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Plaza de toros de Valencia

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12 de Marzo de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO


Ganadería: Toros de Fuente Ymbro

Diestros:

Juan José Padilla: de botella y oro. Vuelta al ruedo tras aviso y oreja

Curro Díaz: de grana y oro. Ovación y oreja

Manuel Escribano: de azul pavo y oro. Ovación tras aviso y ovación

Incidencias: Juan José Padilla resultó cogido en su 2º de la tarde cuando toreaba en redondo con la muleta. Corneado en el muslo, la axila y varetazo en el tórax.

Parte médico: “Durante la lidia del 4º toro ha ingresado en esta enfermería Juan José Padilla Bernal, el cual presenta cornada en cara anterior externa del muslo derecho con dos trayectorias. Una transversa de unos 15 cm que perfora y sale por cara externa del muslo y otra ascendente de unos 20 cm que discurre entre músculos sartorio y recto anterior, lesionando fibras longitudinales del sartorio dejando íntegra la fascia lata. Otra cornada en tórax izquierdo que diseca el pectoral mayor sin lesionarlo, de unos 15 cm de longitud que llegó hasta región axilar. Auscultación pulmonar: normal. Pronóstico: grave. Se traslada al herido al Hospital Casa de la Salud de Valencia”. Firmado: Dr. Cristóbal Zaragoza

Tiempo: soleado

Entrada: Más de media entrada

Vídeo resumen: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20173/12/20170312203023_1489347290_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

El Mundo

zabala_serna2.jpgPor Vicente Zabala de la Serna. Terrible cogida de Padilla en la reaparición de Escribano

Casi nueve meses después de aquel fatídico y milagroso 25 de junio en Alicante, Manuel Escribano volvía a enfundarse el vestido de torear. Un azul pavo y oro como un azul esperanza al final del túnel. Doscientos cincuenta y dos días de lucha contra las secuelas de una brutal cornada que arrancó de cuajo la femoral y la safena. La preparación y la reaparición de otro hombre de acero. Horas y horas de sacrificio para recuperar la pierna y la mente. La ovación de la afición de Valencia la recogió Escribano en su montera, roto el paseíllo, renacido el cuerpo, resucitado el espíritu.

Para el doctor Reyes y el equipo médico salvador fue el brindis del toro de la reaparición. Por la vida debida. “Hostelero” se llamaba; 521 kilos repartidos en sus armoniosas y redondas hechuras. Tampoco hubo aristas en su comportamiento noblón. Contados el celo, la continuidad y la chispa, fue faena de paz y reencuentro. Manuel Escribano transmitió serenidad, que no es poco. Desde la larga cambiada de rodillas, pasando por las banderillas compartidas con Padilla hasta la estocada final.

Juan José Padilla volvió a nacer por enésima vez. El astifinísimo y serio cuarto toro de Fuente Ymbro lo prendió con un derrote directo al cuerpo. Se desentendió de la muleta y con el pitón derecho afilado como una navaja porque había perdido la vaina. No fue la cornada en el muslo lo peor. Sino los gañafones que siguieron como mandobles asesinos. Cuando no había terminado de caer de espaldas a la bestia, las puntas cruzaron su pómulo como una navaja de barbero por detrás. Y voló por los aires el parche de su ojo izquierdo. Los garfios estallaron como ganchos contra la chaquetilla milagrosamente. Sin calar por los costados. Juan José Padilla se levantó sonado. Un hilo de sangre caía por la taleguilla. El torniquete ayudó a cortar la hemorragia. Padilla volvió a la cara maltrecho pero íntegro de raza. Mató a la tercera entre la emotividad del público puesto en pie. Se le entregó la oreja que se le debía del anterior toro y pasó por su propio pie a la enfermería. No sin antes tranquilizar a su hija, asustada y presente en un tendido.

JJ Padilla había abierto plaza con el ímpetu de una larga cambiada de rodillas. El toro, burraco, algo montado, suelto de carnes y cornidelantero, tuvo una movilidad engañosa y gazapona. Como si escondiese falta de poder. Padilla lo banderilleó al cuarteo y de dentro a fuera siempre por el pitón derecho. Esa sería la mano por donde el Ciclón de Jerez conseguiría, avanzada la faena, entenderse con una embestida de principio mirona y andarina. Como si le costase centrarse y romper hacia delante. A su favor contó la humillación y la obediencia; a favor del torero, la paciencia para esperarlo. La obra creció tesonera desde aquel prólogo incierto de rodillas, apuró todo lo que el toro daba y acabó con una gran estocada. El presidente no estimó ni el espadazo ni la petición, y Padilla paseó una vuelta al ruedo.

A Curro Díaz le correspondió un toro alto, largo y feo que no humilló jamás de los jamases. Díaz brindó a sus compañeros reconstruidos. Como él también lo fue en su momento por una cornada que le destrozó el gemelo y por poco no le deja cojitranco. Curro apenas pudo componer un bonito cambio de mano, un torero pase del desprecio en los inicios y la intención de querer. A la nula humillación se sumó la distracción del fuenteymbro con las deseadas tablas. Ni para matar descolgó lo más mínimo. Y de ahí los pinchazos.

Para compensar el sorteo y el lote, Curro Díaz se llevó un dije como quinto. El toro más bonito de la corrida de Ricardo Gallardo. Su lenta bondad permitió a Curro dibujar un prólogo ralentizado, preñado de torería. Pura delicatessen. Y en ese aire de hacer el toreo reunido CD siguió sobre la mano derecha. Despacioso y sentido pero sin contar con el empuje del toro para redondear las series. Lo intuido y presentido se valoraba tanto como lo acontecido. Como toda la corrida, se vino abajo para acabar defendiéndose. Los apuntes del jiennense se paladeaban. Como la media estocada arriba. Cayó una oreja al buen gusto.

Cerró la tarde Escribano a portagayola. Un trago. Voló la larga tardía y el toro, altón y feote, pasó de largo. Le costó al matador de Gerena recuperar la verticalidad y también banderillear al fuenteymbro de muchos pies, que apretaba hacia los adentros. Y en la muleta arrollaba con todo, queriéndose ir más que coger. Manuel Escribano resolvió bien en una faena de terrenos dispersos. Uno buscaba tablas y el otro, el éxito. La huida de najas del buey al sentir el acero resumió su comportamiento.

ABC

amoros.jpgPor Andrés Amorós. Padilla sufre dos cornadas en la reaparición de Escribano en Fallas

El acontecimiento taurino de la vuelta de José Luis Vázquez, en Illescas, y las grandes faenas de Morante y Manzanares, han tapado el comienzo de la Feria de Fallas, la primera de primera categoría de la temporada, y disminuido el eco del triunfo de Álvaro Lorenzo, el joven diestro toledano, forjado en el yunque de los Lozano. En el segundo festejo fallero, se produce otro acontecimiento: la reaparición de Manuel Escribano, meses después del gravísimo percance que sufrió en Alicante.

La corrida de Fuente Ymbro, seria, bien presentada, muy pareja, con sólo 14 kilos de diferencia de un toro a otro: reses astifinas, manejables, en general, pero que van a menos, limitando la emoción de las faenas. La cornada de Padilla, el buen arte de Curro Díaz y la alegría por la recuperación de Manuel Escribano suben la temperatura de una tarde que comenzó tibia y concluyó emocionante.

Juan José Padilla, el héroe popular, alcanzó la temporada pasada el sueño de abrir la Puerta del Príncipe, con esta misma ganadería. Al burraco primero, que se mueve mucho, lo recibe con una larga en tablas, se luce con los palos pero el toro queda corto, protesta. Faena voluntariosa, con más oficio que lucimiento, rematada con una buena estocada: vuelta al ruedo. En el cuarto, enlaza dos largas cambiadas de rodillas con vistosos faroles. (En las banderillas compartidas, Escribano se libra por pelos de un percance, al entrar en el burladero). Brinda a Arévalo, hijo de un gran torero cómico, liga muletazos de rodillas y de pie. Inopinadamente, el toro le hiere en el muslo derecho y la axila, además de perder el parche del ojo y sufrir dos tremendos derrotes, en la espalda. Con un torniquete, mata a la tercera. Todavía tranquiliza al público y saluda, con la oreja en la mano, antes de pasar a la enfermería. Un ejemplo de vergüenza torera.

En su madurez, Curro Díaz está recibiendo un mayor reconocimiento de crítica y público. El segundo humilla poco, espera en banderillas. Brinda Curro a sus compañeros, muletea con gusto, pone él la clase que le falta al toro. No mata bien. En el quinto, el comienzo defaena es precioso, liga muletazos muy lentos, mientras el toro aguanta, que es poco. Media estocada: oreja.

Manuel Escribano ha sabido remontar el olvido y las cornadas de Sotillo de la Adrada y Alicante; esta última, en su mejor momento, después de haber cuajado, en Sevilla, al gran «Cobradiezmos», de Victorino Martín. Aparece en el ruedo con una sonrisa y se le acoge con una ovación. Recibe al tercero con larga de rodillas y verónicas de manos bajas, ganándole terreno. Comparte banderillas con Padilla en un tercio vibrante, cerrado al quiebro. Brinda al doctor Reyes y sus compañeros, «que me salvaron la vida». En los medios, enlaza muletazos mandones pero transmite poco el bondadoso toro, al que mata a la segunda. Recibe al último a portagayola, como solía, y parece que le cuesta levantarse. Aguanta mucho en el segundo par de banderillas. Con un toro exigente, incierto, liga pases cambiados, se muestra firme, hasta que la res se raja. Esta vez mata con seguridad: petición no atendida por la presidencia.

El percance de Juan José Padilla, que ha podido ser muy serio, ha añadido dramatismo a la tarde; felizmente, parece haber sido más aparatoso que grave. Curro Díaz confirma, una vez más, el atractivo de su estilo, tan personal. Y nos alegra ver al bravo Manuel Escribano en el camino de la total recuperación.

Postdata. En Valencia, tierra de grandes toreros de plata, acierta Simón Casas al dedicar esta Feria a Manolo Montoliú, «pura plata de ley», en el 15 aniversario de su muerte. Aquella noche, en un ambiente de enorme emoción, velamos su cuerpo en la Plaza de los toros sevillana hasta que, de madrugada, llegó su padre, Manuel, el viejo picador, y dijo, sin una queja: «El toreo es así. Nadie tiene la culpa». Una inolvidable lección de dignidad torera.

La Razón

Por Paco Delgado. Más melladas para Padilla

No fue buena la corrida de Fuente Ymbro, desigual de presentación, con exceso de mansedumbre y poca casta, y tuvo que ser el percance sufrido por Juan José Padilla lo que diese el titular de este tercer festejo del abono fallero. Siempre se ha dicho que las cornadas son las medallas que lucen con orgullo los toreros y en este sentido, el de Jerez aumenta su nómina y crece el mapa de cicatrices que surcan su cuerpo.

Padilla ya dio una vuelta al ruedo al acabar con su primero, un toro al que no se picó apenas y que llegó a la muleta rebrincado y sin dejar estar cómodo a su matador, que sufrió varios desarmes y sólo en el tramo final del trasteo, y a base de efectismos, pudo remontar.

Se lució al quitar por faroles al cuarto, haciéndose aplaudir de nuevo al devolver la cortesía en banderillas a Escribano, que se vio apurado a la salida del segundo par. El toro, incierto y tirando continuos cabezazos, le acabó echando mano en un derrote seco al inicio de su faena de muleta y llevándose una paliza considerable y dos cornadas: una en el muslo derecho con dos trayectorias, y otra en el tórax que llegó hasta la axila izquierda. No pudiendo, pese a sus ganas y con un torniquete en la pierna herida, si no matar ya al astado, lo que para la gente fue motivo suficiente para procurarle una oreja.

Se protestó de salida al segundo por presunta lesión en sus cuartos traseros, aunque lo bien cierto es que llegó al último tercio boyante y con cierta claridad, permitiendo a Curro Díaz estar a gusto y confiado, luciendo al torear en redondo, con temple y gusto. Le costó más por el pitón izquierdo y por ahí el de Gallardo ya dejó ver su intención de rajarse, sin dejar al torero de Linares redondear su actuación.

Tampoco el quinto tuvo especial entrega ni excesiva fuerza pero sí voluntad de embestir y manejabilidad, lo que aprovechó Curro Díaz para componer una faena medida y de ritmo pausado, buscando potenciar su vena artística, procurando no quebrantar al animal y sin extenderse demasiado antes de cobrar una media que le valió otra generosa oreja.

Manuel Escribano, que reaparecía tras la gravísima cornada sufrida en Alicante en la pasada feria de Hogueras de junio, fue obligado a saludar tras romperse el paseíllo y brindó la muerte de su primer toro al equipo médico de la plaza de Alicante. Compartió banderillas con Padilla en un segundo tercio brillante pero apenas pudo lucir con la muleta ante un toro que se quedaba muy corto y se desplazaba con dificultad, derrochando ganas es una faena en la que la voluntad fue la nota más destacada.

Se fue a porta gayola a recibir al sexto de la tarde, corretón y abanto, con el que se lució al arrancarle unas verónicas casi en la puerta de arrastre. Pese a que manseó en varas, tuvo luego más agresividad y casta aunque no facilidad, apuntando pronto su intención de irse a tablas y haciendo que Escribano tuviese que tirar de nuevo de pundonor para firmar una faena honrada y voluntariosa.

12_marzo_17_valencia.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:19 (editor externo)