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Plaza de Toros de Las Ventas

Sábado, 10 de junio de 2017

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fermín Bohórquez

Rejoneadores:

Hermoso de Mendoza: Silencio y silencio.

Sergio Galán: Dos orejas y oreja.

Lea Vicens: Ovación y oreja.

Entrada: No hay billetes

Galería de imágenes: http://ow.ly/B5UO30cucn1

Video: http://www.movistarplus.es/torostv

Crónicas de la prensa:

El Mundo

Por Iñigo Crespo. Octava Puerta Grande para Sergio Galán, más rotundo que nunca

Sergio Galán cortó este sábado tres orejas en la penúltima de la Feria de San Isidro y cruzó el umbral de la Puerta Grande por octava vez en su carrera tras firmar su tarde más completa y rotunda en Las Ventas. Galán aprovechó el mejor toro de una deslucida corrida de Fermín Bohórquez para firmar una obra cargada de talento y hondura en la que desplegó todo su potencial.

El rejoneador de Tarancón cuajó una faena extraordinaria al segundo, una obra redonda y profunda que tuvo sobre Ojeda pasajes absolutamente sublimes. Gran actuación del manchego, que cautivó con un rejoneo clásico y ligado, de mucha expresión, haciendo las suertes toda la tarde con despaciosidad e inteligencia.

Comunicación perfecta del mejor Ojeda, que como Galán, también se consagró en la Cátedra. Sobre Titán continuó la fiesta, calando en el público por la manera de batir a pitón contrario y salir de la cara con espectaculares piruetas. Muy volcánico todo. Rubricó sobre Óleo con las cortas y tumbó al toro de un rejonazo que dio paso a la explosión de pañuelos en los tendidos. Faena muy intensa y vistosa. Y las dos orejas que le hacían alcanzar de nuevo la gloria.

Completó Sergio Galán su gran tarde venteña arrancándole literalmente una oreja al quinto, un toro aplomado al que sacó el máximo partido con un caballo lleno de registros: Apolo. Imposible lograr más. Dos grandes pares a dos manos, un manejo exquisito. Estética y plasticidad. Cortó una oreja tras exhibir su fondo de cuadra.

Susto monumental el que se vivió con Lea Vicens cuando toreaba sobre Jazmín al tercero, un toro sin clase que derribó a la amazona francesa, en lo que fue un momento dramático. El toro pasó por encima de ella y del equino aunque por fortuna sin mas consecuencias que la aparatosidad del momento y el palizón.

Tuvo carácter Lea para venirse arriba y afrontar con entereza la tarde. De hecho, frente al sexto apretó la francesa y consiguió pasajes de máxima disposición y entrega a lomos de Bético y Deseado. Mucha entrega y vistosidad, emborronado con el rejón de muerte que no fue óbice para que cortará un trofeo.

Muy previsible y frío anduvo Pablo Hermoso de Mendoza con su primero, toro que abrió plaza. Un animal noble aunque carente de raza que se paró y frente al que el navarro no logró lucimiento dentro de una labor de oficio y facilidad. Bien estuvo sobre Deco en la corta distancia, como momentos más destacados de una faena plana y gris que fue silenciada. Ese conejo de la chistera que siempre tuvo en su manga Hermoso, no apareció esta vez.

El segundo del lote del navarro fue un toro muy deslucido que manseó y se metió en tablas casi desde el inicio y no permitió a Hermoso la posibilidad de triunfar. Puso dedicación el navarro sobre Januca pero se negó el animal.

ABC

Por Andrés Amorós. Sergio Galán, octava Puerta Grande en Las Ventas

Después de las emociones de una apasionante «semana torista», pasamos a un espectáculo más amable, con otro público: el último festejo de rejones, en el que también se cuelga el «No hay billetes». El gran atractivo es la actuación de Hermoso de Mendoza, en su primera Feria de la temporada española, pero el que triunfa rotundamente es Sergio Galán, que corta tres orejas y abre la Puerta Grande de Las Ventas por octava vez. Los toros de Bohórquez han tenido un comportamiento desigual: excelente, el segundo; mansos y deslucidos, los demás.

Llega Pablo de México, donde ha pasado el invierno (no ha actuado en Valencia ni Sevilla; irá luego a Pamplona, su tierra, donde es un ídolo). Ha sido el indiscutible número uno; conserva su sabio clasicismo, aunque falle, a veces, en el rejón de muerte. El lunar es que se niega a competir con Diego Ventura, la gran figura actual. El primero es noble pero se apaga; se llama «Elocuente» pero dice poco. Hermoso recorta fácil, con «Napoleón»; pega «muletazos» con «Disparate». Esta vez, «Nevado» sustituye a «Pirata», en la suerte suprema: mata a la segunda. Una labor pulcra, clásica, de escasa emoción. El cuarto mansea y lo protestan (una muestra clara de ignorancia). Pablo tira de recursos y de maestría, con un toro muy deslucido, nada «Resultón». No ha tenido fortuna con su lote.

Sale con pies el segundo, un bravo «Pastelero», que regala dulces embestidas (el mismo nombre del extraordinario de Victorino, que lidió Ureña). La faena de Sergio Galán es entusiasta y completa: lo recibe a portagayola con «Amuleto»; templa mucho con «Ojeda», a dos pistas; «Titán» emociona con cinco piruetas seguidas. Mata con acierto: dos orejas. El quinto, «Ubicador», se ubica, se para y se echa. Sergio hace alardes con «Apolo», citando de cerquísima, y clava dos pares a dos manos. No parece acertar con el rejón de muerte pero el toro cae: una nueva oreja, para redondear una tarde muy feliz.

El tercero barbea tablas, intenta saltar. La gentil Lea Vicens, discípula de don Ángel Peralta, se luce en quiebros con «Gacela». El toro derriba a «Jazmín» y a la amazona, que, en la arena, sufre varios derrotes: un momento dramático; sale aparentemente ilesa, dolorida pero sonriente. El último también huye a tablas; efectivamente, tiene «Malvista». Se luce, al violín, con «Bético», su estrella, y con las corvetas de «Deseado». Se ha librado Lea de un serio percance y ha demostrado su casta torera: oreja al conjunto de su actuación.

La salida en hombros de Sergio Galán es el mejor epílogo de una tarde en la que los caballeros se han enfrentado a toros complicados.

Posdata. En el Museo Guggenheim de Bilbao se ha visto una exposición del gran pintor inglés Francisco Bacon, centrada en la huella que, en su obra, ha dejado el arte español: «de Picasso a Velázquez». Y, junto a la pintura, la influencia que en él ejerció la Tauromaquia. Señala Duncan Wheeler que Bacon presenció bastantes corridas, en España y en Francia (era amigo de Michel Leiris), y que, según afirmó, no entendía «todas esas cosas estúpidas que se dicen sobre los toros. ¿Por qué hay gentes que comen carne y lamentan las corridas, vestidos con pieles?» Creía Bacon que sus obras eran «copias descafeinadas, frente a las violentas emociones que suscitan las corridas». Se ha hecho famosa su sentencia: «Los toros, como el boxeo, son un maravilloso aperitivo para el sexo». Pintó un «Tríptico» sobre el «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías», de García Lorca. En Bilbao, se expuso su última obra, pintada poco antes de su muerte: «Study of a bull». Como Picasso y Miguel Hernández, se identificaba Francis Bacon con el toro, peligroso pero noble.

El País

Por Antonio Lorca. Octava puerta grande para Sergio Galán

Sergio Galán salió por octava vez a hombros por la puerta grande después de cortar dos orejas a su primer toro y otra más al segundo. Fue la suya una actuación muy completa, una de las más exitosas en esta plaza. Le tocó, en primer lugar, uno de los pocos toros que mantuvo su movilidad durante la lidia, lo que le permitió el lucimiento con una cuadra de caballos de primera línea en la que sobresalió Ojeda, un torero de cuatro patas con un gran sentido del temple y con el que clavó banderillas espectaculares que emocionaron a los tendidos.

Esperó al toro en la puerta de chiqueros, pero el animal le hizo poco caso y prefirió desfogarse después de su permanencia en los corrales. Acudió con presteza al cite de Ojeda, lo que le permitió conectar con los tendidos en una actuación muy entonada.

Titán acabó mareado después de numerosas piruetas en la cara del oponente negro, mientras el público demostraba que se lo estaba pasando en grande. Acabó de un rejonazo trasero y el presidente le concedió el doble trofeo, un premio quizá exagerado, pero comprensible en la generosa situación actual de la fiesta en general y del rejoneo en particular.

Salió en el cuarto a rematar una tarde que se le había puesto de cara y, a pesar de las escasas fuerzas del burel, firmó una actuación muy acertada, especialmente brillante en dos pares de banderillas a dos manos que colmaron las apetencias del respetable.

Lo más importante de Sergio Galán, un caballero veterano, dominador de técnica y no exento de una dosis de frialdad, fue su actitud de triunfo, su entrega y disposición para superar las blandas condiciones de su lote.

Justamente un talante muy diferente mostró Hermoso de Mendoza, que formó una actuación de puro trámite. Lisiado estaba su primero, al que recibió con varias carreras antes del primer rejón de castigo y el animal quedó para los restos. Agotado estaba y toda la labor del caballero careció del más mínimo interés a pesar de la categoría de sus monturas, como demostró el caballo Disparate.

El quinto pasaba de las monturas, se refugió en tablas y se negó a redondo a colaborar con el maestro navarro. Un manso total. Le costó un mundo sacarlo a los medios y consiguió banderillearlo con más efectividad que lucimiento. Acabó la lidia de un rejón en lo alto y fue despedido en silencio. La verdad es que no se le vio muy entusiasmado.

Y Lea Vicens se llevó un susto de muerte. Acababa de colocar la segunda rosa a su primero, un toro muy parado y manso, que aprovechó la cercanía del caballo para dar un arreón y derribar al equino y amazona. Cada cual salió con dificultad del accidente, y todo quedó en el sobresalto. No fue su actuación tan brillante como en el sexto, otro toro manso y sin fuerzas, con el que destacó en el tercio de banderillas, más pasional que torera la rejoneadora, preocupada en conectar con los tendidos.

La Razón

madrid_100617.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:24 (editor externo)