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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Domingo, 15 de abril de 2012

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Toros de San Mateo y San Pelayo (bien presentados, son escasa fuerza y poco recorrido).

Caballeros:

Andy Cartagena: pinchazo, rejón de muerte (ovación); rejón tendido (saludos desde el tercio).

Diego Ventura: rejón de muerte atravesado (saludos desde el tercio), pinchazo, medio rejón caído (saludos desde el tercio).

Leonardo Hernández: rejón de muerte trasero (saludos desde el tercio); dos pinchazos, rejón caído (silencio) .

Presidente: Fernando Férnández-Figueroa.

Tiempo: sol y nube, fresco.

Entrada: tres cuarto de plaza.

Crónicas de la prensa: ABC, Marca, El País, La Razón, COPE, El Mundo, Hoy, Toromedia, Diario de Sevilla.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Llegó la corrida de rejones -la importante, la de las tres figuras- y, sorprendentemente, no hubo ni una oreja. No recuerdo que haya pasado nunca algo así. Sobre todo, teniendo en cuenta que no estuvieron mal. En circunstancias normales se habrían cortado tres. Tal vez, el presidente tenía consigna de endurecer los trofeos en las corridas de rejoneo, quién sabe. Pero precisamente este año se están regalando sin problemas a los de a pie. Al menos, Cartagena en el primero y Ventura en el segundo, a pesar del rejón, la merecieron. Después está el desfile de caballos y de piruetas cada vez más increíbles. Diego Ventura le enseñó a Pegaso, este tordo de tres años, la Maestranza, pero sólo para que la viera un momento. Y Cheke estuvo muy bien y Califa y Nazarí. De los de Andy el que más sorprende es Bisbal, vaya nombrecito, de rodillas y en el estribo…Y Cuco, y Magno, pero mira que ponerle a otro Fandi, por aquello de las banderillas. De Leonardo la figura es Verdi y también Humorista, aunque con Cairel no es que lo ponga a portagayola es que lo mete en toriles…De los toros hubo de todo, alguno bueno, otros regulares y un par de ellos rajaditos. Lo de Capea es puro Murube, que está especializándose en rejoneo, como los Benítez Cubero, los Albarrán y los Bohórquez. Del criterio del presidente, mejor no hablar, nadie en la plaza se lo explicó.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: La transformación de Diego

No sé si Diego Ventura, rejoneador de garra y ambición, estará contento con el resultado de su actuación, pero en el primero de su lote mostró una versión distinta de su tauromaquia caballeresca. Su larga estancia en México ha supuesto un viaje iniciático para descubrir nuevas sendas taurinas: mucho más sobrio y templado, más ortodoxo y pulcro, más puro y con el mismo riesgo de siempre. No obtuvo la recompensa esperada pero, a buen seguro, que los buenos aficionados al arte del rejoneo habrán sabido apreciar y calibrar la depuración de su estilo y su nuevo empaque. En el segundo de la tarde, viendo que la tarde se iba en blanco, volvió a sus orígenes y tiró de su repertorio: galope templado a dos pistas, piruetas en la cara del toro, quiebros imposibles y banderillas clavadas en el estribo. Lástima que el rejón cayera contrario. Con todo, hemos de celebrar esta nueva versión que, bien conjugada con la anterior, ofrecerá nuevos triunfos al rejoneador de La Puebla.

El invierno ha sido un verdadero calvario para Andy Cartagena. Y su inesperada caída del caballo en Valencia y la consiguiente lesión en el brazo derecho una broma de mal gusto. Sin embargo, en la Maestranza expuso sus argumentos taurinos como siempre lo ha hecho: bullidor, espectacular, eléctrico y profesional. Nos felicitamos porque rejoneadores como él son necesarios en un escalafón en el que cada vez más las exigencias rayan a una altura inimaginable unos lustros.

Lo peor: la manifestación de la crisis

¡La crisis! ¡Maldita crisis! Esta situación económica nos tiene a todos con un nudo en la garganta que nos ahoga y nos impide comportarnos como somos. Ayer pudimos comprobar que este estado de ánimo se deja sentir en los toros. Una corrida de rejones con tres actuantes de primer nivel habría exigido un lleno como una catedral. Este cartel era motivo suficiente en los pueblos para la escapada a la capital y así presumir de posibles con el vecindario. La ruta siempre fue igual: almorzar en el restaurante habitual, café en el sitio de moda y luego, copa en la calle Adriano, antes de acudir al tendido maestrante. Y con las mejores galas, que había que presumir de buen gusto y estar a la moda… Esta costumbre ayer fue casi olvidada… No todos a los que le hubiera gustado la pusieron en práctica. Razón: el galopante paro y las imprevisiones económicas que se ciernen sobre este país, aunque algún que otro ciudadano prefiera la caza en países africanos, a costa del erario público.

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ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/>Por Fernando Carrasco. El Ventura más clásico en Sevilla

Diego Ventura es sinónimo de triunfo. Da igual en qué plaza y de la categoría que sea. Su espectacularidad a caballo es tremenda. Empero, este domingo nos sorprendió, en su primero, con un rejoneo clásico, ortodoxo, alejado de esos aspavientos que muchas veces lleva. Lo agradeció el aficionado, que se deleitó con un toreo mucho más puro, pero quizá no lo entendió el público general.

Muy buena la firma de encelar con “Triana”, dejándolo llegar de largo para clavar arriba. Con “Pegaso”, a dos pistas y al hilo de tablas para cambiar el viaje por los adentros, dijo que venía a no dejarse ganar la pelea. Citó siempre de largo, yendo de frente y clavando arriba y al estribo. Todo muy clásico, ya escribimos, con la licencia del desplante del teléfono tras un tercio de banderillas cortas certero. Mató bien y hubo petición de oreja, pero el presidente no la concedió.

El quinto tampoco quería colaborar mucho. Es más, los rejones de castigo resultaron desangelados –en esos momentos el frío era impropio de mediados de abril en Sevilla-, por mor de un astado sin celo ni fijeza alguna. Pero con “Nazarí” todo cambió. Primero en los cites, de nuevo en los medios, y luego en la forma de llevar al astado, a dos pistas y de lado, cosido al estribo, para despegarse al otro lado del ruedo y, de manera lenta, acercarse de frente, quebrar y clavar. Y también dentro de la ortodoxia antes referida, para dar paso, con “Ordóñez”, a su toreo más espectacular tanto al clavar como en los giros posteriores a milímetros de los pitones. Ventura en estado puro. Y con “Buena vibra”, un precioso perla, un grandísimo par a dos manos y perfecto en las cortas. Esta vez fue el mal manejo del rejón el que le privó del trofeo.

Leonardo Hernándeztuvo que hacerlo todo ante su primero, el más manso de todo el encierro, al que fue a buscar a la puerta de chiqueros. No quería pelea el astado y sí el jinete que, como siempre, tiró de raza, que era lo único que cabía. Aún así, dejó pasajes muy loables e incluso se le pidió la oreja. Sosa corrida

El sexto también fue un toro soso, como toda la corrida de Capea. Lo hizo todo Hernández, pero sin colaborador es complicado lucirse, aunque no quedó por parte del pacense en muchos momentos de la lidia, como las banderillas cortas, donde estuvo muy bien.

Andy Cartagena anduvo demasiado vulgar ante el que abrió plaza, un toro manejable pero sin codicia alguna. Mejor en los prolegómenos, esto es, encelando de salida en un corto espacio de terreno para clavar dos rejones en lo alto. Luego, en las banderillas cortas, con el astado pendiente de buscar sus querencias, el benidormí estuvo más acertado en los adornos, como los giros en la cara de su enemigo, que al clavar. Además, resultó todo muy frío, como la tarde. Una labor sin relevancia.

Parecía que el cuarto, un zambombo de 599 kilos, se iba a parar muy pronto. Sin embargo, Cartagena tuvo la virtud de no atacarle demasiado y dejarlo respirar. Así pudo construir una faena de menos a más donde “Pericalvo” puso la guinda en los cites y con movimiento de cabeza de un lado a otro espectaculares. En esta ocasión anduvo mejor a la hora de clavar, sobre todo en las cortas, donde expuso mucho. Aquí su actuación fue mucho mejor que la primera.

MARCA

Carlos Ilián. El palco frenó el triunfalismo de los rejones

A pesar del frio que sigue azotando a Sevilla esta vez la plaza registró una buenísima entrada. Y es que los rejones tienen un público adicto y fiel y suponen un buen filón para las empresas, aunque esta vez, qué raro, no hubo orejas, ni una vuelta.Y una corrida de rejones sin orejas es como un partido de baloncesto sin puntos.

Lo normal es que los del caballo se lleven una cosecha de apéndices, aunque sea por unidades y no por pares. Pero en Sevilla se quedaron en blanco porque el presidente no se dejó intimidar por el triunfalismo que los rejoneadores suelen generar en el público a base e caballazos, de teatralidad y gestos populistas que cocectan con los tendidos.

Andy Cartagena en plena convalescencia de la lesión sufrida en su brazo derecho tuvo enfrente u n primer toro que no podía con el rabo y al que rejoneó sin despeinarse. En el cuarto echo mano de su conocida teatralidad ante otro manso al que clavó como a un carretón. Le pidieron la oreja, pero el palco no dijo ni mú. Diego Ventura estuvo por ewncima de su lote, muy templado y clavando con enorme seguridad, pero la poca importancia de sus toros le restó entidad a su sobrada actuación. También hubo peticion de orejas y otra vez el presidente se quedo impertérrito.

Leonardo Hernández estuvo muy ajustado con su primero pero sin brillo y en el sexto no encontró nunca la distancia y el sitio, fallando repetidamente en banderillas, con más intentos que aciertos en una actuación pobre ante el toro más encastado de la descastadísima corrida de los Gutiérrez Lorenzo.

EL Mundo

Por Zabala de la Serna. La corrida de Capea se carga los rejones

El viento no importaba con los caballos. Los tres caballeros le pusieron vida a los tres primeros toros sin vida. Los tres con las cortas subieron la emoción. Andy, que reaparecía de su lesión en Valencia, y Leonardo, al violín; Ventura por derecho en busca de las vueltas. A pesar de que a Diego y a Hernandez se les pidió la oreja, tan sólo saludaron. De petición a saludos. Y a Andy también. Muy chochones y parados los toros de San Mateo y San Pelayo.

El resultado para Cartagena en el cuarto vino a ser el mismo. Menos el de Ventura con el más vivo quinto, que tras pinchazo y medio rejón se redujo al final a la misma cuenta. Leonardo estuvo entonado con el sexto pero falló a espadas.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Un festejo de rejones sin trofeos

Sucedió lo nunca visto: una corrida de rejones sin orejas. Habrá que buscar en las hemerotecas para encontrar otra igual en los últimos años. Mucho más cuando el cartel estaba compuesto por tres figuras del toreo a caballo.

No se debe echar la culpa al presidente, que se limitó a cumplir con su obligación. En ninguno de los toros hubo petición mayoritaria. Es probable que también influyera su propio criterio, porque sólo hubo una faena de oreja, la del quinto de Diego Ventura.

Tampoco se puede culpar a los toros, que es cierto que se apagaron pronto y no ayudaron a esos finales tan explosivos que son tan frecuentes en el rejoneo actual. En general, la corrida de San Mateo y San Pelayo fue noble y colaboradora.

Es cierto que la tarde fue muy fría, pero no parece que ello sea la responsable de que en seis toros no se lograra ninguna faena redonda ni se cortara un apéndice auricular. No parecía abril, más bien era tiempo de diciembre. Se podría discutir si el intenso frío, y el viento, impidieron que el público solicitara orejas. Hay quien culpa al piso de la plaza, que tenía el albero muy suelto y en algunas zonas parecía una playa. El esfuerzo que deben hacer los toros es mayor con este tipo de pisos, lo que posiblemente contribuyó a que se agotaran antes de tiempo.

Se pueden buscar culpables, pero la realidad es que en una corrida de rejones no se cortó ni una solitaria oreja; o lo que es más extraño, no se dio ni una vuelta al ruedo. Estos toreros de hoy en día nos ponen a la prensa las cosas muy difíciles a la hora de buscar titulares.

Dicho queda que sólo la faena de Diego Ventura al quinto logró calentar el gélido ambiente. A esas alturas, los caballeros se ya se limitaban a colocar un único rejón de castigo. El caballo que levantó la tarde es un ilustre veterano de la cuadra de Ventura llamado «Nazarí». Su lidia a dos pistas fue un verdadero espectáculo por el temple que le imprimó Ventura. Ya con el personal metido en su labor, salió al ruedo otro equino llamado a ser una estrella, se llama «Ordóñez».

Este caballo tordo es muy valiente y lo demuestra en las piruetas que realiza entre los pitones del toro. Entre «Nazarí» y «Ordóñez» la plaza estalló de emoción. Aunque no sea lo habitual, Ventura marró con el rejón de muerte y se quedó sin premio. Tampoco le ayudó su puntillero.

En el primero que lidió, Diego Ventura anduvo fácil, solvente y algo frío, quizás contagiado de la tarde. Sacó caballos nuevos como «Pegaso» y «Cheque», que aún tienen que ganar experiencia.

En la cuadra de Ventura se aprecia que hay una profunda renovación. Se echan en falta a «Revuelo», «Morante» y «Manzanares». Estos que ayer debutaron en Sevilla pueden llegar a ser figuras, pero todavía les falta rodaje. Andy Cartagena estuvo muy correcto sin poder lograr el triunfo. El primero de la tarde se apagó pronto. Andy, que reaparecía después de una lesión, abusó de los artificios y se olvidó de torear. Como tal hay que considerar las subidas al estribo. Con el cuarto mejoró su labor, se mostró muy torero con «Fandi» y animó el cotarro con los balanceos finales. Estuvo simplemente correcto, pero de Andy se espera mucho más.

Igualmente hay que exigirle más a Leonardo Hernández, que no acabó de acoplarse con el tercero. Se sucedieron varias pasadas en falso y algunos palos cayeron al ruedo. El par de banderillas a dos manos con «Verdi» fue lo mejor, pero el públio no entró nunca de lleno en la labor del joven rejoneador.

Con el sexto falló mucho en banderillas. Este toro, además, fue de excelente condición para el toreo a caballo, pero de nuevo apareció un caballero impreciso y fallón. Al final también falló en la muerte. La plaza se cubrió en algo más de la mitad de su aforo. Es otra piedra de toque del delicado momento que atraviesa la fiesta, porque este tipo de espectáculos siempre han concitado mayores expectativas y la plaza se ha cubierto casi en su totalidad.

El tiempo no era un buen reclamo para sentarse en la plaza. Está claro que este año el tiempo es un declarado antitaurino. Los resultados de los festejos, y también del celebrado ayer, no ayudan mucho. Ya se sabe la noticia. Se celebró en la Real Maestranza una corrida de rejones y no se cortó ni una oreja, a pesar de la amabilidad habitual del respetable, a pesar de que la corrida, con sus limitaciones, fue más que manejable, pues a pesar de todo ni un trofeo. Y el presidente estuvo perfecto, a pesar de las protestas absurdas de algunos. El frío de la tarde pudo con todo lo demás.

EL PAÍS

Por Antonio Lorca. Fría y sosa tarde de rejoneo

Está visto y comprobado que el frío no va con la fiesta de los toros. Y menos, en Sevilla, donde lo anormal en estas fechas es el abrigo abrochado porque te quedas helado en el cemento de la grada. Ni el frío ni la sosería de los toros, claro está, que ayer todo se unió para que el festejo de rejoneo se asomara al precipicio del aburrimiento, cuando no de la espantosa vulgaridad.

Es verdad que los toros de Niño de la Capea no ayudaron. Es más, contribuyeron eficazmente al fracaso general porque resulta imposible hacer maravillas a caballo ante animales tullidos, enfermos de mansedumbre, agotados y hundidos desde que salían por los chiqueros. Y así, en mayor o menor medida, transcurrió el festejo entre el guapo paseo de caballos entrenados para el éxito y la triste imagen de animales lisiados que deseaban la muerte exprés antes que la lucha ante la osadía ecuestre.

Que pregunten a Andy Cartagena, que se encontró con dos marmolillos insufribles ante los que no pudo más que demostrar que es un pesado de tomo y lomo, y limosneó las palmas en un gesto impropio de figura. Es excesivamente lento de movimientos (tarda un mundo en salir al ruedo; otro en colocarse para esperar al toro, y, cuando ya parece presto, está el público deseando que acabe), y ante la incapacidad de sus oponentes, se limitó a mostrar la buena estampa y doma de su cuadra. Su primero daba lástima, el pobrecito, porque era evidente que la lidia lo molestaba en lo más hondo de su alma, y que lo que más deseaba era abreviar su corta vida. Tampoco podía con su cuerpo el cuarto, y Cartagena se limitó en su lote a clavar con aseo y, al final de ambos, acudir al tercio para pedir unas palmas que no brotaron espontáneamente. Deprimente…

Se esperaba tanto de Ventura que parece extraño que acabara su labor sin una oreja, siquiera, como referente del momento extraordinario que parece atravesar. Y es cierto: ofrece una imagen de absoluta seguridad a lomos de una cuadra renovada y a la altura de las exigencias de la categoría del rejoneador. Sus caballos combinan la torería con la elegancia y una excelente doma. Y Ventura es un torero de los pies a la cabeza, aunque ayer no protagonizara esa tarde de euforia colectiva tan propia de este rejoneador. No colaboró su primero, que no le permitió atisbo alguno de espectacularidad, y mejoró en el quinto, al que mató mal, y los ánimos se desinflaron.

Y no mejoró el resultado el más joven de la terna, Leonardo Hernández, que sufrió las inclemencias del ganado de saldo y no fue capaz de superar el ambiente frío de una tarde que estaba condenada al aburrimiento. Esperó a su primero en la boca de toriles y el toro no le hizo ni caso, una fiel premonición del torrente de mansedumbre que encerraba en sus entrañas. No quería pelea y huyó como un cobarde hasta que fue arrastrado por las mulillas. Algo mejor el sexto —las comparaciones son odiosas—, pero la tarde ya estaba tocada y hundida.

Hoy

Por Víctor J. Vázquez. El toreo a caballo: acontecimiento popular

No deja de ser paradójico que sean los días de toreo ecuestre que es en su origen y casi en su esencia aristocrático, cuando las ferias se vistan con su traje más popular.

Esto todavía llama más la atención en una plaza como la de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, que se levanta sobre el enlace del linaje nobiliario con los caballos y que ve cómo, cada domingo de rejones, los tendidos son verdaderamente espejo de la ciudad sin que ninguna tradición pueda poner freno al algarabío.

La corrida de rejones es un acontecimiento popular en Sevilla y por eso se ve y se entiende mucho mejor desde los tendidos de sol, los cuales ayer estaban muy revueltos con la casi salvación del Real Betis y secundaron varios gritos de mucho Betis que todo el mundo, como ha de ser, lo vivió de lo más normal. La gente estas tardes no va a sufrir ni a quejarse, son tardes para aplaudir, llevar a los niños y asombrar a los turistas, muchos de los cuales hoy eran chinos y miraban extrañados como un hombre a caballo, Andy Cartagena, abría la tarde paseando una bandera roja por el centro del coso de una corporación nobiliaria. El primer toro de la tarde ya nos dejaba ver un poco cómo iba a ser la corrida, se trataba de que los caballos embistieran a los toros todos mansos y paradísimos. Y Cartagena estuvo desde el principio entregado, apretando muchísimo las distancias y luciendo las excepcionales cualidades de su cuadra. Estuvo certero con los rejones en este primer toro, pero curiosamente, el público aplaudió más los adornos previos, los juegos con el toro que él interpreta con una gracilidad incomparable. Tal vez otra cosa que estas tardes dejan a la tauromaquia es una cierta nostalgia de un toreo -a pie- no vivido para muchos aficionados, el ágil y apolíneo toreo del birlibirloque que tan bien loara el maestro Bergamín y que, en gran medida, desterrara la revolución de Belmonte. De no haber fallado con el rejón de muerte, Cartagena, seguramente le hubiera podido cortar un trofeo a este primero. Ya en su segundo, nada pudo hacer el caballero con un morucho inválido de seis cientos kilos, absolutamente parado e inútil para el toreo a caballo.

Del mismo corte fue el primero de los que lidió Diego Ventura. La faena de este tuvo el mérito de saber leer las fuerzas y los tiempos del animal, sacándole dos canónicos pares puestos al quiebro en los medios de la plaza. Eso y el excepcional derroche de elegancia torera de su caballo Pegaso, flotando en caracoles sobre la embestida trotona del toro, provocaron una mayoritaria petición de oreja tras un rejón de muerte algo desprendido.

Los tendidos maestrantes no secundaron esta petición finalmente denegada por el presidente. Es decir que se quebró el principio democrático en una tarde popular a favor, en mi opinión, de una decisión mucho más cercana a la justicia material. Faena clásica

Pudo habérsela cortado Ventura al quinto, en una faena más clásica, de mejor gusto, construida sobre el también magistral caballo Ordoñez. Pero la precisión en la colocación de los rejones que presidió cada uno de los encuentros no se hizo presente en la suerte de matar y esto le costó la concesión de un trofeo que hubiese hecho justicia a las dos faenas. Sin duda el peor lote de la tarde se lo llevó Leonardo Hernández. Estuvo mejor con su primero al que supo forzar embestidas imposibles aprovechando la querencia pero sin mucha precisión con los palos. En el sexto, casi se desespera ante la pasividad de un animal flojísimo, lo que le llevó a estar bastante desatinado e impaciente en los lances. Aun así, el público no le negó el diálogo e incluso le dijo cosas bonitas y de muy buen gusto al despedirse la tarde. Y es que el público, sobre todo el público, ayer estuvo fenomenal.

<img width="309px" height="133px" src="http://www.larazon.es/images/uploads/image/f0/f8/368306/c617x266_075nac16fot1.jpg?1334522858">

LA RAZÓN

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/alvaro_acevedo.jpg"/>Por Álvaro Acevedo. Tarde fría, toros blandos y palco duro

Entre que el presidente se puso duro y que los toros no tuvieron raza, la tarde se fue de rositas. Ello no quiere decir que, dado el nivel altísimo de la terna, no se vieran cosas interesantes, que se vieron. Por ejemplo, en Andy Cartagena, que reapareció de su lesión en Valencia frente a dos toros tan nobles como faltos de motor. Estuvo fácil en ambos, y lucido por momentos especialmente parando al toro que abrió plaza con «Cuco», y toreándolo despacio luego con «Magno»; y también, montando a «Pericalvo» en el cuarto, con el que fue capaz de calentar los tendidos gracias a sus balanceos y buenos palos arriba.

De Leonardo me extrañó una cuestión: anduvo impecable con el toro malo, y desacertado con el que se dejó más. Aquí no midió bien sus ataques y se quedó sin toro más de una vez. En cambio, puso banderillas de un mérito incuestionable frente a su primero, un toro reservón al que le pisó terrenos muy comprometidos, con pureza y valor, clavando arriba tres palos estupendos a lomos de «Verdi». Esto, y tres cortas al violín antes de un buen rejón de muerte hubiese merecido la oreja, pero el señor del palco tenía el día malo. Pero la noticia de la tarde fue que Diego Ventura no salió por la Puerta del Príncipe. Mucho más: no cortó tampoco una sola oreja. Le negaron la bien ganada de su primero y pinchó al quinto, con el que arriesgó hasta el límite con el caballo «Ordóñez» en piruetas inverosímiles. En realidad, Diego se la jugó durante toda la lidia porque con «Nazarí» galopó de costado a un palmo (o menos) de los pitones. Muy seguro al clavar las farpas, puso además un gran par a dos manos con «Remate», que es una belleza de animal.

Pero para belleza la de «Pegaso», con el que Diego cuajó un soberbio tercio de banderillas en su primero. Muy de frente siempre, clavó al estribo en todo momento y además intercaló más piruetas y galopes de costado evidenciando que este joven caballo de su cuadra puede ser una gran figura. El presidente le negó la oreja y marcó así el nivel de exigencia de un festejo de rejones insólito: ni un trofeo en seis toros.

DIARIO DE SEVILLA

Por Luis Nieto. Gélido festejo de rejones

El maestro Ángel Peralta perseguía ayer con su mirada a los caballos y los rejoneadores en la gélida tarde sevillana, que como frío acero, hundió un rejonazo a los ánimos de los espectadores de la Maestranza. De principio a fin, el genio del rejoneo vivió un espectáculo con Cartagena, Ventura y Hernández que no llegó a romper, ni siquiera en un epílogo que culminó con la suerte de la rosa. Me contaba cierto día el Centauro de la Puebla como nació esta suerte: “En una corrida en Sevilla, una mujer muy bella, que se asustó cuando el toro estuvo a punto de cogerme, arrojó una flor para hacerme el quite. Era una rosa que cayó en la arena, entre el toro y yo, una rosa que llevaba clavada en el pecho. Entonces yo me tiré del caballo, até la flor a una banderilla corta y le brindé la suerte: ”-¡Para que no se asusten/ en la plaza las hermosas,/ a los toros las heridas/ se las cubriré de rosas!“. Brindis poético de un genio de la tauromaquia. Por contra, lo sucedido ayer en el ruedo de la Maestranza fue prosa en una tarde en la que alguien pareció robarnos la primavera. Porque un viento frío pareció adueñarse de todo lo acontecido; cuando estos festejos de rejones suelen decantarse por la brisa del triunfalismo. Por eso, el que la terna compuesta por Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández se marchara de vacío es noticia relevante. La corrida de San Mateo-San Pelayo, con escaso fondo, peticiones no abrumadoras y desaciertos en la suerte suprema fueron determinantes para la ausencia de trofeos.

Andy Cartagena, que reaparecía tras la lesión del brazo derecho, por caída en la pasada Feria de Fallas, concretó una actuación entonada. Ante el que abrió plaza, un animal boyante, pero con escasísimas fuerzas, se lució al pararlo en el primer tercio. En banderillas arriesgó bastante y a punto estuvo de ser cogido en una pirueta. Con el toro rajado, provocó las embestidas en un palmo de terreno. El epílogo, con tres cortas al violín, fue de lo más ovacionado.

Con el cuarto, un animal que tras unas primeras acometidas con trote cochinero se afligió, el rejoneador benidormí se lució en el toreo a dos pistas. Tanto en el rejón de castigo como en banderillas -cerró con las cortas-, clavó con acierto en una labor que no caló en los tendidos.

Diego Ventura, con el manejable segundo, destacó con Triana en un rejón de castigo. Con Pegaso consiguió uno de los mejores momentos de la tarde, con un toreo a dos pistas de peso. El público ovacionó con fuerza una de las suertes -de largo, de frente y al quiebro-, en una faena que cerró de manera espectacular con las cortas; así como un espectacular desplante, cara a cara, con el toro. Mató de rejón. Hubo petición, con más voces que pañuelos. El presidente no concedió la oreja y Ventura desechó la idea de la vuelta al ruedo.

Con el reservón quinto, los mejores pasajes llegaron con Ordóñez, en sendos quiebros y con piruetas en la misma cara del astado. En esta ocasión, un pinchazo previo a un rejón sin quebrar fue decisivo para que el público no solicitara trofeo.

Leonardo Hernández se las vio con el peor lote. El manso tercero, de salida distraída, apretó siempre con fuerza hacia los adentros. Dentro de una actuación marcada por la desigualdad en la colocación a la hora de clavar, el pacense consiguió como punto más lustroso un par a dos manos.

Con el reservón sexto, Hernández anduvo algo descentrado, con un par de pasadas en falso en banderillas. No parecía cómodo e incluso el toro le tropezó una cabalgadura. Todo acabó con una rosa. Era lo único que nos recordó que estábamos en primavera. Porque tanto el cielo entoldado, como el viento frío que azotaba en la plaza de Sevilla, situaba al espíritu y al ánimo en otras latitudes y estaciones. Y es que alguien, a mitad de abril, nos robó la primavera en un espectáculo que acabó con la suerte de la rosa. Pero no aquella rosa poética del maestro Peralta, sino más bien con una rosa prosaica de invernadero.


TOROMEDIA

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El presidente y el rejón de muerte le niegan el triunfo a Diego Ventura

Diego Ventura ha tenido una destacada actuación esta tarde en Sevilla, donde ha conseguido sobreponerse a la sosería del ganado, al gélido ambiente reinante en la plaza y a un presidente que le negó el triunfo en el primero de su lote. De no ser por el palco y por el rejón de muerte -que le falló en el quinto de la tarde- ahora estaríamos hablando aquí de un nuevo triunfo del rejoneador de La Puebla en la Maestranza sevillana. Pero ayer todo quedó en ovaciones, eso sí después de una nueva demostración de supremacía de Ventura en el ruedo.

Diego Ventura comenzó en el primero de su lote con la yegua Triana templando muy bien de salida y clavando dos rejones de castigo. Diego hizo las cosas despacio y con mucha sobriedad en la puesta en escena. En banderillas sacó primero a Pegaso con el que tuvo que llegar mucho al toro, que estaba un tanto aplomado. Logró clavar dos buenos palos con este nuevo caballo. A continuación montó a Cheke y puso dos banderillas al quiebro adornándose con una reverencia previa. Cerró con tres cortas montando a Califa y mató de rejón certero. El público pidió la oreja con bastante fuerza, pero el presidente no la concedió. Recogió una ovación en los medios y hubo bronca para la presidencia por negarle el trofeo al rejoneador de La Puebla.

Ventura paró al quinto con Demonio de forma muy templada y puso un solo rejón de castigo. En banderillas sacó a Nazarí y templó muy bien, a milímetros de los pitones del toro dejándoselo llegar hasta el límite y clavando dos buenos palos. Con Ordóñez hizo lo más emotivo de la tarde adornándose en los cites y dando piruetas a la salida después de clavar de forma soberbia en buenas batidas. Logró con este caballo algo muy difícil: caldear los helados tendidos, acobardados a esa hora por el viento y el frío. Terminó con Remate poniendo un buen par a dos manos y tres cortas muy ligadas. Perdió trofeos al pinchar en dos ocasiones. Lo que fue una faena de premio quedó relegada a una ovación por culpa del acero. Pero Ventura había demostrado una vez más que tiene capacidad para superar la adversidad y lograr buenos resultados a pesar de no tener buena materia prima.


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COPE

Por Sixto Naranjo. Apuntar y no disparar

Que no se corte ninguna oreja en un festejo de rejones ya es de por sí noticia. Pocas veces sucede esto. Que la Maestranza registre sólo media entrada para ver un festejo más que interesante a priori también es noticia. El abono ha bajado y ya se están notando las consecuencias.

Lo que ya es menos noticias tras tres festejos celebrados en esta Feria de Abril es la frialdad con la que se están viviendo los festejos en el coso sevillano. Ni la novillada inaugural, ni la corrida de este sábado, ni los rejones de hoy domingo han logrado levantar el ambiente plomizo y gélido que parece instalado en los tendidos.

Buena culpa de lo vivido este domingo ha sido el poco juego de la corrida del Niño de la Capea lidiada. Encierro sin chispa, muy venido a menos en la mayoría de los casos y que ha contagiado también a una terna demasiado desangelada, que han apuntado más que disparado para quedar todo en una batalla con balas de fogeo para aburrimiento de los presentes.

Volvía tras su lesión en Valencia el rejoneador Andy Cartagena. Su primer toro le duró un suspiro. Tras dos rejones de castigo, el toro de San Mateo se afligió y pese a la insistencia del caballero y la seriedad de su toreo, la faena nunca terminó de romper. Se pidió la oreja sin mucha intensidad y el palco se mostró serio e inflexible.

Tampoco pudo redondear con el cuarto, otro animal sosito al que construyó una faena a más que terminó a buen nivel a lomos de Pericalvo, con varias banderillas de buena ejecución y tres cortas al violín que supusieron el epílogo a la faena. Pero el rejón de muerte viajó caído y perdió cualquier atisbo de trofeo.

La actuación de Diego Ventura ha tenido seriedad y sobriedad a partes iguales. Si bien, su toreo requiere de un toro que transmita más para poder desarrollar todo su toreo. El toro de Capea que lidió en primer lugar tuvo bondad pero escaso fondo. La faena se fue diluyendo a medida que al toro se le acababa la gasolina. Destacó en la monta del espectacular “Pegaso” y culminó su faena con “Califa” para clavar varias cortas de mérito. Al igual que con Andy, se pidió la oreja pero sin mucho entusiasmo, por lo que el reconocimiento final quedó en una ovación.

El quinto fue el animal que más celo y acometividad sacó durante el festejo. Ventura, que no quiso castigar en exceso al toro, rayó a buen nivel con “Nazarí” y “Ordóñez”, con el que dejó un gran par a dos manos. Pero todo quedó sin premio por no utilizar con prontitud y corrección el rejón de muerte.

Hasta la puerta de chiqueros se fue Leonardo Hernández para recibir a su primero montando a “Cairel”. Después la faena se desarrolló con las intermitencias lógicas de lidiar un ejemplar sin chispa ni gracia en sus embestidas. Lo intentó el cordobés con “Verdi” y “Xarope” pero su labor nunca remontó la frialdad ambiental.

Con el sexto, Hernández no pudo remontar y contagiado ya por el pesimismo imperante en la Maestranza, trenzó una labor irregular con varias pasadas en falso como punto negativo y varias cortas de nuevo con “Xarope” como nota positiva.


Sevilla Temporada 2012.

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