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Real Maestranza de Sevilla

Martes, 12 de abril de 2016

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Jandilla-Vegahermosa (mansos, descastados; el 1º, devuelto a corrales por invalidez).

Diestros:

Morante de la Puebla: pinchazo, estocada (silencio); media estocada, descabello (silencio).

Diego Urdiales: estocada (saludos); estocada trasera, dos descabellos (silencio).

López Simón: estocada en su sitio (vuelta al ruedo tras petición); estocada (silencio).

Banderilleros que saludaron: Domingo Siro y Jesús Arruga, de la cuadrilla de López Simòn, en el 6º.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: sol y nubes. Con viento y fresco.

Entrada: lleno con huecos.

Video: http://bit.ly/1SLTgOq

Crónicas de la prensa:

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

La cosa de distinguir al peor encierro de la Feria de Abril está dura, pero la de Jandilla tiene muchas papeletas, aunque en dura disputa con alguna otra ganadería. Los de esta tarde primera de farolillos no tenían fuerza, ni casta ni nada, se paraban a medio pase y no remató ninguno. Así no se puede hacer el toreo. Por supuesto, no puede hacerlo Morante (sólo le queda una tarde de Feria, recuerden) que necesita toros más dóciles. Pero tampoco puede hacerlo Urdiales con un toreo profundo pero sin entrar en porfías inútiles. Ni tampoco López Simón que lo intentó pero apenas pudo pegar medios pases por los que algunos, no todos, le pidieron la oreja. Y esa es otra, con la crisis y la recuperación de la plaza, se aprecia que hay otro público diferente a los cabales que antes la ocupaban. Público que jalea mantazos atropellados con el capote como en el único quite que hubo. Público que gusta de medios pases con enganchones, que se vuelve loco con arrimones sin riesgo ni sentido. Y hasta que ovaciona estocadas que hacen guardia. Este acatetamiento que sufre la Maestranza la convierte en algunos momentos en plaza de tercera: Alguien tendrá que hacer algo, además de que los presidentes se ocupen de negar orejas, porque muchos dicen que la mayoría tiene razón aunque no la tenga, o no sepa de esto. Dicho queda.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Contra viento y marea. Los toreros batallaron contra un viento desapacible que ondeaba los tratos. Puede que ese fuera el mayor de sus oponentes en el festejo de hoy, porque los toros de Jandilla pasaron desapercibidos por el coso del Baratillo. Saltó al ruedo en primer lugar un astado inválido, que fue sustituido por uno de Albarreal sin fuerzas y parado. Si este no le dio ninguna opción a Morante, el desfondado cuarto le dio menos. Pero José Antonio se lució con el capote meciéndolo con mucha suavidad. Hubo una verónica con la que hizo crujir a la Maestranza parando el tiempo. A Urdiales le tocó en suerte en primer lugar un paradito y soso animal con el que sólo pudo dejar detalles de su pureza. Dibujó una serie al natural a pies juntos para saborearlo. Lo intentó con el quinto, un Jandilla complicado, sin clase y muy brusco que deslucía su labor. López Simón comenzó toreando con suavidad y entrega con la diestra al noble y descastado tercero. La faena alcanzó su punto álgido cuando el madrileño sin moverse ni un palmo toreó con despaciosidad para continuar con un pase cambiado por la espalda, aguantando la mirada del astado. Acabó entre los pitones del toro e instrumentándole un buen espadazo. Afloraron los pañuelos en los tendidos pero no en la presidencia. Con el sexto tampoco pudo hacer nada.

Lo peor: Jandilla desluce la tarde. Desazón, desilusión, sopor y enfado. Son algunos de los calificativos que se le podía poner a la tarde de hoy debido al nulo juego de los Jandilla que mandó Borja Domecq a Sevilla. Una corrida sin fuerza y vacía por dentro, impropia para cualquier plaza. Sin toro no hay Fiesta.

El País

Por Antonio Lorca. ¿Qué comen y beben los toros inválidos?

Sería bueno que alguien dedicara una tesis doctoral a responder a tales cuestiones, porque van a ser los animales que se desploman y los toreros que los exigen los que, más pronto que tarde, acaben con la fiesta de los toros.

¿Qué habrán comido y bebido los lisiados que se lidiaron -es un decir- ayer en Sevilla? ¿Acaso el presidente habrá ordenado que se analicen las vísceras para averiguar si padecían alguna enfermedad o habían ingerido alguna sustancia que modificara su comportamiento?

Porque harto raro es que un animal en la plenitud de su madurez, criado y mimado como un atleta de élite, poderoso y desafiante, salga al ruedo con brío y ruede como una pelota por el albero antes de que transcurra el primer minuto de su participación en el espectáculo.

Porque eso, más o menos, fue lo que ocurrió en uno de los festejos más atractivos del ciclo ferial; un cartel rematao que se dice en el argot, y que, a la postre, fue una desvergüenza.

La terna pasó inadvertida; un detalle de Morante con el capote; un par de redondos de Urdiales, la entrega un poco ridícula de López Simón, y se acabó. Unos inválidos tras otros fueron desfilando ante un público aterido de frío, y que en gran parte aplaudió inexplicablemente momentos que exigían una enérgica repulsa. Pero si mal está el toro, más bajo es el nivel de la mayoría de los espectadores que acude a la plaza sevillana.

Imaginen: andaba López Simón en labores de valentoso enfermero tratando de aprovechar la escasísima fortaleza de su primero cuando, de manera sorpresiva, arranca la banda con un pasodoble. El animal, con evidentes signos cadavéricos en su semblante, quería embestir pero no podía, y la música tachín, tachín, como si tal cosa, y el público con las manos preparadas para aplaudir en cuanto enfilara el pase de pecho. Y así ocurrió. Pero lo peor llegó después: una parte de la plaza pidió la oreja, y el torero se marcó una vuelta al ruedo sin sentido para demostrar que no tiene ni idea de la importancia de las formas en el toreo. Al presidente lo abuchearon, claro está. Un joven torero que pretende llegar a lo más alto no se expone a situación tan vergonzosa. Insistió más y más ante el sexto, otro moribundo, y alardeó de un valor que no venía a cuento.

Morante tiene la grave responsabilidad de elegir esta ganadería y no otra de más garantía para el espectáculo, pero nada le permitieron sus toros. Lo intentó de veras, como ya es habitual en su paso por la feria, alguna verónica aislada trazó en el recibo de su lote, y ahí acabó la presente historia. Su primero, el sobrero, era un enfermo terminal, pura basura, y así es imposible el toreo. El cuarto no podía con su alma.

Cubrió Urdiales su única corrida en la feria, y no ha dejado poso alguno de su contrastada exquisitez torera. Algún detalle, sí, un par de redondos elegantes, un trincherazo con aroma, pero, por encima de todo, quedó la impresión de no tener las ideas claras; especialmente, ante el quinto, que le enganchó en demasía la muleta y su labor quedó embarullada y desdibujada. Mantiene su corte de torero clásico y su tauromaquia desprende olores de un peculiar empaque, pero le faltó, quizá, dar un paso adelante, aunque sus toros tampoco colaboraron.

Ahí queda la pregunta: ¿Qué comen y beben los toros inválidos? Qué pena que el comportamiento animal, como los terremotos, no se pueda predecir, pero alguna razón habrá, natural o no, para que quien paga deba soportar el denigrante espectáculo que supone un desfile de animales moribundos.

12_abril_16_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:13 (editor externo)