Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_220412

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

<img width="309px" height="133px" src="http://www.larazon.es/images/uploads/image/f0/f9/369549/c617x266_081mad23fot1.jpg?1335135338">

Domingo, 22 de abril de 2012

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Monte la Ermita (bien presentados y de juego desigual. Destacaron 2º y 3º, aplaudidos a su muerte).

Salvador Barberán. Silencio y silencio tras aviso.

Alberto Durán. Palmas tras dos avisos y saludos tras aviso.

Rafael Cerro. Silencio tras aviso en ambos.

Tiempo: Tarde agradable.

Entrada: Un cuarto de entrada.

Crónicas de la prensa: La Razón, EFE, COPE, Colpisa.

©Imagen: Torerísimo doblón del zamorano Alberto Durán al quinto de la tarde - Foto: Cristina Bejarano | La Razón.

La Razón

Por Ismael del Prado. Durán, torero y sin espada

Regresó ayer Alberto Durán a Las Ventas siete días después de cruzarse con la bravura de «Atractivo». ¡Vaya novillo del maestro Espartaco! Excelente. Aún en la retina de todos. Durán no desmereció con él y mostró toda su sinceridad, que le valió la sustitución de ayer. Y ayer creció. Mostró más que verdad y buen concepto. Dos faenas de oreja a ley. De torero grande. Pero ambas con el mismo lastre: la tizona. Ruina de espada. Ya le privó de una oreja hace una semana, pero hoy le robó más. La gloria de la puerta grande. Por partes.

Esperaba la gente al novillero zamorano. Confianza ganada. El tendido, a favor. Y Durán no se hizo esperar en el segundo, al que pegó seis verónicas con buen son, dos medias y una revolera de remate con el tendido ya aplaudiendo. Galleó por chicuelinas y se picó en un vistoso tercio de quites –por delantales y verónicas– con Rafael Cerro –por saltilleras–. Parecía que el novillo iba a acusar tanto trajín en la muleta, pero duró. Durán sacó la zurda y le pegó dos series de mano baja vibrantes. Tirando del novillo, ahormándolo para que rompiera. Muy despacio. En esa lenta cadencia estaba el misterio. En redondo, una serie que no desmereció. Torerísimos los ayudados por alto con los que le dejó colocado. Montó la espada y cayó perpendicular. Insuficiente para derribarlo. El verduguillo fue su cruz. Siete intentonas antes de que el utrero se echó de puro hastío. No hubo dos sin tres. En el «rajadito» quinto, más de lo mismo. Durán buscó y encontró la faena del manso. Comenzó por torerísimos doblones que ya calentaron al respetable. Combustión inmediata. Durán volvió a crecer, a dar un paso más. Le entendió a la perfección y le dejó la pañosa siempre muy puesta. Adelantada. Y el novillo se empleó. Dos series en redondo de lujo. Toreo puro, sin ventajas. Otra más prologada con el molinete y el de las flores. Cerró por vistosos trincherazos. ¿La tizona? Roma de nuevo. Pese al sainete, saludó una fuerte ovación. De las de verdad.

Rafael Cerro, variado con el capote, recibió por faroles de rodillas a sus dos novillos. El enrazado tercero hizo concebir esperanzas que se esfumaron a la velocidad que sus fuerzas. Le permitió una serie maciza. Con encaje. El sexto, áspero y sin entrega, se orientó pronto y el extremeño, que brindó a Ortega Cano, nada pudo hacer. Salvador Barberán, sin chispa en el desclasado cuarto, no caló en el que abrió plaza al que dibujó algunos naturales limpios, pero sin ligazón.

<img width="322px" height="181px" src="http://www.abc.es/Media/201204/22/duran--644x362.jpg">

EFE

Alberto Durán pierde el triunfo con la espada en Las Ventas

Una buena novillada de “Monte La Ermita”, ganadería que tomaba antigüedad en Madrid, encontró oportuna respuesta solo de parte de uno de los tres actuantes, Alberto Durán, novillero que vuelve a destacar por tercera vez en Las Ventas, sin embargo, de nuevo sin suerte a la hora de matar.

No debieron llegar los novillos de “Monte La Ermita” con las orejas intactas al desolladero. Porque al menos cinco de los seis que saltaron al ruedo venteño en el debut de esta ganadería de los hermanos Tomás, Pablo y Ángel González García, eran de triunfo claro y clamoroso.

Porque el comentario de una buena novillada resulta más elogioso cuando va paralelo al que distingue también el triunfo de los toreros, a las reses de “Monte La Ermita” les faltó precisamente eso, que le hubieran cortado las orejas. Lo cierto es que por parte del ganado no se pueden dar más facilidades.

Si acaso desentonó algo el cuarto, por soso, pero sin molestar; noble y suavón el primero; pronto y con importancia el segundo; bravo y con clase el tercero; el quinto manseó de salida pero se vino arriba en la muleta, aunque tras aguantar un trasteo demasiado largo acabó pidiendo las tablas; también el sexto se movió. Y todos sin excepción, embistiendo por abajo.

Resulta sorprendente que en un panorama así, solo dio la talla el joven zamorano Alberto Durán. Tuvo importancia su primera faena, con prólogo de capote a gran altura por el templado y ajustado recibo a la verónica, galleo por chicuelinas, quite por vistosos delantales y “réplica” otra vez a la verónica tras intervenir Cerro de frente y por detrás. Lo que quiere decir que el astado aguantó también lo suyo en los dos primeros tercios.

El trasteo de muleta, de gran estética por su inmaculada limpieza, fue de absoluto dominio y gran aplomo. La figura muy encajada y con el temple como poderosa arma.

Durán bordó el toreo fundamental por ambos pitones, y destacando sobremanera al natural. Ligazón en cantidad y calidad. La plaza fue un hervidero de olés también en una demostración de valor ya en el epílogo y las “alegrías” también antes de montar la espada.

Pero la espada. Ay, la espada. Volvió a ser su talón de Aquiles. Y lo que debió ser una o dos orejas, pasó a convertirse en dos avisos.

Circunstancia que se daría también en el siguiente, el quinto, al que toreó con tanto aplomo y personalidad. Impresionante apertura de faena a éste, con dos muletazos por abajo de mucho poderío y aroma, para seguir luego a derechas con mucho ritmo, hilván y profundidad. Pero como no mató, de nuevo un aviso por otras dos orejas que tenía seguras.

Durán sabrá cuánto va a tardar en ponerse con su asignatura pendiente.

Y hablando de preparación y aprendizaje, la recomendación de una voz guasona que salió de los altos del tendido “siete”, resume la actuación de los otros dos alternantes: “chicos, no dejéis de estudiar”. Los dos estuvieron fríos e incapaces. A ninguno se les ve que pueda llegar. Y encima con una novillada tan clara.

COPE

Vuelve a gustar Alberto Durán en Las Ventas

Alberto Durán protagonizó una magnifica tarde de toros en la que sólo le falló la espada. Desde el saludo con el capote a su primero y la bonita competencia en quites con Rafael Cerro se mostró muy seguro, con momentos brillantes. Cuajó una faena muy sólida al segundo, al que empezó encelando por el pitón izquierdo.

Levantó los ánimos del público con sus series con la diestra al quinto hasta que se le rajó. Tuvo en la mano una oreja de cada uno de sus novillos pero pinchó a ambos.

Rafael Cerro tuvo una actuación interesante con su primero al que recibió muy dispuesto con una larga afarolada. Luego anduvo con oficio y sólo pecó de alargar demasiado la faena. También falló con la espada. Salvador Barberán se llevó el lote con menos pujanza y no pudo brillar.

Colpisa

Por Barquerito. Éxito del Espartaco ganadero

De los tres de terna contó solamente el zamorano Alberto Durán, que se encaja y es de temple natural con la mano diestra: el gusto clásico, la mano baja, aplomo. Torero con sentido de la caligrafía: Pero no solo el dibujo: se embragueta, sabe enganchar los toros, los lleva y despide a suerte cargada. Tiene valor. Bien plantado, no mucha estatura, pero cuerpo de torero.

El toledano Raúl Rivera, banderillero raudo y fácil, anduvo brusco con uno de los dos novillos de premio –un segundo de excelente son- y no halló la manera con un quinto picante, no imposible, apto para manos más dúctiles, un toro de poder y no de pintar. A la murciana Conchi Ríos le pesó todo: la seria movilidad del tercero de corrida, muy astifino, armado por delante, y el volumen más que la cara del sexto. Y probablemente no tanto el toro como el viento que la descubría y no le dejó apenas ponerse delante. Hubo, con todo, renuncio visible y sensible.

El viento hizo auténticos estragos: se metía por debajo de los vuelos de capas y muletas, descubría a cualquiera. Nadie salvo Raúl Rivera en el quinto turno dio con la idea de ponerse en las tablas del tendido 5, único refugio en tardes ventosas en la plaza de Madrid. Conchi Ríos pretendió torear frente a la puerta grande, donde el viento se bate como en efecto sifón. Cuando toreó Alberto Durán pareció por capricho echarse el viento. No del todo.

Éxito del ganadero: Juan Antonio Ruiz. Espartaco, en la vida artística. Que ya no es ganadero precisamente nuevo. Y aquí, y en tan ventosa ocasión, una prueba de sabiduría. Dos novillos de sobresaliente calidad: un segundo negro, largo, bajo, acapachado, de lindísimo son, de nobleza llamativa; y un cuarto colorado, el de más cuajo de los seis, que embistió con la fe de la bravura, tuvo la fijeza distintiva de la calidad, quiso pronto a todo, descolgó enseguida y respiró con noble alegría.

No solo esos dos. En grado picante, el tercero, castaño lombardo, armado por delante, resultó toro de tomar notas; y, con sus problemas, de casta y no de mansedumbre, también un quinto, muy en el aire clásico de Los Guateles, de mutante conducta y gran resistencia. Puntuó menos un primero terciadito, pastueño, bondadoso hasta la docilidad. Embistió despacito y despacito lo toreó Alberto Durán. A compás a ratos, con cierto primor incluso. No tan clara la cosa por la mano izquierda. Una buena estocada.

El garbo seguro con el capote en el recibo del cuarto se celebró como la mayor fiesta de la tarde. Y un inicio de faena vibrante. Faena sostenida pero de más a menos, porque el son bajó al ponerse Durán por la izquierda. Hubo ambiente de jaleo, pero no entró la espada hasta el tercer viaje.

Conchi arrojó el capote –que es como deponer las armas- al sentir las turbulentas embestidas iniciales del tercero, que tardó en fijarse. Cuando se puso con el toro, pecó de falta de asiento o firmeza. Exceso de prudencia. En el caso de Raúl Rivera, que pega a los toros demasiadas voces, exceso de velocidad con el toro bueno. Inseguridad a la hora de apechar con el quinto. Y un viento traicionero.

——————

©Imagen: Paloma Aguilar | ABC

Madrid. Más información

madrid_220412.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)