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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Tarde del domingo, 7 de junio de 2009

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Montealto (bien presentados, con juego; el mejor, el 4º; el peor, el 6º).

Diestros:

Fernando Tendero. De malva y oro. Media estocada caída (silencio) y estocada (saludos).

Román Pérez. De caña y oro con remates negros. Pinchazo y media (silencio tras aviso) y tres pinchazos y estocada (silencio).

Joao Augusto Moura. De grana y oro. Estocada desprendida y dos descabellos (saludos) y dos pinchazos, casi entera atravesada y cuatro descabellos (silencio tras aviso).

Saludaron: Pedro González y Félix Jesús Rodríguez tras banderillear el tercero y cuarto.

Presidenta: Anabel Moreno.

Entrada: más de media plaza.

Tiempo: Soleado, agradable.

Crónicas de la prensa: Diario de Sevilla, El Mundo, ABC.

©Joao Augusto Moura/Real Maestranza


Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Una novillada más. Seis novillos que eran láminas, bondadosos, nobles, para hacer lo que quisieran los aspirantes. Y ninguno le hizo nada. Tuvo delito el primero que se dejó escapar el manchego Fernando Tendero, que si a ese novillo le torea tan despegado no sé cómo toreará a uno con malas ideas. El francés Román Pérez hizo lo que el otro día, torear forzado y hasta peor, con lo que pierde el poco crédito acumulado. Y del sobrino de Moura del que hablaban maravillas tampoco puede decirse nada bueno. Me hubiera gustado verlo con el buen tercero sin que se lo hubieran cargado en la primera vara. En fin, que después de lo visto yo creo que estos tres no quieren ser toreros. Porque si están así con una novillada de dulce y en Sevilla…El público, como siempre en estas dominicales: japoneses, turistas, muchos niños y niñas, señoras mayores y militares sin graduación, como se decía antes. Ah!, se me olvidaba: los novillos eran de Montealto, nobles hasta más no poder, para ponerse cualquiera delante, vamos. Y no hubo ni una vuelta al ruedo.


ABC

Por Lorena Muñoz. Aburrida y deslucida novillada para el olvido

Silencios, comentarios para salir del aburrimiento y poco contenido artístico definen una novillada de las que se olvidan pronto. El encierro de Montealto, deslucido y sin demasiadas opciones, estuvo muy bien presentada, los dos últimos ejemplares eran casi toros, pero ninguno sirvió para que la terna de novilleros consiguiera el triunfo. Ni siquiera una vuelta al ruedo que animara un poco la jornada.

El cartel, tan internacional como el público que se sentó en los tendidos, más pareció una representación europea por aquello de estar en domingo de elecciones al Parlamento Europeo. Nada que objetar salvo que habrá que pensar si es necesario entregar junto al programa de mano un pequeño manual de instrucciones sobre cómo ver una corrida de toros. Se juzga la labor del torero después del arrastre y no se aplaude cuando va al centro del ruedo a recoger la montera para luego silenciar una buena labor, no se aplaude cuando hay un derribo del caballo y cosas similares que hemos visto estas últimas semanas en la Maestranza.

Lo más destacado del encierro lo firmó el portugués Joao Augusto Moura en el tercero de la tarde, un novillo manejable pero sin fuerzas con el que estuvo dispuesto y voluntarioso. Echó la manos por delante en la salida evidenciando ya las poquitas fuerzas que demostró durante la lidia. Consiguió enganchar una serie de derechazos estimables y algunos naturales aislados pero el de Montealto tan pronto se arrancaba en el primer muletazo de la serie como que se quedaba parado y sin pasar a partir del segundo. Insistió el portugués pero se quedó pronto sin material por lo que sólo pudo saludar.

Con el que cerró plaza, un ejemplar que parecía un toro, el sobrino del rejoneador Joao Moura dejó lances de recibo aseados pero no tuvo opciones. Llegó al tercio final completamente parado por lo que sólo pudo presentar la muleta sin obtener demasiados resultados. En su primer paseíllo en Sevilla mostró que le falta rodaje, apuntó maneras, al menos para verlo con otro material al que tuvo delante. El manchego Fernando Tendero tuvo su momento brillante en el cuarto de la tarde cuando protagonizó una vibrante larga de rodillas en la puerta de chiqueros. Toreó con gusto a la verónica una vez de pie y él mismo se hizo un quite con el capote cuando había resbalado al pisar la raya del tercio. Todo quedó en eso. El novillo metió bien la cara en el capote, estuvo fijo en el peto y atendió a los cites en banderilla pero en la muleta fue otra cosa bien distinta. Si bien el astado humilló y pareció atender al engaño que le presentaba su matador, la faena nunca remontó el vuelo, sin que el novillero, dispuesto en todo momento, consiguiera acoplarse a la embestida del de Montealto, que acabó parado. Rubricó su labor con una buena estocada de rápido efecto que le sirvió para escuchar al menos los aplausos maestrantes.

Su primero, que abrió plaza y brindó al público, fue un novillo con nobleza pero falto de fuerzas y de transmisión para conectar con los tendidos. Tendero comenzó su labor con muletazos templados pero las series fueron demasiado largas para un animal que no tenía gas. Al natural consiguió algunas tandas con gusto e incluso estéticas para terminar en las cercanías con un circular y un pase de pecho. Si hubiera tenido más fuerzas es probable que la historia hubiera sido otra.

El francés Román Pérez, que hacía su segundo paseíllo en Sevilla después de cortar una oreja en la última novillada, tuvo una actuación que no pasó de correcta y discreta en su lote. Con su primero, un jabonero complicado en su embestida que echaba la cara arriba, no se fajó en ningún momento y demostró que tiene oficio. Pero no pisó el acelerador como demandaba el compromiso y más cuando tiene previsto tomar la alternativa al final de temporada. Algo despegado y vaciando siempre para fuera pasó algo de puntillas. En el quinto, el más alto de la corrida y también con hechuras de toro, estuvo dispuesto pero en los tendidos ya reinaba ese silencio que pesa en las tardes en las que no pasa nada.


El Mundo

Por Carlos Crivell. Los bravos novillos de Montealto, desaprovechados

Ganaron los novillos de Montealto en Sevilla. No es una noticia grata que a jóvenes aspirantes a la gloria se le escapen astados tan potables. Pero es una de las constantes del momento. Entre los novilleros faltan muchachos con ganas de ser toreros de verdad.

El que abrió plaza fue de los buenos de Montealto. El manchego Fernando Tendero tuvo en sus manos la gran oportunidad. Pasará el tiempo y se acordará del primer astado que mató en la Maestranza. Tendero cometió el error de torear por fuera. El novillo tenía un gran pitón derecho, alguno de los muletazos tuvieron alguna enjundia, pero todo resultó muy insuficiente. Tardó mucho en citarlo por la izquierda, también un pitón bueno y se le escapó la ocasión que será difícil que vuelva.

Se llevó el mejor lote de la tarde. El cuarto fue un espectáculo en el tercio de varas. Es una delicia ver un novillo bravo. No fue completo porque se quedó cortó y fue gazapón, pero también era de triunfo.

Tendero se fue a portagayola y toreó con arrestos en lo más brillante de su presentación sevillana. En la muleta no acabó de corregir los defectos del astado, que fue noble aunque complicado para un chaval que está en sus primeros pasos.

Román Pérez toreó como triunfador de una novillada anterior. No ha refrendado nada esta ocasión. El segundo, primero de su lote, fue un novillo de acusada movilidad, pero el francés no se entendió nunca con el de Montealto. La faena fue larga y de escasa brillantez. Acabó desbordado por la movilidad, no siempre noble, del novillo. Tampoco se lució con el quinto. Fue un toro por hechuras que derribó en la primera entrada. Este novillo planteó problemas. La forma de intentar resolverlos de Román no fue la mejor. Muchos tirones y a gran distancia del astado. La impresión que ha dejado este francés no ha sido favorable.

Debutaba el portugués Joao Augusto Moura, que casi se ha marchado inédito, aunque ha dejado una buena impresión. El tercero tenía pocas fuerzas. Tal vez podía haber sido devuelto a los corrales. Llegó a la muleta metiendo bien la cara en los dos primeros pases y quedándose muy parado en el tercero. Moura, sobrino del gran rejoneador, demostró firmeza y buen corte. Cuando el animal tuvo recorrido, el muletazo fue largo y limpio con un corte de torero profundo. La condición del animal le impidió rematar su labor y la faena fue una sucesión de intermitencias. A pesar de ello, el toreo de Moura fue bien recibido por la Maestranza, que ayer estaba ocupada por una nutrida representación de aficionados del país hermano.

Se le esperaba en el sexto, pero el novillo, grande y largo, fue el garbanzo más negro de la tarde. Salió muy corretón y fue imposible torearlo con el capote. En banderillas se paró y se cambió el tercio con tres garapullos sin motivo justificado. No se debe confundir la impericia de una cuadrilla con el peligro. El novillo esperó mucho, pero esos novillos se pueden banderillear. Mal estuvo la presidencia en este caso.

Moura tropezó con un astado que apenas se movió en la muleta. lo intentó pero era imposible ante tanta falta de casta. Tampoco estuvo muy afortunado con la espada.

El caso de Joao Augusto Moura es el de todos esos novilleros que tienen buenas condiciones pero necesitan torear porque, de momento, están muy verdes.

El último novillo le puso un mal final a una buena novillada que no fue aprovechada, sobre todo por los dos primeros espadas de la terna. Es una verdadera pena, pero esos astados tenían el futuro de ambos en sus embestidas.


Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El ganado de Montealto da la talla

Dice ese genio del teatro llamado Albert Boadella que si pudiera reencarnarse lo haría como un toro bravo y embistiendo a José Tomás. Toma, y yo. Preciosa idea espiritual. Lo malo, amigo Boadella, es si uno ha elegido reencarnarse en un novillo de preciosas hechuras, que embiste con nobleza y que en el sorteo te ha tocado un novillero con escasas dotes para el toreo. Entonces… entonces estamos perdidos. Si sucede eso es para subirse por las paredes. Sin ir más lejos, sucedió ayer mismo en la Real Maestranza de Sevilla, una de tus plazas predilectas, amigo Boadella. Y el público acabó desesperado, fundamentalmente en la lidia de los dos primeros astados, ovacionados en el arrastre y que llegaron al desolladero con las orejas puestas -frase muy gráfica en el argot taurino, con la que se sentencia que las buenas cualidades de las reses no fueron aprovechadas-. Porque, lamentablemente, la novillada de Montealto de ayer, con cuatro novillos de preciosas hechuras y otros dos -quinto y sexto- que eran toros en su trapío, dio la talla y tuvo cualidades positivas, que no fueron aprovechadas por la terna.

Fernando Tendero, que hacía su presentación en Sevilla, posee un buen concepto del toreo, que fue incapaz de plasmar en el albero maestrante con el mejor lote. Ante Tremendo, un dije, que brilló tremendamente por su nobleza, no pasó de una faena entonada, en la que lo más destacado fueron un par de naturales de bella factura. El torero manchego se la jugó ante el manejable cuarto, al recibirlo con una larga cambiada de rodillas, a portagayola. Tras lancear de pie, perdió pie y estuvo a punto de ser cogido. El propio torero se hizo el quite con el capote, desviando el viaje del novillo. Con la muleta se perdió en un trasteo abundante en pases, muy rico en extensión, pero en el que faltó calidad ante un animal manejable y a menos, debido a una pelea muy brava en el primer tercio.

Román Pérez, premiado por la empresa tras cortar hace un par de semanas una oreja a un gran novillo de Espartaco, tuvo en esta ocasión de nuevo otro buen lote que no aprovechó. Con Virtuoso, un precioso jabonero, manejable y con movilidad, al torero le faltó precisamente una virtud esencial del toreo: el temple. Román Pérez no llegó a cogerle ni la distancia ni la velocidad de las embestidas, concretando una labor presidida por los enganchones. El quinto, Perdigón, era todo lo contrario a un pequeño pollo de perdiz. Tenía más bien cuajo de toro. Manso y paradote, fue manejable y el diestro arlesano aburrió al respetable en una labor en la que le faltó acoplarse y que remató mal con los aceros.

Joao Augusto Moura, sobrino del veterano y legendario rejoneador Joao Moura, que debutaba en el coso del Arenal, se las vio con el peor lote, ante el que se mostró porfión y se justificó en parte, pese a sus carencias técnias. Con el tercero, que resultó tardo y reservón en la muleta por su excesiva flojedad, se entregó en una labor correcta basada en la diestra. El sexto, un toro en trapío, que derribó en el caballo y le castigaron fuerte en varas, resultó un marmolillo en la muleta. De nuevo, la voluntad reinó en un trasteo sin posibilidades de lucimiento.

En día de elecciones europeas se dieron cita en el hemiciclo maestrante un español, un francés y un portugués. Tras sus intervenciones, más bien desafortunadas, no obtuvieron votos o peticiones de trofeos, por lo que es más que probable que ninguno de los tres representantes repita participación en este coso en fechas próximas.

Sevilla Temporada 2009

sevilla_070609.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)