aquel torero que estuviera dispuesto a jugarse el tipo y acompañar el compás de su dulce embestida. Bien presentado, astifino, guapo de hechuras, metió la cara en el capote, cumplió sin exceso en el caballo, galopó en banderillas y llegó a la muleta hecho un bombón para ser deleitado. Embistió largo y de manera repetidora, entregado, la cara humillada, buscando y persiguiendo el engaño con exquisita nobleza; y así, en un tercio extenso en el que el animal dejó claras sus muchas cualidades para que su lidiador saliera en volandas por la puerta grande henchido de gloria.

Uceda Leal, que es torero maduro, lo vio con prontitud, y lo recibió erguido y firme a la verónica; cuatro fueron los lances dibujados con gracia y pasión, cerrados con dos medias de cartel. No satisfecho con su obra, aún trazó dos medias más, preciosas, arrebujadas en su cintura, para dejar al toro en suerte ante el caballo.

Y llegó la hora de la verdad: la muleta. Y el toro esperaba con la mirada fija en el torero, dispuesto a realizar juntos una obra de arte. Comienzo por alto, y muleta en la mano izquierda para que surgieran dos naturales largos -solo dos- y el de pecho, que confirmaron la buena disposición del animal. En la siguiente tanda, Uceda prefirió utilizar el pico, y citar fuera de cacho y muy despegado, y la pretendida obra se fue emborronando y oscureciendo. Algún pase tuvo calidad, pero el conjunto se deslizó por la pendiente de la vulgaridad, mientras el toro seguía embistiendo. Claro que había que ponerse en el sitio donde el toreo es grandeza y no donde es bisutería barata, que fue el elegido por Uceda. Había que mandar y torear de verdad, y Uceda prefirió dar pases. Mató bien de una gran estocada y le concedieron una oreja.

Un fracaso sin paliativos del torero, que da la impresión de que está plenamente amortizado, y de que ya es incapaz de cortarle dos orejas a un toro como Costasol, que se las puso en bandeja. Una pena, pero así es la vida. Otra oportunidad como la de ayer será difícil que se la vuelva a encontrar. Ayer, un gran toro se fue al desolladero sin torear.

Tampoco estuvo a la altura de su primero, otro toro noble, ante el que se mostró acelerado, desconfiado, despegado y por debajo de su oponente. Y se justificó ante el que mató por cogida de Flores, muy desclasado.

Le acompañaba otro torero de su quinta, Curro Díaz, un artista contrastado, de maneras finas y elegantes, también amortizado, al que no le acompañan ni el corazón ni la ambición. Es ventajista, parece buscar el detalle más que la faena, y su credo es conformista y escaso de fundamento. Naufragó ante su noble primero, mal colocado y despegado siempre, y el deslucido sexto justificó su falta de mando.

La mala suerte se alió con un joven mexicano, valiente y pundonoroso, que dio la impresión de venir a por todas. Un toro serio y cuajado era el de su confirmación, noble pero con poco celo. Y Sergio Flores se plantó ante él seguro, firme y con templadas y suaves maneras. Se colocó bien, cruzado siempre, tiró de la embestida y demostró su buen gusto con ambas manos. En un descuido, cuando citaba para un pase de pecho, el toro lo empaló por la pierna izquierda, lo volteó y lo hirió en el muslo contrario. Se levantó desmadejado, cojeando y la herida sangrante. A pesar de ello, se empeñó en seguir en la cara de su oponente y aun trazó dos tandas por la derecha claramente mermado de facultades.

Se perfiló para matar, se volcó de verdad sobre el morrillo y nuevamente salió volteado después de dejar media estocada. Tras la tremenda paliza en el suelo, Flores salió con la taleguilla destrozada, el cuerpo magullado y el dolor reflejado en su cara. El animal tardó en morir, y a punto estuvo el torero de derrumbarse antes que su oponente, al que pudo descabellar con gran esfuerzo y totalmente desmadejado. Quiso llegar hasta el centro del ruedo para saludar al público, pero no pudo. Sus compañeros se lo llevaron en volandas a la enfermería, donde los médicos certificaron que no era un rasguño lo que llevaba, sino una cornada con dos trayectorias, además de una contusión en la articulación de la rodilla derecha, otra herida en la región superciliar derecha, ligera conmoción cerebral y contusiones y erosiones múltiples. Lo que no dice el parte médico, porque es obvio, es que este Sergio Flores tiene un corazón torero así de grande y que antes o después le dará la alegría torera que merece.

La Razón

Por Ismael del Prado. Sergio Flores, la hiel; Uceda Leal, la miel

Recién confirmado. Apenas cinco minutos habían pasado de la ceremonia. Sergio Flores había dejado una faena maciza, convincente sobre el pitón derecho. Ligada y con muletazos muy despacio, acompasados a la noble embestida del toro. A la salida de uno de ellos, llegó el tabaco. Derrote seco del animal que levantó por las piernas al mexicano y hundió el pitón en la cara interna de su muslo derecho. Cornada grave de dos trayectorias. Pese a costarle lo suyo recuperar la verticalidad, tiró de casta y siguió en el ruedo para darle muerte. Se perfiló para la suerte suprema y enterró más de media hoja, pero no logró salir del embroque. El pitón derecho penetró en la taleguilla hasta destrozarla. Desmadejado. Echó girones, cayó al suelo. La res, ensañada. Las astas resbalando por el rostro hasta marcarle un pitonazo junto a la ceja derecha. Escalofriante. Paliza fuerte. Volvió a ponerse en pie y, visiblemente mermado, con la sangre manando rodilla abajo, aguantó hasta verle doblar al segundo descabello. Directo a la enfermería, la cuadrilla recogió una fuerte ovación del tendido como premio a su valor y buen concepto. Así, el manejable, aunque justito de raza, encierro de Juan Manuel Criado quedó en un mano a mano entre Uceda Leal y Curro Díaz.

Desde el primer minuto quiso resarcirse el torero de Usera. Congraciarse después del borrón echado en su único paseíllo en San Isidro: sorprendentemente mal con la espada la tarde de Pedraza de Yeltes, uno de los mejores matadores, quizás el mejor, del escalafón. Quitó por delantales al primero. Ya en su toro, el madrileño armó una labor muy técnica, solvente, de torero experimentado. Mejores muletazos dibujó en redondo, más cortito el viaje al natural de un toro manejable, pero que no terminó de romper. Colocó una media en muy buen sitio, que fue suficiente.

Culminó la redención en el cuarto bis que saltó por el inválido del hierro titular. Un serio colorado chorreado de González Sánchez-Dalp de excelente juego. Sobresaliente. Se empleó de veras en el primer encuentro con el caballo y demostró la fijeza y prontitud a las telas que más tarde corroboró en la franela de Uceda. El madrileño templó una embestida alegre, almibarada, con transmisión y entregada hasta el final del muletazo. Perenne profundidad en cada una de las series. Una muy buena sometiendo al animal, corriendo la mano con dulzura. Acople entre toro y torero que, pese a una colocación mejorable, supo atemperar la calidad del sobrero. Fácil y despejado. El cañón se desencasquilló a tiempo. Se volcó sobre el morrillo para dejar una estocada hasta la yema que puso la oreja al alcance de su mano. Merecido premio. También lo obtuvo la bravura de «Costasol», ovacionado en el arrastre.

Ni siquiera vislumbró la opción de la Puerta Grande en el sexto. Playero de cuerna y de feas hechuras, el castaño intentó dos veces saltar al callejón. No presentó facilidades en el último tercio, donde obsequió con un recital de protestas, arreones y tornillazos desparramando la vista en todo momento. Le ofreció la pañosa por ambos lado el espigado diestro capitalino antes de abortar la misión más pronto que tarde. Otro estoconazo y un descabello para cumplimentar su labor.

Descafeinada fue la tarde de Curro Díaz que sólo logró saludar una ovación a la muerte de su primero. Sello propio tuvo la faena del matador de Linares al tercero, ofensivo por delante. Muy bien armado tapando el remate que faltaba de atrás. Por sus venas corrió la misma bondad de los dos primeros. Otro toro noblote al que el jiennense trazó muletazos de bella factura. Sabor y buen gusto. Destacaron los remates y una tanda al natural, que le fue robando de uno en uno. Tras un metisaca en los bajos, lo despachó de una efectiva estocada algo caída.

No superó el listón con el quinto, protestón y a la defensiva en cuanto le quiso bajar la mano el torero. Curro Díaz quiso aprovechar la movilidad, sin entrega, que había apuntado en los primeros tercios y le otorgó sitio. A su aire en el inicio, su deseo se tornó imposible en cuanto trató de vaciar su embestida por abajo. A menos y sin raza de la que tirar, Curro decidió abreviar. Suyo fue el término medio. Incoloro como el agua. Ni la hiel de la cornada de un valeroso Sergio Flores; ni la miel de Uceda Leal con el bravo «Costasol». Qué gran toro.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Herido Sergio Flores; Uceda leal triunfante

Sergio Flores confirmó alternativa a sangre y fuego. Con un toro grande de Juan Manuel Criado. Y cinqueño. Le había aguantado ya un parón con mucho valor en una faena muy firme. Por la mano derecha volvió a repetir el toro y le levantó los pies del suelo con un seco derrote que lo caló en la pierna derecha. El mexicano Flores siguió, pero muy dolorido. A la hora de entrar a matar de nuevo cobró el torero en una volvetereta teremenda. El toro con la muerte encima se ensañó en el suelo; la taleguilla desgajada pero rastro de herida. Salvo en una ceja. La media estocada por su inclinación tendida demoró el premio, que se enfrió con el toro amorcillado en tablas. Caída la mole, Flores se entregó en brazos de los hermanos Pirri, que lo introdujeron en la enfermería para nunca más volver.

Uceda Leal ya se había destapado con un quite por delantales abrochado por una media verónica de cadencia superior. Uceda estuvo muy torero y centrado con un toro noble de fijeza pero sin ese punto de empuje a final de viaje. Por la mano derecha era y por la mano derecha fue. A su altura. Por la izquierda no era igual y cerró con un par de ayudados por bajo preciosos. Media estocada en todo lo alto bastó. Oyó una ovación.

El tercero, de nombre 'Talaverano', traía también la seriedad de los cinco años cumplidos y dos puntas de quitar el hipo. Se le picó muy trasero. El toro contó con mejor inicio de viaje que final y también con chispa. Curro Díaz cimentó la obra en la mano derecha. Diferentes respuestas del toro según la colocación, normalmente al hilo de Díaz. O a la pala. Firme el trazo, distintos recorridos. Más alta la cara por la izquierda. Una fenomenal estocada después de un error en metisaca le valió la ovación desde el tercio.

Uceda Leal tuvo la suerte de que se le devolviese el cuarto, más lavado y feble. Porque el sobrero de González y Sánchez-Dalp permitió a Uceda gozar del toreo con solera. Por las dos manos los remates de pecho elevaban las tandas elegantes a niveles excepcionales. Un natural como si fuera continuidad de un cambio de mano sin serlo fue inacabable. Perduró el sabor en un broche majestuoso a dos manos, previa trincherilla. Torería y profundidad al máximo. Y una estocada marca de la casa que tumbó a 'Costasol' sin puntilla. Qué oreja más de ley. La ovación en el arrastre rememoró las que se oyeron en el saludo enfibrado y bello con el capote. Para enmarcar la media verónica. Y otra más a la cadera.

Se acordaría Díaz de su toro anterior, incluso con sus matices, con el basto quinto, que se venía sin ir metido en la muleta de medios viajes y la cara por las nubes. Y no sin guasa.

El sexto de Juan Manuel Criado abría mucho la cara e intentó saltar varias veces al callejón. Y desarrolló sentido y mal estilo. Uceda lo intentó por la mano izquierda que parecía más abordable. Pero solo parecía. Increíble la facilidad de Leal con su espada cabal.


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