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Real Maestranza de Sevilla

Sabado, 16 de abril de 2016

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro (de correcta presentación y juego desigual; destacaron 5º y 6º).

Diestros:

Finito de Cordoba. Pinchazo, estocada baja (silencio); estocada (silencio).

Juan Jose Padilla. Estocada trasera y caída (oreja); estocada (dos orejas).

El Fandi. Media estocada caída (aplausos); estocada baja (oreja).

Incidencia: al cortar tres apéndices el matador Juan José Padilla salió por la puerta del Príncipe.

Presidente: Fernando Fernández-Figueroa.

Tiempo: lluvioso.

Entrada: lleno con grandes huecos.

Video: http://bit.ly/1SdVUwO

Crónicas de la prensa:

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Al final pasó lo que tenía que pasar. Venimos avisándolo un año tras otro: que no se puede montar una mediática -un gache que diría un clásico como Curro Embarque- el sábado de farolillos y pretender que la Maestranza no se convierta en una plaza de tercera. La corrida de Gallardo fue mala, pero apenas se notó salvo por la presencia de un gran artista del toreo como es Finito, que no pegaba en el cartel ni con cola. Igual que no se notaba que era bueno el encierro de Torrestrella estos sábados de Feria pasados. Aparte de Finito, los otros dos hicieron lo que saben, ellos no tienen la culpa. La empresa sí, porque es la que se empeña en montar este cartel para el sábado, de los llamados días de los catetos en la Feria. Los abonados de la plaza, cada vez menos, no vienen este día y los tendidos los ocupan un público festivo y bullanguero que acompaña a los mediáticos. De ahí al desastre, un paso. Sólo podía controlarlo el presidente y no lo hizo, por lo que creo debe ser cesado cuanto antes. No debió dar la oreja en el 2° a Padilla ni la segunda -que es exclusivamente suya- al jerezano en el quinto. Ni tampoco la oreja al Fandi en el sexto por una faena sin brillo y un bajonazo de época. Así propició una salida por la Puerta del Príncipe que no está para premiar desgracias ni esfuerzos personales, que nadie niega, sino para engrandecer al arte de la tauromaquia. Y dar algún pase sin la más mínima estética no es arte, es hacer pasar al toro. En fin, que lío y polémica habemus para rato. Porque estoy seguro de que, a pesar de su salida triunfal, Padilla no va a ganar ningún premio de la Feria. Toda una paradoja.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: Un Ciclón pasó por Sevilla. Padilla ha dado una tarde de entrega total de principio a fin. Juan José consiguió las llaves de la Puerta del Príncipe, que se ha abierto por primera vez en la Feria. El Ciclón de Jerez cautivó a un público alegre que resistió al mal tiempo de Sevilla. Muy emocionante fue el recibimiento de Padilla al segundo de la tarde. El toro salió despacio y se paró frente a Juan José que lo esperaba a portagayola. El peligro se sintió en los tendidos. Impostor pasó muy cerca de Padilla, que le dio una segunda larga cambiada y un ramillete de bellas verónicas. Vibrante fue el tercio de banderillas. Padilla estuvo muy firme con un animal mansito al que terminó cortándole la oreja. En el quinto volvió a irse a la puerta de chiqueros y en banderillas causó furor. Fue a por todas, comenzando la faena de rodillas. Padilla estuvo por encima de su oponente. Por el pitón derecho, vinieron los mejores momentos de su labor. La estocada final puso en pie a un público cautivado con Padilla, que la pidió las dos orejas con mucha fuerza. Al final Padilla cumplió su sueño entre lágrimas. El Fandi cortó otro trofeo del sexto, eclipsado un poco por la fea estocada que le propinó al de Fuente Ymbro. El granadino extrajo algunos naturales larguísimos de un toro noble y con movilidad. En el tercero, el Fandi protagonizó un espectacular tercio de banderillas poniendo al público, pero con la muleta no le dio ninguna opción. Finito de Córdoba se topó con un lote imposible. Lo único destacable de su actuación fue una serie de derechazos con mucho gusto al complicado animal que abrió plaza.

Lo peor: Al mal tiempo, buena cara. Hoy habrá muchos que cuestionen la salida a hombros de Padilla. Ningún torero puede compararse con otro. Cada uno tiene su estilo propio, pero todos se juegan la vida de igual modo. Padilla consiguió una dulce recompensa por su lucha y sufrimiento.

El Mundo

Por Carlos Crivell. El pueblo saca a Padilla por la Puerta del Príncipe

El sábado de feria acude el pueblo a divertirse, algo que no debe ser la norma en una corrida de toros, sino que debe el público emocionarse. Con sus ánimos a los toreros y su permanente admiración por cualquier cosa que ocurriera en el ruedo, los espadas se sintieron apoyados con el fervor del tendido. Es el día más raro de la feria, se busca un aficionado por la plaza y se encuentra como especies raras desperdigadas por los tendidos. El pueblo toma la plaza. La tomó con ansias, a pesar de la amenaza de lluvia, incluso con gran jolgorio cuando se anunció por megafonía que los espadas habían decidido comenzar el festejo.

Quien aprovechó este ambiente relajado y cariñoso fue Juan José Padilla, que puso su tauromaquia variada y de entrega al servicio de tan fieles admiradores. El de Jerez sintió el calor del pueblo durante toda la corrida, de forma que al final salió a hombros por la Puerta del Príncipe. Fue una salida empujado por la masa que lo quiere y lo respeta tras todo lo que este torero ha sufrido.

Padilla lo entregó todo. Se fue a portagayola en sus dos toros, lanceó a la verónica, llevó a los toros en vistosos galleos al caballo, puso banderillas, mejor en el quinto que en el segundo, toreó de rodillas o erguido, y mató a sus enemigos de sendas estocadas.

El quinto, llamado Seductor, fue extraordinario desde que asomó a la plaza. De hechuras hermosas, estrecho de sienes, engatillado de cuerna, se movió con alegría en todos los tercios. Sus defectos fueron llevar la cara algo alta, dolerse en banderillas y mostrar un amago de rajada al final. Casi nada ante tanta movilidad y alegría. Embistió con prontitud a todos los cites. Padilla toreó mucho en su faena sobre la derecha, casi nada con la izquierda, pero la plaza y la música estaban completamente entregadas al jerezano, de forma que pidieron las orejas para sacarlo por la Puerta del Príncipe. Se sumaba así a la cortada en el segundo, toro más remiso y apagado, con el que anduvo valentón en una faena animosa. La plaza lo quiso sacar a hombros y lo hizo. Se puede discutir si era una Puerta justa. Lo quiso la masa. PUBLICIDAD

En la corrida de Ricardo Gallardo, además del muy bueno quinto, destacó el noble sexto, un toro de revolución en la muleta. El Fandi, que también se había puesto de rodillas en la puerta de toriles, colocó cuatro pares de banderillas y toreó a sus anchas en tandas de muletazos de trazo desigual. El de Fuente Ymbro hacía surcos por el albero. El Fandi lo toreó lo mejor que sabe. El molinete de rodillas final enfervorizó al tendido y así le llegó la oreja.

El resto de la corrida fue más floja. En general, blanda, apagada al final, algunos de ellos castigados con saña como el cuarto.

El Fandi se había encontrado en primer lugar con un toro reservón, muy frenado y con excesiva sosería en su comportamiento. El animal se agotó de inmediato. El Fandi simplemente lo mató.

El primer espada, Finito de Córdoba pasó sin ser visto. El que abrió plaza tenía las fuerzas justas, se rebrincó en la muleta, y el torero cordobés nacido en Sabadell le tiró líneas, algunas de trazo muy hermoso, pero que no llegaron a conformar una faena.

La imagen del cuarto fue ya otra cosa. El de Gallardo, muy castigado en varas, metió bien la cara por el lado derecho, alguno de los pases tuvieron sabor bueno, pero en un conjunto insuficiente y con esa imagen de ausencia que muestra este torero cuando no se encuentra a gusto. Su vuelta a Sevilla fue muy gris, casi negra como su terno.

El País

Por Antonio Lorca. Padilla, un torbellino por la Puerta del Príncipe

La corrida comenzó con 25 minutos de retraso a causa de los trabajos de acondicionamiento del ruedo, que quedó impracticable tras la intensa lluvia que cayó en Sevilla desde hora y media antes de que comenzara el festejo. Solo los plásticos que cubrían el albero permitieron que a las siete menos cinco sonaran los clarines. Gracias a los plásticos impermeables y a los más de veinte esforzados operarios que se dejan la vida —las fuerzas y el sudor, desde luego— para retirar una pesadísima carga, y que entre unos y otra componen una imagen que recuerda a la construcción de las pirámides egipcias. Estas cosas solo pasan en la fiesta de los toros. Se trata, no obstante, de un espectáculo sorprendente, entretenido y poco edificante.

Dejó de llover antes de que se iniciara el paseíllo, y, momentos antes, el público había saltado de alegría cuando por medio de una ininteligible megafonía se le anunció que la corrida se celebraría por decisión unánime de los espadas. Venía dispuesto a divertirse de la mano de dos ídolos populares, Padilla y El Fandi, que gozan del favor incondicional de unos aficionados conformistas y muy exigentes con el presidente a la hora de conceder trofeos.

A excepción de los dos últimos, decepcionó la corrida de Fuente Ymbro, bonita de cara, pero ayuna de cualidades; blanda de remos, mansa y descastada. Así, el lote de Finito de Córdoba no le permitido desarrollar esa tauromaquia tan suya y escasa, que exige un noble animal, obediente y bondadoso. Amuermados ambos, el cordobés solo pudo esbozar una verónica honda al recibir a su primero, una tanda de redondos suaves en ese toro, y una porfía sin premio en el otro, que llegó a la muleta cansado de vivir.

Pero estaba Juan José Padilla, un torbellino animoso y decidido, permanentemente alentado por un público que lo reconoce como un héroe cargado de méritos. Recibió a su primero de rodillas en los medios con dos largas cambiadas, pasó el quinario en banderillas ante un animal remiso a la obediencia y al que clavó solo en la suerte del violín, lo cual no fue impedimento para que las ovaciones fueran atronadoras. Muleta en mano, comenzó de rodillas por alto hasta que el toro lo desarmó. Consiguió, eso sí, una buena tanda de redondos, asentadas las zapatillas, pero el animal no pudo aguantar más y acortó el viaje para siempre. Una estocada le valió para pasear una oreja de poco peso pero muy trabajada.

Tomó de nuevo el percal cuando se anunció la salida del quinto y volvió a arrodillarse en los medios. Así esperó a su oponente con otra larga cambiada, suerte que repitió momentos después en el tercio, y le añadió unas verónicas apasionadas y trazadas con gusto. Brilló el toro en banderillas con prontitud y alegría, y Padilla estuvo a su altura, sobre todo en el segundo par, de poder a poder.

Llegó muy vivo el animal a la muleta, hincó de nuevo las rodillas el torero, acudió de largo el toro, con muchos pies y lo puso en un verdadero apuro; pero aguantó Padilla con encomiable valentía y salió con bien del difícil encuentro. Encastado el manso, repitió con la cara a media altura, y le permitió lucirse con la mano derecha en un par de tandas muy meritorias. Mató de una buena estocada y el fervor popular y la generosa decisión presidencial le abrieron la Puerta del Príncipe. Se le puede cuestionar su toreo, pero no su entrega.

El Fandi sigue siendo un dechado de facultades en banderillas. En sus dos toros clavó los pares con picardía, pues en ninguno de ellos se asomó al balcón, y siempre levantó los brazos cuando ya había pasado el toro, pero a sus muchos incondicionales les da igual. En su primero, que galopó con brío, lo aguantó con facilidad y así lo paró entre el entusiasmo general. En ese toro pasó desapercibido con capote y muleta, pues ni el animal ofreció facilidades ni él posee el garbo necesario. En el sexto, manso y encastado como el quinto, hizo un gran esfuerzo y toreó con más hondura. Una tanda de largos y hondos naturales fue muy meritoria.

ABC

Por Andrés Amorós. Juan José Padilla, primera Puerta del Príncipe de la Feria de Abril

Con el indulto del gran “Cobradiezmos” y la faena de Morante (el toro era flojo pero no cabe torear más lento), la gente no para de hablar de toros. Si hay polémicas, ¡mejor! Lo malo es la indiferencia. La Feria ha remontado claramente. A pesar de los chaparrones intermitentes, acudimos, cada tarde, con la ilusión renovada de que sigan sucediendo cosas importantes. ¡Vaya si ha habido algo importante esta tarde! Juan José Padilla ha conseguido abrir la Puerta del Príncipe, después de cortar tres orejas: algo que muchos discutirán pero que el público ha exigido con clamor. También ha logrado un trofeo El Fandi.

El primero queda corto y rebrincado, sale de varas claudicando. Después de varios tanteos, Finito logra algunos derechazos de mano baja, con clase. Por la izquierda, el toro va peor. Todo lo ha hecho el diestro con conocimiento y torería. ¿Qué ha faltado? Apretar el acelerador. Mata a la segunda de un sartenazo. En el cuarto, ídem de ídem. El toro se viene abajo y el torero, aunque han venido partidarios suyos, tampoco remonta. A mitad de faena, se confía más y dibuja algún muletazo bueno pero la dicha dura poco. Han sido detalles de clase, no suficientes.

El Fandi volvió a ser el líder, por números, de la pasada temporada: toreó 69 corridas y cortó 159 orejas. Es indiscutible su espectacularidad, con los palos, y su oficio; lástima que no depure sus muleteos. En el tercero, que sale suelto, lidia eficazmente con el capote. El tercio de banderillas, muy aplaudido, resulta espectacular peo clava desigual. En la muleta, el toro pega arreones y todo se queda en una porfía voluntariosa. En el último, cumplido ya el éxito de Padilla, El Fandi pone toda la carne en el asador, desde la larga a porta gayola. En banderillas, hace alardes gimnásticos pero vuelve a clavar en escalera. Inicia la faena de rodillas, en tablas. El toro no para de embestir: muletazos rápidos por los lados. Se templa en algunos naturales. Una faena voluntariosa y desigual, que el púbico, jubiloso, premia con una oreja, después de una estocada baja.

Desde su gravísimo percance, Juan José Padilla es un auténtico héroe popular. Los públicos valoran sus cualidades humanas, además de las estrictamente taurinas. De las últimas, subrayo que posee abundantes recursos, por haber matado muchas corridas duras. Esta tarde, ha cumplido su sueño, siendo fiel a sí mismo, y ha conectado absolutamente con su público. (No olvidemos que este público del sábado de Feria siempre tiene su peculiaridad: es más populista, en sus gustos, que el de los otros días).

Rcibe al segundo a porta gayola, con una angustiosa espera. (También lo hará en el quinto).El toro sale muy suelto, no quiere caballo, la lidia se hace premiosa. Se arriesga el diestro al banderillear un toro que espera, no lo pone fácil. Ha de recurrir a colocar los palos de dentro a fuera y al violín: así, convierte en éxito lo que era dificultad. Aunque la res tardea, muletea de rodillas; con mucho oficio, logra sacarle derechazos y mata a la primera, con su peculiar estilo: oreja. Todo ha sido voluntad y utilización de recursos.

El quinto es un “Seductor” que hace justicia a su nombre. (“Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido”, decía Antonio Machado). Lo recibe con verónicas ovacionadas. El toro hace floja pelea en varas pero galopa en banderillas y el diestro se luce, tragando mucho: ha sido mejor el aguante que la colocación. Lo llama de rodillas, el toro viene como un tren, aguanta y se produce un clamor. Adelanta la muleta, conduce bien las embestidas, nobles pero a media altura. Como la noria enloquece, la repite, invertida. Sabe tocar las teclas adecuadas para el toro y para su público. Sale perseguido de la estocada, la muerte es espectacular y el púbico exige las dos orejas. (El triunfalismo lleva también a algunos a pedir la vuelta para el toro).

El éxito de esta tarde es el premio a toda una etapa de superación y esfuerzo. Felicidades, torero. Pero no cabe obviar que el criterio de esta Plaza, en otras ocasiones, ha sido más exigente.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Cuando una casa tiene dos puertas…

Casa con dos puertas mala es de guardar. Lo dice el inagotable refranero español. En la moderna protocolización de los premios taurinos se dio por bueno el cómputo necesario de tres trofeos para franquear la Puerta del Príncipe. Es una historia reciente en la que ya entraremos algún día pero el caso es que la absurda aritmética propicia que acontecimientos únicos y singulares -ahí están los más recientes y resonantes triunfos de Manuel Escribano y Morante de la Puebla- se queden en paseos por la gatera. En cambio, el espectáculo de ayer se vio saludado por una insólita salida a hombros por la puerta más famosa del toreo. Y la cosa traerá cola; mucha.

A la gente le va la marcha. Quedó claro desde antes de que se abriera el portón de cuadrillas. Pasaban de las seis y media cuando la megafonía tronó con tono solemne -el speaker parecía un hermano mayor ordenando la salida de la cruz de guía- que el festejo iba para delante. Había llovido mucho, muchísimo y la temprana retirada de la lona había dejado el ruedo lleno de charcos. Algunos banderilleros salieron, pisaron, otearon lo que venía de Huelva y aquello se inició casi a las siete de la tarde. Para entonces ya se mascaba ese particular ambiente que rodea estas galas de sábado, tan rentables para la empresa y tan alejadas del gusto del aficionado. Pero es que el desplome del abono ha desdibujado el mapa humano de la plaza y la llegada de la inevitable sabatina de presuntos mediáticos termina de fulminar cualquier rastro del carácter del coso.

Valga este largo introito para situar lo que vino después: Padilla cortó tres orejas a favor de parroquia que quiso premiar sendas actuaciones presididas por la entrega pero lejos, muy lejos de la alcurnia del escenario. Sevilla no parecía Sevilla. Se aplaudió lo bueno, lo correcto, lo regular y hasta lo pésimo. El personal tronaba en los tendidos, contagiado del irrefrenable entusiasmo del diestro jerezano, que se fue a portagayola en sus dos toros y, seguramente, dio lo mejor de sí mismo para agradar. No dejaron de corearle, animarle, piropearle. Tampoco importaron las dificultades que afrontó para banderillear al complejo animal que saltó en segundo lugar. Reservón, tardón, siempre a la espera, acabó medio rompiendo en la muleta, especialmente por el lado derecho, lo que aprovechó Padilla para montar su propia fiesta, matarlo con prontitud y cortar la primera oreja.

Pero el quinto iba a tener más alegría en el galope; una atractiva movilidad no exenta de algunos defectos que el veterano Ciclón de Jerez aprovechó desde las verónicas iniciales -seguramente lo más clásico de toda su labor- los tres pares trepidantes y la inenarrable faena que fue seguida por la parroquia en medio de un auténtico delirio que hacía frotarse los ojos a los escasos aficionados que se entreveraban en los tendidos que -todo hay que decirlo- estaban a rebosar a pesar del tiempo inclemente. A esas alturas ya se mascaba lo que estaba por llegar. Si el toro moría rápido se iban a pedir las dos orejas que el presidente Fernández-Figueroa concedió con pasmosa celeridad. La Puerta del Príncipe, la misma que se negó a otros por imperio de la aritmética, había quedado abierta.

Pero hubo más trofeos. La oreja de un buen sexto, seguramente el mejor del desigual encierro de Ricardo Gallardo que obtuvo El Fandi. La faena, animosa, no logró apurar por completo la calidad de ese ejemplar que sí tuvo un pero: se quiso rajar al final. Pero David había enardecido al público -que ya venía calentito de las dos orejas anteriores- en el fabuloso segundo tercio, el recibo capotero y en su capacidad para llenar toda la lidia.

Había manejado menos opciones con el tercero de una tarde que acabó en noche cerrada. Aunque lo banderilleó con el esplendor habitual, el animal llegó a la muleta tirando puñetazos por el pitón derecho -ahora le llaman soltar la cara- y vendiendo pocas embestidas por el izquierdo. El horrendo espadazo final terminó de enfriar los entusiasmos.

Dejamos para el final la decepcionante impresión que dio Finito de Córdoba. Masacró a sus dos toros en varas y se refugió en la compostura dedicándose a tirar líneas sin decidirse a echar ninguna moneda. Es verdad que tampoco tuvo colaboradores a modo pero la actitud en Sevilla debe ser otra.

16_abril_16_sevilla.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:09 (editor externo)