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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Viernes, 13 de abril de 2012

Corrida de novilllos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Fuente Ymbro (bien presentados, nobles, con recorrido pero mansos, algunos aplaudidos en el arrastre; los mejores, 2º, 5º y 6º).

Diestros:

Javier Jiménez: aviso, tres pinchazos, estocada y aviso (silencio); estocada (saludos desde el tercio).

Fernando Adrián: estocada atravesada, aviso, 4 descabellos (silencio); estocada (oreja, con petición de la 2ª).

Gonzalo Caballero: estocada atravesada (oreja); pinchazo, estocada (silencio).

Banderilleros que saludaron: Curro Robles y Jesús Carvajal “Maqui”, de la cuadrilla de Gonzalo Caballero, en el 6º.

Presidenta: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: soleado al principio, nublado y frio al final. Con viento.

Entrada: media plaza.

Incidencias: Javier Jiménez y, sobre todo, Gonzalo Caballero sufrieron diversas volteretas.

Crónicas de la prensa: La Gaceta, El Correo de Andalucía, El Mundo, El País.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Buena novillada de Fuente Ymbro para abrir el ciclo: bien presentada, fuerte, todos pelearon en el caballo y a algunos les dieron más leña de la cuenta. El quinto, extraordinario, mereció la vuelta al ruedo, exactamente la segunda que dio su matador. Al hombre le pidieron la segunda oreja y por eso la dio. Pero estuvo por debajo del novillo y un trofeo era suficiente.Claro que después de la oreja que le dieron al debutante Caballero, por comparación, le debían haber dado la pata. A éste, cuyos mentores fueron osados al meterlo a debutar en una novillada tan fuerte y de tanto compromiso, la gente y la debilidad presidencial le dio una oreja injustificada e injustificable. Estuvo más tiempo volando que toreando, porque está muy verde, y eso no se puede premiar. Si tiene que estar más tiempo sin caballos que lo esté, pero que no se le premie por debutar antes de tiempo recién salido de la escuela taurina. Entre otras cosas porque lo pueden equivocar y además le puede costar un disgusto, falto de técnica y a merced de los novillos siempre. Javier Jiménez puso voluntad pero en el primero se pasaron en el castigo y el cuarto fue el más peligroso. Se fue de vacío en un cita tan importante para él. Adrián es, evidentemente, el más rodado, pero tiene poca naturalidad, torea demasiado torcido, no sé si tiene arreglo. Ya veremos cómo siguen estos tres aspirantes.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: el toreo largo y una sabia decisión

La bravura enclasada, fija, noble y de largo recorrido sedujo a los aficionados sevillanos en una tarde más otoñal que primaveral. El tercer utrero de Fuente Ymbro fue a más y permitió ver los muletazos más largos y mandones de la tarde con la mano derecha. No hubo el mismo acople por el pitón izquierdo, por donde el animal se desplazaba más largo pero necesitaba más mimo y un temple más depurado. La faena de Fernando Adrián tuvo los altibajos propios de un chaval que se está curtiendo en los principios de la Tauromaquia pero cuando hubo compenetración entre la embestida del pupilo de Ricardo Gallardo y el novillero se disfrutaron de momentos de bella intensidad, regados de derechazos de largo trazo y de sabor muy castellano.

Si la perfección se premia con los máximos trofeos entonces la justicia nos dice que las dos orejas habrían sido injustas. Si el triunfo grande se recuerda porque la obra no tiene mácula entonces la ecuanimidad nos indica que el trasteo de Adrián era acreedor sólo de una oreja. Por tanto desde nuestro punto de vista, la presidenta del festejo acertó de pleno, a pesar del incomprensible vocerío que provocó su decisión.

Hace tiempo que no veíamos a un novillero con tanto valor inconsciente como el Gonzalo Caballero. Cuando aprenda los resortes mínimos del toreo podremos evaluarlo con justicia, mientras nos quedamos sorprendidos por su predisposición, por sus ganas y por sus ansias de no pasar desapercibido. Un chaval del siglo XXI con la mentalidad de la centuria pasada. Ojalá le respeten los animales y que mantenga la afición y, entonces, podremos hablar de un proyecto de matador de toros. Es de celebrar que ni se mire el vestido en el sinfín de aprietos en los que se ve y un milagro que saliera por su propio pie de la plaza.

Muy bien Curro Robles en dos grandes pares de banderillas. Se dejó ver, templó la embestida y clavó arriba con mucho sabor torero.

Lo peor: El viento

Cuando Eolo aparece en la plaza es imposible practicar el arte de Cúchares con limpieza. Es un incómodo invitado para los espectadores y sobre todo para los toreros, que no manejan con confianza los engaños. Así no se puede torear y mucho menos enjuiciar a los chavales.

Me sorprendió que la gente pidiese una tercera vuelta al ruedo para Fernando Adrián con gritos de “otra, otra”… Una cosa es el paisanaje y otra muy distinta olvidar que nos encontramos en el gran templo de la Tauromaquia.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Adrián y Caballero cortan oreja con distintos registros y material

Tarde ventosa para inaugurar la Feria de Abril. Muy incómoda. Como los dos primeros de Fuente Ymbro. 'Legislador' estrenó el serial. Se colaba mucho por el derecho. Se movía pero se movía mal. Javier Jiménez lo saludó con una larga cambiada de rodillas y lances atropellados, pues hubo la sensación de que atropellando embestía el de FY. En unas chicuelinas apretadas se volvió a vencer por el mismo lado chungo. Y repetería en la muleta. Así que Jiménez le planteó las cosas por el izquierdo. Y molestaba el viento. A base de constancia, muy al final, tocándolo muy abierto obtuvo una serie meritoria y una voltereta. O amago de. Se pasó de faena y se atascó con la espada. Entre todo: dos avisos.

Otro aviso se llevó Fernando Adrián con el bravucón segundo, que como se arrancó de lejos en el caballo ganó enteros ante una peña que ni mide ni atiende a cómo coloca la cara. Y en este caso no la colocaba, sino que zascandileaba con el estribo. Los puyazos fueron traseros. Adrián estuvo en técnico con aquellas embestidas de dos tiempos. Como a empujones embestía el de Gallardo, en dos velocidades, para soltar la cara al final. Al natural pareció otra cosa, pero fue sólo un espejismo.

Menos técnica y más arrojo le echó el debutante con caballos Gonzalo Caballero. El tercero de Fuente Ymbro se movía por dentro y sin terminar nunca de irse, pero el chaval se puso allí, con un par. Desde los estatuarios en los medios. El tío se quedaba y entre que al torete le faltaba tranco y al torero vaciar había una emoción de “a ver qué pasa”. Y lo que pasó fue que una voltereta siguió a otra y otra a otra, hasta tres. La última pudo hacerle mucho daño. No perdió la fe nunca Caballero, que se despidió por manoletinas y una recta estocada. La oreja la guardará de por vida de su debut en Sevilla.

El cuarto hizo “buenos” a los tres anteriores. Un cabrón con pintas desde que pisó el albero. Ya no se sabía si la novillada aparentaba así de destartalada porque lo era o por lo mal que se movía. Este de Javier Jiménez para herir. El de Espartinas estuvo mucho tiempo con él para justificarse. La cogida llegó. De mala manera. El quite de Roberto Ortega lo salvó de ser herido en el suelo. De todas formas no se puede venir con una cuadrilla así a Sevilla. Anda que no hay profesionales preparados.

El quinto fue otra historia de hechuras. Y otra historia en su forma de embestir. Desde que Adrián lo paró con el capote a la verónica con cierto estilo. “Hortelano” se llamaba el de FY. Extraordinaria la manera de humillar y tomar los vuelos, de galopar y repetir. Fernando Adrián tuvo sus momentos, tras empezar con pases cambiados por la espalda, sobre la mano derecha; y un momento en el que la faena a punto estuvo de venirse abajo por la mano izquierda. Muy retorcido y enganchado. Aunque quizá “Hortelano” no se empleara con la misma excelsitud que en redondo. Y precisamente redondos se puso a darle Adrián. Circulares diría. Y ayudados por alto. La gente se volvió loca cuando enterró la espada. Pedían la segunda oreja. El palco estuvo en su sitio al conceder sólo una. El torero dio dos vueltas al ruedo.

Caballero volvió a jugársela con el desabrido sexto, que de nuevo lo volteó. El chico es deseos y ganas a puro huevo. Sin más. Que no es poco para quien debuta y da todo lo que tiene.

EL PAÍS

Por Antonio Lorca. ¡Llanto por una afición perdida!

Se habla mucho estos días en Sevilla sobre el número de abonos que no se han renovado a causa de la crisis y la anodina composición de los carteles de feria. Ha bajado la venta, es verdad, y uno de los empresarios ha cifrado en un 17% los abonados que han decidido quedarse en casa. Es triste que así sea, y debería ser motivo de reflexión para quienes viven de este espectáculo porque, un año tras otro, están matando la gallina de los huevos de oro.

De lo que no se habla en esta ciudad es de algo mucho más grave y que, aparentemente, pasa desapercibido: la bajada de la afición. La noticia es que la afición sevillana, esa que decían que era sabia, ha tiempo que ha muerto.

Si había alguna duda, ayer quedó aclarado el entuerto: la Maestranza vivió una tarde de auténtica vergüenza ajena. ¿Cómo es posible que hayan acabado con cualquier vestigio de afición? Es que no se encuentra un aficionado ni con lupa… Dónde hemos llegado degenerando, degenerando…

Qué tristeza ver cómo la Maestranza aplaudía al segundo novillo en el arrastre, un manso violento y correoso; o cómo se ovaciona a los picadores que marran desastrosamente en su labor; o cómo se obliga a desmonterarse a un banderillero por un par a toro pasado; o ese pañuelo que sacó la presidenta para conceder la oreja a Gonzalo Caballero tras una faena valentona que no merecía más que una salida al tercio; o la bronca que recibió la misma señora cuando los tendidos encendidos de rabia le mentaron a su familia porque no había concedido la segunda oreja a Fernando Adrián… Está la cosa muy mala, pero que muy mala y muy pesada, además.

Dos horas y media duró el festejo, soporífero para cualquier alma de cántaro, e insufrible para todos, japoneses y chinos incluidos, que no tienen pudor en poner pies en polvorosa cuando suenan las ocho porque no perdonan la cena ni en día de corrida. Pesados la presidenta, los alguacilillos, el torilero… Pesadísimos los chavales novilleros, que desconocen el sentido de la medida. Todo envuelto en atmósfera plúmbea y adornada por un viento frió y molesto que convierte la tarde en una pesadilla.

Y, encima, la novillada de Fuente Ymbro, bien presentada, mansurrona, deslucida, peligrosa, difícil, complicada, de esas que no se emplean, embisten con la cara alta, se acuerdan de lo que dejan atrás, dan tornillazos e impiden el toreo moderno. Solo el quinto desarrolló nobleza y recorrido en el tercio final y permitió que Fernando Adrián sacara lo que lleva dentro, que es muleteo largo por ambas manos, ligado y emocionante por la codicia del novillo y la decisión del torero. Faltó, quizá, la madurez necesaria para redondear una faena que, sin duda, debió ser de dos orejas, pero se quedó sin repertorio, alargó su labor y, a pesar de la buena estocada, todo quedó en un merecido trofeo.

Este mismo torero aprobó en su guerra particular con el segundo de la tarde, tan insulso y dificultoso como sus hermanos, al que consiguió robarle una tanda de largos y templados naturales, que fueron los únicos que el animal aceptó entre arreones derivados de la mala condición.

Mal lo pasó el sevillano Javier Jiménez, un aspirante experimentado en muchas batallas, valiente y conocedor de la técnica. Pero entre el viento y el mal carácter de su primero, a punto estuvo de que la ilusión de la tarde se tornara en una pesadilla porque sonaron dos incómodos avisos tras un trasteo largo, muy largo, insulso, en el que sufrió varias volteretas sin consecuencias. Insistió e insistió una y otra vez y nadie fue capaz de comunicarle que se estaba poniendo pesado. En vista de la ausencia de comunicación, la presidenta le envió dos recados. El mal rato continuó en el cuarto, un novillo violento y muy dificultoso, que recibió una pésima lidia y se hizo el amo del ruedo. Lo desarmó un par de veces, lo mandó por los aires y aquello acabó felizmente sin que hubiera que lamentar males mayores.

Y el más joven Gonzalo Caballero, que debutaba con picadores, vino desde Madrid a Sevilla a decir que es valiente a carta cabal, y que está verde -es normal- , y se fue andando de la plaza de puro milagro. Recibió al sexto por chicuelinas en la boca de riego, perdió el capote y el novillo lo persiguió con saña y malévola intención. Caballero se trastabilló y cayó al albero, circunstancia que no entraba en los cálculos del toro, que erró la puñalada ¡Uf…! Recibió una paliza en su primero, aguantó tarascadas varias y le concedieron una oreja de poco peso. Estuvo a merced del sexto, pero, en contra de toda lógica, ganó su buena disposición.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El quinto salvó a los ‘fuenteimbros’

Con o sin orejas, el festejo fue espeso y glacial, como ese aire fresco que levantaba los reposteros y barruntaba las aguas que están por llegar. Pero los novillos de Fuente Ymbro, uno a uno, fueron echando por tierra lo mucho que se esperaba de ellos. El catálogo de encastada mansedumbre, a pesar de su movilidad, no convencía a nadie pero cuando salió el quinto cambió la decoración.

Para entonces nadie daba un duro para que el largo festejo se enmendara aunque las cositas buenas que se empezaron a vislumbrar en la lidia de ese ejemplar animaron a la parroquia y al propio Fernando Adrián, que apenas había podido estirarse con el capote en el recibo. Pero el utrero rompió definitivamente en la muleta y el madrileño, después del inevitable y previsible péndulo en los medios, le enjaretó una serie diestra que despertó al público de la siesta. Por fin había un animal bravo en el ruedo. Sin embargo, a la digna labor de Fernando Adrián le faltó redondez, pulso, apuesta y estuvo muy lejos de las muchas y muy buenas cualidades que él mismo había mostrado en este ruedo en las dos temporadas anteriores.

Pronto y alegre, el novillo también se desplazó por el pitón izquierdo aunque siempre quedó la sensación de que el torete precisaba más temple y ajuste en algunas fases en las que sobraron prisas y distancias mientras las series se sucedían con trepidante velocidad. Lo arregló en parte volviendo al lado derecho. Se elevó entonces el tono del trasteo aunque no llegó a apurar por completo la bravura del animal. La estocada, efectiva, le sirvió para cortar una oreja. Después hubo que frotarse los ojos viendo al senado hispalense –o a los que prestaron el abono– pidiendo un segundo trofeo para un trasteo que no mereció ni de lejos ese honor. Antes le había venido un largo el segundo, un novillo bravucón que empujó con bríos en el primer puyazo y se quiso quitar el palo en el segundo. Adrián no llegó a someter la encastada y molesta movilidad del animal, que pedía más látigo que seda y acabó rajándose. El chico mejoró el nivel manejando la zurda aunque sin dar ese paso adelante que habría convertido en épica lo que no pasó de gresca.El debutante Gonzalo Caballero también se llevó una oreja desmesurada que paseó como si hubiera acabado con el cuadro. Aunque, las cosas como son, el chaval se quedó quieto y se pasó cerca ese tercero que se movió con mansedumbre picante en la muleta.

Eso sí, mejor en la larga distancia que en las cercanías, donde siempre quiso echar mano al torero. Con más oficio se habría ahorrado unas cuantas palizas. Con el sexto, destroncado al hundir los pitones en el suelo, no hubo nada que hacer además de pasar unos cuantos sustos.

Javier Jiménez tuvo pocas opciones. Con el primero, andarín, molesto y pegajoso, se empleó en una larga labor fundamentada en el pitón izquierdo que nunca llegó a tomar vuelo. Con el cuarto tragó quina, esquivando los navajazos que le lanzaba el bicho, un marrajo peligroso que estuvo a punto de hundir la novillada definitivamente. De postre se llevó una tremenda cogida –el novillo le había avisado– en la que no resultó calado. Menos mal.

La Gaceta

Por José Antonio del Moral. Orejas de distinto futuro para Adrián y Caballero

La pobre entrada delató el bajón del abono que este año asolará la Maestranza salvo en las corridas de relumbrón. Claro que, las novilladas, incluidas las feriales, apenas despiertan interés del público en general. Menos mal que, aquí y ayer, estábamos los cabales para ver una novillada de lujo de la prestigiosa ganadería de Fuente Ymbro y a tres aspirantes: Javier Jiménez, natural de Espartinas. Fernando Adrián, madrileño de Torrejón de Ardoz. Y el también madrileño, Gonzalo Caballero que debutó en la Maestranza. De éste se hablaba de su valor y maneras. Lo confirmó cortando una merecida oreja. Los dos primeros llegaron avalados por sus éxitos en la pasada temporada. Pero Jiménez se fue de vacío. Y aunque Adrián cortó una oreja del quinto novillo, anduvo por bajo de su extraordinaria condición.

Javier Jiménez abrió la tarde frente a un novillo feamente encornado que careció de fuerza. Pero resultó bravo. Una mezcla casi siempre complicada. Tras pegar una larga de rodillas, el de Espartinas no pudo lucirse con el capote por la blandura de su oponente y porque le molestó el viento. Brindó la faena al respetable y enseguida acusó la intranquilidad que deparan las embestidas desordenadas. Cada vez que se colocó para citar quieto, las ráfagas de viento descompusieron los proyectos de pases. Hasta resultó alcanzado una vez. Se la jugó valentón el chico con la izquierda para nada y solo al final de trasteo logró algunos derechazos estimables cuando por fin templó hasta ser cogido y atropellado de nuevo. Con el cuarto novillo, que desarrolló genio, anduvo peor por muy destemplado, varias veces desarmado y a merced del novillo. Menos mal que mató bien.

Fernando Adrián tampoco pudo dar un solo lance templado ante el más cuajadito segundo novillo por temperamental y huidizo en cada embroque de salida. Pero acudió con brava alegría al caballo saliendo de naja del segundo encuentro. El debutante aguantó en un veloz quite por gaoneras. El animal quedó para la muleta con tanta movilidad como poca fijeza. Y otro que brinda. Adrián se dobló empacado por bajo para dominar y fijar a su oponente. Cosa que medio logró afirmado con la derecha aunque citando por fuera, esperando que el burel dejara de escarbar. Mejor anduvo al natural con el bicho algo renuente. Lástima de viento. Porque, de no molestar tanto, el notorio oficio del aspirante hubiera quedado más patente. Más calmado Eolo, con el más bravo y noble del envío quinto le pudimos ver más asentado y limpio en el manejo de los engaños tras descubrir el debutante en un quite lo noble que fue este animal. Buena aunque de más a menos con la izquierda fue su faena, formalmente resuelta y bien estructurada sobre ambas manos, sobresaliendo en los redondos. Claro que este animal mereció cante más grande. Una buena estocada lo arregló todo, se ganó una oreja y le pidieron la segunda. El novillo desde luego fue de lio grande.

Y vamos con el debutante. Contrario y suelto salió el tercer novillo. Y también incierto. Por eso, el joven Gonzalo Caballero se mosqueó tras intentar dar un primer lance sentido. No se empleó en el caballo este animal. El novel también brindó y confirmó su buscado estilo por estatuarios en los medios, respondiendo el novillo con franquía. No tan a gusto con la derecha, pero sí con la zurda con la que se confió demasiado hasta ser revolcado varias veces sin que ello le impidiera seguir a mejor y a más comprometido. Este niño parece que tiene valor y, desde luego, apunta cosas. Muy en novillero-novillero y francamente esperanzador. Buena estocada y la primera oreja de la feria. Tras ser desarmado y arrollado al recibir al agresivo y vivaz sexto en los medios, lo dejó todo para la faena, pero el novillo se lastimó en un volteretón y no valió tanto como pareció en un principio. No obstante, el de Torrejón volvió a mostrar su aún verde valor y notoria entereza ante la adversidad.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Al fin y al cabo, novilleros

La terna se comportó como podía esperarse. Son novilleros y no se trata de exigirles ni capacidad extrema ni oficio depurado. Sin embargo, era un cartel extraño. El atractivo para el aficionado eran las reses de Fuente Ymbro, habitualmente encastadas y bravas. No defraudó el encierro, aunque no llegó a la altura esperada. Los malos fueron malos de verdad y alguno bueno cayó en manos sin destreza. Dos novillos de calidad, quinto y sexto, y uno con casta para dar y tomar, el segundo. Mitad y mitad, porque los restantes fueron para sopita y buen vino.

El tiempo actual de jóvenes aspirantes con espejos en sus mayores, como siempre ha sucedido. Ocurre que siempre imitan lo menos bueno. Si hablamos de toreo con el capote, poquito que contar hubo en la novillada. El debutante Caballero se marcó unas gaoneras valientes y Adrián dibujó alguna verónica suelta. Muy poca cosa en conjunto. Suceden cosas inexplicables, como lo que hizo el joven Gonzalo Caballero, que se fue a recibir por chicuelinas al sexto en el centro del ruedo. Se supone que debe tener consejeros, así que se puede esperar que le corrijan en el futuro. Resultó atropellado y salió de estampida. Se libró de milagro en el centro del ruedo. Quedó claro que estos nuevos aspirantes imitan lo malo, pero nadie se pone a dar verónicas de verdad, como hay algunos matadores que sí que las interpretan.

El reflejo de los mayores es ya muy descarado con la muleta. Estamos en los tiempos del circular, la espaldina y el arrimón. La terna abusó de circulares sin medida. Se supone que este muletazo debe ser el colofón de una faena rematada, pero como imitación de sus mayores, estos novilleros dan los circulares en todo momento. Y de espaldinas, otro montón sin causa justificada.

Fernando Adrián es quien tiene más oficio. Se llevó el lote bueno. El segundo tenía mucho que torear, cosa que el madrileño sólo logró a medias. Le falló el temple, aunque deba admitirse que no era fácil templar a un novillo que en algunos momentos desarrolló incluso algo de genio. Sólo ese buen oficio, basado en un bagaje más amplio de novilladas toreadas, le permitió solventar la papeleta.

El quinto fue el novillo de la corrida. Tenía prontitud, fijeza y alegría en la embestida. Lo aprovechó bien el chaval en una faena de mayor calidad por la derecha en la que le faltó algo de mayor tranquilidad. O bien le sobró aceleración. Aún así, la estocada dio paso a una oreja lograda con justicia.

Hablando de orejas, Gonzalo Caballero cortó un trofeo de poco valor. Lo de este muchacho es digno de elogio. Está carente de la mínima técnica, es puro valor, un valor bruto, sin suavidad, de forma que se llevó volteretas en ambos astados. Le cortó la oreja al malo de su lote y no pudo enjaretarle pases al bueno, que fue el sexto. Caballero es un susto en la plaza. Se espera que el tiempo vaya adaptando esa virtud maravillosa del valor con algo de conocimientos. Así no puede seguir mucho tiempo.

El caso de Caballero es un buen ejemplo de cómo está hoy el mundo de los novilleros. A este chaval le hacen falta diez novilladas en los pueblos para pulir su estilo. Tiene valor seco y rotundo. Tiene lo principal, pero ha llegado a Sevilla a debutar con picadores carente del más mínimo oficio. Los tiempos no están para organizar novilladas y en los pueblos quieren a hora a las figuras. Caballero se encontró con una oreja como premio a su desparpajo inocente, limpio de todo artificio, pero en el fondo es muy poco para cortar un trofeo en la Maestranza, algo que tampoco gozó de la petición mayoritaria y el palco concedió de forma graciosa.

El bueno era el sexto, pero ahora hacía falta algo más que valor. Ahí surgieron las carencias de este muchacho valiente. Esperemos que le dejen aprender, aunque en estos tiempos hay que aprovechar cualquier tarde para no quedarse en el camino.

Javier Jiménez se llevó un novillo infame, que lo era en origen y que fue lidiado de forma horrorosa por su cuadrilla. Si el animal era de mala condición, los capotazos sin sentido y las dudas de la cuadrilla fueron el determinante final para que acabara cazando moscas. Jiménez estuvo voluntarioso con ese cuarto tan desagradable.

Pero también hubo otro novillo para Jiménez, el primero, que sin tener una condición de calidad, tenía un más aceptable pitón izquierdo. El viento ayudó a estropearle el pasodoble. No fue su tarde.


©Imagen: Vuelva al ruedo de Fernando Adrián/EFE. Gonzalo Caballero, en el tercer novillo de la primera feria en Sevilla. / PÉREZ CABO/El País.


Sevilla Temporada 2012.

sevilla_130412.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:12 (editor externo)