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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Jueves, 12 de abril de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de La Palmosilla tres cinqueños 1º, 5º y 6º, muy serios y desiguales de presentación

Diestros:

Luis bolívar: de sangre de toro y oro. Pinchazo y estocada algo delantera (silencio). En el cuarto, estocada caída (oreja).

Joselito Adame de caldero y oro. Pinchazo en la suerte de recibir, estocada delantera al encuentro y dos descabellos. Dos avisos (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada casi entera (silencio).

Rafael Serna de azul turquesa y oro. Gran estocada (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).

Banderilleros que saludaron Fernándo Sánchez y Tomás López

Presidente:

Tiempo: lluvioso

Entrada: un tercio

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus/multimedia/20184/12/20180412220314_1523563618_video_2096.mp4

Galería de imágenes: https://t.co/yOtLsL6D5S

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Debutó La Palmosilla en una tarde infernal, y cumplió. Primero y tercero flojos, sexto complicado y los otros tres sirvieron en mayo o menor medida. La lluvia quiso ser protagonista y regó bien el festejo y a los pocos aficionados que acudieron al principio y al final de la corrida. El colombiano Luis Bolívar, en los carteles por el apoderamiento familiar de la empresa, salió reforzado. No por el primero, en que se le vio desconfiado, sino por la faena al cuarto, es verdad que algo despegada, pero con clase, que remató con estocada caída. Joselito Adame naufragó toda la tarde pues tuvo dos ejemplares potables y no supo sacar partido, pues sus faenas no tuvieron ni continuidad por los enganchones ni enjundia. De todas formas, el de Aguascalientes se juega poco, tiene la temporada hecha. Rafa Serna le puso voluntad y ganas, pero no encontró enemigo para hace faena. Eso sí, ejecutó la mejor estocada de la tarde. Bien Carretero en la lidia y Fernando Sánchez con los palos. El público actual de Sevilla sigue en tendencia orejista, de pueblo, y apenas aprecia si la estocada es correcta o no. Lo importante es que se corten trofeos.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. Luis bolívar destaca en una tarde complicada de lluvia con un buen toro de La Palmosilla, ganadería que hizo un notable debut en la feria de abril, el colombiano demostró estar a la altura, madurez y buen concepto del toreo, con la derecha ligó tandas importantes hizo sonar la música y despertó los tendidos, tras una buena faena pudo quitarse el mal sabor que se le quedó con el primero de la tarde con el que anduvo desganado.

Lo peor. Ese callejón embarrado hasta arriba, impracticable para muchos profesionales, toreros, mozos de espada, alguacilillos, monosabios entre otros, para ellos es la mayor pesadilla en estos días de tanta lluvia.

El País

Por Antonio Lorca. Una tarde para meterse en la cama

La tarde estaba… La tarde estaba para coger la escopeta y el perro… y meterse en la cama con el perro.

MÁS INFORMACIÓN ¿Dónde está la pasión juvenil? Román, herido en la pierna izquierda Cinco mil visitantes se sienten toreros en el amarillo albero de la Maestranza El imperio del toreo ‘low cost’ Había llovido copiosamente durante todo el día. El cielo, encapotado y grisáceo. Una temperatura de diez grados (en Sevilla, eso es frío siberiano) y un cartel, sobre el papel, sin muchas expectativas. En fin, que el público prefirió, si no la cama, sí el cafelito en el salón de su casa y ver los toros por la tele, con el perro echado sobre las zapatillas.

Y acertaron los que tomaron tan sabia decisión. Llovió con fuerza durante la lidia del primer toro, se asomó después el sol, pero el frío se quedó en los huesos de los valientes que aguantaron el chaparrón y el anodino espectáculo que ofrecieron toros y toreros.

Toros los de La Palmosilla, muy sevillanos, de correcta presentación, muy blandos y nobles; en el límite de casi todo, una corrida moderna, como gusta hoy a los públicos generosos. Dos toros inválidos que debieron volver a los corrales y otros dos, segundo y cuarto, que merecieron mejor trato de los toreros.

Bueno… los toreros. Dos de ellos, los más veteranos, amortizados, y un tercero, el más joven, sin suerte en el lote y oscuras perspectivas de futuro.

Luis Bolívar cortó una oreja a su segundo, ese toro cuarto, blando como los demás, que no empujó en varas, mordió el polvo al tercer muletazo, pero pronto se rehízo y mostró a las claras su clase, su nobleza, su movilidad y calidad en la embestida. Un toro de hoy para hacer el buen toreo, un toro con el que sueñan los toreros, que no molesta y permite colocarte y ponerte bonito.

Bolívar dio muchos pases, aceptables la mayoría, mejores los de pecho, y sonó la música, pero su labor no acabó de remontar. Lució más el toro que el torero. Dio el colombiano la impresión de que se le ha pasado el arroz, de que su toreo es mudo, de que, aunque lo haga bien, no dice nada. Mató de una estocada baja y le concedieron una oreja de poco peso. Se justificó como pudo ante el inservible primero, inválido consumado, con el que todos perdimos el tiempo.

Llamó la atención el momento de Joselito Adame. Muchas prisas, excesiva superficialidad, oportunidad perdida, cientos de pases anodinos, aburrimiento y preocupación generalizada.

Dijo ser un pegapases ante su primero, un toro que destacó por su movilidad y obediencia, con el que no se entendió en momento alguno. Comenzó por estatuarios, continuó por la derecha, por la izquierda después, y así hasta siete tandas —todo muy rápido, sin hondura alguna— y parecía que aquello no tenía fin. Y más frío y frialdad en los semblantes. Un pestiño de Joselito. Menos bondadoso fue el quinto, aunque embistió, con menos clase, pero con la obediencia debida. Tampoco se aclaró entonces el mexicano, y pasó por Sevilla con más pena que gloria.

Y no tuvo suerte el joven Rafael Serna, que volvía a esta plaza tras su accidentada alternativa en San Miguel del año pasado. Repuesto de la cornada de entonces, brindó al equipo médico su primer toro a sabiendas de que era un nobilísimo e inservible marmolillo. Dibujó tres o cuatro naturales enjundiosos y el público los jaleó, en lugar de protestar la invalidez del animal. De ahí al carretón hay un paso, y es más barato. Y tuvo el torero un detalle impropio: salió a saludar al tercio sin ser reclamado por nadie. Eso se llama mendigar palmas y está feo. Afanoso y sin beneficio alguno estuvo ante el dificultoso sexto.

Llovió con fuerza al final del festejo. El viernes, muchos espectadores no volverán porque estarán obligatoriamente encamados a causa del frío. Lo dicho: acertaron los del perro. ¿Por qué no venderán en la plaza café calentito en lugar de tanta copa larga con mucho hielo?

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Una sabrosa y madura faena de Luis Bolívar

La intensa lluvia condicionó la asistencia a la Maestranza. Y no sólo: el cartel llamado internacional no caló en la afición. Debutaba La Palmosilla en la Feria de Abril. Un toro alto de cruz, con más intención que poder, deslució la voluntad del colombiano Luis Bolívar (silencio). Salió el sol y apareció un tal Goloso. Serio, como todo el conjunto, hechurado, pronto y de enorme acometividad. Tanto, que no paró. Más movilidad que clase. De venirse a la muleta más que de salirse de ella. El mexicano Joselito Adame alternó las manos en una extensa faena. Nunca cómodo con el punto pegajoso de Goloso. Oficio más que brillo ante la correa del toro. Echaría en falta un puyazo a ley (silencio tras dos avisos).

Humillada calidad traía el armado y castaño tercero. Más que potencia. Rafael Serna, que volvía al ruedo de su alternativa en San Miguel, cuando cayó herido, interpretó caros naturales sueltos. Momentos aislados a pulso, que era lo que pedía el toro. Una gran estocada (saludos).

Bolívar se desquitó con el gran cuarto. Destilado -buen nombre para su comportamiento- de aristas. La faena fue una interpetración perfecta del toro. Y del toreo clásico. Y de los tiempos. Poso y madurez de torero curtido. Pases de pecho de categoría vaciaban tandas acinturadas. Tan lentas y asentadas. A dos manos el sabroso cierre para cuadrar la muerte. A la recta ejecución del volapié no le acompañó la colocación de la espada. La oreja premió en justicia al colombiano.

El quinto, uno de los tres cinqueños de la corrida, puso de nuevo a prueba la profesionalidad de Adame. Un tío que le exigió el carnet con sus complicaciones. Prueba superada (silencio).

Otro torazo amargo y viejo fue el sexto. Peor: midió, gazapeó cabeceó el manso, que se quedó sin picar. Serna sufrió e hizo el esfuerzo apretando los dientes (silencio).

Marca

Por Carlos Ilián. Diluvio y mediocridad en La Maestranza

Como en los viejos tiempo de la Maestranza, ha caído la mundial. Diluvio por fases, especialmente al final de la corrida para rematar con alevosía una tarde donde el agua y la mediocridad hicieron de las suyas. Nadie daba un céntímo por el inicio del festejo pues no dejó de llover en todo el día, con un tifón incluido, que derribó árboles y alguna palmera cerca de la Maestranza. Pero escampó y comenzó el paseíllo aunque luego descargara el diluvio.

Y sobre el ruedo descargó otro diluvio, el de la mediocridad y la ramplonería, con alguna excepción en el caso de Bolívar. Sin olvidar el juego de los toros de La Palmosilla, corrida bien presentada, bajísima de casta pero con movilidad y de la cual alguno toros metieron la cara con temple, ese mismo temple que en el caso del cuarto de la tarde le sirvió a Luis Bolívar para estirarse en derechazos muy rematados y trenzar una tanda de naturales impecables. Luego atacó en los bajos con la espada lo que a casi nadie le importó una rábano y le pidieron con fuerza la oreja. Y oreja al bote. Lo que hay que ver a veces aquí…

Del resto, incluída la abstinencia del propio Bolívar en el primero, cabe rebuscar para encontrar algo que se salgo del trallazo y el ventajismo. Tal vez un detallito aislado de Serna al que sus paisanos le corearon con la pasión que aquí acompaña a los toreros de la tierra. Pero lo cierto es que al muchacho se le fue el buen tono del tercer toro en el que tomó exageradas precauciones. Por eso camino no se llega a ninguna parte.

Joselito Adame se explayó en una larguísima y espesa faena al segundo toro y anduvo a la deriva con el geniecillo y la movilidad del quinto.

ABC

Por Andrés Amorós. Buen debut de La Palmosilla en la Feria de Abril

Más que la Plaza sevillana, parecía el viejo Chofre donostiarra: chaparrones, negros nubarrones, luz eléctrica desde el comienzo, sol, otra vez lluvia, parece que escampa, el diluvio… Así, toda la tarde, abriendo y cerrando paraguas. No es el ambiente propicio, desde luego, para disfrutar con una tarde de toros. El albero estaba en buenas condiciones pero no se puede decir lo mismo del callejón, embarrado: habría que hacer algo para remediarlo porque puede suceder alguna desgracia. Aquí mismo hemos presenciado grandes faenas, entusiasmados, aunque nos estuviéramos calando: Campuzano, El Juli, Manzanares… No ha sido el caso de esta tarde. Y eso que los toros han dado, en general, buen juego. Con todo respeto para los diestros que actúan, el cartel no es el más atractivo de la Feria: un joven sevillano, Rafael Serna, acompaña al colombiano Luis Bolívar y al mejicano Joselito Adame. Sólo Bolívar corta un generoso trofeo, en el cuarto.

Debuta en la Feria de Abril la ganadería La Palmosilla, con origen Cuvillo: una corrida seria, muy bien presentada, con movilidad y nobleza; varios, eso sí, con las fuerzas justas. Segundo, cuarto y quinto han sido merecidamente aplaudidos.

Acierta la presidencia al no devolver alguno, aunque renqueara al comienzo y el castigo en varas fuera escaso: en la muleta, se han ido arriba. No sabemos qué hubieran dado de sí en otras manos…

Al colombiano Luis Bolívar, sucesor de César Rincón, le amenazaron de muerte, en su país, por defender el toreo: así es el pacifismo de algunos antitaurinos… Posee amplia experiencia con ganaderías duras. El primero humilla bien pero flojea ya de salida. El diestro se muestra firme, con oficio, pero las caídas del toro deslucen el trasteo. Abrevia, como le piden, pero el toro se ha puesto gazapón. Lo caza a la segunda. El cuarto, «Destilado», tiene la calidad de un excelente brandy jerezano. Pica bien Ismael Alcón. El diestro lo llama desde el centro, lo embarca con oficio. El toro va largo, repite, transmite emoción. Suena la música por primera vez, en la tarde. Bolívar aprovecha a medias las nobles embestidas, alterna muletazos limpios con otros que no lo son. Mata con decisión, aunque caído, y el bondadoso público exige la oreja, que se concede.

Joselito Adame, el mayor de los tres hermanos, es figura en México y un buen profesional. En el segundo, banderillea con marchosería Fernando Sánchez, muy aplaudido. (Lo repetirá en el quinto). En un rato de sol, el diestro, jaleado por un ruidoso partidario, aguanta con valor, en los estatuarios. El toro, encastado, repite, transmite emoción pero no es fácil. Adame sabe bien lo que hace, tira de la res con soltura pero prolonga la faena y acaba recibiendo dos avisos. Es un vicio actual que no me cansaré de denunciar: las faenas tienen su medida; prolongarlas más suele ser, además de inútil, contraproducente. El quinto también es de los buenos toros de la tarde, pronto y noble, aunque tardemos en verlo porque no lo ponen a la distancia justa del caballo. Comienza Joselito ligando derechazos estimables pero se embarulla y el toro acaba ganando la pelea. (¿Recuerdan la sabia sentencia de Juan Belmonte? «¡Dios te libre de un toro bravo!»).

El joven Rafael Serna forma parte de una familia muy popular y estimada, en Sevilla. Sufrió una cornada la tarde de su alternativa, en la Feria de San Miguel. Ha toreado bastante en México. El tercero sale con pies, asoma los pitones por encima de la barrera, flojea pero acaba embistiendo con suave nobleza. Serna consigue algunos naturales lentos, de buen son. También prolonga demasiado la faena. Con el brazo extendido, logra una buena estocada. El último saca más complicaciones; además, se desata el diluvio y la gente corre a guarecerse. El diestro se muestra voluntarioso.

Tres toros se han arrastrado entre una gran ovación. En conjunto, ha sido un buen encierro, aunque prefiera yo los toros con más fuerza. Lo recordaremos.

POSTDATA. En el Pregón Taurino sevillano de este año, el novelista catalán Ildefonso Falcones, se aventuró a proponer, para rebatir los alegatos antitaurinos, que, si sale al ruedo un toro manso, no se debe torearlo porque impide una faena artística y aburre al público. Como decían los clásicos, eso es un craso error. Más allá de la anécdota, es un síntoma de la actual desorientación de muchos espectadores. Por supuesto que deben lidiarse solamente reses de casta brava, no bueyes de carreta, pero, dentro de ellos, salen toros más o menos bravos. Dar la lidia adecuada a un manso encastado demuestra la maestría de un diestro y es un hermoso espectáculo, para el aficionado que sabe valorar las condiciones del toro. Con toros mansos se han consagrado muchas grandes figuras de la historia, lo hemos visto mil veces. Se trata de una cuestión básica: torear no es ponerse bonito delante de un toro manejable sino que supone lidiar y dominar al toro manso o difícil. Si no valoramos eso, caemos en el puro esteticismo y rebajamos el arte del toreo.

12_abril_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:20 (editor externo)