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Real Maestranza de Sevilla

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Lunes, 20 de abril de 2015

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella (de distinta presentación, flojos, mansos y descastados; el 6º, devuelto a corrales por debilidad manifiesta; todos pitados en el arrastre).

Diestros:

Antonio Ferrera: estocada baja (silencio); estocada (silencio).

Iván Fandiño: estocada (silencio); pinchazo hondo, descabello (silencio).

Pepe Moral: estocada trasera, dos descabellos (vuelta al ruedo); estocada caída (silencio).

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: soleado, agradable.

Entrada: media plaza.

Crónicas de la prensa: en breve.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Qué pena de corrida de Torrestrella, con la de toros buenos buenos que ha echado en la mediática del sábado ferial en los últimos años… Y este año sal la que no vale. Muy bien presentada eso sí, pero vacía, sin fondo, sin nada que decir en el último tercio. Salvo un buen tercero con son de embestida, que aprovechó Pepe Moral para hacer una faena pulcra que le había dado otra oreja si la cosa de los aceros hubiera funcionado mejor. Y es que hay muy poco que contar. Ferrera, salvo en banderillas con su alarde físico, pasó como si nada. Y Fandiño casi no estuvo, para qué vamos a decir otra cosa. Tarde de solemne aburrimiento en que la gente tiene prisa por ir a estrenar la Feria de las luces y los farolillos. Y tarde de muy poco público, menos de media, con un cartel que, en principio, era atractivo. Y no tienen la culpa las figuras por no venir, en todo caso este era un cartel muy digno de esta Feria y la gente no viene…Habrá que ver las causas y motivos y echarle imaginación al futuro. Veremos mañana ya en farolillos. Les cuento…

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Moral y poco más. Un toro. Sólo uno. Eso es de lo poco que pudimos disfrutar en la tarde de hoy. Pepe Moral pudo tocar pelo en el tercero de no tener que usar el descabello. Dejó detalle con el capote. Fueron los únicos lances lucidos que pudimos ver. Con la muleta comenzó la labor en los medios con pases cambiados por la espalda a los que le prosiguieron una tanda de derechazos templados. Continuó por el pitón derecho por donde embestía con más clase el astado. Hubo momentos de plasticidad. Con la zurda bajó la intensidad de la faena. Y poco más. Espectacularidad de Ferrera en banderillas, especialmente en el cuarto y un Fandiño que no pudo hacer nada frente a su lote.

Lo peor: Un lunes poco brillante. La corrida de Torrestrella no cumplió con las expectativas creadas años anteriores cuando se anunciaba con los mediáticos. Cartel para aficionados para un lunes del alumbrado descafeinado que aburrió a la media plaza que acudió a la Maestranza hoy. Torrestrella falló y una tarde más el ganado acabó con las ilusiones del público y sobre todo con las de Pepe Moral de rematar la Feria con otro triunfo.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Sólo Moral en festejo aburrido

Antonio Ferrera, el triunfador de la pasada Feria de Abril por una gran faena a un toro de Victorino Martín; Iván Fandiño, uno de los destacados de la temporada 2014 y Pepe Moral, quien obtuvo el pasado viernes el triunfo en la Maestranza en una mala corrida de Montalvo, conformaron un cartel para aficionados. Con media entrada, aproximadamente, en tarde soleada, las expectativas se desinflaron muy pronto. En concreto, tras el tercer toro, en el que Pepe Moral consiguió los mejores momentos de un festejo que resultó aburrido.

Moral es un torero que ha crecido mucho artísticamente. Torero de la montera a las zapatillas -¡qué manía de quitárselas, aunque el ruedo esté en buen estado!- tiene un gran valor que pone al servicio de un toreo ortodoxo que ha ido puliendo de la mano del gran Manolo Cortés.

De antemano, hay que decir que la corrida de Torrestrella, de variada pinta, estuvo ayuna de muchas cualidades, entre ellas la casra, la fuerza -el tercio de varas fue puro simulacro- y la bravura. Pepe Moral consiguió los momentos más brillantes ante el tercero, 'Cortado' -tanto de nombre como de hechuras-, un ejemplar al que cambiaron con un par de picotazos y que resultó manejable por el pitón derecho. El espigado Moral, tras haber ganado terreno a la verónica, comenzó su faena de manera escalofriante en los medios, con el toro galopando desde tablas, para hilvanar una tanda diestra con dos muletazos por la espalda que asuntaron al personal. Una serie corta, con gusto, y otra con ligazón fueron vitoreadas y arrancó la Banda Tejera con un pasodoble. Por la izquierda -el toro se quedaba- no hubo opción a más. Con el toro rajado descendió la intensidad de la faena, que cerró con bellos ayudados y otros adornos. El público estaba entregado y una estocada hasta la bola parecía decantar un trofeo para el torero sevillano, que tuvo que rematar al toro con dos descabellos y dejar el probable premio en una vuelta al ruedo.

Al jabonero sexto lo devolvieron tras reiteradas protestas y saltó en su lugar un burraco del mismo hierro, al que cuidó nuevamente Moral en varas. El astado se quedaba corto y tras recogerlo bien a la verónica, el sevillano, en los medios y molestado por el viento, tanteó al toro. Alargó los muletazos con la derecha y hubo aguante en algunos naturales en una labor voluntariosa y de largo metraje.

Antonio Ferrera, con el noble que abrió plaza, pasó de un comienzo prometedor con capote y banderillas a un trasteo insulso. Ganó terreno a la verónica, dibujando dos postreras y una media de gran belleza y coreadas con oles. Y, sin estridencias y con seguridad, destacó especialmente en el tercer par de banderillas por los adentros. Labor desigual, con puntuales muletazos de calidad.

En cuarto lugar saltó un jabonero. Sin que le dieran fuerte en varas llegó desfondado a la muleta, acusando las carreras tras un Ferrera que estuvo más espectacular en el tercio de banderillas, jugueteando con el astado. El extremeño realizó con la franela una labor desigual con algunos muletazos de calidad.

El llamativo melocotón que hizo segundo, no quiso pelea en el caballo. Se paró pronto y llegó desfondado para un trasteo de Iván Fandiño que en ningún momento llegó al tendido. Fandiño, con el burraco quinto, con trapío, que llegó sin fuelle a la muleta, realizó una labor pesada, con imprecisiones y con un mal comienzo en el que algún tirón fue perjudicial para las acometidas del deslucido animal.

El festejo fue sumamente aburrido, con contadas gotas de emoción y en el que se salvó fundamentalmente lo logrado en el tercer toro por Pepe Moral.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Torrestrella, herrumbe de navío con histórica bandera

Caminaba por el Puente de Triana hacia la plaza acompañado de una extraña soledad, como si no hubiera toros: la visión desértica del paseo de Colón, la Maestranza aislada, los aledaños vacíos de ambiente el lunes del 'alumbrao'… Y de hecho no los hubo. Los toros de Álvaro Domecq, tantas glorias pasadas de Torrestrella, se ausentaron en espíritu y cuerpo, como si no se hubiera preparado la corrida para Sevilla; ni fondo bravo ni fondo físico. Una herrumbre de navío con histórica bandera.

Al menos, en el ecuador de la tarde, Pepe Moral sonrió a su (relativa) suerte, que venía en forma de un torrestrella como un zapato de niño chico. 'Cortado' respondía a su nombre con sus recortadas hechuras. No es que fuera nada del otro mundo, pero Moral lo entendió siempre muy bien en el trato y en el tacto. Hipercuidado en el caballo, supermedido en la muleta. Ni un solo tirón. Sus contadas fuerzas se lo agradecieron. Desde las dos coreadas medias verónicas del saludo -si una fue buena, ¿por qué dar otra?-, el torero sevillano jugó a favor del toro. Incluso los cambiados por la espalda del inicio de faena carecieron de violencia, rematados con dos pases de pecho de sumo temple, uno por cada mano. Pepe Moral hace las cosas de dos en dos. Las dos zapatillas se las quitó también a la vez cuando se sintió a gusto. Las zapatillas de Moral a la deriva del albero se antojan dos traineras. Yo le calculo un 44/45 de peana. Y es una pena fijarse en estas cosas en vez de ensalzar lo bien que acompañó al toro de exiguas fuerzas, pues de acompañar se trataba. Porque el toro quería, aunque a su contado poder había que ayudarle con la distancia holgada, el pulso calculado y la altura exacta. No la siguió igual ni hasta el final al natural. Una trincherilla lo adornó. La estocada trasera necesitó del descabello y se quedó la historia en una vuelta al ruedo, a veces preferible por su equidad a desproporcionadas orejas.

Pepe Moral jugó a favor de un toro que hizo mejor con su trato y su tacto. Dio la única vuelta al ruedo.

Moral se encontró de postre un toro no sólo feo, sino con un aire. La cara torcida y las fuerzas perdidas. Fue devuelto con criterio. Al sobrero, también de Álvaro Domecq Romero, todo lo que pudo hacerle José Moral es dibujarle tres medias verónicas consecutivas para despedir la salutación antes de que el toro empezase a soltar la cara. Pero el tipo le da tan buen trato a los toros que lo mejoró y le quitó el vicio de puntear. Por momentos incluso parecía que… Los milagros no existen.

El lustre y el brillo del torrestrella inicial se quedaba en su negra piel y en sus rematadas, que no musculadas, hechuras. Colocada y bonita la cara; pajuno el comportamiento sin humillar. Antonio Ferrera lo paró con lances de diversa factura hasta la boca de riego, allí donde una verónica por el pitón izquierdo y media por el derecho hicieron brotar los oles. Como un eco quedarían para el resto de la lidia. Apenas sangrado el toro en el caballo, Ferrera siempre lo toreó con mimo y la mano de fuera altita o a su altura. Varios remates con su aquél pimentonaron la sosa embestida. Las banderillas apenas la avivaron: dos pares al cuarteo y otro por los adentros sí encendieron las palmas. Por el palillo de la muleta, más o menos, transcurrió la faena. AF entendió su escaso gas sobre la diestra hasta que se apagó pronto. La mano se le fue a los bajos con la espada.

Repetiría el mal tino del acero con el cuarto, jabonero sucio de sueltas carnes que hacía por humillar más que ninguno de sus hermanos, pero ni su potencia ni su motor se lo permitían. Algún muletazo aislado quedó como muestra de lo que pudo haber sido y no fue. La alegría de las banderillas de Ferrera, con sus quiebros y piruetas, no pasó la frontera del cambio de tercio.

Nada logró Iván Fandiño de un tercero resplandeciente de piel melocotón, astracanado morrillo y la expresión inocua, cual becerro de oro. Hizo sonar el estribo en el caballo con el feo estilo, y corto viaje, que mantuvo en la muleta. Andando la tomaba por las nubes.

Valió poco más un quinto que la ficha tildaba extrañamente como sardo de pinta. Chorreado en verdugo quizá. En la jurisdicción de Fandiño parecía encontrar un muro invisible… Su freno (de manos) cada vez ancló más su parca movilidad.Como la tarde, varada en tierra baldía.

El País

Por Antonio Lorca. El drama de la plaza vacía

A las seis y media de la tarde, la muy bella plaza de la Maestranza de Sevilla ofrecía una imagen desoladora. Estaba vacía. Entiéndase el término: este coso majestuoso solo está deslumbrante lleno hasta la bandera en días de corrida o solitario en una mañana de visita turística. Pero la tarde del lunes del ‘pescaíto’, horas antes de que se enciendan las luces del real de la feria, media plaza en esta ciudad es una noticia muy preocupante, y la conclusión es que estaba vacía, desarreglá, despeinada…

¿Cuántos años hace que no se veía esta foto en un día como hoy? Posiblemente, nunca. ¿Qué ha pasado para que esto ocurra en una fecha tan señalada, con un cartel de interés para los aficionados?

La primera respuesta es que quedan pocos aficionados, y algunos de los que ayer acudieron a la plaza se mostraban desolados por el pésimo juego de los toros, y aventuraban más tardes de cemento.

La segunda respuesta es que el público solo quiere ver a las figuras, y con ello y flamear los pañuelos pase lo que pase en el ruedo justifica su diversión.

La tercera: la Real Maestranza de Caballería, propietaria de la plaza, y la empresa Pagés, gestora de la misma, tienen un serio problema. Si no se soluciona el conflicto con los toreros ausentes, el futuro pinta muy oscuro.

Y cuarto: en este plan, la fiesta de los toros -la tauromaquia, según reza en la ley que la regula como patrimonio cultural- corre el peligro inminente de desaparecer tal y como hoy se conoce.

La foto fija de los tendidos vacíos de la Maestranza debiera ser, al menos, motivo de reflexión. Es mucho lo que está en juego, y no está claro que se esté a tiempo de encontrar una salida airosa.

Como hace años que alguien debiera haberse planteado el asunto del toro bravo, la manipulación genética que sufre por exigencias de las figuras, y que ha desembocado en un animal enfermizo e inválido para la lidia moderna, que más parece una consulta de enfermería que un enfrentamiento entre un héroe y un animal salvaje.

La corrida de Torrestrella supuso un nuevo fracaso en lo que va de feria. Toros guapos y armónicos, sin fuerza ni casta; tan nobles que pasaban por tontos; mansos, sin raza, sin nada… Y así es imposible no ya el toreo, sino mantener la fidelidad de los que pagan en taquilla.

No hubo toros, no hubo lidia… Solo detalles sueltos que no justifican un festejo en feria de tanto postín como esta.

Solo Pepe Moral, con la moral y la necesidad por las nubes, se encontró con un bobo tercero y le hizo una faena inteligente, medida y dibujada con esmero. Faltó la emoción del toro encastado, pero Moral toreó con suavidad, conocimiento y empaque, a la altura y velocidad justas, exprimiendo el poco jugo de su oponente. Así, trazó derechazos inmensos y unos hermosos ayudados finales, antes de cobrar una estocada trasera que difuminó una posible oreja. Toreó muy bien al sobrero y soso sexto, y todo quedó en buenas intenciones.

Detalles, solo detalles de Ferrera con el capote ante el primero, un buen par de banderillas en el otro y algún muletazo estimable. Y muy desdibujado Fandiño, perdido y desvaído entre tanta sosería.

Pero desdibujada y tristona de verdad, y eso es lo más grave, estaba la muy bella plaza de la Maestranza.

Toromedia

Pepe Moral da una vuelta al ruedo

Pepe Moral ha sido quien más se ha acercado al triunfo en la octava de abono, logrando hacer una buena faena al tercero que no acabó en triunfo por la espada. Él dio la única vuelta al ruedo en una tarde en la que ni Ferrera ni Fandiño lograron puntuar.

Ferrera dejo buenos detalles con el capote en el primero de la tarde. Puso banderillas destacando el tercer par por los los adentros. En la muleta, el de Torrestrella embistió a media altura sin emplearse y desinflándose. Ferrera estuvo digno intentando sacar partido y logró algunos momentos interesantes por el pitón derecho. Estocada desprendida. Silencio.

Ferrera se lució en un quite a su segundo en el que intercaló chicuelinas y verónicas y protagonizó un buen tercio de banderillas con tres pares variados y más ajustados que en su primero. En la muleta se encontró de nuevo con un toro de escasa fuerza al que supo sacar partido. Lo toreó con limpieza con la derecha y logró templarlo en una labor técnica y pulcra pero que no tuvo trascendencia por el poco brío del de Torrestrella. Estocada desprendida. Silencio.

Precioso pelo tuvo el segundo, un toro melocotón que gustó al público de salida. Fandiño estuvo fácil con el capote pero al final sufrió un desarme. Hizo un buen quite por chicuelinas Pepe Moral. A la muleta el toro llegó muy aplomado y Fandiño lo intentó, pero el toro pronto comenzó a soltar la cara y a defenderse. Lo mejor fue la estocada.

Poca fuerza denoto también el quinto, al que le costaba desplazar sus kilos. Fandiño lo intentó por los dos pitones en una labor correcta pero sin trascendencia por la escasa transmisión del toro.

Pepe Moral calentó el ambiente en el recibo de capa al tercero, sobre todo con las medias de remate. Brindó al público y comenzó con dos pases cambiados y buenos muletazos por alto. Las dos prineras series con la derecha fueron ligadas y en la segunda se gustó más y llegó al tendido. Hubo una serie más en la que ayudó al toro y cambió a la zurda con el animal ya más agotado. Hubo un par de tandas más y bonitos muletazos en el cierre. Mató de estocada trasera y dos descabellos y perdió un posible triunfo. Vuelta al ruedo.

Moral dejó dos bonitas medias en el recibo al sexto, un sobrero del mismo hierro. El toro fue cuidado en el caballo, del que salió suelto. Moral se lo llevó a los medios y ahí el toro soltó varias veces la cara. No iba a ser buen colaborador, pero el joven diestro lo trató con firmeza y lo toreó por los dos pitones, mejor por el lado izquierdo y en una última serie por el derecho. Prolongó su labor y mató de estocada. Esta vez su labor fue silenciada.

La Razón

Por Patricia Navarro. Algo de toreo y sin toro

No quiso ir la corrida. Y no fue. Como maldita. Casi uno detrás de otro repetían el mismo fatídico patrón: nada por aquí nada por allá. Desidia para el bello ruedo maestrante que viajaba de manera directa al tendido. Y por cierto, media entrada este lunes de Farolillos, qué dolor. Así fue la corrida de Torrestrella, sobrero incluido, no sea que nos diera algo de la ilusión final. La corrida tuvo, a pesar de que fueron siete los toros, la virtud, casi inaudita en esta plaza, de la rapidez. El gran alivio. Qué importante son los tiempos en el toreo. Y en todos los sentidos. La medida, que dicen. Lo de Antonio Ferrera con el primero fue un visto y no visto, y en este caso no por la rapidez sino por la imposibilidad. Le puso un par de banderillas, al tercero si no recuerdo mal, por los adentros, ajustado y muy de verdad, aunque tampoco llegó a conmover al público. Menos lo que vino después. El torrestrella se convirtió en piedra y lo mismo daba lo que pudiera hacer el torero de Badajoz por allí. Lo del cuarto entró en la categoría casi de milagro. Bueno el tercio de banderillas ante un toro que no podía después con la penca del rabo. Pues ahí, sin toro, sin casi enemigo, condenados a la desidia colectiva, Ferrera toreó para él. Puro temple, exquisito manejo de la muleta, suavidad inaudita para conseguir que el toro, no piensen en transmisión esto es otra cosa, pasara de largo en el viaje, se mantuviera en pie. Delicioso el ritmo, aunque aquello pareciera más una faena de campo que el momento de la verdad.

Pepe Moral sabe lo que se juega y lo dio todo en el tercero, que tuvo buena condición pero el fondo muy justo. Qué pena que no hubiera aguantado más, aunque le dio lo suficiente a Moral para mantener el crédito ganado desde la pasada temporada. La del renacer. Con dos pases cambiados comenzó el trasteo y luego se encajó en el toreo diestro, ligado y una de las tandas con lazo final a un cambio de manos de altos vuelos. Con la faena ya hecha se alargó un poquito; ya había dejado el buen concepto. El sexto hizo cosas rarísimas de salida y se fundió en las verónicas de recibo. No era nadie. En presidencia cambiaron y las esperanzas se enturbiaron con un bis más de lo mismo: descastado desde la médula. Anduvo Moral con mucho ritmo con el toro, encontrando la suavidad, los cites imperceptibles y largos los muletazos. Mucho más de lo que había hizo el de Sevilla. Mucho más debe ser capaz si a un toro le da por meter la cabeza.

Iván Fandiño también fue de la liga del paso en blanco con un segundo muy frustrante. Vacío de contenido, ni la inercia le hacía ir. El quinto viajó más en la muleta, con el poder contenido y la sensación de que en el cualquier momento se apagaría, exigía manos de seda para colaborar. El torero de Orduña anduvo menos fino en los cites, en los toques, y de ahí que no se llegaran a encontrar. Había poco percal.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Espeso lunes de “alumbrao”

No funciona el abono. Pero eso ya lo sabíamos. Tampoco inquietan demasiado en la taquilla esos festejos que no anuncian toreros de relumbrón. Lo habíamos constatado. Pero también hemos tenido que aceptar que aquellas fechas emblemáticas que por sí solas animaban los rincones del Baratillo ya no sirven para convocar al pagano. En cualquier caso, el asunto es mucho más grave: en el cartel se juntaba una ganadería -la de Torrestrella- que venía lidiando excelentes encierros en los últimos años, ligados al llamado cartel mediático que tan poco le iba. No se vayan todavía, que aún hay más: el festejo reunía al autor de la mejor faena de la pasada Feria; al intérprete más destacado de la temporada 2014 y a un torero -hablamos de Fandiño- con ínfulas de figura en ciernes que sigue aplazando el definitivo pronunciamiento en la cumbre.

La calle Adriano y la holgura de los bares delataba lo que íbamos a encontrar en el interior. Ni media plaza cubierta en un festejo que, sobre el papel, habría merecido mejor y mayor aceptación.

El caso es que a lo mejor hay que dar la razón a los que se quedaron en casa porque la corrida no respondió, ni por asomo, a todo lo que se esperaba de ella. El encierro, con sus matices, adoleció de una común falta de motor aunque hubo algún ejemplar, caso del tercero, que resultó aprovechable. Le tocó al que más lo necesitaba, un Pepe Moral en trance de reafirmación definitiva que puso todo de su parte por triunfar. Posiblemente, se quedó sin la oreja por querer cortarla a toda costa. A pesar de sus esfuerzos y del buen trazo de su toreo, el diestro palaciego pecó esta vez de apresurado. La faena estuvo bien hecha pero fue dicha con prisas. Hubo notas de alta calidad, como un pase de pecho que reveló los registros que puede alcanzar Moral que apretó más de la cuenta en ciertos momentos que demandaban calma, pulso y paciencia.

A pesar de todo, puede anotarse la única vuelta al ruedo de un espectáculo decepcionante en el que los toros de Torrestrella no se parecieron ni en hechuras, ni presentación ni comportamiento a otras corridas que ha lidiado en esta misma plaza la ejemplar divisa de los Domecq Romero. El sexto fue un sobrero del mismo hierro al que Pepe templó con el capote, bordándolo en las medias finales. Justito de todo, no se le dio demasiado en el caballo y salió suelto de la suerte. No hubo mucho más. Se vino abajo en el último tercio a pesar de la firmeza de su matador, siempre por encima de una embestida claudicante que quiso meter en la canasta por ambas manos. Sea como sea, hay ganas de seguir pendientes del palaciego. Que le den toros.

La cabeza de cartel era el extremeño Antonio Ferrera, que despachó en primer lugar un ejemplar negro, un punto terciado e inusualmente facado -esa línea de pelo blanco bajo la testuz- al que toreó con buen aire manejando el capote. El toro mantuvo un tono noble pero llegó a la muleta sin poder tenerse en pie. No quiso nada por el izquierdo; tampoco humilló; no hizo nada; ni bueno ni malo; y los esfuerzos de Ferrera se diluyeron en una faena finiquitada de un feo bajozano.

El cuarto fue jabonero y carbonero. Ferrera lo banderilleó con brillantez en medio de un clima de creciente escepticismo que pesó como una losa toda la tarde. Hubo pirueta de la casa para el primer par; quiebro en los medios -casi citando de espaldas- en el segundo y un par cambiado pegado a tablas que cerró el tercio pero el animal se dejó todo el aceite del cárter en un declinante, soso y espeso tercer tercio que volvió a resolver con un feo espadazo. Le queda otra en la Feria y mantiene el crédito.

El segundo en discordia era el diestro vasco Iván Fandiño, que llegaba a Sevilla sin el aval que le habría proporcionado el triunfo de esa frustrada encerrona madrileña que, a la postre, le ha supuesto un severo frenazo en sus íntimas pretensiones de escalar a la primera fila. El asalto sigue pendiente. Fandiño sorteó en primer lugar un precioso ejemplar melocotón, astracanado y muy veragüeño que se paró demasiado pronto. Nunca se entregó en los engaños, pasó con la cara por las nubes y lo que mejor hizo su matador fue despenarlo de una buena estocada. En el quinto toro el ambiente era de pasotismo total. Fandiño anduvo correcto con ese burraquito, que se dejó dar mil pases sin aportar casi nada. Uffff.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.net/archivos/18961328200600.png"/>Por Andrés Amorós. Mejor la estampa que la casta

A la entrada de la Plaza, un buen aficionado me dice: «¡Esta tarde va a ser! Los toros son preciosos y estos tres se van a arrimar». Como suele suceder, la esperanzada profecía no se cumple. La estampa de los toros es muy bella pero su comportamiento decepciona: muy sosos y justos de fuerza. Sólo Pepe Moral logra dar una vuelta al ruedo. Antonio Ferrera se muestra muy profesional; Iván Fandiño acusa claramente la falta de éxito, en Madrid.

Ferrera recibe al primero con lances reposados, ganando terreno. La res va bien pero, pronto, comienza a flaquear. El matador se luce en el tercer par de banderillas, por dentro, arriesgando. Con la muleta se muestra tranquilo, pausado. El toro se ha apagado mucho y el trasteo, correcto, carece de emoción. Se le va la mano con la espada.

En el cuarto, logra un espectacular tercio de banderillas: el primer par, dando una vuelta en la cara del toro; el segundo, citando de espaldas para quebrar, en el centro del ruedo; el tercero, con dos quiebros, en tablas. Con esfuerzo, va arrancando muletazos, algunos estimables, deslucidos por la embestida del toro, muy cansina. (Cansino era Rita Hayworth: otra cosa). La estocada queda desprendida.

Vuelve Fandiño a un coso de primera, después de la tarde triste de los seis toros de Madrid. El segundo embiste con poco celo. Enseguida lo lleva al centro pero el toro, muy paradito, no se entrega. Tampoco parece que lo haga el torero. Mata bien, eso sí. Mezcla de colores

El quinto, «Lector», aparece en el programa como toro sardo: una mezcla de los colores negro, blanco y colorado, sin que predomine ninguno (como la capa remendada de un estudiante, dice Paco Media Luna). Éste parece más bien burraco, lo colorado apenas se ve. La fuerza, tampoco, aunque es manejable. Los muletazos de Fandiño no logran eco. No lo ve claro ni al matar (una de sus grandes armas). Evidentemente, ha salido «tocado» de Las Ventas: es lógico pero tiene que sobreponerse. Recuerdo la manida frase: «El fútbol es un estado de ánimo». Y el toreo, ¿no lo es? Marcial Lalanda me contaba que, en sus horas bajas, mandaba a su pierna: «¡Ponte ahí! ¡Quédate quieta!» Y la pierna no le obedecía… Deseo que Fandiño reaccione cuanto antes.

Pepe Moral arrancó en el último momento una oreja, en la decepcionante corrida de Montalvo. Luce un estilo de muletero clásico que agrada a muchos aficionados. El tercero sale con algo más de gas pero pronto flaquea. Dibuja verónicas y lo brinda al público: después de dos pases cambiados, conduce las nobles embestidas con firmeza y templanza, bajando la mano, alargando el viaje. Por la izquierda, se queda muy cortito y ha de recurrir a varios toques. Con gran decisión, receta un espadazo trasero pero el toro tarda en caer. Está bien que se recupere el premio de la vuelta el ruedo. A media altura

Devuelto por flojo el quinto, sale otro de la misma ganadería, al que recibe con verónicas suaves. Casi no pican al toro, que se mantiene con pinzas. Lo cuida, muletea a media altura, muy templado. Consigue algunos naturales buenos pero el toro se va, sale suelto, no transmite nada. No ha logrado salvar la tarde en el último momento, como la vez anterior.

La corrida ha sido preciosa… en las fotografías: mucho mejor de estampa que de casta y fuerza. No son tan decisivas las hechuras como opinan algunos taurinos. Al comprar un coche, conviene atender al motor, más que a la carrocería.

Decepción final: todo ha sido como un guiso sin sal. Sin la sal de la casta brava, ingrediente indispensable de este espectáculo. A la salida, escucho la exclamación de una señora: «¡Qué horror! ¡No vuelvo!» Y, enseguida, matiza: «Por lo menos, hasta mañana, si Dios quiere». Estamos de acuerdo.


© Imagen: Pepe Moral, durante su faena del lunes en la Maestranza de Sevilla. / CRISTINA QUICLER (AFP) (AFP).

Sevilla Temporada 2015.

sevilla_200415.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:18 (editor externo)