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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Sábado 26 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Los Espartales (de juego desigual, predominando la mansedumbre. El mejor, el tercero).

Hermoso de Mendoza. En el segundo, rejón trasero y descabello (oreja). En el cuarto, pinchazo hondo arriba y rejón caído (saludos tras ovación).

Diego Ventura. En el tercero, rejón (dos orejas). En el quinto, pinchazo, rejón y tres descabellos (silencio).

Francisco Palha, que confirmaba la alternativa. En el primero, medio rejón caído y once descabellos (silencio tras un aviso). En el sexto, dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio).

Entrada: lleno.

Crónicas de la prensa: EFE, COPE, Marca, La Razón, El País, Diario de Sevilla.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. El poso de faena grande lo dejó Hermoso

Duelo en la cumbre, entre los dos nombres más destacados del escalafón, resuelto a favor de Ventura, que salió a hombros, aunque al margen de los números el poso de faena grande lo dejó Hermoso. El triunfo del navarro tiene el mérito de haberlo conseguido con un toro dificilísimo. Desentendiéndose del caballo en la primera carrera, sin reaccionar al sentirse herido y buscando constantemente la querencia. Ése fue el toro primero de Hermoso.

Soberbio el jinete, con un rejoneo muy técnico y poderoso, que más allá de los alardes tuvo mucha limpieza y ajuste, y gran expresión artística. El hombre y sus caballos -trío de ases, “Chenel”, “Ícaro” y “Pirata”- dictaron una lección de arrojo y maestría.

Hermoso y su cuadra aguantaron una barbaridad en cada viaje a la tablas para tirar del astado hacia fuera, desengañándole a base de darle todas las ventajas en carreras cortas y muy templadas. Así acabó dominando la situación, montándose en el manso.

Aunque el premio fue sólo de una oreja, quizás por la falta de contundencia con el rejón final, que necesitó de un golpe de descabello; o posiblemente porque la misma faena tuvo como principal reivindicación la ausencia de “ruidos” ajenos a lo que es el verdadero toreo a caballo. Magistral Hermoso por donde se mire.

El cuarto, muy apagado y pegando “arreones” en las pocas veces que se echó para adelante, lejos de colaborar se lo puso también complicado. Mas otra vez lució impecable en todo, en los quiebros con “Van Ghog”, los desafíos en corto con “Viriato” y el clamoroso par a dos manos sobre “Pirata”, cenit de la faena.

El toro, que había ayudado muy poco o nada, se reservó aún más en el embroque de la suerte suprema, y Hermoso perdió definitivamente la Puerta Grande. Sin embargo, lo de hoy cuenta como un triunfo moral de mucha envergadura.

Quien salió a hombros fue Ventura, que brindó un espectáculo de auténtico frenesí. No obstante, estuvo más en los adornos y lo accesorio que en lo fundamental. Si restarle méritos a su actuación, conviene precisar que en el toro del triunfo, el tercero, falló dos de las tres banderillas que intentó.

En las piruetas, eso sí, lo bordó, ajustándose mucho en la cara del toro con el caballo “Ordóñez”, y otros “efectos especiales”. La plaza lo celebró con inusitado entusiasmo, y la petición del doble trofeo fue unánime.

Cargó también Ventura con un toro manso de remate, el quinto, que le obligó a forzar al máximo para sacar de donde no había. Fue un gran esfuerzo del jinete hispano-luso, que lo vendió también con sinceridad, lejos de la heterodoxia, con detalles de buena monta y alardes de alta escuela. Tanto que si llega a matar bien corta otra oreja.

Y junto a los colosos, no hizo mal papel el joven luso Francisco Palha, que aún con ciertas desigualdades en sus dos toros, lució un estilo vistoso y respetuoso con los cánones del clasicismo. Lo único que le faltó fue más serenidad a la hora de matar.

COPE

Por Sixto Naranjo. La décima de Ventura

Hablar de un festejo de rejones en Madrid es sinónimo de lleno a reventar con el cartel de ‘No hay billetes’ en taquilla, la salida a hombros del rejoneador de turno y… del encaste Murube como el elegido para lidiarse.

En la lidia a pie nos quejamos del monoencaste cuando nos referimos a la procedencia Domecq y derivados. Pues en el rejoneo igual. El monoencaste predominante, Murube, está comenzando a colmar la paciencia de muchos aficionados. Sólo las perfectas domas y las preparadísimas cuadras de las principales figuras salvan a muchas tardes del tedio por culpa del ganado lidiado.

Lo de este sábado en Las Ventas fue buena prueba de ello. La corrida de Los Espartales, mansa y sosa en la mayoría de los ejemplares lidiados, ha puesto el contrapunto negativo a las entonadas actuaciones de los dos rejoneadores punteros. Hermoso de Mendoza y Diego Ventura. Diego Ventura y Hermoso de Mendoza. El previsto duelo en la cumbre ha quedado descafeinado por el escaso juego de la corrida del hierro propiedad de José Luis Iniesta.

El astado más noble de este encierro fue el tercero y posibilitó el triunfo de Diego Ventura. El rejoneador hispano-luso supo encelar perfectamente al toro a lomos de Nazarí, con el que toreó a dos pistas de costado llevando al toro a escasos milímetros de la montura con el toro embobado y sin lanzar ni un mal derrote. Hubo más emoción a continuación, con Ordóñez, que tras un par de banderillas recetó varias piruetas que calaron en los tendidos y levantaron la ovación más fuerte de la tarde. Completó su actuación Ventura con Califa y tres cortas clavadas en una perra gorda. El rejón cayó caído pero no fue óbice para que el público pidiese el doble trofeo y el presidente lo concediese. Don Manuel, qué fácil, ¿verdad?

No pudo redondear Diego Ventura con el huidizo quinto, un toro aquerenciado de Los Espartales desde que salió al ruedo y al que colocó, eso sí, un gran par a dos manos a lomos de Remate. Expuso con Pegaso intentando quitar querencias al toro en una labor muy desagradecida por la condición del toro.

A un paso de la Puerta Grande se quedó Pablo Hermoso, que cortó una oreja. El de Estella paseó el trofeo en su primer toro, un animal que se fue viniendo abajo según transcurrió su lidia. La faena de Hermoso, por ello, fue de más a menos. Hubo temple con Chenel toreando a dos pistas y luego de frente. Con Ícaro terminó de exprimir las embestidas del toro, sobre todo en un soberbio par tras encelar y llevar en redondo al toro para clavar en todo lo alto. Acabó su faena con Pirata y dos banderillas cortas y un rejón caído.

Muy medido de fuerzas y casta resultó el cuarto de Los Espartales, con el que Hermoso de Mendoza lució con Van Gogh en banderillas, sufriendo un momento de apuro cuando el toro no hizo caso al toque de rienda y se fue encima de la cabalgadura aunque afortunadamente sin consecuencias. Pero un pinchazo y un bajonazo echaron por tierra lo realizado.

Confirmó sin suerte con los aceros de muerte el portugués Francisco Palha, con una cuadra corta pero bien entrenada. En el toro de la ceremonia, Palha trenzó una labor entonada y templada, destacando en la monta de Trocadilho en banderillas y Rey con las cortas. Pero el mal uso del descabello le privó de cualquier opción de trofeo. Y con el sexto volvió a realizar otra faena de buen nivel montando a Wellington pero que tampoco fue bien rematada con el rejón de muerte.

El País

Por Antonio Lorca. Rejoneo de altura

Con un público tan generoso, festivo y escasamente conocedor de las normas básicas del rejoneo, y con unos caballeros que han alcanzado una aparente perfección a lomos de espectaculares y toreras cuadras de caballos, un festejo en el que figuren Hermoso y Ventura es un seguro de triunfo. Ciertamente, ambos han alcanzado otra dimensión, y también el propio rejoneo, en el que se premia, por encima de todo, la doma de los equinos y el acierto en la suerte suprema.

Sea como fuere, la corrida celebrada ayer en las Ventas fue, como se esperaba, divertida, que es el objetivo fundamental de quien acude a este tipo de festejos, más pendiente de las piruetas que del buen toreo a caballo, que lo hubo, además, a pesar de las dificultades planteadas por los toros mansos de Los Espartales.

Resulta curioso cómo el rejoneo ha evolucionado de manera inversamente proporcional a la calidad de los toros que se dedican preferentemente a este espectáculo. Es como buscar una aguja en un pajar encontrar un animal bravo y encastado que colabore al triunfo. Es muy habitual, por el contrario, una muy preocupante mansedumbre que, como ayer, obliga a los toros a la huída permanente, y a buscar una desesperada salida a la dehesa antes que enfrentarse a su destino de pelear bravamente con caballo y caballero.

Pero como en el ruedo había dos maestros, los dos grandes del rejoneo actual, los que marcan una diferencia sustancial con el resto del escalafón, todo lo que sucedió en la plaza tuvo un enorme interés.

Una sola oreja cortó Hermoso de Mendoza, pero sigue siendo una delicia verlo en la cara de los toros; ha alcanzado una madurez artística extraordinaria y así lo demostró ante su primero, un manso de libro, que huía de su propia sombra hasta que salió Chenel, un caballo torero de categoría, que lo enceló y templó la embestida del toro en todos los terrenos. Su buena lección la continuó Ícaro, con el que Hermoso dio toda una exhibición de torería. Mejoró el toro, como no podía ser de otra manera, y el caballero ganó ampliamente la partida. Otro manso fue el cuarto, ante el que se lució en las banderillas al quiebro con Van Gogh, que hace la suerte en el espacio de una moneda, y, después, con Viriato, un caballo valiente de verdad. Pinchó y ya se sabe que los ánimos se desvanecen si la muerte se ralentiza. Pero ahí quedó la manifiesta categoría de un torero a caballo.

No pierde comba Diego Ventura, muy espectacular en todo momento, que dio en su primero toda una lección de temple a dos bandas montando a Nazarí, y emocionó con las piruetas de Ordóñez. Muy manso y parado fue el quinto, y lo enseñó a embestir con la maestría que le es propia. Destacó con las banderillas, especialmente con un par a dos manos, pero falló en la suerte final.

Y junto a las figuras consagradas, un aspirante, el portugués Francisco Palha, que ha aprendido bajo la batuta de Ventura, y se le nota su dominio de las cabalgaduras. Es un incipiente rejoneador, ilusionado, valiente y pasional, lo que oculta su falta de experiencia.

Le tocó en suerte el mejor toro, el primero, al que templó con facilidad y clavó casi siempre muy despegado y a la grupa, como suele hacer todo el escalafón de rejoneadores. Lo aplaudieron en los quiebros, pero los realizó muy lejos muy lejos del toro. Mejoró ante el sexto, más parado, con el que derrochó su corazón de joven torero entregado y pleno de fortaleza. Falló, como en su primero, con los aceros, y todo quedó en una merecida ovación por su desmedido deseo de triunfo.

La Razón

Por Patricia Navarro. Ventura y su décima puerta grande

El duelo Hermoso-Ventura contaba con una confirmación, la de Francisco Palha. Pero se sabía que reclamar la cumbre era el objetivo en Madrid. Hermoso se fue andando de la plaza; Ventura a hombros. Pero ambos dieron una buena tarde de toreo a caballo. La pulcritud, la entrega, la sobriedad y la cabeza para recetar a su difícil lote lo necesario fue de Hermoso. A cargo de Ventura fue una labor espectacular y buena a un destacado ejemplar de Los Espartales. La corrida, mansita en general, tuvo tres toros buenos y con opciones. El tercero de Ventura y el lote del confirmante (1º y 6º), aunque todos tuvieron matices de mansedumbre. Los otros no se taparon: rajados y acomodados en tablas.

La explosión de Diego Ventura no se hizo esperar. Barbeó el tercer toro de salida y se dio después casi una vuelta al ruedo con el toro cosido al estribo, muy cerca pero sin rozar. Una delicia. Quebró dando los pechos del caballo al animal e hizo piruetas al salir de la cara que parecían imposibles en tan poco espacio. Sobre todo una, en la que la distancia fue inverosímil. Buen toro que recibió un rejón de muerte a la altura del espectáculo: fulminante y doble premio que abría ya en el tercero de la tarde la puerta grande de Madrid. La puerta de la gloria que parece tener candado para el toreo de a pie.

El quinto le exigió muchísimo al rajarse, casi como toda la corrida, desde que salió de la puerta de toriles. Ventura tiró de oficio y de raza para sacar partido al toro que le costaba salir de las rayas del tercio. Le fue Diego clavando banderillas, poco a poco, trabajándose mucho cada encuentro.

El segundo de Los Espartales no se lo puso fácil a Pablo Hermoso y se rajó aun antes de empezar. Así el navarro pudo desplegar su gran puesta en escena hasta conquistar Madrid. Un trofeo de justicia fue el premio a una labor que logró al hilo de las tablas tirar de su embestida manteniendo muy poco espacio entre uno y otro. Lo hizo todo el jinete y en la línea recta hasta llegar a invadir el espacio del toro clavó una banderilla soberbia. Con «Ícaro» y esa manera tan brutal de mantener el cara a cara con el toro protagonizó momentos sublimes. Sabiendo que el compañero tenía ya la puerta grande abierta volvió a darlo todo Hermoso. Pero falló. Los rejones de castigo erraron hasta que pisó plaza «Van Gogh» y nos olvidamos de todo. Quebró en la cara apurando una barbaridad y puso un par a dos manos reunido y precioso. Lo tenía en la mano, había sacado al manso que se dejó sin entrega y costó meterle en el canasto. Lástima que el rejón de muerte dilatara la labor y la afeara.

Francisco Palha confirmó alternativa y lo hizo con alarde de buenas condiciones con el manejable toro que abrió plaza. El rejón y el descabello difuminó lo hecho. Tuvimos que esperar al sexto para que volviera a escena. Ambición y ganas puso el portugués hasta que llegaron los fallos a espadas.

A hombros se fue Ventura de Madrid. Su décima puerta grande.

Marca

Por Carlos Ilián. Diego Ventura abre la puerta grande

La cumbre del toreo a caballo se citó en Madrid. Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, frente a frente, era un plato suculento que surtió efecto en la taquilla, con un lleno a reventar en la plaza. Y la cumbre ofreció momentos de enorme brillantez aunque la mansedumbre general de los mal presentados toros de Los Espartales evitó lo que pudo haber sido una tarde histórica para el rejoneo.

El momento más redondo de la corrida se produce en el tercer toro, el mejor, con diferencia de la tarde. Un toro encelado en el caballo y que permitió a Diego Ventura toda una exhibición de doma, reflejos, dominio de las suertes y una monta portentosa. Ventura clavó banderillas en un palmo de terreno cuando el toro se quiso aquerenciar y luego se recreó en toda clase de recursos ecuestres y se hartó de clavar al quiebro y de frente. El rejonazo de muerte certificó su triunfo con las dos orejas y la salida en hombros por la puerta grande.

No pudo redondear una tarde clamorosa en el quinto, un toro paradísimo, aunque Ventura estuvo por encima, hasta el par a dos manos que colocó con facilidad. Pero el acero se negó y perdió su tercera oreja de la tarde. Pablo Hermoso dió toda una lección den poder y técnica ante un lote muy manso. Todo lo que hizo con su primero fue un alarde de recursos para superar la querencia a tablas del toro. Y en el cuarto enmendó con sus quiebros la poca movilidad del ejemplar. En todo caso la maestría del navarro quedó, otra vez, de manifiesto.

El portugués Palha confirmó su alternativa. estuvo vibrante y muy acertado en los quiebros aunque le sobró teatralidad y con el acero se estrelló de lleno.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Ventura consigue la décima

Llenazo en Las Ventas para el segundo espectáculo de rejoneo del presente ciclo isidril. Público muy distinto al de las corridas de a pie en exigencia. Las dos máximas figuras: Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura se jugaban mucho en este festejo, en el que confirmaba Francisco Palha.

Como viene sucediendo últimamente, quien no perdonó fue Ventura, que alcanzó ayer su décima puerta grande en la monumental madrileña. Son palabras mayores. Creo que ningún otro torero ecuestre ha alcanzado esta marca.

Diego Ventura, muy despierto, alegró de inmediato al manso segundo, que fue a más. Lo fijó con maestría en la salida. Y lo imantó con Nazarí recorriendo el anillo de la plaza al hilo de las tablas; pegados los cuernos del toro al estribo. Entre lo más espectacular, varias piruetas; una de ellas increíble a lomos de Ordóñez. Cayeron dos palos antes de tres rosas y fue premiado, de manera excesiva, con dos orejas, tras un rejón.

El mansísimo quinto marcó de inmediato como únicos terrenos los de tablas. Ventura realizó una labor desigual, en la que lo más meritorio fue un par a dos manos y lo peor un encontronazo del toro a Pegaso. No acertó con los aceros.

Pablo Hermoso de Mendoza cumplió ante el peor lote; descollando ante su primero. A éste animal, muy manso, le prendió dos rejones de castigo (el segundo, bajo y trasero). La faena creció en banderillas, donde brilló con Chenel, toreando al hilo de tablas. Destacó también en dos palos al quiebro. En el cierre apostó por la espectacularidad, con tres banderillas cortas y la suerte del teléfono. Tras un rejón trasero, precisó de un descabello. El presidente concedió un trofeo sin petición mayoritaria.

Con el cuarto, otro manso, que se apagó pronto, comenzó con un rejón enhebrado en el sótano. Prendió otro. La labor en el segundo tercio fue desigual. Muy mal cuando el toro impactó a una de sus cabalgaduras. Y fenomenal en un quiebro muy en corto y sobre el valiente Viriato. Mató mal y fue ovacionado.

Francisco Palha, con el mejor lote, cumplió dignamente en su confirmación, aunque naufragó en el último tercio. En el toro que abrió plaza le cedió el rejón para su confirmación Hermoso y el torero portugués brindó a Ventura y a su padre, por su apoyo. Ante un astado manejable, su labor resultó sobria y correcta, pero dio un mitin con el verduguillo.

Con el sexto, otro ejemplar manejable, el portugués realizó una faena variada, con algunos momentos brillantes. Estuvo cerca del premio, pero nuevamente falló en la suerte suprema.


©Imagen: Diego Ventura en su salida a hombros por décima vez de Las Ventas. | EFE

Madrid Temporada 2012.

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