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MANOLETE. Noticias

*Manolete nombrado hijo predilecto de Córdoba con oposición. Noviembre 2017.

La cena homenaje de los intelectuales a Manolete en L'hardy

EEl 11 de diciembre de 1944 Manolete fue protagonista de un homenaje en el restaurante L’Hardy de Madrid diseñado para confirmar en los altares de la intelectualidad al toreo, a la fiesta de los toros y al arte de torear. La cena fue convocada por destacados personajes del mundo artístico español como Edgar Neville, Joaquín Calvo Sotelo, José María Pemán o Camilo José Cela, entre otros. Los más de veinte comensales, entre ellos poetas, escultores, pintores o músicos, asistieron a la cena con smoking. Hubo loas y alabanzas al torero de muchos de los intelectuales reunidos. (Foto: Archivo Lucio de Sancho)

Manolete, el torero que se ceñía la muerte a la cintura

ABC, 28/08/12

Aquella madrugada del 29 de agosto se alarga a través de los tiempos como un retrato agudo de Hopper o como el Greco hecho torero. Manolete era el personaje de rostro pálido y vestido rosa y oro que se ceñía la muerte a la cintura. La parca le esperó a deshora para coronarle héroe por los siglos de los siglos.

La España de la posguerra, el hambre y la represión perdió aquel verano de 1947 al símbolo de una época. Una pena negra como la piel de «Islero», se apoderó de la piel ibérica. A las cinco, pero no de la lorquiana tarde, una nota de clarín rompió con desgarro el aire: Manuel Rodríguez había fallecido.

Como esculpió Agustín de Foxá, estaba el miura «sin siglo, eterno; con sus duros cuernos» y su muerte española preparada. Aquellas dagas astigordas y macabras han dado pie a páginas y páginas cargadas de historias. La cabeza del toro de Zahariche fue descuartizada antes de que Manolete pronunciase su últimas palabras: «Qué disgusto se va a llevar mi madre».

Doña Angustias, que viajó en el automóvil de Chopera, no puedo despedirse de su hijo. Más cerca se encontraba la otra mujer de su vida, Lupe Sino, pero cuentan que no la dejaron despedirse en el lecho del drama por temor a un matrimonio «in articulo mortis».

Famosa faena al toro «Ratón»

Manolete había tomado la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939. Cuatro meses después, el 12 de octubre, ratificó el doctorado en Las Ventas. Precisamente en Madrid inmortalizó una faena para la historia al toro «Ratón», en la Corrida de la Prensa de 1944. Su majestuosa personalidad siempre estuvo presente, como esa manera de andarle a los toros. Una cornada de espejo -compartida con su rival Pepe Luis Vázquez, con el que más paseíllos compartió- herró en su rostro «una especie de callo en mi fisonomía de adolescente enfermizo, una mueca amarga en la comisura de mis labios que me da seguridad», en palabras reflejadas en «Mañana toreo en Linares», de François Zumbiehl, uno de los muchos escritores que se han lanzado al ruedo de la literatura manoletista con un magistral relato.

La sombra del Monstruo, el IV Califa del Toreo, es alargada. Asombraban su verticalidad de ciprés y su regularidad en todas las plazas. Evolucionó el toreo de Belmonte con este «Pasmo» cordobés que enseñoreó la ligazón. Una figura irrepetible, con el aura de misticismo que solo envuelve a los grandes. Y Manolete, inmortal y rosa, es mayúscula leyenda.

Cómo sería su toreo que cuando confirmó en México, de manos de Silverio Pérez, el Faraón de Texcoco espetó: «Si hoy toreo con ese que se arrima tanto y quiero estar por encima, es un buen momento para hacer testamento».


La Alternativa de Manolete del libro “Un siglo de corridas de la Prensa”, de Santiago Sánchez Traver

Tras la finalización de la Guerra Civil, se recupera en Sevilla la fiesta taurina, con su Feria incluida, aunque con menor número de festejos que en años precedentes a la contienda. Sólo se celebraron cinco corridas de toros ese año y, tal vez, la más importante fue la Corrida de la Prensa celebrada el dos de julio.

A pesar de la crisis económica tras la Guerra, se acabó el papel. Y no era para menos: tomaba la alternativa un tal Manuel Rodríguez, de Córdoba, al que todos ya conocían por Manolete. Curiosamente, su padre, de igual nombre y apodo, había toreado la Corrida de la Prensa de Sevilla 27 años atrás, en 1912, en su única corrida como matador de toros en el albero maestrante.

Manolete se había presentado en Sevilla en mayo del año anterior, toreando tres novilladas en el coso del Baratillo durante 1938. Y para este año de 1939 se anunció en dos novilladas seguidas- el 14 y el 21 de mayo de ese año- ante novillos “santacolomas” de Buendía y Felipe Bartolomé, cortando dos orejas, en su primera tarde, a uno de los bureles. La alternativa estaba cantada, pues cada vez lidiaba novillos más grandes y difíciles para prepararse para ese momento.

Como recuerda Francisco Narbona, en su biografía del diestro cordobés, “como posteriormente ha dicho su apoderado, cuando el cordobés se dispone a doctorarse, “nada tiene que hacer ya en los ruedos como novillero”. Al toricantano la idea del “ascenso”, preparado por Camará, le parece excelente”.

Y en ese momento surge la oferta de la Prensa. Es inevitable reproducir el párrafo sobre cómo se logró aquel acuerdo, que, en boca de uno de los miembros de la Comisión, el crítico Enrique Vila, aparece en el libro de “Medio Siglo de Toreo en la Maestranza”. “Me hice manoletista al verle en las novilladas de Santacoloma, aquí en Sevilla el año 1939. En mis crónicas vaticiné – con plena convicción de que el error, en ese caso, no era posible- que mandaría en el toreo. El año anterior ya había estado formidable el 9 de octubre”.

Y sigue Enrique Vila: “Recuerdo que yo fui uno de los periodistas designados para organizar la corrida de la Prensa de aquel año de 1939. Esa fue la de la alternativa de Manolete. Tras verle en esas novilladas de Santacoloma quedé convencido que, como era ya de hecho un matador de toros, debía tomar la alternativa”.

Y detalla algo muy importante, como anécdota para esta nuestra historia: “Las negociaciones y organización del cartel las hicimos en un bar –llamado “Jerezano”- que tenía el padre de Juan Luis de la Rosa. Se fijaron en 12.000 pesetas los honorarios de Manolete, de cuya cantidad entrego 2.000 pesetas a la Asociación de la Prensa como donativo suyo, para los fines benéficos de ésta”.

El padrino iba a ser Manuel Jiménez “Chicuelo”, primer artífice de una gran dinastía sevillana, y el testigo, otra figura sevillana de época, Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” Los toros de Clemente Tassara daban una garantía al festejo, como se demostraría en el resultado artístico posterior. Como decía ABC dos días después, en su edición del martes 4 de julio, “de la tarde de Manolo en la corrida de la Asociación de la Prensa se hablará mientras quede vivo siquiera un testigo presencial. ¡Y cuando el domingo no se murieron de gusto todos ellos!”.

El que abría plaza, el de la alternativa, se llamaba Mirador, de pelo negro zaíno, gordo, bien puesto y alto de agujas. Aunque es bien cierto, – y ha quedado como una gran anécdota histórica taurina- que ese toro se llamaba Comunista desde que nació, en 1935, en plena República. Una vez terminada la Guerra, le cambiaron el nombre – se supone que en la ganadería o por indicación de alguna autoridad- por el políticamente correcto para la época, ya de Dictadura, de Mirador.

Tras recibir los trastos de su padrino, “Manolete” compuso una faena soberbia y de dominio a un toro quedado y difícil al que mató de un volapié, perfectamente ejecutado, marcando los tiempos, del que rodó sin puntilla. Las dos orejas fueron a sus manos y el toricantano dio la vuelta al ruedo entre el entusiasmo del gentío.

Así lo contaba en su crónica el cronista taurino de ABC, y por entonces presidente de la Asociación, Juan María Vázquez: “Chicuelo puso en las manos de Manuel Rodríguez los trastos de matar, y allá se fue el neófito, después de saludar a la presidencia, a ofrecer a la plaza entera las primacías de su arte”.

Por entonces se llevaban crónica de claro tipo descriptivo. Y así fue la faena: “Con la serenidad en él habitual, obligando mucho al toro, bastante quedado, desarrolló el cordobés una excelente faena, durante la cual, luego del ayudado, el alto y el de pecho, acometió al natural, con ceñimiento extremado, y a continuación, ya en el centro del anillo, unos adornos de soberbia traza, muy toreros”. Por la descripción imaginamos una faena corta, breve, como las que se ejecutaban en aquellos tiempos.

Y pasa Vázquez a describir la suerte suprema, con un detalle exquisito. “Magistralmente, como él sabe, ejecutó el volapié despacio, por derecho, bajando la muleta y cruzando impecablemente, y la estocada, que quedó en todo lo alto, hizo rodar al bicho, tras agonía breve y dura, sin necesidad de puntilla. Las orejas y la ovación circular y entusiasta refrendaron el ingreso del joven paisano de Guerrita en la más alta categoría del arte”.

El segundo y tercer toro, primeros de lote de “Chicuelo” y “Gitanillo de Triana”, pasaron sin pena ni gloria, a pesar de lo cual no bajó la expectación ni el interés en los graderíos de la Maestranza. Tal era la impresión de lo que habían visto y de lo que aún esperaban ver en aquella histórica tarde.

En el cuarto “Chicuelo” estuvo superior. Todas las crónicas dicen que fue la mejor faena de su carrera, plena de torería y virtuosismo, de detalles y de pureza. Cómo sería la cosa, que, a pesar de que pinchó antes de cobrar la estocada definitiva, le pidieron y concedieron las dos orejas y el rabo de su enemigo. La insistencia del público le obligó a dar dos vueltas al anillo de la plaza.

Así la describía Paco Luceros, que firmaba la crónica de “La Hoja del Lunes”: “con el trapo rojo realizó un soberbio trasteo, ejecutando pases altos y de pecho magníficos. Fueron sencillamente soberbios los pases de tirón, conseguidos con un estilo propio, inefable, y un molinete de insuperable casticismo. Un pinchazo entrando bien y media que es suficiente y le dan las dos orejas y el rabo”.

Curiosa la descripción de los pases, como el de tirón, que ahora no sería aplaudido. Y más curioso aún que al de la Alameda le dieran el rabo después de un pinchazo y una media. Tal fue el arrebato del cronista que hasta introdujo una poesía al maestro Chicuelo en su artículo.

Decía así la composición poética citada por Paco Luceros. “mare, ayer en la Maestranza/ la del amarillo albero/ dio su “corría” la Prensa/ y en ella hubo un torero/ -chiquillo, que fueron tres/ como te oiga el abuelo/ mare si yo ya lo sé/ pero debutó Chicuelo”. Puede ser una copla que corriera de boca en boca desde el debut del sevillanísimo torero.

“Gitanillo de Triana” también quiso sumarse a la fiesta en el quinto, que no solo fue bueno como manda el refrán y la tradición -de cuando no se sorteaba-, sino que fue uno de los toros más bravos que se recuerdan en aquella época. Venía de un triunfo sonado el carismático torero sevillano, hermano del desaparecido Curro Puya, pues había cortado un rabo a uno de Albaserrada en la tarde del Corpus, tres semanas antes.

Y Gitanillo supo lidiar a este quinto, a pesar de las dificultades que planteaba por su bravura, con una faena justa y medida. Y le cortó las dos orejas tras matarlo bien y pronto, dando una entusiasta vuelta al ruedo. Previamente, el bravo animal de Tassara también había recibido el merecido premio de la vuelta al anillo maestrante.

De esta faena de Gitanillo de Triana se contaba así en ABC: “Fue el quinto, quizá, el toro más bravo de que el cronista ha hecho mención en sus catorce años de ejercicio. Fiero, poderoso, insensible al castigo. Se ha escrito que con reses así hasta los grandes lidiadores solieron fracasar. Rafael Vega, no”.

Y detalla la faena del trianero. “Rafael Vega, dispuesto a ganar altura, desarrolló un trasteo justo, ceñido, adornado, que en la tarde de ovaciones, una vez más hizo batir las palmas con estruendo. Mató pronto y bien y recorrió el dorado anillo, mientras las mulillas paseaban el cadáver de aquel bravísimo ejemplar del señor Tassara”. No hacía falta decir que las dos orejas del toro las llevaba en su mano el matador.

“Manolete” salió a lidiar el que cerraba plaza dispuesto a completar la tarde y toreó con su peculiar estilo entre la aceptación del público, pero a la hora de matar –cosa rara- falló esta vez y tras pegar varios pinchazos, usó el descabello para acabar con la res. La gente le aplaudió con ganas al caer el astado, por la buena tarde que había dado en su alternativa. No dicen las fichas de las crónicas si salieron a hombros los tres o si no había capitalistas suficientes para sacarlos de esta guisa. Pero como en esa época no se estilaba, es interpretable que los tres matadores salieron de la plaza por su pie, por la puerta de cuadrillas.

Paco Luceros resumía en su crónica aquella tarde histórica. “La Asociación de la Prensa puede estar orgullosa de la fiesta taurina a beneficio del Seguro del Periodista. Y con ella, su más genuino representante, el ilustre presidente de la entidad, don Juan María Vázquez que, en un acierto pleno de triunfos logró completar un cartel de toros que habrá de ser perdurable en la memoria de los aficionados”.

Queda clara su devoción al entonces presidente y su reconocimiento al esfuerzo del montaje. Lo hiciera Enrique Vila o lo hiciera Juan María Vázquez, incluso con la presencia de Julio Estefanía, el caso es que se completó el cartel de la alternativa de Manolete. Aunque para Paco Luceros el mérito fue del presidente. “Él ofreció la alternativa a Manuel Rodríguez “Manolete”, que, por su parte, ofrendó a la afición y a la Prensa de Sevilla todo el caudal de su arte y su valor”.

El propio Juan María Vázquez, en su función de crítico, que no de presidente u organizador del festejo, concluía así su crónica: “Todo el mundo en ufanía. Arenal de Sevilla abajo. Venía el público de saborear la emoción de la lidia brava y la labor del arte: los toreros habían sostenido sin “calderones”, durante la tarde toda, la fuerte sonoridad de los aplausos; el ganadero acababa de jugar un ejemplar soberbio, de época y de bandera, y, en fin, a la empresaria Asociación de la Prensa cabía la satisfacción de haber sido testigo del lleno fecundo de su fiesta, del lucimiento de toros y toreros y, sobre todo, del radiante contento del tendido, donde ni por un instante habíase advertido una sensación de enervamiento o cansancio que una corrida de toros suele producir en cuantos la presencian”.

En la edición de ABC de la mañana previa al festejo, un colaborador habitual de periódico, Luis Pérez Solero, publicó una coplillas dedicadas a la Corrida de la Prensa, que por ser caso único y original, vale la pena reproducir en esta historia.

Así decía: “¡Hoy con qué placer anuncio/la corrida de la prensa!/No sólo porque el cartel/ es un cartel de Excelencia/sino porque es beneficio/del que en silencio se entrega/a una labor muy penosa/y por callada muy seria/sin horas en que el cerebro/rendido, descanso tenga/pues lucha pensando siempre/por dar la noticia nueva/o por no omitir los datos/que a los demás interesan./Ser periodista…!es difícil!/no creáis que lo es cualquiera/pues si os dan diez cuartillas, para que, en menos que reza/un tío loco diez credos/las llenéis… de lo que sea/!ya veréis lo que es la pluma/y sabréis lo que es canela”.

Y sigue el romance: “Id a la plaza esta tarde/y ayudad así al que crea/con su ingenio buenos ratos/sea en anuncios o en esquelas/o reseñando los toros/o en los “Ecos” porque vean/que regresáis de tal punto/de ver morir a la suegra/o porque en letras de molde/pensáis que el mundo os contempla/bien celebrando una junta/o bien yendo a la verbena…

Para terminar de este modo: “Querido Vázquez: Le envío/la plana que usted desea. /Sé que salió mal trazada/mas mi voluntad fue buena. /Es muy difícil decir/(y con prisas) cosas de estas. /Ya lo advertí poco antes/pero si alguno lo niega/!que los sustituya a ustedes/en cualesquiera faena/!y verán lo que la pluma/y sabrán lo que es canela”. Donde nos deja claro que el romance fue encargado por el propio Juan María Vázquez a su colaborador para promocionar el festejo. Cosa que, esta vez, no hacía falta, por la importancia del cartel

Y así, después de esta espectacular alternativa, volvió a Córdoba “Manolete”, tras su triunfo. Aunque dos semanas después volvió al ruedo del Baratillo, para una corrida patriótica el 18 de julio, benéfica, organizada con el objetivo de la restauración, tras el famoso asedio, del Santuario de la Virgen de la Cabeza, alternando con el “Niño de la Palma” y Pepe Bienvenida.

Y el 12 de octubre de ese año confirma en Madrid, en la misma tarde en que confirma Juanito Belmonte, ambos de la mano de Marcial Lalanda, yendo Juan Belmonte padre, a caballo, por delante. “Manolete” llega completamente inédito a la Monumental de Madrid, pues en las dos novilladas que había toreado antes de la guerra, concretamente en 1935, hizo el paseíllo en la plaza de Tetuán de la Victorias.

Ya en el año siguiente, el cordobés sería la base de los carteles de la Feria de Abril sevillana, y así siguió siéndolo, dueño del toreo y líder indiscutible del máximo escalafón de la tauromaquia, en los carteles de Sevilla, hasta su desgraciada muerte, en los cuernos del miureño Islero, ocho años después de su brillantísima alternativa sevillana, en la feria de Linares.

manolete._noticias.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:26 (editor externo)