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08_julio_18_pamplona

PLAZA DE TOROS DE PAMPLONA

Domingo, 8 de julio de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de José Escolar (bien presentados, encastados y violentos).

Diestros:

Javier Castaño: silencio y herido grave.

Emilio de Justo: oreja y silencio.

Gonzalo Caballero: silencio y palmas.

Incidencias: El diestro Javier Castaño, ha sido intervenido en la enfermería de la plaza, tras haber sido cogido en el cuarto toro, presentando una herida de aproximadamente 20 cm en fosa iliaca derecha que afecta piel, y otros 5 cm en profundidad, con afectación de oblicuo mayor y menor, con atricción muscular, estando el músculo transverso integró y sin penetrar en cavidad abdominal. Se traslada a complejo hospitalario de Navarra. Firmado ANGEL M HIDALGO Cirujano Jefe de la Plaza de Toros de Pamplona.

Banderilleros que saludaron:

Tiempo: despejado, con intervalos nubosos

Entrada: lleno

Video: https://twitter.com/i/status/1016041101801807873

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. cornada de 20 centímetros a Javier Castaño al entrar a matar

Segunda corrida y segunda cornada: las dos, al entrar a matar. Esta tarde, Javier Castaño sufre una herida de 20 centímetros en la fosa ilíaca derecha, de pronóstico grave, con destrozos; felizmente, no afecta a órganos vitales. Los toros de Escolar, de encaste Albaserrada, cárdenos, serios, de juego variado; en general, con dificultades. Emilio de Justo corta una oreja, en una seria actuación, roza el triunfo grande. Con el peor lote, Gonzalo Caballero se libra por poco de otro percance.

Javier Castaño alcanzó justa fama por su empeño de mostrar la lidia completa; luego, por el coraje con que ha superado una grave enfermedad. El primero le raja de arriba abajo la banda de la taleguilla, como con una cuchilla de afeitar, en el segundo capotazo. (Saluda, en banderillas, Joao Ferreira, en sus dos toros). Por la derecha, el toro es noble, le permite templados muletazos. Faena clásica, medida, de un diestro maduro, mal rematada, porque el toro se ha lesionado en una mano. El cuarto va y viene, no se entrega. Castaño muestra su oficio pero, a la hora de matar, el toro le espera, lo hiere, con varios derrotes, y lo desnuda. Logra la estocada Emilio de Justo.

Debuta aquí este torero, que está triunfando, con hierros duros. En el segundo, impone su mando al segundo, rebrincado, en una labor de mérito, refrendada por una gran estocada: sólo ella merece ya la oreja. Lidia bien al quinto, que corta mucho en banderillas: valentísimo, Ángel López. Brinda a El Fundi. Vuelve a estar firme y capaz, con un toro complicado, que no le deja pasar, con la espada. No redondea el triunfo pero deja muy buena impresión.

Gonzalo Caballero posee un estoico valor, ha sufrido no pocos percances. El tercer toro flaquea, parece lesionado, se raja, a tablas, no permite lucimiento. Mata bien a la segunda: es lo único que ha podido aplaudir su amigo Felipe Froilán, en una contrabarrera. El último, alto y serio, pega arreones, es muy complicado. Caballero se queda quieto y sufre una fuerte voltereta (quizá, un puntazo). Se la juega de verdad, sin brillo, y logra una buena estocada.

Más allá del bullicio de los mozos, la seriedad de los toros que aquí se lidian da verdadera importancia a lo que sucede en el ruedo: sangre y triunfo, en este caso. La noticia del percance de Padilla ha causado especial sensación en Pamplona, donde tanto se le quiere: aquí nació su leyenda de «Pirata». Está anunciado para despedirse de esta Plaza el viernes 13; si consigue torear, esa tarde, el acontecimiento será extraordinario.

Tuvo que acabar con el toro Emilio de Justo, que antes había cortado una oreja al segundo de la tarde. Completa el cartel Gonzalo Caballero, que acaba de sufrir una cogida mientras torea de muleta al sexto.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La sangre de Castaño y importancia de Emilio de Justo

De los cárdenos de José Escolar no se volvió ninguno en el encierro como en años anteriores, una noticia. La amplísima cuna de Chulón le daba el pasaporte de toro de Pamplona. Visto por detrás, las palas asomaban por los laterales de la estrecha culata como retrovisores de un camión. Javier Castaño lo paró muy cerrado en tablas. Y se le venció por el izquierdo directo al cuerpo con el capote. El pitonazo rasgó la banda entera de la taleguilla, lo desarmó y le obligó a tomar el olivo. Nunca más volvió Castaño al envenenado lado zurdo. Cimentó la faena entera en su derecha. Seis series con el mismo patrón de la línea recta. A mano cambiada los remates de pecho. El toro embistió siempre apoyado en las suyas. Tan sólo humillado a la hora de tomar la muleta. Sin maldad pero sin entrega. Que se dañase una pezuña complicó la resolución con la espada.

Más cerrado de cara y más rematado apareció el segundo. No se empleó en el caballo y se soltó en los dos encuentros. Emilio de Justo se plantó con verdadera firmeza. De mando y planta. O viceversa. Limpio el trazo autoritario. Dejándole permanentemente la muleta al escolar. Que acudía obediente a la llamada de su derecha. Pero que la abandonaba sin terminar descolgar. De Justo le dio el ritmo de la ligazón y potenció la imagen del toro. Que pareció más de lo que era. Imposible al natural. La última ronda diestra a pies juntos tuvo su aquél. Por ejecución y también por inteligencia para aprovechar los medios viajes ya. Lo mató a ley. Y se cobró una oreja del mismo peso que su aplomo.

El único cinqueño de la corrida de Escolar traía una construcción en cuesta arriba. Fea estructura. Se movió mal, gazapeó cruzado, no descolgó ni una vez y se desentendió de la muleta de Gonzalo Caballero. Tan rajado.

Una prenda resultó el cuarto. Un sónar en sus colocados pitones por delante. Nula fijeza y todo el peligro del mundo. Orientado, correoso, siempre por el palillo el ataque recto. Javier Castaño resolvía con el curtido oficio de los años. Sobre las piernas. Hasta que emprendió el volapié con sincera y demasiada rectitud. El marrajo le tapó la salida, lo prendió con el filo de la navaja y en el aire lo giró y lo ametralló. Como si tirase al plato con una M-60. De uno de los balazos, le perforó el bajo vientre; de otro, lo desnudó por completo.

Si bien estuvo Emilio de Justo con el toro de su debut sanferminero, mejor aún anduvo con el duro quinto. Por las complicaciones que afrontó. Por hacerlo con tanta autenticidad. El pitón derecho, que ya había amenazado el corbatín de Ángel Gómez en banderillas, desprendía rayos y trallazos. Esperó y tragó con pies de plomo. Y por el más abordable izquierdo trazó naturales de gobierno. Por abajo todo. Desde una colocación cabal. Convencido de su poder, todavía quiso someterlo por el lado de pedernal. Pasar el fielato con el acero se convirtió en un quinario. Un negro callejón que tapaba las escapatorias. Se sucedieron los pinchazos excusables. La puerta del encierro que le esperaba entreabierta queda pendiente para 2019.

El hondo sexto cerraba con sus 610 kilos el desigual y bronco conjunto de José Escolar. Dentro de la seriedad. No dio una facilidad a Gonzalo Caballero. Frenado y a cambayazos por la cadera. Voló por los aires Caballero. Que resolvió con el acero la tarde de hierro. Cuando moría, los dos toros de los albores se recordaban como malvas.

La Razón

Por Patricia Navarro. Un gran Emilio y una espantosa cornada a Castaño

Los toros de José Escolar se saltaron la que era ya casi su propia norma: quedarse un toro atrás en el encierro. No fue esta vez para dejarnos sin guión ya a eso de las ocho de la mañana. Así es la fiesta de los toros. En ese refugio de verdades a Javier Castaño el primer toro de la tarde, que tenía un metro de pitón a pitón, qué bárbaro ver a esa inmensidad cerca y a la misma altura, le marcó de salida para quitar la respiración y poner la cabeza a funcionar a la de ya. O igual no había segunda oportunidad. Fue en el saludo de capa, en uno de los primeros lances, cuando le puso el pitón en la pierna y le abrió la taleguilla de arriba abajo. Suerte que se quedó ahí. Ni le probó después con la muleta vista la experiencia. En cambio, tuvo buen son por el diestro hasta que se partió una mano. Solvente faena de Castaño que le costó entrarle a matar. A media altura iba y venía el cuarto toro de la tarde de Escolar, que como toda la corrida tuvo muchas complicaciones por el izquierdo, pero sí se dejó hacer por el derecho. Helados nos quedamos cuando al entrar a matar el toro le cogió de manera tremenda y le hirió, al parecer por la barriga. Se lo llevaron con urgencia y el rostro blanco a la enfermería. Qué mal cuerpo se queda y qué malos recuerdos vienen a la cabeza. Víctor Barrio, de cuya muerte justo hoy, día 9, se cumplen dos años nos ha marcado un antes y un después a la hora de enfrentarnos a las cogidas.

Serena, solvente y muy de verdad fue la labor de Emilio de Justo, que debutaba en Pamplona, al segundo. El toro tuvo muchos matices pero al menos se dejó hacer con un manejable pitón derecho y más dificultades por el izquierdo. Igualó la faena Emilio con su manera de estar y ser con el toro y multiplicó las virtudes, se las creyó, convenció y remató con la espada para cortar una merecida oreja, que cerraba con nota su presentación en los sanfermines. Lástima que la espada se le cerrara en cruz con el quinto, porque venía a dar carpetazo a un esfuerzo mayúsculo. Fue toro con casta, incierto y cambiante. Ante estas dificultades aplicó Emilio de Justo la calma, el aplomo, la entrega en una faena que no contó nunca con las fisuras de su parte, salvo cuando tomó la espada y se le abrieron de par en par a la vez que se le cerraba la Puerta Grande.

Gonzalo Caballero tuvo pocas opciones con un tercero sin entrega y en el sexto recaía el peso de la tarde. Pero salió por toriles un ejemplar de Escolar exigente y peligroso, que le lanzó por los aires según se puso por el pitón diestro en la primera tanda diestra. Brutal. No le hirió, pero a partir de entonces fuimos conscientes de que ahí pasaban cosas al filo de la navaja.

El País

Por Antonio Lorca. Espeluznante y grave cogida a Javier Castaño

La secuencia de la cogida a Javier Castaño fue espeluznante. Se perfiló el torero para entrar a matar al cuarto de la tarde y nadie podía sospechar que el toro estaba escaneando la figura del hombre mientras esperaba su proximidad. Así, cuando lo tuvo a su alcance, mientras el matador erraba en su intención de clavar el estoque, el pitón derecho enhebró la taleguilla por el muslo derecho de Castaño y le levantó los pies del suelo; cuando estaba en el aire intentó cornearlo por el trasero, y, ya el torero en la arena, le lanzó un derrote mortífero al muslo derecho y le rasgó completamente la taleguilla. Aún tuvo tiempo el toro para dirigir otro pitonazo a la cabeza que, milagrosamente, no alcanzó su objetivo.

No se salvó de la cornada en el bajo vientre y el parte médico informa de que sufre una herida de 20 cm. en la fosa ilíaca derecha que afecta a la piel, y otros 5 cm. de profundidad que afecta al oblícuo mayor y menor y no penetra en la cavidad abdominal. Pronóstico grave.

Castaño ya supo de las intenciones de su lote cuando intentó parar al primero con el capote, se le coló de manera terrorífica al segundo lance y le tiró una cornada que, por fortuna, solo afectó a la taleguilla.

Pero no fue el único torero que pasó por la enfermería. También lo hizo Gonzalo Caballero, a quien el sexto de la tarde encunó en el inicio de la faena de muleta, lo lanzó por los aires y el asunto no pasó a mayores. Y el subalterno Ángel Gómez se libró de milagro de saludar al equipo médico. Colocó dos pares de banderillas verdaderamente heroicos al quinto de la tarde, dejándose llegar los pitones hasta las hombreras en ambas ocasiones, y salió milagrosamente ileso del duro trance.

Dura, muy dura, exigente, encastada, mansa, violenta y áspera corrida de José Escolar, que manseó en los caballos, embistió con la cara a media altura, sin emplearse nunca y planteó muchos problemas a los toreros.

El mejor librado fue Emilio de Justo, que dejó en Pamplona la estela de un torero maduro, firme, valeroso, con oficio y merecedor de un horizonte prometedor. Trazó redondos muy hondos y largos a su primero, al que mató de forma excelente. Bien plantado y seguro ante el quinto, pero falló a la hora de matar.

No estuvo fino Castaño ante el primero, el más noble del festejo. Acompañó el largo viaje del toro, pero se le vio afligido, muy despegado y superficial. Poco mando y desbordado estuvo ante el toro complicado que lo envió a la enfermería. Saludó con todo merecimiento su banderillero Joao Ferreira en los dos toros.

Caballero se coloca bien, demostró raza y vergüenza, pero no tuvo toros.

08_julio_18_pamplona.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:24 (editor externo)