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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Jueves 7 de junio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Puerto de San Lorenzo (desiguales de hechuras y juego. Destacaron los nobles 1º y 3º. Manejable el 2º aunque sin finales. Mansos y más deslucidos los tres últimos).

El Cid. Silencio y pitos.

Daniel Luque. Oreja y saludos.

Thomas Dufau. Saludos y silencio.

Entrada: media entrada.

Crónicas de la prensa: COPE, La Razón, El País, El Mundo, EFE, Marca.

COPE

Por Sixto Naranjo. Daniel Luque corta una oreja de un buen toro del Puerto

Venía tocado tras un insulso triplete en Sevilla y una gris actuación en San Isidro. Pero Daniel Luque se encontró en su camino este jueves con ‘Velosico II’, un notable toro del Puerto de San Lorenzo. Bien hecho, cumplidor en el peto, el toro del hierro salmantino mostró su clase y nobleza desde el comienzo y por insistente, Luque cuajó un bello quite a la verónica. El sevillano vio y entendió las cualidades del toro y se puso a torear desde el principio. Las tandas del comienzo dando distancias, con la figura más ralajada y templando a la perfección. Ritmo sostenido, a izquierdas abrió más el compás para tirar siempre por abajo la embestida de su oponente. Profundidad y mando en las muñecas de Luque. Enfiló tablas el del Puerto al final de faena, y ahí intentó unas luquesinas el de Gerena que no salieron muy allá. La espada arriba aunque algo atravesada. Cayó el toro y la oreja, Justo premio y reconocimiento.

No pudo redondear con el quinto, basto de hechuras que cantó su mansedumbre ya en los primeros tercios. Intentó plantear batalla Luque en chiqueros, pero la ligazón era imposible con el toro levantando la bandera blanca de rendición y haciendo ascos a la pelea. Hubo de dar por concluida la batalla cuando el toro se partió una mano.

El otro toro importante del festejo fue el que abrió plaza. ‘Carafeo’, nombre y hechuras ‘atanasias’ que no fallaron. Siempre a más, el del Puerto sirvió para que Thomas Dufau firmase una confirmación de alternativa entonada aunque con altibajos. Sobró corrección y faltó rotundidad y apuesta de verdad.

El sexto fue otro toro de la línea Atanasio de la ganadería. ‘Cardilisto’, de regia estirpe y reata en este encaste. Más vareado, el burraquito del Puerto no opuso mucha resistencia en el último tercio, embistiendo sin maldad y nobleza. Thomas Dufau estuvo demasiado conformista y nunca se atrevió a cruzar la raya de lo políticamente correcto y atacar al toro para al menos saber si el animal hubiera roto de verdad.

Quien de nuevo firmó una actuación gris en Las Ventas fue El Cid. El de Salteras sigue sin enderezar el rumbo de su temporada. Bien es verdad que sorteó el lote de menos prestaciones, pero tampoco se le vio nunca confiado. El segundo tuvo cierta nobleza pero le faltaron finales. Sumó muchos pases El Cid pero sin poso ni asiento. El cuarto fue el animal más serio del encierro salmantino. Dos puñales lucía. Entre el viento, un pisotón al comienzo de la faena y el escaso viaje del toro, El Cid abrevió entre las protestas de los tendidos.

El País

Por Antonio Lorca. Aroma de buen toreo

Hubo un momento en que por toda la plaza se esparció el aroma del toreo bueno, el que surge de la inspiración y el alma de alguien que, por ese misterio de la belleza, se siente artista. Se toreaba a la verónica clásica, despacio, muy despacio, con el cuerpo entero, las manos bajas y el corazón en vilo para que no se rompa el encanto, con un gusto exquisito todo, temple y lentitud inseparables, y surge el ole y se funde con esa media que desborda el entusiasmo.

Es lo que suele ocurrir cuando alguien torea de verdad, que entras como en éxtasis, se detiene el tiempo, fijas la mirada en un espacio que desaparece al instante porque lo que queda es una ráfaga que se graba en la memoria para siempre.

Toreaba a la sazón un joven sevillano llamado Daniel Luque, que bordó el toreo a la verónica en un quite a su primero; pero ya lo había intentado, y también con acierto, al recibirlo de salida y en otro quite en ese mismo toro. Que estaba en racha, era la impresión que daba. Y lo estaba por lo que vino después.

Fue ese un toro bravo en el caballo, que acudió con presteza en banderillas y llegó a la muleta con nobleza, recorrido y las fuerzas muy justas. Lo suficiente para que el torero en racha se luciera con el toreo auténtico. Se amoldó al viaje del toro, y los derechazos brotaron con suavidad y suprema calidad, a pesar del fuerte viento que corría en esos momentos. Grandes fueron dos tandas de naturales, e inspiradísimas, de menos a más, en un alarde variedad, salpicadas de molinetes, trincherillas, pases del desprecio y largos de pecho.

No fue, ciertamente, una faena de apoteosis, pero sí de esencia, de hondura, de gracia, y, sobre todo, de aroma ante un toro con clase y dulzura. La oreja fue muy merecida. Quiso rematar su tarde en el quinto, pero no hubo manera; era un manso dificultoso que se encerró en la puerta de toriles y huyó despavorido de la actitud valiente, entregada y responsable de un Daniel Luque en plan de torero grande.

Y se esfumó el aroma. Hizo mucho viento, todo hay que decirlo; y cada toro y cada torero es un mundo.

El francés Dufau confirmó su alternativa con un noble toro que le permitió hacer el toreo que él no sabe. Lo intentó de veras, pero le faltó mando y templanza; y arrojo y entrega para exprimir la buena embestida del animal. La sosería del sexto justificó de algún modo la actitud del torero, que no consiguió despertar el interés de los tendidos.

Y El Cid escuchó pitos cuando mató al marrajo cuarto. Más que una protesta parecía un lamento: tres corridas y nada ha dejado Manuel Jesús para el recuerdo. Ese toro, de preciosa estampa, no tenía un pase, pero a él se le sigue viendo sin la clarividencia de la figura que es; sin los recursos que, sin duda, atesora; y sin la alegría de su toreo de antaño. Y así lo expresó ante el descastado que mató, muy bien por cierto, en primer lugar.

Total, que, como hubo aroma del bueno, se aventó el aburrimiento. Es la fuerza de la belleza…

La Razón

Por Patricia Navarro. Daniel Luque, trofeo de un buen “Velosico II”

El viento se interpuso ante todo. Impertinente, malhechor, aguafiestas. Lo hizo toda la tarde, a veces más a veces menos, pero para no perderle el respeto siempre. Lo sufrió «Carafeo» que era toro guapo, bien hecho y armónico. Y además bueno. A Thomas Dufau le tocó confirmar su alternativa con el toro de Puerto de San Lorenzo. Caerle en sus manos era toda una bendición, intermediando el viento, una frustración. El vendaval hizo volar la muleta cuando intentó el francés darle un pase cambiado por la espalda. No había manera de dominar la muleta, de ponerla donde se quería, donde se necesitaba. «Carafeo» embistió con mucha profundidad, serio, descolgando el cuello en el viaje, buen toro aunque quizá le faltó duración. El animal, Dufau y el viento se midieron cara a cara durante todo el trasteo. Una cruz. Maldición divina. Logró el confirmante sacar algunas tandas buenas, por la derecha al principio y al natural después, largo el toro por ahí, con clase. Por manoletinas puso el punto final y tomó la espada para saber usarla.

La tarde tuvo otro toro «Velosico II», que superó de largo a «Velosico I» que se lidió en segundo lugar. El de Luque, el bueno, tuvo mucho que torear. Daniel buscó lucirse con el capote y lo consiguió en cuatro verónicas (la tercera soberbia) buenas y una media muy personal, de mucho encuentro con el toro. Brindó al público y hizo buen planteamiento de faena: en el centro, distancia al toro, que venía con prontitud. Tenía la boyantía justa, pero colocaba la cara perfecto este «Velosico II». Luque hilvanó una tanda buena de derechazos y mejoró en los naturales, por donde el toro iba muy entregado. Muy brillante en los remates, los de pecho, las trincheras, algún desprecio. Mejor en eso a veces que en el grueso de las tandas. Se quiso rajar el toro y ya ahí, renunció Luque a la espada e intentó alternar mano en cada pase.

El invento esta vez no alcanzó rotundidad. Con la espada, en el sitio, recobró el entusiasmo y paseó un trofeo. La puerta a medio abrir. ¿Tercera consecutiva? El manso quinto se puso en cruz. A la huida siempre, ya no rajado, sino saliendo suelto de aquí y de allá, de los medios y de las tablas. Luque lo intentó pero el material bueno de verdad se le había agotado con su buen primero. El Cid tuvo el peor lote de la tarde, que quede claro. El cuarto fue un prenda, muy descarado de pitones y toro muy serio, que apretó a los banderilleros cuando veía posible hacer presa y que no quiso muleta por ningún lado. No había huecos para salvar la historia. El segundo fue toro descastado, sin gracia, iba con lo justo. Poca convicción El Cid.

Thomas Dufau cerraba la tarde en el día de su confirmación. El burraco de Puerto de San Lorenzo resultó brusco en el engaño, aunque a izquierdas embestía muy por abajo. Sueltecito el toro en los primeros tercios, se llevó una faena entusiasta, de querer justificarse, propia de la ocasión.

Cómo hubiera sido esa tercera puerta grande. De no creer.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Daniel Luque corta una oreja a un toro de bandera

Un viento inclemente. Así no se puede torear ni de salón. Lo de Beneficencia una broma al lado del huracán de este jueves. Confirmó Duffau con 'Carafeo' de Puerto de San Lorenzo, que era tela de guapo. Y de bravo y bueno. El “7” lo quiso devolver. Y el presidente Muñoz Infante lo aguantó con criterio de buen aficionado. Menudo fue 'Carafeo'. Duffau anduvo firme con el viento inclemente. Seria la embestida de toro bueno.

El Cid tuvo un toro de contado poder y mucha humillación al que le faltó emoción. Le puso los pitones en el pecho. Tanto que le arrancó el chaleco.

Daniel Luque se dio un banquete con 'Velosico II'. Lo toreó a placer a la verónica. Desde que salió. Por el izquierdo espléndidas y la media soberana. Y en un quite templado y cerrado con una larga muy torera. Y en otro más con el pecho y la bamba por delante. Otra media verónica de cartel. Vaya con 'Velosico II'. Qué temple. Luque lo brindó. Empezó la faena desmayado. Relajado. Y después se enfibró y se despatarró y se encajó con la muleta arrastrada. Distintos cierres: un molinete zurdo, un pase del desprecio, alguno de pecho. No necesariamente por este orden. Por la mano izquierda lo bordó. El toro también cosido en los flecos de la muleta, que de tan por abajo evitaba cualquier incursión del viento. Toreo bueno. Ahí estaba hecha la faena. Y las orejas. 'Velosico II' estaba ya vacío. Sobró el absurdo final soltando la ayuda y un intento anterior de no sé qué. ¡Cabeza! Lo mató por arriba y cortó una oreja de peso. Madrid rendido.

El cuarto era un tío. Pero un tío. Embistió rebrincado y con guasa. Al Cid lo pisó nada más empezar la faena. Y entre la cojera, los cabezazos, el viento y la color demudada, abrevió.

Manseó el feote quinto que ya en banderillas se rajó. En la puerta toriles tuvo que ser, y aun así se daba a la fuga. Cuando no arrollaba. Luque luchó contra la mansedumbre y el viento con valor. Se partió una mano el toro al final. Una estocada baja.

Burraquito y guapo el sexto. Sueltecito de carnes. Frenado de capotes y metiéndose por dentro. El aire no cesaba. Le dieron mucho en el caballo. Simplón y bueno para la muleta, especialemente por el izquierdo. Duffau dijo poco.

Marca

Por Carlos Ilián. Una oreja de ley para Daniel Luque

Aquella tarde en la que confirmó su alternativa en Madrid, el 6 de junio de 2008, Daniel Luque nos impresionó por su carácter, su personalidad, y hasta su arrogancia a pesar de que era un chaval de escasos 18 añitos. No se amilanó ante la figura de un José Tomás que en dicha ocasión estuvo gigantesco. Tal vez otro muchacho en iguales circunstancias se habría diluido y sin embargo Luque se creció y quiso enviar una señal de que estabamos ante un torero para el futuro.

Por desgracia con el paso de estas últimas tres temportadas aquellos comienzos tan ilusionantes se han ido derritiendo. Luque ha estado en todas las grandes ferias y ha alternado con las figuras del momento. Sin embargo no ha reventado, no ha cuajado en ese torero importante que todos intuíamos. Es verdad que de repente cuaja un toro y con mayor frecuencia nos deja ver la enorme calidad que tiene en el manejo del capote, tal vez uno de los tres más exquisitos intérpretes del lance a la verónica.

A pesar de todo siempre esperamos algo de este chico cuando lo vemos en las grandes citas. Y nos ha dejado de nuevo con la ilusion a flor de piel. Ha toreado con el capote en lances de seda, de una cadencia y una exqucitez soberanas. Luego ha ejecutado un toreo lento y reposado sobre la mano derecha, especialmente importante cuando se ha cruzado y cuando ha toreado cargando la suerte. Ha intercalado muletazos cambiando de mano, muy toreros y ha matado a ley. Y de ley es la oreja que cortó. No pudo redondear la tarde ante el manso infame que lidió en quinto lugar, pero salimos de plaza convencidos de que Luque no es un caso perdido.

El Cid estuvo espeso y sin ideas ante su `primero y las pasó moradas con el manso y peligroso cuarto de la tarde. El francés Dufau confirmó su alternativa.Lo hizo con decoro pero muy por debajo del lote que se llevó. Es el clásico torero que pega muchos pases y no se recuerda ninguno.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Rotundo Daniel Luque

El triunfo de Luque ha sido rotundo, muy convincente, por el equilibrio y la armonía que ha tenido la faena en todos los frentes, por la frescura de su toreo. Y con un fuerte viento en contra que hubiera hecho desistir a cualquiera.

Viento permanente en toda la tarde, pero que sopló aún más fuerte en lo que duró la lidia de ese tercer toro, al que ya de salida le enjaretó lances de mucha enjundia, ganándole terreno y meciéndose, lo que Belmonte dijo un día que había que hacer para torear bien, olvidándose del cuerpo.

Hubo más en el primer tercio. Dos quites, dos, a la salida de cada puyazo. Elegante y parsimonioso en el primero, y con temple y arrebato en el siguiente. Luque se ha hecho un excelente capotero, y a las pruebas hay que remitirse.

A todo esto, el toro, muy cuidado en varas, llegó con mucha viveza a la muleta, con la que Luque se puso a torear sin probaturas previas. Directamente por la derecha, citando en la media distancia.

El animal se venía pronto, por abajo y repitiendo, mientras el hombre le esperaba antes de engancharle en un recorrido lento y emotivo y despedirle por fin en el sitio justo donde la pieza se hacía irremisiblemente compacta por la ligazón.

Así, con dos, tres y cuatro muletazos antes de rematar unas veces con el de pecho, o el molinete sobre la marcha, y en la misma composición siempre el de pecho, cuando no también alguna alegría como la trinchera o un pase con desmayo.

Por supuesto todos muy obligados por el punto de fiereza, la bravura del toro. Clara imagen del toreo de poder a poder.

Al natural se despatarró Luque para seguir llevándole muy largo en muletazos de trazo firme y sentido, de un temple algo extraordinario.

Gran toro hasta ahí, pues le faltaría final, por lo que Luque aprovechó para taparle la huida a tablas con cuatro “cositas” de mucho gusto y cierto relieve antes de que su obra fuera a menos, evitando también un mal trago al ganadero después de tan buenas embestidas como había regalado el astado.

Del viento ya no se acordaba nadie, aunque seguía allí. Tal era la entrega de Luque y el entusiasmo que despertó. Por eso, cuando entró la espada, el pañuelo del presidente asomó enseguida. Luque paseó la oreja concedida con más rapidez en lo que va de año en Madrid. Trofeo de mucho peso.

Sin embargo, no pudo redondear su tarde en el quinto. Un manso con muy malas intenciones, pendiente sólo de irse a chiqueros, donde se quiso hacer fuerte. Y por si faltaba, la dificultad añadida del viento. Aquí estuvo Luque queriendo mucho, y aún sin armar faena resolvió muy bien la situación.

No tuvo tela para cortar “El Cid”, con un lote imposible, cortito de embestida, “metiéndose” y sosote, su primero. El otro, manso y con genio, calamocheando, no tuvo un pase por ningún pitón. El hombre se arrugó de ánimo, hasta cierto punto lógico.

El confirmante francés Dufau solventó la papeleta en el toro de la ceremonia con mucha dignidad, perjudicado asimismo por el viento. Y al sexto, que fue muy cambiante, unas veces moviéndose, otras saliendo distraído, le pegó pases pero sin dejar poso.

©Imagen: Daniel Luque con la oreja conquistada en Las Ventas. | Iván de Andrés (COPE)

Madrid Temporada 2012.

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