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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Feria Extraordinaria de San Miguel

Martes, 21 de septiembre de 2021

Corrida de novillos

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Novillos de El Parralejo (bien presentados, nobles, con juego, aplaudidos en el arrastre). Lucieron divisa negra en señal de luto por la muerte del ganadero, José Moya Sanabria.

Diestros:

Manuel Vázquez Rodríguez (Manolo Vázquez): Pinchazo, media estocada atravesada, aviso (saludos desde el tercio); cuatro pinchazos, estocada caída, aviso (saludos desde el tercio).

González Écija: Dos pinchazos, aviso, estocada contraria, descabello (saludos); pinchazo, meteysaca, estocada (ovación).

Manuel Perera: Media estocada (oreja); estocada (oreja).

Banderilleros que saludaron: Felipe Proenza y Felipe Peña en el 1º; Álvaro Núñez y Antonio Vázquez en el 3º; Javier Perea en el 6º.

Presidente: Joaquín José Herrera.

Tiempo: soleado, caluroso al principio. Ventoso.

Entrada: Media entrada sobre un aforo del 60 por ciento.

Imágenes

Video resumen AQUí Fotografías: Arjona/Toromedia.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Un encierro en el recuerdo

Nadie de los que conocieron a Pepe Moya puede sustraerse al hecho de pensar en él, desaparecido hace tan poco, cuando cada novillo salió por la puerta de toriles. Y menos del cierraplaza, que se llamaba “Bético”. Pues para su recuerdo donde esté, fue una buena novillada. Y diversa, unos empujando en el caballo como el que más, otros con embestida suave y otros con genio. Pero sirvieron casi todos aunque no hubo más premios por el mal uso de los aceros. En especial por Manolo Vázquez, que en el cuarto dejó un par de tandas de naturales de mano baja que también hicieron recordar a su abuelo. Sigue teniendo el problema de la espada pero eso se aprende. González Écija está cuajado como novillero y pide ya dar el salto pero también se dejó el trofeo en los aceros. Y después, el triunfador, el extremeño Manuel Perera, que ha cambiado su estilo, “apadillado” según algunos, pero que le sirve para torear más que nadie y cortar más trofeos que los demás. Tal vez, cuando le sobre esa pizca de tremendismo insuflado por el diestro jerezano, será el torero que quiere ser.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. Manuel Perera brilla en la Maestranza con toreo de mando ante un buen lote de El Parralejo. Perera demostró estar capacitado y cargado de valor ante los dos bravos novillos que le tocó lidiar en suerte. En ambas actuaciones plasmó actitud, temple y mando en su toreo, superando notablemente la prueba de pasar por Sevilla puntuando con nota y, lo más importante, gustando y convenciendo al aficionado. Cortó una oreja de peso a cada novillo.

Lo peor. Los sevillanos, Manolo Vázquez y Jaime González Écija, se fueron de vacío tras lidiar una extraordinaria y exigente novillada de El Parralejo. Fue una prueba complicada en la que se vieron detalles de toreo de buen gusto y también de desaciertos con la espada.

Crónicas de la prensa

Por Andrés Amorós. ABC. San Miguel: triunfa Perera, ilusiona Manolo Vázquez

Aplaudo sin reservas que esta Feria incluya dos novilladas: esta tarde, la atención se centra en el debut de Manolo Vázquez. Los novillos del Parralejo dan muy buen juego. Manuel Perera corta dos trofeos; los pierden por la espada González-Écija y Manolo Vázquez.

Jaime González-Écija ganó el Certamen de Nuevos Valores (2019) y el Circuito de novilladas de Andalucía (2020). Aguanta con decisión las bruscas embestidas del segundo, sufre al final una voltereta, prolonga la faena, mata a la tercera y saluda. El quinto da una vuelta de campana y derriba. Brinda a la afición de Écija, su pueblo. Sin probaturas, liga varias series de trazo largo por los dos lados, muy aplaudidas, pero mata a la segunda.

El pasado 17 de mayo, en Vistalegre, el extremeño Manuel Perera sufrió una terrible cornada, al entrar a matar: el novillo le sacó el paquete intestinal. Lo vi esa tarde con un valor temerario, superior a su oficio. Un año antes, había sufrido un grave accidente de tráfico. Ahora es líder del escalafón. Lo apodera Juan José Padilla. Recibe con verónicas de rodillas y también comienza así los muletazos con el tercero, que flaquea. Logra buenos naturales, se queda muy quieto y sufre una voltereta. Suena la música cuando va a coger la espada. Media arriba: oreja. Acude a portagayola en el último, que sale suelto, traga mucho en los lances. Saluda Javier Perea. Brinda a Paco Ojeda. LLama de lejos, de rodillas, y sufre un golpe terrible. Sin amilanarse, muletea con clasicismo; el encimismo final gusta menos, alarga en exceso. Se vuelca con la espada: oreja. Una tarde de entrega total: ha demostrado que quiere ser torero.

Aunque sólo tiene 21 años, abre cartel Manolo Vázquez porque debutó antes con caballos pero ha toreado muy poco. Su nombre ilusiona pero también pesa: es el último representante de una gloriosa dinastía, que ha dado ya - caso muy raro - dos hermanos de primerísima fila: Pepe Luis, su tío abuelo, y Manolo, su abuelo. He releído el precioso artículo de Antonio Burgos sobre el debut, en una novillada nocturna , de «un niño rubio de San Bernardo, que iba a resucitar Sevilla». Se llamaba Pepe Luis Vázquez. Yo recuerdo, en Las Ventas, a un novillero muy serio y delgado, que emocionó a todos con sus cites de frente, dando el pecho. Se llamaba Manolo Vázquez.

Este nuevo torero viste de purísima y oro -un vestido regalado por Joaquín Moeckel-, igual que su abuelo, la tarde de su gloriosa despedida. En el primero, noble, saluda Felipe Proenza. Brinda al cielo. Molesto por el viento, muletea con naturalidad y gusto, en series cortas , de inequívoco sabor sevillano: pinceladas, apuntes, detalles… No mata bien. Mientras lo apuntillan, suena un absurdo aviso. Saluda una cariñosa ovación. En el cuarto, replica a González-Écija con lances muy sevillanos. Luce su torería en templados muletazos, que culminan en una serie al natural, de mucho eco, pero falla con la espada y vuelve a sonar el absurdo aviso, dedicado al puntillero.

Mi impresión es que, más que el estilo de su abuelo Manolo, le han influìdo los consejos de su tío, Pepe Luis hijo. Busca un toreo artístico, de garbo y sentimiento. Está muy al comienzo. No se sabe dónde puede llegar. Ha de torear, coger oficio y apretar más. Tiempo al tiempo. Pero un nuevo Manolo Vázquez ilusiona ya a Sevilla.

Posdata. En una de las últimas charlas que tuve con Manolo Vázquez, cuando preparábamos el libro ‘El toreo de frente’, me contó lo que siempre puso, en su documento de identidad: «Profesión: torero. Yo siempre me he sentido torero. Nunca me he arrepentido de haber elegido esa profesión. Lo que quisiera es nacer mil millones de veces para repetirlo y, a ser posible, mejorarlo. Esto, para mí, es lo más bonito que existe en el mundo». Así llegó a gran figura mi inolvidable amigo.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Un gran encierro de El Parralejo

Vaya por delante el dato. La novillada de El Parralejo brindó un encierro de precisa presentación para Sevilla y apto para soñar el toreo; para cortarle seis o siete orejas y salir lanzado de la plaza de la Maestranza. José Moya Sanabria, uno de los hombres fundamentales para entender la historia reciente de la sociedad y la economía sevillana, puso uno de sus últimos empeños vitales en formar esta vacada que ahora pasta en los predios serranos de Monte San Miguel, el viejo solar del marqués de Aracena que reinventó Aníbal González con moldes regionalistas. Pepe Moya ya no está pero sus toros –encastados en la mejor sangre Domecq y cuidados por Rafael Molina Candau- quisieron hacerle un justo homenaje en la plaza de Sevilla. Qué sitio mejor…

A partir de ahí hay que completar el relato señalando nítidamente al único triunfador del festejo. Fue el novillero pacense Manuel Perera, flamante ganador del Circuito del Norte y finalista del mismo certamen en su edición andaluza. Perera buscó ese triunfo, se entregó sinceramente para lograr su meta y el premio y –con sus defectos y sus virtudes- logró aprovechar la oportunidad con el lote menos bueno de la excelente novillada de la familia Moya Yoldi. Lo hizo mostrándose sinceramente firme con un tercero de mejor principio que final. El bicho acabó embistiendo a medio viaje en una faena tesonera en la que volvió a sobrar el errático criterio de la dirección de la banda de Tejera a la que le faltó humildad y le sobró chulería. Ya van tres en tres corridas.

Pero Perera también lo consiguió apurando a un sexto –seguramente el más espeso del notable envío- que estuvo a punto de mandarle al hule cuando trataba de comenzar su faena toreando de rodillas. Antes lo había recibido con una accidentada larga cambiada que no fue a porta gayola por culpa de la distracción del utrero, que salió cruzado y a su aire ¿Qué le podemos contar? Que se mostró firme, entregado, sin fisuras, siempre cruzado y sabiendo que no podía desaprovechar la ocasión. El novillo acabó desinflándose y haciendo hilito pero Perera, a pesar del bajón argumental de su labor, ya había congeniado con el público que volvió a sacar los pañuelos. Ya le había cortado una oreja al tercero. Con la del sexto fueron dos. Usó sus mejores armas. Y le salió bien.

Pues hubo cuatro novillos más. Primero y cuarto conformaron un lote de excelencias, de triunfo gordo. Pero es que el quinto fue un ejemplar de auténtica revolución, de esos que te ponen en bandeja acabar con el cuadro. ¿Y el cuarto? También sirvió a pesar de su bronquedad. Pedía otra pelea. También rentable. Ese primer lote correspondió a Manolo Vázquez, que se presentaba vestido de luces en la plaza de la Maestranza –un precioso terno aguamarina- arrastrando todo el peso de su sangre. Manolito, que hizo el paseo con un antiquísimo capote familiar, se sabía mirado por el senado sevillano y arrastraba todo el peso de su sangre. Al último eslabón del clan de San Bernardo aún le queda un largo camino que recorrer. Seguramente le ha pillado este debut lejos de la preparación deseada. Pero hay trenes que conviene coger cuanto antes. Ya lo hemos dicho: tuvo delante dos novillos de magnífica condición, especialmente ese cuarto, con los que mostró fogonazos de personalidad sin llegar a acoplarse nunca. El mejor momento de su labor, muy jaleado por el público, llegó sobre la mano izquierda cuando muleteaba a su segundo enemigo. Había muchos deseos pero faltó confianza. Todo el mundo está deseando que suceda.

Dejamos para el final el esfuerzo de Jaime González-Écija, ganador del breve circuito andaluz de novilladas que se celebró en 2020. El ecijano también había sido, involuntariamente, el encargado de despachar la última res brava lidiada en la plaza de la Maestranza antes de que el covid mandara todo al garete. Tuvo delante un segundo bronco y con movilidad que no era apto para florituras pero sí demandaba una pelea en su terreno, con sus reglas, que Jaime no siempre supo afrontar. Tampoco llegaría a encontrar el acople, más allá de algunas intermitencias, con el excelente quinto que formó un auténtico descalzaperros después de derribar con estrépito y aires decimónicos. La faena no pasó de entonada. El novillo se fue con las orejas colgando.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. La tarde, de Perera y El Parralejo

Manuel Perera y el hierro de El Parralejo fueron los grandes triunfadores en una novillada que comenzó con el hándicap de un fuerte ventarrón para continuar por caminos de gozo gracias a al tesón de dos novilleros y al gusto y el sabor del nieto de Manolo Vázquez. Dos orejas cortó el extremeño Manuel Perera, que es el líder del escalafón y que sabe del dolor de las cornadas.

También pudieron cortar oreja Manolo Vázquez en el cuarto y Jaime González-Écija en el quinto, pero el mal uso de los aceros fue el impedimento. Novillada en el corazón de esta atípica Feria de San Miguel con un cartel rematado, acorde con los de las corridas de toros. Dos novilleros que llegan arreando y un debutante al que corre por las venas la esencia de la tauromaquia según Sevilla, un nieto del inolvidable Manolo Vázquez y que llegaba a la Maestranza vestido como tantas veces vimos a su abuelo, de un celeste y oro que le hacía asemejarse a un seise.

Y en esta novillada tan entrañable, otra nota tan para el sentimiento como la del encierro elegido. Novillos de El Parralejo, esa ganadería conformada con sangre de Jandilla y de Fuente Ymbro que llevó con mimo el gran Pepe Moya Sanabria. Y ese pellizco sentimental viene, precisamente, por la ausencia del ganadero, fallecido en este año de pandemia y crujir de dientes. Y qué mejor homenaje a su memoria que Sevilla, su plaza, aplaudiera a los seis novillos en el arrastre. Fueron El Parralejo y Manuel Perera los grandes triunfadores de una tarde que empezó con un viento que se interpuso entre los deseos de Manolo Vázquez para cuajar a un novillo de bandera, el llamado Jalaperras.

En el cuarto, con el viento más calmado, ya pudo sacar algo de lo que debe atesorar su sangre, pero la espada le jugó en contra y se le esfumó el trofeo. Jaime González-Écija se mostró muy dispuesto durante toda la tarde y, muy valiente, le gana la pelea a Pelirrojo, un buen novillo con hechuras de torito como todos sus hermanos que pedía papeles.

El triunfo se le fue al ecijano con la espada para que en el quinto se repitiese la película. Un buen toro, un buen torero siempre dispuesto a tirar la moneda al aire, pero desmañado con el estoque. Una pena porque su toreo llega y en esta tarde de su debut llegó con facilidad. Claro que la tarde fue para Manuel Perera, que demostró por qué es el líder del escalafón de novilleros. A su primero lo paró con el capote rodilla en tierra y en el sexto se fue a portagayola para rematar un puñado de delantales que puso aquello calentito.

Le brindó a Paco Ojeda, tuvo una colada espeluznante, no se amilanó y si no le pierde su ardor juvenil le corta las dos orejas. Y es que hubo un momento con al plaza enardecida que atropelló la razón. No obstante remató la tarde con un estoconazo y otra oreja al esportón. Una tarde en que la figura de Pepe Moya sobrevoló por los cielos del Baratillo y en la que se produjo el tercer sainete de la banda de música, que cuando no se para inopinadamente arranca a tocar cuando el torero se va por la espada. Va a un sainete o dos por tarde, conque a ver si vuelve al balcón el titular y nos dejamos de novatadas.

Por Antonio Lorca. El País. La pinturería, el mando, el valor… y la indulgencia

El novillero que abrió plaza se apellida Vázquez y es nieto del recordado maestro Manolo Vázquez; con lo que le gustan a Sevilla los ilustres apellidos toreros, esa era razón suficiente para que fuera acogido con cariñosa benevolencia. Además, venía precedido el chaval de buena prensa, aunque bien es cierto que demostró gracia en algunos pasajes de su intervención.

Él fue el autor de la pinturería; el mando lo puso González-Ecija, con recursos impropios de su corta trayectoria; el valor, Perera, que llegó dispuesto a comerse el mundo y paseó dos orejas… Y la indulgencia la mostró a borbotones el público, generoso en exceso con los novilleros, prueba de que la afición está necesitada de triunfos para dejar atrás la mala racha de la pandemia.

Y no hay que olvidar a los novillos, muy nobles y sosones que, mal que bien, ofrecieron posibilidades para que los chavales triunfaran si no fallan tanto en la suerte suprema.

Perera es un torero arrollador, valiente y comprometido; no le sobra hondura ni le adornan ribetes artísticos, pero sus carencias las suple con un compromiso encomiable.

Brindó al respetable su primero, y se echó de rodillas para iniciar una tanda de meritorios redondos. Ese novillo tercero era descastado y sin celo, pero el torero se arrimó como un condenado y trazó naturales de buena factura que fueron la antesala del primer trofeo. Esperó al sexto de hinojos en los medios; de igual modo inició la faena de muleta y el poco tiempo que duró el animal lo aprovechó para demostrar que quiere ser torero. Alargó la faena con el novillo ya exhausto y, a pesar del aburrimiento final, cortó otra oreja.

Llamó la atención la madurez del joven González-Ecija, su serenidad, seguridad y dominio de la situación en ambos novillos. Molestado por rachas de viento en su primero, superó la prueba ante un animal arisco y de feo estilo, aunque se pasó de faena y mató mal. Confirmó en el otro que mantiene las ideas claras y maneja los engaños con soltura. También falló con la espada ante este novillo molesto.

Y la gracia pinturera la mostró Manolo Vázquez, quien se encontró primero con un novillete sin estampa de tal, tan bonancible como soso, ante el que dibujó algunos derechazos henchidos de naturalidad y bella factura. Más codicioso era el cuarto, y trazó un manojo de hondos naturales y otros detalles de familia pinturera.

Mató mal a los dos novillos; y después de que pinchara cuatro veces antes de cobrar una estocada en el cuarto, el público lo sacó a saludar. Generosidad, por un lado, y afecto al apellido ilustre, por otro.

Por Toromedia. Manuel Perera corta dos orejas y sale a hombros

El viento molestó a Manolo Vázquez en el recibo de capa al primero de la tarde. Dejó dos medidas con estilo. El novillo fue cuidado en el caballo y se lucieron los banderilleros Felipe Proenza y Felipe Peña. Manolo Vázquez brindó al público y toreó con naturalidad en la primera serie. Suplió con torería la falta de pujanza del novillo, que sí tenía nobleza. A partir de la tercera serie le molestaron mucho las rachas de viento, pero siguió dando muestras de su buen corte. Al natural dio unos cuantos buenos cuando el viento le dejó. Mató de pinchazo y media y fue ovacionado.

Al cuarto le dio lances estimables cuando logró que el novillo se fijara en el capote. La faena comenzó con dos series con la derecha que tuvieron muletazos de buen estilo. También al natural le cogió el ritmo cuajando una gran tanda abrochada con una tricherilla que llevó el clamor al tendido. Sonó la música y dio una serie con la derecha antes de volver a torear al natural con empaque. Lástima que pinchara porque había hecho méritos para triunfar. Fue ovacionado.

Jaime González-Écija fue a más en el recibo de capa a su primero. También fue cuidado este astado en el caballo y Perera entró en escena en un quite. González-Écija se encontró en la muleta con un novillo que pedía que le hicieran todo por abajo. Empezó al natural, pero fue con la diestra con la que ligó y llegó más al tendido. Por ese pitón entendió bien la embestida de un novillo un tanto irregular, logrando los mejores momentos en una faena larga. Fue volteado sin consecuencias antes de entrar a matar. Mató de pinchazo, estocada y descabello.

El segundo de su lote sembró el desconcierto en los primeros tercios, derribando al caballo. Este novillo empezó repitiendo en la muleta de González-Écija, que lo aprovechó para ligar las primeras series. Sonó la música y siguió en buen tono por ese pitón derecho. Por el izquierdo el novillo se metía más y Jaime volvió a la derecha, por donde se sintió más seguro, para rematar una faena entonada que volvió a emborronar con la espada.

Manuel Perera recibió al tercero con lances con las dos rodillas en tierra y otros de pie mostrando soltura con el capote. El novillo denotó falta de fuerza en el caballo. Manolo Vázquez hizo un quite consistente en un delantal y media. Perera comenzó la faena toreando en redondo con las dos rodillas en tierra. En la segunda el novillo empezó a acusar su flojedad, Perera fue superior y gracias a su oficio sacó todo el partido a su oponente, tragándole hasta el punto que fue volteado sin consecuencias. El final de faena en terreno de cercanía tuvo mucha importancia. La música arrancó a destiempo y desvió la atención de la importante labor del extremeño. Aún así el público le premió con una oreja tras matar de media efectiva.

Manuel Perera se fue a portagayola en el sexto, al que saludó por delantales y remató con medias. La faena de muleta la comenzó con otra apuesta fuerte, esperando al novillo de rodillas en los medios. Fue volteado pero reaccionó con raza y volvió a hincarse de rodillas para dar una serie ligada a la que siguió otra buena ya de pie. En dos ocasiones el novillo clavó los pitones y volteó, acusándolo después. Perera apuró la más agotada embestida del Parralejo con oficio aunque alargó un poco su labor. Se fue detrás de la espada y cortó otra oreja. Fue sacado a hombros por la puerta de cuadrillas.

La Razón. Agencia EFE. La terna de debutantes desperdicia, aun con orejas, una novillada de lujo en Sevilla

Los seis utreros, finos de hechuras, sin gran ofensividad de cabezas y de muy agradable presencia, ofrecieron a los toreros una nobleza y una entrega constante, hasta el punto de ponerles en bandeja, a los tres, un sonado y rotundo triunfo que no llegaron a alcanzar por una larga lista de defectos, algunos lógicos y comprensibles en novilleros poco rodados, pero otros no tanto.

A Perera, que según la apariencia estadística fue el único de los tres que se salvó de la quema, le mantuvo a flote su buena actitud, sus ganas de estar ahí en todo momento ante un lote completo, con distintos matices, pero con el que, pese a todo, no llegó a centrarse ni terminó de cuajar como merecía.

Su primero, al que recibió de capa con las rodillas en tierra, tenía unas arrancadas suaves y rítmicas, siempre con el hocico a ras de arena y con unas fuerzas medidas que aconsejaban una mayor sutileza en el trazo de la que aplicó el joven extremeño, que solo llegó al tendido en los forzados alardes finales en la distancia corta.

Inexplicablemente, fue entonces, sin sentido alguno, cuando se arrancó a tocar la banda, forzando un triunfalismo preconcebido que derivó en el corte de esa primera oreja intrascendente, como la que volvería a cortar del sexto, gracias a la manga ancha de un presidente que también debutaba en el palco maestrante.

Este último fue un novillo que nunca dejó de galopar entregado a todos los encuentros, incluido el del picador, y con el que Perera se dio a una labor embarullada y falta de reposo, en la que la “actitud” que se pide a los novilleros no fue suficiente para tapar su falta de acople y de serenidad para llevar templadas y verdaderamente toreadas tan buenas embestidas.

La novillada tenía cierta expectación en los ambientes taurinos por ser la del debut de luces en la Maestranza de Manolo Vázquez, nieto del gran torero local del mismo nombre y representante de la quinta generación de esta saga de célebres profesionales. Y para celebrarlo, el destino le tenía preparado un lote inmejorable, dos novillos de una nobleza tan dulce y permisiva que se antojaban los más adecuados para quien quiere seguir la delicada filosofía familiar.

Pero Vázquez, ante dos auténticas “yemas de San Leandro”, acusó, más allá de su poco rodaje, una escasa convicción en sí mismo y sobre muy poco asentamiento y firmeza de plantas a la hora de los embroques para concretar en algo más consistente las que no pasaron de ser pinceladas sueltas de muy buen gusto y, en un esfuerzo supremo con el cuarto, una tanda de tres sabrosos naturales. Para más inri, también le falta intentar entrar a matar sin irse tan descaradamente de la suerte.

Por su parte, Jaime González-Ecija, también sevillano, se alargó en dos turnos de muy largo metraje en los que amontonó pases y más pases destemplados y enganchados, por no decir tironazos, que nunca remató por debajo de la pala del pitón, un segundo que repitó con cierto temperamento y un quinto que no quería levantar la cara del suelo y que lo puso todo en el encuentro.

21_septiembre_21_sevilla.txt · Última modificación: 2021/09/22 12:30 por paco