Praga, 4 de diciembre de 1875
Uno de los poetas más importantes de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino (algunas de cuyas más escalofriantes estrofas fueron bosquejadas en Ronda) y los Sonetos a Orfeo. En prosa destacan las Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Es autor también de varias obras en francés. El poeta visitó Toledo, Sevilla, Córdoba y Ronda, en donde vivió desde el 9 de diciembre de 1912 hasta el 19 de febrero de 1913, hospedado en el hotel Reina Victoria (habitación 208) (“He buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he encontrado en Ronda. No hay nada más inesperado en España que esta ciudad salvaje y montañera”). Muere el 29 de diciembre de 1926, en Val-Mont, Suiza.
A pesar de que no estaba interesado en la fiesta y nunca vio una corrida de toros, a pesar de que no se trata de un lírico en el que se pueda atisbar en ningún caso presencias folklóricas en su obra a la manera de un García Lorca o de un Picasso (es más, los animales son en él una presencia extraña en la que alienta un conocimiento primitivo del mundo y del transmundo), de su pluma surgió uno de los grandes poemas dedicados a la tauromaquia. Se trata de una Oda al matador de toros Francisco Montes Paquiro. Posiblemente revisaría el poeta la tauromaquia del de Chiclana, ya que no lo pudo ver torear pues murió en 1854 mientras Rilke nació en 1875.
CORRIDA (In memoriam Montes, 1830)
Desde que, insignificante casi, se arrancó
del toril, el espanto pintado en el semblante
y aceptó la terquedad del picador
y la incitación de las banderillas
.
como si fuera un juego, crece ahora
su fogosa estampa -mira: en qué tamaña mole
se amontona del remoto y negro odio,
su testuz contraída como un puño,
.
no jugando ya contra uno cualquiera,
no, sino izados en la cerviz sangrientos
garfios detrás de los calados cuernos,
consciente ya de su enemigo eterno
.
ése, que en oro y seda rosa malva
se vuelve de pronto y como a un enjambre
de abejas, a las que de pronto despectivo tolerase,
al aturdido le deja bajo el brazo franco
.
el paso, mientras sus cálidas miradas se alzan
de nuevo levemente conducidas
y como aquel círculo, afuera, se aplacara
en el brillo y lo oscuro de sus ojos,
y en cada palpitación de los párpados,
.
hasta que apuesto, impasible, y sin odio
apoyado en sí mismo, sereno, sosegado,
hunde casi blandamente el estoque
en la gran ola que rueda y retorna,
y su ímpetu se ahoga en el vacío.
.
Rainer María Rilke. París, 3 de Agosto de 1907.