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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 21 de abril de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Miura (muy bien presentados, bravos, encastados y con raza. Muy bueno el 2º, al 6º se le dió la vuelta lenta al ruedo; el 4º fe devuelto a corrales por partirse un pitón al derrotar contra el burladero).

Diestros:

Rafaelillo. Pinchazo, aviso, estocada caída, descabello (saludos dede el tercio); estocada (saludos desde el tercio).

Javier Castaño. Tres pinchazos, estocada (saludos desde el tercio); estocada (vuelta al ruedo).

Manuel Escribano. Pinchazo, estocada (saludos desde el tercio); estocada (dos orejas). Salió a hombros por la puerta Grande.

Banderilleros que saludaron: David Adalid, Fernábdo Sánchez y a la brega Mercos Galán, de la cuadrilla de Javier Castaño, en el 2º y en el 5º de la tarde.

Presidente: Ana Isabel Moreno.

Tiempo: soleado, temperatura agradable .

Entrada: casi lleno.

Incidencias: El matador de toros Manuel Escribano recibió a sus oponentes a portagayola. Al mencionado matador, en el 6º, un expontáneo le dedicó el fandango “Tenemos un torero de valor” que resultó ovacionado por el respetable.

Crónicas de la prensa: El País, La Razón, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, ABC, El Mundo, Toromedia, Firmas.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Conozco a Manolo Escribano desde que nació y por eso anticipamos en la portada de nuestra web lo que podía pasar. Nadie nos creyó, todo el mundo dudaba de que estuviera preparado para esta cita. Y estaba sobrado, como se demostró toda la tarde. Yéndose a portagayola en los dos toros, banderilleando con un valor y una espectacularidad fuera de límites. Y, encima, toreando. Para él lo de menos es que fueran miuras, las ha matado más “gordas” y más malas. El año pasado sin ir más lejos mató diez o doce peores y salió en todas a hombros. Podía haberse ido de esto hace mucho tiempo, pero no he conocido un chaval con más afición, con más voluntad de ser torero, con obsesión por triunfar como él. Y esta oportunidad, ahora que está cuajado como persona y como torero, no se le iba a escapar. Ahí tienen un ustedes un torero total en los tres tercios para ilusionar aficiones. A ver qué hacen ahora los empresarios que lo han marginado. Rafaelillo estuvo en su papel de valiente y Castaño tuvo el mejor lote pero falló con la espada. La de Miura, un corridón. La vuelta al ruedo del sexto no estaba justificada, porque no se picó y hubo toros mejores, en especial el segundo, un prodigio embistiendo con codicia y calidad. La cuadrilla de Castaño lo bordó. Y el broche de la Feria no pudo ser mejor. Ah, y lleno en la Maestranza, casi nadie devolvió..¿Por qué sería?

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Miura y Escribano. La Feria de Abril se ha cerrado con éxito gracias a una corrida de Miura con toros muy importantes, en especial el último “Datilero”, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Cayó en manos de Escribano, que aunque ya era el protagonista por sustituir al Juli y estaba en boca de todos para bien o para mal, le cortó las dos orejas. El toreo al natural de Manuel Escribano incendió La Maestranza emocionando a los presentes. El de Gerena se fue a por la espada y como un cañón la metió. La plaza era un hervidero de pañuelos y Anabel no tuvo más remedio que conceder los dos trofeos. Anteriormente, Rafaelillo estuvo hecho un tío con sus oponentes y Castaño por encima de su lote. Es imposible no destacar los dos tercios de banderillas de David Adalid, llegando incluso a sonar la música tras parear al segundo de la tarde.

Lo peor: En el recuerdo. Julián López “El Juli” ha estado en la mente de los espectadores en la tarde de hoy. Había mucha expectación por verlo pero no pudo ser. Él se recupera bien, poco a poco y seguro se alegra del triunfo de Escribano, que además se lo dedica a él. Rafaelillo también tuvo el gesto de brindarle el cuarto toro, recogiendo la montera su banderillero Álvaro Montes, presente en la plaza. Ya se acabó la Feria, pero seguimos teniendo ganas de toros y de buen toreo.

El País

Por Antonio Lorca. Miura y Escribano tocan la gloria

No fue una corrida completa, pero sí emocionantísima; de esas que se quedan largo tiempo en la memoria de los buenos aficionados. Toros de trapío deslumbrante, clones de estampas antiguas, largos, de mirada penetrante, que acudieron con presteza a los caballos, galoparon en banderillas y derrocharon nobleza en el tercio final, a excepción del sobrero cuarto, que fue el malo de la película. Por el contrario, de premio fue el segundo, de encastada nobleza, y le siguieron hasta tres más, que compusieron un conjunto de toros muy toreables. Tanto es así que al último, nobilísimo, se le concedió el honor de la vuelta al ruedo.

Justamente el sexto de la tarde propició un triunfo histórico para la carrera de Manuel Escribano, que entró en el cartel como sustituto de El Juli, y ha confirmado que su elección era un acierto.Le cortó las dos orejas a un nobilísimo animal al que muleteó de manera primorosa por ambas manos, aunque lo mejor fueron las tres tandas finales de naturales, con el toro totalmente entregado, y los muletazos brotaron de las muñecas sensibles de un torero transfigurado en un artista que enloqueció a la Maestranza. Los tendidos, emocionados, siguieron con auténtica pasión estos pasajes finales de la faena, que había sido amenizada por un fandango que surgió de la solanera y, a continuación, por un pasodoble que añadieron júbilo a lo que ocurría en el albero.

Cuando Escribano se perfiló para matar, la plaza entera le transmitió energía, de modo que la espada quedó enterrada y el coso entero se pobló de pañuelos blancos. Dos orejas para este torero, que apareció por la puerta falsa y se le han abierto las de la gloria.

La verdad es que Escribano llegó muy mentalizado. A sus dos toros los esperó de rodillas en el centro del ruedo y los recibió con largas afaroladas y verónicas de buen trazo. Se lució en su primero en un galleo de frente por detrás, y banderilleó con enorme decisión, especialmente en el tercer par al quiebro sentado en el estribo. El animal llegó agotado al tercio final, y Escribano solo pudo demostrar su desbordante ilusión. Pero el triunfo llegaría en el sexto; otra vez verónicas de quilates, un espectacular par al violín quebrando en la misma cara del toro; y una labor de muleta inteligente ante un toro muy noble con las fuerzas demasiado justas. Desplegó Escribano su torería con buen trazo, con temple, con maneras muy toreras, y llegaron el fandango, la música, los naturales y la apoteosis.

Afortunadamente, hubo más. Otro momento de alta intensidad emocional lo protagonizaron David Adalid, Fernando Sánchez, con las banderillas, y Marcos Galán con el capote en el segundo tercio del toro segundo, el más completo de la corrida. Se dejó ver Adalid, galopó el animal y en el encuentro, de poder a poder, cuadró el torero en la misma cara, los pitones alcanzaron la pechera y dejó un par en todo lo alto mientras la Maestranza explotó de emoción; menos espectacular, pero magnífico también, el par de Sánchez, y todo ello adobado con la buena lidia de Galán. Sonó la música, se fundieron los tres en un abrazo, y la plaza vibró como en una tarde histórica. Se repitió la jugada en el quinto. Volvió a banderillear Adalid y su primero fue sencillamente portentoso; brillaron de nuevo sus compañeros y otra vez la Maestranza se rindió ante la grandeza de tres toreros monumentales.

Y lo que son las cosas: el que no estuvo bien fue el matador, Javier Castaño. Al gran segundo le hizo una faena despegada, vacía, inconsistente, muy por debajo de lo que el toro merecía. Llegó a sonar la música, pero su labor careció de fondo. Para colmo de males, pinchó hasta tres veces y todo se diluyó. Estuvo mejor ante el quinto, más complicado, pero muy toreable cuando acertó a bajarle la mano por el lado izquierdo. Mejor, sí, pero todo quedó cogido con alfileres. Su paso por Sevilla no ha estado a la altura del buen lote que le tocó.

Nadie pone en duda que Rafaelillo, el tercero en liza, es un gladiador, y así volvió a demostrarlo ante el cuarto, el malo de la película, el miura que da tornillazos, que corta el viaje y busca lo que deja atrás. No se dejó sorprender el torero y lo pasaportó de una magnífica estocada. Sin embargo, estuvo por debajo del primero, noble y reservón, en una labor soporífera, insípida y larga hasta el aburrimiento. Meritoria, sin duda, como las de todos los que se anuncian con estos toros, pero insulsa.

Ahí quedó, no obstante, para la gloria el triunfo de Escribano, el nombre de Miura y el tercio de banderillas de la cuadrilla de Castaño. Broche de oro para la Feria de Abril.

La Razón

Por Paco Moreno. Miura pone en órbita a Escribano

La última de feria en La Maestranza redescubrió a un torero que apenas se ha vestido de luces, pero que evidenció saber torear. Gran tarde de Manuel Escribano, que reclamó su sitio en la Fiesta. Sus compañeros de cartel, Rafaelillo y Castaño, también puntuaron alto confirmando su honroso historial ante un corridón de toros de Miura, muy importante, con el toro auténtico, enrazado y, a veces fiero, para quien pueda torearlo.

Y lo hizo Manuel Escribano. El sevillano quiso aprovechar la sustitución de El Juli y no perdonó un instante de una tarde con la que no contaba. Se fue a portagayola en el tercero. Casi en los medios hincó las rodillas. A distancia le pegó la larga. Lo toreó con vibrantes verónicas antes de colocarlo de lejos al caballo y banderilleó de manera espectacular, sobre todo, en un tercer par al quiebro citando sentado en el estribo, a muy poca distancia del «Miura». Faena meritoria sobre el derecho, también se prodigó al natural, siempre relajado y con buen oficio. Pudo cortar la oreja.

Las dos arrancó del sexto. El sueño se hizo realidad en el último de la feria. Posiblemente, hasta la realidad fue mayor que ese sueño. Estuvo cuajado, sereno y brillante en una labor que comenzó de nuevo a portagayola. Meció el capote con maestría después, espectacular en banderillas y sensacional en la muleta. Lo hizo a fuego lento con la derecha y, luego, al natural. Muletazos tan lentos como armoniosos. Muy profundos. Delante, un toro que no tuvo más remedio que colaborar. Entró para sustituir a una figura y demostró que él también puede serlo, sólo necesita los contratos.

Rafaelillo recibió con aceptables verónicas al primero que, al menos de principio, se dejó hacer y cumplió en varas. Poco a poco, su motor se fue apagando en la pañosa y anuló los intentos del murciano. Le costó mucho más desplazarse y una quimera, repetir. Incluso ya en las postrimerías miró en demasía a su matador. Estuvo muy centrado el torero aguantando parones con aparente tranquilidad. Muchas más complicaciones sacó el cuarto bis, tras partirse el anunciado un pitón con el burladero. A pesar de la difícil condición de la res, estuvo muy decidido. Echó mano de pundonor y oficio para ganar tan enquistada batalla. Sacó muy muletazos meritorios dominando siempre la situación. Buenísima la estocada.

Javier Castaño tuvo un excelente toro en el primero de su lote. Y es que «Almendrero» sacó nobleza y raza, se dejó torear, con chispa. El salmantino le correspondió con la lidia y la faena que pedía su adversario. Cumplió en los lances de recibo y la tarde se vino arriba con un brillante y espectacular tercio de banderillas protagonizada por David Adalid y Fernando Sánchez. Lo lidió con soltura Marcos Galán. Los tres saludaron. Faena importante auspiciada en el temple y la profundidad con que embarcó siempre al toro en redondo. Tomó también la zurda para dejar una tanda muy meritoria. Lucidos naturales. Pudo ser de oreja, pero falló con la espada.

Otra más rozó en el quinto, al que lanceó con solvencia y dosificó el castigo en varas. Volvieron a ofrecer un sobresaliente tercio de banderillas Adalid y Sánchez. Galán bregó con mimo. Entusiasmaron al público. La faena tuvo mucha emoción, el «Miura», encastado, codicioso y fiero, pero tomando la muleta con clase. Castaño, muy dispuesto, le plantó cara. Lástima de los continuos tropezones con la muleta, porque todo tuvo mucha verdad.

La Razón

Por Andrés Muriel. La gesta la acabó haciendo Escribano

La sangre de El Juli ha dejado un reguero de triunfos. Antonio Nazaré le cortó dos orejas a un toro del madrileño el viernes de la cogida y Manuel Escribano, que entró sustituyéndolo, desorejó al miura que cerraba ayer la feria. La expectación que generó el gesto de El Juli llenó La Maestranza. Hacía años que no se veía esa entrada para la «miurada». Los que compraron el boleto buscando a El Juli se encontraron con otra gran sorpresa.

El último que desorejó a un «Miura» fue Jesús Millán hace una década. Tarde vibrante como la de ayer. También Millán con un terno blanco que lo acabó remendando con un pantalón vaquero después de una cogida. Y también Millán se fue a portagayola como lo hizo ayer por partida doble el de Gerena.

Escribano triunfó a carta cabal, poniendo su vida en una bandeja. Llegaban certezas y rumores del buen momento del diestro sevillano, pero nadie se imaginaba tanto. Algunos, sí. Zocato, el gran crítico francés, que mucho lo ha visto en el ambiente torista de la Provenza, ganó una cena. Sabía cómo silbaba el tren.

La ausencia de las grandes plazas, la diáspora por Francia y Venezuela, han modelado un torero nuevo, que si no firma veinte corridas a partir de mañana es porque la Fiesta es así de injusta. Con 48 horas escasas le sonó el teléfono para sustituir a El Juli. Y con la de Miura. Escribano llevó galleando al tercero al caballo, lo quebró por los adentros en banderillas, pedresina en el arranque de faena y manoletinas de epílogo.

¿Quién dijo que esto no se le puede hacer a un «Miura»? Con el pinchazo se esfumó la oreja, pero lo mejor estaba reservado para el sexto, el último toro de la tarde, el último de la feria. Fue el toro de la corrida –excesiva la vuelta al ruedo– …pero un Miura. Y Escribano lo toreó olvidándose del hierro de las dos asas, esas que los revisteros antiguos decían que eran para que los toreros se agarraran fuerte… que venían curvas.

No era el Escribano bullidor el que estaba delante, sino otro Escribano, el Escribano de después de la diáspora. Frótense los ojos, pero llegaron los naturales largos y templados. Y las trincherillas juncales. El público en pie que no se lo creía.

Temperatura de triunfo grande cuando se fue a por la espada. La plaza contuvo entera la respiración, empujando. La espada entró hasta los gavilanes. Con el triunfo de El Juli empezó la feria y con el de Escribano ha terminado. Entre tanto, aquella media de Morante en la feria de abril de 2013…

La Razón

Por Rafael Peralta Revuelta. Miuras y toreros

La Feria de Abril fue apurando el último sorbo de manzanilla con una variada e interesante corrida de toros de Miura. Los de Zahariche lucieron su clásica estampa de toros zancudos y agalgados –todos cárdenos–, pero llenos de matices, emoción y de bravura sobre el ruedo de la plaza de toros de Sevilla. Terminó una de las grandes citas taurinas de la temporada con dos nombres de toreros en la cabeza de los aficionados: Julián López «El Juli» y Morante de la Puebla. «El Juli», porque pasó de la gloria del Domingo de Resurrección a la cornada, de la Puerta del Príncipe a la puerta de la enfermería. Julián es un diestro de raza, poderoso, líder entre los toreros de su época. Morante, sin tener un triunfo destacado en ninguna de sus tres tardes, ha dejado un gratísimo sabor de boca. Aroma añejo. En sus andares, en su forma de estar en la plaza. Pero, sobre todo, en su toreo con el capote. El miércoles de farolillos, ante toros de Núñez del Cuvillo, esculpió todo un monumento al toreo a la verónica. Y una media eterna, interminable, que paró todos los relojes de Sevilla. La Maestranza también presenció la bravura de toros importantes de Fuente Ymbro, Daniel Ruiz o Victoriano del Río. Aunque en nobleza destacó extraordinariamente el sexto toro de Juan Pedro Domecq, lidiado por José María Manzanares en su encerrona en solitario. Antonio Nazaré, con dos orejas en el esportón, se quedó a una vuelta de llave de abrir la puerta soñada. Y Manuel Escribano, en la miurada, fue un dignísimo sustituto de Julián López «El Juli». Su faena a «Datilero» ha sido el broche perfecto para cerrar esta calurosa feria de Abril, donde se encumbró ante una ganadería legendaria, la de D. Eduardo y D. Antonio Miura.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Escribano sale del banquillo y forma un lío gordo

El larguísimo toque de clarín que despide la Feria de Abril era también el toque de atención de un torero que estaba viviendo el momento de su vida. Manuel Escribano había entrado de puntillas en el último festejo del ciclo para sustituir a El Juli, inmerso en la compleja recuperación de la cornada que le privó de consumar su gesto con la ganadería de Miura y que le ha obligado a pasar dos veces por el quirófano. Era difícil llenar ese ancho hueco pero en los rincones del toreo sevillano se decía hace tiempo que Manuel Escribano andaba más que puesto. Tomó la sustitución y se vistió con la misma plata que le sirvió para deslumbrar como novel en una lejana noche de verano. Era su día.

Manuel ya había mostrado sus cartas de presentación marchándose a la puerta de chiqueros para recibir al tercero de la tarde. Se colocó muy abierto, más cerca de los medios que de las rayas y el toro, una catedral con dos campanarios que se frenó en los postes de la puerta, acabó arrancándole el capote por encima de su cabeza. Escribano se levantó tan tranquilo y le recetó un mazo de verónicas en la misma puerta de los toriles. No tenía mal aire el toro y el diestro de Gerena galleó por chicuelinas y dejó al toro muy largo para el segundo encuentro. Con los palos en la mano formó otro lío: cuarteando en el primer par; cambiando de pitón y girando sobre sí mismo para prender el segundo y citando sedente desde el estribo para clavar un arriesgadísimo par al quiebro que puso a todo el mundo de pie. El ambiente estaba caliente pero Manuel seguía tranquilo y seguro, haciendo todo bien; con una templada suavidad que no se rompió ni en los pases cambiados con los que inició su faena. Los muletazos sin violentar al toro; el estar naturalmente torero en la cara del miura y la actitud del todavía joven matador le permitieron mostrarse seguro y solvente, brillando especialmente por el lado izquierdo. Hacía seis años que nos se asomaba a esta plaza y dejó al personal cavilando.

Pero lo mejor estaba aún por venir. Manuel Escribano volvió a cruzarse el ruedo para hincarse de rodillas a dos leguas de la puerta de chiqueros. La larga salió esta vez limpia y la seguridad del torero en la lidia hacía presagiar cosas buenas. Volvió a tirar de variedad y galleó por rogerinas después de echarse el capote a la espalda con un hermoso farol de color sepia. Sin solución de continuidad, y apercibido de la buena condición del toro de Miura, banderilleó algo menos lucido que en el toro anterior aunque levantó los ánimos con el infrecuente par de la Calafia, una suerte de quiebro en el que se clava al violín. Pero había que remachar la tarde con la muleta en la mano. Sin un solo tirón, empleando la magia del temple y la serenidad aprendida en estos años de banquillo se empleó en una larga faena de intensidad creciente y dulce puesta en escena que enardeció al público. Contó con uno de esos miuras obedientes que –con sus cositas- permiten hacer el toreo. Fue un trasteo de trazo moderno, basado en la cadencia y resuelto sobre ambas manos pero sobre todo en una enorme serie dictada al natural que despejó cualquier duda. Un paisano hasta le cantó un fandango un punto aguardentoso y la banda, para no ser menos, atacó el pasodoble Puerta Grande con su proverbial demora. Pero Escribano aún se gustó en unos precisos y preciosos ayudados antes de agarrar una estocada suficiente. Las dos orejas eran de cajón y le tienen que saber a gloria divina.

Pero no se acabó ahí la corrida, un entretenido e interesante espectáculo en el que no hubo lugar a tiempos muertos. Al menudo Rafaelillo, consumado especialista en estas lides, le tocó lidiar a un miura afiliado al sindicato del crimen. Pero antes mostró su solvencia con el primero, un pavo que arremetió contra el portón después de salir de chiqueros con aire y hechuras de toro decimonónico. Rafaelillo se mostró animoso en todo momento y el toro no pasó de suavón en una faena que sólo consiguió ligar los muletazos a base de provocarle y no dejarle nunca parar. Fresco y variado, el diestro murciano convenció a la parroquia maestrante y aunque se pasó de metraje –estos toros no suelen admitir demasiados muletazos- consiguió cuajar algunos muletazos de excelente trazo que se impusieron a sus parones. Un pinchazo, una estocada y un descabello terminaron con la vida del animal. Pero le quedaba pechar con el sobrero que salió en cuarto lugar, un auténtico barrabás con el que se jugó el pescuezo en una emocionante lucha cuerpo a cuerpo que brindó a Álvaro Montes, de la cuadrilla de El Juli. El combate no estuvo exento de belleza añeja y mostró los amplios registros que puede brindar esta vacada legendaria en su mejor versión.

Y no se vayan todavía que aún hay más. Javier Castaño se dejó en la punta de su espada alguna oreja. La primera la pudo cortar del segundo de la tarde, un animal boyante que sacó a los medios capoteando sobre los pies antes de escenificar una lidia generosa para con sus hombres de plata y el propio animal. Marcos Galán con el capote y David Adalid y Fernando Sánchez con los palos formaron su alboroto particular antes de su matador cuajara una valiosa faena que brilló más y mejor en las distancias largas. Con las lógicas desigualdades de este hierro, Castaño toreó a placer en un trasteo de metraje justo, medias alturas y preciso ritmo que, ay, no tuvo el necesario refrendo con la espada. Aún podría haberse llevado otra oreja del quinto de la tarde, un animal no exento de complicaciones al que cuajó a la verónica como si estuviera entrenando de salón. Los tres magníficos volvieron a bordarlo y Castaño trazó una faena dicha sobre todo por naturales a la que sólo le faltó algo más de continuidad. Se fue detrás de la espada y saboreó una merecida vuelta al ruedo. Así concluyó una Feria más, una Feria menos. Un año más, fue un placer.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Un extraordinario Escribano, de suave trazo y rúbrica perfecta

Espectáculo muy atractivo. A 21 de abril de 2013, un escribano de la zona, concretamente de Gerena, sustituía a quien a día de hoy es el notario del reino en lo taurino, don Julián López El Juli, que yace herido tras ser corneado el pasado viernes. Este Escribano, de nombre Manuel, enloqueció la Maestranza con el suave trazo de su muleta, especialmente al natural, inscribiendo una amplia variedad de suertes con el capote, pintando con acierto con un tercio de banderillas deslumbrante y firmando todo ello con una rúbrica perfecta, con una estocada en corto y por derecho, que la hubiera firmado el mismísimo Machaquito. Todo ello lo realizó con un toro de Miura marcado por su nobleza. El público ovacionó de principio a fin una actuación que marcará -si existe la justicia- una pléyade de oportunidades para el joven espada sevillano.

La corrida había estado marcada por muchas y variadas emociones. Pero el cárdeno Datilero acometió con la dulzura del más dulce dátil. Y Manuel Escribano, pese a las escasas oportunidades que ha contado en la pasada temporada, demostró que ha cuajado en un gran torero. Con el valor de un guerrero y la naturalidad de un fino torero, se la jugó frente a toriles en una larga cambiada de rodillas, lanceó de pie, prendió tres pares de banderillas, muy ovacionados -tras el tercero, al quiebro y por los adentros junto a tablas, puso al público en pie-. En la muleta, tras muletazos por la espalda escalofriantes, alternados con derechazos, un espectador se arrancó flamencamente y acabó su cante con “…tenemos torero de valor”. Pero el guerrero, con los sones de un pasodoble de fondo, fue pura naturalidad, con un toreo de finura y templado por ambos pitones, dibujando algunos naturales a cámara lenta para el recuerdo. Una serie con la izquierda, rematada con un soberbio pase de pecho, fue excelsa. Las palmas echaban humo. Cierre por trincherillas. Y luego, luego… una estocada en corto y por derecho en la que se tiró a morir. Delirio del público, dos orejas y vuelta al ruedo para ese dulce árbol de bravura, de nombre Datilero.

Escribano estuvo firme con el tercero, un ejemplar que embestía mejor por el pitón derecho y buscaba por el otro. También se la jugó en una larga cambiada de rodillas, muy expuesta. Anduvo fácil en banderillas y con la pañosa.

El murciano Rafaelillo contó con el peor lote. Con el peligroso y corniveleto toro que abrió plaza, estuvo valiente en una labor voluntariosa. Y se la jugó con el de peores intenciones, el cuarto bis, serio, sustituto de un toro devuelto tras partirse un cuerno, y que no aparentaba los ¡616 kilos! que pesaba. El pequeño Rafaelillo, tiró de su gigante corazón en un trasteo a la antigua.

Javier Castaño, aunque dio una vuelta al ruedo tras despachar al cuarto, estuvo mejor ante su primer oponente, en el que tres pinchazos previos a una estocada le impidieron ganar un trofeo. Capoteo sobre las piernas hasta los medios. Y faena inteligente, técnica y de categoría de un torero en sazón a un toro al que dio distancia y al que toreó bien por el pitón derecho -el bueno del astado- y aguantó el tipo por el izquierdo. Su cuadrilla, formada por Marcos Galán, que bregó el lote, David Adalid y Fernando Sánchez, en banderillas; así como sus picadores Tito Sandoval y Fernando Sánchez deleitaron a los aficionados.

El quinto, por su blandura, engañaba. Sus embestidas fueron bruscas. La labor, firme, en la que descolló una tanda diestra, estuvo salpicada de demasiados enganchones.

La tarde fue para un Escribano de suave trazo y rúbrica perfecta.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.com/images/criticos/fdo_carrasco.jpg"/> PorFernando Carrasco. Manuel Escribano se encumbra con «Datilero», un gran toro de Miura

Entró, a media mañana del sábado, por la puerta de atrás, la de las sustituciones, en la corrida de Miura. La cornada a El Juli, lo que son las cosas, ha posibilitado que Manuel Escribano, de Gerena y prácticamente desconocido para el público en general -que no para el aficionado- haya salido encumbrado de la Maestranza.

Dos orejas al sexto de la tarde tras cuajar una faena extraordinaria por empaque, cabeza, toreo y arrojo. Todo eso, y más, ha contenido un trasteo memorable a «Datilero», un magnífico ejemplar de Miura que ha merecido los honores de la vuelta al ruedo. Faena para recordar de un torero que el pasado año se vistió de luces en siete ocasiones y que se estaba buscando, hasta ahora, las habichuelas en Venezuela y en Francia.

Escribano, consciente de lo que se jugaba esta tarde, nada menos que ser o no ser en el toro, ha salido dispuesto a todo. A sus dos enemigos los ha recibido a portagayola; a ambos ha toreado relajado a la verónica, ha quitado por chicuelinas, ha llevado a su segundo al caballo galleando y ha puesto la plaza en pie con las banderillas.

Brinda al respetable su primer astado y comienza la faena en los medios, con dos pases cambiados por la espalda ¡a un miura! sin moverse. Y enseguida le planta la muleta, tira del animal e intenta ligar. Todo muy tranquilo, con un oficio tremendo. Lástima que le haya topado en alguna ocasión. Pero Escribano ha seguido, ora con la zurda, donde el toro se ha revuelto más. De uno en uno, le ha enjaretado naturales de bello trazo para rematar con manoletinas muy ajustadas. El pinchazo que ha precedido a la estocada ha difuminado un premio mayor.

Y salió «Datilero». De nuevo a portagayola y cumbre en banderillas, con un tercer par al violín y al quiebro sencillamente espectacular. El miura se ha arrancado de lejos y Escribano no sólo lo ha entendido a la perfección, sino que lo ha toreado, de menos a mucho más, en series diestras relajadas, templadas, haciendo que repitiese el astado.

La faena ha tenido como punto de inflexión el «espontáneo» que se ha arrancado a cantarle un fandango al torero en medio del trasteo. A partir de ahí, hemos visto torear al natural, repito que a un miura, de forma exquisita. Lentos los muletazos, recreándose en la suerte el torero para aguantar en los remates de pecho. Faena para paladear, citando y embarcando, y rematando detrás cuando se lo permitía de oponente para poner la guinda con detalles de calidad de toreo por bajo y cambios de mano, irse detrás de la espada y dejar un estoconazo de premio de Feria.

El delirio en los tendido. Grandísimo toreo realizado por el rubio torero de Gerena y grandísimo «Datilero», que con sus embestidas se ha ganado la vuelta al ruedo y ha ecumbrado a Manuel Escribano, que entró por la puerta de atrás y sale por la grande del toreo.

La corrida de Miura ha ofrecido un gran espectáculo. Tanto en toros que han sido muy buenos, caso de este sexto y del segundo, como el peligrosísimo cuarto, que ha puesto a prueba a Rafaelillo. Una gran corrida en conjunto que ha traído la emoción a los tendidos.

El murciano Rafaelillo, experto en estas lides, ha manejado con solvencia el capote ante el largo primero, un toro tardo y quedado al que le ha dejado un ramillete de derechazos de buen porte y con el que ha tragado por el pitón izquierdo. Le ha sacado lo que no tenía el miura.

El cuarto bis -devuelto el titular al partirse el pitón izquierdo por la cepa- ha sido un tren de largo de 616 kilos y todas las malas ideas del mundo en sus embestidas. Un miura para agrandar la leyenda de «Zahariche» con el que Rafaeillo ha estado hecho un tío, tanto toreando como lidiando.

Extraordinaria la cuadrilla de Javier Castaño, saludando en los dos torosescribano-miura-sevilla Javier Castaño ha toreado de largo al segundo, otro buen toro que ha embestido con prontitud. Tres series diestras emocionantes con algún que otro enganchón. La tercera, muy asentada. Se ha quedado debajo al natural y al volver sobre la derecha ha dejado otra buena tanda. La espada no le ha ayudado.

El quinto se ha desplado con motor y, aunque sin humillar, ha repetido. Castaño, firme en todo momento, ha sabido sacar el partido necesario para construir una faena a más donde ha brillado al natural. Tras el espadazo ha dado la vuelta.

Mención aparte merece la cuadrilla de Castaño: Marcos Galán, David Adalid y Fernando Sánchez. El primero lidiando ambos toros y los otros dos banderilleando. Han saludado los tres en los dos astados tras un formidable tercio de banderillas. Cuadrilla que recogerá muchos premios de esta Feria de Abril.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Escribano, dos orejas de un miura de vuelta al ruedo

Al final, la Feria acabó con fuegos artificiales como buena Feria que se precie. Los fuegos llegaron de la mano de una corrida enorme de Miura y tres toreros valientes y capaces. Fue un corridón de toros en sentido amplio, tal vez con la nota discordante del primero, por sus malas hechuras y juego, y el sobrero, que fue un galafate de 616 kilos que sacó malas intenciones. El resto, toros de Miura con movilidad en todos los tercios, cumplidores de sobras en el caballo y con un fondo de nobleza que exigía buenos lidiadores. Toros con emoción. Y una terna cabal. Rafaelillo, un gladiador con dos animales que lo querían coger. Espléndido y generoso Javier Castaño. Y la gran sopresa, Manuel Escribano, llegado por la vía de la sustitución de El Juli, que demostró solvencia, valor, capacidad, variedad y templanza.

La plaza vivió un sueño. La corrida de Miura respondió a su fama. Y los toreros demostraron su capacidad para poder enfrentarse a ellos, algo que no está al alcance de muchos matadores del escalafón.

Rafaelillo lidió los dos toros más complicados de la tarde. El que abrió plaza, flacucho y corniabierto, se desplazó poco y se orientó pronto. El murciano puso su oficio reconocido en una labor eficaz. No pudo matar al titular previsto como cuarto, un toro de bellas hechuras que se partió un pitón. El sobrero era un Miura de una vez. No dejó torear reposado a Rafaeillo, que se tuvo que emplear con presteza sobre los pies. Lo sometió en una labor titánica y lo mató bien.

Javier Castaño ha pasado de ser un torero aficionado a las cercanías de los toros a saber darle a las reses la distancia exacta. Castaño se ha convertido en un lidiador de alta categoría. Tiene dos buenos picadores, coloca los toros en suerte a la distancia precisa para que puedan lucirse, pero donde demuestra su generosidad es con el espectáculo de las banderillas. Lidió a los dos toros Marcos Galán. Les pusieron las banderillas David Adalid y Fernando Pérez. Cuajaron dos tercios memorables, el primero con el aditamento de la música. Adalid le da ventajas a los toros, les gana la cara con torería y clava en lo alto para salir limpio de la suerte.

Castaño hizo una faena muy seria al segundo, un toro que embistió de forma desigual, a veces se desplazaba largo y otras se quedaba en mitad del muletazo. Siempre en la distancia adecuada, supo alargar esta embestida cambiante en una labor de buen torero. La espada se le negó después de un esfuerzo supremo para lidiar a un toro que no era fácil. Tras el gran espectáculo de su cuadrilla en el quinto, Castaño volvió a ser un torero de sitio e ideas claras. Fue otro toro que no permitía dudas, que obedecía cuando el diestro templaba, aunque en ocasiones tiró gañafones para puntear su muleta. Este detalle le quitó contundencia a su faena, que siempre dejó ver a un espada sobrado para poderle a un toro que pedía firmeza. Castaño fue obligado a dar una vuelta clamorosa tras matar al quinto. Fue el premio a una tarde meritoria.

Manuel Escribano sorprendió a todos. Lo hizo por su entrega, valor y serenidad. Se fue a la puerta de toriles en sus dos toros. Las verónicas en ambas reses surgieron limpias y meciendo la bamba con elegancia. Cumplió en banderillas, aunque el par al sexto, un violín al quiebro en tablas, levantó a toda la palza en un clamor por la exposición del torero.

Tuvo un buen lote, pero también sus oponentes se encontraron con un torero tranquilo, dominador de las distancias, capaz de estar bien con el más incómodo tercero, para cuajar al natural al formidable Datilero que cerró plaza. Cuando sale un toro así, el torero tiene que estar muy centrado para cuajarlo. Así lo hizo Manuel Escribano que, además de sus naturales de lujo, dejó destellos de una clase exquisita en trincherillas, pases por bajo y los de pecho de pitón a rabo. Se tiró a morir en la suerte suprema y se consagró en Sevilla con dos orejas. La Feria acabó con grandeza. A Datilero le dieron la vuelta al ruedo. Sevilla ha descubierto que tiene un buen torero.

Toromedia

Triunfo de Escribano, que corta las dos orejas a un toro de Miura

Manuel Escribano ha sido el gran triunfador de una corrida de Miura que ha mantenido al alza el interés durante todo su desarrollo. El torero de Gerena, que sustituyó a El Juli, se convirtió en la gran sorpresa de la tarde, con dos faenas de gran calado, la segunda de ellas convenientemente rematada con la espada y merecedora de las dos orejas que paseó. También Castaño estuvo a buen nivel y dio una vuelta al ruedo, mientras que Rafaelillo estuvo por encima del lote más complicado.

Manuel Escribano ha protagonizado el último gran triunfador de la feria al desorejar a un toro de Miura. La faena que hizo al sexto ha sido de lo más destacado del ciclo que concluyó esta tarde. El diestro de Gerena aprovechó la sustitución de El Juli para convertirse en uno de los nombres propios del ciclo abrileño.

Rafaelillo protagonizó un vibrante recibo de capa al primero de la tarde. El toro no fue castigado en exceso en el caballo y el torero murciano brindó al público y logró darle algunos muletazos estimables a un 'miura' que se dejaba bastante por el pitón derecho, pero que se paró pronto. También al natural logró momentos buenos que fueron reconocidos por el público. Rafaelillo estuvo dispuesto y los aficionados lo supieron ver. Pinchó en el primer intento y sonó un aviso y a continuación dejó una estocada en buen sitio, aunque tuvo que descabellar.

El cuarto fue un sobrero de Miura que sustituyó al toro titular, que de partió un pitón al derrotar en un burladero. Fue el toro más complicado de la corrida, poniendo varias veces en apuros a Rafaelillo. El murciano se peleó con su oponente y llegó a sacarle algún que otro muletazo aislado de mucho mérito. Mató de estocada y fue ovacionado.

Castaño manejó el capote con soltura ante el tercero. Escribano hizo un buen quite por chicuelinas y la cuadrilla de Castaño protagonizó un memorable tercio de banderillas. Se desmonteraron los tres: Adalid y Fernando Sánchez con los palos y Marcos Galán en la brega. Javier Castaño le dio distancia al toro, se lo dejó llegar y ligó tres series diestras de gran emoción. También al natural dio una serie de mérito ayudándose con el estoque. Volvió a la diestra, dio una serie más y consideró que la faena estaba hecha y se fue a por la espada. Se ayudó en el final de la faena y pinchó, perdiendo un triunfo claro. Fue ovacionado.

Castaño dio buenos lances a la verónica al quinto. De nuevo su cuadrilla se desmonteró al completo después de un tercio de banderillas muy brillante. El diestro obligó al de Miura a tomar la muleta por el derecho, empeorando cada vez más la condición por ese lado. Cambió a la zurda y logró algunos naturales buenos en un par de series de mérito. Mató de estocada y dio la vuelta al ruedo.

Manuel Escribano se fue a portagayola en el tercero y lo toreó muy bien a la verónica. Lo llevó al caballo por chicuelinas y el toro tomó bien dos puyazos. Cogió los palos y clavó un segundo par de mucho mérito metiéndose por dentro y un tercero sentado en el estribo y quebrando la embestida del toro. La plaza le ovacionó con fuerza. También fue vibrante el comienzo de faena de muleta con dos pases cambiados por la espalda. Dio una primera serie diestra y cambió a la izquierda, haciendo hilo el toro. No se arredró y le dio algunos naturales buenos. Mantuvo la compostura en todo momento y al natural volvió a dar muletazos buenos en una labor de mucho peso. Terminó con manoletinas y pinchó antes de dejar una estocada. Fue ovacionado.

En el sexto Escribano volvió a irse a portagayola y lo toreo muy bien de capa, creando buen ambiente en la plaza. Galleó con el capote a la espalda para poner el toro en el caballo. Volvió a lucirse en banderillas, sobresaliendo un par al violín y al quiebro. En la muleta comenzó templando muy bien con la derecha en tres series ligadas de mucho mérito. También al natural logró buenos momentos con un toro noble al que tuvo que darle tiempo y al que entendió logrando unas series finales de gran calado. Mató de estocada y logró uno de los triunfos destacados de la feria: dos orejas.

Firmas

Por Gastón Ramírez Cuevas. Un colosal Manolo Escribano firma lo mejor del ciclo

Fue una de esas tardes de justicia poética, de esas que el aficionado recordará siempre. Las circunstancias que se conjugaron para construir el triunfo de Manolo Escribano son muchas, tantas que da vértigo enumerarlas. Basta decir que las más importantes fueron la entrega, la clase y la decisión del torero de Gerena.

Es sabido que el domingo de Miura tiene especial relevancia en Sevilla, donde se aquilata con tino lo que los toreros logran hacerle a los astados que portan el hierro de la A con asas. También es sabido que los coletudos acostumbran lidiar a los miuras con todo tipo de precauciones y aspavientos, bastante lógicos si tomamos en cuenta que los toros de Zahariche son muy listos y bastante certeros a la hora de tirar la cornada. Ahora bien , cuando uno de esos cornúpetas muestra algo de nobleza y claridad, es rarísimo que algún diestro le haga el toreo bueno, el toreo de calidad. Escribano hizo eso precisamente, dando una cátedra de buen gusto, reposo, valentía y variedad, entreteniéndose en torear a su lote de miuras como si no portaran el antiguo fierro de Antonio Cariga.

Desde que se fue a porta gayola en el tercero de la tarde, Escribano no tuvo duda alguna en cuanto a lo que venía decidido a demostrar al público sevillano en particular y al mundo del toro en general. A la media larga de rodillas siguieron cadenciosas verónicas y el quite por las afueras (chicuelinas andantes) para llevar al caballo. Después vino un gran segundo tercio, rematado con un quiebro en tablas. La faena de muleta fue un dechado de aguante, honradez y toreo vertical.

En otras palabras, Escribano demostró que sí se puede torear a un miura a la moderna, con temple, muleta retrasada y atornillando las zapatillas en el albero. De hecho, hizo que la cosa se viera tan fácil que el respetable no valoró justamente el trasteo, ni las manoletinas ni la buena estocada después de un pinchazo en lo alto.

La faena para el recuerdo, la faena más completa, meritoria y torera de todo el abono sevillano vendría en el último toro. Manolo volvió a irse a porta gayola. El lance de hinojos fue escalofriante, y las verónicas y la media sensacionales. Llevó al miura al caballo con una farol de pie y orticinas vistosísimas. El carismático muchacho andaluz puso los palos con arrojo y desparpajo, el mejor par fue el tercero, uno del violín al quiebro: la gente le ovacionó de pie.

Con la muleta, Escribano citó de largo al derechazo, exponiendo, jugándose la barriga pero con una clase superior. Los naturales fueron de escándalo, largos, templados, de indescriptible armonía y aguante. Alguien de Sol le cantó un fandango, la música sonó en honor del diestro, el personal se desgañitaba en el tendido y las lágrimas asomaron a los ojos de más de un curtido y escéptico aficionado. Manuel escribano culminó su obra con dos trincherillas excelsas, dos de la firma y una estocada en la que no faltaron fe, riñones, oficio, u ortodoxia.

Dos orejas, dos vueltas al ruedo y la salida a hombros fueron apoteóticas. Yo siempre le estará agradecido a Escribano por haberme proporcionado el único antídoto posible contra la tristeza que suele atenazarme el día que tengo que despedirme de La Maestranza.

Rafaelillo y Castaño lucieron a otro nivel, al nivel de toreros pundonorosos y guerreros. Ambos expusieron un montón y el público les agradeció cada lance, cada muletazo y cada estocada. Los miuras dieron espectáculo, ofreciendo momentos de peligro y emoción, pero también dejándose meter mano. David Adalid, banderillero de lujo, se desmonteró en ambos, acompañado del resto de los peones de Castaño.

Y ustedes perdonen que acabe aquí la crónica, pero estoy tentado a volver a escribir sobre lo hecho por Escribano al sexto y creo que ya sería una exageración..

sevilla_210413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:19 (editor externo)