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Plaza de Toros de Las Ventas

Domingo, 8 de mayo de 2016

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Montealto.

Diestros:

Juan Bautista: oreja y silencio

Morenito de Aranda: ovación en ambos

José Manuel Mas: silencio y tres avisos

Destacaron:

Entrada: media entrada

Galería de imágenes: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=6982

Video: http://bit.ly/1O9hfeg

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Oreja al buen oficio de Juan Bautista en San Isidro

La corrida ha comenzado con un retraso de media hora, para arreglar el ruedo, después de las fuertes lluvias. Los espadas tienen un gesto al tirar para delante, con un ruedo en regulares condiciones. Siempre he sido partidario de una cubierta móvil para Las Ventas, por mucho que disguste a algunos puristas. En el siglo XXI, que un espectáculo de tanto riesgo, que mueve a tanta gente y tanto dinero, dependa del viejo «sol y moscas» no tiene sentido. El lamentable fallo, cuando se intentó, va a retrasar una solución que –estoy seguro– acabará por imponerse y todos se preguntarán cómo no se hizo antes.

En la corrida goyesca del 2 de mayo del 2015, la ganadería de Montealto lidió una de las mejores corridas del año, propiciando el triunfo de Morenito de Aranda y López Simón. Un año después, en San Isidro, torean esta corrida Juan Bautista, el mismo Morenito de Aranda y José Manuel Mas. ¿Por qué no matan estos toros las figuras? Los de esta tarde, muy serios, han tenido movilidad, un fondo de nobleza y ciertas dificultades; el primero, muy aplaudido.

Son bien conocidas la calidad y el oficio del francés Juan Bautista pero también cierta frialdad. El primero, serio, empuja bien en el caballo y embiste con nobleza. Bautista, que se ha lucido con el capote, traza muletazos clásicos pero la gran calidad del toro pedía ligar más, con mayor emoción. Mata bien, en la suerte de recibir, y eso es decisivo para lograr la primera oreja a pie de la Feria. El cuarto rebasa ya los 600 kilos (como los dos últimos) pero no está gordo; tampoco se entrega. Juan Bautista lo lidia con aseo y le busca las vueltas pero no hace el esfuerzo para buscar la segunda oreja.

Morenito recibe a portagayola al segundo, un bonito colorado chorreado, que sale suelto pero se mueve mucho; muy decidido, luce su buen gusto en muletazos estéticos. Al natural, sufre una fuerte voltereta pero no se amilana, con un toro que acaba rajado. Pierde el trofeo porque el toro tarda en caer y suenan dos avisos. Pasa a la enfermería. Con un pantalón vaquero, lidia al quinto, que derriba al picador con gran peligro, echa la cara arriba, en banderillas, y se queda corto. Morenito muestra mucha entrega y el público lo valora aunque el toro no le deja redondear faena. Falla con la espada pero le hacen saludar. Con sus condiciones y esa disposición, llegarán los éxitos.

No volvía a esta Plaza José Manuel Mas desde hace cinco años. Ha toreado poco pero se le ve fácil y dispuesto con el tercero, otro toro que saca nobleza pero flaquea y dura poco. Falla con el descabello. El sexto espera con peligro y arrea, en banderillas. Brinda al público esta dudosa oportunidad, corre bien la mano, no le duda, solventa dignamente la papeleta pero acusa su inexperiencia al matar y escucha los tres avisos.

El PaÌs

Por Antonio Lorca. Montealto, una corrida para el triunfo

A punto estuvo la persistente lluvia madrileña de fastidiar la celebración del festejo que, de hecho, comenzó con treinta minutos de retraso mientras un reducido grupo de operarios acondicionaba el ruedo embarrado. Hubiera sido una verdadera pena porque la corrida de Montealto sorprendió muy gratamente; primero, por su excelente presentación, preciosa de hechuras; después, porque cumplió con creces en el caballo, lo que posibilitó el lucimiento de picadores como Paco María, Héctor Piña y Manuel José Bernal; los toros galoparon y persiguieron en banderillas, y llegaron a la muleta con fijeza, recorrido, casta y nobleza, con la excepción del quinto, que se hundió en el tercio final. No fue una corridón de toros, pero sí brava, encastada, noble e interesantísima y, en pura lógica, nada fácil para los toreros.

Como suele ocurrir en estos casos, la terna no estuvo a la altura de lo que salió por la puerta de toriles. No debe ser fácil, por otra parte, triunfar con un toro bravo, pero ese es el sueño de todo el que se viste de luces. Ni Bautista, ni Morenito ni el inexperto Mas alcanzaron el triunfo que los toros pusieron en bandeja.

A Bautista, por ejemplo, le tocó, quizá, el toro más completo de la corrida, el primero, que embistió con extraordinaria calidad, hondura, clase, fijeza y recorrido en la muleta. El torero estuvo bien, pero… Y en ese ‘pero’ está la diferencia entre la puerta grande y una actuación airosa, fría, con momentos excelentes, pero carente de esencia, unidad y grandeza. Lo recibió bien a la verónica, con capotazos de buen trazo, en los que el toro ya anunció sus maneras. Comenzó con la muleta en la zurda y dibujó algunos naturales aceptables, pero a medida que destacaba el toro disminuía la fuerza creadora del torero, de modo que no quedó claro si es que su capacidad es muy limitada o que le faltó confianza y dar importancia a su labor. Lo cierto es que el animal persiguió incansable la muleta y el torero dejó escapar una ocasión de triunfo clamoroso. Muy desconfiado se mostró ante el cuarto, otro que humillaba en cada embestida con fijeza y recorrido; pero Bautista se movió en exceso y todo lo deslució. Destacó, sin embargo, su picador Paco María, que ofreció una lección de torería a caballo ante un toro que acudió largo y empujó el peto.

Algo parecido le sucedió a Morenito, torero de buenas maneras, que se mostró incapaz de dar el paso adelante que la corrida exigía. Esperó a su primero con una larga cambiada de rodillas en los medios y dibujó tres verónicas y media con gusto y templanza. Con la muleta ya fue otro cantar. El toro exigía un torero con mando y ese no era Morenito, que lució más en los adornos que en el toreo fundamental. Cuando lo citó con la izquierda, sufrió un volteretón impresionante del que salió maltrecho y magullado, pero aparentemente ileso. En fin, que estuvo por debajo de lo que el toro requería para salir airoso. El quinto sí fue malo, se vino abajo, acortó el recorrido y no hubo nada.

La Razón

Por Patricia Navarro. Bautista corta un trofeo y Morenito lo lucha

Fue listo Bautista. Le funcionó la cabeza además del corazón para en ese momento dar el toque de muleta y aguantar el envite del toro justo en el desenlace final, en el que se decide todo, hasta la muerte y hacerlo recibiendo. Era el primero de la tarde y había sido un buen ejemplar de Montealto, con movilidad, repetición y nobleza en la arrancada. Estaba frío Madrid como gélido el ambiente, poca gente con esa media hora que además hubo de esperar para que comenzara el festejo una vez arreglado el piso, lo que se pudo, del diluvio que había caído durante todo el día. Al menos en el camino que lleva de Jerez a Madrid, apenas sin tregua. Nos respetó después pero mantener el equilibrio ahí abajo no debía ser fácil, menos ante la mirada de los de Montealto. Bautista calentó motores sin perder el tiempo, al natural primero y superó después las intermitencias con la diestra en plenitud de relajo y en busca de la ligazón. A pesar del peaje de la frialdad esa estocada le dio la oreja. Intentó con el cuarto, que tuvo otros matices. Muy mirón, de media arrancada y de ahí para adelante le costaba un mundo. Fue faena de oficio, de buscarse y querer. Morenito se fue a portagayola y todo lo que hizo después tuvo el sabor del torero que viene a Madrid muy mentalizado, relajada la figura y metidos los riñones. Fue mansito ese segundo y tomaba bien los vuelos de la muleta en los primeros compases; al natural se descompuso, vio al torero, le cogió feo y se entretuvo en abrirle la taleguilla de arriba abajo; por suerte, se quedó la cosa ahí. Se le amargó el carácter al toro después en las querencias tras rajarse y se fue complicando en la gestión de los arreones. El esfuerzo de Morenito se disipó. Quedaba tarde. El quinto, paradote y sin romper, tampoco acompañó. No se desdibujó Moreno. Lo tenía claro. Lo tuvo. Compuso, firme, seguro y solvente más allá del toro y aunque el toro no fue, dejó el burgalés su puesta en escena latente.

A José Manuel Más no le acompañó demasiado el tercero, muy mirón y con poca entrega, y cumplió el expediente que no era sencillo con tan escaso bagaje. Esperó en banderillas el sexto y recursos exigió en la faena de muleta. Tenía expresión el toro en la embestida y la tomaba por abajo, pero era tardo y había que tragarle lo suyo. Demandaba un oficio que la realidad no le había regalado a Más. No volvió la cara y lo intentó una y otra vez. La espada le jugó la malísima y desagradable pasada de los tres avisos.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Fino Bautista con un buen toro de Montealto

A las siete en punto de la tarde anunciaron por megafonía que se retrasaba el inicio de la corrida para intentar arreglar el barrizal del ruedo. La imposibilidad de poner la lona preventiva contra la lluvia -con el piso ya empapado y removido desde el sábado de agua- dejó el escenario impracticable. A lo que había que sumar las cantidades de arena añadidas el sábado para los caballos. Un trabajo contrarreloj. Y el escaso público asistente cabreado. Dijeron por la mañana que la suspensión debía consensuarse entre el presidente y los toreros, que el Reglamento hace años que anuló las suspensiones a la hora del sorteo. La Ley taurina recogerá muchas cosas, menos el sentido común. Y a la afición que la zurzan. Claro que lo que queda de afición sería capaz de querer celebrar una corrida en un pantano. Juan Bautista, director de lidia, explicó con gesto mohíno las circunstancias adversas y fue el único que tuvo un guiño para el irrespetado respetable: “También hay que pensar en la gente”.

A las 19:15 Bautista, Morenito de Aranda y José Manuel Mas comprobaron el estado del ruedo poblado de areneros, operarios y un volquete. Y decidieron a una el “vamos p'alante”. Otros 15 minutos más de retraso. Un tractor se incorporó al sainete. Aquello parecía la playa de Normandía, Omaha Beach a la espera del desembarco de los barcazas. Los clarines sonaron cumplido el lamentable plazo. Las Ventas presentaba un aspecto desolador, insólito en una Feria de San Isidro. La empresa, Taurodelta, o sea, pasó de puntillas con cara de “yo no he sido”.

Por ver a “Venturoso” mereció la pena la espera. Un toro cuajado, hechurado y un punto montado, pero bajo, acapachado y chato. Un trapío redondo y un carácter de brava calidad. Juan Bautista lo gozó desde las verónicas de presentación, cuando el serio ejemplar de Montealto planeó en los vuelos. Bautista dejó unas chicuelinas y un par de perlas más con el capote a modo de recortes y Morenito dibujó una media acaderada. Pronto el galo se echó la muleta a la izquierda. Tanto que empezó por ella. Suave naturalidad que presidió también las series de desmayados redondos. Caídos los hombros, acinturado Juan Bautista. Afinado el pulso. También en los detalles, en un soberbio cambio de mano, el pase de las flores, la trinchera o el de pecho. Cuando el final de faena acusaba un menor eco, una soberana estocada en la suerte de recibir elevó el tono, compactó la elegante obra y conquistó la oreja.

A Morenito le cogió el alto “Capirote” cuando se le quedó a tiro con la izquierda. Se dejó ver entre un natural y otro, y el toro, muy pronto y de mucha movilidad, aprovechó el hueco. La taleguilla quedó destrozada y el muslo derecho desnudo pero intacto, sólo una media luna como un varetazo dibujado con compás. Hasta ese momento el matador burgalés había estado acoplándose con intermitencia, pues a “Capirote” le costaba humillar por morfología y embestía más cómodo a su altura que por abajo como Morenito pretendía. Aún así hubo muletazos estimables. Una estocada atravesada y sin muerte le complicó la vida con el toro pies en polvorosa. Recogió un par de avisos. Y una ovación de reconocimiento a su honesto esfuerzo, que nació allá a portagayola.

José Manuel Mas, que apenas ha toreado desde su la alternativa en 2010, mató con facilidad al bajo, sangrado y bondadoso tercero, que se apagó sin terminar nunca de romper.

La corrida cambió de registros y de hechuras en su segunda mitad, ya con el acaballado cuarto. Bueyuno también de comportamiento. Juan Bautista le hilvanó y compuso algunos muletazos perdiéndole pasos antes de que se le quedara en la suerte. Bautista no se complicó.

Otro toro NBA fue el quinto, que descabalgó a Héctor Piña teniéndole a merced. Morenito, recompuesto con unos “jeans”, se había hecho presente con decisión a la verónica. Casi lo arrolla el tren por dentro. Y por ahí embistió, o se movió, también en la muleta. Medias arrancadas soltando la cara obtuvo por respuesta la determinación del de Aranda. Otra ovación para su actitud.

Un convoy parecía el sexto. Un despropósito para el toreo. 622, 629 y 617 kilos pesaron los tres últimos. Y éste último pesaba además un mundo en la muleta. José Manuel Mas no volvió la cara ante las reservas y los ataques en tromba del bruto. Una tarde como todo bagaje en 2015. Un trago para pasar el fielato de la espada. Y ya los papeles perdidos. Cayeron los tres avisos. Hay irresponsabilidades mayúsculas y favores envenenados, señores empresarios.

Madrid Temporada 2016

madrid_080516.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)