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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Feria Extraordinaria de San Miguel

Miércoles 22 de septiembre de 2021

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Santiago Domecq (correctamente presentados, con sesigual juego, sosos en general).

Diestros:

Diego Urdiales: Estocada (saludos desde el tercio); pinchazo, estocada (ovación).

Daniel Luque: Estocada de premio (saludos desde el tercio); media estocada, aviso (vuelta al ruedo tras fuerte petición).

Rafael Serna: Pinchazo, pinchazo hondo, descabello (saludos desde el tercio); estocada (ovación).

Banderilleros que saludaron: Juan Contreras y Alberto Zayas en el 2º; Juan Manuel Raya y Antonio Ronquillo en el 3º; José Chacón y Juan Contreras en el 5º.

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: media plaza con un aforo del 60 por ciento.

Imágenes

Video resumen AQUí Fotografías: Arjona/Toromedia.

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Decepcionan los de Santi Domecq

La corrida de hoy, mismo escaso público que vamos a ver en todas menos en los dos fines de semana que quedan, tenía mucho números para que saliera buena, pero no ha sido así. Y qué más hubiera querido el bueno de Santi Domecq que triunfar de nuevo en Sevilla. Trajo toros muy nobles y bien presentados, con hechuras, bonitos de lámina, pero algo pasados de kilos y escasos de fuerza. Aún así hubo un tercero de triunfo que no aprovechó Rafa Serna, por la lógica falta de experiencia y corridas, y un quinto que sirvió para que viéramos al Luque que arrasa en todas las plazas y es ídolo en Francia. Su labor tuvo mucho mérito y la media estaba en su sitio. Un presidente que parece no conocer lo que es Sevilla en cuanto a pañuelos y eso, se negó antirreglamentariamente a darle la oreja pues esa petición en Sevilla es mayoritaria. Urdiales pechó, tal vez, con el peor lote y lo mejor que hizo, salvo algún detallito suelto, fue traernos a Curro Romero a la plaza. Para que lo viéramos.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. El buen criterio del presidente no concediendo la oreja a Daniel Luque. El torero, que se encuentra en uno de sus mejores momentos, salvó la tarde gracias a su técnica y gran conocimiento. El de Gerena terminó haciéndose con su lote en terrenos de cercanías y sacando lo mejor de la tarde con toros flojos de Santiago Domecq que no terminaron de romper. Una vuelta al ruedo fue más que suficiente para una actuación larga y a la que le faltó un mejor acierto con la espada.

Lo peor. La corrida pesada en kilos de Santiago Domecq no funcionó en la Maestranza. Solo hubo un toro a destacar algo más colaborador y que tomó bien la muleta de Rafael Serna sin mucha transmisión. A Serna le faltó algo más de acople y pudo haber cortado algún trofeo, aunque cabe destacar que, a pesar de su poco bagaje como matador de toros, su seguridad ante una señora corrida de toros y en un escenario como la Maestranza fue suficiente.

Crónicas de la prensa

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. El tiempo de los toreros

El ambiente que rodea el cuerpo central de este atípico San Miguel merece su propio análisis. Tiempo habrá de entrar en profundidades pero es oportuno reseñar el ambiente glacial que impregna estos festejos sacados de fecha, ayunos de fiesta y rodeados de todas esas medidas de seguridad –distancia, mascarillas, ausencia de copas- que hacen de la asistencia a los tendidos un completo ejercicio de fría profilaxis. El indudable interés del cartel tampoco fue acicate para el gran público se retratara en la taquilla en una tarde laborable, de colegios comenzados, carteras exangües y una amplia lista de corridas aún por barajar en la que hay claras preferencias. Todo cuenta.

Habrá que darle vueltas al asunto en otro momento. Pero ahora toca diseccionar la línea argumental de una corrida difícil de contar en la que sobresalió –ya lo dicta la entradilla de este texto- el excelente estado de forma de Daniel Luque, que ha sabido coger las riendas de su vida y su carrera antes de que su juventud de la vuelta. Tuvo delante dos ejemplares de distinta condición con los que aplicó distintas herramientas. El segundo, que se dejó sin más, también llegó a la muleta con las pilas justas. Antes había desconcertado a los toreros y la propia parroquia por sus extrañas distracciones en el capote del matador de Gerena, que acabó resolviendo la situación con cuatro lapas muy espatarrado. Ese buen tono capotero se mantuvo en la lidia y en el ceñido quite por cordobinas que preludió el excelente puyazo de El Patilla.

Contreras, que saludó, se libró por los pelos de un serio percance. El toro llegó a la muleta muy aplomado y Luque le aplicó un temple milimétrico que hizo parecer al bicho mejor de lo que era. Se mostró perfecto en las distancias, firme en la colocación, resolutivo en todas las situaciones sin perder la compostura… La verdad es que anduvo sobrado, muy por encima de las condiciones de ese ejemplar de Santiago Domecq que se acabó parando. El estoconazo, sin puntilla, también era de premio. Pero Luque aún tenía más que decir con un quinto negro listón al que enjaretó lances precisos y preciosos entre puyazo y puyazo llenando la brega de contenido.

Chacón brilló con los palos pero no pudo evitar una tremenda costalada al tomar el olivo. ¿Qué iba a pasar en la muleta? Luque comenzó su labor a pies juntos, de más a menos en un trasteo que rompió definitivamente en una tanda diestra muy reunida que hizo arrancar la música. El diestro de Gerena supo tirar bien del toro por el lado izquierdo e imprimió a su labor una sincera intensidad –mezclada con su envidiable fondo técnico- que acabó prendiendo al público. Tiró la espada de ayuda y se aplicó a ‘sus’ luquecinas que no terminaron de salir fluidas. La media estocada, de la que tardó en doblar el toro, no debería haber sido inconveniente para cortar una oreja que habría sido justo premio global para una tarde solvente y trascedente. Deja el papel alto.

Había muchas ganas de ver a Diego Urdiales, que retornaba a Sevilla precedido de algunos trasteos memorables y, más lejana en el tiempo, aquella faena al toro de Juan Pedro Domecq en la Feria de Abril de 2019, la última celebrada hasta ahora. La verdad es que al riojano le faltó algo de garra y expresión con el primero de la tarde, un animal blando pero obediente al que pasó en una faena compuesta y pulcra en la que faltó fibra a ambos lados de la mesa. Una serie diestra subió de decibelios pero el asunto no pasó de detalles y buenos modales aunque fue finiquitado con un buen espadazo. El cuarto, un precioso ejemplar albahío, no le iba dar ninguna opción. Le enjaretó tres buenos lances y una media mejor todavía pero el bicho se dejó todos los bríos en un gran pero durísimo puyazo que le dejó para el arrastre. Con la muleta en la mano el matador de Arnedo sólo pudo comprobar que no tenía un pase después de soportar unos cuantos frenazos. Sólo cabía matarlo.

Serna se marchó esta vez de Sevilla sin esa oreja que le ha ido manteniendo en circulación desde que tomó la alternativa en este mismo ruedo. La cara de desesperación que presentaba cuando tomó la espada para despenar al sexto delataba esa íntima desazón. Se trataba de seguir navegando, de puntuar, de ganarse la próxima… Había estado cerca de conseguirlo con un tercero que provocó división de opiniones en los corrillos posteriores. Para algunos había sido un toro encastado; para otros, un animal un punto espeso con el que había que apostar siempre. La verdad es que Rafa supo cogerle el aire con buen trazo, mando y firmeza en las primeras series. El toro era pronto, tenía fondo de raza. Pero también reponía mucho complicando el engarce de los muletazos. Serna, en cualquier caso, consiguió que su labor calara en los tendidos sin perder nunca el ánimo y la sonrisa. Un pinchazo y media estocada escamotearon el premio. Tampoco iba a poder ser con el sexto. El diestro de la Costanilla estuvo por encima de él, muy de verdad pero tendría que haberse ido a por la espada cuando se echó en mitad de la faena. Volvió a la cara pero ya no había nada que hacer.

Por Antonio Lorca. El País. Daniel Luque, el conocimiento

Acertó el palco al no conceder la oreja a Daniel Luque en el quinto de la tarde. Tampoco hubiera extrañado lo contrario; cuán bajo habrá caído la exigencia en esta plaza, que obliga a saludar a todo aquel que clava un par de banderillas al margen de otras consideraciones, y, por supuesto se han paseado trofeos en esta feria con menos méritos que los contraídos por Luque.

Pero hizo bien el presidente porque la faena a ese toro fue tan interminable que enfrió los ánimos y cansó a la banda de música, que repitió hasta tres veces el pasadoble.

Luque es hijo de su época, y los toreros de hoy, ya se sabe, han perdido el sentido del tiempo con la muleta en las manos. Decía el maestro Vidal que una buena faena no debe durar más de cuatro minutos, lección a la que aún no ha llegado el escalafón actual.

Total, que la faena fue de vuelta al ruedo, y ese fue el merecido premio que recibió. Pero si bien Luque cometió errores, es de justicia reconocer que toda su actuación fue una magnífica disertación sobre conocimiento, técnica, seguridad y dominio del arte de torear.

Luque goza de un estado de espléndida madurez, y es una gozada verlo manejar los engaños con una suavidad, prestancia y elegancia que no es habitual en una plaza de toros.

Toreó muy bien a la verónica, en el recibo a su primero, al que enceló en los vuelos con un par de capotazos perfectos antes estirarse con hondura; al quinto lo dejó colocado en el caballo con el capote a una mano, y brilló en un quite a la verónica.

Y con la muleta ofrece una lección permanente de conocimiento de los terrenos y de la colocación, de modo que el toreo surge de manera espontánea y con extrema y aparente facilidad.

Su primero era un muermo y el tercio final alcanzó tintes de funeral. Optó entonces por las cercanías hasta la gran estocada final de efecto fulminante.

Mejor ante el quinto, que brindó al público, y trazó un par de tandas con la mano derecha verdaderamente excelsas, asentadas las zapatillas y un buen sentido del tiempo y el espacio. Pero a partir de ahí se encontraría a gusto y se enredó en circulares, otra tanda de naturales con la figura retorcida, luquesinas, y un empeño inexplicable es esperar una eternidad a que el toro doblara con media estocada.

Total, que el mejor catedrático echa un borrón; el señor Luque se equivocó y el presidente se lo hizo saber con el pañuelo en el bolsillo.

Si a Luque se le nota que está muy toreado, el caso de Rafael Serna es justamente lo contrario. Torea poco, y las casualidades no suelen existir.

No será fácil que Serna encuentre una ocasión más propicia que la que le presentó el tercero, el único toro potable de la tarde. Estaba la plaza deseando cantarle los olés al sevillano, y lo hizo con justicia ante la segunda tanda de templados y largos redondos, bien ligados con el de pecho que dibujó con profundidad. Pero, lo que son las cosas, la inspiración pareció desvanecerse en un segundo. Tomó la zurda, el toro mostró su lado más soso, después dobló las manos, y la ilusión se esfumó. Y el toreo alegre y hondo de Serna se convirtió en algo mecánico y sin gracia. Nada pudo hacer ante el inválido sexto más que aburrir por su empeñó en buscar donde no había.

Y por allí pasó Diego Urdiales, sin hacer ruido, como escondido para que no se le viera. No tuvo toros, es verdad, y muy decepcionante fue toda la corrida de Santiago Domecq por su sosería, y falta de fuerza y de casta, pero al torero riojano se le vio cómodo en su zona de confort, y de ella no salió en toda la tarde. Una actitud más positiva hubiera estado bien…

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Luque volvió para quedarse

Llegaba en este magnífico ciclo la tarde del retorno de la ganadería de Santiago Domecq, premiada con el mejor toro de la última Feria de Abril que disfrutamos, pero que en la tarde de ayer no logró revalidar el cartel que dejó Aperador, toro al que desorejó Miguel Ángel Perera. La corrida, en la que hubo un solo toro negro, el quinto no respondió, mayormente por lo atacada de kilos que venía. Todos cinqueños y con dos, tercero y cuarto, rondando los seis años fueron un hándicap y sólo la firmeza por el momento que atraviesa de Luque pudo con aquello.

Abría la tarde Diego Urdiales, que hasta hizo el milagro de que Curro Romero, su primer partidario y gran valedor, volviese a tomar asiento en la Maestranza. El riojano, que es un torero muy esperado en Sevilla, pero que no suele tener suerte con sus lotes, intentó todo y apenas consiguió algo. Su primero se rompió la vaina de un pitón no más salir y se salió con él a base de torería y de un buen gusto que están en el ADN de este torero. A media altura para no quedarse sin toro antes de empezar, Diego lo sobó con mimo, pero todo lo ponía él ante la falta de transmisión del animal. Le entró a matar a ley y fue ovacionado. En segundo lugar le salió un toro mastodóntico y aunque Urdiales le hace las cosas como Dios manda, de un pozo seco es complicado sacar agua. Un pinchazo precedió a la estocada y se hizo el silencio.

Daniel Luque está realizando una campaña sensacional. Le sirven muchos toros y está demostrando que su vuelta a los áticos del escalafón la ha hecho para quedarse. Formidable con el capote, le puede mucho a los toros antes de picarlos y en la muleta se muestra con una encomiable firmeza. Da igual que el toro se pare, que él se pone a dos dedos de los pitones para, uno a uno, sacar muletazos de forma casi milagrosa. Si el toro no pone emoción, él la aporta, si el toro aprieta siempre lo coge dispuesto y sin dar opción a ser sorprendido. Una estocada despenaba a Sementero, Sevilla lo ovacionó y él saludó desde el tercio.

En el quinto, el único toro negro de una tarde llena de toros coloraos, melocotón o flor de gamón, Daniel Luque tiró la moneda y eso de que si uno no quiere dos no pelean no va con él. Si ya con el capote había lucido a la verónica, en la muleta clavó las zapatillas en el albero y ahí se las den todas. Ha vuelto para quedarse y, si Dios quiere, va a quedarse todo el tiempo que quiera. Todo por abajo y en una loseta, Luque rozó un triunfo grande. Pero el toro no colaboraba y las embestidas eran como con sacacorchos. Aun así, los pases se sucedían, tiraba el estoque y ora por aquí ora por allá cuajó una faena de arrimón y temple, de cercanías y ligazón. Lo mató de media lagartijera, pero el toro se amorcilló, sonó un aviso, y eso enfrió los ánimos, por lo que la oreja se quedó en vuelta al ruedo muy calurosa.

Cerraba la tarde Rafael Serna, que tiene su predicamento en Sevilla y que tenía esta bala en su recámara. Le tocó un buen toro, precisamente cuando más molestó el viento, pero le sacó pases a un toro encastado, el más encastado de cuantos envió Santiago Domecq. Serna empató con el animal y le hubiera cortado la oreja de haber funcionado la espada. Curiosamente en el mastodonte que cerró plaza y con el que estuvo por encima lo mató extraordinariamente bien. Una lástima que no hubiera matado a Gracioso como mató a Imaginario. Se acabó la tarde y ha vuelto Daniel Luque que, como continúe así, será para quedarse.

Por Jesús Bayort. ABC. ¿Cuánto vale una tarde de toros?

Ser aficionado a los toros es una bendición de Dios. Una oportunidad que el Señor nos brinda a los desdichados para sentirnos seres intocables durante un día de corrida. Pulular por la calle Adriano como si fueras el Defensor del Pueblo Andaluz. Que la gente te pare para comentarte la corrida. O para saludarte cuando sólo os conocéis de haber cruzado miradas en el tendido.

Por esta sencilla razón, es impensable salir decepcionado de una corrida de toros. Fui con el anhelo de encontrarme con el toreo más puro y barroco de Diego Urdiales; con el convencimiento de atestiguar el momento dulce de Daniel Luque; y con la esperanza de catapultar a Rafael Serna. Pero no pudo ser. En cambio, pude aproximarme al único dios en vida que conozco: Curro Romero. Y me encontré con Emilio Muñoz y Espartaco. ¿Quién me dice ahora a mí que la tarde ha sido para descambiarla?

Y entrados en materia, la corrida tuvo historia que contar. No vi a Diego Urdiales dar una sola carrera. Lancea andando, aunque las embestidas se rebosen en sus tobillos. El de Arnedo es todo sutileza. Me acuerdo del tercio de varas de ‘El Patilla’ con el segundo toro. Y no dejo atrás las dos series tan compactas de Rafa Serna, que tuvo la mala suerte de encontrarse con un toro que mostró abiertamente su buena condición desde el minuto uno. Sí, eso es una adversidad, porque se crean expectativas que difícilmente después se llegan a alcanzar. ‘Gracioso’ embistió de dulce al capote del sevillano, y éste supo aprovecharlo. Pero en el último tercio sacó su fondo de casta y bravura, con un matador de mínimo bagaje. Más que digna fue su actuación. ¡Ay, si el perfecto volapié que ejecutó con el sexto hubiera caído en este toro!

Pero mención aparte merece la actuación de Daniel Luque. El de Gerena, que descendió a los infiernos taurinos para descubrir el sendero de la gloria, se ha reinventado. Traía el rostro afilado y la mirada aniñada. Vestía de blanco, como si de un niño inocente a punto de hacer la comunión se tratase. Y se fue cubierto en sangre, después de anclar las zapatillas con el venido a menos segundo y de arrebatarse con el bravo y nada fácil quinto. Las ansias de triunfo incluso le forzaron y aceleraron más de lo habitual, pero no cabe duda de que estamos ante un nuevo Daniel Luque. Con la ambición del que empezó y con la maestría que dan los años.

Por Toromedia. Daniel Luque da una vuelta al ruedo en la cuarta

Diego Urdiales no pudo lucirse de capa en el primero. El toro acusó falta de fuerza en el caballo y en el inicio de faena, embistiendo a media altura. Urdiales compuso en algunos muletazos y mostró su torería, pero sin lograr redondear faena ni llegar con fuerza al tendido por la condición del astado, que no transmitía. Labor de oficio con toques de calidad. Mató de estocada y fue ovacionado.

Urdiales dio buenos lances al cuarto, un serio toro flor de gamón, y remató con preciosa media. En la muleta al toro le pesaron sus 598 kilos y Urdiales se afanó en hacerlo andar. Todo tuvo mucha pausa y no hubo conexión con el tendido por la sosería del animal, por lo que optó por no alargarse. Mató de pinchazo y estocada. Silencio.

Daniel Luque se lució en el recibo de capa, toreando con autoridad a la verónica. Hizo un bonito quite por cordobinas. El banderillero Juan Contreras sufrió un tremendo susto en el primer par y se repuso y clavó un segundo magnífico, saludando montera en mano. El toro pareció desfondarse y Luque se empleó para exprimir los pocos muletazos que tuvo a base de oficio y de exponer. Mató de gran estocada.

Luque volvió a manejar con soltura el capote en el quinto. De la misma manera, con gran desparpajo, comenzó la faena y pronto entonó el ambiente. En la segunda serie sometió muy por abajo y sonó la música. En la tercera intercaló un circular invertido y la cuarta fue al natural, superándose en la siguiente por mando y superioridad. Terminó haciéndole la luquesina en una labor completa que remató de medía estocada. El público pidió la oreja que el presidente no concedió. Dio la vuelta al ruedo.

Rafa Serna dio buenos lances al tercero, rematando con media. Estuvo variado en el quite. Con la muleta se mostró muy dispuesto y ya en la segunda serie logró ligar con emoción. La tercera también la tuvo y sonó la música. Intercaló una tanda con zurda pero volvió a la derecha, por donde el toro iba con más claridad. Serna ofreció una versión seria y capaz en este primero de su lote. La espada no funcionó y fue ovacionado.

Serna brindó al público el sexto, otro toro de mucho peso, 620 kilos, que lo acusó en los primeros tercios. En la muleta se afligió pronto el de Santi Domecq, apenas transcurrida la primera serie. Pero Rafa no se desanimó y porfió para sacarle partido. La pena fue que el animal terminó por echarse después de una serie al natural y echó por tierra todo el trabajo del torero. Serna fue silenciado.

22_septiembre_21_sevilla.txt · Última modificación: 2021/10/04 00:10 por paco