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Plaza de Toros de Las Ventas

Viernes, 19 de mayo de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros del Puerto de San Lorenzo de diferentes hechuras, deslucidos y manso juego. un buen sobrero cinqueño de Buenavista (1º bis), especialmente por el izquierdo; otro de Torrealta (5º bis), también cinqueño y devuelto; y otro del Conde de Mayalde (5º tris), bueno.

Diestros:

Sebastián Castella: de malva y oro. Estocada trasera y atravesada. Dos avisos (petición y saludos). En el cuarto, estoconazo (ovación).

Alejandro Talavante: de azul marino y oro. Pinchazo, pinchazo hondo tendido y varios descabellos (silencio). En el quinto, estocada (oreja).

Javier Jiménez: de rioja y oro. Estocada delantera (silencio). En el sexto cayó herido y Castella mató de una estocada (silencio).

Presidió la corrida el Rey emérito acompañado de la presidenta de la APM, Victoria Priego, y la Secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro.

Incidencias: En el sexto Javier Jiménez cayó herido.

PARTE FACULTATIVO. Herida por asta de toro en el tercio superior de la cara interna del muslo derecho con dos trayectorias, una hacia arriba de 20 centímetros que produce destrozos en músculos aductores y alcanza el pubis, y otra hacia abajo de 15 centímetros que produce destrozos en músculos del vasto interno y aductor. Pronóstico: Grave

Entrada: Lleno de “no hay billetes”

Galería de imágenes: http://www.las-ventas.com/resena-tarde/las-ventas-19-de-mayo-de-2017

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20175/19/20170519224736_1495226923_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Faena de categoría de Talavante y grave cornada a Jiménez en San Isidro

Primer cartel de «No hay billetes», vuelve a acudir Don Juan Carlos, primera actuación de Castella y Talavante, gran ambiente. En los tendidos, se aplauden varias pancartas: «No hay mejor marketing que la casta». «Queremos trapío y seriedad, no el triunfalismo». «Madrid es plaza de primera: honradla». Tienen razón. Casi todo se viene abajo por la extrema flojedad de los toros del Puerto de San Lorenzo: ¡tres sobreros! Desastre ganadero total. Tiene que salir un sobrero del Conde de Mayalde para que disfrutemos con la emoción de un toro encastado y un torero clásico: Talavante hace vibrar al público y corta una oreja, que pudieron ser dos. No importan los trofeos sino la emoción del toreo auténtico. En el último, Javier Jiménez busca el triunfo y recibe una cornada en el muslo derecho.

En su campaña contra Bush padre, en 1992, Bill Clinton hizo famosa la frase: «¡Es la economía, estúpido!». Sin ofender a nadie, en la Fiesta habría que adaptarla: «¡El problema es el toro bravo!» Varios diestros no están respondiendo a las expectativas; estamos viendo bajonazos impresentables pero todo eso no debe distraernos: el problema esencial es otro. Me lo recuerda mi vecino de la izquierda, encrespado: «¡Ésta es la Fiesta de los toros!» Y, más resignado, el de la fila de delante: «Seguimos igual. Así, no vamos a ninguna parte». Tienen razón los dos. El público está acudiendo a Las Ventas con renovada ilusión pero se están aburriendo, muchas tardes. Aquí no se tolera un toro débil, que rueda ya antes de la vara; ni un toro soso, que no transmite nada. No nos engañemos: no es un problema de peso (si se quitara la tablilla, no pasaría nada). El exceso de kilos no puede ser una excusa para la flojera de los toros: también se caen toros terciados. Este público quiere ver toros con poder, con fuerza, con casta, con bravura; que asusten y que emocionen. Si no los ve, se quedará en casa.

Devuelto el flojo primero, el sobrero de Buenavista es noble y obediente; dándole distancia, acude galopando: justo lo que necesita Castella para que luzca su toreo estático. Lo mejor, la ligazón de los muletazos. Al alargar la faena, baja en vez de subir y acaba recibiendo dos avisos. El cuarto no quiere ir a los caballos: la lidia se hace premiosa, aburrida. En la muleta, resulta ser un manso manejable, que embiste dormido, sin emoción. Sebastián le coge el aire en algunos naturales pero, de nuevo, prolonga e impacienta: otro aviso.

El tercero flaquea de salida, apenas le pican pero en los primeros muletazos de Javier Jiménez ya se derrumba: ¡desastre total! Cruzando bien, logra una buena estocada. En el sexto, vuelven las broncas. Aunque el toro también ha flaqueado, brinda al público y hace el esfuerzo. Como no humilla, lo hiere en el muslo derecho. Mata al toro Castella.

Acude a San Isidro Talavante con responsabilidad de figura: cuatro tardes, incluidos los victorinos. La afición le espera. El segundo es flojo, corto, soso: no le deja dar ni un lance. Lleva la cara a media altura y puntea la muleta. Corta la faena y hace bien pero mata sin estrecharse. Devuelto el quinto de El Puerto y también el sobrero de Torrealta, sale otro sobrero del Conde de Mayalde, serio, que, al comienzo, espera y mansea. Muy bien Trujillo, como siempre. Aunque el toro embiste sin clase, Alejandro lo va metiendo en la muleta, con gran facilidad y suavidad. Un cambio de mano levanta un clamor. Cuando le cita dándole el pecho, el «7» y el «8» se le entregan: una faena de categoría. Mata con la misma facilidad y corta un trofeo que se recordará.

Seguiremos comentando la faena de Talavante y lamentando la cornada de Javier Jiménez pero no se puede olvidar el desastre anterior: el toro, ¡ése es el gran problema! Si no se quiere poner remedio, la Fiesta corre un grave peligro.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La magia de Talavante voltea una debacle; grave cornada de Javier Jiménez

Los acordes del Himno de España arroparon esta vez la presencia del Rey emérito. Sería por presidir oficialmente la Corrida de la Prensa la diferencia. Como si los demás días se dejase el “título”, la historia y la corona gastada en casa. Al lado del Monarca, dos gallegas: la presidenta de la APM, Victoria Prego, y la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro. Doctoras ilustres en periodismo, vírgenes vestales en tauromaquia. Los del “7” habían montado la revolución de pancartas. Por el prestigio, el trapío y la casta del toro en Madrid. Salió el primero de Puerto de San Lorenzo a darles la razón. Testada la flojedad, José Chacón, con más tiros pegados que el puente de Mostar, le enredó por abajo en el capote. Esperaba un sobrero de Buenavista. Y menudo fue. Buen toro el cinqueño de Clota Calvo. La seriedad de la edad, el fondo de bravo. Sebastián Castella cumplimentó a Don Juan Carlos y se clavó en los terrenos del “4”. Como coda de los estatuarios, brotaron dos muñecazos por el izquierdo en los que el toro derramó la excelencia de la embestida. En los medios, Castella toreó con tersura sobre la derecha y cató la zurda con bien. Y en ese bien siguió alternando las manos sin arrancar la rotundidad de los oles roncos de Madrid. El (largo) metraje de la faena incluso contó con dos finales con el toro ya gastado: el arrimón con el sello de la casa y los circulares invertidos y unas bernadinas a viaje cambiado. Todavía quizá había posibilidad exprimir el buenismo de Las Ventas. Pese al aviso caído. En la estocada trasera y defectuosa se amorcilló el cinqueño. Cayó otro clarinazo. Un golpe certero de descabello y adiós mundo cruel. Juguetón quizá oiría la ovación del arrastre allá en el limbo de los toros buenos.

Subió el cuarto por alzada y volumen la presencia de la corrida de Puerto de San Lorenzo. Ni Talavante había tenido opciones con el frenado segundo y sus tornillazos, ni Jiménez con el tercero en derrumbe permanente.

Pues el citado cuarto sacó un dormidera mansita que escondía un punto de genio. Una protesta cuando Sebastián Castella le exigía abajo. No habitaba el ritmo en aquel embestir al paso, ni entrega, ni tampoco maldad. La firmeza de Castella empataba con la densidad de la obra. Que se podía cortar como el ambiente. Una coz mirando a tablas como declaración de la evidente mansesumbre del toro salmantino. La contundencia de la estocada del matador francés certificó una muerte súbita.

Devolvieron el quinto de contado poder sin una caída. Ya había desatado las protestas su lavada cara. El sobrero de Torrealta era todo y sólo cara. Escurrido y cabezón. Sus repetidas costaladas lo condenaron al pañuelo verde en justicia. Ya el tercer reserva, como dicen por México, pertenecía al Conde de Mayalde. No es que fuese feo, era la fealdad. Y sin embargo en su interior habitaba la belleza del temple, la humillación bendita y la obediencia mansita. La magia a cámara lenta de Alejandro Talavante le dio la vuelta a la tortilla podrida de la tarde. Pronto la izquierda, los vuelos, el pulso. La lentitud también de la derecha que alumbró un cambio de mano inmenso. Como aquel de Sevilla de 2007. La sinfonía talavantista mecía Madrid en sus muñecas, en su cintura, en su naturalidad infinita y embrocada. Los pases de pecho barrían el lomo entero del sobrero desde el tobogán de su cuello. Rugía la plaza como un volcán. Un espadazo a ley desató el delirio. Y la presidencia entregó la oreja con el verdadero peso de lo auténtico. Talavante salvaba, a última hora, el primer puerto de su particular Himalaya con la sonrisa del triunfo cierto.

El viento y el genio del astifinísimo sexto se cruzaron en el camino aciago de Javier Jiménez. Un golpe ciego de furia. La cornada tremenda. La sangre a borbotones así lo anunciaba. Castella finalizó la empresa imposible.

La Razón

Por Patricia Navarro. Talavante torea para el Siete

Habíamos pasado una odisea. La travesía del desierto. Era en el quinto. Fue en el quinto. Palabras mayores. Alejandro Talavante es un torero mayúsculo. Fue ese quinto el que volvió a corrales. Y salió un sobrero de Torrealta impresentable y volvió para dentro también y a la tercera, el tris, que no salió precisamente en un tris, fue la vencida. No era bonito el toro de Conde de Mayalde pero sí noble. Y con esa nobleza y buen son construyó Talavante una faena de oro macizo. La despertó enseguida al abrigo del tendido con un cambio de mano monumental. Tan largo que no murió en la cadera, no se le ocurrió, siguió, perdura en la memoria colectiva, esa que nos pertenece a todos e inaccesible a los antis. Inamovible. Bendita sea. Si cierro los ojos sigue ahí. Fue al natural donde Alejandro se entretuvo, porque hay que entretenerse para torear tan despacio y bonito, tan sincero, tan bello, y por la derecha también. Faena breve, de pura armonía, de torería con un final glorioso y, esta vez sí, cierre feliz: un estocadón. Ocurrió todo en muy poco terreno, cerrado en tablas, justo en el tendido Siete, que se rindió, entregado, y loco en esos últimos muletazos de desprecio absoluto en los que Talavante miraba al tendido. Tuvo magia. Se le concedió una oreja. Se quedaba corto el premio. Se venían a la cabeza otras, en general, que quedaban a la altura de birrias. Como había sido la faena del segundo a un toro deslucido.

Cambiaba la plaza llena. Es otra historia. Madrid en Madrid. La de los sueños. La del miedo. La de todo. La de nada. El coso venteño. Tuvimos que esperar a la Corrida de la Prensa para que se colgara el cartel de “No hay billetes”. Hasta arriba. De arriba abajo. No deja de impresionar por muchas tardes que lo veas. Tan poco duró el primero de El Puerto que agonizamos, ahogaban lo ánimos, se encendía la alarma del colapso, era un “de nuevo no, por favor, hoy no”. Fue un sobrero de Buenavista, de nombre “Juguetón” el que cambió de pronto las cartas del juego. Lo cantó, lo regaló desde el principio. Era el primero bis y para Sebastián Castella. Fueron las primeras tandas las más explosivas. Despertamos. Entramos en la faena. Creímos en ella. Queríamos creer. Pero luego el trasteo no acabó de ser. Tres derechazos muy buenos y un remate que rompía la armonía. Toreo al natural, le esperábamos ahí, se rompía la faena, de uno en uno, iba a menos el toro, y al final no fue. Antes de entrar a matar, arriesgó y fue el momento de más reunión y emoción en unas bernardinas cambiando el sentido al toro en el último instante, pero no suficiente para sostener el interés de toda la faena. Trasera y punto abajo se fue la espada. Manejable y noble fue el cuarto. Bien intencionada la faena. Y larga. E insulsa. Pasaba la tarde, sin pena ni gloria. Con más pena que gloria.

Una frustración fue el tercero. Se desplomó nada más empezar Javier Jiménez la faena de muleta y fue el preámbulo de lo que vino después. Ruina. Imposible. Tampoco le dejó mas opciones el sexto. Y cuando creímos que estaba todo vencido, el drama nos atrapó de lleno con una cogida brutal. Una barbaridad sangraba aquello camino de la enfermería. Nos amargó el cierre.

Marca

Por Carlos Ilián. El toreo de oro de Alejandro Talavante tapa todas las miserias

La tarde de la Prensa había cogido velocidad de crucero hacia el abismo. Una indecorosa e inválida corrida del Puerto de San Lorenzo ponía la feria bajo mínimos. Un auténtico insulto a Madrid que consintieron la autoridad y los veterinarios. Nadie, cuando salió el quinto toro que sustituía a un infame sobrero de Torrealta, que a su vez sustituyó a un becerrote del Puerto, nadie, en efecto, daba un céntimo por aquel espectáculo bochornoso.

Y mire usted, salió un sobrero del conde de Mayalde, un boyancón feo y grandote, y enfrente Alejandro Talavante que andando en la cara del toro fue elaborando muletazo a muletazo un compendio de la mejor tauromaquia. Toreo de oro en los naturales de seda y en los redondos de temple y cadencia. Toreo por bajo en trincheras preciosas y los de pecho, irreprochables. Faena medida, precisa, sin alardes. Toreo puro, purísimo, del auténtico heredero de José Tomás. Una estocada desprendida y una oreja de ley, una oreja que nada tiene que ver con las que se habían cortado estos días, de auténtico pueblo.

La tarde dejó al final el mal trago de una cogida de Javier Jiménez, empitonado al torear sobre la mano derecha. Se lo llevaron a la enfermería con una cornada en la parte superior del muslo izquierdo. Mala suerte del chaval que en su primero se encontró con un inválido. Castella mató tres toros por la cogida de Jiménez. Muy por debajo de la bondad y temple del sobrero de Buenavista, con un buen comienzo en los ligadísimos redondos de apertura y de tono ramplón y trapacero en la segunda parte de la faena. En el cuarto un par de naturales en un conjunto de tropezones.

madrid_190517.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)