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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Miercoles, 11 de abril de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella dos cinqueños el 4º y el 5º, en general sin fondo, parados, destacó el 6º.

Diestros:

Javier Jiménez de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada atravesada. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo y media estocada. Aviso (silencio).

Lama de Góngora azul marino y oro. Dos pinchazos y estocada rinconera (saludos). En el quinto, estocada (silencio).

Pablo Aguado de verde botella y oro. Dos pinchazos y estocada casi entera (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada atravesada (oreja)

Banderilleros que saludaron: José Chacón

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa Guerrero

Tiempo: mayormente despejado con frío

Entrada: Alrededor de media

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus/multimedia/20184/11/20180411221130_1523477568_video_2096.mp4

Galería de imágenes: https://t.co/RB2lkU8q1c

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

LLegaron los Torrestrella en el primero del ciclo continuado y, para mí, no defraudaron. Recordaba yo que hoy hace justo 25 años los Torrestrella los lidiaron el domingo de Resurrección (entonces lo hacían las figuras, Curro Romero y Espartaco que dieron la alternativa a El Cordobés, lo que cambian los tiempos…Hoy hubo tres toros buenos 2º, 3º y 6º, este estupendo, y tres con problemas. El ganadero me cuenta que dos de ellos estaban destinados a las calles, casi cumplían los seis años, pero se los obligaron a traer para presentar la corrida más grande. Y me lo creo. A Javier Jiménez le tocó bailar con la más fea y pasó sin pena ni gloria. Lama de Góngora demostró que ha cogido oficio en sus dos años “americanos” por esos pueblos de Dios. Faena correcta al primero y estocadón al 5º…si hubiera sido al 2º habría tenido premio. Y Pablo Aguado, en un día cargado de emociones familiares y personales, tuvo la suerte del mejor lote, pero también supo lidiarlos con torería y temple exquisitos. El primero a naturales y el cierraplaza a derechazos templadísimos que ilusionaron al personal. Pena del pinchazo que estropeó el final pero que no evitó que el único trofeo de la tarde fuera a sus manos.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor de la tarde, la torería de Pablo Aguado con el último de Torrestrella. Dejó muletazos templados llevados con pulso y marcando un inicio de faena de muleta poderosa. Remató dos buenas series con extraordinarios pases de pecho, los mejores sin duda, pero la faena pudo estar mejor por parte del torero. El sexto fue el que más se dejó de todo el encierro.

Lo peor. A pesar de estar anunciados tres toreros sevillanos la entrada fue pobre, media aproximadamente, es extraño, pero cierto. El empresario seguramente se replanteará volver a confeccionar un cartel de este tipo para el año que viene. Todo es mejorable.

ABC

Por Andrés Amorós. Buen toreo sin espada de Pablo Aguado en la Feria de Abril de Sevilla

En el primer festejo de los doce que forman la serie continuada de la Feria de Abril, Pablo Aguado corta una oreja y pierde otra por la espada. Javier Jiménez y Lama de Góngora tienen dignas actuaciones. Los toros de Torrestrella sacan casta, movilidad y complicaciones.

En este lluviosísimo abril, da gusto ver brillar, al sol, la joya que es la Plaza de los Toros sevillana, aunque haga frío. Torrestrella fue una de las ganaderías triunfadoras de la pasada temporada, con corridas encastadas y bravas. (Una prueba clara: desde hace años, las primeras figuras la rehúyen). Esta tarde, salvo el flojo primero, todos han tenido interés: da gloria verlos arrancarse al caballo de lejos, galopando. Eso ha propiciado también el lucimiento de los picadores Expósito y Cordero. Luego, resultan difíciles cuarto y quinto; buenos, segundo, tercero y sexto. Ha sido menos buena que la del año pasado pero con casta e interés.

Reúne el cartel a tres jóvenes diestros sevillanos, que atraen a sus grupos de partidarios. Más allá de la anécdota, no olvidemos que no son iguales todos los sevillanos: hay serios y chistosos, laboriosos y vagos… Tampoco son iguales los toreros de esta tierra: El Espartero y Curro Romero; Chicuelo y Sánchez Mejías… Lo mismo sucede con los matadores de esta tarde, que muestran tres estilos distintos.

Javier Jiménez, de Espartinas, sigue claramente la línea de Espartaco, centrada en el dominio del toro y la entrega. Ha logrado ya abrir la puerta grande de Las Ventas. Esta tarde, le toca el peor lote. El primero, un precioso colorado, pronto claudica. Javier sólo puede mostrar firmeza y oficio pero el toro no permite lucimiento. Se llama “Empresario”. ¿Están tan flojos los empresarios españoles? ¡Seguro que no! El cuarto escarba, espera y pega arreones. Se luce Chacón, en emocionantes pares. Brinda a su apoderado, José Luis Peralta. El toro protesta y cabecea, no es fácil. A fuerza de tragar, saca alguna serie lucida; arriesga con mérito pero prolonga, como en el otro, y recibe un aviso.

De novillero, Lama de Góngora hizo concebir grandes ilusiones a los sevillanos, por su pinturería (una cualidad que hoy, por desgracia, es muy poco frecuente). De matador, llegó el parón y ha toreado en Méjico; reaparece ahora en España, con un nuevo apoderado, Guillermo García Palacios. El segundo va de largo al caballo, transmite, humilla. Este diestro tiene personalidad, un aroma a toreo antiguo que llega pronto al público, en seguida suena la música. Parece que va a haber faena grande pero la res se va quedando corta y las ilusiones no cuajan. El quinto es complicado. Lama porfía, sin amilanarse, y saca algún muletazo bueno, con clase. Esta vez, logra una buena estocada.

En San Miguel, al final de la pasada temporada, tomó la alternativa Pablo Aguado. Ésta es su segunda corrida como matador. Los sevillanos saben que acaba de perder a su padre y aplauden a la madre, cuando recibe el brindis del tercero. Logra series al natural francamente buenas, con estilo clásico; remata con algo tan sevillano como los naturales de frente, al estilo de Manolo Vázquez. Tiene el triunfo en el bolsillo pero lo estropea todo con la espada. ¡Para matarlo! El último, que protesta en el caballo, lo brinda a Curro Romero. El comienzo por bajo es primoroso; lo embarca con facilidad y mucho gusto, Haciéndole las cosas bien, el toro ha ido a mejor. Único fallo: prolonga la faena cuando sale de la suerte garbosamente, con el público entregado, y la faena ya estaba hecha (un vicio actual muy común). Todavía le aplauden mucho el rematar el pase de pecho mirando al tendido (lo menos valioso de todo lo que ha hecho). Y vuelve a pinchar… El público maldice en arameo. A la segunda, logra la estocada y la gente exige la oreja. Si acierta con los aceros, hubieran sido dos, en total.

Adaptando una saeta a la Macarena, exclama mi vecino: “¡Qué ganas tiene Sevilla / de ver triunfar a estos chicos!” Es verdad y es lógico: además de paisanos, los conoce desde el comienzo de su carrera y valora sus cualidades. Esta tarde, ha lucido sobre todo el buen aire torero de Pablo Aguado; más, si se tiene en cuenta que es su segunda corrida. Recuerdo una película de Gary Cooper: “Caballero sin espada”. Pero sin matar bien no se puede salir adelante en esta profesión. Tiene que entrenar más la suerte suprema. Como siempre se ha dicho, es “la hora de la verdad”. Si logra remediarlo, puede ser un buen torero.

POSTDATA. El de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte es uno de los libros de tema taurino más populares. Chaves no era aficionado a los toros pero sí gran periodista y amigo del genial torero, cuyos testimonios recogió con brillantez. Vengo de ver, en Las Ventas, una interesante exposición sobre el tema, que debería venir a Sevilla. Aquí, esta misma tarde, José Luis López ha organizado un concierto, siguiendo ese hilo conductor. Mi consejo es muy simple: si no lo han hecho ya, corran a leer este libro. Sean aficionados o no a los toros, les apasionará.

El País

Por Antonio Lorca. ¿Dónde está la pasión juvenil?

Tres jóvenes sobre el redondel, henchidos de sueños y escasa experiencia, que, con toda seguridad, dieron lo mejor de sí mismos; y el más afortunado, Pablo Aguado, que cortó una oreja al sexto de la tarde, el toro de más recorrido y codicia de una decepcionante corrida de Torrestrella.

Y lo mejor de sí mismos es posible que les sirva de poco. Incluso la oreja. La tauromaquia está necesitada de toreros con capacidad para sorprender, innovar y arrebatar. Y ninguno de los tres ofreció razones para la esperanza. Los tres torearon bien, bonito, pero les faltó la pasión que desata la emoción con la que vibran los tendidos.

¡Qué dureza…! ¿No? Dura esta profesión, extenuante la paciencia de los aficionados y muy urgente que surja un torero joven que ponga el toreo bocabajo. Y no parece que el elegido esté integrado en esta terna.

Decepcionante, también, la corrida de Torrestrella. Bonita de hechuras, eso sí, y recogida de pitones, también, pero sin fortaleza, sin bravura, sin casta, sin clase, sin duración… Carne fofa el primero, simplemente noble y tonto el segundo, soso y desabrido el tercero, deslucidos cuarto y quinto, y con recorrido y cierta dosis de casta el sexto.

A pesar de ello, un nutrido grupo de espectadores aplaudió en el arrastre a los toros lidiados en segundo y tercer lugar. Y otro más amplio ovacionó a Lama de Góngora y Paco Aguado al término de sus primeras faenas. Y no estaría de más que se pudiera identificar a los aplaudidores y preguntarles a la salida: ¿Por qué? ¿Qué ha visto usted en esos toros y toreros para cantar su bravura, en un caso, y torería, en otro?

Ciertamente, no hubo motivo para tales contentos. Lo mejor, sin duda, la faena al sexto de Pablo Aguado, muletazos limpios, algo fríos, y grandes los de pecho, pero no hubo la conmoción esperada, y quedó la impresión de que el toro estuvo por encima del torero. Tres naturales bien trazados ante el tercero, bonitos pero todo a medio gas.

No tuvo la suerte de cara Javier Jiménez, entregado ante un amorfo primero, y decidido sin más ante el desabrido cuarto.

Y Lama mantiene el buen gusto de sus inicios y su aparente fragilidad también. Le tocó un bombón en primer lugar, pero toda su dulzura la esparció en las tres primeras antes de despedirse de esta vida. No hubo tiempo más que para que el torero dibujara algunos muletazos con aroma. El soso no le permitió más que una somera justificación.

¿Y la pasión juvenil? ¿Y esa actitud de comerse el mundo para demostrar a todos que se quiere ser figura? El problema es que esta corrida y sus protagonistas tardarán poco, muy poco, es ser olvidados.

La Razón

Por Andrés Muriel. Pablo Aguado se reivindica

La corrida estaba planteada como una encerrona de toreros sevillanos. Los tres hicieron el paseíllo con la montera calada. Los tres recibieron la púrpura de la alternativa en La Maestranza. Era una de las dos o tres tardes en la temporada en las que Ordóñez recomendaba salir a triunfar o morir si se quiere ser algo en el toreo. Los «torrestrellas» no merecieron tanta épica. Se esperaba más casta, más carbón venido de los Alburejos. La tarde se perdió en el frío y el aburrimiento hasta que la levantó el sexto: «Chillón» por nombre. Era el último grito que quedaba en las gargantas. O quizá el primero. Quien levantó de verdad el ambiente fue Pablo Aguado que se reivindicó en la única oportunidad que tenía en Sevilla. Y no fue con aspavientos ni con efectismo, sino con valor sereno, cabeza y sobre todo torería.

¿Que qué es torería? Entregarle el pecho al toro, que es lo más noble que tiene el hombre, y salir y entrar de las suertes como si las olas remataran mansas después de la rompiente. Eso hizo Pablo Aguado en el último toro al que cortó una oreja a pesar de un primer pinchazo al que le siguió un lamento general. Al segundo envite la buena estocada prendió los pañuelos y la tarde se redimió en parte. Curro Romero, a quien le brindó el toro, ejerció de talismán. El triunfo pudo ser doble porque la espada se interpuso también en su primero. La oreja la tenía cortada cuando puso la mirilla en el morrillo del toro. Otra vez como como en la alternativa en San Miguel. Malogró una faena digna de premio en la que brilló por el izquierdo, que es donde está la verdad. Pero brilló sobre todo la actitud: juncal en el cite, aplomada la estampa. Los muletazos finales a pies juntos fueron un homenaje sentido a los Vázquez. Hubo más torero que toro. El animal se tragaba el primero y el segundo. Al tercero ya no había toro. Los dos pinchazos sonaron como cajas destempladas.

Las expectativas de Javier Jiménez se diluyeron con la escasa fuerza de su primero. El animal, un sardo de casi 600 kilos, era una pintura de Pereda. Alta la popa, larga la badana y todo bondad, pero salió de chiqueros arrastrando el alma. El brindis a Pablo Aguado fue a pesar del resultado que se veía venir: su padre murió hace apenas un mes. Javier Jiménez se afanó entre «jais» y «jeis». El toro, «Empresario» de nombre, dijo que nones. La suerte le resultó esquiva al de Espartinas. El cuarto se defendió a hachazos más que embistió. Si uno no quiere, difícil es la pelea. Bailó con las más feas de los lotes.

La «rentrée» de Lama de Góngora en Sevilla fue con «Lentisquino», que era para ganarle la pelea en el primer asalto. Enseñó el agua potable del pitón derecho en el tercio de banderillas en el que se estrenó otro torero de Sevilla: Agustín de Espartinas. Lama de Góngora tuvo pasajes lucidos pero la función se acabó antes de que comenzara la fiesta. El toro echó el freno por el pitón izquierdo. No faltó voluntad pero sí algo de ajuste. El quinto no permitió a Lama de Góngora sacarse la espina. Cuando se fue a por la espada llevaba cruzado en el rostro el signo de la tarde. La corrida de ayer era la corrida para cambiar la moneda. No hubo posibilidad. Pasó el tren que ni siquiera paró en el andén. Hoy hay previsión de lluvia. Ayer fue tarde de chaquetones largos. ¿Quién dijo que es primavera en Sevilla?

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. A Curro le gusta el temple de Pablo Aguado

Y Curro ocupó una barrera con Álvaro Domecq. El hombre que fue escultura se sorprendía por la mañana en la Universidad de Sevilla de tener «al final hasta esculturas». A Romero le agradó Pablo Aguado. Como todo el que quiera torear bien y despacio. Y Aguado, además de quererlo, lo hace. Y lo hizo con un torrestrella que no humillaba. Sobrio, elegante y vertical. Naturales de pulso como aquella serie primera de derechazos lentos. Pinchó y la posibilidad de la oreja se evaporó (saludos).

Al Faraón brindó Pablo el último de la tarde. El principio genuflexo y por bajo estuvo a la altura del ofrecimiento. Gusto y templanza en las formas y en el fondo de la faena. Reunión y embroque por ambas manos. La curvatura del trazo. Latido sereno con el toro que vino a salvar el honor de Torrestrella. Por su estilo descolgado y el ritmo sostenido. Aguado lo toreó por su camino. Un pinchazo no se interpuso ahora en el camino del trofeo. No habría sido justo. La sonrisa de Curro todo lo decía.

También humilló pero duró poco el segundo. Lama de Góngora voló bien el capote a la verónica y compuso en las dos rondas de derechazos que duró. La espada no funcionó (saludos). Burraco, viejo y parado fue el quinto. El fuelle, en las antípodas de la edad. Lama resolvió con dignidad (silencio).

Negó la suerte los mínimos a Javier Jiménez entre un toro hondo, cargado y frenado, sin fijeza ni capacidad de descolgar, y otro cinqueño pasado que derrotaba violentamente (silencio tras aviso y silencio tras aviso).

11_abril_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:15 (editor externo)