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TOROS EN VALLADOLID

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Domingo 13 de mayo

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Victoriano del Río y Cortes (desiguales de presentación, flojos y descastados)y Cortes (desiguales de presentación y juego. Destacaron 3º y 4º).

Morante de la Puebla: palmas y oreja.

El Juli: oreja y oreja.

José María Manzanares: dos orejas y silencio.

Entrada: Casi lleno.

Crónicas de la prensa: COPE, EFE, El Norte de Castilla, El Mundo.

COPE

Por Juan García Tejedor. Cinco orejas en el día de San Pedro Regalado

Valladolid si que respondió, a la cita del día de su Patrón y el de los toreros, por que hubo casi lleno en los tendidos para ver una corrida de toros de gran expectación. Y la tarde comenzó con la sustitución de la corrida titular anunciada de hermanos García Jiménez, que no paso el reconocimiento de los veterinarios, por otra de Victoriano del Río, que sirvió en líneas generales a excepción del sexto, estando bien presentada con un promedio en la bascula de 510 kg.

Morante de la Puebla, abría cartel, y no se presagió nada bueno en el primero de su lote en el saludo capotero. Ya con la muleta anduvo dubitativo por el viento, que molestó durante la faena, pero aun así, pudimos ver dos series con la mano derecha de calidad. Por el izquierdo paso inadvertido y si que quedo la sensación en el público de que podía a ver sacado algo mas de este primero que era del hierro de Toros de Cortes. Mató de media estocada.

En el cuarto de la tarde, Morante si que cuajo un buen tercio con el capote, con una media de las de cartel y luego a la hora de meter el toro en el caballo una revolera que hizo encandilar al respetable. Dos buenas series por el pitón derecho que fue el único de este animal. Mató de estocada y cortó una oreja.

El Juli, comenzó su labor con un saludo capotero muy variado. Galleando metió al toro en el caballo, lo que fue muy jaleado por el público. Poderío fue lo que demostró El Juli, en una faena por ambos pitones que demostró el mando del torero de Velilla de San Antonio. Mato de estocada trasera, que necesito de dos golpes de verduguillo. Una oreja.

En el segundo de su lote, estuvo muy firme y con poder ante un animal que era exigente. Sitio y sobre todo tiempo el que pedía el pupilo de Victoriano del Río que supo administrar el torero. Tras una gran estocada corto otra oreja después de fuerte petición de la segunda que el palco no quiso ver.

Manzanares, que decir. Suavidad, temple, distancia, sitio y sobre todo, no tener prisa para hacer su toreo. Y que gran cuadrilla, pues hoy se desmonteraron todos los de a pie. En el tercero de la tarde hay que añadir la gran estocada en la suerte de recibir. Corto dos orejas.

Lastima que el sexto, que fue el garbanzo negro de la tarde no lo pudiera cuajar debido a que pronto el animal se refugio en tablas y el diestro alicantino lo pinchara a la hora de matar.

EFE

“El Juli” y Manzanares salen a hombros en Valladolid

La corrida con motivo de la festividad de San Pedro Regalado, patrono de Valladolid y de los toreros, no ha defraudado la mucha expectación que había despertado, ya que toros y toreros han permitido el deleite de los espectadores, que cubrieron en más de tres cuartas partes el aforo de la plaza en una tarde calurosa.

Una faena intermitente, con momentos muy lucidos y otros en los que faltó el reposo y sobraron las desconfianzas, hizo Morante de la Puebla a su primero.

El capote de Morante al cuarto de la tarde alcanzó las más altas cotas del arte en el toreo a la verónica. Después, con la muleta, ejecutó una faena inspirada, que poseyó pureza y hondura, gracia y arrebato, clasicismo y verdad.

La maestría, el poderío y el concepto del toreo que tiene “El Juli” lo exhibió con largura y con largueza en la faena al primer toro de su lote en una labor que fue un compendio de tauromaquia. Así lo repitió al quinto de la tarde, aunque una presidencia cicatera le negó la segunda oreja.

Cadencia, ritmo y temple adormecido poseyó la faena de Manzanares a su primer enemigo, en el que el diestro desplegó elegancia y majestad antes de rubricar su hermosa obra con una asombrosa estocada en la suerte de recibir.

Con el último toro de la tarde, manso y huidizo, el único malo del encierro no pudo hacer nada ante las constantes búsquedas de las tablas del astado.

El Norte de Castilla

Paco Aguado. El buen toreo no tiene precio

Cuando a las ocho y media de la tarde se abría el portón de la plaza que da al Paseo de Zorrilla para que salieran a hombros El Juli y José María Manzanares, nadie se acordaba de la polémica que precedió a la corrida.

Cientos de personas, en la calle, se agolpaban para jalear y aplaudir a los toreros que habían hecho disfrutar dentro a otros varios miles de espectadores, muchos de ellos llegados desde distintos puntos de España.

Y es que el buen toreo no tiene precio, como no lo tiene la satisfacción de unos aficionados que pudieron comprobar en vivo la autoritaria maestría de El Juli, el momento dulce de Manzanares y, aunque con cuentagotas, también el arte de Morante de la Puebla.

Ayudó a ello la nobleza, no sobrada de raza, de una corrida bien hecha y «agradable» con el hierro de Victoriano del Río, que vino a sustituir a última hora a la anunciada de García Jiménez, rechazada por los veterinarios.

Aunque alguno acabó acobardado y a otros no les sobraron las fuerzas, los toros no pusieron apenas en apuros a una terna solo pendiente de aprovechar sus virtudes. Y en eso fue El Juli quien sacó mejor nota porque se impuso sobradamente a un lote que bien pudo decantarse por la vía de las dificultades de no haber sido manejado con tanta inteligencia y poder.

En un momento en que las grandes empresas quieren poner en duda su liderazgo, el joven maestro se mostró autoritario, casi dictatorial, en la estrategia lidiadora ante dos toros que acabaron absolutamente dominados y entregados a sus telas.

Ya al recibir a su primero movió El Juli los vuelos del capotea a ras de arena a un toro que tuvo bríos de salida y que quiso violentarse a medida que avanzó la lidia. Vistoso con la capa en el galleo y en el quite, el madrileño no permitió que el de Victoriano del Río se le subiera a las barbas, sino que le planteó los cites siempre con la mano baja, a la misma altura a la que le marcó luego cada uno de los viajes.

Aun a regañadientes, acortando sus arrancadas, frenándose en ocasiones, no tuvo el toro más remedio que aceptar las exigencias de un torero que se ancló férreamente en la arena y no dudó ni una sola vez para mostrar a todos, a toro y a público, quién era el que mandaba en la arena. Solo los dos golpes de descabello que necesitó para rematar la faena después de un estoconazo parecieron enfriar algo el ambiente tras un alarde de autoridad para el que una sola oreja pareció ser poco premio.

El cornicorto quinto galopó y tuvo calidad en sus embestidas, pero el poco poder de sus cuartos traseros no le dejó desarrollarla en plenitud. Juli le planteó una lidia suave esta vez, buscando que se asentara sobre la arena y que equilibrara sus movimientos para, una vez conseguido su objetivo, volver a aplicar su inmisericorde toreo de mano baja.

Con idéntica plomada, con el mismo autoritarismo, el torero de San Blas lo exprimió como a un limón, hasta que el toro renunció por completo a la pelea y tomó camino de las tablas. Un descabello más después de otra estocada pudo tal vez motivar al presidente a no conceder una segunda oreja pedida con fuerza. Pero, a estas alturas de su carrera, trofeos de más o de menos no deben importar a El Juli después de haber vuelto a evidenciar tan clamorosamente las razones de su primacía en el toreo. Esa que están abocados a reconocerle quienes se empeñan en negársela por motivos poco taurinos.

En camino de llegar a ese nivel está José María Manzanares, que goza de un momento dulce y con gran receptividad de los públicos a todo su quehacer en los ruedos.

El alicantino salió a hombros junto al maestro porque le cortó las dos orejas a un tercer toro de la tarde que embistió con prontitud y alegría, con dulzura y suavidad. Brillantemente lidiado el toro por su compenetrada y excelente cuadrilla, Manzanares tardó en cogerle el ritmo al animal en varias series de pases que tuvieron mejor composición estética que ajuste.

Fue de mitad del trasteo en adelante cuando el alicantino acertó a aplicar a tan nobles embestidas la misma suavidad y el mismo compás, lo que fue suficiente para complacer a un público que le espera y que vibró, justo como hace un año, con la perfecta ejecución de una estocada recibiendo, suerte en la que está haciendo historia.

Con el sexto, un toro grandón y rajado desde que salió del peto del caballo de picar, Manzanares apenas logró brillar en los breves momentos en que logró sujetarlo en la muleta.

Morante de la Puebla tuvo un lote noble pero apagado. Tampoco él parece atravesar por su mejor momento de ánimo, pero, aun así, intérpretes tan geniales como él siempre dejan detalles para los buenos catadores. Por ejemplo, las fajadas verónicas con que recibió al cuarto, la media y la serpentina con que hizo volar su capote en el quite y varios muletazos a compás a un astado al que le faltó empuje para que el sevillano pudiera hacer méritos para irse a hombros con sus compañeros.

El Mundo

Por César Mata. Triunfa la elegancia de Manzanares y la solvencia de El Juli

Se desplazaba con generosidad el toro, con pies, una movilidad domesticada, ante la que José María Manzanares dibujó muletazos tan largos como pulcros. Al animal le faltaba clase, clase e intención, aunque eso no impidió que el diestro ligara series compactas sobre ambas manos. Ese toro, el tercero de la tarde, expresaba una febril alegría que contagió a los tendidos, rendidos a la elegancia sin apreturas de Manzanares. Arriesgó en la suerte suprema, recibiendo, y acertó. Estocada entera, aunque contraria, que le permitió desorejar a su oponente.

Ante el sexto, apenas tuvo opción. Manso, rajado desde los primeros pases con la muleta, prófugo que buscó refugio en las tablas. La porfía de Manzanares se diluyó frente a la irremediable postura defensiva del astado. El coletudo recibió una ovación.

Completa y de arquitectura equilibrada fue la primera faena de El Juli en la corrida celebrada en honor al patrón de los coletudos, San Pedro Regalado. Al igual que el fraile, el madrileño amansó a su oponente con una dominación abrumadora. De inicio a fin la lidia supuso una convicción plena en someter al burraco de Victoriano del Río. Excelsas las verónicas, garboso el galleo para llevarlo al peto y de sobrada suficiencia el tramo de muleta. Acabó El Juli intrusado en los terrenos del animal, encastado, que perdió fuelle y fe en sus posibilidades.

Cortó un apéndice El Juli, el mismo premio que ante el quinto, aunque su labor fue bien distinta. También la condición del toro. Sin equilibrio y con un ataque excesivo para un animal de tímida docilidad, con el que se empleó en exceso. Un redondo en el inicio del trasteo con la muleta supuso un disimulado segundo puyazo, que rajó al toro, deseoso de comenzar a refugiarse en los terrenos cercanos a las tablas. Acelerado y sin armonía, la cosecha de una nueva oreja le permitió abandonar en volandas el coso neomudéjar.

No lo vio nada claro Morante ante su primero. Ofensivo el astado, pero falto de cilindrada, el sevillano no quiso quedarse quieto. Muletazos sueltos de mérito, mano baja y postura aflamencada. Poco más, después los parones y las dudas… Todo sin estrecheces, sin compromiso, igual que en la estocada, premeditada y baja.

Unas verónicas abelmontadas hicieron nacer las esperanzas de los aficionados ante el cuarto. Garboso en un quite, ayudados son sabor tras las banderillas. Se mire por donde se mire, faena en tono menor, en modo ahorro. Sin riesgos, sin exposición. Excesiva sólo en el reloj, superficial en la mayoría de sus pasajes.

La intensidad ritual apareció cuando, tras una estocada casi entera, el toro se resistió bravamente a morir. Vendió cara su muerte, aguantó en una agonía encastada, que Morante permitió para que se rubricara la faena con un tono épico, aunque ajeno. La emoción se desbordó en los tendidos y Morante, a medio gas toda la tarde, circunvaló un trofeo entre el cariño de los aficionados.


©Imagen: El Juli y Manzanares en su salida a hombros en Valladolid. | EFE

Valladolid Temporada 2012.

valladolid_130512.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)