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Plaza de Toros de Las Ventas

Jueves , 7 de junio de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Rehuelga / Pallarés para

Diestros:

Iván Vicente: de rosa y oro, buena estocada (saludos); pinchazo, estocada, aviso (silencio).

Javier Cortés: de verde manzana y azabache, estocada buena (saludos); dos pinchazos, estocada (ovación camino a la enfermería).

Javier Jiménez: de berenjena y oro, media atravesada, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).

Parte médico de Javier Cortés: «Puntazo en muslo izquierdo. Contusión en carpo derecho Pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado».

Entrada: 13.687 espectadores.

Imágenes: https://www.facebook.com/pg/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1661264173969688

Video: https://twitter.com/i/status/1004836334664548353

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista. Una terrorífica cogida a Javier Cortés

Era su segunda comparecencia - en apenas un mes - en el coso de la calle de Alcalá, y Javier Cortés volvió a pagar con sangre su verdad en el ruedo. En la tradicional Goyesca del dos de mayo vivió la crudeza de la profesión en una faena antológica que le valió un portentoso trofeo, y en su única tarde en San Isidro volvió a sufrir la cara amarga del toreo con un puntazo en la cara interna del muslo izquierdo, frente a un sobrero de José Luís Marca tan violento como destartalado, donde Cortéssabedor de su situación se la jugó y de que manera… ante un marrajo. Dispuesto y entregado, se acunó entre los pitones del quinto bis, y en una tanda le sorprendió volteándole de manera dramática y empalándole en el suelo con la consabida paliza, unido a la estremecedora caída. Por suerte el parte médico a la espera del estudio radiológico no evidenció lo que pudo pasar. San Isidro echó un capote. Al margen de la cogida, el segundo - reseñado como quinto - con el hierro de Pallarésse acabó pronto, dado el escaso fondo que tuvo. Cortésanduvo por debajo en una labor de tiralíneas sin encontrar respuesta en los tendidos.

Por su parte Iván Vicente, se llevó de calle el mejor lote de la tarde; pero muy a su pesar no tuvo su mejor tarde, y eso que su buen gusto y temple quedaron de manifiesto con el inválido primero. Un toro con el hierro de Rehuelgaque descabalgó al picador en el primer encuentro y que evidenció la falta de fuerzas de manera ostensible, pero que el Presidente decidió mantenerlo en el ruedo. “Carnaval” acusó los primeros tercios, pero no fue inconveniente para que dejara su sello con un ramillete de naturales de categoría, en contraposición con las ostensibles protestas del tendido inclinándose por la invalidez del toro. Lo despachó de un soberbio estoconazo y saludó la primera ovación de la tarde. El cuarto con el hierro de Pallarés hizo una buena peleó en el jaco cabalgado por Héctor Vicente, pero la clase que tuvo en los primeros tercios no fue similar a una faena donde el madrileño no terminó de cogerle el aire a un toro que descolgaba, en una actuación que no terminó de romper. Le faltó más fuerza y clase al toro, y distancia y holgura al de Soto del Real en una labor de mando pero carente de argumento. Aún así tuvo tiempo para correrle la mano y abandonándose en una tanda de naturales de mucha enjundia que no llegaron con fuerza a los tendidos.

Javier Jiménez que año tras año va perdiendo crédito y cartel - tras su salida a hombros en agosto 2016 con la corrida de Antonio Bañuelos, directamente no estuvo. Desaprovechó el estimable pitón derecho del tercero de Rehuelga, y cuando lo encontró era demasiado tarde; y el sorteo le fue esquivo con el buey que le echaron en sexto lugar, otro de Pallarésal que acabó perdiéndole pasos con el crédito agotado.

El País

Por Antonio Lorca. Entre la vistosidad y la bravura

Un toro bravo es un milagro; una obra prácticamente imposible. Imperfecta, desde luego, y plagada de matices desde que el animal aparece en el ruedo hasta que lo arrastran las mulillas.

La corrida de ayer se planteó como un desafío y quedó en un saludo cordial. Solo dos toros de Rehuelga, muy blando el primero y bravo en el caballo y de noble sosería el otro; y tres de Pallarés, muy vistosos en los caballos el cuarto y el sexto, pero decepcionantes en el peto y sin fondo ni casta en el tercio final.

Quizá, el más completo el tercero de la tarde -de Rehuelga-, que empujó con brío en el segundo puyazo y llegó a la muleta con más clase que los demás, pero sin arrebato.

El cuarto acudió con alegría tres veces al encuentro con el picador Héctor Vicente, lo que fue un placer para la vista y una agradable sorpresa, pero una vez allí empujó con la cara alta, se repuchó y deslució por completo el encuentro. Y una película parecida protagonizó el sexto, emocionante su carrera hacia el caballo que montaba Agustín Romero, pero una muy deficiente pelea en el peto. Y en la muleta ninguno destacó por su boyantía. Duraron poco, mezclaron nobleza con sosería y falta de casta, y ninguna faena resultó brillante. En fin, que nadie es perfecto.

Claro que el toreo actual está basado en el último tercio; y algo más: en redondos y naturales ligados. Si no es así, la labor del torero pasa desapercibida.

No es fácil, por otra parte, encontrar un toro que aúne movilidad, profundidad, galope, ritmo, etc. Entre los de ayer, desde luego, ninguno. Quizá por eso, los toreros pasaron desapercibidos entre un derroche de entrega y buena disposición, pero lejos los tres del triunfo soñado. Y para colmo de males, Javier Cortés sufrió una tremenda voltereta ante el deslucido sobrero que le produjo un puntazo en el muslo izquierdo y múltiples contusiones. Nada pudo hacer con este toro bronco, y un par de buenas tandas de derechazos dibujó ante el segundo, aunque pecó de celeridad y escasez de mando.

Iván Vicente tiene empaque, gusto, personalidad… Detalles sueltos y faena interminable ante el primero, y destellos sin arrebato con el noble cuarto. Poco le ofreció el tercero a Jiménez y aún menos el sexto. Voluntad imposible.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Tablas en el Desafío Ganadero de Santa Coloma

El invento del Desafío Ganadero se concibió para que pudiese regresar a San Isidro la ganadería de Rehuelga -una de las destacadas de la edición de 2017-, que carecía de corrida completa. El duelo con Pallarés quedó desequilibrado desde el momento en que a Rehuelga le rechazaron uno de los tres toros presentados. Y no había más. Cuatro de Pilar Buendía (Pallerés) y dos de Rafael Buendía (Rehuelga) planteaban un partido casero y desigualado. En el ruedo la cal dibujaba distancias. Como si de una corrida concurso se tratase.

Fina, astifina y entipada lámina lucía el primero de Rehuelga. Que apretó en el capote de Iván Vicente. Derribó por los pechos en el caballo como por accidente y fijó la cara en el peto en el siguiente encuentro. Limitada la humillación. Blandeó no pocas veces. Contado su poder. Viajó con más recorrido por el pitón izquierdo. Y por ahí Vicente dibujó suaves naturales. Decía más la expresión del torero que la embestida santacolomeña. Una soberbia estocada elevó la tibia temperatura.

En un visto y no visto, el presidente Justo Polo devolvió al representante de Pallarés e igualó el desafío. Javier Cortés corrió turno. Ancho de pechos, descarado y cárdeno como todos el nuevo toro de Pallarés. Cortés jugó con las distancias en el primer muletazo de cada serie. La inercia entonces empujaba hacia delante. Luego, no se salía de la muleta. Cada vez menos, reponiendo. JC derrochó firmeza, encaje con la embestida escasamente humillada y contundencia con el acero.

El bajo y recortado último pupilo de Rehuelga hacía honor a su estirpe: 475 kilos de astifinísima seriedad. La fijeza en el peto y en los engaños no fue acompañada por su fuerza precisa. Y su esbozada calidad se dormía en la muleta de Javier Jiménez. Que firmó los más notables pasajes al natural cuando prescindió de los toques.

Al veleto e imponente quinto de Pallarés -los kilos no son trapío y sus 480 lo demostraban- lo picó Héctor Vicente con tino. Alegre respondió por tres veces el toro en los diferentes metros. Su hermano Iván cinceló en el prólogo de faena un cambio de mano monumental, transfigurado en un natural inmenso. Ese era el pitón del toro. Y justo entonces volvió a enredar el viento, presente toda la tarde. La buena humillación en el embroque se perdía en el final del muletazo. Los caros naturales quedaban aislados. Y por el derecho el toro no descolgaba igual. El desentendimiento del santacoloma fue a más. Y la faena, a menos. No se redondeó nada y la espada ahora no funcionó igual. La ovación esta vez fue en justicia para el toro. Que empataba en calidad (sin finales) con el tercero de Rehuelga.

El sobrero cinqueño de Marca fue el peor. Duro el domecq. Basto, jabonero, violento y a la defensiva. Venía al paso y midiendo. Y derrotaba cuando llegaba a la jurisdicción del torero. Cortés, héroe del Dos de Mayo, que reaparecía de aquella cornada, sufrió una terrorífica voltereta. Y una nueva muesca en su cuerpo: un puntazo en el mismo muslo. Y una posible fractura de muñeca pendiente de estudio. Con semejante paliza, mató al bruto como pudo.

El sexto, el último de los cuatro cinqueños de Pallarés, se antojaba un zambombo de 624 kilos. Una diferencia de 144 con el anterior de Javier Jiménez. Agustín Romero cuajó un gran tercio de varas. El gordo santacoloma se agarró mucho al piso. Parado finalmente. JJ trató de provocarlo sin frutos. Mucho más escasos que los pocos que dio la tarde.

ABC

Por Andrés Amorós. San Isidro: desafío ganadero y desafía ganadera

Acudo a Las Ventas lleno de entusiasmo: ¡Albricias! Ya no tenemos que limitarnos a un «Consejo de Ministros», como hasta ahora, sino que disponemos de un «Consejo de Ministras y Ministros». ¡Qué enorme ganancia! Una era de prosperidad se abre para España…

El acontecimiento ganadero del pasado San Isidro fue la gran corrida que lidió Rehuelga, puro Santa Coloma. Los que valoramos la bravura del toro esperamos esta nueva presencia de esa ganadería, aunque, en el llamado «Desafío ganadero», sólo puede lidiar dos toros. Los de esta tarde han tenido casta pero fuerzas justas; los de Pallarés han dado buen juego, en general. Hemos vivido dos emocionantes tercios de varas.

El primero, de Rehuelga, astifino, embiste con viveza pero flaquea. Iván Vicente muestra su buena clase en muletazos sueltos pero el conjunto queda deslavazado. Le coge el aire al natural sólo al final. Mata bien. En el cuarto, vivimos el momento culminante de la tarde, en un gran tercio de varas: galopa hacia el caballo «Turquesito», pica muy bien Héctor Vicente y se levanta un clamor. El toro ha ido a más, Iván dibuja un precioso muletazo, se presiente la gran faena… pero no llega. Hay hermosos esbozos pero no un cuadro completo. Recuerdo a Gerardo Diego: «Todo en la vida es casi y es apenas».

Javier Cortés dejó una impresión magnífica en sus últimas actuaciones, en esta Plaza: valor auténtico, un toreo de verdad, sin martingalas. La última vez, se sobrepuso a un percance. Merece más oportunidades. (Aplaudo que le anuncien en la Feria de Santander). Devuelto el segundo, que gatea, corre el turno. El de Pallarés se viene arriba, vuelve rápido, pegajoso. Javier, muy firme, liga bien derechazos, muestra su entrega pero no logra mandar suficientemente. Se vuelca, al matar. El quinto, sobrero de Marca, se llama «Mulato» pero es jabonero: un contrasentido (igual que algunos políticos, me dicen). El toro pega arreones, tiene la cara por las nubes, se le queda debajo y le propina una fuerte voltereta. Después de matar, pasa a la enfermería, con un puntazo en el muslo y varias contusiones, de pronóstico reservado. Ha vuelto a demostrar su sereno valor.

El sevillano Javier Jiménez aprendió el toreo en la escuela de Espartaco, padre e hijo. Eso garantiza su profesionalidad y también describe su estilo. Logró abrir una vez la Puerta Grande de Las Ventas. No es un artista exquisito pero sí un diestro recuperable. El tercero, de Rehuelga, es noble pero flojo. Javier logra series correctas, algún muletazo suave, pero el toro dura poco y la faena se queda a medias. El último pesa casi 150 kilos más que el tercero. Agustín Romero logra un gran tercio de varas. En la muleta, el toro queda corto. Con oficio y entrega, Javier le va sacando muletazos a regañadientes. Mata a la tercera, a toro parado.

Al llegar al final, advierto mi error, pido perdón por el sexismo machista de mi lenguaje: debería haber hablado de toros y toras, capotas y capotes, muletas y muletos, verónicas y verónicos, chicuelinas y chicuelinos, naturalas y naturales… En definitiva, de desafío ganadero y desafía ganadera. No sé si lograré corregirme.

Postdata. La Tauromaquia depende administrativamente de un ministro que escribió: «No me gusta ver el sufrimiento mezclado con aplausos… Más allá del tema toros, hay cosas que toca prohibir». El deporte depende administrativamente de un ministro que escribió: «Odio el deporte. ¡Qué manera de sobrevalorar el físico! Menos deporte, creo que hago de todo». España, 2018. Gobierno de Pedro Sánchez.

La Razón

Por Patricia Navarro. Un domecq se la juega a Cortés en el desafío santacoloma

Javier Cortés volvía. Lo hacía en mayúsculas, porque lo que ocurrió aquella tarde del 2 de mayo fueron palabras mayores. Se enfrentaba a un desafío ganadero entre divisas: Rehuelga/Pallarés. El desafío, queda claro, es la vida. El mismo hecho de afrontarla cada día, elevado al cuadrado. Le hirió para despejar dudas en este desafío del encaste Santa Coloma un toro de procedencia Domecq, de la divisa de José Luis Marca, que defendió con hachazos por las nubes lo que no fue capaz de entregar por abajo. Cazó de nuevo a Cortés y le volvió a herir en el mismo lugar, en el gemelo, donde aquí mismo le infirió la cornada hacía justo un mes. Espantosa la cogida, la manera de caer, el lugar donde le puso los pitones… No se descompuso el torero, le dio muerte y por su propio pie se fue a la enfermería. Hacía demasiado poco que venía de ahí. Pronto quiso hacer faena con el segundo, que había corrido turno y fue de Pallarés. Tuvo complicaciones el toro, pero no volvió la cara y bien derecho se tiró a matar.

Era la tarde del desafío, el desafío ganadero. Un desafío auténtico fue soplarle un cambio de mano monumental al cuarto, de Pallarés. Uno de esos que te pilla de sorpresas y te revuelve en el asiento, uno de esos que comienza y no sabes, ni quieres, cuando acaba. Fue Iván Vicente el autor. Después de que su hermano Héctor protagonizara un buen tercio de varas y el toro fuera con fijeza y largura en tres ocasiones. Tuvo belleza el tercio: el gusto de las cosas bien hechas. Esperamos con denuedo el toreo después de ese prólogo de pellizco. Tuvo el toro buen pitón zurdo en la muleta, a pesar de que las irregularidades las multiplicó el viento que movía la muleta, clave porque el toro requería pulsear el engaño con mimo para que el toreo fluyera. Ocurrían muchas cosas en poco tiempo por la cantidad de matices. Hubo muletazos muy buenos, pero faltó la ligazón para que la faena construyera un triángulo perfecto con el toro y el público. Y eso no ocurrió. Seria y trabajada fue su actuación con el primero de Rehuelga. Tuvo difícil el pitón derecho, pero logró sacarle por el izquierdo más de lo que pareció que tenía. Y dejó la faena con dos tandas estupendas. Al natural. Centradas y potenciando la nobleza del toro, mermadas, eso sí, por la sosería. Espadazo.

Agustín Romero y el sexto protagonizaron un buen tercio de varas en el sexto. Ahí se acabó el toro y la faena de Javier Jiménez. Sí el tercero, que tuvo buena condición, pero la labor no logró conectar con el público ni poner lo que le faltaba al toro y acabó con discreción. Y otra tarde de sensaciones raras. Y de alivio, porque Cortés, a pesar de salir en ambulancia, había rozado la tragedia.

Madrid Temporada 2018.

madrid_070618.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:20 (editor externo)