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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 12 de mayo de 2019

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Miura (descastada).

Diestros:

Sebastián Castella: de sangre de toro y oro. Estocada corta (silencio). En el cuarto, media perpendicular caída (silencio).

Octavio Chacón: de rioja y oro. Pinchazo, estocada y cuatro descabellos. Dos avisos (saludos). En el quinto, estocada (saludos).

Pepe Moral: de grana y oro. Municipal, media, cuatro descabellos, dos pinchazos. Aviso (silencio). En el sexto, estocada (silencio).

Presidente: Ana Isabel Moreno Muela.

Banderillero que saludó: José Chacón en el cuarto.

Tiempo: soleado y caluroso.

Entrada: Tres cuartos de entrada.

Video: https://twitter.com/i/status/1127670766869405704

Galería de fotos: https://t.co/1Nm7YH0FpG

Crónicas de la prensa:

Portal Taurino

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Una dura miurada para un Chacón con gran oficio

Cuando uno viene a ver miuras, viene a ver toros, y puede pasar esto que pasó en el cierre de Feria de Sevilla. Salió una miurada impresionante de kilos, de fachada y hasta de años, pero dura, que no regaló un pase y que unos más y otros menos aprendieron rápido el oficio de dar miedo en la plaza y en las gradas. A todos menos a uno, ese Octavio Chacón que venimos reclamando hace tanto tiempo y que, afortunadamente para el toreo, no se desanimó en todos estos años. Tiene oficio y valor de verdad a prueba de bombas, y de miuras. Y tuvo hasta detalles toreros y camperos, como esa carrera por el callejón con el toro devuelto embebido en su figura. Hay que seguir viéndolo en las duras y en las que sea. Castella aún se estará preguntando por qué se apuntó a la corrida. Pero que no se arrepienta, seguro que ha aprendido más que en varias temporadas juntas y que su gesto queda ahí. Otros no lo hacen ni con miuras ni con toros que no sean de su ganadería exclusiva. Y Pepe Moral que dejó buenos momentos, acabó mal sus dos toros y esta corrida no pasará a su pequeña historia. Pero se sabe que es capaz. En fin, la Feria se acabó ayer y los toros hoy, así que hasta otra. Aunque las jóvenes maestrantes vinieron de mantilla en “domingo de resaca”, como echándole un pulso al alcalde que sacó este domingo de la Feria.

Lo mejor, lo peor

Lo mejor

Muy bien presentados serios y complicados fueron los toros de Miura que cerraron el ciclo continuado en Sevilla. Hemos vivido una gran feria, con triunfos importantes y con alguna que otra oreja de regalo. En la tarde de hoy destacó el Gaditano Octavio Chacón que de rodillas pegó una larga cambiada armada de valor, toreo con gusto a la verónica y por delantales templó, recuerden, a uno de Miura que no es poco. Con oficio en la faena de muleta supo medir las distancias y sacar lo mejor de un lote que no termino de romper. Siendo conocedor de este tipo de encaste ofreció una actuación más que meritoria.

Lo peor

Un gran gesto el de Sebastián Castella apuntándose a la corrida de Miura, y muy mal por aquellos que le pitaban cuando aún permanecía delante de la cara del serio animal. Su lote no fue nada fácil, parado y tirando la cara muy arriba al final del muletazo. Quizás otro tipo de lidia les hubiera beneficiado a ambos, pero recuerden, Castella dio la cara en Sevilla cosa que muchas figuras aún no se han atrevido hacer, por lo cual todo el respeto merece.

La Razón

Por Patricia Navarro. Decepcionante broche de Miura para una gran Feria de Abril

a Feria de Abril echó el cierre con la tradicional corrida de Miura en la que se estrenó Sebastián Castella. Mal debut tuvo por cierto el francés, quien acabó el gesto -no hubo lugar para gestas- sin más pena ni más glorias. La de Miura fue un mal broche para una gran feria en la que han abundado toros de excelente juego -muchos arrastrados con las orejas colgando, todo hay que decirlo- y en la que el sevillano Pablo Aguado ha puesto al toreo entero a cavilar. Los dos primeros ejemplares venidos de Zahariche aportaron el envés de la moneda. Al menos impidieron que el público que ayer estaba de resaca se agarrara al asiento como en un mal aterrizaje. Salvando el manejable tercero, el resto fue una caída en picado que acabó con la presidenta Anabel Moreno enseñando el pañuelo verde en el sexto para retrasar la hora bendita en la que cae la cerveza helada en El Taquilla.

Pepe Moral no es ni el Pepe Moral que resucitó con la zurda hace unos años con un sobrero del Conde de la Maza, ni el Pepe Moral que rozó la Puerta del Príncipe con los de Miura hace un par de ferias. Lo intentó con el tercero, que fue el que más se dejó de toda la corrida, especialmente por el pitón izquierdo, pero aquello quedó en un “coitus interruptus”, en un querer y no acabar de poder porque faltó aplomo, confianza y esas gotas de torería que sí se notaron en otros tiempos de influencia de Manolo Cortés. Bien es cierto que ayer no era tarde para la lírica, pero todos nos entendemos. Tuvo el lote de menos apuro porque el sexto bis fue igualmente un toro desrazado pero que tampoco quiso comerse a nadie.

Octavio Chacón salió dispuesto a dar la batalla. Fue un milagro que se escapara de los navajazos que le lanzó el segundo de la tarde, que pudo crucificarlo en tablas con un arreón final cuando la alimaña sintió en el morrillo la hoja de la espada. Las miradas amenazadoras las sorteó Chacón con firmeza, atalonándose en el albero todo lo que le permitió el ejemplar de Zahariche. Faena de artillero en la que también apareció sorprendentemente la seda en un par de medias a un cárdeno que por su volumen bien podía emparentarse con la familia de los paquidermos. La embestida descompuesta del quinto, a base de siniestros tornillazos, no permitió ni el arte ni la lucha. Apenas nada.

Ha acabado la feria. Ha sido la feria en la que Pablo Aguado ha revolucionado el gallinero con el toreo clásico, el que tiene el aroma de todos los tiempos, el que nunca caduca porque tiene todas las edades. Acordémonos de eso porque la de Miura de ayer no pasará a la historia.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. La corrida de Miura despide una Feria notable

Todo está consumado. El largo clarinazo que anunciará el tercio de muerte del sexto toro de la corrida de Miura volverá a marcar el camino de la nostalgia. Han sido catorce intensos días de toros, con sus vísperas y sus octavas, en los que ha pasado de todo. Este medio publicará mañana un detallado resumen de los acontecimientos y desventuras de esta notable feria que está a punto de entrar en la historia. La despedida del ciclo, una vez más, se oficiará pendiente del siempre inquietante juego de los toros de Miura. Las reses de Lora del Río seguirán oficiando el papel de candado ferial a pesar de los nuevos modos de una fiesta que han convertido el antiguo Domingo de Farolillos en jornada de resaca.

Pero vamos con el turrón. Abre cartel un torero que ni estaba ni se le esperaba en el cartel. Hablamos del francés Sebastián Castella, incluido en la combinación por obra y gracia de Simón Casas, que convenció a su homólogo Valencia en un almuerzo con los carteles casi cerrados. El diestro galo, que pasó sin pena, gloria ni toros a favor en la tarde de los ‘cuvillos’ en la que apabulló Roca Rey. Castella lleva mucho tiempo en esto, amparado en el entramado empresarial que le ha permitido seguir navegando por la ferias. Pero vienen nombres nuevos y conviene dar algún toque. En esa tesitura, los toros de Miura le pueden conceder la penúltima oportunidad para pronunciarse. No sabemos cómo afrontara este plato. Es la primera vez que lo prueba. Se le desea suerte.

Mucho más interés despierta el debut primaveral de Octavio Chacón, ese matador emergente, capaz y valeroso que ha sabido buscarse su sitio, su fama y los garbanzos con los bocados más duros de la cabaña brava. Chacón es un nombre que interesa, especialmente a los más adeptos a este tipo de corridas en las que manda la épica sobre la lírica. Ha pasado muchos años en las orillas del sistema pero en el circuito secreto de los profesionales se conocía de sobra su solvencia. Su presentación como matador en la Feria de Sevilla se ha hecho esperar. Puede gustar; y sorprender.

En cualquier caso, la estrella más rutilante del cartel sigue siendo la de Pepe Moral, triunfador reincidente con estas reses en las ferias de 2017 y 2018. El diestro palaciego, posiblemente, es uno de los que más y mejor ha entendido –y toreado- a los toros de Miura en los últimos tiempos. Su gran concepto del toreo al natural ha sido la mejor baza en esos triunfos repetidos en los que llegó a rozar la Puerta del Príncipe con la yema de los dedos. Pepe no anduvo en su mejor ser y estar –al que nos tiene acostumbrados- en la corrida de El Pilar. En cualquier caso encuentra el patio de su casa en este domingo de resaca que podría volver a inscribir su nombre en el cuadro de honor del ciclo. Ojalá.

Los tres diestros –eso es indiscutible- comparten protagonismo con la corrida de Miura. Hablar de la mítica ganadería de los campos de Zahariche es hacerlo de la historia de la Feria de Abril y del propio campo bravo, perpetuando la sangre, casi extinguida, de Gallardo y Cabrera con aportaciones puntuales de Vistahermosa y casta navarra. La divisa sevillana comenzó el año debutando en la plaza de Valdemorillo, en la que lidió un variado e interesante encierro fiel a su personalidad más genuina. Atrás han quedado la conmemoración de varias efemérides sin parangón en la historia de la cabaña brava, especialmente esos 175 años en propiedad de la misma familia. El pasado año renovaron su papel de talismán del triunfo de Pepe Moral que les volvió a cortar las orejas.

ABC

Por Andrés Amorós. Octavio Chacón, especialista en miuras

“Como las cosas humanas no son eternas, sino que siempre van en declive hacia su fin…”, le llegó la hora a Don Quijote, dice Cervantes. También le llega su hora a esta Feria de Abril en mayo, que ningún aficionado a los toros va a olvidar. Concluye, como es habitual en los últimos años, con la corrida de Miura. Por cierto, en las localidades, en el recuadro dedicado al “Tipo de festejo” era habitual que pusiera solamente “Miura”, en vez de “Corrida”, “Novillada” o “Rejones”. Para los sevillanos, era más que suficiente. Este año, se ha cambiado, como si fuera un medicamento genérico, por “Corrida”. Me gustaba más lo de antes. Los miuras de esta tarde, muy serios, mmuy complicados, ponen a prueba a los diestros. Sólo Octavio Chacón, lidiador de gran oficio, sale bien parado.

En un mundo – taurino y no taurino- regido por el igualitarismo rutinario, Miura “vende” singularidad, algo que siempre atrae: un encaste diferente; toros distintos, por su morfología (largos como un tranvía, aparentemente flacos, aunque pesen 600 kilos) y su comportamiento (toros “listos”, que aprenden muy pronto). Me cuentan que, en el desembarco, la noche anterior, no hubo forma de meter a uno de los miuras, que se quedó, en el corral, pidiendo guerra. Me ha recordado lo que me contó el inolvidable don Eduardo: en una Plaza levantina donde es tradicional la exhibición pública previa de los toros que van a lidiarse, un miura se quedó en el centro del ruedo y fue imposible lograr que volviera al chiquero. ¿Solución? Al día siguiente, las cuadrillas tuvieron que hacer el paseíllo por el callejón…

Sebastián Castella se ha apuntado , por primera vez, a estos toros. Es un gesto de figura del toreo, que le honra; otros diestros podrían imitarlo. Otra cosa es si sabrá entenderse con este peculiar encaste. (En la entrevista que le hace, en ABC, Lorena Muñoz, cuenta Castella que tentó una vez una vaca de Miura que se quedaba corta y, en un momento, no le hirió con el pitón sino que “me pegó un bocao en la pierna, en el gemelo”). El primero es el que la noche anterior no quería entrar: el de menos peso, parece escurrido y roza los 600 kilos; pelea bien, en varas; no humilla, pega arreones, tiene muy corta embestida. Castella no le encuentra la tecla y se lo quita de encima pronto. El cuarto corta en banderillas pero se luce Chacón, con oficio y valor. Empieza agarrado a la barrera, como suele, y el toro se estrella contra tablas : no creo que eso ayude nada a su juego; cuando intenta los derechazos, no humilla y se desentiende. Todo vuelve a quedar en nada. Mata pronto pero mal.

Quince años después de su alternativa, debuta en esta Feria el gaditano Octavio Chacón. Se lo ha ganado a pulso: ha sido una de las grandes revelaciones de la pasada temporada, mostrando un oficio clásico que muy pocos poseen. Al segundo, un “tío”, lo recibe con una larga de rodillas y maneja bien el capote. El toro va de largo al caballo; mide el castigo Juan Francisco Peña. Octavio sabe bien lo que hace, aguanta con suavidad los gañafones, le da el toque justo para que humille, aguanta con valor sereno y mucho oficio en los momentos comprometidos. Una faena a la antigua, de torero macho – se decía -, con mucho mérito. Logra la estocada a la segunda pero el toro se tapa, no se deja descabellar: dos avisos y saludos. En el quinto, que derrota fuerte en tablas y va bien al caballo, se luce Octavio con el capote; está firme, con la muleta, aunque el toro, incierto, embiste a brincos y busca. Le saca algunos muletazos de mérito, buscándole las vueltas: una dura porfía. Después de la estocada, pega un arreón que casi se lo lleva por delante.

También es especialista en corridas duras, aunque su corte sea el de un torero artista, el sevillano Pepe Moral, que no tuvo suerte con los toros de El Pilar. Es un buen muletero y un estoqueador sólo regular. El tercero sale fuerte, corta, en banderillas, pero Moral lo brinda al público: no se amilana, lo va metiendo en la muleta, logra muletazos con mérito, toreándolo con gusto, como si fuese fácil. Le ha sacado más de lo que creíamos pero da el mitin con los aceros y el toro, barbeando tablas, da una vuelta al ruedo completa hasta que se echa. Devuelto por flojo el último, al sobrero lo recibe Moral con dos largas cambiadas y lucidas verónicas. Logra sacarle algunos muletazos limpios pero el toro va a peor, no cabe lucimiento.

Obviamente, lidiar miuras no es lo mismo que lidiar domecqs. Castella lo ha comprobado, esta tarde. Moral ha salvado la papeleta. Chacón ha demostrado que es un consumado lidiador, un gran profesional..

Ha sonado, melancólico, el último toque de clarín de esta Feria. Ha quedado vacío el sobre donde guardaba yo mis entradas. ¡Qué pena! Pero ha sido una gran Feria. Como concluye Jorge Manrique, “nos dejó harto consuelo / su memoria”. Y hemos disfrutado, una vez más, del privilegio de participar en este rito único, en la Plaza de los Toros sevillana. ¡Hasta el año que viene, si Dios quiere!

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Chacón destaca en una 'miurada' correosa que se salda sin trofeos

En una feria cargada de bastantes alegrías por lo sucedido en el ruedo, uno de los gratos sentimientos vividos en estos días fue la conversación que mantuve el pasado 9 de mayo con Eduardo Miura cuando recibió, junto a su hermano, el premio taurino 'Ciudad de Sevilla' después de un invierno durísimo por una enfermedad. Dos hombres, Eduardo y Antonio, que hacen honor a una familia que lleva criando toros bravos desde que en 1842 fundara la legendaria ganadería Juan Miura.

En una feria cargada de bastantes alegrías por lo sucedido en el ruedo, uno de los gratos sentimientos vividos en estos días fue la conversación que mantuve el pasado 9 de mayo con Eduardo Miura cuando recibió, junto a su hermano, el premio taurino 'Ciudad de Sevilla' después de un invierno durísimo por una enfermedad. Dos hombres, Eduardo y Antonio, que hacen honor a una familia que lleva criando toros bravos desde que en 1842 fundara la legendaria ganadería Juan Miura.

La corrida de Miura, en el tipo de la casa, con toros agalgados, contó con dos cinqueños, segundo y quinto. A excepción del primero y del sexto bis, de 583 y 589 kilos, respectivamente, todos ellos sobrepasaban los seiscientos, con un 'Ratón', cuyo tamaño y peso nada tenía que ver con el de un roedor ¡670 kilos! Pero las cajas de estos toros es tan enorme que ninguno era regordío. La corrida en su comportamiento fue correosa. Varios toros complicados; otros peligrosos. El único manejable fue el tercero. De la terna, destacó Octavio Chacón, ovacionado en su lote; entre tanto Castella, sin opción alguna al lucimiento, y Moral, que contó con el único potable, el tercero, fueron silenciados.

Octavio Chacón, el más destacado de la terna, se entregó de manera muy valiente ante su lote, siendo ovacionado. Muy, muy seria la actuación del diestro gaditano. Su primero, de pinta cárdena y largo, al que recibió con una larga de rodillas junto a tablas cambió en la muleta y midió por ambos pitones, quedándose cortísimo en sus embestidas y orientándose hasta el punto de desarrollar peligro y casi coger al torero. Chacón, que brilló tanto a la verónica, como llevando al toro al caballo y en un quite en el que intercaló chicuelinas y verónicas, no se arredró en ningún momento y con una solidez espartana, sin vender la mercancía y sin acompañamiento musical, desgranó una faena importante como lidiador. Una faena para profesionales y aficionados. Cruzándose, arriesgando mucho, consiguió muletazos meritorios por ambos pitones, fundamentalmente con la diestra. Por agradar, quizás se pasó algo de metraje. Incluso hubo un momento en que el toro parecía pedir la muerte. El toro se puso imposible para cuadrarlo para la suerte suprema. Se tiró de verdad, pero pinchó, saliendo vivo de milagro tras una oleada brutal del astado. Tras una estocada precisó de varios descabellos. Perdió premio, una oreja a ley, por el fallo con los aceros.

Ante el altísimo quinto, que acometía cabeceando y sin entrega, Chacón volvió a exponer al máximo, sacando algunos muletazos con la diestra de buen trazo.

Sebastián Castella, que se estrenaba con esta ganadería, no tuvo opciones para el lucimiento en su lote en la muleta. Ante ambos manejó bien el capote. El primero, agalgado, aplaudido de salida, tras casi derribar en varas, se defendió y en el primer muletazo se coló peligrosamente por el pitón derecho. El diestro francés lo intentó por ambos pitones y lo despachó tras un trasteo correcto.

El cuarto, alto, largo, que cumplió en varas y se escobilló un pitón, llegó parado a la muleta y ni siquiera le ofreció la oportunidad a Castella de concretar faena porque literalmente no pasaba.

Pepe Moral, silenciado en su lote, contó con el único astado manejable del duro encierro 'miureño', el tercero, un toro cárdeno oscuro, agalgado, que cumplió en varas y echó la cara arriba en banderillas. El palaciego, sin opciones con el capote, concretó una labor voluntariosa en la que faltó profundidad. Mató mal.

El sexto fue devuelto. En su lugar, saltó un sobrero del mismo hierro, corniabierto, colorao, que planetó pronto problemas y se defendió en la muleta. Moral lo despachó de una estocada tras varias probaturas y sin convencimiento.

La feria, un importante ciclo en lo artístico y en lo ganadero, se cerró con una correosa corrida de Miura en la que destacó como lidiador Octavio Chacón

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Con eme de Miura

Miura se escribe siempre, a priori, con eme de miedo. El rostro reconcentrado de Sebastián Castella lo transpiraba. Castella debutaba con miuras a sus 19 años de alternativa. No en plenitud de su condición de figura pero todavía conservando el estatus. Chapó al gesto. La facilidad del galo dominó la escena con un alto toro sin excesos de nada pese a sus 583 kilos. Ni de poder, ni de humillación, ni de viaje. Fue complicándose desde la primorosa brega de José Chacón. SC lo pasó de muleta prefiriendo el pitón izquierdo, el más abordable (sic). Al final, el macheteo sobre las piernas fue lo más recomendable.

La reciedumbre de Octavio Chacón, su firme manera de pisar y su maciza paciencia llamaron poderosamente la atención. Como poderoso es su templado capote. El espejo de Galloso en las verónicas, en las medias y en un quite por Chicuelo. Al enorme miureño de franco embestir y mosqueante mirar lo ahormó en tres puyazos en el caballo. Chacón se mostró sereno en su templado y diestro hacer. Como el bicho de Zahariche dejaba estar, se tuvo por no malo. Sólo que en dos o tres ocasiones -sobre todo en el pinchazo- se quiso comer al torero cuando lo tuvo a tiro por dentro. Sobró tiempo, una vez exhibido el dominio, y faltó muerte: dos avisos castigaron la demora y el descabello encasquillado. Su imagen quedó por encima.

De verdad, de verdad, humilló el cárdeno tercero, el de hechuras más en cuesta abajo con sus 641 kilos. Y sinceramente noble, a diferencia de sus engañosos hermanos. A Costurero le hilvanó Pepe Moral derechazos estimables hasta donde le daba la embestida. Que no se rebosaba. Y también le cosió dos o tres naturales de nota. Sin que nada alcanzase cotas rotundas. Moral lo atravesó con la espada y se le complicó la cosa: Costurero inició un éxodo hacía ninguna parte al hilo de las tablas. Cuando murió, le aplaudieron el arrastre: Sevilla ama a Miura.

Y saltó Ratón -hoy estoy terriblemente cronológico-, un cinqueño tremebundo de casi 700 kilos. El transiberiano a 36 grados. Ratón se llamaba Ratón como se podía llamar Marius. Y se venía andando, por el palillo, en plan buey dormido. Sirvió únicamente para el lucimiento de José Chacón con los palos. Castella lo mató sobrado. Igual a gorrazos sea mucho decir. Porque el trago de Miura nunca es agradable. La muesca en su currículo ahí queda.

Otra vez el capote de Octavio Chacón destelló con luz propia por el palo del poderío. Tanto, que tapa todos los defectos del toro. Como los del acapachado y abierto quinto. Que parecía que le quería abrazar violentamente.Tan descompuesto. Cuando no encogido y amagado, a la caza. Loor a los héroes que caminan todos los días por campos de minas. La capacidad lidiadora de Chacón se antojó brutal. Y así se lo reconoció la Maestranza.

Como segundo y cuarto, el sexto traía también los cinco años cumplidos. Sólo eso: las fuerzas de su imponente aparataje no se embarcaron en Zahariche. Vio el pañuelo verde. La puntilla para una corrida harto deslucida fue el sobrero: paletón y escurrido con incómodos movimientos de sabandija morucha. Moral perdió su apellido.

Miura, a posteriori, también se puede escribir con otro tipo de eme diferente a la de miedo. Un mal cierre para una gran feria.

El País

Por Antonio Lorca. Octavio Chacón, el magisterio

Es una delicia asistir a una lección magistral sobre la lidia impartida por Octavio Chacón. Este torero es una referencia —ayer lo confirmó en la Maestranza— del conocimiento, la técnica, la firmeza, la seguridad, el dominio y, además, del buen gusto. Toreó primorosamente con el capote y se mostró solvente, serio, sobrado, dominador y templado con la muleta en sus dos toros. Y la asignatura no era fácil; tenía delante dos torazos de Miura.

Largos como un tren, de lámina antigua, con cuajo y peso —entre 583 y 670 kilos—, bien armados, con muchos pies en el primer tercio, alegres y prontos en los caballos y sosos, apagados, sin clase y con dificultades en la muleta. Así fueron los toros de la legendaria ganadería que ha cerrado la Feria de Abril. Toros para toreros experimentados, conocedores de los secretos de la lidia, valor reconocido y contrastada experiencia. Tal es el caso de Octavio Chacón.

Se estrenó en un quite por delantales y una media templadísima en un quite al primero de la corrida. Después, dos verónicas en el recibo a su primero fueron de categoría excelsa, al igual que otro quite por chicuelinas y dos medias extraordinarias. Y volvió a la verónica clásica ante el quinto.

Lo dicho: una delicia. Y no solo por cómo lo hizo, sino cómo lo dijo: con un derroche de torería, que es esa cosa inexplicable, pero que todos entienden porque es gratificante para los ojos del alma.

Apagado y sin celo fue su primero en el tercio final; deslucido, además, el quinto, pero en ambos dejó constancia de su capacidad lidiadora, sin aspavientos, sin descomponer la figura, con la serenidad y seguridad de un maestro. Quizá, dos errores en toda la tarde: su empeño en alargar la faena a su primero, y su error con el descabello que le llevó a escuchar dos avisos. Bueno, nadie es perfecto.

Abría el cartel Sebastián Castella, que se atrevió a hacer la gesta que no acostumbran las llamadas figuras como él. Pero el gesto fue solo sobre el papel. Pasó desapercibido, y se le vio precavido y a la defensiva, con la impresión de que aquel doloroso trámite finalizara cuanto antes. No tuvo toros para el lucimiento, es verdad, pero su actitud no fue de torero heroico que se anuncia con los miuras para demostrar no se sabe qué. Para ese viaje no se necesitan alforjas… Para ese viaje, mejor que le hubiera cedido el puesto a un compañero más necesitado que él.

Ese es el caso de Pepe Moral, que no ha comenzado con bien la temporada. O no ha encontrado aún el toro o es él el que está perdido. Se encontró en primer lugar con el más claro de la corrida, y lo aprovechó solo a medias en un par de tandas aseadas con la mano derecha. Pero a la hora de matar, un mitin. El violento sexto, inservible.

12_mayo_19_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:12 (editor externo)