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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Domingo, 15 de abril de 2018

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Ganadería de Fermín Bohórquez cuajados; buenos y con calidad 1 y 2; bravo y encastado el 3; más quedo el 4; con mucha transmisión el 5; con clase y calidad el 6.

Diestros:

Sergio Galán con chaquetilla gris marengo. Pinchazo, rejón contrario y descabello (silencio). En el cuarto, rejonazo pasado (oreja).

Andrés Romero con chaquetilla nazareno. Rejón trasero (oreja y leve petición). En el quinto, rejonazo fulminante (oreja y petición).

Lea Vicens con chaquetilla negra. Pinchazo, media rejón atravesado, dos pinchazos y (silencio). En el sexto, pinchazo y rejón muy trasero (oreja).

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa

Tiempo: lluvioso

Entrada: media entrada larga

Video: https://twitter.com/twitter/statuses/985605314392346624

Galería de imágenes:

Crónicas de la prensa: en breve

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La espectacularidad de Andrés Romero y una extraordinaria corrida de Bohórquez

El cielo gris, la tarde brumosa, el eco de la ausencia eterna de Don Ángel Peralta y el vacío de la falta terrenal de Diego Ventura. Tristona la tarde en los tendidos. Que acusaron el órdago de Ventura en Espartinas.

Sergio Galán puso la emoción en la puerta de chiqueros con “Amuleto”. Enceló los muchos pies y el buen estilo del toro de Fermín Bohórquez. Un hierro bastó. La faena transcurrió íntegramente en los medios. Clásico y a dos pistas sobre “Ojeda”, un soberbio caballo que hace honor al irrepetible y revolucionario torero que le dio nombre. Bajó el ritmo el murube jerezano, más parado. De frente sobre “Bambino” y envolvente en la rueda con las cortas sobre “Apolo”. La “espada” enfrió su templada faena lastrada por el peso de abrir plaza.

A portagayola con el chaquetón marsellés en una mano. Tan campero Andrés Romero. No partió bien un rejón muy trasero, que fue el único castigo. Tras “Perseo”, una lista de caballos bautizados como “Caimán”, “Guajiro” y “Chamán”. Las piruetas sobre “Guajiro” y la precisión con las cortas sobre “Chamán” elevaron el diapasón de la obra. El rejonazo trasero y mortal prendieron la oreja del notable ejemplar de Bohórquez.

Lea Vicens brindó al cielo en memoria de su maestro, el Centauro de las Marismas. Bravo y encastado el toro de Fermín. La amazona conectó con los tendidos mucho y pronto. Las exageradas batidas de los quiebros abrían tanto al obediente y motorizado murube que para clavar la extensión del brazo alcanzaba su tope. No siempre el objetivo. La puntería consistía en dejar los hierros en lo negro. “Bético” y “Gacela” fueron las estrellas. Con el acero definitivo la conexión popular se cortocircutó.

Otra vez Galán planteó toda la faena en el platillo al cuarto. Más quedo el toro de FB. El caballero conquense puso toda la carne en el asador para llegarle mucho y de frente. Muy puro. Dos pares a dos manos a últimas sobre “Apolo” avivaron aún más la pasión. Que ni con la lluvia se apagó. La suerte suprema fue tal. Un trofeo de peso premió su verdad.

Vibrante y espectacular anduvo Andrés Romero con un quinto que no paró de embestir hasta el final con transmisión superior. Superado un rejón caído, la faena combinó distancias y alegría. En un guiño populista sentó a “Kabul”. Pero la lidia fue entera en el platillo. Acortó terrenos con “Caimán”. La efectividad con “Chamán”, las cortas y el fulminante rejonazo último desembocaron en una oreja de ley. La presidencia contuvo la fuerte petición de la segunda. Por el prestigio de la Puerta del Príncipe.

Clase y calidad sacó el sexto de Bohórquez para cerrar una extraordinaria corrida. Lea Vicens, ahora más cómoda, se llevó el último trofeo con el beneplácito de la gente. En comparación con Romero, la discriminación positiva funcionó.

COPE

Por Paco Aguado. Romero corta dos orejas y Galán firma lo más serio en Sevilla

La festiva y amable predisposición del público que acude a las corridas de rejones no siempre sirve para aquilatar con los trofeos conseguidos los méritos de los jinetes ante el toro, como, una vez más, se comprobó hoy incluso en una plaza de la categoría de la de Sevilla.

Y así sucedió que el mejor rejoneo de la tarde, el toreo a caballo más templado, frontal, reunido y preciso, que llevó la firma de Sergio Galán, se premió con una rácana oreja que, aun así tuvo mucho más peso específico que cualquiera de las que pasearon sus compañeros de terna.

El caballero conquense lidió a sus dos toros, en el amplio sentido de la término, con ajuste, despaciosidad y dominando perfectamente el juego de terrenos, tan importante en este tipo de tauromaquia.

Y lució con naturalidad, sin alardes ni guiño alguno para la galería, tanto al noble y enclasado primero -a falta de un punto mayor de vibración- como al cuarto, también de buenas embestidas pero de juego a menos.

Si no se le pidieron trofeos a Galán con el que abrió plaza fue por sus fallos con el rejón de muerte -los únicos de toda su actuación-, mientras que con el quinto, al que si mató al primer intento cuando comenzaba a lloviznar, se le premio con ese único trofeo que no hizo justicia a la que fue una completísima faena, desde que paró muy despacio al cuatreño con la grupa de “Amuleto”.

Pero el cenit de su actuación llegaría sobre “Apolo”, un caballo de pelo isabelo sobre el que le clavó al de Bohórquez dos soberbios pares de banderillas a dos manos, citando desde corto, dejándose ver y llegando a la cara del toro con la frontalidad y el temple con que cuajó todo el resto de suertes.

En cambio, esa naturalidad a la hora de ejecutar el toreo a caballo con pureza llegó menos al tendido que la espectacularidad buscada por sus compañeros, que rejonearon a sus lotes con menor precisión y ajuste pero consiguieron algo fundamental para obtener trofeos en las corridas de rejones: matar a los toros de manera fulminante, más allá de como caiga el rejón final.

A Andrés Romero le pidieron, y le dieron, por eso sendas orejas, por su desigual actuación con el segundo, el de menos juego de la corrida, y por su faena entonada y a más con el quinto, que tuvo bravura, clase y vibración en sus embestidas hasta el último momento.

Aún cayó una oreja más en manos de la francesa Lea Vicens, última alumna de Ángel Peralta, al que brindó, dirigiendo su sombrero al cielo, el primer toro de su lote con el que luego fallaría demasiado y también con los aceros.

Y tras nuevos desajustes y errores, mejoró un tanto el tono la amazona gala en la segunda mitad de su faena al sexto, que fue premiada muy generosamente tras un rejonazo que cayó justo a mitad del lomo del buen toro de Bohórquez.

Para entonces también había finalizado el que, a base de dos pasodobles por toro, fue un auténtico recital de la Banda del Maestro Tejera, que, nunca mejor dicho, amenizó una tarde que por momentos se pudo perder entre el tedio de lo previsible.

El Correo de Andalucía

Sergio Galán defendió el mejor toreo a caballo

La festiva y amable predisposición del público que acude a las corridas de rejones no siempre sirve para aquilatar con los trofeos conseguidos los méritos de los jinetes ante el toro, como, una vez más, se comprobó hoy domingo incluso en una plaza de la categoría de la de Sevilla.

Y así sucedió que el mejor rejoneo de la tarde, el toreo a caballo más templado, frontal, reunido y preciso, que llevó la firma de Sergio Galán, se premió con una rácana oreja que, aun así tuvo mucho más peso específico que cualquiera de las que pasearon sus compañeros de terna. El caballero conquense lidió a sus dos toros, en el amplio sentido de la término, con ajuste, despaciosidad y dominando perfectamente el juego de terrenos, tan importante en este tipo de tauromaquia.

Y lució con naturalidad, sin alardes ni guiño alguno para la galería, tanto al noble y enclasado primero -a falta de un punto mayor de vibración- como al cuarto, también de buenas embestidas pero de juego a menos. Si no se le pidieron trofeos a Galán con el que abrió plaza fue por sus fallos con el rejón de muerte -los únicos de toda su actuación-, mientras que con el quinto, al que si mató al primer intento cuando comenzaba a lloviznar, se le premio con ese único trofeo que no hizo justicia a la que fue una completísima faena, desde que paró muy despacio al cuatreño con la grupa de “Amuleto”.

Pero el cenit de su actuación llegaría sobre “Apolo”, un caballo de pelo isabelo sobre el que le clavó al de Bohórquez dos soberbios pares de banderillas a dos manos, citando desde corto, dejándose ver y llegando a la cara del toro con la frontalidad y el temple con que cuajó todo el resto de suertes.

En cambio, esa naturalidad a la hora de ejecutar el toreo a caballo con pureza llegó menos al tendido que la espectacularidad buscada por sus compañeros, que rejonearon a sus lotes con menor precisión y ajuste pero consiguieron algo fundamental para obtener trofeos en las corridas de rejones: matar a los toros de manera fulminante, más allá de como caiga el rejón final.

A Andrés Romero le pidieron, y le dieron, por eso sendas orejas, por su desigual actuación con el segundo, el de menos juego de la corrida, y por su faena entonada y a más con el quinto, que tuvo bravura, clase y vibración en sus embestidas hasta el último momento. Aún cayó una oreja más en manos de la francesa Lea Vicens, última alumna de Ángel Peralta, al que brindó, dirigiendo su sombrero al cielo, el primer toro de su lote con el que luego fallaría demasiado y también con los aceros.

Y tras nuevos desajustes y errores, mejoró un tanto el tono la amazona gala en la segunda mitad de su faena al sexto, que fue premiada muy generosamente tras un rejonazo que cayó justo a mitad del lomo del buen toro de Bohórquez. Para entonces también había finalizado el que, a base de dos pasodobles por toro, fue un auténtico recital de la Banda del Maestro Tejera, que, nunca mejor dicho, amenizó una tarde que por momentos se pudo perder entre el tedio de lo previsible.

15_abril_18_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)