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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Sábado, 21 de abril de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Garcigrande (1º, 3º y 5º) y Domingo Hernández (mal presentados, algunos anovillados y mansos, desclasados, con juego desigual).

Diestros:

El Fundi. Se despide de plaza. De purísima y oro. Estocada (saludos desde el tercio); pinchazo, estocada (vuelta al ruedo).

Morante de la Puebla. De caña y azabache. Media estocada (pitos); media caída y atravesada, dos descabellos (silencio).

Sebastián Castella. De catafalco y oro. Estocada caída y tendida (silencio); media estocada (silencio).

Banderillero que saludó: Javier Ambel, de la cuadrilla de Castella, en el 3º (resultó volteado).

Presidente: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: primaveral.

Entrada: lleno.

Crónicas de la prensa: La Gaceta, El País, Diario de Sevilla, El Mundo, Diario Vasco, El Correo de Andalucía.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Hoy me va a costar trabajo llenar estas líneas por breves que sean. Los toros de Garcigrande -creo que hubo siete no aprobados en los corrales y otros no debieron aprobarse y salieron al ruedo- no sirvieron para mucho. Mansitos, cuando no mansones y algunos con excesivo carácter que se les acababa pronto. Sirvieron primero y cuarto pero, claro, le tocaron a El Fundi. Paradojas de una corrida: qué habría pasado si ese lote le toca a Morante. Chi lo sá. Los de Morante, efectivamente, no sirvieron, pero él estuvo más indolente de la cuenta, como Curro en sus tardes de espantá. Los de Castella tampoco y eso que el francés es un prodigio de colocación y serenidad. Y El Fundi puede que se vaya muy contento -supongo que se despedirá de todas las plazas- pero ocasión como ésta de cortar tres orejas en Sevilla no la va a tener nunca. El cuarto era extraordinario y el feo detalle de ordenar callar a la música de la Maestranza también queda en el anecdotario de esta Feria. Eso sí, anunciar su despedida le sirvió para no matar la de Miura este año. Pero el problema es que un toro de los fáciles descubre las deficiencias estéticas de un torero y un marrajo las tapa. Que digo yo que esto de las despedidas múltiples no se hacían antes. Fíjense cómo se fue Curro: como se van los cuñaos molestos de una reunión de familia, sin que lo note nadie.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: algunos detalles

La corrida de Garcigrande venía precedida de una gran expectación sobre todo teniendo en cuenta los alicientes. El Fundi se despedía de la afición sevillana y Morante de la Puebla llegaba después del golpe encima de la mesa de José María Manzanares. Una vez más la afición sevillana volvió a demostrar que cuenta con grados de sensibilidad taurina sobrados para dar una gran ovación a un torero de los pies a la cabeza que cuenta con una trayectoria ejemplar. Además, la empresa ha querido premiarle con un cartel de postín y con una corrida de garantías. El espada madrileño ha dado una lección de torería ante toros de distinta condición. Al primero, quizá en con otras necesidades, le habría más partido, pero sí que estuvo solvente y eficaz. Ante el cuarto, con más bondades porque cogía los trastos por abajo y con más recorrido, estuvo serio, técnico y con un toque de artista. Sus muletazos fueron largos y despaciosos… sobre todo con la mano derecha.

Morante no tuvo su día pero dejó algunas verónicas que hundieron los cimientos del toreo. Arrojados, valientes y de manos muy bajas fueron sus lances en el saludo capotero al quinto y muy mecidos y reposados al primero de su lote. Lástima que sólo fueran esos fogonazos.

Lo peor: un francés matador de toros

Muy espeso se mostró el torero galo. Castella tuvo oponentes para poder desarrollar su técnica y, sin embargo, se mostró siempre a merced de sus oponentes. No estuvo bien y no supo entenderse con su lote. Al primero no le cogió las distancias y al segundo no le aprovechó las arrancadas geniudas que sacó del fondo de su interior. Quizá en otra época más preclara le habría sacado más partido.

De nuevo, el director de la banda volvió a cometer una tropelía, esta vez recriminada por casi toda la plaza. No se comprende que a un torero como El Fundi con su curriculum y como estaba desarrollando su faena esperara al epílogo para mandar a sus música que ejercieran como tal. Desde mi punto de vista es achacable a su falta de conocimiento del contexto de la Fiesta. Y él sigue manteniendo que es aficionado. Habrá que revisar ese concepto en el diccionario para que quepa su comportamiento.

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Diario Vasco

Por Víctor J. Vázquez. El Fundi, un torero legítimo

Con los años, la plaza de la Maestranza se ha ido convirtiendo en lugar menos apropiado para ver torear a Morante de la Puebla. Es una cuestión muy difícil de explicar y, seguramente, responderá a muchas causas. Entre ellas, no cabe duda que puede estar el hecho de que el maestro de la Puebla pueda sentir el peso de la responsabilidad en el que es por naturaleza el coso que le ha marcado el destino. No obstante, no podemos dejar de barajar la idea de que sea la propia plaza la que engendre una atmósfera poco propicia para el genio de este torero, al que inevitablemente se le tiende a ver a través del filtro del currismo, o mejor dicho, a través de los tópicos que descansan sobre ese inabarcable concepto que es el del currismo.

Y es que uno no entiende como se puede pasar, como ocurrió ayer con su primer toro, del olé quebrado por una primera verónica con la que el torero solo se situó en el albero, a la decepción más estrepitosa por un desarme en ese mismo lance. A partir de ahí, los dos toros de Morante se lidiaron entre un murmullo de frases comunes del estilo a “no lo ha visto”, “el toro le ha mirao”, “hoy no está”.

En este clima, Morante estuvo ayer abúlico y perdido, siempre dedicado a sus interiores asuntos. Dos espadazos huidizos y la gente entre cabreada por la faena y satisfecha por la confirmación de su estereotipo morantista, como torero sevillano y medroso, de pocas tardes de inspiración. Tópico tan falso como injusto.

Estuvo muy dispuesto Castella, quien buscó con todas las armas de su tauromaquia la comunión con el toro y los tendidos. Recibió a su primero con unas elegantes verónicas rodilla en suelo y comenzó su faena de muleta, planteando una obra vertical y quietista con la mano derecha que no llegó a calar. Lo intentó por ambos pitones, situándose siempre en un punto de partida irreprochable al comienzo de cada una de sus tandas, pero la corta y desclasada embestida de los toros casi no le dejó sacar un par de muletazos limpios. En su segundo, el francés estuvo alegre con el capote, primero con una buena tanda de ceñidas verónicas, rematada con una media que estropeó el toro doblando las manos. Ya en el terció de varas, Castella se volvió a lucir con una serie de chicuelinas que fueron de lo mejor de tarde. Repitió con casta el toro en la primera tanda de derechazos del francés y hasta pareció por un momento que este segundo iba a salirse del anodino juego del resto de la corrida. Nada, por ninguno de los dos pitones demostró el toro cualidades para el toreo, a pesar de los intentos de Sebastián quien con una estocada algo caída cerró su primera tarde.

Se despedía ayer el Fundi de la arena sevillana y la plaza le ovacionó con un cariño sincero antes de salir el primero de la tarde. Dio algún juego este toro en la muleta, pero no llegó el Fundi a cogerle del todo el sitio como a él le hubiera gustado. Mucho mejor se acopló el torero con su segundo al que recibió con una serie de verónicas rematada con dos medias torerísimas. Más toreras aún fueron las chicuelinas al paso con las que dejó al toro dispuesto para la suerte de varas. Brindó el torero al público y comenzó la faena sometiendo al toro por bajo. Luego una sobria serie de naturales, donde el torero pudo lucir la madurez de su muñeca a la hora de colocar al toro.

La plaza de Sevilla supo ver la disposición de un torero cuya tauromaquia es más del gusto de otras plazas, y le concedió esa atención propia de quien desea un triunfo. Y fue aquí cuando la banda de música de la Maestranza no quiso tocar para enfado de gran parte de la plaza, quemada con cierta razón, con el sobrevenido protagonismo que ha adquirido la batuta del maestro Tristán en el desarrollo de las faenas. Tres grandes derechazos rematados con el de pecho, dejaron ya al director en evidencia, y este puso a tocar a sus muchachos, con el reproche general del público y la negativa del propio Fundi, quien en varias ocasiones instó a la banda al silencio hasta hacerlo cierto. Hizo muy bien el Fundi, no porque así esté escrito que hay que hacerlo, sino porque lo hizo por verdadera convicción.

La misma convicción con la que toreo su último toro en Sevilla, al que pinchó y por el que se le pidió una oreja después de una estocada delantera. No se la dio la presidencia y también hizo muy bien, por la plaza y, sobre todo, por el Fundi que se sabía más merecedor de esa vuelta al ruedo que pudo dar con la legitimidad que da el deber cumplido, con la verdad que ha tenido su vida de torero.

El País

Por Antonio Lorca. Un gato como despedida

El Fundi se despidió ayer de Sevilla. Fue recibido con una ovación tras el paseíllo y despedido con una cariñosa vuelta al ruedo a la muerte del cuarto toro. Era el adiós de un torero de una pieza, valiente y honesto a carta cabal, que ha jalonado su carrera ante las ganaderías más duras y ha protagonizado una trayectoria ascendente hasta ser considerado una indiscutible figura del toreo. El Fundi se marcha de los ruedos con el respeto y la admiración de todos los aficionados, y así se lo demostró ayer la Maestranza, donde ha protagonizado gestas que quedarán en la memoria colectiva de esta plaza.

Pero, amigo, el mejor maestro echa un borrón. Después de una trayectoria gloriosa, ayer se despidió de Sevilla con dos gatitos, dos impresentables sucedáneos de toros, anovillados, pobres de cara y de indecoroso trapío. Y eso no está bien. Quien ha sido un torerazo como él no debe ponerse a la altura de las figuras de la modernidad que tratan de engañar al público con raspitas vergonzosas sin fuerza ni casta. Eso es una tomadura de pelo, impropia de un torero de su categoría.

Y como justa penitencia a su pecado, su actuación no pasó de discreta. A veces, los gatos embisten suavemente y encumbran a los artistas, pero, por lo general, maúllan y entorpecen la labor de los toreros. ¿Qué hace El Fundi delante de gatos como los de ayer? Pues pasar un mal rato, se supone que avergonzado. Y eso que nadie se lo recriminó, pues esta supuesta afición sevillana presenta unas tragaderas impensables hace unos pocos años. El Fundi se lució con el capote por chicuelinas y a la verónica, y arrancó algún natural estimable en la faena al cuarto, una labor larga y premiosa ante un novillote de noble sosería al que muleteó con escasa profundidad. Poco antes de perfilarse para matar arrancó la banda de música, a la que mandó callar con reiterados gestos estentóreos ante la pasividad del director musical. Tampoco destacó en el primero, que se le quedaba en el tercer muletazo y le obligaba a rectificar la posición. Se le vio desconfiado e inseguro. Adiós con el corazón a pesar de los gatos que trajo para su despedida. ¡Habráse visto…!

La estrella del cartel era Morante de la Puebla, pero su luz estuvo apagada toda la tarde. Se supone que él y no otro fue el principal impulsor de los gatos, pero se le vio desfondado, sin querer o sin poder, que cualquiera sabe. No fue el suyo un lote apropiado y abrevió, que es lo más inteligente. Se le esperaba con sumo interés y cundió la decepción.

Y Castella sigue siendo un misterio. Le adornan la experiencia y la técnica, pasa a los toros con pasmosa facilidad, pero su toreo es insustancial. Da muchos pases y no dice nada. Suyos fueron los dos gatos que mejor embistieron y no arrancó ni un óle de verdad. Un misterio lo de este hombre. No se le niega la buena voluntad y las ganas de agradar, pero solo quedan en el recuerdo unas chicuelinas muy trabajadas ante el sexto y muchos pases enganchados en el conjunto de su labor. A veces, matar gatos tiene eso…

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Sin novedad en la despedida de El Fundi de Sevilla

Después de la tarde histórica que cuajó Manzanares el viernes, el festejo del sábado resultó insulso y pesó como una losa. Lo más reseñable: el adiós de El Fundi de la afición sevillana en la temporada de su retirada. El madrileño dio la única vuelta al ruedo en su toro postrero tras una labor muy larga y desigual, en la que la banda de música fue abroncada cuando acompañó la faena y el de Fuenlabrada la mandó callar.

El Fundi tuvo enfrente un buen toro, con mucha cuerda, con el que se lució en el capote en un par de medias verónicas y en un galleo precioso para llevarlo al caballo. En su quite, Morante cuajó lo más bello del espectáculo: un manojillo de tres verónicas, tras las que esperó al toro para una media de capricho. El Fundi comenzó una tanda muy buena. En la extensa labor prevalecieron los muletazos aislados sobre la ligazón. Dio una vuelta al ruedo tras petición minoritaria.

En el que abrió plaza, un astado flojo, que reponía por el pitón derecho y embestía bien por el izquierdo, El Fundi consiguió una tanda por cada pitón en una labor aseada.

Morante, salvo ese momento espléndido con la capa, estuvo desaparecido en su lote. Desconocemos qué hubiera dado de si en su juego el segundo astado, ante el que se inhibió. Con el quinto, un animal sin clase, sacó algunos muletazos de gran calidad con la diestra y ahí acabó todo.

Sebastián Castella, con un lote manso, no llegó a calar pese a su entrega. Ante el tercero, con movilidad, pero sin humillar, el francés realizó un trasteo que inició con firmes estatuarios y que fue a menos, con los mejores pasajes con la diestra. Ante el que cerró plaza, un animal sin clase, estuvo correcto, en un trasteo en el que aguantó alguna colada de infarto.

Después de la tarde maravillosa anterior, se puede afirmar que ayer apenas sucedieron cosas relevantes: sin novedad en la despedida de El Fundi de Sevilla.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Antitaurinos y demagogia

La consigna general, aventada por los jefes de la cla, es llamar maestro a este diestro honesto en el ocaso de su larga carrera que, tal y como anunció el mismo, ya toca a un fin que no se puede demorar más. Además, los caprichines del personal de la primera fila, los huecos de esta extraña Feria de Abril y la incondicionalidad de la que goza el torero de Fuenlabrada, que se ha hartado de echar abajo quintales de carne del tío Picardías, le han colocado en la cabeza de carteles que en otros tiempos más bizarros de su trayectoria ni siquiera podía soñar. Pero fue precisamente con ese tipo de ganado -Fundi era fijo en la de Miura en Sevilla- donde ganó fama y hacienda abriéndose un lugar bajo el Sol que a tantos y tantos se les ha negado.

En cualquier caso, daremos validez al exquisito cariño que le mostró el público sevillano en la que, eso parece, debe ser su última tarde en el coso del Baratillo que ayer no se llenó por completo. Y así, después de despedir con escuadra, bandera y banda de música al guerrillero de Fuenlabrada nos dispondremos a diseccionar sus dos actuaciones con la debida equidistancia.

Y es que a El Fundi le tocó en suerte el lote de mayores posibilidades del esmirriado e impresentable envío de Garcigrande, que nunca debió saltar en una tarde de campanillas, en la yema del abono de una Feria de Abril que después del oasis manzanarista del viernes volvió a la vulgaridad más absoluta.

La verdad es que El Fundi, que medio se estiró a la verónica con el toro que rompió plaza no quiso ni verlo después en la muleta y hasta escenificó una batalla campal que sorprendía en la calidad y la nobleza de un enemigo que el vendió como si fuera el Bismarck. Desconfiado, muy por bajo, siempre por las afueras y sin dejar de meter la marcha atrás dejó una penosa impresión que gozó -alabado sea el Santísimo- de la absoluta complacencia de un público que respetó los trienios del madrileño bien aleccionado por los jefes de opinión.

El Fundi, que apareció vestido impecablemente de torero, se tapó mucho más con el cuarto de la tarde, un toro que reservó para el final el buen fondo que atesoraba. El veterano diestro consiguió lucirse con el capote y hasta trazó una lidia profesoral que brilló en los esbozos de un galleo por chicuelinas y en algunos lances a una mano que no llegó a seguir el de Garcigrande. Después, con la muleta, hilvanó un trasteo irregular, de cimas y simas que no estuvo exento de buenos momentos y series estimables de muletazos aunque la parroquia le aplaudió lo bueno, lo regular, lo malo y hasta lo pésimo renovando esa incondicionalidad que no cesó cuando El Fundi se encaró exageradamente con la banda por entrar en escena, una vez más, tarde y mal.

Pero bueno, la verdad es que tampoco le viene mal el rapapolvo al director de esta impecable formación musical de la que nadie discute su grandiosa calidad musical. Pero ese afán de protagonismo, tan hispalense, necesitaba un frenazo porque, ésa es la verdad, la gente está hasta la coronilla de la falta de oportunidad de la música. Pero hay que volver al ruedo: habíamos dejado al Fundi comprobando que el toro, noble y un pelín bobalicón duraba más que el conejito del anuncio y prolongó una labor que algunos estaban viviendo como una antología. Un pinchazo y la posterior estocada no fueron suficientes para que la presidenta le concediera una oreja que tampoco gozó de una petición suficiente. El senado taurino del 1 y el 3 se guardó todos los pañuelos. Mal asunto. Con la vuelta al ruedo final se despidió del albero baratillero. Que le vaya bien.

No fue la tarde de Morante de la Puebla, es verdad, pero también hay que agradecerle la brevedad y la prontitud con la que pasaportó sus dos toros cuando comprobó que era imposible el lucimiento. Además, la lidia de su primero se vivió con ecos de una ruidosa manifestación de antitaurinos que molestó el normal desarrollo del espectáculo. Es una irresponsabilidad permitir este tipo de protestas en días de máxima expectación. Algún día habrá que lamentar algún incidente grave y será tarde.

Ese primero de Morante se le metió por dentro en los primeros lances y anunció su escaso fondo.Morante no se dio coba y se fue por la espada. El quinto, con el personal un pelín cabreado, sólo le permitió esforzarse en un puñado de capotazos en los que se jugó más de lo que parece. En la muleta resultó tan molesto como incierto y el de la Puebla decidió cerrar la tienda en espera de la próxima.

Tampoco pudimos ver a un Castella demasiado afinado y después de este borrón se antojan muy largas las tres tardes que ha contratado con la empresa en año de tapar brechas. Sus dos toros tuvieron mejores principios que final -fue más temperamental el sexto que el tercero- pero al francés le faltó temple, alma, hilo y llegó a aburrir a todos.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La tarde fue de El Fundi

La Maestranza hizo saludar al Fundi al romper el paseíllo, el último en este ruedo en sus 25 años de alternativa. Generosa la plaza. El maestro de Fuenlabrada toreó con soltura y naturalidad a la verónica al primero de la corrida de Domingo Hernández y Garcigrande, un punto alto de cruz. La media fue lo mejor del saludo. Buen remate. El toro luego mantendría una dinámica idéntica: en el tercer pase de cada serie se metía por dentro. Y así hasta tres tandas por el lado derecho. Por la mano izquierda, además, de ir algo mejor, Fundi lo abrió más, ya tocado el arrebato del torero curtido y batallador. Volvería a la mano diestra con un par. Por encima del enemigo en una faena que apuró hasta el final.

Si no valió ese toro, menos el recortado y anovillado de Morante. En el segundo lance a la verónica soltó tal calambrazo que desarmó al torero de la Puebla de capote y montera. A Morante ya se le torcería el gesto y salvo un par de apuntes y un recorte de un leve quite, nada ante el bicho mirón. Ni verlo.

Castella se dejó al tercero de pobre cara entero en el caballo. En un primer encuentro se quitó la vara y en el otro no le dio. Lo pagó Javier Ambel, que casi paga cara su apuesta por la autenticidad. El toro cortó el tercer par por el derecho y vino la fea voltereta justo en el momento de cuadrar. Milagro. Del boquete en la talaguilla no pasó el pitón. Su matador también sufriría el escaso castigo de su enemigo, que se movía a golpes de riñón y con un incómodo tornillazo final. El francés en inicio de bandera calentó a la gente con un hermoso cambio de mano por delante también. Una serie limpia por la derecha encajada y luego el tornillazo y el toro a menos tropezarìan casi siempre la muletaen el final de viaje.

Fundi volvió a estar en maestro con un toro que al lado de todo lo que ha despachado en su carrera de pedernal era… En fin, ahorremos espacio. Muy bien con el capote, garboso en los remates, al paso en un galleo por chicuelinas y en un quite. Salió Morante y bordó dos verónicas barrocas. Fundi estuvo sensacional de tempo y espera con el noblón torete. Pero a Tristán, el director de la banda, no le salió del trombón tocar hasta que se le puso en el ciruelo. Y entonces El Fundi le mandó parar. Con un par. Chuflón de músico de pandereta. Y la faena siguió por la mano izquierda. En un cambio de mano y pases de pecho de pitón a rabo. Sin haber sido nunca un exquisito, honores al Fundi en la tarde de este sábado. Por un pinchazo, ya ves, o porque la señora presidenta no contó suficientes pañuelos, le negó el trofeo que era a la faena y a una carrera de 25 años partiéndose la cara literalmente. La vuelta al ruedo supo a triunfo.

La corrida del viernes de Victoriano del Rio ya supuso una bajada en el escalón de la presentación de Sevilla y en lo que llevábamos de preferia. Pero a esto de Garcigrande no hay derecho. Una estafa. El burraquito quinto era un churro suelto de carnes. Gazapón e incómodo. Morante en esbocitos de torería y en una puñalada trapera.

El sexto fue el toro de mayor remate. Pero manso de salida y también en el caballo. Un quite de amplio vuelo a la verónica de Castella y otro a mitad de camino y remontado por chicuelinas. En banderillas también marcó querencias y apretó hacia los adentros. El diestro francés lo fijó en los medios por la mano derecha. Largo el recorrido con la cara suelta. Tres tandas así de derechazos. Y la faena no levantó vuelo en su espesura.

La Gaceta

Por José Antonio del Moral. Se repartió muy mal la suerte

La ciclópea resaca triunfal de Manzanares, lo mal cerrado del cartel con el dignísimo Fundi ya en sus finales para abrir boca y del desde hace tres años en declive Castella como escoba, no ayudaron a Morante para que se llenara del todo la plaza aunque hubo muy buena entrada. Al de Fuenlabrada le despidió el público por adelantado con una ovación antes de que empezara la lidia y dio una vuelta de adiós tras dejar escapar al mejor toro de la desigual corrida de Garcigrande. Morante de la Puebla se estrelló con sus muy deslucidos enemigos. Sebastián Castella anduvo por bajo de sí mismo con el posible tercero y mal con el mejor de su lote sexto. La decepción fue grande.

La singularidad de los dos acontecimientos más grandes que suceden en Sevilla cada año, su Semana Santa y La Feria en sus dos vertientes, las corridas triunfales en la Maestranza y el paseo de caballos en Real de los farolillos, concitan momentos de tantas bellezas acumuladas en un mismo lugar, que muchos padecemos, a dios Gracias, lo que se ha dado en llamar el síndrome de Stendhal, descrito maravillosamente por el gran escritor francés en su libro de viajes “De Milán a Reggio”. Este año pudimos sentirlo y sufrirlo durante unos minutos cuando la Esperanza de Triana llegó a su barrio por el famoso puente. Y anteayer en la plaza de toros mientras duró la lidia de los dos que le correspondieron a José María Manzanares. Ayer aún duraba con tanta fuerza el éxtasis catártico del portentoso alicantino que, no pocos del lugar se acomodaron en sus localidades temiendo que Morante de la Puebla, su Morante del alma, no consiguiera por lo menos epatar y, todavía más difícil, superar lo que nunca se nos olvidará a cuantos lo vivimos en situ. Desde la grandiosas actuaciones de Antonio Ordóñez en Sevilla, que fueron muchas, desde la frustrada en trofeos por pinchar y no por ello colosal tarde de Ponce hace menos tiempo con dos difíciles toros de Zalduendo, hasta el indulto de Arrojado del pasado año a cargo del más nuevo mesías, uno no había visto conmocionarse tanto a la plaza de la Maestranza con diestros no nacidos a la vera de la Torre del Oro. De modo que, podrán imaginar los lectores con qué nervioso talante empezó la corrida de ayer. Sobre todo los morantistas de hueso colorado, algunos atrevidos por no decir estúpidos ninguneadores del suceso manzanarista como hemos tenido la oportunidad de leer en algunos periódicos locales. Morante empezó sublimando la verónica, pero con un solo lance porque en el segundo le desarmó el toro y en el tercero le pegó un susto. Fue en el segundo toro de la tarde. Tras lo cual, huyó descompuesto. Se picó solo y mal. Dos verónicas y una media andando, fueron lo mejor del quite. El toro las aceptó suavemente y ello encendió las esperanzas de faena. No hubo tal. La aspereza del burel solo permitió apuntar algún muletazo suelto con la derecha. Y, para colmo, una manifestación de antitaurinos suplió a la banda con molestísimas protestas frente a la Puerta del Príncipe. Morante cortó por lo sano con media estocada yéndose y fue pitado.

Precioso el burraco cuarto que empezó huyendo de capotes y echó las manos por delante en los lances forzosamente inconclusos de Morante. Un asco de toro. Fatal en varas y enrevesadillo en la muleta. Macheteo a la antigua, un ayudado por bajo electrizante, un par de redondos sin demasiada fe. Valiente Morante? Más empeñado con la derecha pero sin cante. El toro sorprendió al torero más que el torero al toro. Amago de cogida y se acabó lo que se daba. Mató de cualquier manera. A los morantistas irredentos les pasó como a los forofos del futbol: que creen que su equipo puede ganar viendo un diferido sabiendo ya que ha perdido. El disgusto fue morrocotudo.

Muy templado empezó Castella con el capote en el recibo del inicialmente noble tercer toro que, luego, se defendió en varas. El proverbial silencio de La Maestranza seguía alterado por las protestas de los antitaurinos. Intolerable. Las anularon las palmas al quite de El Fundi. No era tan malo el toro como pareció a ratos. El banderillero Javier Ambél resultó arrollado tras parear comprometidísimo. Muy vivaz el burel, Castella empezó la faena por alto y muy quieto con la derecha. No debió dejar que los pitones engancharan la franela. El toro fue mejor por abajo que por arriba y la tanda con la derecha fue buena salvo en los de pecho de remate. Peor por más sucia la segunda. Desiguales los naturales por lo dicho. Y vuelta a lo mismo, otra vez con la diestra, al tiempo que parte del público empezó a impacientarse. Castella buscó la igualada y mató de estocada trasera. A este mismo toro, el francés le hubiera cortado una oreja en 2006, su año cumbre.

Con el suelto y mansote aunque también más que potable sexto, Castella se halló bien en un primer quite muy templado y, en menor medida, en otro por tafalleras, chicuelinas y media. Otro toro, pues, de oreja para el de Beziers. Se capoteó en exceso durante el tercio de banderillas. Castella lo brindó y lo toreó con firmeza aunque acelerado y sin mando. Y destemplado al natural. Faena a menos. Mal Castella. ¡Qué pena¡

El Fundi se fue de Sevilla arrancando en el primer toro con lances regulares y buena media verónica. Mejor el toro que el torero pese a su poca fuerza y mediana bravura. Siento decir otra vez a mis discrepantes que a este toro hubo que “administrarlo”. Es lo que tiene entrar en carteles de figuras. El Fundi, casi lo consiguió aunque sin olvidarse de su toreo de guerrero. Regates y dudas entre algún buen muletazo por lo que el toro, en vez de mejorar, empeoró por momentos. Casi al final de la faena ligó una tanda con la zurda y otra con la diestra. Inconforme consigo mismo, prolongó excesivamente el trasteo. Excelente la estocada.

De menor a mayor categoría los lances de El Fundi en el recibo al castaño cuarto. Otro toro con buen aire inicial. El de Fuenlabrada galleó con graciosas chicuelinas para llevarlo al caballo. El toro se fue a cuello del jamelgo, pero volvió a embestir bien en el quite de El Fundi que anduvo a gusto y con gusto. Y aún más y mejor Morante en un gran quite por verónicas. Este fue único fogonazo del gran artista en esta corrida. Aunque cortó en banderillas, había toro, sin duda. Y El Fundi empezó bien su faena postrera aunque llevando al toro muy por las afueras con la derecha. Lástima. Y lo mismo al natural aunque más templado, más despacio. También otra vez con la derecha pero con la superficialidad ya apuntada. Tras los de pecho, al quedar mejor colocado, más cruzado, el propio torero lo pudo comprobar. El público pidió a la banda que dejara de tocar y El Fundi se calentó más comprometido. Aunque ya era tarde. Pinchó y se le escapó una oreja. El toro fue de dos. Estaba cantado. Por eso fue su última corrida en la Maestranza.

El Mundo

Por Carlos Crivell. La levedad y la grandeza de la Fiesta

La levedad y la grandeza de la Fiesta es que en veinticuatro horas se pasa de la euforia al desencanto. La misma ilusión camino de la plaza, una ganadería de lujo, tres toreros buenos y una siesta perdida por culpa de todo. Entre todos forjaron una de esas corridas que, de forma irremisible, entran en el lote de una feria. Tocó ayer, justo al día siguiente de la maravilla, como duro contraste.

La corrida tenía dos alicientes. De un lado la despedida de El Fundi de la Maestranza. El torero de Fuenlabrada se ha entretenido en lidiar diez corridas de Miura en Sevilla, además de dos de Palha. Es decir, que Sevilla le debía esta despedida de lujo con una de esas divisas por las que pugnan los que mandan. La plaza sevillana lo sacó después del paseíllo para dedicarle una ovación de respeto.

El otro aliciente era Morante, el que debiera tomar el cetro de Sevilla para convertirse en su torero de culto. El de La Puebla lo tiene todo, es genial, sabe torear como pocos, fracasa de verdad, pero necesita escribir su historia de amor con la Maestranza a base de triunfos para el recuerdo. Y aunque ya hay alguno anotado, para ser el torero mitificado por Sevilla hay que abrir unas cuantas veces la del Príncipe. En al corrida de ayer escribió una página negra, de esas que también les hacen falta a los mitos. El problema es que pasa el tiempo y las tardes gloriosas se hacen esperar.

Corrida de Garcigrande que naufragó en todos los órdenes. Atención, las corridas de Victoriano y ésta de Garcigrande han estado muy mal presentadas. Los toros segundo, tercero y cuarto fueron novillos indignos de la Feria de Sevilla. Que me cuenten para qué sirven los viajes de la autoridad a las ganaderías. Me lo imagino. Para admitir esos toros no hace falta gastar dinero en viajes.

Además de mal presentados, los de Garcigrande se comportaron como bueyes de carreta más que como toros de lidia. Dicen los ganaderos de postín que la de Garcigrande es la divisa en mejor momento del campo bravo. Eso hay que demostrarlo en Sevilla, no en los pueblos. Añadamos que se reconocieron dieciséis toros para salvar esas seis piltrafas. De momento, la ganadería salmantina ha fracasado a lo grande.

Mal presentados y de juego pésimo. Ninguno peleó como bravo en el caballo. Algunos tercios de varas fueron un simulacro consentido por el palco y por la plaza. Hay jornadas en los que el lujo de la corrida tamiza los contenidos. Todo vale, el toro chico, la suerte de varas ausente y la lidia sin sentido.

Se dejó algo el cuarto, muy poco, pero los demás fueron malos, parados, protestones a cabezazo limpio, prendas sin el menos atisbo de calidad para el toreo de nuestros días. Garcigrande, dicen que buena ganadería, ayer pinchó en hueso. Una mala corrida le sale a cualquiera, lo mismo que a cualquier divisa del montón le sale un toro bueno. Sevilla debe ser la meta de los buenos ganaderos. Es otra que debe descansar algún tiempo y que siga lidiando esos buenos toros en los pueblos. El Fundi llenó de contenido la tarde. Tras el saludo de respeto a una ovación del coso sevillano, José Pedro tapó al que abrió plaza con su oficio. No merecía el animalito tan buen profesional delante. Se defendió y El Fundi lo trató con elegancia. La polémica llegó en el cuarto. Fue un toro noble y soso. En el centro del ruedo fue labrando una faena de intensidad y calidad creciente. La banda atacó tarde el pasodoble. Le falló sensibilidad ante un torero que se despedía de una plaza en la que ha pechado con los más duros del campo. Tal vez al torero el sobró el gesto de mandar parar el pasodoble. El Fundi estuvo bien y si no cortó la oreja fue porque pinchó y porque la plaza no la pidió. Es la realidad. Distinto es que nadie hubiera rechistado si la pasea por el ruedo. La vuelta fue de las de verdad. Mejor una vuelta así que una oreja discutida.

Morante escuchó pitos en ambos. Es posible que su lote no tuviera más de lo que el torero logró, pero la gente espera tanto que al final no hay término medio. Lo que para otros es un silencio, para Morante son pitos. Sobre el albero quedó un quite enorme al cuarto por verónicas. También algún muletazo suelto, algún adorno, poca cosa para quien es depositario de las mejores esencias del toreo según Sevilla.

Castella estuvo voluntarioso y algo destemplado en ambos. El tercero no le permitió ligar y le enganchó la muleta por la izquierda. Con el sexto, toro que se movió dando cabezazos por todos lados, más voluntad y de nuevo temple ausente, aunque tal vez fuera imposible. El Fundi se marchó entre ovaciones. La oreja hubiera sido un premio bonito para el adiós.


© El Fundi/EFE. Morante/JULIAN ROJAS-El País.

Sevilla Temporada 2012.

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