Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_300513

Jueves, 30 de mayo de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Adolfo Martín.

Diestros:

Antonio Ferrera: ovación, tras petición y oreja.

Javier Castaño: silencio y vuelta.

Alberto Aguilar: ovación y silencio.

Entrada: Lleno

Galería fotográfica: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=5377

Crónicas de la prensa: El País, La Razón, El Mundo, Grupo Joly.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Emoción y pasión en la corrida de Adolfo Martín, le ha pegado un buen repaso a la de Victorino, siendo de lo mismo. Buen toro el cuarto, aunque, listo él, no quisiera más caballo, y también el sexto transmitiendo una barbaridad. Antonio Ferrera estuvo grande, sensacional en todo menos en los estratosféricos saltos en banderillas, poco estéticos. A mi me gustó mucho más en el primero, que tenía más que tragar, que en el cuarto. Y creo que mereció más la oreja en el primero que en el cuarto, pero incomprensiblemente, al menos para mí, no hubo apenas pañuelos. Oreja merecidísima, en todo caso, a una tarde cumbre, de oficio, torería y valor. Javier Castaño hizo un gran esfuerzo saliendo en el sexto y tuvo recompensa, pues la faena fue de categoría y para recordar y merecía la oreja si no hubiera pinchado. Alberto Aguilar tuvo el peor lote y en el tercero estuvo por encima, pero en el quinto lo pasó mal. Lo dije hace unos días y siento no haberme equivocado: traerlo a la cuarta tarde y a los Adolfos creo que era un error y lo podían reventar, pero mentores tiene la Iglesia y los toreros. También hubo tercios muy interesantes tanto a caballo como con los palos. Y allí hoy no se aburrió nadie.


El País

Por Antonio Lorca. Emocionantísima tarde de toros

Una tarde no apta para cardiacos; inolvidable y emocionantísima. Hubo toros, factor primero, de preciosas hechuras, serios, con cuajo, descarados de pitones astifinos; toros musculados, de mirada desafiante, encastados y dificultosos en todos los tercios. No sobrados de fuerza, hicieron una desigual pelea en varas, a excepción del corrido en sexto lugar, que acudió tres veces al caballo del excelente picador Tito Sandoval, que se ganó una de las grandes ovaciones.

Hubo toreros de una pieza. Antonio Ferrera estuvo hecho un tío, torerísimo toda la tarde, y se subió a la cumbre por su valentía espectacularidad, imaginación y capacidad lidiadora. Una de las corridas más completas de este torero en Madrid, que lo reconoció como gran figura del toreo. Javier Castaño hizo una faena extraordinaria a su segundo, cimentada en la mano izquierda, y un ramillete de naturales fueron sencillamente grandiosos. Y Alberto Aguilar tuvo peor suerte con su lote, pero estuvo a la altura que de él se esperaba, valiente, entregado y decidido.

Y hubo más: dos toreros de plata, David Adalid y Fernando Sánchez protagonizaron dos tercios de banderillas inconmensurables. Desde la más clásica ortodoxia, colocaron seis pares que merecen figurar en un cartel de toros. En conclusión, que el festejo duró dos horas y media y nadie se aburrió. Que solo se cortó una oreja y quedó la sensación de que se había vivido una corrida histórica. Es que cuando hay toros y hay toreros…

Antonio Ferrera llegó a Las Ventas en la plenitud de un triunfador. De otra manera no se puede entender su encomiable disposición, su perfecta colocación, su inteligencia en la cara de los toros, su variedad y, por encima de todo, su saber estar. Ferrera alcanzó la cumbre, su cumbre, la que pueden y deben alcanzar los héroes.

Su primero era un tío, de enorme presencia, al que le puso un par de banderillas por los adentros que levantó al público de sus asientos. Pegajoso, soso y sin codicia en la muleta, Ferrera dictó una lección de pundonor y lo obligó a embestir, siempre con la muleta retrasada, eso sí, pero metido entre los pitones, sin perderle la cara y aguantando parones de miedo. Ferrera fue largamente ovacionado porque dignificó la torería. Y la culminación le llegó en el cuarto. Lo recibió con apasionadas verónicas. Dirigió a la perfección la lidia en el tercio de varas, dejando al toro colocado en el lugar adecuado y haciendo oportunas observaciones al piquero. Después, se sirvió del capote para banderillear. Tras colocar al toro en suerte, dejó la tela, de pie, en el centro el ruedo, y el torero se mostró parsimonioso, variado e imaginativo en tres pares de categoría, entre lo que sobresalió uno al quiebro por los adentros, que cerró con un desplante rodilla en tierra. Como casi todos, el animal no colaboró en el tercio de muleta, el torero se mostró dominador y lo mató de una estocada ejecutada a ley. Una tarde gloriosa la de Antonio Ferrera.

Javier Castaño sufrió una herida en el primer dedo de la mano derecha cuando muleteaba al bronco y deslucido segundo; pasó a la enfermería, de donde salió para matar a su segundo, lidiado en sexto lugar. Otro toro de museo. Guapo de verdad.

El gran picador Tito Sandoval explicó en una lección interesantísima cómo se debe picar un toro, cómo llamar su atención, cómo hay que mover el caballo, cómo darle el pecho, clavar la puya en el sitio justo y medir el castigo. Hasta tres veces acudió de largo Marinero, aunque no hizo una pelea propia de su acometividad. En la muleta, noble y soso, permitió que un arrebatador Castaño dibujara un manojo de naturales largos, hondos, emotivos, hermosos y perfectamente abrochados con el de pecho. La faena fue ganando en intensidad al tiempo que el torero se cruzaba entre los pitones y trazaba los muletazos que parecían imposibles. Mató mal y la vuelta al ruedo fue apoteósica.

Dicho queda que no tuvo opciones Alberto Aguilar, que volvió para sustituir al lesionado Fandiño. Lo intentó en todos los tercios, y hasta tres templados naturales le robó a su primero, sin clase ni recorrido. Y el segundo, tan reservón como los demás, le perdonó la cornada.

Y que no se olvide la gesta de David Adalid y Fernando Sánchez. Quede claro que es difícil banderillear mejor. El segundo de la tarde se paró en los medios y hasta allí llegó Adalid, cuadró en la cara y dejó un par en todo lo alto; y va Fernando, se acerca al toro andando con chulería, las manos bajas, y dejó un par de época. Y un tercero de su compañero, con un desplante final, a dos metros del toro, que compuso una imagen desbordante de torería. En el otro, nueva exhibición de esta pareja: Otra vez, dejándose ver Adalid, ganándole la cara al toro con lentitud, cuadrando en la cara, levantando los brazos y clavando en la cruz; otra vez los andares despaciosos y toreros de Fernando Sánchez, la plaza arrebatada por la emoción, y un instante final que sonó a ráfaga histórica.

Por cierto, se preguntaban en el tendido, ¿si lo hemos pasado tan bien con toros de verdad, bien presentados, encastados y dificultosos, por qué nos engañan todas las tardes con los juampedros? Ay, amigo…

La Razón

Por Ismael del Prado. Lidias añejas con aroma a otro tiempo

Había expectación por ver la corrida de Adolfo, primera en «su» Madrid después del gravísimo percance que uno de sus propios toros le infirió en el campo. Semanas, meses, en esa estrecha línea roja que separa el umbral de vida y muerte. Para su feudo del alma, escogió un corridón de toros. Muy seria, con leña por delante. Made in «Albaserrada» muchos de ellos. Inconfundible aroma. Dos de ellos acompañaron su bella fachada con la bravura que corrió por sus venas. «Baratillo» y «Repollito», cuarto y sexto, imposible olvidarlos. Posibilitaron lidias completas –y por desgracia casi perdidas– de Ferrera y Castaño. Con aroma a otro tiempo. Una delicia.

Antes rompió plaza «Malagueño», que derribó en el primer encuentro con el peto, junto al patio de caballos. Buena arrancada tuvo en el segundo encuentro, de lejos y empujando. Permitió un vibrante tercio de banderillas al extremeño dejándose llegar al toro en largo en los dos primeros. Al galope. Muy meritorio el tercero. Por dentro. Sin apenas margen para la huida. En la muleta, Ferrera volvió a dejar claro que está en el mejor momento de su carrera. Firme, asentado. Despejado para entender a un animal exigente. Preciosa la estampa del comienzo de faena. El cárdeno engallado, fijo en los medios, con la mirada clavada en su matador a veinte metros de distancia. Logró alargar la embestida de un burel que tenía medio pase hasta conseguir que terminara el viaje en el último tramo de su labor. Importante. Muletazos de mucho mérito. Una buena estocada puso la guinda a una labor seria de cabo a rabo.

Repitió lidia total al cuarto. Lo cuajó a la verónica con el capote. Con mucha codicia y máxima entrega metió la cabeza abajo en las telas. Se las comía. Muy de verdad y con recorrido. Tras un puyazo empujando y derribando a Alonso Sánchez, lo puso en largo Ferrera galleando por chicuelinas. En la boca de riego. Se lo pensó muchísimo, pese a la buena monta del picador, y el diestro optó por acortar distancias. Otro tercio de enorme mérito, con el público muy metido como toda la tarde, protagonizó con los garapullos. Él mismo lo puso en suerte con la capa. De poder a poder, los dos primeros. A pocos metros. Al quiebro, el tercero. Sobrado. En la muleta, volvió a humillar con gran clase. Toro con mucha calidad. Lástima que llegara desfondado. A menos, sólo mantuvo la profundidad previa en las dos primeras tandas en redondo. A gusto en la cara del toro, Ferrera hizo el esfuerzo. Esmero y ambición del diestro, por encima del animal. Lo pasaportó de un espadazo punto contrario. La gente valoró el conjunto de su inmensa tarde y le premió con una oreja.

Un marrajo fue el segundo. Le costó completar su paso por el caballo y, aunque con complicaciones, se vino arriba en banderillas. Descomunal el tercio protagonizado por David Adalid y Fernando Sánchez. Tres pares soberbios y de enorme exposición. Muy toreros ambos, saludaron una fortísima ovación. Castaño lo probó con la franela entre todo un surtido de derrotes, miradas, tornillazos y demás lindezas. Orientado, reponía una barbaridad, girando sobre las manos y buscando al torero, que logró completar las series con dificultad. De hecho, en uno de sus gañafones hizo carne y le clavó uno de sus dos puñales en el pulgar derecho. Pitonazo. Zona comprometida. Lo despachó, como buena mente pudo de estocada trasera y caída y pasó a la enfermería. Se corrió turno en quinto lugar para que saliera en el sexto. «Repollito». Aplaudido de salida y ovacionado en el arrastre. Tres puyazos con alegría y empujando de veras en los dos últimos. Colosal Tito Sandoval, tanto en el manejo del equino como en la colocación de las varas. Para grabar y enseñar en las escuelas. Otro lío formaron Adalid y Sánchez con los palos. Alboroto. Luego, Castaño lo bordó al natural. Antológico. Ligados primero, de uno en uno después, para terminar a pies juntos. Un puñado de ellos muy despacio. El «Adolfo» embestía franco en las tres primeras arrancadas, luego le costaba más. Ese plus lo puso el torero. Sensacional. El lunar llegó con la espada, que no fue óbice para dar la vuelta al ruedo.

Cuarto paseíllo de Alberto Aguilar en un mes. No volvió la cara. Con alcurnia y de familia con pedigrí en la casa, «Aviadorito» saltó en tercer lugar. Sin lucidez en los primeros tercios, Aguilar volvió a leer con inteligencia las condiciones del animal y planteó un trasteo que logró sus mejores pasajes en una tanda por la izquierda que tuvo naturales muy largos, limpios y templados. El lastre llegó por la falta de codicia del toro, que obligaba a sacar los muletazos sin ligar. Faena irregular y estocada hasta la yema como rúbrica. No tuvo suerte el madrileño en el quinto. Otra «prenda» con malas intenciones que se le vino al pecho en cuanto pudo. Buscón y reservón. Midió a Aguilar que, muy seguro, no tardó en abreviar.

Gran tarde, de las que hacen afición. Esto es la Fiesta, señores.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Ferrera y Castaño ofrecen un gran espectáculo con los adolfos

Tremendo Ferrera. De valor e inteligencia. De madurez en toda la lidia con un adolfo cárdeno, largo, cuajado de pitón a rabo, astifino de pavor. Pronto con el capote aprovechando los viajes sueltos Antonio hasta más allá de los medios. Una chicuelina intercalada. Y una media. El toro cobró un puyazo en la querencia nada más aparecer el picador por la puerta. Y derribó apretando a favor de obra; en la contraquerencia no apretaría tanto. Ferrera lo banderilleó orillando los saltos para dar paso a una mayor pureza: al cuarteo, de poder a poder y por los adentros. Eligió con sabiduría los terrenos de la faena: un poco más allá de la raya de picar en toriles. Perfecto. Se lo dejó venir en la media distancia y se le vino por el derecho al cuerpo y no se iba nunca de la muleta. Menos mal que de poder andaba cortito. Le planteó la izquierda con algo más de opciones. Intentándolo romper hacia adelante, que era tarea ardua. El adolfo en el segundo, encima. De uno en uno era la clave. Muy tapado el toro y muy bien colocado el torero que tragó lo indecible. Memorable el parón que le aguantó con el pitón casi metido por debajo del chaleco. El pase de pecho a pulso y a puro huevo. Un espadazo pelín rinconerillo y la gente se quedó con los pañuelos en los bolsillos. Increíble. Oreja de toda la vida. No mamen. Ni la vuelta al ruedo.

El segundo, con su cara más cerrada, degolladito, fue un cabrón con pintas que no humilló nunca y que se orientó como un rayo. No le dieron nada en el caballo. Fantásticos Adalid y Fernando Sánchez con los palos. Su matador, Javier Castaño, pasó las de Caín con los derrotes al pecho. Como torear un tigre. En una de esas le abrió un corte en la mano. Lo intentó abrir sobre la derecha para tratar de salvar los viajes al corbatín. Aquello era insalvable.

Salió el tercero y no tenía nada que ver ni con el anterior ni con el otro. Tres distintos para hoy. Apuntó poca fuerza. Alberto Aguilar, que sustituía a Fandiño, estuvo más firme que la mar hasta que le halló la veta (escasa) de un pitón izquierdo más abordable por su humillación: la serie de naturales fue magnífica de profundidad. Pero en la siguiente, como si el adolfo dijese no me das ni uno más, se defendió en perpendicular a las tablas. La faena fue basculando hacia toriles. Aguilar asentadísimo le sacaba de vez en cuando un natural bárbaro como aquella serie que fue el cenit de la obra, pues uno era lo que se dejaba. Arrimón y estocada. Faltó toro para que aquello fuese a más en manos de un torero en gran momento.

El cornipaso y cinqueño cuarto, con las palas vueltas, un punto acarnerado de seria expresión, salió como una exhalación. AF muy pronto con el capote lo lanceó con fibra hasta la barroca media. Humillaba el toro como ninguno. La lidia fue un espectáculo (extenso) porque Ferrera quiso lucirlo en el caballo muy en largo. Un puyazo con derribo incluido. Al siguiente el toro no quiso en distancia tan larga. Escarbó. Mucho. Y no quiso. Tres intentos de acortar metros. Y el piquero falló el puyazo. El extremeño se inventó de todo. El ya conocido tercio de banderillas con el capote haciéndolo todo él. Incluso a cuerpo limpio. Cogiendo al adolfo muy en corto. El adolfo se aflojó en la muleta tras dos buenas series sobre la mano derecha, que era la mano. La firmeza sobre todo. Muy enfrontilado. La oreja sería a la lidia global, por la tarde de director y por compensación de la ninguneada en primer turno.

Se corrió turno porque a Castaño lo operaron de la mano sobre la marcha. El cinqueño quinto asomó la gaita y se volvió a meter por toriles. Esperó en banderillas con el radar puesto. Por dentro de venía en la muleta de Alberto Aguilar. Otro toreado cerca la querencia. Duro por su sentido y sus frenazos y sus cambios de ritmo. Le tapaba la salida en la muerte y Aguilar no pasaba con la espada.

Salió de la enfermería Castaño. Pedazo toro le esperaba. Cornipaso y con imponente trapío. Javier lo puso en largo en el caballo. Tito Sandoval es un crack del castoreño. En el primer puyazo se arrancó pronto pero empujó con un solo pitón; en el siguiente lo hizo mejor; y Sandoval se salió ya en el tercer encuentro. Adalid soberbio y Fernando Sánchez espectacular. Torero inicio de faena de JC sin desmonterarse. Le sopló uno soltándole la izquierda en la que 'Marinero' anunció cómo tomaba los vuelos por ese pitón. Temple al natural y muy largo el toreo del salmantino/leonés. Pero al tercero pase al toro le costaba mucho. Por la derecha Castaño estuvo por encima. La oreja presentida se escapó con la espada. La vuelta al ruedo fue de ley.

madrid_300513.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)