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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Tarde del domingo, 7 de junio de 2009

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Alcurrucén, bien presentados y manejables.

Diestros:

Antonio Ferrera: división de opiniones y silencio.

Matías Tejela: silencio y silencio.

Rubén Pinar: oreja y oreja.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa: El País, ABC y El Mundo.


ABC

Por Zabala de la Serna. Pinar sale a hombros de Alcurrucén

No es que los hermanos Pablo, Eduardo y José Luis Lozano se lanzasen a izar a hombros a Rubén Pinar, pero el material para trenzar el paso que lo elevó por la Puerta Grande fue una estupenda creación suya: una señora corrida de Alcurrucén. Y de la creación, el lote de Pinar. Distintos toros, diferentes baremos. Un tercero negro y ensillado, que no alto, cornidelantero y dotado de un extraordinario cuello para humillar. Muy en Núñez la salida y la cosa del caballo. O sea, de pasar con más que discreta nota. Pero en capotes colocaba la cara en los vuelos prometiendo la gloria para la muleta: había que echársela muy al hocico, por abajo, y desde el punto muerto y parado arrancaba el toro con una profundidad lenta. Pinar lo entendió bien, dentro de lo que es Pinar estéticamente y el tiempo escaso de rodaje que marca su cuentakilómetros. Pulsó con temple la embestida que salía desde cero, sin galope, hollando con el hocico la arena con un ritmo dormido, que a veces parecía no terminar nunca y otras no rebosarse. «Afanes» se llamaba. Unas manolas finales y una estocada por derecho le entregaron la oreja. El sexto traía porte de galán de cinco años, largo como un tren, 609 kilos de vagones de mercancías con una locomotora lucera. Un tío. Alberto Martínez lidió en orden, y esto hoy en día, y más ayer, es noticia. Sin embargo, no se picó bien el toro. Rubén Pinar brindó al público en un «voy a por todas». Doblones y derechazos mandones. El hombre iría a por todas pero enviaba a veces, y no pocas, al importante toro a por uvas, especialmente en la segunda mitad de faena. Valeroso, proceloso, meritorio, negado con una zurda que nunca embarcó ni enganchó por delante, la Puerta Grande que se le abrió ante los ojos traía la catadura de un público dominguero de feria vencida y abonos cedidos. No sé si lo dije en Valencia ya, pero Rubén Pinar va a funcionar y gustará en los pueblos. Madrid es un poblachón manchego, como escribía don Francisco Umbral, en tardes como la de ayer. La estocada fue la llave de la segunda oreja.

No fueron los dos únicos toros de la corrida de Alcurrucén. «Heredero» rompió plaza como desentendido del mundo, estrecho de sienes, corretón, huidizo -del peto también-, elegante el porte de cinqueño sin estridencias ni aristas. Antonio Ferrera lo banderilleó olímpicamente. Y centró la faena en la querencia, entre el «2» y la puerta de toriles. «Heredero» no descolgaba del todo por el derecho, pero por el izquierdo vive Dios que se entregaba con un son sensacional. Y además se rebosaba y se abría un tanto más que otros para permitir la colocación, el respiro, la repetición sin apreturas. Ferrera no dio un muletazo a la altura de la calidad del oponente que no se oponía a nada. Sin embargo, con el cuarto estuvo con un par en banderillas. El cuarto que arreó tela y con todo y fuerte y con jiribilla trallera.

Matías Tejela es un torero al que todos los años por Madrid unos señores se reinventan y luego vuelve a dar su talla. La cuadrilla de Tejela mondó a capotazos a un segundo que era un tacazo de hechuras y que unas veces embistió bien y otras regular, desigual pero siempre en son de paz. El quinto pedía el carné con casta y potencia. Subió nota al conjunto en el caballo. Y se le subió a la chepa a Tejela, que no gobernó. Cobró la estocada de la jornada.

Alcurrucén significa un capítulo entero en la reciente historia ganadera de Las Ventas: Manzanares en el 93, Aparicio en el 94, José Tomás en el 97 y en 2002, Rincón y Cid en 2005. ¡Y en Madrid, no en Motril!


El País

Por Antonio Lorca. Rubén Pinar, por la puerta grande

Rubén Pinar tiene dieciocho años, todavía no ha cumplido uno de alternativa y ya ha saboreado la gloria de la puerta grande de Las Ventas en fecha señalada. No está nada mal para un chaval que empieza a abrirse camino. Confirmó su alternativa el día del estallido artístico de Morante y su presencia quedó diluida por el intenso aroma de aquella histórica tarde. Ayer se desquitó y gritó a los cuatro vientos que le sobran ilusión y ganas; y, sobre todo, que tiene hambre de ser figura. Y llegó dispuesto a lo que hiciera falta, a embestir si sus toros no embestían, a arrimarse como un condenado y a triunfar por encima de todo.

No es un exquisito este Pinar, pero sí valiente, pundonoroso y entregado. Y cuando un torero presenta esas credenciales es difícil que no cale en los tendidos. Ayer caló hondo en sus dos toros, manejables ambos, aunque no fáciles. Exigían quietud y decisión, y ambas condiciones las desgranó Pinar. Tiró de la embestida de su primero, bien colocado siempre, y ligó tandas de muletazos muy estimables, sobre todo, por el lado derecho. Brindó al respetable el sexto, y se mostró mandón, seguro y arrebatador en derechazos muy ceñidos que emocionaron por su decisión. Se tiró a matar para salir a hombros, y lo consiguió. Hizo lo que debe hacer un torero: dominar a sus toros y romperse delante de ellos. Ojalá le dure la motivación que ayer le llevó en volandas hasta la calle de Alcalá.

Por el contrario, Ferrera y Tejela se fueron derechitos a su hotel con más pena que gloria. Y no es que no tuvieran toros, que los tuvieron, pero están mayores, o lo parecen, o quieren y no pueden, o se les acabó el carburante de la ilusión. Cualquiera sabe…

El primero de Ferrera era un torrente de casta y codicia en la muleta. Embistió una y mil veces y aún estará embistiendo en el limbo de los toros. Y lo hacía con vibración y alegría. Pero tenía mucho que torear y dominar ese toro. Exigía sometimiento y una muleta poderosa y templada. Una cerrada ovación le acompañó con todo merecimiento en el arrastre. El cuarto tenía menos motor, pero repitió con nobleza en el tercio final. Pitos y silencio fue el bagaje conseguido por su matador. Ferrera es un torero animoso, valiente, esforzado y bullanguero. Su fuerte son las banderillas a toro pasado y con ellas destacó ante el cuarto, pero decae mucho con capote y muleta. No estuvo a la altura de ninguno de sus toros. Ni mucho menos.

Y Tejela tampoco tiene perdón de Dios. Parece conformado con su posición de eterna esperanza, y da la impresión de que está en proceso de prejubilación. Le sobraron precauciones y mala colocación, y su labor fue aburrida y monótona. Así le ocurrió ante el noble tercero, con el que no dijo nada, y con el áspero quinto, que se quiso comer al torero por su impericia y falta de sometimiento. Una pena, porque la corrida de ayer se llevó muchas orejas al desolladero.


El Mundo

Por Lucas Pérez. Rubén Pinar abre la puerta grande de Las Ventas

Feliz cierre a casi 30 días consecutivos de toros en la plaza de Las Ventas. Feliz por el triunfo de Rubén Pinar, que cortó dos orejas y salió a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, pero no menos feliz por el buen encierro de la ganadería de Alcurrucén, que lidió una corrida de toros seria, con trapío y con varios toros con posibilidades de triunfo.

Dos de esos astados cayeron en las manos de Rubén Pinar, que no desaprovechó la ocasión para cortar un trofeo de cada uno de ellos a base de técnica, disposición, e inteligencia. No se puede decir que el toreo del albaceteño tenga exquisitas formas, pero nadie puede negar a este joven de 18 años su ambición por ser torero.

En su primero, manejable, molestó el viento, pero Pinar consiguió coger el ritmo de la embestida del 'alcurrucen' para firmar una faena pulcra finalizada con unas siempre efectivas manoletinas. Se volcó sobre el morrillo del astado y poco importó la delantera colocación de la espada para que el público solicitase la primera oreja.

Con la Puerta Grande entreabierta, Pinar salió a por todas en el sexto, un serio ejemplar que le ofreció un gran pitón derecho, por donde toreó Pinar en redondo dentro de una faena más maciza y asentada que la anterior. Además, la espada esta vez cayó bien colocada. Nueva oreja y Puerta Grande que le aclara su futuro en esta profesión.

Antonio Ferrera se lució en el tercio de banderillas al cuarto, destacando el tercer par, al quiebro, que puso en pie a los espectadores. Todo se quedó ahí, pues ni con éste ni con el primero el extremeño consiguió conectar con los espectadores en dos faenas excesivamente eléctricas en las que hubo naturales sueltos con profundidad.

Por su parte, Matías Tejela quedó inédicto ante el lote más complicado de una corrida, la de Alcurrucén, que puntuó con nota en la plaza de Las Ventas.

Madrid Temporada 2009

madrid_070609.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:19 (editor externo)