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Plaza de Toros de Las Ventas

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Lunes, 20 de mayo de 2013

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Nazario Ibáñez (bien presentados, mansos en general, sobre todo 1º y 6º).

Diestros:

Álvaro Sanlúcar: silencio en su lote.

Gonzalo Caballero: ovación en su lote.

César Valencia: silencio en su lote.

Entrada: casi lleno.

Incidencias: Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del maestro Pepe Luis Vázquez, fallecido la víspera.

Crónicas de la prensa: La Razón, ABC, El Mundo, El País.

<img width="270px" height="170px" src=" http://www.larazon.es/documents/10165/0/image_content_medium_590754_20130521011943.jpg?fmt=mod14">

La Razón

Por Ismael del Prado. Un «Leopardo» con mucha bravura

Tras la ya casi habitual visita de la lluvia, fiel –y detestable– compañera de viaje este San Isidro, nos vino la calma. La paz de la bravura. En el cuarto, el cielo se abrió y de chiqueros salió un «Leopardo» para soñar el toreo, para cubrir de esperanza la joven carrera de su novillero. Excelente. Con clase metió la cabeza abajo, haciendo el avión en cada una de sus arrancadas. Llenas de entrega y armonía. Fue el premio mayor –también sirvieron los encastados segundo y tercero– de otra interesante novillada de Nazario Ibáñez, que debutó esta vez en San Isidro como premio a los méritos acumulados en los últimos años, en una tarde en la que sólo Gonzalo Caballero saludó sendas ovaciones.

El madrileño se supo entender con un exigente y enrazado segundo. Muy firme, lo pudo templar en la muleta y logró buenos derechazos sueltos en una primera tanda. Luego, su faena estuvo siempre bien ligada, aunque faltó quizás un puntito más de pausa. Muy toreros los doblones por bajo del final que hilvanó con unas bernadinas muy jaleadas. Ceñidas. El novillo se quedó colocado a la salida del pase de pecho y el madrileño se precipitó al realizar la suerte. Pinchazo muy trasero. No cayó en mejor sitio la estocada corta del segundo intento, también algo acelerado. Dos golpes de verduguillo no fueron óbice para saludar desde el tercio.

Poca colaboración le ofreció el ensillado quinto. Novillo muy alto y manso. Una eternidad nos duró el primer tercio. Capotazos y carreras sin sentido que no ayudaron a mejorar al novillo. Caballero era muy consciente de que si quería rascar algo, todo corría de su cuenta. Se fue a buscarlo a los terrenos del «7» y allí planteó la batalla. Valiente. Hizo el esfuerzo. Puso arrestos y ganas, muy cruzado, acortando las distancias logró una serie de más brillo con un animal muy distraído, que desparramó la vista y no descolgó hasta su muerte. El respetable lo comprendió y premió el desparpajo del madrileño. Ovación con saludos.

Álvaro Sanlúcar repetía tras pasar por este mismo escenario, aunque algo de puntillas, en el pasado certamen de novilladas de abril. Aquella tarde nos mostró que es torero con gusto. De buenas formas y cuidada composición. Ayer volvió a apuntarlo con su lote. Rompió plaza con un salpicado muy en tipo que recibió buen castigo en varas y tampoco recibió la mejor de las lidias. Pese a su bondad, llegó muy aplomado a la muleta del gaditano, que planteó un trasteo pulcro, con algún enganchón, y a media altura, pero sin someter más a una res que, pese a ello, perdió las manos en reiteradas ocasiones. Muy justito. Otro precioso salpicado le tocó en suerte en cuarto lugar. «Leopardo». Un torito de 518 kilos, pero de buenas hechuras, como el resto de la novillada murciana. Cumplió el trámite, sin terminar de cantar la gallina, en los primeros tercios. Lo hizo en la pañosa de Sanlúcar: bravura y humillación. Se lo pensaba en el cite, pero después, ya arrancado, el novillo hizo el avión en cada muletazo. Entrega por abajo, con mucha calidad. Sanlúcar puso afán, pero dos desarmes casi consecutivos cavaron prácticamente su tumba. La gente no tardó en decantarse por el animal y el andaluz tan sólo pudo cumplir el trámite con presteza. Silencio en su lote.

César Valencia, que apostó fuerte el julio pasado y quiso debutar con picadores en Madrid, trenzó ayer su segundo paseíllo en Las Ventas para sortear en tercer lugar un animal que salió suelto del peto del caballo. Despavorido. Buen tercio de Ángel Otero en banderillas. Exponiendo y dando facilidades al utrero. Luego, el venezolano lo intentó por la derecha, pitón por el que había largura y recorrido, aunque sin terminar de humillar, en las embestidas. Novillo manejable. Eolo quiso sumarse a la tarde y desató un vendaval que molestó mucho al novillero. Imposible ponérsela al natural. La faena, que nunca tomó vuelo, acabó por diluirse. Y así, entre probaturas e incomodidades, Valencia terminó yendo a por la espada.

Casi de refilón le pegó la larga cambiada al sexto. Se había ido a portagayola el venezolano. Muy en lo de Núñez, abanto y suelto, el de Nazario marcó mucho las querencias y manseó durante toda su lidia. Buena labor de los hermanos Otero nuevamente. José, con los garapullos, y Ángel, en la brega. Valencia lo intentó en los medios. Le ofreció su muleta, pero el utrero protestó con violentos gañafones y una inquietante embestida a arreones. El sudamericano, contrariado, lo liquidó de estocada en buen sitio.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.net/archivos/18961328200600.png"/>Por Andrés Amorós. Los novilleros no logran vencer las dificultades en San Isidro

Los novillos de Nazario Ibáñez, de encaste Núñez, ofrecen un juego desigual. En una nueva tarde tormentosa, los tres novilleros no logran el triunfo.

Álvaro Sanlúcar (ése es su pueblo) se reveló en su debut en Olivenza, hace un año. El primero es un precioso salpicado, que se para, después de varas. Álvaro comienza doblándose bien, algo que parece inútil. ¿Por qué lo hace? Me temo que por rutina. El novillo se derrumba.

También es salpicado el cuarto, que se lidia ya bajo el chaparrón. El diestro lo engancha bien, con gusto, algo despegado, pero sufre dos desarmes y no cuaja la faena. Con buenas maneras no basta: en Madrid, hay que apretar más.

El madrileño Gonzalo Caballero triunfó desde su debut por su valor estoico. El segundo sale fuerte: se luce Lipi en banderillas. En los medios, el toro se crece, embiste fuerte, con la cara a media altura. Gonzalo, muy quieto, vertical, logra series lucidas pero predomina el aguante sobre el mando, surgen enganchones. Y falla con la espada. El quinto mansea mucho, resulta complicado en los primeros tercios. Caballero le planta cara, muy firme; el trasteo tiene emoción, por las dificultades de la res. Se la juega, aguanta parones, muestra la actitud propia de un novillero pero tampoco acierta con los aceros.

Veo por primera vez al venezolano César Valencia. El tercer novillo mansea, cocea. Asume toda la lidia José Otero; aguanta mucho con los palos Ángel Otero, que saluda. Llama al toro de lejos, adelanta la muleta, lo embarca bien por la derecha; por el otro lado, hace hilo, la faena se diluye. El sexto comienza huyendo mucho. Saluda José Otero, que banderillea al sesgo, un buen recurso. César Valencia vuelve a mostrarse más ducho con la muleta que con el capote pero el novillo vuelve rápido, con peligro. Logra salir por su pie: ya es un éxito.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Caballero pierde el triunfo con la espada

El novillero Gonzalo Caballero hizo lo más destacado de la novillada celebrada este lunes en Las Ventas, en la que acarició el triunfo, perdido a última hora por el mal manejo de la espada.

Hay quien salía de la plaza quejándose del descastamiento y las pocas opciones que brindaron los novillos de Nazario Ibáñez. Pero ni tanto ni tan calvo, pues la novillada fue, cuanto menos, interesante dentro de sus matices.

Un encierro, manso en el caballo, eso sí, pero con transmisión en el último tercio, y con la emoción que da siempre la movilidad y el picante tan característico del encaste “núñez”, con dos astados, segundo y cuarto, de mucho interés por lo que desarrollaron en el ruedo.

De entre los novilleros, un nombre por encima de todos: Gonzalo Caballero, que si no llega a ser por su mala espada ahora mismo podría ser el hombre más feliz del mundo.

Un Caballero que sorteó en primer lugar un novillo que, pese ser abanto de salida, tuvo transmisión en la muleta, aún sin descolgar lo suficiente, con el que el madrileño anduvo muy dispuesto.

Inició su labor Caballero directamente sobre la diestra, sin probaturas previas, para continuar por ese mismo lado con series de muletazos con personalidad, con la planta relajada y una interpretación desmayada.

Cierto que algunos enganchones propiciaron que aquello perdiera fuelle. Sin embargo, volvió a levantar vuelo la faena con un epílogo por abajo y unas ceñidas bernadinas. Su fallo a espada le privó, quizás, de un reconocimiento mayor que una ovación.

El cuarto fue otro “nazario” que se movió “con motor” en los primeros compases pero que, enseguida, empezó a acortar el viaje, pensándoselo mucho a la hora de tomar el engaño y con poca franqueza.

Difícil panorama para Caballero, que se impuso a base firmeza y amor propio, hasta acabar robando muletazos de buen corte a media altura, que conectaron con unos tendidos muy entregados con él. Por eso, de haber matado como Dios manda, hubiera paseado un trofeo.

Sanlúcar se estrelló con el que abrió plaza, un animal que apenas se prestó desde que salió de chiqueros, muy frío, con las manos por delante y mal estilo en varas, y que en la muleta se defendió fruto de su escasa fortaleza, quedándose cada vez más corto hasta pararse.

El joven gaditano, que principió su labor con unos templados y toreros doblones por abajo, no pudo armar faena a pesar de tratar de torear siempre despacito y sin violentar a un animal que no “rompió” nunca.

El cuarto fue novillo con transmisión y mucho que torear con el que Sanlúcar, desconfiado y despegadito, se vio desbordado por la codicia de un animal, que lo llegó a desarmar en dos ocasiones.

El primero de Valencia, pese a blandear en el primer tercio, apretó mucho en banderillas, viniéndose arriba en la muleta, aunque con mucho temperamento y sin humillar lo suficiente, algo que, sumado al viento de tormenta que molestó mucho, complicó aún más la papeleta al venezolano, que sólo pudo mostrar actitud.

El sexto fue un marrajo imposible para hacer el toreo, y aquí Valencia, después de probarlo, no le quedó otra que abreviar.

El País

Por Antonio Lorca. Los novilleros son un problema

Los novilleros se han convertido en un serio problema para la fiesta. No hay ninguno que ilusione de verdad por su personalidad. Los que despuntan, que son pocos, no interesan. Los que consiguen mantenerse a pesar de las dificultades tienen sobrados motivos para el aburrimiento, y cuando se les presenta una ocasión, se les echa a los leones. Conclusión: la fiesta tiene un oscuro futuro.

Primer problema: son muy pocos los novilleros que despiertan interés. Segundo: se organizan pocas novilladas y, desde que subió el IVA, menos. Los de cabeza se las ven y se las desean para tocar un pitón, y, cuando tienen una oportunidad, como ayer mismo, luchan sin cuartel con una novillada correosa, dura, difícil y sin clase. Y vuelta al empezar. Como no han estado bien, vuelven a los entrenamientos con la agenda vacía y los sueños rotos. Y esperanza, siempre esperanzados, en que la próxima sea el trampolín que andan buscando hace años.

Gonzalo Caballero debutó el año pasado con picadores y se puso en boca de la gente por su valor y buenas maneras. Triunfó en Sevilla y Madrid y, curiosamente, solo le ha servido para volver a Sevilla y Madrid. Y, como no ha triunfado, deberá comenzar desde cero. Lo más normal es que Caballero se canse y abandone.

Ayer, estaba anunciado en una novillada de Nazario Ibáñez que salió dura como el pedernal, desclasada, amiga de los arreones, y cuando alguno embestía lo hacía con la cara a media altura y sin entrega. Y Caballero no decepcionó. Por el contrario, confirmó las buenas vibraciones que dejó en su anterior comparecencia —hace ya un año—, y demostró que tiene vocación, buenas maneras, que maneja con mucha soltura los engaños, que es valiente, que se la juega sin cuento… Pero de poco le servirán las credenciales.

Aguantó con decisión y firmeza la codicia de su primero, que embestía con la cara alta, y le permitió demostrar que es imaginativo, y que tiene capacidad para pensar en la cara del novillo. Mejoró, si cabe, su actitud en el quinto, un manso descarado, muy deslucido, con el que se mostró valeroso en todos los terrenos. Al final, fue ovacionado en su lote; es decir, nada. Su tremendo esfuerzo no le servirá para nada. Téngase en cuenta que en la temporada pasada, que era una novedad interesante, llegó a matar 17 novilladas, un escasísimo número para todo un año.

Pero Álvaro Sanlúcar, que debutó con picadores en marzo del año pasado, ha lidiado nueve novilladas. Y llega a las Ventas, como un privilegiado, ante una novillada dura que es la cara o la cruz de su carrera; y, posiblemente, sea su calvario. Parece que tiene condiciones y no le falta valor. Quitó por ajustadas gaoneras a su primero, que se le derrumbó a todo lo largo en los primeros compases de la faena de muleta. Quedó inédito porque su oponente no valía nada. Brindó la muerte del segundo, le bajó la mano, mandó y ligó una primera tanda de redondos muy estimables. Después, se dejó pisar la tela y la perdió en dos ocasiones por falta, quizá, de picardía. A partir de entonces, bajó la intensidad de la faena, y su toreo fue mecánico y sin gracia. Fue una labor de más a menos que, a final, quedó en nada. Otro chaval con incierto futuro.

Y el venezolano César Valencia lleva también un año con los picadores y en 2012 llegó a lidiar cuatro novilladas. Y con este bagaje se las vio ayer con el viento, que sopló con fuerza, y dos marrajos de primera especial. Su primero era adicto a los arreones y complicado de verdad. El sexto, un novillo regordío, manso de libro, que huyó de su sombra, que miraba y medía al torero con auténtico peligro, y allí anduvo el muchacho tragando quina a sabiendas de que no había nada que hacer, pero mucho que demostrar.

Fue el suyo un examen excesivamente complicado Y, como tampoco triunfó, ahora le dirán que espere al próximo tren, que no tiene fecha de llegada. Futuro incierto, muy incierto, pues, para la novillería andante. Pocas posibilidades existen para los más jóvenes y las que hay muy duras. Así no habrá futuro.

Hubo otros toreros en la plaza; de plata y de mucha categoría. Ángel Otero, valentísimo con las banderillas, ante los arreones del tercero; José Otero, torerísimo, a la hora de banderillear al manso sexto. Y Lipi colocó un magnífico par al segundo, dejándose ver y cuadrando en la cara del novillo. Subalternos hay de categoría, pero a este paso se quedan sin trabajo.


©Imagen: Pase de pecho de Gonzalo Caballero. | Sergio Enríquez/EFE. Más abajo, doblón rodilla en tierra de Gonzalo Caballero al segundo novillo de Nazario Ibáñez /Tamara García.

Madrid Temporada 2013.

madrid_200513.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)