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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Tarde del domingo, 19 de abril de 2009

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fermín Bohórquez (bien presentados, muy parados en líneas generales. El 4º destacó sobre el resto por su nobleza y movilidad).

Caballeros rejoneadores:

Fermín Bohórquez. Pinchazo, rejón de muerte, tres descabellos (silencio); bajonazo (vuelta al ruedo).

Hermoso de Mendoza. Dos rejones de muerte, dos descabellos (saludos desde el tercio); rejón trasero (vuelta al ruedo tras petición).

Diego Ventura. Rejón de muerte en su sitio (oreja); rejón de muerte, descabello continuo (oreja).

Incidencias: el caballo de nombre Silveti, de la cuadra de Hermoso de Mendoza, resultó corneado en la lidia del 5º.

Presidente: Juan Murillo.

Tiempo: Soleado.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa: El Mundo, ABC, Diario de Sevilla, El País, JA del Moral.

©Díaz Japón y EFE


Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Llegaron los caballos a la Maestranza. Si don Antonio Cañero levantara la cabeza… no pienso que se pudiera creer que hoy día los caballos morderían a los toros en el lomo y en la testuz. Lo que hace Morante, la estrella equina de Diego Ventura. También Hermoso de Mendoza, perdida la batalla con el lisboeta de la Puebla, busca ya ese espectáculo, con tordo llamado “Pirata”, con desplantes a todo herido. Antes apenas conocíamos a “Cagancho” por su nombre. Ahora se saben los de la cuadra de Hermoso: “Caviar”, el más famoso “Chenel”, “Silveti”, que resultó herido, y “Tiziano”, hijo de “Cagancho”. Y los de Ventura: “Girasol”, “Manzanares”, el más espectacular, y “Califa”… Hasta hemos sabido del amor entre la yegua perla “Rubia” y “Sinfonía”, dos de la cuadra de Bohórquez. Este estuvo clásico, elegante, pero sin suerte suprema. A Mendoza le puede la presencia de Ventura y se fue de vacío, aunque pudo cortar una oreja. Y Ventura se llevó las dos -las tres hubiera sido demasiado- con su nueva concepción del toreo ecuestre. Pero llevan gente a la plaza. Y el rejoneo avanza a golpe de revolución. O de innovación circense, que todo puede discutirse.


Lo mejor, lo peor

Por Carlos Javier Trejo.

La faena del Hermoso de Mendoza al 2º fue lo mejor de una tarde en la que finalmente Diego Ventura resultó triunfador. El jinete navarro bordó el toreo a caballo ante un ejemplar poco colaborador con el que estuvo soberbio de principio a fin, lástima que fallara con el rejón de muerte y necesitara dos golpes de verduguillo. Quebró de salida con Caviar, y clavó en todo lo alto. Chenel dejó constancia de que actualmente es la estrella de la cuadra. Esperó, templó a dos pistas y arriesgó por los adentros de forma magistral. Con Ícaro toreó en redondo con los pechos y con Pirata clavó 4 cortas, dos de ellas a dos manos. Una labor que levantó a los espectadores en los momentos más álgidos. Si lo mata le hubiera cortado las orejas. Aunque el triunfador numérico fue el joven Diego Ventura, que exhibió una doma espectacular que caldeó los tendidos. Dobles piruetas con Manzanares, bocados de Morante, carrusel de banderillas cortas con Califa y soberbias banderillas con Nazarí dejándoselo llegar al estribo a dos pistas. Brillantes momentos que le valieron sumar una oreja de cada toro. No quisiera olvidarme del presidente, al que felicito por su actuación imponiendo un criterio ejemplar acorde con la categoría de la plaza, no como estábamos acostumbrados en otras de rejones.

De lo peor, podríamos empezar comentando el mal juego ofrecido por los astados de Bohórquez, muy parados y muy poco aptos para el lucimiento. Fermín Bohórquez sorteó el mejor toro de la tarde, un ejemplar noble y repetidor, con el que estuvo muy sobrio y sin acabar de conectar con los tendidos, y sin alcanzar el nivel de sus compañeros de terna. De la actuación de Ventura he de reconocer que no me gusta ese gesto del caballo Morante tirándole bocados al morrillo del toro en medio de la carcajada general del público. Tanto me maravilló la doma de Nazarí, un precioso lusitano castaño, con una admirable velocidad en los cuartos traseros, con el que cometió dos errores que no se pueden pasar por alto, como es quedarse sin toro en una banderilla y clavar en los bajos en otra (imagino que el presidente tomaría nota), argumento sustancial para que no mereciera la segunda oreja. Tanto se ha evolucionado en el rejoneo actual, tanto se ha reducido las distancias y arriesgado en los terrenos, que lo acontecido en el 5º no nos debería extrañar. Pero resultó tan desagradable ver a un caballo con una cornada que ésta echó por tierra los esfuerzos por agradar de Hermoso de Mendoza. Confiemos en que Silveti vuelva pronto a la cara del toro.


El Mundo

Por Carlos Crivell. Fermín firmó el rejoneo bueno

El rejoneo moderno se ha convertido en un espectáculo que mucha veces se aleja de lo que debe ser el toreo a caballo. La doma ha llegado a niveles insospechados y los caballos toreros se convierten en auténticos malabaristas. El primer paso lo dio Hermoso de Mendoza, aunque ya con Diego Ventura se ha rizado el rizo de lo inverosímil.

El primer festejo de rejones del ciclo ferial ha sido una buena muestra del toreo a caballo que se exige en estos momentos, pero también de que aún se torea a caballo con arreglo a los cánones. Hablar de cánones en rejoneo es como hablar en un idioma que pocos conocen. En el toreo a pie se distingue muy bien lo ortodoxo de lo heterodoxo; en el toreo a caballo, en estos tiempos no se es nadie si no se raya en el tremendismo.

Fermín Bohórquez no sabe nada de estridencias, tampoco de carreras alocadas, ni de piruetas ni balanceos lejos del toro. Lo suyo es llevar al animal al centro, citar de frente, clavar al estribo y salir con limpieza de las suertes. Ese toreo llega poco al tendido y deja fríos a quienes buscan otra cosa.

Fermín no pudo redondear con el que abrió plaza. El primer rejón no se partió y cayó en mal sitio. El toro quedó algo resentido. El par a dos manos con Melero fue simplemente enorme. Falló con el rejón de muerte.

La gran lección del caballero jerezano llegó en el cuarto. Fue el mejor toro, pero se encontró con un señor del toreo a caballo. Paró a toro con Rubia de forma admirable, se gustó en palos con Ruiseñor y sacó a Sinfonía para colocar uno a dos manos para el recuerdo. Todo fue justo, medido, señorial, sin una carrera a destiempo. Sólo el rejón de muerte le privó de cortar trofeos. Fermín firmó el rejoneo bueno, porque sus compañeros fueron dos torbellinos de pasiones sobre el ruedo.

Hermoso de Mendoza armó un taco en su primer toro, también un buen colaborador. Puso su faena en manos de Chenel y levantó la plaza con la labor de Ícaro. Hermoso está a mitad de camino entre el rejoneo puro y el espectáculo total. Esta faena al segundo levantó clamores que sólo se disiparon por una forma de matar impropia de su experiencia. Se precipitó y lo que debió ser un triunfo de clamor se quedó en la sordina de una ovación clamorosa.

Con el quinto no fue el mismo rejoneador de antes. El toro se vino arriba en su genio al cornear en el anca derecha a Silveti. A partir de ahí, Pablo sacó caballos nuevos, cumplió con decoro y volvió a fallar con el rejón definitivo. Su duelo con Diego Ventura lo había perdido.

Ganó Diego esa pugna particular entre los dos reyes de rejoneo actual. Y lo hizo porque puso sobre el albero a sus caballos estrellas que acertaron a mostrar sus cualidades. Al público le importa poco si los intentos de Morante por morder al toro son ortodoxos. Le gusta ver al caballo mordiendo. Y le entusiasman las piruetas de Manzanares, lo mismo que el valor y la flexibilidad de Nazarí. Como Ventura sabe lo que gusta, es absurdo pedirle que se atenga a los cánones. En esto del toreo, el canon es el triunfo, las orejas, las puertas grandes, aunque para alcanzar esa meta haya que salirse de cualquier norma establecida.

De la tarde de Ventura, lo mejor fue su permanente afán de triunfo. Cortó una oreja a cada toro porque acertó pronto con la muerte, a sabiendas que aquí no se valora tanto la colocación del estoque. Y si no salió de nuevo por la Puerta del Príncipe fue porque el descabello se llevó la segunda oreja del sexto, que la plaza estaba dispuesta a concederle si acierta pronto.

Primó el espectáculo, como ya es habitual en estos festejos. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. Todavía se debe cantar lo que es bueno por su pureza. Si tardes como la de Fermín pasan desapercibidas, malo sería para el toreo. Bueno es que haya espectáculo, que existan cabalgaduras capaces de arrimarse hasta más allá de lo permisible, pero que conste que en la Maestranza hubo también gotas de buen toreo a caballo, las mejores firmadas por un caballero de Jerez.


ABC

Por Zavala de la Serna. Ventura sólo gana en el marcador al magisterio de Hermoso

Un cielo sereno de fantasía, entreverado de nubes pero soleado, esperaba el duelo entre Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura en la Maestranza. Respondió el público con un lleno a la expectación, alimentada con declaraciones de ida y vuelta después del triunfal encontronazo de Arles. La rivalidad por el trono del rejoneo viene de largo. No le ha sido fácil a Ventura abrirse camino ante la fuerza de Pablo, sobre todo en el Norte…

El marcador de ayer dice que Hermoso perdió el título ante el aspirante, que ganó a los puntos: dos a cero. Pero quien hizo de verdad el toreo a caballo, sin populismo, sin histrionismo, sin espada y, por tanto, sin orejas fue el caballero de Navarra. La faena al buen segundo toro de Fermín Bohórquez fue un maravilloso compendio de raza en el saludo con «Caviar», magisterio y valor a dos pistas en banderillas con «Chenel» crecido a dos pistas por los adentros y cumbre en los medios con una enorme batida al pitón contrario, temple con «Ícaro» alado y arrojado en las cortas a dos manos y… «Pirata», pobre «Pirata», que estropeó la extraordinaria sinfonía en la suerte de matar. Realmente «Pirata» sólo obedeció al maestro, que se fue muy de lado en un feo bajonazo, inocuo para colmo. Por lo que se ve, el Reglamento obliga absurdamente a pasar otra vez, y así se lo indicó el palco a Hermoso, que quería descabellar con razón. Las leyes son idiotas. Pablo I de Navarra perdía en ese momento el combate de cara a la galería. Porque además el cabezón quinto fue malo y violento. Hermoso apostó por un solo hierro, que venía siendo la medida de la corrida de Bohórquez y, tal vez, erró. El pato lo pagó «Silveti», que sufrió una cornada en un taponazo de los muchos que pegó el morlaco, que se ponía constantemente por delante.

Si Pablo pudo equivocarse en esa decisión, también Diego Ventura desacertó al castigar con dos rejones al tercero, que se paró mucho. Lo solventó con un arrimón considerable y con los bocaditos que tiraba «Morante», el equino, claro, al toro. Recuerdo cuando Hermoso hacía lo mismo con «Mariachi» (q.e.p.d.) y se lo recriminábamos. Pues aplíquese el cuento. Ventura mató soberbiamente por arriba, y cortó la oreja. La pasión se desató con el sexto ya con la salida a hombros a tiro, y también se desmelenó el caballista hispano luso. Muy acelerado, eléctrico, fallón y valiente, entabló un diálogo constante de gestos y aspavientos -suyos y de su cuadra- con los tendidos. Populismo se llama. Lo contrario a lo que sostenía Morante, el hombre, claro, en una reciente entrevista: «Hay que torear al toro, no al público». Volvió a clavar el rejón mortal con tino. Necesitó del descabello, a lo que en esta ocasión la presidencia o no se opuso o ni siquiera fue consultada. Pero estuvo en su sitio al frenar el entusiasmo en una oreja. Dos hubieran significado una Puerta del Príncipe exagerada.

Pudo aportar su granito de arena con un trofeo Fermín Bohórquez con el estupendo cuarto en clásica, certera y reunida faena, que se quedó en vuelta al ruedo: el rejonazo en los costillares demeritó la pañolada. Había sangrado mucho el toro que rompió plaza, pronto aquerenciado. Bohórquez lo pasó fácil y otra vez sin acero.


Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Ambrosía de Hermoso y espectacularidad de Ventura

Lástima que la corrida de Bohórquez, de buenas hechuras y con toros en el tipo murubeño de la casa, no estuviera en su conjunto a la altura del evento. Se salvaron segundo y cuarto. Pese a ello, el público que llenó hasta la bandera la Maestranza, en una tarde espléndida en lo climatológico, se deleitó con rejoneo de altura a cargo de Pablo Hermoso de Mendoza, que cuajó una faena, pura ambrosía, malograda con los aceros, Diego Ventura, espectacular y torero, y Fermín Bohórquez, que combinó sobriedad y calidad en su toreo campero.

Pablo Hermoso llegaba a Sevilla tras una campaña extensa y exitosa en México. 20 años de alternativa, una década desde que cortara un rabo en la Maestranza y una cuadra excelente. El navarro cuajó un gran faenón al noble segundo, que fue a menos. Se gustó toreando tanto en el primer tercio como en banderillas, con quiebros soberanos y oportunos, como uno que hizo con Chenel, un auténtico trincherazo bajo el reloj, que puso al público en pie. Con ese caballo maravilló en el toreo a dos pistas, clavando los palos arriba. Con Ícaro, un caballo muy valiente, deslumbró al prender una banderilla de frente. Con el público en el bolsillo y Pirata bajo su mando, llegó el asalto final con un par a dos manos, las cortas y hasta el adorno del teléfono. Faena medida y brillante que emborronó con un despreciable bajonazo. El toro quedó amorcillado y el navarro precisó de otro rejón de muerte y dos descabellos. De premio gordo -la cosa iba para dos orejas-, el balance quedó en una pedrea -fuerte ovación-. Con el quinto toro, que se orientó de inmediato en banderillas y esperó con guasa, la labor no pasó de correcta, con el contratiempo de una cornada a Silveti en el comienzo del tercio de banderillas, que remató de manera gris con los aceros.

Diego Ventura anduvo muy espectacular ante el manso y parado cuarto, abusando de los picotazos (bocados) que tiraba su caballo Morante al astado. Mató a la primera, de un rejón, y el público solicitó una oreja, que le fue concedida. Ante el manejable sexto desplegó un toreo con más matices, desde los recortes de recibo, que hizo en una baldosa, hasta las banderillas cortas, montando al albahío Ginés. Hubo quiebros increíbles, arriesgó lo suyo en varios pasajes y también aderezó la faena con una comedida nota espectacular, el teléfono, en el epílogo. Tras un rejón de muerte, el toro quedó aplomado junto a tablas. Precisó de dos descabellos y todo quedó en un trofeo.

Fermín Bohórquez realizó una faena con bastantes desigualdades ante el manso que abrió plaza, con el que estuvo desacertado con los aceros. Al encastado cuarto, un toro con movilidad que se resistió a morir, el jerezano lo recibió frente a toriles y calentó al público con una cabalgada vibrante, montando a su preciosa yegua Rubia, de capa perlina. En banderillas clavó arriba y brilló sobremanera en un par a dos manos a lomos de Melero. Un bajonazo le dejó sin trofeo y el premio quedó en una vuelta al ruedo.

La lectura del primer festejo de rejoneo del abono es que la crisis no ha hecho mella en taquilla para disfrutar del arte de Marialba. Muchos niños en los tendidos. Ambiente jovial -hasta la banda de Tejera se llevó una ovación de órdago-. Y un espectáculo en su conjunto de gran nivel, únicamente ensombrecido por una cornada limpia, de 30 centímetros en el anca derecha, a Silveti, un caballo torero con valor a prueba de cornadas, como el fundador de la dinastía torera mexicana a quien rinde homenaje con su nombre, El Tigre de Guanajuato, aquel que en una enfermería, cuando le iban a operar de un cornada brutal, le paró en seco al cirujano, encendió un puro y le dijo: “Ya puede rajar, doctor, si me tengo que morir en el quirófano, que sea fumándome un puro”.


El País

Por Antonio Lorca. El diseño de una voltereta

El rejoneador Diego Ventura cortó una oreja a cada uno de sus toros en la cuarta corrida de la Feria de Abril, pero los auténticos triunfadores de la tarde fueron sus caballos y los de Fermín Bohórquez y Hermoso de Mendoza, que le acompañaban en el cartel.

Los tres lidiaron una corrida mansa y descastada de Bohórquez, que impidió la apoteosis, pero no el triunfo incontestable de unos caballos de cine, toreros, valentísimos, artistas, que ofrecen una dimensión cada vez más innovadora del toreo a caballo. No es posible mayor cercanía de los pitones del toro ni mayor naturalidad en todas las suertes. Chenel, de Hermoso, es demasiado perfecto para ser verdad; y a su mismo nivel deslumbran Manzanares, Morante y Califa, de la cuadra de Ventura, espectaculares siempre, y los caballos de Bohórquez, clásicos y señoriales.

No hubo más trofeos por el mal manejo del rejón de muerte, pero Fermín -que dio una vuelta al ruedo en el cuarto- volvió a ser fiel representante del rejoneo ortodoxo: Hermoso es la consagración de la madurez, y Ventura, la juventud arrolladora.

El lunar negro de la tarde fue la cornada que sufrió Silveti, de la yeguada de Hermoso de Mendoza, aunque parece que no reviste gravedad.


De Toros en Libertad

Por José Antonio del Moral. Hermoso pincha una faena magistral y Ventura corta dos orejas

El esperado duelo en la cumbre entre Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura se saldó con la victoria numérica del arrollador centauro de la Puebla del Río que cortó una oreja de cada uno de sus dos toros con los que anduvo a gorrazos, como siempre, y los mató muy bien. Sin embargo, para el recuerdo quedará la gran y magistral faena del jinete navarro al segundo toro de la tarde. Un prodigio de exactitud y sabiduría que lamentablemente quedó sin triunfo por fallar con el rejón de muerte. Hermoso recibió una clamorosa ovación desde los medios. Por delante de ambos contendientes y ajeno a la disputa, actuó Fermín Bohórquez que anduvo elegante y muy en clásico aunque evidentemente mermado por enfermo frente a los dos toros que le correspondieron de su propia ganadería. El debut en Sevilla de varios jóvenes corceles de Hermoso y de Ventura, fue muy celebrado por los expertos en rejoneo. Y lamentada la cornada que recibió el caballo Chicuelo por el muy violento quinto toro de la tarde.

Hay mucha gente empeñada en destronar a Pablo Hermoso de Mendoza a manos de Diego Ventura. Pero eso va a resultar muy difícil por muchas carreras que pegue y muchas orejas que corte el nuevo centauro de La Puebla. Sin restar méritos a Ventura ni despreciar sus virtudes que las tiene en grado superlativo como su indudable afición, su capacidad y entusiasmo, su muchísimo valor y muy buena monta, además de una soberbia cuadra de caballos, aún le queda mucho y estoy por decir que todo para llegarle a Hermoso a la suela de sus botas, sencillamente por su absoluta falta de clase. Y es que le resulta inevitable envolver cuanto hace de un montón de vulgaridades. Me niego pues a rendir armas ante Ventura porque mientras Pablo esté en activo y aunque los años no perdonan a nadie, el solo hecho de su presencia en el ruedo y lo que sigue logrando a cabo ya de veinte, es indestructible.

Y lo es no solo por sus propias y excepcionales condiciones como torero y jinete, también por la sutileza de sus maravillosamente domados corceles que, año a año, va sacando. Ayer mismo, Ícaro, Pirata y Tiziano. Y los tres con grandes cualidades. La lidia del segundo toro, muy remiso, obligó a Hermoso y a sus caballos a tener que esperar que le llegaran hasta casi rozarles para clavar. Fue un portento por cómo lo llevó a cabo sin vender nada. Como la cosa más natural del mundo, con esa difícil facilidad de los elegidos. Facilidad que le separa de los que muestran su esfuerzo en cualquier ocasión por brillante que sea.

Nada que ver, entonces, la gran faena de Hermoso frente al segundo toro de Bohórquez con las meritorias, valerosas, entusiastas y, como siempre, chabacanas de Ventura. El chico intenta serenarse, pero al final no lo consigue. Tendrá que refrenarse en sus exageraciones y muestras de mal gusto para que nos detengamos para admirarle. Ventura es el rejoneador prototipo de la época que estamos viviendo. Un producto más del sistema.

Sevilla Temporada 2009

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