Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_130509

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Tarde del miércoles, 13 de mayo de 2009

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Las Ramblas.

Diestros:

Juan Bautista: (silencio y silencio) .

El Fandi: (silencio y silencio).

Luis Bolívar : (silencio tras aviso, oreja).

Incidencias: Bolívar fue cogido dos veces en el 6º. Parte médico: Herida por asta de toro en la cara anterior del tercio superior de la pierna derecha con una trayectoria de 10 cms. Causa destrozos en músculos peroneos. Pronóstico reservado. Fdo.: Dr. García Padrós. Posteriormente fue trasladado a la Clínica “La Fraternidad”, donde quedó ingresado.

Entrada: lleno sin apreturas

Tiempo: tarde agradable.

Crónicas de la prensa: ABC, El Mundo, El País.


El País

Por Antonio Lorca. ¡Viva la casta brava!

¡Viva la casta brava! ¡Viva la emoción del toro que galopa codicioso tras los engaños! ¡Viva el toro e incansable en sus embestidas! ¡Viva Orgánico, de 555 kilos, que salió en sexto lugar para encumbrar la fiesta y a su matador por los siglos de los siglos! Guapo de hechuras, acudió con nobleza al capote, empujó con fijeza en el caballo en el primer puyazo, y acudió de largo en el segundo, aunque, al final, se repuchó. Persiguió en banderillas, y llegó a la muleta retador, poderoso, mirando por encima del hombro a la plaza entera. El torero lo citó desde el centro del anillo, y el toro galopó fijo en la muleta, a la que siguió una y otra vez, arrolladoramente, y así hasta cuatro tandas por la derecha en una demostración cabal de casta desbordante y de alegre bravura. ¡Qué impresionante es el galope de un toro fiero, encastado y poderoso! ¡Qué momentos tan bellos y, al mismo tiempo, tan indescriptibles!

El torero era Luis Bolívar, que lo lanceó con cierto garbo a la verónica y se ganó una voltereta en un descuido. Lució al toro, muleta en mano, aguantó las acometidas con quietud, ligó los derechazos y los remató con largos pases de pecho. Cuando acababa la segunda tanda, se cambió sorpresivamente la pañosa a la mano izquierda, el toro se le quedó debajo y volvió a voltearlo, produciéndole una herida de 10 centímetros en la pierna derecha que le causó destrozos en los músculos peroneos. Pero continuó toreando con pasión y arrebato, porque el toro así lo pedía en sus embestidas crecientes. El toreo bajó de calidad por el lado izquierdo porque ni el recorrido ni la fijeza de Orgánico fueron ya igual. Al final, gloria para el diestro colombiano, pero el toro era para un triunfo histórico. Bolívar dio todo lo que tiene dentro, pero ganó por goleada su oponente. Eso es lo que suele ocurrir con los toros bravos, que no se dejan, que resultan muy difíciles de dominar, de templar y de parar. Y, en esta ocasión, el torero, que estuvo muy bien, fue un mandado del toro.

¿Y los demás? Ay, si los toros hablaran… Si los de ayer dan una rueda de prensa, corren a gorrazos a Bautista y El Fandi calle Alcalá arriba.

Bautista no tuvo su día. Muy anodino y vulgar con el noble y blando primero, y peor ante el encastado cuarto, a merced de su oponente, sin decoro ni sosiego. El Fandi banderilleó mal a sus dos toros; es decir, a toro pasado. Dio un natural grande, uno, a su primero, que derrochó movilidad y codicia, y aburrió ante el noble quinto, al que dio mil pases de espantosa vulgaridad. Ni Bolívar mantuvo la firmeza requerida ante el deslucido tercero.


ABC

Por Zavala de la Serna. Bolívar conquista la tierra prometida

Agonizaba la tarde en tierra de nadie. Pero Luis Bolívar, que es torero con patria pero sin tierra, sabía que de vacío no se podía ir, que las tierras se conquistan por abruptas que sean: Las Ventas nunca ha sido un monte de orégano en su carrera. Tocó a rebato nada más pisó el ruedo el último tren —¡qué amplio era de pitón a pitón y de pitón a rabo!— como si fuese el último aliento por respirar, y se asentó con el capote hasta una media verónica muy a la cadera. Rebañó el toro en el lance con un derrote que levantó a Bolívar los pies de la tierra prometida.

Duro batacazo, incruento por fortuna, con la fuerza de salida. Había carbón para las calderas que encendían sus ojos de perdiz y su piel colorada. El torero colombiano lo vio claro: todo o nada. En la distancia larga lo citó, y aquello se le vino a galope tendido con eso que se llama transmisión, que se multiplicó por cinco en los redondos de muleta a rastras, cintura encajada y compás abierto. La plaza cobró vida. Otra vez el mismo planteamiento en la siguiente tanda. Idéntico número de muletazos ligados, pero el remate varió del pase de pecho a un cambio de mano por detrás para ofrecerle la izquierda. Y no se escapó: a mitad de viaje el toro se desentendió de la muleta, que por ahí las ideas revoloteaban como oscuros cuervos, y lo prendió por debajo de la rodilla. Caló el pitón antes de lanzarlo sobre los lomos con la potencia brutal del cuello. Bolívar se incorporó herido y sangrante, se ató un torniquete y volvió a la guerra. Poderosa la derecha en largos viajes; en los desenlaces el de Las Ramblas se lo volvía a pensar y olisqueaba la presa. En esas circunstancias todavía le buscó el imposible izquierdo, con un par. Una trincherilla liberó la tensión. Y la estocada caída, tirándose con la rectitud de los vencedores, la pañolada y una oreja de ley que sabe a tierra conquistada. No concluyó la vuelta al ruedo y pasó a la enfermería por su propio pie.

Bolívar había estado merodeando un tercero del Marqués de Domecq —la corrida de Las Ramblas se remendó con tres toros suyos— que embestía con saña a golpes de riñón. Un metisaca lo templó… Fandi midió en el capote y en el caballo a otro de Las Ramblas, rematado de carnes, tocado arriba de pitones, alto de cruz. Parecía que le iban a fallar las fuerzas y mosqueó que tras el primer puyazo se refugiase en el burladero del «7»: «No le des». En qué hora, ¡los pies que sacó ese toro! Tantos que Fandila tuvo que tirar de todo el potencial de cuádriceps para ganarle la cara. ¡Y qué arreones pegaba cuando sentía los arponcillos! Como saben los que siguen estas páginas, El Fandi y nos no compartimos el mismo concepto estético del toreo. Pero, con éste, profesional y técnicamente el granadino estuvo en gran profesional, tapando mucho al temperamental toro, que no era nada fácil, ni fue nunca entregado. Para no perderle la cara. Las cosas como son. Y como fueron luego: mató mal. Sin embargo, al quinto, un armónico ser del Marqués lo despenó de un señor espadazo. Atrás quedaron unas embestidas nobles de corta duración y varias series, también una de hinojos, sin mayores glorias. Enardeció con su atlético, más que puro, espectáculo rehiletero.

Juan Bautista abrió el cartel internacional con uno de Fernando Domecq flojito que se dejó a media altura en un trasteo suave, pulcro y anodino. Otra historia fue el feo cuarto de Las Ramblas. Bautista, entre el sí y el no tras un par de tralleras coladas, optó por la tierra de nadie.


El Mundo

Por Javier Villán. Gloria y cornada para Bolívar

Prólogo obligado por culpa de una machada de Bolívar. Cuando todo parecía casi consumado, cuando la crónica estaba siendo dictada conforme a una previsión establecida, salió un toro encastado de Las Ramblas, vino Luis Bolívar, lo citó de lejos y puso la plaza boca abajo. Para colmo, el colombiano se llevó la cornada. La sangre le empapaba la media. Salió El Fandi, le hizo un torniquete con su corbatín y aquello tuvo tintes heroicos. Esto, por encima de todo, es la noticia de la tarde, la noticia grande, lo demás, es anécdota.

Hasta ese instante cruento y glorioso yo llevaba dictado a las secres lo siguiente: Pido a los posibles lectores de esta crónica un pequeño ejercicio de imaginación; el presente de este artículo es lo que retóricamente se llama «presente histórico».

Es decir, que el hoy corresponde a un ayer ya evaporado. Conviene que la corrida de esta tarde se desarrolle sin sucesos indeseables, sin demora y sin devoluciones; para devoluciones ya ha habido bastantes en el reconocimiento, por lo cual hay que felicitar a los señores veterinarios, sin que sirva de precedente.

En los tendidos hay hoy más prisas por salir disparado hacia casa que por pegarle el cante a los toreros o a la presidencia. Anteayer los aficionados pasaban del Debate sobre el Estado de la Nación; pero hoy no pasan del debate entre el Athletic y el Barça, que es otro tipo de Debate sobre la nación española.

No deja de ser sorprendente que jueguen la Copa del Rey dos equipos, representantes de dos comunidades, en las que se quema al monarca, en efigie, cada vez que se quiere montar bronca gorda. Broncas por todas partes en un país crispado hasta la extenuación. A mí ya no sé qué me pone más: si una bronca en la plaza de toros, una gresca en el Congreso o un contradiós en un campo de fútbol.

Un país como éste no es el mío, tituló José Antonio Gabriel y Galán, nieto o bisnieto del Galán genuino, un libro memorable; también tituló otro, Descartes mentía; ¿quién miente aquí? Joder, qué país; qué paisaje y qué paisanaje; qué Gobierno y qué oposición, qué ilustres ganaderos que no mandan en sus dehesas ni en su genealogía.

Algún avispado dirá que buena parte de esta crónica está escrita antes de entrar en la plaza. No es exactamente así, pero casi. Esta crónica empieza a ser dictada cuando se inicia el paseíllo. La aparición de la autoridad en el palco presidencial me ha suscitado estas reflexiones político-taurinas, que por algo el señor presidente es toda una autoridad.

La corrida de Las Ramblas ha sido diezmada y remendada con tres de Marqués de Domecq. De momento, el primero podía haberse quedado en la dehesa: una birria de toro. Y Juan Bautista podía haberse quedado en el hotel; aburrimiento sublime, casi sobrenatural. Más ecos futboleros; yo soy del Athletic de Bilbao y prefiero la derrota de los mercenarios del Barça.

Soy del Athletic desde mi infancia de Castilla, profundamente vasca en lo tocante al fútbol. Sale el segundo, bien armado. La verdad es que lo mejor de esta feria están siendo los pitones. Limpios y agresivos todas las tardes. Si casta y fuerza estuviesen a la altura, esto sería jauja.

Un quite de Bolívar por gaoneras y El Fandi, por sorpresa, banderillea al cuarteo. Galopa el toro, buen tranco. El Fandi se ajusta por la derecha y no es ese torero populachero de otras tardes; un circular, excelente. La plaza apenas responde, acaso porque El Fandi se ha apartado del repertorio y ha toreado mejor que otras veces.

Bolívar, el colombiano, nada. Y el toro, andarín y mirón, se arranca, cuando se arranca, con violencia. Pitos de los impacientes. A Juan Bautista parecen impresionarle los imponentes pitones del cuarto. El bicho es pura fachada y el torero puro trámite. Vamos bien de tiempo. Y la gente no se toma a mal la aparente inhibición de Bautista.

La gente vuelve a estar con un Fandi más cercano a su imagen habitual y la gente se conmociona cuando a las 20.50 horas, el astifino toro de Las Ramblas coge a Luis Bolívar y lo zarandea sin hacer sangre. La sangre llega momentos después y esta vez el pitón sí hace carne. Bolívar herido, Bolívar torero. Varias tandas de redondos, mandones y firmes; naturales de torero bueno.

Y la gente conmovida por la sangre. Éste es el círculo infernal en que se cierra una crónica que empezó festiva y acaba desgarrada. En estos momentos el fútbol, acaso ya no importa; o importa menos; Luis Bolívar, torero macho, se va por su propio pie a la enfermería mientras la sangre le resbala hasta el tobillo, como a los toros bravos hasta las pezuñas.


El Mundo

Por Luis Lucas. Oreja de ley y cornada para Luis Bolívar

Otra vez fue en el sexto toro cuando se enderezó una tarde que se perdía entre el vacío general de la Feria. Y otra vez llegó la cornada. Feria sangrienta. En esta ocasión le tocó pagar con sangre su triunfo a Luis Bolívar, que apostó con un encastado animal de Las Ramblas y cortó una oreja de ley, la tercera del ciclo, pero la primera de verdadero peso.

Y es que Bolívar se la jugó de verdad. Sin probaturas, llamó al de Las Ramblas desde los medios para torear en redondo con gran vibración, ajuste y profundidad. En la segunda tanda, al cambiarse de mano por la espalda la muleta para ligar un natural, el toro lo alcanzó con un derrote seco, lo tiró por los aires y lo buscó en el suelo con malas intenciones. El gesto de El Fandi de quitarse el corbatín cuando se levantó el torero era inequívoco: Bolívar iba herido.

No le importó al colombiano ni la cornada, ni las tarascadas del animal y, sin mirarse, se puso de nuevo frente al toro para seguir toreando con gran arrojo en tandas de mucho mérito y aguante con las que se metió al público en el bolsillo. Además, antes de irse a por la espada, Bolívar tuvo la vergüenza torera de volver a coger la mano izquierda, pitón por el que el astado lo había cogido, por donde se volvió a jugar la vida. Estoconazo, oreja de ley, y la sensación de que Bolívar está cuajando en figura del toreo.

Del resto del festejo, poco que contar. El propio torero colombiano había estado algo espeso con el deslucido tercero. pero para espeso, Juan Bautista, apático con el soso pero noble primero y perdido con el cuarto, que le brindó alguna embestida humillada por el pitón derecho.

Por su parte, El Fandi protagonizó dos tercios de banderillas vibrantes, aunque irregulares. Su primero, que había salido sin emplearse en los primeros tercios, esperó en la muleta y embistió con vibración a la muleta del granadino que, pese a mostrarse serio y decidido, no logró levantar los ánimos de los espectadores. El quinto tuvo fuelle para dos únicas tandas en las que El Fandi no pasó de discreto. Si a su primero lo había matado mal, a éste lo liquidó de una buena estocada.

Madrid Temporada 2009

madrid_130509.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:09 (editor externo)