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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Viernes 11 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cinco toros de Montalvo (desiguales de presentación, flojos y descastados). Un sobrero de Yerbabuena (feo de hechuras, noble pero desrazado).

Uceda Leal: saludos y silencio.

David Mora: silencio en ambos.

Esaú Fernández, que confirmaba: silencio en ambos.

Entrada: Tres cuartos de entrada.

Crónicas de la prensa: COPE, El Mundo, Diario de Sevilla, La Razón, Marca.

COPE

Por Sixto Naranjo. El cañón de Uceda entre el descaste absoluto

Arrancó la segunda corrida de San Isidro con un sentido y merecido homenaje a Don Salvador García Cebada. Ganadero convertido en santo y seña de la casta, buena o mala, pero nunca dejó indiferente a nadie. Y casta, precisamente lo necesario para que la emoción cale en los tendidos, se echó en falta a espuertas en el segundo festejo isidril.

Los culpables de tan pobre espectáculo han sido los astados del hierro salmantino de Montalvo. Conjunto desigual en hechuras, remates y edades. Tres cinqueños y tres cuatreños. Pero todos cortados por el mismo patrón de la falta de fuerza y casta.

Si por algo se recordará este festejo a final de San Isidro, si es que a alguien le aguanta la memoria con tantos días de feria todavía por delante, será por el monumental volapié con el que despachó José Ignacio Uceda Leal a su primer enemigo. La perfección por ejecución y colocación. De manual y obligatorio visionado en las escuelas taurinas.

Fue en el segundo, un sobrero de Yerbabuena que sustituyó al titular de Montalvo que volvió camino de los chiqueros a las primeras de cambio por su manifiesta invalidez. El de Yerbabuena fue un animal de bastas hechuras que se movió sin brío. Baso la faena a izquierdas Uceda, siempre en línea para no quebrantar al toro. Hubo algún natural de buen trazo pero la emoción fue nula. Después, con el cuarto abrevió vistas las escasas energías del toro de Montalvo.

Confirmó alternativa Esaú Fernández en una tarde que no guardará con buen sabor de boca en el futuro. el sevillano quedo inédito con el toro de la ceremonia, un zambombo de más de 600 kilos al que recibió a porta gayola y con el que, pese a los intentos por mantener en pie, no consiguió hilvanar una tanda completa.

De nuevo se encaminó al túnel de chiqueros Esaú con el sexto, en una larga ceñida y valiente con el toro rozándole los machos de la hombrera. Pero hasta ahí duró el lucimiento. Con el sopor instalado en los tendidos desde hacía tiempo, el de Camas tampoco pudo trenzar algo lucido antes de un acabar su labor de un horrendo bajonazo.

David Mora dejó los momentos más artísticos de la tarde en el saludo de capote al tercero de la tarde. Tuvo sabor y enjundia alguna verónica y sobre todo la media de remate. Flojo de solemnidad, Mora quiso templar al toro a media altura. Pero el animalito estaba tan justo de fuelle que llegó a echarse durante la faena de muleta.

Al que hizo quinto le soltó un muletazo por alto en el inicio de faena del que ya no se recuperó el toro de Montalvo, que se fue apagando poco a poco para dejar sin opción ninguna a David Mora.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Una 'montalvada' inválida

De nuevo, espectáculo aburrido. En esta segunda de feria la causa primordial estuvo en el juego de unos toros de Montalvo inválidos y descastados en distinto grado. El encierro se completó con un sobrero de Yerbabuena, también flojísimo.

El sevillano Esaú Fernández anduvo dispuesto y con soltura en su confirmación en la Monumental venteña, casi llena. El toro de la efeméride, que abrió plaza, Malauvo, negro, número 62, de 607 kilos, bien armado, resultó un inválido que el presidente mantuvo en el ruedo, pese a los gritos de “¡Fuera del palco!” y “¡Ladrones!”. El sevillano recibió al toro con una larga cambiada de rodillas en la que expuso una barbaridad ante la incertidumbre del astado en su salida. Uceda Leal ejerció de padrino en la efeméride. Y el camero concretó un trasteo sin la más mínima emoción ante una mole cárnica que perdió las manos en varias ocasiones. El colorao sexto despertó en el comienzo de su lidia ciertas expectativas. Pero se vino abajo de inmediato. A su flojedad se unió la carencia de casta. Esaú Fernández, que se había jugado de nuevo el tipo a portagayola para una larga de rodillas, muleteó como buenamente pudo a una birria cornúpeta.

José Ignacio Uceda Leal ejerció de gran matador en su primero. Poquito más para reseñar. El segundo toro fue devuelto por inválido y sustituido por un sobrero de Yerbabuena, cinqueño, con nobleza, pero flojísimo. La labor careció de emoción por el nulo poder del animal. Uceda Leal, uno de los mejores estoqueadores de la presente época, propinó un volapié perfectamente ejecutado. Con el inválido cuarto, el trasteo fue intrascendente.

David Mora despertó ilusiones en su lote; esperanzas que duraron, como los toros, un suspiro. Con el precioso colorao tercero, de acucharada y acaramelada cuerna, la cosa no pasó de unos lances variados y con gusto. El trasteo no tuvo relevancia ante un animal descastadísimo, que se echó en un par de ocasiones en la arena antes de la suerte suprema. Ante el manso quinto, David Mora, dando distancia y aprovechando la inercia del burel, consiguó una tanda con buenos derechazos, abrochados con el de pecho. Pero el astado buscó tablas y se rajó de inmediato.

La montalvada supuso una pedrada directa al corazón del aficionado. Por su invalidez y carencia de casta, el encierro charro de sangre Domecq, hundió el segundo espectáculo de un sanisidro que continúa bajo mínimos en el aspecto ganadero.

La Razón

Por Patricia Navarro. Bochorno… y además mucho calor

La casta estaba en busca y captura desde el día anterior. Y no apareció ni haciendo la vista gorda, ni imaginándolo. Quisimos ver al menos en la movilidad del quinto, ¡cinco toros llevábamos ya! la oportunidad, esa puerta que se abre al final del túnel, pero duró menos que un estornudo. Una tanda a cargo de David Mora, que transmitió la urgencia de querer torear. Con cadencia. Parsimonia. Y ahí, tras acabar, se rajó el toro. Los demás nos habíamos rajado mucho antes. David Mora intentó poner de más donde no había, pero los milagros nacen y mueren cuando a un torero le levantan los pies del suelo. No hubo lugar. Por suerte. Pero tampoco un resquicio abierto para salir de Madrid revalorizado. Con la cuenta al alza. Ni un toro de Montalvo. Ni el sobrero de Yerbabuena. Y pareció que aun saliendo veinte de toriles ni uno iba a embestir. ¡Que la maldición caduque esta tarde!

El colmo. Ese momento en el que se prefiere mirar al lado para no sentir el bochorno llegó en el tercero. También para David Mora, que hizo lo más reseñable de la tarde en dos verónicas muy mecidas y una buena media. Mora lo intentó. Y se puso de verdad ante esa arrancada que se iba ralentizando según avanzaba el cuerpo del torero y se agarraba al piso, remolón. Tanto, que en una de estas, entre pase y pase, citaba Mora para rematar con el de pecho y el toro al cite se echó. A descansar.

Ya la tarde comenzó caldeada. Al que abrió plaza le faltó tiempo para evidenciar que iba con lo justo. O con menos. Era el toro de la confirmación de alternativa de Esaú Fernández, que se fue a portagayola en sus dos toros. Al primero, se le protestó. Lo mantuvo en el ruedo el presidente y después llegó el simulacro de toro, el simulacro de toreo y el simulacro de confirmación. Esaú echó toda la carne en el asador. Se puso cerquita, defendiendo ahí lo que no encontraba por ningún lado. Y rodó la tarde. Y los toros. Y los ánimos de una plaza que registró una muy buena entrada. Un éxito. Un gustazo. Esaú, que quemaba su último cartucho, se quedó como estaba. A cero. El animal, por cansino y descastado, apenas se movió.

En dos horas de festejo poco tuvimos para no olvidar. Salvo una estocada con mayúsculas que le valió a Uceda Leal para salir a saludar y para dejarnos con la boca abierta. Preciosa de ejecución, de limpieza, una mágica comunión de terrenos entre toro y torero, que rozó la perfección. Y en la faena quiso. Fue la del segundo. El titular vio el camino de vuelta a corrales al poco de empezar. Después de la primera experiencia el presidente no tardó en sacar el pañuelo verde. El sobrero de Yerbabuena tuvo todo de noble pero sin brío, sin transmisión. Uceda dejó pases estilosos, que no le encaminaban al éxito pero sí se recibieron con agrado en los tendidos de su Madrid. El cuarto hundió los pitones sobre la arena. Y así, nada más empezar, regaló una embestida con la cara por las nubes y la otra por el suelo. Sin término medio de virtud y en las antípodas de la bravura. Agotó. Entre uno y otro. Entre cinco de Montalvo y uno de Yerbabuena. Mucho calor, y más de un bochorno.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Uceda saluda la única ovación

Segunda de San Isidro y de nuevo un calor bochornoso. Un minuto de silencio en memoria de Salvador Cebada Gago, fallecido a los 93 años. Ganadero emblema de los toristas que hacía años que no lidiaba en Madrid. Su plaza era Pamplona.

Esaú confirmó alternativa con “Malauvo”, un cinqueño desbordado de carnes en sus 607 kilos. Más carnes que fuerza. Nada. El toricantano de fue a portagayola. Luego le dio un pase cambiado como inicio de faena. Entre ambos inicios no hubo nada más que invalidez.

Tampoco se tenía en pie en segundo, que fue devuelto. En su lugar salió un sobrero de Yerbabuena también con los cinco años cumplidos. De corta anatomía; aleonado por delante. El poder contado. Uceda lo cuidó. David Mora intervino en un quite medido por chicuelinas abrochadas con media de nota. Al toro de Ortega Cano de noble condición le faltaba ese punto más para transmitir. Uceda estuvo perfecto. De temple y colocación. Por la mano izquierda la embestida ponía más de su parte. Elegante Uceda Leal. Fabuloso el volapie. De tiempos marcados. Por el mismo hoyo de las agujas.

El colorado tercero galopó en el capote sueltecito y abriéndose. David Mora le puso empaque a dos verónicas casi en el mismo platillo e improvisación en la resolución de una chicuelina y un par de medias de sabroso codilleo. Acusó un puyazo sin que fuera para acusarlo el guapo toro de Montalvo. A media altura Mora quiso cuidarlo, pero el toro se encogió en un tris. Entre vacío y tullido.

A estas alturas ya estaba claro que el sexteto de Montalvo no sólo no podía con su amplia romana y enorme esqueleto; tampoco con su alma. Ni con la penca del rabo. Uceda torció el gesto en cuanto vislumbró las cambayás del negro cuarto de oscuras posibilidades. De los tumbos a las sentadillas. José Ignacio Uceda se desesperó. Y despenó a la criatura de 590 kilos con efectividad inapelable.

David Mora trató a su aire con inteligencia al quinto, el tercer cinqueño de la montalvada. Salvo un latigazo del incio de faena no pretendió nunca molestar al toro. Ni por esas. Una frondosa serie de seis derechazos y sanseacabó, rajado el bicho. Triste bochorno.

Otra vez Esaú marchó a la puerta de toriles. Libró la larga cambiada con los tiempos ajustados como la distancia. El ¡huy! en los dormidos tendidos. Tampoco se le dio nada en el caballo. Sólo el brillo del capote en el ultimo quite de Uceda. El toricantano de Camas tampoco contó con opciones. Aunque se coloca en el moderno hilo del toreo de la pierna escondida, la cacha ofrecida y la muleta en uve. Un bajonazo puso el punto final a la losa de la tarde.

Marca

Por Carlos Ilián. Montalvo, ¡qué ruina de corrida!

Segundo capítulo del peor serial ganadero. Después de la mansada de el Cortijillo este viernes hubo que tragarse una corrida en estado de putrefacción de Montalvo. Los muchos kilos y las abundantes defensas no eran más que la tapadera de una corrida podrida por dentro, de una invalidez insoportable y que, toro a toro, debió volver a los corrales.

Por una irónica paradoja la corrida comenzó con un minuto de silencio por la muerte del ganadero Cebada Gago, uno que criaba toros fuertes y encastados. Por desgracia dicho homenaje a su memoria fue el prolegómeno del desfile de toros tullidos de otro ganadero con nombre histórico pero que ayer sepultó su prestigio. Decir Montalvo en Salamanca era casi reverenciable. A cualquiera que ayer haya asistido al desfile de toros por los sjuelos ese nombre le sonará a timo y a escándalo.

La gente se tuvo que resignar, así como los tres espadas. Menos mal que Uceda Leal ejecutó una estocada enorme a su primero para que, al menos, ese público pudiera recordar algo serio en una tarde de bochorno ambiental y de bochorno taurino. El propio Uceda intentó un toreo a media altura para evitar lo inevitable pues su lote no se tenía en pié. A David Mora sus dos toros le duraron cinco muletazos cada uno antes de derrumbarse o de rajarse, como el quinto. Se empleó con gusto en el capote en ambos toros y los lances al primero tuvieron primor. En su segundo era como ejecutar capotazos a uno que pasaba por ahi ya que el toro no tenía ninguna fijeza.

Y el jóven Esaú fernández confirmó su alternativa con la tristeza de ver como sus dos toros hundían su ilusión.


©Imagen: Con este soberbio volapié despachó Uceda a su primer toro. | Iván de Andrés (COPE)

Madrid Temporada 2012.

madrid_110512.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:18 (editor externo)