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Plaza de Toros de Las Ventas

Miércoles, 12 de junio de 2019

Corrida de toros mixta

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Dos toros de Los Espartales para rejones y cuatro de Núñez del Cuvillo, 1º, rajado y mansito y 4º, noble y rajadito; y cuatro de Núñez de Cuvillo para lidia ordinaria. 2º, flojo y descastado; 3º, complicado; 5º, noble y de buena condición, con el ímpetu justo; 6º, sobrero de La Reina, desigual y a menos.

Diestros:

Diego Ventura: de corto, rejón, descabello (saludos); rejón (oreja).

El Juli: de rioja y oro, estocada (saludos); tres pinchazos, estocada corta (saludos)

Diego Urdiales: de rioja y azabache, estocada que hace guardia, aviso, dos descabellos (saludos); estocada, aviso (saludos).

Parte médico de Víctor Hugo Saugar “Pirri”: “Herida por asta de toro en región glútea izquierda con una trayectoria ascendente de 35 cm, que produce lesiones en músculos glúteo mayor y glúteo medio, contusiona nervio ciático y rompe fascia lata, presentando orificio de salida en cresta ilíaca anterosuperior. Es intervenido bajo anestesia general en la enfermería de la plaza y se traslada a Clínica Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico:. grave, que impide continuar la lidia. Fdo: Máximo García Leirado”.

Entrada: Lleno de no hay billetes, 23.624 espectadores.

Incidencias: SM el Rey Felipe VI presidió el festejo desde el Palco Real junto al Ministro de Fomento, José Luis Ábalos; el Presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán; el Director Gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Manuel Ángel Fernández y el matador de toros, Juan José Padilla. Actuó como sobresaliente, Miguel Ángel Sánchez.

Imágenes: https://www.las-ventas.com/la-tarde-tras-el-objetivo/las-ventas-12-de-junio-de-2019

Video: https://twitter.com/i/status/1138910378014990339

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista Oreja para Ventura en una enrarecida Beneficencia

La falta de acierto con los aceros condicionó una tarde bañada por el oficio del Juli y la firmeza de Urdiales, ante un desigual encierro de Núñez del Cuvillo. SM Felipe VI presidió el festejo desde el Palco Real entre un ambiente de crispación continuo. Grave cornada al subalterno “Pirri”

La presencia de SM el Rey Felipe VI en el Palco Real durante la Corrida Extraordinaria de Beneficencia, fue una muestra más del apoyo que profesa la Casa Real a la Fiesta Nacional. La de todos. Su presencia, se vio empañada con el enrarecido ambiente que urdió la tarde. Los tendidos se llenaron de “vivas” y proclamas políticas, los aficionados se peleaban entre ellos y los comentarios malintencionados de todo punto inapropiados, tenían su acomodo mientras el toro se hallaba en el ruedo. Una muestra más del público bullanguero y de escasos modales. Lo cuál, no quiere decir que ese sea el público de Las Ventas. Si no el ocasional.

En cuanto a lo artístico, Diego Ventura cumplió su deseo de verse anunciado en una corrida del prestigio de la Beneficencia, tras la consecución del rabo y posterior encerrona en Otoño durante la pasada temporada. Cortó una oreja del cuarto de un toro de Los Espartales terciado y anovillado tras una faena de largo metraje. Hubo transmisión entre caballero y toro, y a lomos de “Remate” rejoneó con poder y maestría. El rejonazo certero le ayudó a pasear el único apéndice de la tarde. No hubo eco frente al primero, otro toro anovillado al que le faltó emoción y pitones. Mató bien y saludó una ovación. El mano a pata, lo ganó Ventura.

Julián López “El Juli” se enfrentó de manera desigual al lote de Cuvillos, (en una tarde en la que no estaba prevista su incursión a priori pero que tras la baja de Enrique Ponce, acudió por la vía de sustitución horas antes de la presentación de los carteles). La labor de enfermero y sin ningún tipo de emoción en su primero, contrarrestó con la seriedad y oficio que derrochó con el quinto donde perdió una oreja por el manejo de los aceros, tras una seria actuación que no contó con el beneplácito en los tendidos. Toreó reposado y en ocasiones al hilo del pitón, pero dejó detalles de su maestría.

Por su parte Diego Urdiales, dio la cara en una fecha tan señalada en el calendario taurino. Al reclamo de su antológica tarde la temporada pasada durante la feria de Otoño, fue un motivo de peso para su incursión en Beneficencia. Se la jugó sin trampa ni cartón con el encastado y peligroso tercero que sembró el pánico en banderillas, hiriendo de gravedad a Víctor Hugo Saugar “Pirri” con una cornada en el glúteo izquierdo de 35 cm al entrar en la tronera del burladero del 1. Toreó a placer el de Arnedo y por bajo, pero la estocada haciendo guardia restó peso. Con el notable sobrero de Joselito firmó una labor de buena composición y estructura, el enrarecido ambiente en los tendidos condicionó la pulcritud de una faena de peso, condicionado con el enrarecido e irrespetuoso ambiente en el festejo más importante de la temporada.

Plaza 1

Ventura corta una oreja y El Juli y Urdiales pierden premio con los aceros en la Corrida de la Beneficencia

Abrió la tarde Diego Ventura con garrocha en mano esperándolo en la puerta de toriles. Tras un rejón de castigo, sacó a lío para poner tres largas al quiebro. Lo templó y lo recogió con suavidad a lomos de Nazarí para poner otras dos largas. Cerró con Remate para poner tres rosas ajustadas y el rejón de muerte entró entero pero trasero. Se amorcilló y necesitó de un certero descabello. No le ayudó el cuarto andarín a Ventura. Con Nazarí puso dos largas y tuvo que emplearse con Fino para poner otra. A lomos de Bronce en cercanías levantó faena y a más con Dólar y el par a dos manos sin bocado. Una rosa con Remate y el rejón de muerte fue certero. Oreja para Diego Ventura.

Salió el segundo de la tarde y nada en el capote de El Juli. Astado muy justo de fuerzas al que el madrileño supo entender. Le buscó la altura y ligó varias series por ambos pitones con mucha suavidad, lástima el poco celo del animal. Embistió con nobleza pero sin casta alguna. Mató de estocada entera y fue ovacionado. Al jabonero que hizo quinto lo recibió El Juli con cuatro a pies juntos, bajando las manos y remate con una media muy torera. Quite del madrileño con pausadas verónicas. Tampoco se le podía bajar mucho la mano al jabonero ya que doblaba las manos. El Juli pidió calma y le cogió la altura para dejar dos series importantes ligadas y con mucha suavidad. Naturales profundos y faena de menos a más, disposición máxima del torero que sacó más de lo que tenía. Lástima la espada ya que pinchó en tres ocasiones antes de una entera y saludar desde el tercio la ovación de Madrid.

El tercero apretó en banderillas y no le dio tiempo a “Pirri” a refugiarse en el burladero. Fue trasladado de inmediato a la enfermería. Tenía mucho que torear y bien lo hizo Diego Urdiales. Hilvanó tandas con largura por ambos pitones llevando con templanza la embestida con genio y transmisión del de Cuvillo. Los remates marca de la casa fueron artísticos y mantuvo la intensidad de la faena. Destacar los naturales a pies juntos. La estocada hizo guardia y necesitó del descabello saludando ovación. El sexto fue devuelto en banderillas y salió el sobrero de La Reina. Resultó complicado pero tuvo a un firme y dispuesto Diego Urdiales que puso mucha garra ante las dificultades. Dejó naturales con mucho poso aunque no tuvo el eco en los tendidos que merecía la faena. Mató de estocada entera y saludó ovación.

El País

Por Antonio Lorca. Guirigay monárquico republicano

Suele ocurrir cuando un festejo de gran expectación decepciona solemnemente, como el de este miércoles. El Rey en el palco, corrida extraordinaria, guirnaldas en las andanadas, banderillas de gala. Pero no pudo ser.

Eran más de las nueve y cuarto de la noche, la gente estaba ya cansada y a esas horas el alcohol hace efectos demoledores.

Andaba en el ruedo Diego Urdiales tratando de buscarle las cosquillas al noble y soso sobrero de La Reina, cuando una voz -la enésima en esta feria- dice aquello de “Viva el Rey”; muchos la secundan mientras el torero mira al tendido con cara de enfado. Pero no se había puesto en el sitio Urdiales cuando otra voz dice: “Ábalos, dimisión”, y los acompañantes del Rey, entre los que estaba el ministro de Fomento en funciones, sonríen. Y Urdiales, entretanto, dibujando muletazos, algunos de bella factura, a un animal de muy corto ánimo y buena condición. Y entonces, surge el disparo final en voz femenina: “Viva la república”. Y hasta aquí podíamos llegar…

Algunos espectadores parecen identificar a la autora del grito y los tendidos repiten al unísono: “¡Fuera, fuera!”, y el presidente de la plaza, contento porque, por una vez, ese desafuero no iba contra él.

En fin, que se armó un barullo de armas tomar. El asunto no fue a mayores, pero el público encontró en el guirigay la diversión ausente en el ruedo. Y todo porque el espectáculo carecía de interés.

Continuó Urdiales con su tarea. Bien colocado, alcanzó algún momento de brillantez con ambas manos, pero su labor no consiguió entusiasmar a casi nadie; así, cuando acabó de estocada desprendida, todo quedó en una cariñosa ovación.

La verdad es que el festejo fue un dramático chasco real.

Dramático, porque otro hombre vestido de luces acabó en la enfermería con una gran herida en el glúteo. Ninguna cornada está prevista, pero esta menos, porque no son los toros de Cuvillo propensos a las volteretas, ni por las circunstancias que la rodearon. Tras clavar un par de banderillas, Pirri fue perseguido por el tercer toro, se confió, quizá, al llegar al burladero y sufrió una cornada en el glúteo.

Fue un chasco, porque siempre se espera mucho de esta corrida de la que cada año se dice que es la más importante de la temporada, y solo será porque la preside el Rey, pero no más. Acudió Felipe VI, que no parece que se haya contagiado del veneno de la afición, y se volvió a su casa sin muchos argumentos para volver. Con la de cosas buenas que han ocurrido en esta feria… Ojalá Padilla, que lo acompañó en el palco, le ofreciera argumentos para que emule a su señor padre en materia taurina.

Y fue auténtico y real -el chasco, se quiere decir-, a pesar de las buenas intenciones de la terna.

Diego Ventura hizo un esfuerzo ímprobo para que su actuación fuera algo más que una mera exhibición ecuestre. Pero si no cambia de toros, acabará recogiendo pollos -hoy le regalaron dos-, yemas y botas de vino por los pueblos al tiempo que los paisanos se lo pasan en grande con la doma de una cuadra espectacular. Ventura es un gran torero a caballo sin toros. A Las Ventas no puede venir la primera figura del rejoneo actual con dos novillos amuermados y sin vida.

Bombón, Lío, Nazarí, Remate, Campina, Fino, Bronce y Dólar se divirtieron correteando por la arena después de un largo viaje desde Sevilla, pero los espectadores se aburrieron sobremanera. El primer sucedáneo de toro era un becerrote manso y amuermado, que pretendió saltar al callejón y carecía de casta, bravura y codicia. Ventura estuvo correcto, pero no pudo superar lo que no era más que un frío trámite. Animó los tendidos con un par a dos manos a lomos de Dólar y eso fue lo más sobresaliente de su actuación ante el cuarto.

Después de los toros que se han visto aquí, los de Núñez de Cuvillo parecían de juguete. Las comparaciones son odiosas, pero también reales. Inválido fue el primero de El Juli, nula emoción, a pesar de su larga labor, y jugó al toro con el quinto, un terrón de azúcar, dulce y derretido al instante.

Lo mejor de la tarde, la faena de Urdiales al tercero, irregular y deslavazada, pero personalísima, plagada de detalles y basada en la naturalidad, cimiento fundamental del buen toreo. Una gran tanda de derechazos, un molinete, un largo de pecho, una trincherilla, pinceladas todas de un privilegiado.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. El acero apaga la luz

No había tipos más felices en toda la plaza que los mulilleros. A Felipe VI lo cumplimentaron a su llegada autoridades, políticos, los empresarios taurinos y demás. Y lo celebraron aficionados entusiasmados, people del clavel y la gente. Pero fueron los mulilleros quienes gozaron de un tiempo especial de entre todo el personal del coso. Formaron un círculo en torno al Rey bajo la arcada de la manga del patio de arrastre. Y allí se tiraron qué se yo.

El tiempo apremiaba. Esperaban el ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos; el vicepresidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán; y Juan José Padilla, matador también en funciones. España en funciones. A los acordes de la Marcha Real los tendidos repletos hasta las tejas se pusieron en pie. La ovación sonó a clamoroso agradecimiento. FVI se erigía como la columna central del palco regio.

No sucedía nada de especial hasta que Esparraguero sacudió los cimientos venteños con un estrellón contra las tablas. De pronto, llamó la atención de los tendidos parlanchines. No sólo por el chocazo, sino por su hondo porte, su quilla de buque, su cierta altura de agujas y sus cuernos de marfil. Y, sobre todo, por cómo apretó hacia los adentros en banderillas, sin frenos otra vez. Víctor Hugo Pirri se confió a la salida del par y no midió la velocidad del embalado cuvillo de mítico nombre. Y se dejó la pierna fuera: estremeció el golpe contra la barrera. Los gestos de dolor de Pirri camino de la enfermería anunciaban una cornada brutal: 35 centímetros lo ensartaron con gravedad. Desde el glúteo a la cresta iliaca.

Toda la dificultad de ese punto manso para banderillear se transformó en gozosa apertura a la hora de torear. Aun sin terminar de descolgar. Diego Urdiales se puso a elaborar un discurso de despaciosidad, muy al aire del toro, sin apretarlo. Con ese clasicismo tan bello y puro. Subió la temperatura su izquierda engrasada. Que sacó la faena de la zona cálida y la introdujo en territorio caliente. Siempre se abría el cuvillo con el metro más que dejaba a Urdiales como fuera de cobertura. Brotó un broche de trincherillas y la torería perpetua. Y dibujó otra despedida enfrontilada, zurda y a pies juntos. La travesía de la estocada que asomó dejó la obra sin recompensa y entre tinieblas.

El acero frustró también la luminosa lucidez de El Juli. Aun más clara que la piel jabonera del tremendo cinqueño que hacía quinto con sus 620 kilos. Musculoso, tocado arriba de pitones, de alegre tranco de salida… Juli lo toreó con las manos bajas, jugando tanto los brazos como las inercias. El quite desprendió ritmo y son, volcado el cuerpo los lances: la media verónica trajo tintes de monumentalidad. Otra vez el cuvillo galopó al caballo, la cara no siempre abajo. Pero, cuando sonó la hora del último tercio, sin distancias no se salía de la muleta.

Juli enderezó el rumbo con su cabeza preclara desde los poderosos, más que convenientes, doblones de la obertura. Entendió a la perfección el sitio que pedía el toro. Y la altura. Y la colocación retrasada del engaño. Una alquimia de sabiduría para afianzar la trémula embestida. Que sostenida y en la mano permitió el abandono encajado, el toreo a media muleta, a los vuelos tan sólo. La plaza, muy borracha, impertinente y gritona, entró a puro pulso. Como la faena. La ruina del acero en ataques de prudente fe apagó la deslumbrante luz.

Y así el único trofeo cayó en manos de Diego Ventura: su rejonazo mortal tiró sin puntilla a uno de los dos mansos de Los Espartales que se trajo bajo el brazo con escaso rigor selectivo de la seriedad. Su deslucimiento además no fue fácil: o aquel echaba la gaita arriba o éste se ponía por delante. Exigió más de su magisterio de lo que aparentó.

No había habido caso con el cuvillo de apertura del lote de El Juli, de buen fondo pero sin poder. Juli anduvo templadísimo y suave. Tanto como Urdiales, guerrero sin abandonar su concepto -doble mérito-, con un sobrero desclasado y sin cuello de La Reina, el hierro de Joselito, claro. Que de Letizia sigue sin haber noticias taurinas.

El Rey recibió solo a los toreros en el palco regio. Ya sin luz y de noche.

ABC

Por Andrés Amorós. Don Felipe preside la Beneficencia en Las Ventas

La gran noticia es la presencia de Don Felipe, que preside la corrida de Beneficencia. (Le acompaña en el Palco Real Juan José Padilla). A los aficionados nos alegra y agradecemos que acuda a nuestra Fiesta. Dentro de las posibilidades de su calendario, nos gustaría que lo hiciera más a menudo. En un momento en el que la Tauromaquia recibe tantos ataques, precisamente por ser seña de identidad española, el apoyo de nuestro Rey es algo perfectamente lógico. Y eso es una opción patriótica, al margen de las aficiones personales. De sobra conocemos la que siente Don Juan Carlos por los toros, y la Infanta Elena, por la equitación. La educación de Don Felipe ha sido diferente pero yo le he escuchado decir y reiterar rotundamente que no tiene absolutamente nada en contra de la Tauromaquia: siendo Rey de España, es muy lógico. De una Reina de España se cuenta que no le gustaban los toros y asistía con unas gafas que le tapaban la visión… pero asistía. En el mundo entero, el toro bravo es seña de identidad de España. Y eso se comprueba por activa: la ley ha declarado que la Fiesta forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de España y que todas las autoridades están obligadas (repito: obligadas) a protegerla y difundirla, como al resto del Patrimonio. También se comprueba por pasiva: muchos independentistas atacan la Fiesta, por ser española. Así de claro.

¿Qué corrida de toros preside esta vez Don Felipe? La de Beneficencia, que ya no tiene esa finalidad pero que es una corrida extraordinaria. Los mimbres que componen el cesto son de primera calidad; el resultado, un cartel bastante discutible. Esa mezcla de un rejoneador, con dos toros, con dos toreros de a pie, resulta chocante, para muchos aficionados. Por muy bueno que sea Diego Ventura, que lo es, lo lógico y lo tradicional es que el rejoneador lidie un toro, antes de tres matadores. (Y no digamos del absurdo «mano a mano» que pronto tendrá lugar en Granada, a mayor gloria de José Tomás).

No cortó trofeos, porque no mató bien, pero estuvo magistral Diego Ventura, el día 2. Lidia dos toros de Los Espartales, su habitual divisa, con la que ha obtenido grandes triunfos. Recibe a portagayola al primero, que sale suelto. «Lío» se luce en los quiebros. Con «Nazarí», lo lleva prendido, muy en corto. Acierta con el rejón de muerte y el descabello. Ha estado a buen nivel, como siempre, pero el toro ha transmitido poco. En el cuarto, también suelto, vuelve a lucirse «Nazarí» en una vuelta completa al ruedo y en «muletazos», para sacarlo de tablas. Con «Bronce» arriesga, muy en corto. El entusiasmo se desata con la suerte a dos manos, sin riendas ni cabezal, con «Dólar». Acierta al matar: oreja.

Se lidian toros de Núñez del Cuvillo, una de las ganaderías predilectas de las figuras. (Al día siguiente de los de Valdellán, la comparación puede ser peligrosa, para los aficionados exigentes). Han tenido un juego desigual, con uno flojo (el segundo) y dos, encastados (tercero y quinto).

Ya imaginamos que una parte de este público va a examinar con lupa la actuación de El Juli y que otra parte, lo va a defender. El segundo sale flaqueando, «precipitante, se viene abajo» (como la montaña de Toledo, según Góngora). Eso provoca que los correctos muletazos no se aprecien; ante las caídas, arrecia la protesta. Alarga la faena sin necesidad ante una ruina de toro. Sin toro, no hay nada que hacer. Mata con decisión. Recibe al quinto, un bonito jabonero, con aplaudidos lances, bajando mucho las manos (lo contrario que las verónicas de Urdiales). El toro es noble pero flaquea; los muletazos reposados de Julián, con mucho oficio, suscitan la esperada división entre los que ovacionan y los que censuran la colocación. La mayoría está a favor pero pincha tres veces antes de la estocada y saluda una fuerte ovación.

Después de su faena en la Feria de Otoño, Diego Urdiales goza del privilegio de ser un «consentido» (como dicen en México) de la afición madrileña. El segundo empuja en el caballo y embiste con fuerza. Hace hilo y, al entrar en el burladero, hiere a Víctor Hugo Pirri: una grave cornada de 35 centímetros, en el glúteo. Diego logra muletazos con naturalidad y torería, por los dos lados, cuando el toro va atemperando su violencia. Los remates por bajo son muy apreciados. Entrando de lejos, hace guardia, al matar, y pierde la oreja. El toro ha transmitido mucho; la faena, desigual, ha tenido momentos hermosos. Devuelto por flojo el sexto, el sobrero de La Reina (la ganadería de Joselito) aprieta en el capote pero flaquea. Surge una bronca en el tendido, totalmente inadecuada, mientras un diestro torea. A Diego le cuesta imponer su mando porque el toro embiste a media altura y, a veces, prueba. El estilo clásico es bueno pero la faena se prolonga sin imponer el deseable dominio. Logra la estocada desprendida a la vez que suena el aviso y saluda la ovación.

Ha habido cosas variadas, de interés, en este cartel (para mí, extraño). Con más acierto, al matar, hubiera habido trofeos. Lo que más sentimos, por supuesto, la cornada de Pirri. Lo mejor sin duda, la presencia del Rey Felipe, aclamado por todos. Un Rey de España, en los toros, con su pueblo. Como debe ser.

La Razón

Por Patricia Navarro. Una aproximación a lo bueno y una cornada grave de pesadilla

ay instantes que lo cambian todo, capaces de poner la vida del revés. En una plaza de toros y fuera. Ocurre. Ocurre cuando la espada entra a la primera y en el sitio después de una gran faena. Ocurre cuando vivimos algo tan espantoso como lo que le vimos ayer en Madrid. Inesperado, sorprendente, y duro de digerir. Estaba “Esparraguero” en el ruedo o lo que es lo mismo el tercero de la tarde. Ya en banderillas. Ya con los palos. Se los puso Víctor Hugo “Pirri” y le apretó para dentro con tal fuerza, con tal furia, con tal intensidad que Víctor Hugo estuvo a punto de llegar y de hecho lo hizo, en la misma boca del burladero fue cuando el toro le estampó, sonó horrores. Ahí no está la moneda de lanzar al aire y que sea lo que que sea. El toro le taladró contra las tablas. Horrible. 35 centímetros de cornada supimos después. De glúteo a cadera. Esa cogida, contra las tablas es de las que asaltan en mitad de una pesadilla. Apretó el toro también en el último par como un diablo. Y luego vino toda la torería a cuestas para domeñar a la fiera de Diego Urdiales y hacernos creer incluso al propio toro que era mejor de lo que era. Suavidad en el trazo, cadencia ante la violencia, parsimonia entre los cabezazos. Entrega hasta convencerle de que embestir era mejor opción que renegar de su propia condición. Urdiales estuvo perfecto. A secas. Hasta que la espada hizo guardia y se deshizo el castillo que él solito había construido.

El quinto era toro de El Juli, en el sentido más amplio. Se intuía. Se soltó a la verónica para centrar las miradas, ató aquello a una media rota, desmadejaba el toreo en el ritmo bueno del toro… Quitó con gusto y embebíamos el camino que parecía fraguarse de triunfo. El precioso jabonero toro tuvo buena condición, mas el ímpetu justo. De ahí que Julián se aferró a esa carta, la curtió con sus mejores argumentos en una labor de más a menos, hasta lograr rascar el corazón de Madrid. Palabras mayores. La espada no fue y el termómetro de lo ocurrido fue bajando intensidad. Lo lógico. Hasta difuminarse. Había perdido las manos su primero ya en el caballo y se vislumbró con exactitud lo que venía después: la nada. Descastado el toro y sin emoción anulaba el menor resquicio de diversión en las coordenadas Madrid y Juli.

Urdiales sí que se las vio con el sobrero de La Reina, desigual y a menos. No así su puesta en escena, en la que nunca renunció a los parámetros de lo bueno, aunque unas veces nos acercáramos más que otras. La excelencia quería sobrevolar todo.

Diego Ventura, que completaba el cartel mixto de esta corrida de Beneficencia con la presencia del Rey Felipe VI en el Palco Real, fue quien cortó un trofeo del cuarto. Mansito pero dejándose hacer el toro, el rejoneador desplegó todo su arsenal en la puesta en escena y acabó de conquistar en su ya tradicional par a dos manos quitando al caballo el cabezal. Acertó con el rejón de muerte y con el premio. Rajado y mansito fue el otro, pero supo encelarlo a las cabalgaduras en ese primer toro de la tarde. La tarde de Beneficencia. Tan solo quedaba el encuentro del Rey con los toreros. Un círculo de tradiciones.

Madrid Temporada 2019

madrid_120619.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:14 (editor externo)