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Real Maestranza de Sevilla

<img width="310px" height="200px" src="http://www.abc.es/Media/201504/19/puerta-principe--644x362.jpg">

Domingo, 19 de abril de 2015

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fermín Bohórquez (bien presentados, con diferente juego).

Rejoneadores:

Rui Fernandes: Rejón de muerte muy bajo (saludos); rejón de muerte caído y trasero (oreja).

Diego Ventura: Rejón de muerte en su sitio (oreja); rejón de muerte trasero (dos orejas).

Andrés Romero: Rejón de muerte trasero, descabello (silencio); rejón de muerte en su sitio (dos orejas).

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado y agradable.

Entrada: poco más de tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa:

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Y ya van diez. Ventura soñaba desde hace un año en conseguirlo. Su décima Puerta del Príncipe. Diego ha superado todos los records. Una marca difícil de alcanzar. Un hecho histórico. La primera oreja la arrancó por un vibrante final de faena a lomos de Remate colocando tres pares de banderillas cortas al violín junto con un rejonazo fulminante. Con la puerta entreabierta, el rejoneador de la Puebla salió a por todas. Estuvo arrollador con Sueño. Con él clavó un gran par al quiebro cabalgando hacia atrás mientras el toro venía hacia él. Con Maño estuvo valiente, poniendo ambos la transmisión que le faltaba al animal. Otro rejonazo certero puso al público en pie pidiéndole las dos orejas. La faena de más enjundia la ejecutó Andrés Romero en el sexto. Labor emocionante y de raza del onubense. Chaquetilla en mano se fue a recibirlo a toriles. Romero estuvo inteligente dándole las distancias y los tiempos necesarios. El rejonazo final desató la locura. Rui Fernandes también obtuvo un trofeo del cuarto con una actuación digna y superior a las cualidades de su lote. Un año después, se volvía a repetir la misma historia. Ventura y Romero a hombros.

Lo peor: Esta no es mi Sevilla. Viendo la tarde de ayer y la de hoy en la Maestranza observas una falta de cordura enorme de la afición. La Puerta del Príncipe se ha convertido en una puerta facilona. Sevilla pierde con esto categoría pareciendo una plaza de tercera. Méritos tienen las actuaciones, tanto la de ayer de Manzanares como la de hoy de Ventura, pero exageradas son sus recompensas. Acertada estuvo ayer Anabel Moreno al no conceder el tercer trofeo. Hoy José Luque no lo estuvo tanto. Si queremos a la Maestranza debemos cuidarla y luchar por recuperar la afición sensata que ha tenido y debe tener. Pero sobre todo devolverle a Sevilla el lugar que nunca debió perder.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Aburrido triunfalismo ecuestre

Diego Ventura consiguió la meta que se había marcado al afrontar la Feria de Abril. Ya puede computar su décima Puerta del Príncipe y, eso está claro, certificar que hoy por hoy es el número uno de la especialidad. El único que podría hacerle sombra anda de bolos por plazas sin nombre en la otra orilla. Hablamos de Hermoso de Mendoza, que voluntaria y erróneamente ha renunciado a la más hermosa competencia que podría haberse vivido en el rejoneo contemporáneo.

De esos polvos vienen estos lodos. Y admitiendo la incontestable categoría del rejoneador de la Puebla del Río también hay que decir bien claro que el paseo por el mítico arco que desemboca en el Paseo de Colón no estuvo, ni de lejos, a la altura de otras actuaciones del mismo rejoneador; en esta misma plaza. ¿Le falta a Ventura el rival natural que le espolee? ¿Ha perdido la plaza de la Maestranza el carácter que la diferenciaba? ¿Ha entrado la especialidad del rejoneo en una peligrosa previsibilidad que nos hace dar por visto todo lo que acontece en el ruedo? Seguramente hay un poco de todo pero, más allá de esas preguntas hay una única certeza: la corrida, con o sin orejas, pudo entretener al cierto público que no hace demasiadas preguntas pero aburrió a muchos que, durante un tiempo, habían dejado aparcado el recurrente escepticismo ecuestre.

Hay otras claves preocupantes en el festejo de ayer: Ventura era el único reclamo solvente de un cartel que hace muy poco lograba meter en la plaza mucha más gente, con o sin las excursiones juveniles que habían organizado algunos de los actuantes. En cualquier caso, y reiterando que el tercer trofeo sobró, tenemos que recalcar que Ventura no falló en sendos trasteos entregados, bien planteados y resueltos a lomos de su asombrosa cuadra. El lisboeta brilló en las galopes a dos pistas con los que paró al primero, un toro que le costaba llegar y al que tuvo que hacer todo hasta conseguir que rompiera hacia delante. La muerte fulminante puso en sus manos la primera oreja. Cortaría dos más.

Ese generoso doble trofeo lo obtendría de un quinto con el que esbozó nuevas suertes, como ese cite a caballo parado y pasos atrás en el embroque que resolvió al segundo intento. Tuvo buen aire el toro, y Ventura animó el cotarro en esas pasadas por dentro que ya no tienen la capacidad de sorpresa de otro tiempo. Sí falló en la administración de los tiempos de un cite que culminó -afortunamente sin consecuencias- con el caballo cogido por los pechos. Hubo cortas al violín y rejonazo solvente para obetener -algunos se frotaban los ojos- esas dos orejas que validaban protocolariamente el paseo por la Puerta del Príncipe. Lo hemos dicho: era la décima; pero no fue la mejor.

Otras dos orejas se llevó el mejor discípulo de Ventura, que el pasado año tomó la alternativa en este mismo ruedo. Abusó de desplazar al toro en las batidas a pitón contrario pero no le faltó ánimo y entrega en su labor. Los sablazos y los descabellos con los que finiquitó al primero de su lote enfriaron los entusiasmos pero el jinete choquero no había dicho su última palabra. Romero se entregó a tope desde que tomó el marsellés para recibir en el túnel de chiqueros al sexto de la tarde. No le faltó su propia clá: ¡Andrés, Andrés, Andrés! le gritaban desde la grada los chavales que había invitado al evento. No les defraudó y se entregó en una faena trepidante -sobraron algunas prisas- en la que quiso hacer de todo y a veces hasta bien. A esas alturas ya se había desbordado el palco y todo hacía aventurar que si el toro doblaba pronto iba a llevarse ese doble trofeo que, con las tres de Ventura y la que obtuvo el portugués suman seis orejas que no, cuentan, ni de lejos, lo que realmente pasó en la plaza.

Ese sexto trofeo se lo cortó Fernandes al cuarto toro de la tarde, entregado en todos los terrenos y todas las suertes para suplir el tranquito que le faltaba al animal. No estuvo fino con los aceros para pasaportar al toro que rompió plaza, que tampoco estuvo sobrado de bríos. Fernandes sobresalió en algún palo resuelto de poder a poder. El público no estaba por la labor de complicar la vida a nadie. Visto lo visto, el palco, tampoco.

El País

Por Antonio Lorca. Penosa y tristísima tarde de rejoneo

A Diego Ventura le regalaron su décima Puerta del Príncipe por una faena irregular, muy alejada de otras tardes de gloria protagonizadas por este caballero en esta misma plaza. Andrés Romero también paseó el obsequio inmerecido de las dos orejas del sexto de la tarde. El público, bullanguero, triunfalista y pueblerino, y los toros, tristones, amuermados, con cara de pena… En fin, un espectáculo penoso, muy triste e impropio del prestigio que un día tuvo la Maestranza.

Esto se acaba. Como alguien —autoridad, toreros, rejoneadores, empresarios, ganaderos y taurinos sin graduación— no ponga remedio, el espectáculo taurino morirá más pronto que tarde por su propia inanición y sin ayuda de opositores. Festejos como este, celebrado en plena Feria de Abril, ponen de manifiesto que un cáncer con serias aspiraciones de ser mortal se mueve a sus anchas por los entresijos de la fiesta.

El espectáculo de rejoneo interesa cada vez menos. Prueba de ello es que una de las grandes figuras del momento actual como es Ventura no fue capaz de llenar la plaza. Pero es más: el desarrollo en sí del festejo carece de ritmo e interés; el encuentro entre el caballero y el toro es desigual, porque se enfrentan caballos poderosos, bien domados y alegres con toros amorfos, descastados y tristes. No existe la lidia, sino un juego irrespetuoso con el toro, auténtico convidado de piedra, en un espectáculo reducido a los números circenses del caballero. Da igual clavar al estribo que a la grupa; no importa hacerlo en lo alto o en los costillares, pasar en falso o acertar a la primera, porque lo importante es galopar y galopar, y acertar con el rejón de muerte, aunque la suerte final se haya convertido en una caricatura.

Además, el rejoneo se está quedando obsoleto. Todo suena a visto, como esa antiguada coreografía que los caballeros realizan tras el paseíllo, unos pasos insulsos e incoloros que repiten tarde tras tarde, como esa forma de engañar al toro siempre con ventajas, como esa imprecisión a la hora de colocar rejones y banderillas.

Ventura es un rejoneador que está bien hasta en las tardes grises. Su cuadra es espectacular y eso se nota. Ayer no levantó pasiones ante su primero, en una actuación muy difusa, con pasadas en falso y muchos tropiezos de los caballos con el toro. Mejoró ante el quinto, en el que emocionó de verdad cuando a lomos de Sueño citó a media distancia, el animal cabalgó hacia atrás con el toro ya arrancado, al que quebró espectacularmente en el encuentro y quedó una banderilla en todo lo alto. Extraordinario, sin duda. Pero no hubo faena redonda, sino, otra vez, pasadas en falso, un tropiezo con el caballo Maño que pudo acabar en drama e imprecisión con las banderillas cortas. Le concedieron inmerecidamente las dos orejas y se lo llevaron a hombros por la Puerta del Príncipe. Seguro que él, mejor que nadie, sabe que es un premio devaluado.

Andrés Romero sabe que la espectacularidad es una de las bases actuales del rejoneo, y procura imprimir dinamismo y jolgorio a sus actuaciones. No pudo brillar ante su primero, muy parado, pero salió en el sexto como si la pradera fuera suya y dispuesto a epatar con cabalgadas al mismísimo Séptimo de Caballería. Le sobra ilusión y le falta reposo y precisión. Es tremendista, se deja tropezar los caballos y jalea que es un primor. Divirtió al pueblerino público y le obsequiaron, sin mérito alguno, con las dos orejas. Pues muy bien.

Y el portugués Fernandes se esforzó ante su segundo porque, de entrada, se mostró cansino y aburrido. Templó bien ante el cuarto y quebró con soltura, se dejó llegar el toro muy cerca de las cabalgaduras y salió airoso de los encuentros. Vamos, que no estuvo mal.

Al final, dos triunfadores muy devaluados y en el ambiente una sensación de tristeza muy grande. ¡Quién te ha visto y quién te ve, Maestranza!

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Diego Ventura: un 'Sueño' de Puerta del Príncipe

Deslumbrante primavera en Sevilla y el albero de la Maestranza destellante como un sol, que en su descenso iluminaba la décima Puerta del Príncipe de Diego Ventura. Una Puerta del Príncipe como un 'Sueño'. Así se llamaba el caballo que desbrozó el camino de Triana con las orejas del quinto. Como si no importase, pero vaya si importaba…

Rui Fernandes abría plaza vestido a la federica con una casaca azul pavo floreada. Como un príncipe de cuento el jinete portugués de rubia melena. El toro de Fermín Bohórquez traía un tranquito templado que un rejón caído dejó dulce de más por muy sangrado. Fue suficiente el hierro para que Fernandes atacase con las banderillas desde el albino 'Casanova' con desigualdad para calentarse sobre 'Único' en las distancias cortas. Entonces la música cesó de pronto sin saber por qué. Las piruetas quedaron sólo coreadas por las ovaciones. Las cortas movieron de nuevo la batuta, pero el rejonazo mortal en los bajos paró todo lo hecho, tenue no más, en seco.

Con una chaquetilla sobria de corto, Diego Ventura emprendió el camino de su vigésimo tercer paseíllo en Sevilla, que se dice pronto. Templó la salida recortando en un palmo de terreno sobre 'Suspiro'. Al pesado toro de Bohórquez les bastó con un rejón, tan paradote o con dos ritmos. A lomos de 'Nazarí', un espectáculo de caballo, lo bordó a dos pistas cuando no de frente. Una cabriola se elevó majestuosa. A pesar de los quiebros sobre una yegua llamada “Milagro”, faltaba la pasión de la que carecía el toro. Y llegó con Ventura volcado en su conquista con las cortas desde 'Remate': el caballero de la Puebla clavó tres cortas al violín en un viejo doblón de plata con extraordinaria puntería. La Maestranza respondió como una sola voz y como un clamor cuando el rejón de muerte se hundió por arriba. Diego se tiró de la montura porque sabía de la eficacia y de la cierta oreja que presentía, arrancada a fe.

La corrida de FB tomó vuelo con el toro 'Soberano', que hacía honor a su nombre con su prontitud y humillación. Andrés Romero cuajó un tercio de banderillas desigualón, de menos a más. Las batidas desde 'Cheque' abrieron excesivamente los quiebros, por la virtud de soberbia obediencia. Romero alcanzó la brillantez sobre 'Cantú' con un cuarto par magnífico. Parecía que la cosa alcanzaría mayores cotas pero el acero definitivo se le atravesó literalmente sin muerte. Hubo de echar pie a tierra y se disiparon los momentos de gloria.

Una hondura bestial portaba en su bodega de 609 kilos un cuarto curiosamente de mucho brío pese a su tonelaje. Rui anduvo seguro, valiente y enfrontilado con aquella embestida que la mayoría de las veces le pasaba por la altura de la montura. La sobriedad no le quitó mérito a su escuela lusa, que remató con las rosas a lomos de 'Fado'. El trofeo ya se lo había ganado a pulso un caballo tordo en fase blanca de recortada cara bautizado como “Cervantes”. Enorme su caligrafía en banderillas.

La tarde la cambió 'Sueño', hermano del mítico y difunto 'Pegaso', un caballo que hará historia esta temporada como anticipó ayer en su debut. “Sueño” de la orfebrería de Ventura, que quiebra hacia atrás como ya patentó 'Pegaso'. Bárbaro aunque Diego dejase pasar el primer embroque; tremendo cuando lo consiguió. La plaza en pie. 'Sueño' ante el cinqueño quinto, puro nervio, pura elasticidad y valor por los adentros. Vibrante Ventura que se olía la décima Puerta del Príncipe y ya fue con todo sobre 'Maño', atacado (de ambición) hasta atracarse en un quiebro a toro parado. Un pechazo incruento. Cayó el toro de otro rejonazo arriba desde 'Remate'. Y cayó la salida a hombros en medio de otro delirio que había empezado con 'Silencio' templando y mandando un saludo que desembocó en el atardecer del Guadalquivir.

Andrés Romero consiguió finalmente puntuar con un sexto nada fácil a base de voluntad, entrega y afán. Una oreja y otra de propina bastante inexplicable…

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.net/archivos/18961328200600.png"/>Por Andrés Amorós. Diego Ventura abre su décima Puerta del Príncipe en Sevilla

Diego Ventura abre por décima vez la Puerta del Príncipe, después de cortar tres orejas, en una nueva actuación magistral. Andrés Romero, muy entusiasta, corta dos trofeos y Rui Fernandes, uno. Los toros de Fermín Bohórquez, muy manejables –aunque justos de fuerza y motor– colaboran al éxito.

Llevamos cinco corridas de toros, se ha puesto dos veces el cartel de «No hay billetes» y se han cortado ya siete orejas. No va tan mal la cosa como algunos pretenden. Están saliendo, eso sí, muchos toros flojos y escasos de casta.

Sevilla vive un domingo dedicado al toro y al caballo, tan unidos en su cultura agraria: por la mañana, la Exhibición de los Enganches; por la tarde, la primera corrida de rejones.

El portugués Rui Fernandes ya sabe lo que es abrir la Puerta del Principe. Su primero es dócil pero transmite muy poco. El caballero, muy tranquilo, se luce más al encelar y lidiar que al clavar. Faena correcta, sin gran emoción. Mata a la segunda a este «Pecador». Más brillo alcanza en el cuarto, noble. No es raro que se luzca con «Cervantes», en un quiebro espectacular, ni que baile en la cara del toro, con «Fado». Acierta al matar: una oreja.

Diego Ventura sigue mostrando una regularidad apabullante; es, ahora mismo, una garantía de espectáculo. Esta tarde, se luce tanto con los caballos ya famosos como con alguno nuevo, para mí, al menos. Y continúa segurísimo en la suerte suprema: el éxito rotundo está justificado. El segundo toro sale con pies. Lo para perfectamente con «Suspiro». Con «Nazarí», mide distancias y galopa de lado. Cuando la res se para, realiza un quiebro ajustado con «Milagro». «Remate» sube la temperatura en las cortas y logra un rejón fulminante: oreja. «Sueño» causa sensación

En el quinto, «Silencio» lo lleva cosido a la cola. «Sueño» realiza pasadas por dentro que parecen mentira, aguanta muchísimo, causa sensación. Va a ser, sin duda, una nueva estrella. Al final, con «Remate», vuelve a mostrarse segurísimo, en el rejón de muerte: el clamor general exige las dos orejas. Recuerden este nombre: este «Sueño» le va a dar todavía más vida a su dueño.

El onubense Andrés Romero, discípulo de Diego Ventura, se enfrenta primero a un «Soberano» que no hace honor a su nombre («El matador fue Bellido y el impulso, soberano»). ¿Sorprende a alguien que «Cheque» tenga problemas al quiebro? Se muestra espectacular pero desigual, al clavar, y tarda en matar. Se supera en el último, muy arropado por el público. Lo recibe a portagayola con «Perseo», arriesga mucho con «Guajiro», mata rápido con «Chamán»: dos orejas.

Viendo salir por la Puerta del Príncipe a Diego Ventura, recuerdo a la gran figura que resucitó en España el rejoneo, en los años veinte, el cordobés don Antonio Cañero, cantado por Ignacio Sánchez Mejías en sus crónicas. Toreaba toros en puntas, sorteando con los matadores. Su maravillosa jaca «Bordó» los recibía en chiqueros, iniciando la carrera con un salto de hasta cinco metros. En 2012, la asociación Córdoba Ecuestre le quiso rendir homenaje. Un político socialista se opuso, le llamó «ser humano despreciable» y uno de los responsables del «genocidio franquista en Córdoba». Ese político se llama Juan Pablo Durán y acaba de ser nombrado presidente del Parlamento Andaluz. Así estamos… A pesar del sectarismo político, don Antonio Cañero ya forma parte de la historia del rejoneo. Y Diego Ventura, también.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Ventura, décima Puerta del Príncipe

Entre la preferia y farolillos nos encontramos con este espectáculo de rejoneo en el que la fisonomía de los tendidos de la plaza sevillana se transformó. Fueron muchos los aficionados vecinos que dejaron paso a un público heterogéneo, con un gran número de niños -Diego Ventura y Andrés Romero hicieron sendas campañas en las que regalaron algunos centenares de entradas a niños y jóvenes para que asistan a este espectáculo ecuestre-. Junto al sevillano y al onubense y abriendo el cartel, el portugués Rui Fernandes. Los tres hicieron las delicias en un carrusel de doma que sirvió como puente entre el paseíllo y el comienzo de la lidia y en el que desde ese momento calentaron los ánimos de un público entregado, predispuesto a deleitarse con las evoluciones de los jinetes y sus cabalgaduras. Se aplaudió todo, hasta los tropiezos de algunas cabalgaduras. Y eso no es.

Seguramente no ha sido la actuación más completa de Diego Ventura en Sevilla. Fue premiado con una Puerta del Príncipe holgada. Había cortado una oreja en su primero y en su segundo consiguió otras dos. Eso sí, con las dudas incluidas del presidente, José Luque Teruel, que le había otorgado un trofeo y se resistía al segundo, pasaporte para abrir la emblemática puerta. El usía aguantó la petición hasta que iniciaron el arrastre del astado, teniendo que ir el alguacilillo al patio de arrastre a por el segundo trofeo.

El sueño lo convirtió en realidad, en gran medida, con un caballo magnífico que precisamente se llama 'Sueño' -castaño, lusitano, criado en su casa- y que tiene un corazón torero, por valor, clase y flexibilidad, tan grande como el ruedo de la Maestranza. Los pasajes más importantes de un espectáculo tibio en su conjunto sucedieron en el quinto toro, un ejemplar manejable y a menos, que acabó en tablas al final de la lidia. Con 'Sueño', Ventura enardeció al público cuando toreó de costado y especialmente cuando citando de frente, andando el caballo hacia atrás y quebrando, prendió un par con maestría que fue de lo más meritorio y ovacionado de la tarde. ¡Qué caballo! ¡Qué corazón! Con 'Maño' hubo mucho ajuste; sobrando un percance a topacarnero sin mayores consecuencias. Mató de rejón arriba y fue premiado con las dos orejas.

Con anterioridad, en su primero, otro astado a menos, realizó una faena entonada, en la que brilló en el toreo con 'Nazarí' y donde también fue tropezado el extraordinario equino. Se lució con 'Milagro', al quiebro. Y cosechó más palmas en las cortas sobre 'Remate' para matar al primer envite y conseguir su primera oreja.

El portugués Rui Fernandes cumplió en una labor académica ante el noble que abrió plaza. Tras fallar en el comienzo de banderillas, elevó el listón tanto en el acierto como en el toreo. Con el cuarto, otro noble ejemplar de Bohórquez, al que cortó una oreja, realizó una faena con más viveza, destacando en un par de quiebros y llegando a la galería con un carrusel de rosas.

Andrés Romero continúa avanzando en su carrera. Con el público muy entregado, hilvanó una labor de mucha entrega ante un toro con movilidad, que respondió bien tras las cabalgaduras del onubense, quien lo había recibido en la boca de toriles, impregnando el albero de sabor campero. Tras alguna pasada en falso, la faena fue creciendo como la espuma en vibración hasta llegar a un quiebro, al segundo envite, sobre 'Guajiro', espectacular y muy ovacionado. Mató a la primera y le concedieron las dos orejas para que saliera a hombros por la puerta principal.

Con su primero, un astado con nobleza y que fue a menos hasta acabar agotado, hubo varios tropiezos de salida y a comienzos del segundo tercio. Luego, prendió varios palos con acierto para cerrar con banderillas cortas y un rejón de muerte trasero.

El espectáculo -ya se sabe que en los de rejoneo las ovaciones se suelen suceder tanto en lo bueno como en lo malo- no pasó de entretenido y, sin duda, el sevillano Diego Ventura, gracias en gran medida a ese sueño de caballo que es 'Sueño', convirtió en realidad su décima Puerta del Príncipe.

La Razón

Por Patricia Navarro. Diego Ventura logra la décima

Diego Ventura despertó en el segundo las emociones contenidas a pesar de la pulcra labor que había hecho Rui Fernandes al primero de la tarde, noblón y de buena clase, aunque con cierta sosería a cuestas. A Ventura el segundo no se lo puso fácil, paradote, no galopaba ni en sueños y en las cercanías lo que hacía era soltar la cara. El rejoneador forzó la máquina en busca del lucimiento. Se lo dejaba llegar mucho a la cabalgadura y limaba así los muchos matices/complicaciones del toro de Fermín Bohórquez. Expuso en los quiebros y calentó en las cortas que clavó al violín antes de darle muerte con un rejón de efecto fulminante.

Un más todavía nos esperaba con el quinto, que fue toro con muchos matices y complicado. Deleitó ya de salida en la manera de hacerse con el de Bohórquez y mostró después destreza en las suertes y ambición para restar aspereza al toro, que desarrolló una inercia natural para estar cómodo en los terrenos cercanos a tablas. Y ahí defendió Ventura una labor con mucho ajuste y exposición, con encontronazo entre toro y rejoneador incluido. La eficacia con el rejón puso el remate de oro para salir por la Puerta del Príncipe. La décima.

Más voluntarioso que eficaz anduvo Andrés Romero en el primer tramo de faena del tercer toro de la tarde, que fue noblón aunque paradote e irregular en el viaje. De menos a más fue la faena del rejoneador que logró su mejor momento con la cortas. Una vuelta de tuerca llevó a cabo con el sexto, el toro que cerró plaza. Manejable el animal con el que Andrés Romero derrochó todo el arsenal y logró el ritmo en los encuentros, la eficacia, la expresión de las suertes para hacer al público poco a poco cómplice de los que estaba ocurriendo en el ruedo. Le fue bien con el rejón y paseó los dos trofeos del toro antes de que llegara a su fin el festejo de rejones.

No se le escapó a Rui Fernandes la oreja del cuarto, que tuvo nobleza pero la codicia en entredicho. Se recreó Rui entre banderilla y banderilla con el ánimo de embarcar al toro en el viaje en una faena tan sobria como trabajada, que tuvo final feliz con el premio de un trofeo tras el rejón que colocó al primer intento.

En el ocaso, Ventura salió por la Puerta del Príncipe, cumpliendo así su décima vez, y Andrés Romero saldó sus cuentas con los dos trofeos del que cerró plaza.No se le escapó a Rui Fernandes la oreja del cuarto, que tuvo nobleza pero la codicia en entredicho. Se recreó Rui entre banderilla y banderilla con el ánimo de embarcar al toro en el viaje en una faena tan sobria como trabajada, que tuvo final feliz con el premio de un trofeo tras el rejón que colocó al primer intento.


©Fotografía de Raúl Doblado/ABC.

Sevilla Temporada 2015.

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